viernes, 1 de enero de 2021

MA RAINEY'S BLACK BOTTOM

Chadwick Boseman, Colman Domingo, y Viola Davis.

 Resulta irónico, pero es curioso ver que el último filme del recientemente fallecido Chadwick Boseman, es aquel en el que ofreció la mejor actuación de su carrera. Es como si Boseman hubiera sabido lo que el futuro le deparaba, y decidió dar todo de sí en su último papel en el cine. Al verlo en The Kill Hole, su segundo filme, estaba lejos de imaginar que el futuro actor de Black Panther sería capaz de alcanzar tales niveles histriónicos en Ma Rainey's Black Bottom, un filme aparentemente sencillo, de una trama pequeña, que ocurre la mayor parte del tiempo en un estudio de grabación. 

Adaptación de la obra teatral homónima escrita por August Wilson (ganador del premio Pulitzer), y producida por Denzel Washington, Ma Rainey's Black Bottom es muy teatral en toda su construcción. Sin embargo, ofrece un tour de force fenomenal entre Boseman y Viola Davis (quien me sorprendió de forma similar en Fences, la adaptación al cine de otra obra de August Wilson, y protagonizada por Denzel Washington), esta última interpretando a la Ma Rainey del título. Es el año 1927. Boseman interpreta a Levee, cornetista en la banda de Rainey, considerada por muchos como la "madre del blues". Rainey es toda una diva, la cual, con el tronar de sus dedos, tiene a su disposición lo que quiera durante una grabación, incluso Coca Colas antes de empezar a grabar. Cada vez que Viola Davis entra a escena, llena la pantalla con toda su presencia y personalidad, irreconocible al estar enfundada en lo que con seguridad son prostéticos y maquillaje para hacerla lucir con el doble de su peso. Una cosa es cierta, Davis termina ofreciendo una actuación estupenda como siempre, digna de una nominación al Oscar. 

La historia tiene como centro una sesión de grabación. Por un lado, tenemos a la banda, formada por un pianista (Glynn Turman), un trombonista (Colman Domingo, magnífico), y un contrabajista (Michael Potts), incluyendo al mismo Levee en la corneta, quienes tratan de ensayar en el sótano del estudio. No será algo fácil, ya que los miembros de la banda tienen que lidiar con el ego demasiado inflado, y el exceso de personalidad independiente de Levee, el cual trata de imponer su propio estilo a la banda, así como su propia forma de abrir una canción. 

Mientras, arriba en los estudios, con un nervioso representante de la disquera (Jeremy Shamos) y un ingeniero de sonido más que paciente (Jonny Coyne), Rainey complicará la sesión al imponer  a su joven sobrino (Dusan Brown) para que grabe una pequeña introducción en la canción que grabarán. El problema, es que el chico es tartamudo, por lo que los conflictos no tardarán en surgir. Dirigida por George C. Wolfe, la historia, a pesar de su sencillez, no impide que sea una plataforma para el lucimiento de sus dos protagonistas, excelentes en todo momento, y para expresar ideas sobre el racismo. Boseman es todo un fenómeno, incansable, entregándolo todo en cada una de sus líneas, diciéndolas a ritmo de ametralladora. El tema de la música tema termina siendo secundario. Entre confrontaciones y anécdotas, buena camaradería y química entre los músicos, el tema del racismo poco a poco irá saliendo a relucir, sobre el sufrimiento de la gente negra, la segregación, etc. Sin importar mucho que la película esté ambientada en los 1920, el tema del racismo encuentra una resonancia casi 100 años después, en plena época actual del Black Lives Matter. 

Pero lo impresionante es ver que, a pesar de que el filme trata sobre el racismo, la enorme Ma Rainey, sin importar que haya sido negra, tenía a la industria discográfica de esa época prácticamente a sus pies y comiendo de su mano. El representante de la disquera interpretado por Jeremy Shamos, estaba siempre ahí, cumpliendo sus deseos, casi como un sirviente de ella. En ese sentido, Ma Rainey Black Bottom termina siendo un filme curioso, con dos rostros en total contradicción, uno en oposición al otro. ero que en el pequeño universo musical retratado en el filme dicha contradicción encuentra un sentido perfecto, uno que va más allá del racial. De los mejores filmes de este año a punto de terminar. ⭐⭐⭐⭐

domingo, 27 de diciembre de 2020

MANK

Amanda Seyfried y Gary Oldman

Quién hubiera podido imaginar que David Fincher, el director de Fight Club, Panic Room, Seven y, más  recientemente, The Girl with the Dragon Tatoo, pudiera estar interesado en dirigir una película sobre El Ciudadano Kane. Por lo menos yo, nunca. Y vaya que me tomó por sorpresa. Fincher es un gran director. ¿Por qué no iba a estar interesado en aquella obra maestra, considerada uno de los mejores filmes en la Historia del Cine? Sin embargo, su enfoque no es precisamente Orson Welles, el director de Kane, sino en Herman L. Mankiewics, su guionista (de nuevo, un gesto de extrañeza se nos dibujará en el rostro). 

