sábado, 9 de febrero de 2008

CINE ANIMADO: BACK TO GAYA * *

Back to Gaya (España-Alemania-Reino Unido, 2004) es una clara respuesta de Europa a las grandes producciones de la Dreamworks o Pixar de Hollywood, una película fallida pero con una impresionante factura visual, evidente en su primera mitad, cuando se nos presenta de una forma estridente y espectacular el nada original mundo de Gaya.

Dirigida por los germanos Lenard Fritz Krawinkel y Holger Tappe, Gaya será una mezcla de la Tierra Media de Lord of the Rings, con un poco de la nueva trilogía de Star Wars. Gaya está habitada por dos razas antagónicas, los buenos gayanos, extraños seres que parecen una cruza de perro con cabra; y los horribles y tramposos snurks, con facha de orcos al estilo Tolkien.

La fuerza de Gaya radica en una piedra mágica. Luego de una atractiva carrera (copiada de la que ocurría en el Episodio I de Star Wars/Lucas/1999, aquella de las moto-naves en el desierto), la mentada piedra desaparecerá y el gobernador de Gaya encargará al seguro Zino (voz de Glenn Wrage) y al genio de anteojos Boo (voz de Alan Mariot), acompañados por la atractiva Alanta (voz de Emily Watson), que vayan en su busqueda.

Los gayanos competirán contra los snurks en la búsqueda de la piedra, y en ese viaje que emprenden al mundo de los humanos, será donde toda la magia que prometía el asunto se pierde por completo. Nuestros aventureros tendrán que lidiar con un escenario obscuro y decadente, de alcantarillas, basura, ratas, cocodrilos, deformes borrachos, un calvo y demente villano, etc.. Sin embargo, la trama toma un giro inesperado, cuando ya sin dar para más la trama, las gayanos y los snurks se topen con un anciano y pobre dibujante, clave para entender su origen.

El problema principal de Back to Gaya, es que los realizadores se centraron tanto en el acabado visual del filme, casi realista en los movimientos y configuración de sus personajes, que descuidaron por completo el hacer una historia entretenida, interesante y menos derivativa. Para el final, la dichosa piedra termina importando un bledo, y Gaya acaba en el olvido total. ¿Para qué viajar a una fea ciudad humana, cuando Gaya era un terreno más fértil para que los guionistas echaran a volar su imaginación? Sólo ellos lo sabrán.

CLÁSICOS DE CLÁSICOS: THE INCREDIBLE SHRINKING MAN * * * *

Con el reciente estreno de I Am Legend (Francis Lawrence, 2007), adaptación de la novela homónima de Richard Matheson, vale la pena recordar otro filme clásico basado en la obra literaria de este escritor, especialista en relatos de ciencia ficción, The Incredible Shrinking Man (E.U., 1957), de la cual ya se prepara un remake, a producirse este 2008. Dirigida por Jack Arnold, la película es un entretenido relato por sus logradas escenas de acción, sobre la paranoia relacionada con la energía nuclear en la postguerra, como sucedió en aquella época con otros filmes que contaron historias basadas en los miedos por la falta de control de la energía nuclear y sus experimentos. En The Incredible Shrinking Man no se hacía referencia directa al tema nuclear, pero se sentía implícito desde el inicio, en el fatal destino de su protagonista, Scott Carey (Grant Williams), cuando este y su esposa fueron sorprendidos en medio del océano, navegando tranquilamente en su yate, por una inmensa niebla, que nada más alcanzaba a cubrir a Scott.

Nunca se sabe nada de esta niebla, ni de lo que estaba formada, ni de donde provenía. Lo único que sabremos es que Scott, a partir de ese día, comenzaba gradualmente a encogerse. Su ropa le empezaba a quedar grande, y los médicos no acertaban a encontrar una explicación o cura para este extraño padecimiento, que lo estaba convirtiendo en un fenómeno sensacionalista para los medios de comunicación, al tiempo que su matrimonio se hundía por este hecho. La primera parte de la película, adaptada por el mismo Richard Matheson, era la torturante crónica de un hombre, que veía a las personas y a los objetos a su alrededor agigantarse, involucrándonos con su narración en off sobre la angustia de ver su imparable empequeñecimiento, hasta ser tan minúsculo como para caber dentro de una casa de muñecas. Aquí, su terrible y peligrosa aventura comienza, cuando su propia casa se convierte en un extraño mundo lleno de peligros, empezando por su propio gato. La mayor parte de la aventura de Scott se desarrollará en el sótano, donde enfrentará una araña, inundaciones, trampas, etc.

