sábado, 20 de diciembre de 2014

THE WIND RISES * * * * *

 CON EL VIENTO A SU FAVOR. Hayao Miyazaki
dedica su última película a su padre y a los aviones.
Al ver The Wind Rises, hay que hacerlo con plena conciencia de que estamos presenciando la última obra del genio de la animación japonesa, Hayao Miyazaki. El sensei ha anunciado su retiro, y no es fácil dejarlo ir. El tema de la película no podría ser otro sino el que siempre le ha apasionado: la aviación. Puede considerarse su mejor oda a los aviones, mostrándolos como maravillas de la ingeniería y mecánica, para la cual tomó como inspiración a su padre, quien fuera ingeniero aeronáutico. La película me recordó mucho a Porco Rosso (1992), otra de sus obras dedicada a los aviones, en específico, por el personaje de la chica diseñadora de aviones que aparecía en dicho filme. 

The Wind Rises también muestra a un joven ingeniero, un genio del diseño de aviones, Jiro (Hideaki Anno), quien poco antes de la Segunda Guerra Mundial diseñara el mejor avión de combate japonés. Es una de las mejores películas del director -la más madura, dicen muchos-, quizás incluso de las más románticas. Aunque prefiero al Miyazaki más surrealista y con historias más que rayan en lo fantástico, su última película es fenomenal, con la que cierra con broche de oro e invicto una admirable carrera en el cine animado.

Si bien está inspirada en hechos reales, Miyazaki no resistió la tentación de darle a la película un toque ligeramente onírico, como en la escena del gran terremoto en Kanto, ocurrido en 1923. Los  ruidos del cataclismo, más que naturales, parecen provenir como de dioses enfurecidos. En ese sentido, el rugido de los motores de los aviones son hechos con ruidos vocales. Es un diseño de sonido logrado de una forma muy original. Además, Jiro es un chico soñador, que se mueve entre la realidad y sus fantasias. Por sus problemas en la vista no puede ser piloto, por lo que enfoca sus energías creativas en diseñar aviones. En sus sueños se ve a sí mismo conviviendo e intercambiando ideas con el mayor de sus ídolos, Giovanni Batista Caproni (Mansai Nomura), un diseñador de aviones italiano, quien durante la Primera Guerra Mundial tuvo la ambición de diseñar el mejor avión de su tiempo. Miyazaki agrega también un toque fantástico en el diseño de algunos aviones.

La historia muestra la rivalidad entre Japón y Alemania en materia aeronáutica. Cuando Jiro viaja a este país para observar lo último en la tecnología de la aviación, parece que la película se convertirá   en un thriller de espionaje. Pero el realizador no quiere distraerse mucho del tema principal. Wind Rises es un canto de amor a los aviones. Como le dice Caprioni en alguna escena "los aviones no deben ser unas armas o máquinas de destrucción, sino objetos mágicos que no tienen límites". Y en el filme se muestran, inevitablemente, bellos y poderosos al mismo tiempo.

Jiro conocerá a una chica, Naoko (Miori Takimoto), aficionada a la pintura, y a la que había conocido años atrás siendo una niña, durante el terremoto. Más adelante, establecerá amistad con un misterioso alemán en Japón, Castorp (Werner Herzog en la versión en inglés), quien a primera vista parece un espía. Tenemos una tierna historia de amor entre Jiro y Naoko, desarrollándose en medio de una terrible epidemia de tuberculosis, con la guerra a punto de estallar, mientras el primero tiene sobre sí la gran responsabilidad de desarrollar el mejor avión de guerra, y poner a Japón en la cima de la modernidad. 

Aunque la película recibió una que otra crítica, específicamente, sobre el hecho de que pudiera enaltecer a Japón desde un enfoque armamentista, creo que Miyazaki tiene una intención opuesta. No nada más  muestra una visión completamente romántica sobre la aviación, sino que, como lo muestra la escena final, con ese escenario de guerra devastador, los aviones acaban caídos en el campo de batalla, como soldados, destruidos, sin importar lo bellos que puedan ser.


viernes, 12 de diciembre de 2014

KILLER JOE * * * 1/2

NEGOCIOS RIESGOSOS. Emile Hirsch
y Matthew McConaughey.
Killer Joe es un banquete difícil de digerir, pero adecuado para curiosos ávidos por ver cómo este material es trabajado por William Friedkin (The Exorcist). Basada en la obra teatral escrita por Tracy Letts (adaptada por él mismo para la pantalla), su cuadro de actores está encabezado por un sorprendente Matthew McConaughey, interpretando el Killer Joe del título. Joe es un detective en Texas, el cual trabaja secretamente como matón a sueldo, con un profesionalismo que tal vez choque con su facha de marshall. Joe es contratado por Chris (Emile Hirsh) para asesinar a su madre y así cobrar la cuantiosa póliza de un seguro de vida, para saldar una deuda que tiene con un traficante de drogras. 

Dentro de lo políticamente incorrecto en esta película, con sabor a novela pulp de bolsillo, vemos al padre de Chris (Thomas Haden Church), el ex marido de la mujer y que vive ahora con la empleada de una pizzería (Gina Gershon), convertirse en el cómplice de su hijo en este retorcido plan. En  adelante, la relación entre ambos será la de dos criminales idiotas tratando de llevar a cabo el que creen será el negocio de sus vidas. Es lo que ira construyendo el humor negro de un filme que recuerda a Fargo, lo cual despierta la curiosidad por saber cómo hubiera quedado esta historia en manos de los hermanos Coen.

El plan de Chris empieza, obviamente, a tener obstáculos, como el hecho de que la tarifa de Joe por el trabajo sea más alta de lo esperado. Para cubrir la deuda, Chris decide entregarle a su propia hermana menor (Juno Temple), una adolescente con cierta pasión por las artes marciales. Una escena del filme,   muestra a Dottie, la chica, y a Joe, en un sugerente acto sexual que raya en la pederastia, no apta para todos los gustos ni sensibilidades, y además una escena en donde Joe le da un uso a una pierna de pollo que desafía los límites de toda perversión. 

McConaughey y su "mcconaissance" siguen levantando las cejas de los críticos. No hay duda que el actor ya está ubicado en otra órbita histriónica, en una sintonía diferente, dejando entrever que lo suyo está ahora en interpretar personajes emocionalmente complejos, que realmente representen un reto. Su Joe es perverso, intrigante, insano, y con un toque de policía de filme de los 1970s. Todo el reparto está impecable. Emile Hirsh le hace competencia a McConaughey en su interpretación del inestable chico, un verdadero cabrón, pero al final es este último quien es inalcanzable en su actuación. Poco a poco va revelando un pathos impredecible, inesperado. El problema, es que la película acaba siendo demasiado retorcida y enfermiza para su propio beneficio, incluso un poco camp en la escena final. 

viernes, 5 de diciembre de 2014

BIUTIFUL * * * * *

BIUTIFUL LIFE.  Javier Bardem como Uxbal.
Biutiful, del realizador mexicano Alejandro González Iñárritu, revela la otra cara de Barcelona, la menos turística y más cruda. La de los problemas de la inmigración ilegal, la corrupción policiaca, y la pobreza. Es de las mejores películas del director de "Amores Perros" y "21 Grams", si no es que la mejor. Iñárritu toca temas que no le son del todo extraños, viniendo de un país en donde decenas de personas se aventuran a cruzar, ilegalmente, la frontera norte de México a Estados Unidos.  Son temas con los cuales se siente cercano y con los que ha encontrado paralelismos en Europa. Además, es la  película más personal del director, lo que se puede deducir por la dedicatoria que hace a su padre al final.

La secuencia que abre el filme es enigmática, lírica y poética, casi surreal. El  hilo conductor de las múltiples historias (nada extraño en el director, quien gusta de narrar historias paralelas e interrelacionarlas) es Uxbal, interpretado por un Javier Bardem excelso, doloroso e intenso, de sus mejores actuaciones. Uxbal es la encarnación de un hombre lleno de contradicciones, complejo y, no podría ser de otra manera en un filme de Iñárritu, sufriendo. Se le ha diagnosticado tardíamente un cáncer y se encuentra en fase terminal, por lo que tiene asuntos pendientes que atender antes de que llegue el final de su vida. 

Uxbal tiene una cualidad intrigante, es un psíquico. Cuando no está atendiendo sus negocios ilegales y clandestinos, como darle trabajo a inmigrantes africanos vendiendo productos pirata cerca de Las Ramblas, se dedica a contactar a los espíritus de personas fallecidas. Les ayudar a irse en paz, o para decirles a sus familiares vivos alguna cosa pendiente, o secreto que no les deja irse. Tal vez sea la influencia de Guillermo del Toro como productor asociado, que la historia tenga este toque paranormal.

Los dos hijos de Uxbal están interpretados magníficamente por dos niños (Guillermo Estrella y Hanaa Bouchaib), quienes aparentemente jamás han actuado antes. En pantalla lucen naturales y con suma confianza en lo que están haciendo, especialmente el niño, quien como Mateo derrocha encanto y carisma durante todo el filme. Mateo es el favorito de su padre, y este protege al pequeño por encima de todo. A las dificultades de Uxbal se suma su ex esposa (la argentina Maricel Alvarez), la cual tiene problemas emocionales, y que de lejos no se nota la mamá más adecuada para los niños. 

