sábado, 30 de junio de 2007

DVD: 28 WEEKS LATER * * *

El famoso final alternativo de la zombiesca obra de Danny Boyle, 28 Days Later (2002) anunciaba la llegada de una secuela, 28 Semanas Después (28 Weeks Later, Reino Unido, 2007), en la que el británico ya únicamente funge como productor ejecutivo, dejando la dirección al realizador español Juan Carlos Fresnadillo (Intacto/2001), apenas su segundo largometraje.

Como suele suceder con las secuelas, 28 Semanas Después no iguala ni supera al filme de Boyle, que si bien no ofrecía nada muy original que digamos (un extraño virus de origen impreciso convierte a las personas en zombies, contagiando a otros y provocando una plaga) sí le daba un moderno tratamiento visual: una frenética edición y movimientos de cámara violentos, que hacían terrorífica la experiencia de ver a los zombies de Boyle en acción, que más bien se comportaban como animales rabiosos y hambrientos.

28 Semanas Después es un filme menor a su predecesora. Para los amantes del gore, la película será todo un entretenimiento (masacres, sangre a chorros y carnicerías). El problema, es que la película de Fresnadillo nada más se queda en el plano de las mutilaciones y los vómitos sangrientos, sin que la nueva historia (ninguno de los actores originales participa) logre ser tan interesante.

Resulta que el ejército norteamericano (¡Sacrosanta salvación!) ha logrado controlar la epidemia 28 semanas después de donde nos quedamos en la primera parte. Cuando todo parecía estar bajo control, aparece una superviviente (Catherine McCormack), infectada pero inmune a los síntomas del virus, pudiendo significar el descubrimiento de una vacuna. Todo se saldrá de control cuando el esposo de la mujer (Robert Carlyle), padre de un par de chicos (Mackintosh Muggleton y la muy guapa Imogen Post, quien podría pasar como hermana menor de Kate Winslet), termina contagiado, iniciándose nuevamente la epidemia, la cual el ejército de E.U. decidirá controlar, matando a todo lo que se mueva.

Aquello es un interesante subtexto crítico de la política belicista norteamericana, pero a final de cuentas parece que el esfuerzo de Fresnadillo fue nada más reciclar todo lo visto en la película de Boyle: banda sonora, estilo visual y cinefotografía digital, dando como resultado un típico espectáculo hollywoodense de sangre y carnicerías, con momentos de acción rescatables (la escena inicial o el instante en que se desata el código rojo). Fuera de eso, 28 Weeks Later es un ruidoso entretenimiento de fin de semana, cuyo problema principal es tener un guión hueco.

EN CARTELERA: FLYBOYS * * 1/2

Es increíble, pero sucede mucho. Impecables producciones –en especial, filmes de época- acaban derivando en filmes desechables, debido a la falta de un buen argumento. Flyboys (Francia-E.U., 2006), reciente largometraje de un tal Tony Bill, es uno de esos casos: una vistosa y digna ambientación de la Europa de la Primera Guerra Mundial, batallas de aviones muy bien logradas, y en general, un aceptable sentido para el manejo de la acción, son virtudes que acaban desperdiciadas por una historia pobre y demasiado elemental.

La trama se centra en el famoso escuadrón Lafayette, formado por jóvenes pilotos estadounidenses, que fueron a Francia para apoyar al país galo en su lucha contra las fuerzas alemanas, antes de que E.U. entrara en la guerra. Huyendo de su pueblo en el sur de los E.U., por tener algunos problemas con la ley, el aspirante a piloto, Blaine Rawlings (James Franco), se enlista para ir a Francia y engrosar el escuadrón, junto a otros compatriotas quienes, por igual, esconden muchos secretos.

Como película de aventuras, a Flyboys le falta mucho de todo: personajes interesantes, romance que nos emocione y alguna profundidad temática. Lo que vemos durante todo el tiempo, son unos chicos algo desorientados y asustados por lo que les espera allá arriba, cuya única preocupación es ver quién tira más aviones. Si hay alguien que no ha hecho “volar” algún alemán, sentirá tal trauma que para qué le sigo contando.

Para engrosar el reparto, se encuentra Jean Reno haciendo un papel poco lucidor, como el general-buena-gente que instruirá a nuestros sacrificados héroes, robándole protagonismo el oficial del escuadrón (Martin Henderson), tampoco sin mucho qué hacer más que estar asustando a nuestros “caballeros del aire.”