Más que estar interesado en hacer un filme sobre la gestación de El Ciudadano Kane, la inquietud de Fincher ha sido realizar una épica sobre la época de oro de Hollywood, en un retrato que roza lo espectacular; un retrato que encuentra conexiones visuales tanto con el Ed Wood de Tim Burton, en la decisión de filmarla en un bello y lustroso blanco y negro, así como con Hail, Caesar! de los hermanos Coen. El resultado, es visualmente impresionante, así como la interpretación del siempre genial Gary Oldman, quien interpreta a Mankiewics. Mank plantea una doble narración, que nos lleva por dos caminos, el primero, justo cuando Herman "Mank" Mankiewics empieza la segunda etapa de la escritura del guión, mientras que el otro camino nos lleva, a través de flashbacks, unos años atrás (a mediados de los 1930), cuando a Mankiewics le fue ofrecido el trabajo de escribir el guión. Aquí lo vemos en sus visitas a los estudios MGM y sus entrevistas con Louis B. Mayer (Arliss Howard), y otros ejecutivos de los estudios. El ritmo en estos flashbacks será dinámico, con un tono vivaz y humorístico, en contraste con la narración de Mank escribiendo el guión, en donde se encuentra postrado en cama con la pierna rota, luego de un accidente automovilístico.

Si hay algo interesante en el filme de Fincher, es que más allá de querer hacer una biopic sobre Mankiewics, lo que hace es plantear una pregunta que intrigará a los cinéfilos, ¿quién escribió realmente Ciudadano  Kane? Contrario a lo que cualquiera pensaría, la teoría que se plantea aquí es que Orson Welles tuvo una participación secundaria en la autoría del guión, una que consistió más en editar, recortar, y modificar el texto. Sin embargo, la Academia terminó premiando a ambos con un doble Oscar. Aunque su aparición es de apenas unos minutos, el británico Tom Burke está magnífico como Orson Welles, con un parecido físico razonable, y una similitud de voz todavía más impresionante. Burke luce suficientemente convincente, siendo más el tiempo que lo oímos que el que lo vemos en pantalla, durante las incontables llamadas telefónicas que hace a Mank. Que Mankiewics se basó para su guión en la vida del magnate William Randolph Hearst (Charles Dance, con una pequeña, pero magnífica actuación) y dueño de un emporio periodístico, es por demás sabido. La secuencia en donde se muestra este hecho como algo más que obvio, es aquella de la fiesta de disfraces en la mansión de Hearst, a donde, basta decir, Mank llegará borracho (por que una de las características que se acentúan en el filme es su problema con el alcohol) a sembrar el caos y encender los ánimos de los anfitriones. 

El alma de la película no será tanto el proceso de escritura del guión, el cual David Fincher decide dejarlo de lado. Mank no es un filme estilo Barton Fink, con una historia sobre el guionista solitario, atormentado, en crisis creativa, y torturado emocionalmente. El alma del filme será la amistad entre Mankiewics, de humor ácido y siempre crítico, y la actriz Marion Davis (Amanda Seyfried, estupenda), la muy joven esposa de Randolph Hearst. Otra interrogante que plantea la película, es ¿qué tanto estuvo dispuesto Mankiewics en arriesgar su buena amistad con Davis, con tal de escribir un guión tan crítico hacia su marido? ¿Un guión que, a pesar de haber cambiado el nombre del personaje real, se podía ver y sentir como un ataque directo y certero al millonario? Y aunque no vemos mucho de la esposa de Mank (interpretada por Lily Collins), es bueno también el preguntarse qué posición tenía ella en todo este asunto. 

Al final, Mank no será uno de los mejores filmes de Fincher, pero termina siendo tremendamente visible;  muy bueno, pero no extraordinario. La película es una curiosidad en su filmografía, pero no por ello dejará de fascinar a los amantes del cine, el cual además de estar excelentemente actuado, se espera con seguridad que tenga varias nominaciones al Oscar el próximo año. ⭐⭐⭐⭐

Disponible en Netflix.

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