viernes, 6 de septiembre de 2019

ONCE UPON A TIME...IN HOLLYWOOD


¿Otro Oscar para Leonardo DiCaprio ?
Quentin Tarantino siempre acaba saliéndose con la suya. Pase lo que pase, siempre consigue presentar en la pantalla, frente a nuestros ojos, la película que él quiere, sin filtros -ni demandas de productores- de por medio. Se dice, incluso, que Once Upon a Time In... Hollywood, su más reciente filme, terminó presentándose tarde en Cannes, debido a que el director todavía estaba haciendo "ajustes de último minuto", y afinando detalles. Lo que podemos atestiguar en Once Upon... es la gran libertad que el "chico malo de Hollywood" disfruta, no nada más dirigiendo y escribiendo, sino produciendo su propio cine.
A pesar de lo indisciplinada y tendiente a lo caótico que pueda ser Once Upon..., Tarantino hace de su muy particular épica sobre la transición del Hollywood de finales de los 1960s a los inicios de los 1970s, una verdaderamente única, particular, y fascinante experiencia cinéfila. Cualquier enamorado del cine no podrá dejar de sentirse atraído hacia ella, dejando pasar por alto sus huecos argumentales, o lo no muy sólida ni tan fuerte historia que nos cuenta. Su versión sobre la "familia Manson" y sus crímenes en Hollywood, es una muy personal y peculiar. Quienes busquen exactitud y precisión milimétrica de historiador, no la encontrarán aquí. Tal y como sucedió con Inglourious Basterds, nuevamente Tarantino juega con el "Y qué tal si...", dándole una vuelta de 180° a los hechos que conocemos sobre Charles Manson y el asesinato de Sharon Tate (Margot Robbie, con todo el candor que la caracteriza, y siendo lo más "Margot Robbie" que puede ser), esposa en aquel entonces de Roman Polanski. Aquí, el realizador polaco es vecino de un ficticio actor de cine y televisión, Rick Dalton (Leonardo DiCaprio, espectacular), quien luego de tener éxito en una serie de televisión a finales de los 1950s (estilo Gunsmoke), su agente (Al Pacino, en una muy breve participación) lo hace reflexionar seriamente sobre su carrera, y del peligro que corre de estancarse y no evolucionar. No es para menos. Rick últimamente se la ha pasado haciendo películas serie B sobre soldados americanos rostizando nazis con un lanza llamas (¿a alguien le suena conocida alguna película así?), comerciales, y apariciones televisivas cantando y bailando a ritmo a go-go.
El soporte moral de Rick será Cliff Booth (Brad Bitt, simplemente siendo "Brad Pitt" ), su otrora doble y buen amigo. Cliff es una mezcla de Robert Redford a la "Sundance Kid" y Peter Fonda a la "Easy Rider", y que ahora trabaja como chofer y asistente de Rick. Hay tres narrativas paralelas en el filme: la de Rick, luchando por superar su afición a la bebida y por encontrar ese giro que necesita su carrera durante la filmación de un western (formado por múltiples viñetas y escenas, que parecen ideas encajonadas de Django Unchained y The Hateful 8); la de Cliff, sin mucho que hacer más que demostrar la dura vida de los dobles de cine, viviendo solo en un remolque junto a su perro pitbull, comiendo tan sólo sopas Ramen, y recordando cómo alguna vez le pateó el culo a Bruce Lee en un set de cine frente a muchos testigos (una escena hilarante); y la de Sharon Tate, igualmente, sin gran cosa por hacer más que lucir rostro y belleza en Hollywood Boulevard, asistir a fiestas en la mansión Playboy, y entrar gratis al cine a ver sus propias películas.
Durante la primera mitad, la película parece seguir los pasos de "American Crime Story" y que nos llevará por un recuento de los hechos de uno de los crímenes más famosos cometidos en Hollywood. Pero no es así, y no hay que desilusionarse mucho al respecto. Lo que tenemos, es la muy particular épica de Tarantino sobre esos hechos, y por otro lado, su visión del Hollywood de aquella época; la otra cara del showbusiness; la menos glamorosa y más escandalosa, encarnado en la figura de Rick. La épica del personaje tiene tintes a la Forrest Gump (hay escenas con el truco usado en dicho filme, insertando a DiCaprio en filmes y programas originales, como "The Great Escape" y "FBI"), y durante el algo accidentado relato de su historia se dedicará a demostrar que detrás de su rostro de estrella hay un verdadero actor (¿de hecho, no ha sido esta la historia del mismo DiCaprio hasta este año, en el que ganó su primer Oscar?).
No se necesita tanto ser fan de Tarantino para ver y disfrutar Once Upon a Time In... Hollywood (de casi tres horas de duración), sino contar con un buen sentido del humor para tomar el tercer acto de la película con la mejor actitud, y dejarse llevar por la misma borrachera cinéfila de Tarantino. No nada más tenemos también a un puñado de los actores que regularmente aparecen en sus filmes (Kurt Russell y Michael Madsen), sino una magistral ambientación (un diseño de arte digno de ser premiado, con esos increíbles pósters falsos de películas de Rick), y homenajes a "Érase una vez en el Oeste" y "Érase una vez en América (varios movimientos de cámara emulan estos filmes de Sergio Leone). Y también tenemos al Tarantino "curador de música", que nos da esa experiencia única de sentir que estamos entrando, no al cine, sino a una rockolla llena de oldies clásicos. Ah, y claro, también de ver a un Leonardo DiCaprio en todo su elemento, versátil, en un vehículo de lucimiento único que seguramente le dará su segunda nominación al Oscar. ⭐️⭐️⭐️⭐️

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