El cuadro de actores es multiracial. Hai (Taisheng Chen) es el jefe chino de la fábrica de bolsas y discos pirata de la cual es propietario Uxbal, con sus propios problemas para mantener el negocio funcionando, teniendo que sobornar a la policía para dejarlo vender en la calle. Mientras, Ekweme (Cheikh Ndiaye), un "sin papeles" senegalés, quien vive al día vendiendo la piratería con el peligro de ser arrestado, con una esposa y bebé que mantener. Todos ellos están muy bien en sus papeles, incluido Eduard Fernández como el hermano de Uxbal.

Lo impresionante es comprobar, minuto a minuto, que la película no ha sido dirigida por un europeo, sino por un realizador latinoamericano, que parece conocer esta realidad de la capital catalana a fondo. La refleja con un logrado estilo de realismo social, que es emocional y visualmente estupendo, gracias al formidable trabajo de Brigitte Broch, diseñadora de producción, quien consigue que  sintamos las atmósferas y ambientes, así como para Rodrigo Prieto, quien en la dirección de fotografía está fenomenal, uno de sus mejores trabajos. Gustavo Santaolalla, con una banda sonora con su sello acústico inconfundible, acaba por redondear este excelente melodrama. El giro paranormal, inteligentemente, no distrae ni desvía la atención del tema más importante que plantea la historia: el amor paterno.





lunes, 24 de noviembre de 2014

PHILOMENA * * * *

ESPERANZA MATERNAL. Judy Dench y Steve Coogan.
El caso de Philomena Lee no podría ser cinematográficamente más atrayente. La historia de una chica irlandesa, quien viviendo en un internado de monjas durante los 1950s, quedó embarazada, luego de tener un pequeño noviazgo con un chico al que conoció en una feria. Regañada por la madre superiora al haber cometido un acto tan "pecaminoso", Philomena pudo tener a su bebé a pesar de todo, al cual le permitían ver ocasionalmente, mientras era cuidado por las monjas. Su alegría no duraría mucho, al ver un día cómo su pequeño Anthony, de 2 o 3 años, era dado en adopción a una familia norteamericana. Junto a otra niña, el niño sería llevado a Estados Unidos para siempre, mientras Philomena veía atónita de lejos, en lágrimas y desconsolada, cómo su hijo se iba para siempre. 

El reportero y periodista Martin Sixsmith (Steve Coogan), luego de ser despedido de la BBC, decidió relegar su proyecto de escribir un libro sobre Historia de Rusia, y sin estar muy interesado en historias "humanas", se abocó a escribir un libro sobre el caso de Philomena (interpretada por Judy Dench, con la maestría que siempre la caracteriza). Dame Judy Dench le da al personaje una inocencia y vulnerabilidad impresionantes, considerando los personajes más enérgicos y de fuerte personalidad que siempre la han caracterizado. Steve Coogan no sorprende poco (productor también de la película), en plan serio y tranquilo, en el retrato que crea de un escritor de personalidad insufrible, sin mucho tacto, en camino de reencontrarse con su lado emocional, y que se considera a sí mismo agnóstico. Siendo Philomena una mujer septuagenaria muy religiosa y creyente, con mucho carisma, facilidad para conectar con la gente y buena vibra, la combinación no podría ser más irresistible.

Lejos de que los personajes hagan un explosivo cortocircuito, el resultado que consigue Stephen Frears en esta especie de road movie, es plasmar en pantalla una relación más cercana a la de una madre e hijo. Una interacción que es sensible, conmovedora, tensa a ratos y cómica en algunos otros.  Martin decide ayudar y acompañar a Philomena a E.U. para encontrar a Anthony, con la finalidad de escribir el libro sobre el drama que ha vivido desde joven. Hubo duras, y tal vez injustas y exageradas críticas de los medios en el Reino Unido, al considerar que la película -incluyendo su realizador- era parte de una campaña anticatólica, debido a la severidad con la que Martin crítica al Catolicismo en un par de  escenas, y en general por la mala imagen (que como siempre sucede en filmes británicos, como The Magdalene Sisters, en donde se juzga y crítica duramente el papel de las monjas y sus internados) con la que quedan las hermanas del Sagrado Corazón de Jesús en Irlanda. 

Frears consigue una película sencilla, algo televisiva incluso, sobre el amor maternal de una mujer, de  espíritu incansable, infatigable, esperanzada con encontrar a su hijo. Expresa preocupaciones que resultan enternecedoras, justo cuando en un diálogo gracioso con Martin, ésta le expresa su preocupación por que Anthony, entre otras cosas, tal vez haya acabado obeso. "La mayoría de los  norteamericanos son obesos. Mira el tamaño de las porciones que comen".

Es toda una aventura la que viven Philomena y Martin. Lo más interesante, es ver que tal vez en manos de un director de Hollywood, lo más fácil y predecible hubiera sido ver cómo Martin desarrolla un amor filial por Philomena, y ella uno maternal por él. Nada más lejos de eso. Nunca hay un total involucramiento emocional entre ambos, sino que, a pesar de que saldrán transformados de esta aventura, siempre habrá entre ellos una distancia que raya casi en lo profesional. Para Martin, no importa cuán enojado esté con las monjas por lo que le hicieron a Philomena, siempre lo importante será sacar adelante un libro que parece imposible terminar, al menos, con un final feliz. En ese sentido, para los que no conozcan la historia ni el libro ("The Lost Child of Philomena Lee") no estropearé el desenlace, pero es uno que tiene un giro sorprendente, emotivo, e inesperado.

sábado, 22 de noviembre de 2014

MESRINE: PART 2 PUBLIC ENEMY * * * * 1/2

JUNTOS HASTA EL FINAL.
Ludivine Sagnier y Vincent Cassel.
La secuela de L'Instinct de Mort, primera parte de la biopic sobre el gangster más buscado y "enemigo público" número uno en la historia de Francia, Jacques Mesrine. Public Enemy #1 es mejor que su predecesora, algo diferente en estructura (no es tan episódica) y algo más disciplinada en su dirección. Seguimos viendo a Mesrine escalar en su poder mediático, aunque perdiendo la cabeza en muchos momentos. Esta segunda parte tiene un equilibrio narrativo más evidente, ya que lo que ahora desea Jean-Francois Richet en esta película es mostrar el descenso de Mesrine, no centrándose tanto en la acción, sino también en un plano más psicológico y emocional. Muestra a su personaje como el clásico ejemplo del criminal que acaba saliéndose de control, presa de su propia ambición, que no se conformó con ser un simple roba bancos y secuestrador. Quiso ir más allá y transformarse en un ícono y símbolo político, que luchará en contra del sistema. 

Cuando un anciano millonario, secuestrado por Mesrine, quien para él representa el símbolo de la burguesía y la explotación contra el débil, le dice: "Señor Mesrine, no creo que usted y yo seamos muy diferentes. Nos gusta lo mismo: dinero y poder". Con el cinismo y despiadado sentido del humor que lo caracteriza, Mesrine (ahora con un gusto por la cocina intrigante) se sale por la tangente bromeando. Sin embargo, a partir de ahí se marca el descenso de Mesrine, perdiendo perspectiva de todo. 

El filme abre con su regreso a Francia, deportado por las autoridades de Canadá, con un recibimiento en el aeropuerto como si de una celebridad se tratara, y un cinismo a todo lo que da frente a las cámaras. Sigue siendo un maestro del escape, y no pasará mucho antes de que lo volvamos a ver libre en las calles (toda la secuencia está extraordinaria), reiniciando su carrera delictiva. Además, se reencontrará con su hija, ahora una adolescente.  En ese sentido, lo mejor de la película siguen siendo las escenas de los escapes, el diseño de producción (la ambientación sigue genial) y, claro, un Vincent Cassel supremo, sintiéndose ahora mucho más enfundado que antes en su personaje. 

En su segundo escape de prisión, Jacques no estará solo. En otro escape espectacular, se fugará con un compañero, François Besse (Mathieu Amalric, estupendo), convirtiéndose en su nuevo socio. Ambos forman una mancuerna por demás singular e interesante, específicamente, por lo disimilar que acaban resultando en carácter, personalidad, puntos de vista, opiniones, y además, físicamente (la broma constante es sobre la baja estatura de François). Lo más distintivo, es que Francois es el primero que trata de abrirle los ojos: "Jacques, tu problema es que no tienes límites, siempre quieres más, no paras". 

No será su única pareja dispareja. Su nuevo interés amoroso está encarnado por Ludivine Sagnier, con poco o casi nada qué hacer, más que ser la clásica pareja del gángster, en la más pura tradición del cine de gángsters de Hollywood: la chica atractiva, sexy, pero con poco o nada de seso. La chica  tiene la experiencia de su vida, viviendo con lujos y riqueza, pero tendrá momentos tensos y de desesperación, ya que será quien esté con Jacques justo cuando la policía lo encuentre y acribille, a plena luz del día, frente a decenas de testigos en la calle. Es aquí en donde estará la mejor y más adrenalínica secuencia del filme, en donde el detective de policía Broussard (Olivier Gourmet), llevará a cabo el desenlace de una triunfante cacería policiaca. Es cuando vemos que Mesrine, como película, sigue dentro de la tradición del mejor cine francés policiaco, el de Jean Pierre Melville, por ejemplo, en donde Richet sabe construir un efectivo y buen suspenso, segundo a segundo, y con ello un gran cierre para esté díptico. 


domingo, 16 de noviembre de 2014

SIN CITY 2: A DAME TO KILL FOR * * 1/2

TODOS MATARIAMOS POR ELLA. Eva Green
despampanante como femme fatale. 
Una secuela tardía, cuyo estreno se retrasó tanto que cuando llegó la esperada fecha como que a muchos ya no les importó mucho. En Sin City 2 tenemos la continuación de las historias de algunos personajes de la primer película (2005), con uno que otro personaje nuevo. Además, hay cambios en el reparto. Por ejemplo, Manute, quien fuera interpretado en la original Sin City por el fallecido Michael Clarke Duncan, ahora es interpretado por el igualmente eficiente Dennis Haysbert (Far From Heaven). Mientras,   el personaje de Dwight, interpretado previamente por Clive Owen, ahora está en manos de Josh Brolin. Sin City: A Dame to Kill For no ha causado en mí la misma impresión de la primer Sin City, la cual en su momento me gustó mucho. Me dejó impresionado la visión de Robert Rodríguez en pantalla de la novela gráfica creada por Frank Miller (el cual regresa como guionista). Rodríguez supo recrear en cine la sensación de estar realmente viendo el cómic, gracias a la impresionante dirección de fotografía en blanco y negro (trabajo que realizó él mismo), con ciertos destellos de color en partes clave. La secuela sigue siendo impresionante desde el punto de vista visual, y Robert Rodríguez, como hombre orquesta y prestidigitador, es también impresionante (escritor de la música y responsable de la edición). 