El filme -en el mejor de los casos- no es más que una suerte de telefilme de aventuras bélicas en los aires, respaldado por una producción fuerte que valdrá la pena nada más por sus numerosas escenas de acción, a lo largo de poco más de 2 horas de duración.

EN CARTELERA: STORMBREAKER * *

Stormbreaker (Alemania-E.U.-Reino Unido, 2006), basada en una serie de novelas juveniles escrita por Anthony Horowitz, es el segundo tropiezo del realizador televisivo Geoffrey Sax, luego de su fallido debut con el aburrido filme de suspenso paranormal White Noise (2005). Lo bueno para Sax, es que Stormbreaker es, al menos, mucho más entretenida, a pesar de lo derivativo que resulte ver esta historia de espionaje juvenil, respaldada por una decente producción, escenas de acción más o menos conseguidas, algo de humor y un reparto llamativo aunque algo desperdiciado.

Ambientada en Inglaterra, la trama cuenta cómo Alex Ryder (el desconocido Alex Pettyfer), joven de 14 años, debe tomar un trabajo de espía luego de que se entera que su admirado tío (Ewan McGregor), espía encubierto, ha sido asesinado en plena acción. Alex no sabe la clase de trabajo que hacía su tío, por lo que estará escéptico cuando el jefe del Servicio Secreto (Bill Nighy) lo llame a cumplir la misión de buscar a los asesinos, así como de frustrar los planes que tiene un excéntrico empresario norteamericano (Mickey Rourke, como pez en el agua en su extravagante personaje), para usar el sistema de realidad virtual “Stormbreaker”, inventado por él e infectado con un virus, para eliminar a toda la población infantil británica.

En general, no habrá nada nuevo y que no hayamos visto ya en películas como Spy Kids (Rodríguez 2001/2002/2003). Sin embargo, el problema principal es que la trama se desploma a la mitad luego de un buen inicio, para no resucitar sino hasta la última parte. Por más que Sax y el mismo Horowitz, quien también funge como guionista, tratan de mantenernos enganchados en la historia, el caso es que el asunto del Stormbreaker jamás se siente tan importante y peligroso como quisieran. Al final, nos dará igual si el loco y ridículo personaje de Mickey Rourke, oprime o no el botón que detonará la desgracia.

El joven Alex Pettyfer no tiene el carisma que requiere un nuevo héroe, y si se animan a producir una secuela, ojalá mejore como actor. Y si se animan a meter de nuevo a Alicia Silverstone (¡yo pensaba que ya ni actuaba!), que sea para hacer algo mejor que servir de adorno, dar karatazos tontos y preparar sushi.

jueves, 28 de junio de 2007

EN CARTELERA: REIGN OVER ME * * * 1/2

En el más reciente filme del actor, guionista y realizador Mike Binder, En Algún Lugar de la Memoria (Reign Over Me, E.U., 2007), Charlie Fineman (Adam Sandler, en una de sus actuaciones serias y dramáticas) es aficionado a jugar un videojuego de temática fantástica, en el que un guerrero debe derrumbar y matar a un gigantesco monstruo. Nada ni nadie existe para Charlie en esos momentos.

Lo que simbólicamente está haciendo Charlie al jugar “Shadow of the Collosus” (nombre muy alegórico, por cierto), es luchar contra su propio “monstruo” interno, que sale a relucir explosivamente cada vez que su nuevo amigo, Alan (Don Cheadle), o quien sea, dice algo que al parecer le molesta u ofende.

La película de Binder (quien de hecho hace un pequeño papel), es un amargo melodrama con destellos de comedia, sobre dos seres solitarios que tratan de construir una amistad, partiendo de los recuerdos que Alan, exitoso odontólogo, guarda de la universidad, donde conoció al ahora inestable y perturbado Charlie.

Alan, un solitario hombre dedicado enteramente a su trabajo, esposa (Jada Pinkett Smith) e hijas, tratará por todos los medios de retomar su amistad con Charlie, pero no lo tendrá fácil. Charlie es un hombre retraído, vive aislado escuchando música con sus auriculares, viaja por toda Nueva York en un monopatín motorizado y su carácter es explosivo a la menor provocación. En resumidas cuentas, Charlie es un hombre de cuarenta años con mentalidad de adolescente, que esconde un secreto del pasado, el cual podría ser la clave de tan extraño comportamiento. Alan no tendrá menos problemas, tanto en su trabajo como en su matrimonio, en la medida que crezca su interés por ayudar y conocer más a Charlie.