Como película de aventuras, The Incredible Shrinking Man funcionaba a la perfección, en especial, por sus notables efectos especiales y gran despliegue de producción, que literalmente nos sumergía de manera convincente en un asfixiante mundo gigantesco, logrado tan sólo con simples efectos fotográficos y fotomontajes, muy logrados para la época. Este desesperanzador relato, no tenía un happy-end propio de un filme palomero de aventuras. No había salida para Scott, no había marcha atrás para su padecimiento, seguiría encogiéndose sin remedio, hasta ser de un tamaño microscópico y acabara desapareciendo, fundido con el universo, las estrellas, la naturaleza, según decía en su narración. Es un toque new-age adelantado para su época, al ver cómo Scott trascendía a través de su propia desgracia.

jueves, 7 de febrero de 2008

CINE ANIMADO: ALICE OF WONDERLAND IN PARIS * * *

El respetado animador estadounidense Gene Deitch (Chicago, 1924), tomó como pretexto el libro escrito por Lewis Carroll, Alice in Wonderland, para hacer un recorrido por otros entrañables cuentos populares en el filme animado Alice of Wonderland in Paris (E.U., 1966). A Gene Deitch se le recuerda por haber dirigido varios cortos animados de Popeye desde 1953, y por haber ganado la Concha de Oro en 1969 por el corto Obri. La película abría con Alice leyendo un libro sobre los cuentos de Madeline. Desde el inicio manifiesta su ilusión por conocer a esta niña, que vive en París. Un muy profesional, pero simpático ratón, Anatole (que vendría a ser el equivalente del nervioso conejo del libro de Carroll), le propone a Alice llevarla a conocer a Madeline, no sin antes platicarle un poco sobre su trabajo como catador de quesos en la fábrica “Duval”.

Anatole y Alice llegan a Paris viajando por el drenaje. Mientras el ratón le habla sobre las maravillas arquitectónicas de la ciudad, llegan a la Embajada de España, donde inicia la primera historia sobre Pepito, hijo del embajador español, niño travieso que gusta de molestar a las niñas de una escuela cercana, en donde estudia Madeline, además de ser cruel con los animales. Sus padres no saben qué hacer con él, hasta que, en una de sus travesuras, acaba siendo atacado por unos perros, para luego ser salvado por Madeline, sus amigas y una monja, operando en el desafortunado Pepito un cambio de actitud positivo.

Anatole, preocupado por darle de comer a su familia, con sus aventuras catando quesos de manera oculta en la fábrica, es descubierto y contratado por el señor Duval. De hecho, el ratón roba todo el protagonismo a la famosa Alice.

La historia más divertida, es aquella de un “principito”, que sufre por tener un poco agraciado gesto de enojo en el rostro. Anatole nos narra que el niño príncipe no podía reír. Su padre, preocupado por la situación, lo lleva con un brujo para buscar alguna solución. La respuesta estará en una sonriente princesa, que le regalara una sonrisa al príncipe para quedar curado.

El estilo de Deitch se basa en graciosos fondos, dibujados con una línea muy suelta, y una técnica de animación caracterizada por el mínimo movimiento de los personajes. De hecho, es más cercana a teleseries de la época. Alice in Paris era una película animada infantil, a pesar de cierto humor negro manejado en las historias, más rescatable por eso que por su técnica de animación.

DVD: THE RECRUIT * * 1/2

James Clayton (Colin Farrell) es un talentoso decodificador que, junto a otros amigos, ha desarrollado una tecnología capaz de infiltrarse en las redes informáticas. Para vivir, trabaja como barman, hasta que un día aparece Walter Burke (Al Pacino), agente de la CIA retirado del oficio, dedicado ahora a entrenar futuros espías. Burke le dirá a Clayton, que su oportunidad de salvarse de una vida rutinaria, común y, en el peor de los casos, mediocre, es ingresar a este “heroico” cuerpo de inteligencia secreta. No será fácil convencerlo.

El padre de Clayton, fue un reconocido agente de la CIA, que murió durante una misión, en condiciones desconocidas. Obsesionado por saber las verdaderas circunstancias de la muerte de su padre, Clayton se dejará convencer por Burke, convencido que entrando a la CIA podrá saber la verdad sobre el trágico destino de su padre.

The Recruit (E.U., 2003), es un monótono y enredado filme de suspenso y espionaje, escrito por Roger Towne, Kurt Wimmer y Mitch Glazer. El realizador Roger Donaldson, nos describe en la introducción, con cierta exageración y espectacularidad, los estrictos entrenamientos de la CIA y el desgaste físico que implica sumergirse en ese universo.