Sin embargo, el aspecto del guión ha quedado descuidado, comprimiendo dos historias diferentes en un espacio demasiado pequeño de una 1 hora y 40 minutos. En la primera historia -sin duda la mejor-, es Mickey Rourke quien se roba todo el número - y tal vez toda la película- interpretando nuevamente a Marv, con todo su anti-heróico poder y aspecto semimutante. Errante, entre visitas a la taverna en donde Nancy (Jessica Alba) baile sexy (y quizás muy exhaustivamente) durante toda la película,  Marv une fuerzas con Dwight para ayudar a la femme fatale de la historia, Ava, encarnada por Eva Green, quien en su papel de "viuda negra" muy generosamente provee, para deleite del público masculino, la mayor cantidad de desnudos que haya hecho jamás en otra película. Ava ha regresado para un ajuste emocional con Dwight, encontrándose este haciendo trabajos de detective privado, y poniendo demasiada resistencia a los encantos de la mujer. 

Joseph Gordon Levitt es Johnny, quien está muy bien interpretando a un personaje torturado (en muchos sentidos) experto jugador de póker, quien tiene sus mejores escenas haciendo un mano a mano con el senador Oark (Powers Boothe, despiadadamente llenando la pantalla con pura y simple villanía), en juegos que tienen mucho sabor a western. 

Con todo y tener un irresistible poder visual, diálogos que son pura inspiración en la literatura hard boiled, y una propuesta visual que sigue retomando la estética del film noir clásico, Sin City 2 decepciona en otros aspectos. La primer película se sentía más unificada y redonda en general, especialmente en su historia. Desafortunadamente, en esta segunda parte no hay mucho de Eva Green (en cuanto a tiempo en pantalla se refiere, al menos), y Mickey Rourke no es ahora tanto el centro de la trama,  sino su papel es ahora más secundario. ¿Y Bruce Willis? Sí aparece, pero poco, nada más como "invitado especial". 

Sin City 2 es entretenida como película palomera. Tiene todo lo que puede esperarse en un film de Robert Rodríguez: violencia ridículamente desmedida, buenas escenas de acción, matazón al por mayor. Pero así como tiene todo esto de rescatable, incluyendo elementos muy serie B y de films explotation, el caso es que ahora Frank Miller escribió el guión con algo de flojera. 

lunes, 3 de noviembre de 2014

MESRINE PART 1 L'INSTINCT DE MORT * * * *

THE GODFATHER Y GOODFELLAS A LA FRANCESA
Vincent Cassel y Gérard Depardieu.
Vincent Cassel es un tipo que sabe para lo que está hecho. Sabe escoger sus proyectos y darle a todo  personaje que caiga en sus manos una cualidad enfermiza, maléfica, y psicótica. Está plenamente consciente de sus cualidades físicas y lo que puede hacer con ellas. No es de sorprender que se haya dado a la tarea de interpretar a Jacques Mesrine, quien fuera considerado "enemigo público número 1" en Francia, por aproximadamente 20 años. La épica de este criminal, dirigida por Jean-François Richet, está dividida en dos partes, la primera dedicada a ver (muy al estilo de Mean Streets y Goodfellas), de una forma adrenalínica y con mucha acción, los orígenes de Mesrine y cómo fue construyendo su carrera criminal. Luego de haber regresado, a finales de los 1950s, de la guerra en Argelia (en la escena que abre el film, que muestra la tortura a unos prisioneros, se puede empezar a ver la sangre fría e ímpetu asesino del personaje) Mesrine fue aceptado en la banda de un capo estilo-el-padrino, Guido (Gérard Depardieu).

Richet construye así una épica del crimen en la Francia de Charles de Gaulle, así como de la postguerra en Argelia, sumamente irresistible, con varios apuntes históricos. Esto, más la notable ambientación, nos ubican en una Francia casi irreconocible, con situaciones que parecerían ocurridas en la Nueva York del cine de Scorsese, o incluso Chicago. Estamos en el Paris de los 1960s, Mesrine poco a poco se va estableciendo como un criminal mediático, con un carisma sin igual frente a cámaras y reporteros. Así, la película es un vehículo de lucimiento para Cassel y su endemoniado talento para encarnar al mal mismo y con todo el cinismo posible. Su actuación es la mejor de su carrera, y aquí lo vemos deambular en una aventura delictiva, que es la historia clásica de todo gángster, no importa su ubicación geográfica, con la bandera en alto de "el crimen paga", y la manera en que adquiere poder y fortuna en poco tiempo.

Pero lo que distingue a Mesrine de cualquier otro criminal común y corriente, no era nada más su impulsividad para planear y llevar a cabo asaltos bancarios, sino cierto histrionismo que tenía para cambiar de personalidad, disfrazarse, y engañar. Era el maestro del despiste, como en esa escena del robo a la residencia, en donde engaña a los dueños haciéndose pasar, instantáneamente, en un detective de policía, "investigando" la escena del crimen. Se nota que Richet estudió el género hollywoodense de gángsters, y crimen; de policías y ladrones, con detenimiento. En esta biopic criminal comete el único error de intentar amalgamar todos -o casi todos- esos estilos, en un pequeño espacio. De ser The Godfather y Goodfellas en la primera hora, que incluye una parte ambientada en España (no entendí por qué el realizador escogió ciertas canciones mexicanas de fondo), con Elena Anaya interpretando a la esposa de Mesrine, que de vivir una romántica historia de amor, ésta se transforma en una pesadilla infernal (la escena en donde la encañona en la boca es perturbadora),  más tarde la película se vuelve "Bonnie and Clyde". Mesrine empieza una relación con una guapa mujer (Cecile de France, con peluca obscura) y se dedica no nada más a asaltar bancos, sino a secuestrar millonarios, no en Francia, sino en Canadá. Y esta es tan sólo la primera parte.

sábado, 18 de octubre de 2014

SOUND OF NOISE * * 1/2

TERRORISMO MUSICAL.  El grupo "Six Drummers"
Los suecos no serán muy graciosos, tendrán fama de fríos y de no ser muy emotivos. Pero, eso sí,  tienen ritmo. En ese sentido, si algo hay de entretenido en Sound of Noise (dirigida por  Ola Simonsson y Johannes Stjärnee Nilsson), es precisamente la música, ejecutada por el grupo de percusionistas al-estilo-Stomp, "Six Drummers". De hecho, toda la idea que dio origen al filme surgió de cortometrajes  realizados con las actuaciones del grupo, (formado por una mujer y cinco hombres),  capaces de producir música con todo lo imaginable a su alcance. La película causó furor en festivales, como el Fantastic Fest y el Festival de Cannes, donde ganó varios premios. No es por demeritarla, pero aunque tiene una idea original detrás, que el concepto de los números musicales es tremendamente original, cómico y divertido, honestamente a la película le faltó un poco más de escritura de guión, de una historia más interesante. La escasa trama que tiene es opacada por los sensacionales números musicales, en donde los músicos ejecutan música con objetos de todo tipo (monedas, sonidos de aparatos electrónicos, piel, cables de luz, máquinas de construcción, vasos, vidrio, y un largo etcétera).  

Es un espectáculo de música experimental, a través de 4 números, teniendo como protagonista a un detective de policía, Amadeus Warnebring (Bengt Nilsson), quien con tal nombre, irónicamente, sufre de una discapacidad hereditaria: no tiene sentido del ritmo. Es decir, Amadeus está negado para todo lo que tenga que ver con la música y su aprendizaje. Habiendo crecido en medio de una familia musical, con un hermano (Sven Ahlström) que es un renombrado director de orquesta, y padres músicos, Amadeus guarda dentro de sí cierta frustración y amargura. Por ello, el caso más difícil que tendrá que enfrentar, será el de un grupo de excéntricos músicos (los "Six Drummers"), quienes llevarán a cabo un proyecto conceptual de música. El problema, es que dicho proyecto tiene una intención entre "terrorista" y revolucionaria. La sinfonia,  "Music for One City and Six Drummers", debe ser provocadora, subversiva, tener un dejo de ilegalidad, y llevarse a cabo en distintos puntos de la ciudad: un quirófano con un paciente a punto de ser operado de hemorroides (divertido número musical), un banco (excelente número), las afueras de una sala de conciertos, y -el más atrevido de todos- en una planta eléctrica. Con todo y ser excesivo y peligroso, en este último número los músicos intentan sacar música de cables de corriente eléctrica (como si se tratara de un gran violín o contrabajo) colgados de los mismos con arneses.