Filmada en formato digital, en la película Adam Sandler tiene una sorprendente actuación. Sin dejar de lado el estupendo trabajo de Don Cheadle, toda la fuerza de la película radica en el enigmático personaje de Sandler, en una de esas actuaciones que no se agotan ni pierden interés. Claro, Binder no será un maestro en la construcción de retratos de familias problemáticas y algo disfuncionales, pero no hay duda que valiéndose de recursos mínimos (tan sólo una cámara digital de alta definición) y una realización muy funcional, consigue momentos inquietantes (los arranques violentos de Charlie) y dotar de alma a la película con dos personajes no muy diferentes entre sí.

miércoles, 27 de junio de 2007

EN CARTELERA: OCEAN'S THIRTEEN * * * *

La franquicia iniciada por Steven Soderbergh con Ocean’s Eleven (2001), al aparecer, no se ha desgastado. Sigue tan fresca y viva como en la primera parte. Soderbergh no ha perdido la energía desde que inauguró la franquicia, que de una forma más o menos original ha ido creciendo hasta llegar al tercer filme, Ahora son 13 (Ocean’s Thirteen, E.U., 2007).

Si bien la película luce mucho mejor que la pasada entrega (Ocean’s Twelve/2004), es verdad también que, si exceptuamos la presencia femenina de la atractiva Ellen Barkin, la tercera película adolece de falta de bellezas como Catherine Zeta Jones o Julia Roberts, beneficiándose mucho con la secundaria -pero no menos fuerte- participación de Al Pacino, como el inescrupuloso dueño de un nuevo hotel en Las Vegas, que construyó a costa de traicionar a uno de los miembros de la pandilla de Danny Ocean (George Clooney), es decir, Reuben (Elliott Gould), quien ha quedado postrado en la cama a consecuencia del infarto por quedarse casi en la ruina.

Danny, junto a su colega Rusty (Brad Pitt), planearán una jugosa venganza, que consistirá en tratar de arruinar al nuevo hotelero, Willie Bank (Pacino), urdiendo un maquiavélico e increíble plan para, primero, dejarlo sin un centavo al intentar recrear un terremoto y un apagón en la luminosa urbe, y segundo, robarle una cuantiosa cantidad de diamantes de su bóveda.

Algo que sigue sorprendiendo, es el bueno tino de Soderbergh, continuando en la dirección, no nada más para que el elenco luzca renovado, fresco, con nuevos bríos, sino también de saber mantener un humor sin otra pretensión que arrancar inevitables risas, como en los dos gags sobre los cuales gira la trama, uno relacionado con el cursilón programa de Oprah Winfrey (con un comiquísimo giro final), y el de un inmigrante mexicano, obrero en una fábrica de dados, quien le encarga a un miembro de la pandilla disfrazado como mexicano, de avisarle a su familiar “del otro lado” que está bien y sigue “aguantando” (Claro, esta cáustica broma quizás nada más cause risa en el público mexicano.)

Soderbergh ha encontrado en Ocean’s Thirteen el tono y estilo visual adecuados para su serie de heist movies. Desde el filme anterior, ha sabido imprimirles un regusto a cinta sesentera. Sabe dónde usar la cámara portátil de una manera arcaica para lograr un estilo nostálgico, sigue sabiendo utilizar al máximo la banda sonora muy groovie y funk de David Holmes; sabe también cómo rescatar un escenario tan clásico de esa época como Las Vegas y aprovecharlo, ya sea en los ambientes claustrofóbicos del enorme casino de Bank, o en las buenas tomas aéreas de su grotesco hotel. Soderbergh nada más tiene que preocuparse por darle el ritmo y forma precisos a su cinta, que si se está del humor adecuado, su comicidad inocente y simple cae bastante bien.

El elenco principal no puede notarse más cómodo que en esta ocasión, en unos papeles que ya tienen más que asimilados. Al Pacino, sin ser el típico villano, resulta aborrecible como el ambicioso empresario, preocupado por mantener en marcha la maquinaria de su negocio, levantado a costa de arruinar a Reuben. Aunque si nos ponemos a pensar un poquito, Reuben no ha sido tampoco un ejemplo a seguir. Es decir, estamos ante un entretenido y pasable filme de ladrones contra ladrones, en donde los que triunfan son los que pelean por una causa honorable...y acaban siendo más ingeniosos y simpáticos. Y es que dicen que ladrón que roba a ladrón...

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