Durante su duro, desgastante y estricto programa de entrenamiento, Clayton conoce a Líala (preciosa Bridget Moynahan), una compañera de clases, cuya predecible relación se verá obstaculizada por las presiones de sus mentores para sobresalir en este ambiente demasiado competitivo. Para poner a prueba el talento y las notables capacidades de resistencia de Clayton, Burke decide asignarle una misión secreta a manera de prueba: desenmascarar a unos espías infiltrados en la CIA, que están extrayendo información confidencial.

Desde el comienzo de The Recruit, queda claro que anhelar pertenecer a la CIA es algo serio y nada fácil de lograr. Una institución que recuerda a sus miembros caídos con una estrella dorada puesta en un gran muro. Los poco afortunados, se conforman con realizar un simple trabajo de oficina.

"Nada es lo que parece", repetirá Burke hasta el cansancio, y en parte, resume la premisa de la película, con la que Donaldson consigue, eficazmente, darle a su trabajo un buen suspenso y paranoia. La intención es mostrar cómo la CIA, más que discípulos, acoge carne de cañón, que dentro de la misma no todo es precisión, perfección y la buena organización que presume. Ya Tony Scott lo hizo mucho mejor en Spy Game (2001), de la que Donaldson parece haberse inspirado.

El joven manipulado y explotado como discípulo de un hombre maduro y experimentado, parece ser la tendencia no nada más en los últimos filmes con Al Pacino, sino aquellos que involucran a la CIA, como una institución de imagen ambigua (la trilogía de Jason Bourne, The Good Shepherd/De Niro/2006). Es el mismo discurso sobre esa juventud a la que todavía le cuesta mucho trabajo identificarse con esta institución y, sobre todo, encajar en ella.

Colin Farrell y Bridget Moynahan a duras penas logran sacar adelante sus personajes, que resultan rígidos y elementales. El filme se salva por unas buenas secuencias de acción, donde la experiencia de Donaldson en filmes de suspenso político, como Thirteen Days (2000), thrillers como The Getaway (1994) o de ciencia ficción, como Species (1995), se nota.

miércoles, 6 de febrero de 2008

CINESPAÑA: LA CAJA 507 * * * 1/2

De los más recientes largometrajes del realizador Enrique Urbizo (su último trabajo fue el telefilme Adivina quién soy/2006), La Caja 507 (España, 2002) va un poco más allá de la convencional heist movie (es decir, película de grandes robos) hollywoodense, con acción, efectos especiales, bombazos y disparos por doquier incluidos. La Caja 507 está en la línea de Heat (Michael Mann, 1995), espectacular heist movie que ponía en el mismo escenario a dos grandes actores, Robert De Niro y Al Pacino, en un duelo a muerte y actoral sumamente atractivo, a pesar de que en realidad compartieron apenas y una escena en pantalla.

La Caja 507, escrita por el mismo Urbizo y Michel Gaztambide, se arriesga al mezclar dentro de la fórmula genérica de Hollywood, una intrincada trama de suspenso, que no por adolecer de fuerza deja de agregar interés a la película. Con todo, me parece que la película funciona más dentro de su parte de melodrama familiar, la que más peso tiene en toda la historia. Aquí, dos notables actores del cine español, Antonio Resines y José Coronado, el primero interpretando a Modesto, director de un banco, que deberá enfrentar el robo a la sucursal donde trabaja y el tener a su esposa en coma en el hospital; mientras el segundo interpreta a Rafael, un corrupto ex policia convertido en un experto asesino, en búsqueda de los ladrones que asaltaron el banco, ya que estos han extraído de la bóveda (la caja 507 del título) unos documentos valiosos, y hará todo, incluso sacrificar a su atractiva novia (Goya Toledo), para recuperarlos.

Años atrás, Modesto y su esposa sufrieron la muerte de su hija en un incendio forestal, aparentemente, ocurrido a causa de la sequía y los fuertes vientos. Sin embargo, el robo al banco, que deja a su mujer en coma, llevarán a Modesto a reabrir el caso, traer a la memoria dolorosos recuerdos, y a sospechar que el incendio tal vez no fue un accidente provocado por la naturaleza.

Ni Antonio Resines, ni José Coronado se verán las caras hasta la última parte de la película, como ocurría con De Niro y Pacino en el mentado filme de Mann. Mientras eso sucede, vamos presenciando unas excelentes actuaciones por parte de los dos histriones, dejando patente la versatilidad que los caracteriza. Resines como un templado hombre, inquieto por los deseos de vengar tanto a su mujer como a su hija fallecida, aunque será José Coronado quien se robe el filme, con una fuerte presencia en pantalla en su frío, duro, detestable y vulgar ex policia.

