martes, 10 de diciembre de 2013

THE CHEF * * 1/2

TOP CHEF MASTERS. Michaël Youn y Jean Reno a punto de salir al aire.

En Le Chef, Jean Reno tiene un giro de 360 grados a lo que nos tiene acostumbrados. De ser un héroe de acción (la versión francesa de Jason Statham), en esta ocasión se convierte en un prestigiado chef. No tiene que esquivar balas, ni liquidar a criminales, sólo tiene que enfrentar a aquellos que quieren borrarlo del panorama culinario como el mejor chef de Francia. La película parece el resultado del fenómeno Ratatuille. Sus realizadores parece que quisieron tomarla de pretexto, para hacer una versión (de menor calidad y categoría en comparación con el filme animado de la Pixar) con actores de carne y hueso. El protagonista, Jacky (Michaël Youn) es un chef perfeccionista, aspirante a convertirse en el siguiente genio de la cocina francesa. Además, es quizás el mayor fan del famoso chef Lagarde (Reno), así como experto en su carrera. Su problema, es que lo corren de los trabajos por ser un rompe reglas.

La historia funciona, a ratos, como una parodia del fenómeno culinario moderno llamado "comida molecular", es decir, platillos preparados más que en una cocina en un laboratorio (Ferran Adrià, es el perfecto ejemplo de un representante de esta cocina). Es la lucha de lo tradicional contra lo moderno.  Lagarde está a punto de ser despedido del refinado restaurante en donde trabaja, además de quitarle una de esas estrellas "Michellin", por que sus jefes lo consideran obsoleto, anticuado, y sin nada nuevo que ofrecer. 

Me creí a Jean Reno (quien se nota se echó encima algunos kilos de más para el papel) como chef  con dilema "de artista incomprendido". Lagarde también tiene problemas fuera de la cocina. Tiene que tratar de rescatar la deteriorada relación que tiene con su hija, a quien apenas y hace caso. Por su parte, Jacky está pasando por problemas maritales, tratando de hacer creer a su esposa que puede triunfar como chef, además de que puede ser un buen padre para el bebé que ambos esperan.

La película no es más que para pasar el rato. No dura mucho (1 hora y 20 minutos). Tiene algunos momentos graciosos (no son los de la escena del restaurant a donde los dos chefs van disfrazados, tampoco la pequeña pero fallida participación de Santiago Segura como excéntrico chef molecular). Más bien, las partes graciosas son las más simples, por ejemplo, cuando Reno está tratando de sacar adelante su proyecto televisivo, un programa de cocina grabado en exteriores, o cuando Jacky anda en la cocina tratando de trabajar para Lagard y, al mismo tiempo, asesorar a los cocineros en un asilo para ancianos. Al final, la película pudo haber estado mejor y más graciosa en manos, quizás, de Francis Veber.

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