La historia no es más que la no muy interesante investigación que Amadeus lleva a cabo del caso, corriendo el peligro de ser entorpecida al ser cautivado por la bien parecida mujer del grupo (Sanna Persson). Hay cierta comicidad surreal, cuando Amadeus descubra que es incapaz de escuchar ruidos provocados por todo objeto -animado o inanimado- que haya sido tocado por los músicos (cosa que queda sin explicación de por medio). No hay momento en el filme en que uno no tenga la cabeza y los pies moviéndose al ritmo de la extraña música, y es perdurable su premisa de crear arte experimental (música en este caso) que rompa con tradiciones, convencionalismos, y todo lo establecido. La secuencia final, con la ciudad encendiéndose y apagándose, es simplemente mágica, intensa y casi hipnótica. Desafortunadamente, fuera del aspecto musical, todo lo demás sale sobrando.

domingo, 12 de octubre de 2014

HER * * * * *

OH, ME FASCINAN SUS GIGAS Y BITS.
Joaquin Phoenix en una ciberrelación con su computadora.
El filme futurista de Spike Jonze se siente en extremo actual. Tal vez el tiempo en el que se ambienta su historia no está muy alejada en el futuro. El realizador aborda en Her temas sobre la soledad, la tecnología y la pérdida del amor, en un tono melancólico, centrado también en el melodrama romántico. Her es una película sumamente inteligente, un filme futurista sin mucha parafernalia en su producción, o  pirotecnia de efectos especiales. Reflexiona sin tapujos sobre el futuro de las relaciones humanas, y las maneras en que los humanos se comunican actualmente. 

Es un trabajo visionario en muchos sentidos. Aunque sabemos que el ser humano ha sustituido la comunicación convencional y el contacto físico por gadgets y dispositivos electrónicos, en la película las personas pueden manejar internet y sus cuentas de correo electrónico simplemente con el poder de la voz, desde cualquier parte en donde se encuentren. El trasfondo urbano que rodea a  Theodore (Joaquin Phoenix, en un papel tranquilo y relajado), mientras camina solitario, no son nada más los rascacielos de Los Angeles (en realidad, Shangai, sustituyendo a la urbe californiana), sino   gente hablando sola, en constante comunicación con sus computadoras en casa.

También la manera en cómo los personajes usan sus computadoras es diferente. Theodore trabaja para una compañía dedicada a escribir cartas personalizadas de todo tipo para sus clientes. Jamás tiene que tocar una tecla, todo lo dicta a la pantalla y ahí aparecerá lo escrito. Theodore se encuentra sobrellevando la separación de su esposa (Rooney Mara), recordando los momentos felices que pasó con ella. Y se encuentra sobrellevándolo de la mejor manera, teniendo ocasionalmente sexo virtual en chat rooms para solitarios como él, que necesitan salir de la monotonía nocturna de vez en cuando, no importa si se topa con una loca con sexopatías relacionadas con gatos muertos, y que cuando llega al orgasmo parece estarse muriendo. 

Su rutina cambiará cuando decida adquirir un nuevo sistema operativo, lo último diseñado para solitarios como Theodore que necesitan compañía. Un sistema diseñado para sonar y sentirse tan humano que parecería increíble, en el sentido de que Theodore, irremediablemente, acaba formando  un vínculo de amistad cercano con Samantha (voz de Scarlett Johansson), el nombre del SO. No lo podemos culpar, ya que la voz de Samantha es atrayente, cálida y sexy. El tipo no tiene otro remedio más que caer rendido ante la encantadora, carismática y cool ciberpersonalidad de su nueva amiga.

Lo que vendrá a continuación, es quizás la relación romántica más inusual, extraña, inconcebible, y al mismo tiempo, conmovedora y entrañable, vista en una película. Por extraño que parezca, entre ambos habrá una reciprocidad emocional, una relación que se retroalimentará en todos los niveles (incluso el físico), así como un intercambio de ideas, puntos de vista sobre el amor, la vida, y las relaciones, del cual los dos saldrán aprendiendo.

Amy Adams interpreta un pequeño papel como Amy, la amiga de Theodore, quien parece tan solitaria como él. Sirve como buen contrapunto para su personaje, ya que ella se encuentra viviendo una experiencia similar, sólo que con una versión masculina del mismo sistema operativo. Aunque no sabemos mucho de Amy como personaje (tan sólo que es una especie de directora de cine, o algo parecido), es evidente que tiene buena química con Theodore. Ambos se entienden, se pueden comunicar entre ellos de manera normal sin necesidad de artilugios tecnológicos. Es cierto, puede haber algo entre ellos, y es cuando uno se pregunta: ¿Para qué necesitan tener relaciones virtuales con sus computadoras teniendo lo que necesitan frente a ellos?

No importa el hecho de que Samantha nada más esté presente en la forma de una voz. Scarlett Johansson sabe darle detalles y matices particulares a su personaje a través de su voz. Uno acaba sintiendo simpatía por ella, un involucramiento emotivo singular. Spike Jonze recurre a la vieja y clásica premisa de la ciencia ficción: la máquina con una curiosidad incontenible por el mundo de los humanos, por su universo emocional, buscando vivir experiencias cercanas a las de un humano. La máquina sintiéndose aprisionada dentro un confinamiento mecánico y tratando de liberarse; de romper cadenas y salir a experimentar algo cercano a lo que un humano vive. En una escena, Samantha tendrá una idea (no la revelaré, por supuesto) para poder experimentar el amor físico con Theodore, la cual sabemos desde el principio que fallará, pero lo interesante es ver el desarrollo de todo, el desenvolvimiento y el resultado final.





lunes, 6 de octubre de 2014

LUCY * *

El problema con las películas dirigidas -y la mayoría de las veces producidas- por Luc Besson, es que si ya has visto una has visto casi todas. No digo que no tenga algunas películas visibles (The Big Blue, Leon: The Professional, Nikita), pero fuera de ahí lo que queda no es otra cosa que películas derivativas, con historias y premisas que ha repetido y trabajado hasta el cansancio. En resumen:  churritos palomeros olvidables. A Lucy, su más reciente película, le queda a la perfección dicha categoría, un monumental mamotreto lleno de basura metafísica, que se vuelve insoportable al final.   Si has visto The Fifth Elementh y Angel-A, dos filmes también de Besson, ya has visto más del 50 por ciento de Lucy.

BELLEZA SOBREHUMANA
Scarlett Johansson como Lucy, divirtiéndose con la red
de telecomunicaciones.
La historia empieza bien, como un thriller de tráfico de drogas y mafias de Yakuzas. Lucy (su nombre coincide con el nombre con el que bautizaron a los restos fósiles de la primer mujer africana) interpretada por Scarlett Johansson, una chica que acaba involucrada por accidente en una peligrosa operación en Taiwan, al tener que entregar una maleta llena de una extraña droga sintética color azul a una banda de Yakuzas. Al ser usada como "mula" para traficar la droga, accidentalmente el paquete que lleva en su vientre se romperá, asimilando una sobredosis de la droga esparcida en su cuerpo. A partir del hecho, Lucy se transforma en una fenomenal chica superpoderosa, con geniales habilidades  y poderes, como telepatia, telequinesis, visión extrasensorial (capaz de detectar enfermedades en alguien con tan sólo abrazarlo), visión "más allá" de lo evidente y otras absurdamente ridículas, tan sólo concebibles en un cómic de superhéroes. Es más, las habilidades de Lucy rivalizarían las de Yoda o cualquier caballero Jedi, por poner un ejemplo.

Llega un momento, minutos después de que Lucy empieza a descubrir sus nuevas capacidades, en que la historia pierde todo sentido. Lucy es capaz de hacer levitar a un grupo de hombres, desarmarlos, hacerlos como quiera en el aire, conectar su mente con la de una computadora, televisión, o cualquier aparato eléctrico y usarlo para lo que le venga en gana.  La chica emprende una aventura de venganza viajando hasta Paris para detener la red de tráfico de los Yakuza, mientras busca la ayuda de un renombrado científico especialista en el cerebro humano (Morgan Freeman, inmaculado como siempre, y trabajando aquí seguramente para pagar la renta), y ver si la puede ayudar a volver a ser normal. 

El cerebro de Lucy va evolucionando e incrementando su potencial (cualquier mortal nada más usa un 20 por ciento del cerebro, pero ella se encuentra usando más del 50 por ciento, y cuando llegue al 100 las cosas se pondrán feas y difíciles para ella). Como película, Lucy es de lo más pretenciosa, y es apenas pasable gracias a sus escenas de acción, además del buen trabajo que hace Scarlett Johansson. Y aunque todo este tema del cerebro humano, completamente pseudocientífico, puede sonar interesante, la trama en general acaba siendo aburrida y plana. Si se quiere disfrutar, se puede ver como una  parodia de películas de superhéroes y mutantes a lo X-Men, y por supuesto, dejar el cerebro fuera de la sala de cine por un par de horas. 

jueves, 2 de octubre de 2014

THE WOODMANS * * * * *

CON AMOR POR EL ARTE EN LA SANGRE. Francesca Woodman
y George, su padre.
Un documental para amantes de la fotografía, y claro, del arte en general. En apenas una hora y veinte minutos, la película cuenta el drama de la familia Woodman, una familia de artistas que vieron eclipsada su vida artística y creativa por el suicido de su hija, Francesca Woodman, fotógrafa.  Según críticos y opinión de conocedores, Francesca estuvo adelantada a su tiempo, con imágenes surrealistas de un aura misteriosa, perturbadora e intrigante. Su estilo fue revolucionario, de esos rompe-esquemas, fuera de todo lo visto anteriormente, en donde se convirtió a sí misma en su propia modelo y tema, a un grado casi obsesivo. 

