viernes, 8 de abril de 2016

CREED * * * *


EL COACH QUE TODOS QUISIERAN.
Michael B. Jordan y Sylvester Stallone.
Cuando muchos pensaban que el conteo a 10 ya había llegado para la franquicia de Rocky, una idea original llegó a la mente de Sly Stallone para seguir dando la pelea. El giro es inteligente y maduro: su icónico personaje ya no se pondría los guantes, ni subiría al ring para pelear, sino que ahora se convertiría en el coach de nada menos que el hijo de su primer rival, Apollo Creed. La idea no deja de tener su estrategia comercial, con todo el potencial para convertirse en una nueva saga, una que con seguridad ganará nuevos seguidores junto a los miles que han seguido la historia de "Rock" desde el primer filme. Lo interesante es ver a Stallone adaptándose bien a los nuevos tiempos, consciente de que su querido personaje debe crecer y evolucionar. Creed en ese sentido es un triunfo, si consideramos que la anterior entrega, Rocky Balboa, no fue tan buena como muchos hubieran querido. Michael B. Jordan encarna a Adonis "Don" Creed, y acaba siendo una verdadera revelación como el hijo de Apollo Creed. Su actuación es un gancho al hígado, cargado de pura intensidad y fisicalidad. Adonis es un "Toro Salvaje" en ciernes, metiéndose en problemas a la menor provocación, hasta que decide dejar su trabajo y vida junto a su madre (Phylicia  Rashad) para perseguir su sueño: seguir los pasos de su padre y convertirse en pugilista. Después de tratar de curtirse un poco con peleas en Tijuana, Don decide viajar a Filadelfia, para tratar de convencer al ahora retirado Rocky (para quien el box es historia antigua) que lo entrene y sea su guía. Del otro lado del Atlántico, Conlan, un campeón británico, pondrá a prueba su paciencia con provocaciones para que se suba al ring con él, ya que el nombre "Creed" tiene que figurar en su lista de futuros rivales.

Creed está cimentada en una muy conocida fórmula (de hecho tiene similitudes con la primer película), es decir, la ecuación viejo-entrenador-guía-al-joven-con-potencial, pero son sus giros sorpresa, su manera de abordar de una manera diferente y fresca una vieja idea; de hacerla sentir y verse nueva, lo que la elevan por encima de una mera curiosidad cinéfila. Además, el director, Ryan Coogler (Fruitvale Station, en donde actuó también Jordan), le da al filme una singular sensación urbana, yendo directo a locaciones en donde verdaderamente se siente el asfalto y el sudor al ver entrenar a Don, o la testosterona y adrenalina en el viejo gimnasio donde Rocky dio sus primeros pasos boxísticos. Stallone sigue teniendo el encanto propio del personaje, y aunque otra de las ideas en el filme sigue siendo el tocar la cuerda nostálgica del espectador, en esta ocasión se agrega el toque emotivo, con una vuelta de tuerca que casi nos tira a la lona. Me equivoqué. Rocky también tiene su propia pelea que llevar a cabo en esta ocasión, la más dura que jamás haya tenido. 

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