La realización de Urbizo es sencilla, sin muchas complicaciones, sabe donde colocar la cámara para conseguir encuadres atractivos, sabe situar al espectador en el punto neurálgico de la acción (el asalto al banco es destacable). La decisión de Urbizo es cuidar más a su par de protagonistas masculinos y sacar las notables actuaciones que ofrecen. Al final, Urbizo no se resiste al happy-end, creo que no se siente cómodo con la violencia que dejó ver en todo su filme y le da a Modesto un pequeño y tranquilo momento de gloria, observando el horizonte en la playa. No es mucho pedir para él después de todo.

martes, 5 de febrero de 2008

DVD: THE QUIET AMERICAN * * * *

El comienzo de The Quiet American (Alemania-E.U., 2002) es opresivo, un reflejo (a través de planos perfectamente compuestos, obscuros, cargados de una atmósfera irrespirable), de la relación conflictiva y tensa, de los dos protagonistas. The Quiet American se revela como un relato en tono épico sobre la falsedad en las relaciones sentimentales y la hipocresía.

Cuando Thomas Fowler (Michael Caine, excelentes), periodista británico, declara a un detective francés, encargado de investigar el asesinato del estadounidense Alden Pyle (Brendan Fraser), que "era un americano impasible", es como si tratara de justificar el trágico destino que tuvo este último.

La trama, dotada de muy buenas actuaciones, es tan simple como perturbadora en sus giros dramáticos. Fowler trabaja como reportero del London Times, cubriendo la guerra franco-indochina en el Vietnam de 1952. En una de sus constantes visitas al café del hotel en el que se hospeda, conocerá a Pyle, joven americano que, en un principio, pasa para Fowler como un médico voluntario, dentro del escenario de guerra que se vive en esa región. Al principio entablan una amistad seca, distante, debido a las discusiones que surgen entre ellos, en unas conversaciones que tienen lugar casi siempre en medio de las calles donde impera el caos.

Fowler tiene una amante vietnamita, Phuong (Do Thi Hai Yen), de la que Pyle queda prendado al verla por primera vez. A partir de ese momento, la chica se convertirá en la manzana de la discordia entre ambos amigos, teniendo como telón de fondo una resistencia nacional comandada por un tal general Theng, hombre que comienza a ser investigado por Fowler, al sospechar que recibe apoyos de otros países comunistas. Lo que no se espera el periodista, es que los estadounidenses financian el movimiento para liberar a Vietnam de los franceses.

Phillip Noyce es el responsable de este drama bélico, a través de una mirada depurada valiéndose del punto de vista de un personaje tan frío como Fowler, que encarna el ideal, tan poco probable, de un periodista inmerso en conflictos de tal envergadura. "Escribo lo que veo, sin involucrarme ni opinar al respecto", le confiesa el veterano periodista a Pyle, quien detrás de su juvenil apariencia encarna una inocente incorruptibilidad y romanticismo.

La dirección de Noyce es (por gracioso que parezca) igual de impasible que el carácter de los personajes. En escenas dantescas, con cadáveres esparcidos en la calle (impactante la secuencia del atentado con coche-bomba), no hay una postura política o ideológica clara por parte del director australiano. Noyce opta por darle al filme un tratamiento propio del reportero intrépido pero a la vez neutral, como lo es el propio Fowler, un personaje que realmente existió y cubrió varios escenarios bélicos por esa época, conocido incluso por el propio Michael Caine, cuando al histrión, durante su juventud, le dio por enlistarse en las campañas militares de su país, aspecto que en mucho le ayudó a interpretar de manera ejemplar este papel.

Basada en la novela homónima de Graham Greene, The Quiet American está fotografiada con maestría por Christopher Doyle, que huye del sentimentalismo gratuito y la violencia excesiva, para ilustrarnos un conflicto despojado del colorido exótico y el costumbrismo, para centrarse en el tono solemne de una relación romántica a punto de zozobrar, entre una mujer joven y un hombre maduro, en medio de una Vietnam que años después se vería sumergida en la peor guerra de su historia.

++ Disponible en una edición especial, que contiene extras como ficha técnica, ficha artística, biofilmografía, trailer, spots, galería de fotos, imágenes del rodaje, cómo se hizo, rueda de prensa, documental: "Anatomía de una escena", comentario del director (subtitulado), dossier con fotografías.

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