No nada más vemos fotografías, sino vídeos hechos por la misma Francesca, en donde representaba frente a la cámara pequeñas instalaciones, performances, etc., no tan logrados como sus fotos, pero no por ello dejan de ser interesantes. Sus sueños, inquietudes y traumas fueron su fuente de inspiración. La noticia de su suicidio, a principios de los 1980, no fue del todo sorpresiva para su mamá, Betty Woodman, pintora y ceramista, y su papá, George, pintor y fotógrafo, ya que en el documental dan testimonio (incluido su hijo, Charles, videoasta, junto a amigos y conocidos de la fotógrafa), sobre cómo de ser una niña creativa y con inquietudes artísticas, con la ambición de convertirse en una gran artista y adquirir becas académicas, Francesca tuvo un repentino deterioro mental. Muchos coinciden en que una relación sentimental fallida con un hombre fue el detonante de dicho deterioro, a partir del cual tuvo que ir a terapias psicológicas luego de un primer intento de suicidio.

A pesar de su convencional formato de cabezas parlantes, lo más interesante del documental (dirigido por Scott Willis) es descubrir la obra de una fotógrafa fascinante, prolífica, incansable y que -como ella misma revela en su diario- nada más quería "relevar a la gente como veo las cosas a través de mis ojos". Pero es también el descubrimiento de una familia, que en conjunto, es extravagante, curiosa, y  que al mismo tiempo irradian gran tranquilidad y paz. Parte de la segunda mitad del documental, es descubrir su forma de vida, su proceso creativo (la creación de Betty de una enorme escultura-mural para la Embajada de E.U. en Beijing), y el cómo han sobrellevado la pérdida de su hija, viviendo tranquilamente en la campiña italiana. The Woodmans, en general, desarrolla eficazmente el tema sobre la fina linea entre la creatividad y la fragilidad mental. 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

BLUE JASMINE * * * *

EL DÍA QUE ESCUCHÉ BLUE MOON...
Sally Hawkins y Cate Blanchett.
Blue Jasmine es la mejor película de Woody Allen desde Midnight in Paris. Además, es menos "turística" que muchas de sus anteriores películas (To Rome with Love, por ejemplo). Allen está de regreso en E.U. filmando en San Francisco, pero es evidente que esta vez la menor de sus preocupaciones fue hacer una película "postal", sin hacer las locaciones muy notarias u obvias. Su mayor centro de atención ha sido el drama, así como la buena dirección de todo su reparto y la evolución de sus dos protagonistas femeninas. Allen nos cuenta de nuevo sobre la infelicidad de los ricos y la dolorosa dicha de los pobres. Cate Blanchett podría convertirse en una de sus nuevas musas. En su  primera colaboración con Allen, la actriz está sencillamente fenomenal, y su Oscar a Mejor Actriz este año fue más que merecido. 

Blanchett interpreta a la Jasmine del título, una mujer adinerada y de alcurnia, aunque con serios problemas mentales. Es adicta a los tranquilizantes y tiene problemas con la bebida. Para llegar a ese estado, Jasmine ha pasado por un desastroso matrimonio junto a un inescrupuloso hombre de negocios (Alec Baldwin, en un papel confeccionado a la medida para él), cuya millonaria fortuna ha sido formada estafando y robando a gente en negocios fraudulentos. Una de sus últimas víctimas, el cuñado de Jasmine (Andrew Dice Clay), acabó arruinado, y quizás por esa misma razón el matrimonio de su hermana, Ginger (Sally Hawkins), se fue por la borda.

Jasmine y Ginger no son precisamente hermanas biológicas, sino por adopción. La historia contrasta  cómo ha sido la vida de las dos mujeres, contándonos el ascenso y caída en la escala social de Jasmine en la forma de flashback, junto a su resquebrajamiento emocional. Entre pildorazo y pildorazo, trago y trago, Jasmine se muda de Nueva York a San Francisco para pedir asilo a su hermana en su humilde hogar. Ahí tratará de hacer borrón y cuenta nueva, retomando los planes que tenía antes de casarse: entrar a la universidad y estudiar antropología, o dedicarse a ser diseñadora de interiores. 

Blanchett está impresionante, tanto en los momentos lúcidos en que Jasmine trata de salir adelante, trabajando como recepcionista de un dentista acosador (Michael Stuhlbarg), como aquellos en donde es un desastre emocional, revelándose como una mentirosa compulsiva al borde de la locura. En el avión se pone a hablar sin parar de su vida a una extraña, incluyendo detalles íntimos de su vida, o de pronto en la calle, empieza a hablar sola. Hay una escena divertida, en la que Jasmine le cuenta a sus azorados sobrinos (con expresión de "¿Y a nosotros qué diablos nos importa?") sobre cómo el día que conoció a su marido estaban tocando "Blue Moon", o detalles sobre cómo piensa rehacer su vida con un diplomático que acaba de conocer (Peter Sarsgaard).

El filme le pertenece completamente a Cate Blanchett, pero eso no quiere decir que la británica Sally Hawkins (Happy-Go-Lucky) no se encuentre también a la altura. Ambas interpretaciones son  un   contraste de personalidades (Ginger le reprocha a Jasmine que ella fue la que tuvo los "buenos genes"), de vidas dispares, de destinos bifurcados. Ginger resulta ser la hermana bienintencionada,  quien está involucrada con un hombre (Bobby Cannavale) sin la clase y porte que Jasmine espera, el cual, según ella, no cubre las expectativas en un hombre ideal para su hermana. Es la versión de Allen de "A Streetcar Named Desire", y aunque está lejos de ser perfecta (al principio es un poco confuso el cambio del tiempo presente al pasado), es el regreso del realizador al melodrama sólido, hecho con plena decisión.




sábado, 13 de septiembre de 2014

THE MUPPETS * * * *

MUPPET REVIVAL. Amy Adams, Jason Segel y el resto de la
pandilla muppet. 
Nos llega un filme de los Muppets con cierta frecuencia, sobretodo, en la forma de telefilmes. Considerando la antigüedad del show que los vio nacer (creado por el genial Jim Henson a mediados de los 1970s), esto es un hecho de admirarse, especialmente en esta era digital, de filmes animados tridimensionales computarizados. La Disney (poseedora de los derechos de los personajes) ha decidido apostarle fuerte a los personajes (que no son exactamente marionetas, pero tampoco títeres, sino un poco de ambos) con The Muppets, su primer largometraje para cine de este siglo. Más que nada, es un homenaje nostálgico al programa (transmitido por primera vez en 1976), apto para los fans que crecieron con el show (como quien esto escribe), pero también pensado para ganar nuevos adeptos entre las audiencias infantiles. 

El resultado es como una vuelta atrás en el tiempo, en la forma de un musical con canciones pegajosas (típico en una película de The Muppets), con un sentimiento retro y un dejo de suma inocencia. La historia es una total fantasía muppet, concebible en el contexto de su universo, y que parece como un sketch extendido del programa. Podrá no tener la más mínima lógica ni sentido, pero Jason Segel (coescritor del filme), quien interpreta a Gary, un tipo que creció viendo el show desde niño, consigue que nos creamos la entrañable y cariñosa relación que tiene con su hermano, Walter. Nada raro hasta ahora, pero hay que mencionar que Walter es un "muppet" (voz de Peter Linz). Al  inicio, grabaciones caseras los muestra jugar e ir a la escuela juntos, crecer en el mismo hogar, dormir en la misma habitación, hasta que finalmente, los vemos descubrir  el famoso "The Muppet Show", y compartir su pasión por el programa.

La historia no será tanto sobre lo difícil que es ser "diferente" para Walter en un entorno humano. El  problema existencial de Walter, de tratar de encontrar su lugar en el mundo, tomará forma cuando tenga la oportunidad de viajar a Hollywood para conocer el viejo teatro en donde se producía el show, y conocer a su conductor estrella, la rana Kermit. Sin embargo, Walter, Gary y la novia de este, Mary (Amy Adams, dulce y encantadora como siempre en los filmes de la Disney) se encontrarán con la desgarradora realidad de que el lugar se encuentra en completo abandono, casi cayéndose, y sin la espectacularidad y glamour que esperaban. Un despiadado empresario petrolero, Tex Richman (Chris Cooper, divirtiéndose en plan de villano caricaturesco) quiere adquirir la propiedad y destruirla. 

Walter logrará lo que parecería imposible para cualquier productor o agente artístico: reunir a todos los muppets, empezando por Kermit, a quien le propone salir en búsqueda de Fozzie, Gonzo, Animal, y el resto de la pandilla, para revivir por una noche el programa. Para Walter, es como reencontrarse con su propia especie, y vendrá un momento crucial, tanto para él como para Gary. Una crisis de identidad plasmada en el mejor número musical del filme, "Man or Muppet". Sus mundos se dividen,  cada uno entra en sus muy personales dilemas psicológicos: Gary si es más un hombre o un muppet,  Walter si es más un muppet o un hombre.

