viernes, 14 de diciembre de 2018

MOWGLI: LEGEND OF THE JUNGLE.


Rohan Chand.
Los animales generados digitalmente están de moda en Hollywood. Los resultados hiperrealistas que se están consiguiendo no dejan de impactar. Jon Favreau nos dejó boquiabiertos y con los ojos sin parpadear en 2016, con su remake de la versión animada de Disney de "The Jungle Book", en acción real y con un actor de carne y hueso interpretando a Mowgli. El próximo año, llega también el remake de The Lion King, con animales generados digitalmente (y que también dirigirá Favreau).
Netflix no se ha quedado cruzado de brazos. En Mowgli: Legend of the Jungle, ha producido su propia versión del clásico libro de Rudyard Kipling. Al estar dirigida por Andy Serkys (el artífice detrás del "motion capture" con su Gollum en Lord of the Rings, y Caesar en Planet of the Apes) Mowgli suena como un filme para "aproximarse con precaución". Algo como para no tenerle mucha fe y saltárselo. Por fortuna, Andy Serkis sorprende al ofrecer una versión del libro de Kipling fantástica, y que al verla lo sentimos con total seguridad y control de algo tan querido y tan cimentado en las mentes de muchos lectores alrededor del mundo.
En la primera media hora, uno puede torcer la boca, subir los hombros, y pensar que la película es una simple copia del filme de Favreau, pero sin las canciones de Disney. Quizás ambas tengan algunas cosas en común, empezando por el impresionante realismo de los animales. Para ser un filme de Netflix, los animales en Mowgli lucen increíblemente acabados, y lo más importante, cada uno con una bien definida personalidad propia. Además de que la jungla (un personaje más de la película), realmente te envuelve, y se siente lejos de ser el amigable sitio en donde, de un momento a otro, los animales se pondrán a cantar.
El flime de Serkis es más obscuro, y no uno precisamente dirigido a niños. La historia está de más describirla. Mowgli (Rohan Chand, muy bien) es un niño que en alguna remota jungla de la India colonial, fue criado desde bebé por unos lobos, al haber sido sus padres asesinados por un tigre, Shere Kan (voz de Benedict Cumberbatch). El niño crece bajo la tutela de la sabia pantera Bagheera (voz de Christian Bale), y la protección del oso Baloo (voz de Andy Serkis), quien le enseña cómo seguir las tres reglas de la Jungla, siendo una de ellas "nunca matar por deporte". Bagheera lleva además impreso un aire más místico, como cuando dice a Mowgli que "al matar y ver a tu presa morir, siempre míralo a los ojos, para que así su alma no se vaya sola".
Serkis y el guionista Callie Kloves, a pesar de la gran espectacularidad visual del filme, no se desvían del verdadero conflicto de Mowgli (menos parlanchín y más trágico que el del filme de Disney), el de estar dividido entre ser un humano y querer ser un lobo como sus lobeznos "padres adoptivos", Nisha y Akela (Naomi Harris y Peter Mullan, respectivamente), así como tener que vivir bajo la amenaza de Shere Kan. En tanto, la historia es narrada por la boa Kaa (Cate Blanchet), con una más pequeña intervención en la historia.
Andy Serkis ha hecho un gran trabajo adaptando la novela clásica, ya que Mowgly es estupenda. Es un poco más apegada al espíritu del libro, y me atrevería a decir que es algo mejor que la versión de Disney. 

FANTASTIC BEASTS: THE CRIMES OF GRINDELWALD.


Katherine Waterston y Eddie Redmayne.
Newt Scamander (el oscarizado Eddie Redmayne), el estudioso especialista en "animales fantásticos", ha regresado. En esta segunda parte de la saga de "Fantastic Beasts", Newt, desafortunadamente, tiene ahora menos trucos ocultos dentro de su maleta que en la anterior película. En comparación con la primera parte, "Fantastic Beasts and Where to Find Them", la magia en esta secuela, "The Crimes of Grindelwald", ha bajado considerablemente. No es visualmente menos impresionante (los efectos especiales son excelentes), sino que el factor sorpresa ha disminuido. Además, nuestro tímido, extraño, y pelirojo personaje principal ha quedado relegado completamente a un tercer plano.
Se dice que mucha de la culpa la tiene la creadora del universo de Harry Potter, J.K. Rowling, al haber metido demasiado su cuchara en la gestación del proyecto, y en el guión de la historia. Hay muchos personajes poblando el filme, y lo malo es que ninguna de las historias tiene suficiente fuerza, sintiéndose un filme estancado en subtramas planas y sin mucho rumbo. No ha sido suficiente el tener a Johnny Depp más tiempo en la película, encarnando al Grindelwald del título, un personaje flojo, gris, y completamente olvidable; al igual que a Jude Law, interpretando a Dumbledore como un joven maestro en la escuela para niños magos de Hogwarts. Todo el tiempo me recordó a su Watson de Scherlock Holmes, que al poderoso mago que todos conocemos de los filmes originales de Harry Potter. Que J.K. Rowling no vuelva a cometer este "crimen".  1/2

QUÉ PENA TU VIDA

QUÉ PENA...DE PELÍCULA.


Remake de una película chilena (que no he visto, pero parece que está mejor), esta película es, sin duda, de las peores del 2016. Cine "chatarra" hecho con 3 pesos, pero que recauda 1,000 veces más en su primer fin de semana de estreno. Una rom-com sin pies ni cabeza, vacía, sin relleno, ni substancia; que no va a ningún lado más de la mitad del tiempo. De tomas aéreas, supuestamente, impresionantes de la Ciudad de México, y un discurso de su protagonista (un publicista que, la verdad, no te explicas cómo puede estar trabajando en eso) sobre lo "hermoso que es la Ciudad de México y cuánto ama a su ciudad", el realizador pasa a recursos visuales desgastados, como los globitos con mensajes de texto plagando la pantalla (los ves en casi todas las rom-coms mexicanas). Abundan los chistes de pena ajena (no me reí una sola vez), y escenas terriblemente resueltas. Por ejemplo, esa en la que Aislinn Derbez es insultada y humillada en una fiesta por un supuesto amigo, al ser llamada "narigona y Pinocho". En un filme mejor escrito, su reacción hubiera sido completamente diferente a lo que ocurre aquí. ¿El tema? No hay, o apenas hay uno. "Que Pena"...de película. A evitarla como a la plaga. 

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