martes, 4 de diciembre de 2007

CINESPAÑA: VISIONARIOS * * 1/2

En Visionarios (España, 2001), el realizador Manuel Gutiérrez Aragón (teleserie El Quijote de Miguel de Cervantes/1991, La Vida que te Espera/2004) toma como punto de partida el caso de las visiones que unos niños, habitantes de un pueblo en el País Vasco, tuvieron de la Virgen María, justo en la delicada época previa a la Guerra Civil, a mediados de los 1930. A la película no le fue muy bien con la crítica en España, a pesar de tener un buen reparto, con Eduardo Noriega e Ingrid Rubio en los papeles principales, y una digna producción de época.

El problema del filme, escrito por el mismo Gutiérrez Aragón, es que su guión presenta una postura ambigua y poco clara, en su intento de hacer un relato sobre la intolerancia religiosa de parte del gobierno y la manipulación religiosa que se hacía de los pueblerinos, para que vieran algo que en realidad no existía más que en su mente e imaginación. La historia cuenta como Joshe (Eduardo Noriega), aspirante a maestro que sobrevive trabajando como mesero, se traslada de la costa a la campiña, siguiendo a Usúa (Ingrid Rubio), una chica de la que se encuentra enamorado.

Las cosas en el pueblo se desarrollan con normalidad, hasta que un grupo de niños empieza a esparcir rumores sobre las visiones que tienen de la Virgen María, vestida de negro, una espada en sus manos y los peor, prediciendo la llegada de una guerra, situación que agitará la tranquilidad de sus habitantes. Los niños serán sometidos a juicios ante clérigos y psiquiatras para que cuenten lo que ven y lo que les dice la Virgen, dando lugar a debates cuando, en realidad, en el sitio de las supuestas apariciones nadie ve nada más que los niños, cuando entran en una especie de trance eufórico. Para unos todo huele a tomadura de pelo de los niños, a delirios de la mente para los psiquiatras, y a un milagro para los clérigos.

El caso no termina en estos extraños sucesos, ya que Joshé verá cómo los pocos maestros del pueblo, aquellos que ponen en duda las visiones de los niños, empiezan a aparecer muertos cerca de la escuela, y el colmo será cuando su querida Usúa (que no es ninguna niña) acabe contagiada por el delirio de los niños y también afirme ver a la Virgen. El delegado del gobierno (Luis Tosar), empieza a sentir temor de toda esta efervescencia religiosa y la situación se tornará en un conflicto político, de violentas consecuencias cuando entre la guardia civil a reprimir a los pueblerinos, en tanto una mujer adinerada y del sector conservador (Emma Suárez), ayudará a que en el pueblo el fervor religioso siga encendido.

Me parece que la dificultad de la película, escrita por el mismo realizador, no radica en ningún aspecto formal. Su realización es eficaz, su reparto tiene un buen desempeño, hay un buen trabajo de fotografía y musicalización. El filme nunca nos invita a simpatizar con nadie, aunque lo que sí está claro es que la historia es una denuncia a la represión violenta por parte del gobierno. Pero tampoco podemos sentir mucha empatía por los pueblerinos y sus niños, que saben que en realidad no están viendo nada. Mientras, el personaje de Joshé, el “bueno” de la historia, se va perdiendo entre su flojo romance con Usúa y su postura científica respecto a las visiones de los niños, en una película que confronta dos posturas y no se preocupa por ofrecer tanto respuestas, sino exponer los hechos.




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