Si hay otra excusa para esta reunión muppet, que mejor que resucitar el viejo idilio entre Kermit y Miss Piggy (ahora una editora de "cierta" famosa revista de moda), la diva del show, y ver que nuevos rumbos puede tomar (¿podrían llegan al altar?). Además de Segel, Adams y Copper, hay cameos extendidos de Alan Arkin, Rashida Jones, Emily Blunt (como la secretaria de Miss Piggy, en una paródica referencia a "The Devil Wears Prada) y Jack Black, interpretándose a sí mismo. Black tiene su vehículo de lucimiento en su accidental elección como el anfitrión del programa, convertido en un "muppeton" para recaudar el dinero que podría salvar el show. Esta segunda parte del filme es  una casi fiel y completa recreación del programa original, con sketches, números musicales, las situaciones tras bambalinas clásicas, etc. James Bobin, el director, ha revivido fantásticamente dentro del largometraje a un clásico televisivo. Y eso, ni los viejos aguadores del palco, Statler y Waldorf, lo pueden negar.

jueves, 4 de septiembre de 2014

THE GRAND BUDAPEST HOTEL * * * * *

HOTEL DE MÁS DE CINCO ESTRELLAS.
Tony Revolory, Tilda Swinton y Ralph Fiennes.
Los filmes de Wes Anderson tienen una particularidad: con ver unas cuantas escenas, adivinamos de inmediato que se trata de un filme suyo. Al enfrentar una película suya, sabemos que estamos a punto de entrar a un mundo lleno de excentricidades, estilización y fábula. The Grand Budapest Hotel es la más reciente muestra de ello. Inspirada en textos del escritor Stephan Zweig, la película resulta  irresistible y extraña al mismo tiempo; inclasificable y visualmente atrayente. Aunque estamos viendo acción en tiempo real, con actores de carne y hueso, la primera sensación que tenemos es de estar  hojeando un libro, quizás uno de esos cuentos escritos por Roald Dahl para adultos, con humor negro y mucho sentido del absurdo. 

Hay además una especie de excentricidad en los cambios drásticos en el formato de su fotografía. De un formato panorámico, justo en la narración que comienza en 1985, con Tom Wilkinson dándonos una somera introducción de lo que estamos por ver, el formato se amplia más cuando nos transportamos a los años 1960s. El cansado gerente del casi abandonado y silencioso hotel del título, se sienta frente a un escritor y huésped del hotel (Jude Law) a contarle melancólicamente la historia de cómo llegó a ocupar dicho puesto. De ahí, el formato se reduce drásticamente, cuando vemos el Grand Budapest durante su esplendor a principios de los años 1930. 

La historia se ubica en un país ficticio, la república de Zubrowka. El microuniverso en el que se encuentran instalados los personajes -o se mueven cercanamente- es el Grand Budapest Hotel, uno de esos hoteles que parecen existir nada más en la mente de escritores y guionistas de la época de Oro de Hollywood. Lugares palaciegos, dónde el servicio no estaba peleado con la sofisticación, clase y glamour. Dichos calificativos describen a Gustave H., el gerente del hotel, interpretado impecable, magistral e impresionantemente por un Ralph Fiennes. Y digo impresionante, porque este fue su trabajo después de haber dirigido e interpretado a Dickens en The Invisible Woman. ¿De dónde sacó la energía y el tiempo para preparar el personaje después de aquel proyecto? 

Fiennes está genial, es un monstruo. Su actuación es sostenida, sin notas falsas, moviéndose sin problemas en una  historia que pasa, casi imperceptiblemente, de ser un relato whoddunit a una caper movie, con una envoltura de comedia finamente tramada. Hay suspenso y romance. Gustave tiene su lado obscuro por su larga historia de romances con huéspedes ancianas ("Les procuro un poco de amor y compañía nada más", según afirma). Su último affair  (una Twilda Swinton casi irreconocible), una millonaria octogenaria, ha aparecido muerta en su residencia. Gustave tiene en Zero Boy (Tony Revolory), el eficiente bellboy del hotel, algo cercano a un sidekick, a quien convierte en su protegido y especie de aprendiz. 

Décadas después, Zero Boy, acaba convertido en Moustafa (F. Murray Abraham), quien nos cuenta su   historia junto a Gustave, así como su romance con una chica pastelera (Saoirse Ronan), quien extrañamente lleva en la mejilla una marca de nacimiento con la forma de México. Cuando corra la noticia de la muerte de la anciana millonaria, el hijo heredero (Adrian Brody) culpará a Gustave de asesinato, arrancando así una serie de aventuras para el gerente en su intento por demostrar su inocencia. 

Es obvio que Anderson, entre toda su celebración al artificio y a la comedia silente (esas maquetas que abren el filme y nos ubican, yendo por un teleférico hasta la localización del hotel entre las montañas, recuerdan efectos especiales primitivos del cine silente, así como otras rutinas cómicas, tanto visuales como físicas del cine de los 1920s), quiso hacer su homenaje particular a Hitchcock. Hay viajes e intrigas en el vagón de un tren, un macguffin en la forma de una pintura titulada "Niño con manzana", y todo el suspenso maquinado de una forma exquisita, delirante y maravillosa.

También basta con ver el elenco para adivinar cuándo estamos ante una película de Anderson. A la "lista de invitados", además de Adrian Brody,  se agregan Bill Murray, Jason Schwartzman, Owen Wilson y Edward Norton. No hay duda que, por mucho, estamos ante el mejor filme de Anderson a la fecha.  

sábado, 30 de agosto de 2014

TO ROME WITH LOVE * * *

CANTANDO BAJO LA DUCHA.
Fabio Armiliato, Woody Allen y Judy Davis.
La carta de amor europea de Woody Allen a Italia y a la Dolce Vita inmortalizada por Fellini. La película sigue mostrando a un director en forma, pero con signos de agotamiento en sus temas, y de comenzar a repetirse a sí mismo. Soy un gran fan de Woody Allen, y sinceramente, disfrute la película. Es visible, graciosa, quizás sin un balance perfecto de todos sus elementos, pero funcional. Es verdad también que nos encontramos con otra película "turística" de Allen, su clásica "postal cinematográfica", en la que inevitablemente cae cuando dirige un filme por primera vez en X ciudad europea.

La película es un entretenimiento pasajero, en donde varias historias (sin una conexión aparente) tienen lugar en Roma. Una de las historias, protagonizada por Jesse Eisenberg, Ellen Page y Alec Baldwin, es una completa canalización de la idea principal de Play It Again Sam (la adaptación al cine de su obra teatral, más original, experimental y graciosa). Está bien actuada, pero se siente predecible, y si uno tiene experiencia viendo filmes de Allen, su conclusión se telegrafía desde la aparición de Page. Su personaje es una actriz liberal y de mente abierta, que llega de visita a Roma a visitar a su amiga (Greta Gerwig), a su vez novia de un estudiante de arquitectura, Jack (Eisenberg). Rondando los laberínticos callejones de Roma, Jack se encuentra con un renombrado arquitecto (Baldwin) de visita en la ciudad, donde vivió durante su juventud de estudiante. Y el tour comienza visitando el Coliseo, ruinas y otros monumentos romanos. El personaje de Baldwin se convierte en una presencia intrigante, omnipresente, acompañando a Jack en todo momento. Hay ocasiones en que Baldwin parece ser una presencia imaginaria, creada por la mente de Jack, como si fuera su alter ego, así como el juez y crítico burlón de todos sus actos.

La historia más rescatable es, precisamente, la protagonizada por Woody, quien interpreta a un retirado productor de música clásica. Junto a su esposa (Judy Davis) viaja a Roma a conocer a la familia del prometido de su hija (Alison Pill). En plena crisis existencial por estar desocupado, Jerry (Allen), verá la oportunidad de dejar de sentirse "muerto en vida", al descubrir que su futuro consuegro (el tenor en la vida real Fabio Armiliato), dueño de una funeraria -para colmo- es un tenor nato y con una voz privilegiada. El problema, es que el hombre únicamente es capaz de cantar en la ducha, además de que su hijo de ideas comunistas se opone completamente a ello ("mi padre canta para sí mismo, no por dinero"). Jerry tendrá un plan, que nada más podría verse en uno de esos pequeños relatos cómicos producto de la mente de Allen: llevar a Giancarlo, nuestro aspirante a tenor,  al escenario --- con todo y ducha. La escena de la primera audición es graciosa, y Giancarlo podría ver su sueño realizado de cantar "Pagliacci" frente al público.

En contraparte, las dos historias restantes se quedan más bien a un nivel promedio. En una de ellas, la premisa es original, e interesante; juega con el extremo y la espontaneidad. En ella, Allen quiso tal vez hacer un pequeño homenaje cómico a La Dolce Vita y burlarse de los paparazzi, el sensacionalismo y la banalidad del chisme televisivo. Roberto Benigni interpreta a un hombre de familia promedio, al que una mañana los reporteros empiezan a asediar, queriendo saber todos los detalles de su vida privada. Benigni está bien (digamos, tolerable) durante toda la historia, en donde Allen explora un lado inesperado del actor, de manera inteligente e inimaginable: haciéndolo ver como un ser vulnerable, tremendamente afectado por verse convertido en una celebridad instantánea e inexplicablemente. 

La otra historia, la menos lograda en comparación, es aquella sobre una pareja provinciana de recién casados (Alessandro Tiberi y Alessandra Mastronardi), que llegan a Roma a pasar su luna de miel. Las cosas se complican cuando ella se pierde en la ciudad, y acaba involucrada en un romance con un célebre actor de cine (Antonio Albanese). Mientras, el marido se ve sumergido en una farsa al tener que inventar a sus tíos que una atractiva prostituta (Penélope Cruz) es su esposa. Un buen comienzo para una historia que, si bien tiene enredos graciosos a la mitad, acaba siendo algo inverosímil.

