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No hay nada original ni nuevo en el filme de Norberto López Amado, pero su realización es tan eficaz como atractiva, en los momentos más inquietantes y rescatables del filme, aquellos en los que vemos a los fantasmas reflejados en espejos, ventanas, cintas de vídeo, reflejados en el suelo y en charcos, que hacen olvidar las dificultades que tiene para sostener su premisa sobre las personas desaparecidas por entes sobrenaturales.
Basada en la novela de Javier García Sánchez, Nos Miran está inscrita en esa corriente moderna del cine español sobre historias de fantasmas y suspenso psicológico, que tan de moda se puso con el Espinazo del Diablo (2001), de Guillermo del Toro, y seguida hasta el cansancio por obras notables como The Others (2001) y El Orfanato (2007), así como otras lamentables en la línea de La Monja (2005). Llegará un momento –sino es que ya- en el que el espectador se canse, y los productores y realizadores decidan dar vuelta la página hacia otros temas, como ya se nota con REC, de Jaume Balagueró, o los Cronocrímenes, de Nacho Vigalondo.
En tanto eso pasa, no hay motivo para no disfrutar una película llena de clichés y situaciones vistas hasta el hartazgo, como ese detective de policia interpretado por el inexpresivo pero eficiente Carmelo Gómez, dispuesto a seguir sus propias reglas y con una niñez llena de un montón de traumas sin resolver, debido a un misterioso grupo de niños que le obligaban a hacer cosas indeseables, como retarlo a recostarse en las vías del tren para verlo pasar encima o asustar a su hermana menor.
No faltan, por supuesto, elementos tan desgastados como los manuscritos antiguos llenos de datos sobre brujería, conjuros, maleficios, satanismo y esoterismo, sobre la muerte y espíritus, o el bibliotecario que instruye a nuestro protagonista, la pequeña niña con un amigo “imaginario” y que ve shyamalanesca “gente muerta”; un hombre que ha caído en el manicomio debido a que ha pisado los terrenos de lo paranormal y la vulnerable esposa (Iciar Bollaín), a punto del colapso nervioso por no saber nunca qué diablos está pasando.
Nosotros tampoco lo sabremos a ciencia cierta. Lo rescatable de todo este derivativo asunto, es que Amado sabe mezclar bien el thriller policiaco con el suspenso paranormal, y cuenta con un buen ojo para encuadres sugerentes y atractivos (nuevamente, la manera de filmar a sus “aparecidos” es magnífica), en tanto sus actores no dan una sola nota falsa. No hay porque hacerle tanto el feo a este filme, sin otra pretensión que hacernos pasar un rato intrigados y rompiéndonos la cabeza con sus misterios.