En general, una película dispareja, pero es indudable que Allen supo darle cierto encanto. Gracias a ello, To Rome With Love es pasable, entretenida, aunque no la gran película romana que se esperaría de Woody.







domingo, 24 de agosto de 2014

OLD PARTNER * * * *

EL MEJOR AMIGO DE UN GRANJERO.
El granjero Won-gyoon Choi y su buey.
Con una simpleza y sencillez extraordinarias, este documental surcoreano logra transmitir, con la excusa de narrar los últimos días de un buey de carga al lado de su anciano dueño, la complicada existencia de un anciano matrimonio de granjeros. La octogenaria pareja realiza el demandante y exhaustivo trabajo de mantener vivas sus cosechas de arroz y verduras, sin máquinas ni tecnologías modernas a su disposición. Sin embargo, este notable documental del realizador Chung-Ryoul Lee, con todo y que funciona perfectamente como una reflexión sobre la vejez y la fortaleza física en la tercera edad, también funciona como un extraño, pero sin duda, conmovedor relato sobre el amor del viejo granjero hacia su avejentado y desgastado buey, con el que ha vivido 40 años. 

El cariño que el anciano le tiene a la cansada bestia, es casi similar al que un hombre citadino le tendría a un perro o un gato. Mientras, su esposa, una incansable granjera que trabaja con la misma -si no más- intensidad, no pierde el sentido del humor, la filosofía y la fortaleza. A su avanzada edad luce tan vital y jovial como una mujer de veintitantos años, a pesar de la tortura física que es el trabajar día a día en la cosecha. Como nosotros, la mujer mira atónita y se queja innumerables veces al ver cómo el marido procura más al buey, mientras ella se rompe la espalda limpiando las cosechas de yerba, o como las plagas amenazan con afectarlas. El documental registra el último día del buey. A lo largo del filme, uno como espectador no puede evitar que el corazón se encoja, al ver al pobre animal seguir trabajando hasta su último suspiro para alimentar a su protector dueño.  

domingo, 17 de agosto de 2014

INSIDE LLEWYN DAVIS * * * 1/2

 MUSICAL Y GATUNA ODISEA
Oscar Isaacs como Llewyn Davis
A los Coen les da por ponerse musicales en raras ocasiones. Inside Llewyn Davis es uno de esos casos. Anteriormente lo hicieron en O Brother Where Art Thou, y aunque no con la misma calidad, en The Lady Killers. La música no era exactamente el tema principal, sino algo más incidental y accidental; algo que ocurría a los personajes de imprevisto. Los hermanos Joel y Ethan Coen no dejan de sorprender, para bien o para mal. Si bien la música no es su fuerte, en Inside Llewyn Davis consiguen un filme con la música como tema principal. No es precisamente una biopic (eso hubiera si demasiado obvio y fácil para unos realizadores de su calibre), sino la historia de un músico ficticio (o tal vez no tanto, ya que se dice que los personajes están inspirados en personalidades reales del universo musical folk), una mezcla de un poeta beat con Bob Dylan, que se siente de todas maneras real y palpable. 

Ambientada en 1961, Inside es la historia del Llewyn Davis del título, un músico folk y la odisea que emprende para tratar de alcanzar el éxito. Interpretado por Oscar Isaacs, Llewyn Davis parece llevar el mundo a cuestas. Cuando no está en el escenario cantando y tocando la guitarra, va por la vida durmiendo en la casa de cualquiera que tenga un sillón disponible y desocupado. Es posible que Llewyn haya embarazado a Jean (Carey Mulligan), también cantante folk y esposa de su amigo Jim (Justin Timberlake). Jean odia a Davis con toda sus entrañas por alguna razón difícil de adivinar, pero podemos deducir, por lo que le dice entre insulto e insulto, que el músico ha tenido aventuras románticas por otros lados. 

Hay momentos en que la película parece una parodia del folk, con sus destellos de comedia y sarcasmo, y otras, en especial cuando Llewyn canta, que parece un emotivo, sentido y poético homenaje a esta música, acústico en toda la extensión de la palabra. Cuando un gato anaranjado se cruce en el camino de Davis, las cosas cambiarán completamente para él, justo cuando el felino se le escape por accidente de la casa de un amigo.

La historia de Davis se siente como salida de la portada de un disco antiguo de esa época, gracias a la dirección fotográfica de Bruno Delbonnel. La paleta de colores algo deslavados, de fotografía vieja y desempolvada, se encarga de darle ese sentimiento antiguo al filme. Con su guitarra a cuestas y el gato como acompañante, la travesía se convierte en una road movie, donde el músico se encontrará con el viejo colaborador de los Coen, John Goodman, interpretando a un insoportable músico de jazz. Definitivamente, no es la mejor colaboración de Goodman con los realizadores, y pone a pensar si quisieron enfrentar dos visiones sobre uno y otro género musical, aunque no se escuche una sola nota de jazz en toda la película.

Inside Llewyn Davis no está dentro de lo mejor de la filmografía de los Coen, pero es buena y visible. Con todo y su destacada producción musical (T Bone Burnett fenomenal), la historia te deja al final con un gran signo de interrogación en la mente. En ese sentido, tiene cierta relación con Barton Fink, en cuanto a que estamos viendo la historia de un artista luchando contra el sistema, por sobresalir teniendo todo en su contra. Davis anhela ser solista y no parte de un grupo. Es el artista que no encaja - ni desea hacerlo - con nada comercialmente establecido, como en esa escena donde graba una canción algo jocosa y divertida junto al personaje de Justin Timberlake (quien ha tenido más suerte en su carrera), Please Please Mr. Kennedy (escrita por los Coen y T Bone), haciendo burla del proyecto espacial de JFK para llegar a la Luna. F. Murray Abraham encarna dicho sistema, justo cuando en esa pequeña reunión le dice dolorosa, racista y tajantemente, luego de una pequeña audición, "No veo mucho dinero aquí, - pero déjate la barba de candado y mantente alejado del sol."

La narrativa abre y cierra de una forma circular, llevándonos en la conclusión justo al punto donde empezamos, pero con muchas situaciones ocurriendo de distinta forma. Lo que hace preguntarnos si Llewyn ha vivido un sueño, si todo es producto de un terrible estado de inconsciencia y sacudida neuronal, gracias a un escarmiento que cierto obscuro y misterioso personaje le da en un callejón. No  será su mejor película, pero si al final te hacen pensar, aunque sea un poco, es que estamos de vuelta ante unos Coen en plena forma.



martes, 5 de agosto de 2014

DALLAS BUYERS CLUB * * * * *

AFILIATE AL CLUB. Jared Leto y Matthew McConaughey.
Matthew McConaughey está sencillamente genial y estupendo en Dallas Buyers Club. El actor se ganó  el respeto que merece alguien que, de haber estado estancado por mucho tiempo en romcoms, interpretando el mismo personaje casanova rompecorazcones, dio un giro positivo y drástico a su carrera. Dirigió su radar interpretativo y todo su "mcconaissance"  a películas más demandantes actoralmente hablando, y con directores más interesantes. Su encarnación del homofóbico vaquero de rodeo Ron Woodrof, que a mediados de los 1980 recibió la noticia de estar infectado con el virus del VIH (el mismo que mató a Rock Hudson, noticia que lee en una escena al inicio), es el mejor trabajo de su carrera. Su actuación (que le dio el Oscar a Mejor Actor este año) no nada más consiste en impresionarnos con la drástica pérdida de peso que sobrellevó en pos del realismo -literalmente- desencarnado, sino en realmente hacernos sentir el sufrimiento, la ira, el enojo, el coraje y la incredulidad de saberse enfermo ("¿Le parezco un homosexual para tener eso? ¡Míreme, soy puro vaquero de rodeo!", le dice al médico), en una época donde apenas y se tenía información respecto a la enfermedad.

Lo que hace el director canadiense, Jean Marc-Vallée (C.R.A.Z.Y.), con el material en sus manos es admirable. No nada más consigue una película sobre la carga emocional, social y psicológica que sobrelleva un enfermo de sida, sobre los excesos, la ignorancia y la paranoia que causó la aparición del virus, sino también cuestionar el sistema de salud estadounidense en esos años. Logra una crónica absorbente sobre la lucha de Ron por no caer vencido y conformarse. Los primeros 15-20 minutos no nos muestran cosa nueva que otros filmes sobre el tema no hayan mostrado. El filme verdaderamente despega al mostrarnos a un personaje que, en lugar de quedarse inconsciente en el suelo, torturado por los dolores de cabeza y poco a poco deteriorarse por su débil sistema inmunológico, empieza a investigar y a absorber toda la información sobre la enfermedad, sus síntomas y tratamientos. Desde ese momento será Ron VS la seguridad social, que se niega a darle las medicinas que necesita, y que esconde información sobre otros tratamientos.

La historia tiene un segundo despegue, cuando aparece en escena un Jared Leto completamente irreconocible (quien también ganó el Oscar a Mejor Actor de Reparto), interpretando a Rayon, un transexual que también es VIH positivo. Rayon une fuerzas con Ron en su batalla contra la enfermedad, justo cuando este último empiece a introducir drogas ilegales en E.U. desde México. Drogas que no han sido aprobadas por las autoridades sanitarias y farmacéuticas, pero que han probado ser efectivas en el tratamiento contra la enfermedad, prolongando la vida de los enfermos y mejorando su calidad de vida. Es aquí cuando vemos rescatado del olvido a Griffin Dune (An American Werewolf in London), interpretando a un doctor norteamericano trabajando clandestinamente en México, tratando pacientes con la enfermedad.

Si bien McConaughey está genial e inmejorable, es Jared Leto quien acaba robándose totalmente la película con su divertida, vital, intensa y dolorosa interpretación de Rayon, formando con Ron la improbable, pero no imposible, pareja de socios. Ambos consiguen levantar el "Dallas Buyers Club", una empresa riesgosa, ilegal, operando a nivel mundial y sin muchas dificultades a la luz del día, atendiendo largas filas de pacientes desahuciados (por una membresía de 400 dólares, los enfermos tienen derecho a toda la medicina que deseen). Leto sabe sacar  a la luz una femineidad sorprendente (realmente parece mujer, con todo ese maquillaje y peluca), intrigante, y fascinante. A la ecuación se suma Jennifer Garner, como una doctora que se dará cuenta que, en efecto, algo no anda bien en el sistema de salud, que hay huecos, injusticias y, lo peor, corrupción de por medio. Una gran película, reveladora, e imprescindible.

martes, 29 de julio de 2014

DAWN OF THE PLANET OF THE APES * * * *

¿DIJISTE QUE TENÍAS PLÁTANOS?
César, el líder consolidado de la nueva raza de simios.
Es inevitable no sentir el estreno de una nueva película del Planeta de los  Simios como un suceso cinematográfico imperdible y único. Las precuelas resucitaron el culto originado por las antiguas películas de los 1960s y 1970s. Rise of the Planet of the Apes fue sobre los orígenes, y ahora Dawn of the Planet of the Apes, es sobre la evolución de la nueva raza de simios. Han desarrollado habilidades y   conocimientos sofisticados, como cazar (la escena de la caza del enorme oso es espectacular), montar a caballo y hablar. Nada mal para no haber tenido mucho contacto con los humanos sobrevivientes al virus ALZ-113, el cual aquí se nos cuenta se ha esparcido totalmente en la Tierra. Un orangután está a cargo de transmitir preceptos simiescos a los demás ("Un Simio no Mata a otro Simio"). En Dawn la historia está tomando aires épicos, instalada una década después de su antecesora, en un escenario apocalíptico y grisáceo. César (Andy Serkis, consagrándose cada vez más en esto del motion-capture especializado en primates) se ha consolidado como el líder indiscutible del grupo de simios que quiso tomar San Francisco en la primera parte.

Los que vieron la primer película sabrán por qué César es el simio más evolucionado de todos.   Presume una mirada inteligente y penetrante, presencia imponente, movimientos y gestos más humanos y es capaz de enunciar largas frases. Es un líder muy político, que cree más en la negociación pacífica, y en la no violencia. Cuando su tribu tenga un desafortunado y violento contacto con un grupo de expedicionarios, guiados por Malcolm (Jason Clark), César decide no atacar ni tomar ofensiva alguna. Sin embargo, Malcolm decide tentar su suerte, adentrarse en el bosque y negociar cara a cara con César, para pedirle permiso de pasar por su territorio y poder reparar una planta eléctrica.

César tiene a su esposa enferma, acabando de dar a luz a un bebé, y su hijo, Maurice, es como un adolescente en la edad de la punzada. Es rebelde y no parece ser el líder que podría sucederlo en el futuro. Al verse más tolerante en su decisión de permitir a Malcolm y su equipo trabajar, confiando que todo irá bien y sin problemas, César entrará en conflicto con su viejo aliado, Koba. Este guarda rencor hacia los humanos por los experimentos que hicieron con él en el laboratorio, y las cicatrices en todo su cuerpo y cara están ahí para recordárselo. Koba cree que los humanos significan peligro y que lo único que quieren es entrar en guerra con ellos.

Pasando la estafeta de la dirección a Matt Reeves (Cloverfield) -el anterior filme fue dirigido por Ruppert Wyatt- esta película pertenece casi por completo a los simios. Es ahora una historia de traición, de intriga política, de ambición por el poder, de manipulación y con sus momentos de reflexión --- y todo esto ocurre en la tribu de los simios. Los humanos sirven más como trasfondo en la historia. No es que de parte de los humanos no sucedan cosas interesantes. Malcolm, por ejemplo, junto a su novia (Keri Russell) y su hijo (Kodi Smit-McPhee), tendrá el propósito de demostrar que no todos los humanos son violentos. Malcolm está ahí para echarle una mano a César, justo cuando las cosas se pongan difíciles en muchos sentidos.

Gary Oldman interpreta al líder de la comunidad de humanos sobrevivientes al virus, y como siempre está muy bien en su actuación. Es el líder moral en un escenario que parece extraído de alguna película de zombies (estilo The Walking Dead). Lo mejor de esta segunda parte, es que los simios ya son personajes con características bien definidas, con más inteligencia. Además, se ven muchísimo más convincentes y realistas que en la anterior película.

En comparación con la serie de películas originales, sigo extrañando la sensación de estar viendo una película de ciencia ficción, ambientada en otro mundo. Con todo, esta segunda entrega es una película muy buena, entretenida, que así como puede tener humor ocasional, también es obscura y sombría. No hay duda de que la franquicia va por buen camino.



miércoles, 23 de julio de 2014

HITCHCOCK * * * 1/2

GENIOS EN PUGNA. Helen Mirren y Anthony Hopkins
 como Alma Reville y Alfre Hitchcock.
Psycho (1960) es una de las obras maestras de Alfred Hitchcock. La película revolucionó el género del thriller psicológico. Su escena del asesinato en el baño del "Motel Bates", es icónica, aterrorizó a los espectadores, y dejó a muchos sin tomar una ducha por mucho tiempo. Por difícil que parezca el creerlo, nadie creyó en su proyecto. La Paramount, los estudios para los que trabajó, no quiso financiarlo. Situaciones, por lo común, detrás de muchas de las grandes películas en la historia del cine. Hitchcock no será un filme perfecto, es algo poco más que televisivo, pero es bueno y vale la pena revisarlo. Es una de esas películas por las que todo cinéfilo siente que se le hace agua la boca por ver.  

Anthony Hopkins se mete en la piel del regordete director, y lo hace de una forma genial, a pesar del pésimo maquillaje que le pusieron encima. Es tentador ver el Hitchcock de Toby Jones en el telefilme The Girl, el cual está enfocado en la producción de otra gran película de Hitch, The Birds. Es una buena idea ver ambos filmes por partida doble, uno tras de otro. Hopkins, es cierto, no se parece mucho a Hitch. Los maquillistas no acertaron mucho con la nariz, la cual resulta distractora, aunque hay ciertos ángulos en los que Hopkins consigue cierto parecido al maestro del suspenso. Además, la voz le quedó muy parecida.

A pesar de todo, Hopkins ofrece un Hitchcock tan perturbador como gracioso, de un humor sarcástico y sardónico. La historia arranca justo después de su éxito con North by Northwest, en 1959. En la alfombra roja del estreno, un ocurrente reportero le pregunta "¿A sus 60 y tantos años planea retirarse Sr. Hitchcock?" La pregunta lo afecta profundamente y hiere su orgullo. Lo impulsa a tener un giro drástico en su carrera, a planear su siguiente película como algo totalmente diferente, y a tratar de mantenerse invicto como "el maestro del suspenso". 

El realizador Sacha Gervasi no tiene la menor intención de ofrecer un homenaje reverencial a Hitchcock. En realidad, vemos las diferentes caras de un artista, con sus flaquezas, sus debilidades e inseguridades, pero también cómo pudo haber trabajado la mente del genio del cine. Esto último lo hace de una forma intrigante. Desde que el libro Psycho, novela de Robert Bloch, cae en las manos de Hitch, se convierte en una obsesión. Está supuestamente basada en el caso real de Ed Gain, un tipo que asesinó a dos mujeres, y que al parecer intentó personificar a su dominante madre con una traje hecho de piel humana. Se dice que Gain llegó al extremo de desenterrar a su madre muerta y tenerla escondida en su casa. 

En el filme, el fantasma de Gain (Michael Wincott) atormenta a Hitchcock. Lo imagina en varias escenas, los asesinatos lo asustan en pesadillas, y el homicida le aconseja mantener vigilada a su esposa, Alma Reville (Helen Mirren, fantástica), la cual podría estar teniendo un romance con el guionista Whitfield Cook (Danny Huston). Sin embargo, estas alucinaciones desentonan en el filme.  No queda claro qué es lo que pasa realmente en la cabeza de Hitchcock (¿Son inicios de demencia? ¿Es esquizofrenia? ¿Está al borde de la locura?). Gervasi ve a Hitch como el propio protagonista de un episodio de Alfred Hitchcock Presents, y en ese sentido, hay una intención paródica buena, cómicamente funcional. Hitchcok está al principio presentando el filme frente a la cámara, y al final cerrándolo, como lo hacía realmente en el programa de los 1950s. 

La película se siente indecisa respecto a centrarse en ser un estudio de personaje, en ser un melodrama doméstico, o un ejercicio del cine dentro del cine. En esto último es como mejor funciona. La película está basada en el libro de Stephen Rebello, y presenta como un hecho el que Alma fue la verdadera artífice de Psycho. Ella fue quien afinó detalles y pulió el guión y, además, quien colaboró en la edición final. Mientras, Hitch lidiaba con sus problemas de peso, miedos, y ansiedades. 

Scarlett Johansson, como Janet Leigh, está magnífica, irradiando sensualidad y encanto al mismo tiempo. Jessica Biel, en su interpretación de Vera Miles (con un parecido muy aceptable), es como una consejera para Leigh ("Él decide cómo debes vestir, cómo debes peinarte,...siempre te está vigilando"), dejando entrever lo que quizás fue un romance entre ella y el director. Pero es Helen Mirren quien sobresale junto a Hopkins. En su papel de Alma Reville, da una completa lección sobre cómo vivir junto a un genio, con lineas punzantes, dulces, amargas y contundentes: "Sabes, no es fácil vivir contigo, pero nadie edita una película como tú."


Vistas de página en total