jueves, 20 de agosto de 2020

I WAS, I AM, I WILL BE

 

Anne Ratte-Polle y Ogulcan Arman Uslu

La idea detrás de este filme no es exactamente nueva. La hemos visto antes, especialmente, en una que otra comedia romántica (Green Card p.ej.): el matrimonio por conveniencia entre un inmigrante "sin papeles", y una ciudadana dispuesta a tenderle una mano. Es gilt das gesprochene Wort (I Was, I Am, I Will Be), filme realizado por Ilker Çatak, abre con la escena del matrimonio que será el centro de la trama, una situación que podemos ver -e incluso sentir- es extraña, inusual, algo rígida e incómoda, entre los contrayentes. Corte a - un gran salto atrás en el tiempo, en donde veremos cómo el futuro esposo, Baran (Ogulcan Arman Uslu), joven curdo, emigra a un paraje turístico en Turquía, con la finalidad de poder llegar a algún país europeo (Alemania, quizás) en busca de un futuro mejor. Por azares del destino, ahí conocerá a Marion (Anne Ratte-Polle), una piloto aviadora alemana, quien luego de enterarse de un serio problema de salud, decide viajar con su novio (Godehard Giese), músico de orquesta, en unas vacaciones a dicho sitio turístico en la playa. 

Dividida en tres capítulos, la historia arranca con el encuentro entre Baran y Marion en Turquía, aquel trabajando haciendo de todo (incluso de gigoló) en un bar; mientras ella (quien llega un momento en que luce como una especie de Jodie Foster alemana), empieza a experimentar dificultades en su relación sentimental. Lo más interesante del filme, es cómo la relación que surge entre Baran y Marion, que se nos antoja de lo más improbable, se va desarrollando con el transcurrir de la historia. Çatak (también guionista de la película) despierta nuestra curiosidad desde el principio, por saber cómo es que esos dos llegaron al altar, haciendo toda la historia creíble y convincente, sin necesidad de ser melosa y mucho menos cómica, con una apropiada carga de sensibilidad. Es un realizador, además, inteligente. Sabe contar su historia sin muchos diálogos. Por ejemplo, sabemos cuál es el problema de salud de Marion sin necesidad de palabras, narrando con puras imágenes el problema. Lo mismo podemos sentir del final, que puede ser que tenga muchos cortes abruptos, pero de alguna forma adivinamos la decisión final de Marion. 
⭐️⭐️⭐️1/2 

THE ACCIDENTAL REBEL

 

Emily Cox y Mehdi Meskar


Durante la escena en la que el "rebelde accidental" del título, nuestro héroe, toma una decisión crucial, de alguna forma es algo que ya esperamos y vemos venir. Dentro de los escasos minutos que dura dicha escena, todo está construido para que adivinemos, viendo su mirada, y el gesto en su rostro, lo que está pensando. Las palabras que un jefe de la resistencia Siria le dice minutos antes, nos ayudan también a predecirlo. 

Dentro de lo convencional que puede ser la premisa y la trama de Accidental, es decir, el joven, Karim (Mehdi Meskar) que, contrario a los consejos de sus padres, se lanza a su natal Siria desde Alemania, en donde reside con su novia islandesa (Emily Cox), para tratar de rescatar a su hermano, el cual se encuentra en una prisión, puesto ahí por el ejército del gobierno de Bashar al-Assad. "Llegas, lo buscas, lo encuentras, y sí, seguro estarás de vuelta en 3 o 4 días", le dice su novia inocentemente, confiada de lo fácil que cree será todo para Karim, próximo a ser padre. Igualmente, sabremos que no será así. 

No es que la película, dirigida por la alemana Randa Chahoud, dentro de lo convencional y predecible que termina siendo, no valga la pena. Justo cuando Karim llega a Siria, con la intención de no tocar un arma, es cuando el filme toma fuerza, con buenas locaciones que nos ponen justo en el centro de la acción, y en donde podemos sentir realmente el peligro en el que se encuentra. Las actuaciones son buenas, irreprochables. Sin embargo, para el tercer acto el asunto empieza a ir en declive, se estanca, al igual que el desarrollo de nuestro protagonista, perdiendo credibilidad en todo su comportamiento. El filme toma un giro de historia de espionaje, con una conclusión tampoco muy creíble. Al final, un filme que decide irse por el camino seguro, sin arriesgar mucho, y algo tímido dentro del tema político que maneja. #19SemanadeCineAlemán2020
⭐️⭐️⭐️

RELATIVITY

 

Julius Feldmeier y Saskia Rosenthal

Al inicio de Relativity (Mein Ende. Dein Anfang), escuchamos a un joven dar una conferencia sobre el fenómeno del déjà vu, sus posibles explicaciones científicas, y si realmente podría ser una pequeña y momentánea visión del futuro que experimentamos. Más tarde, este joven, Aron (Julius Feldmeier) y su novia, Nora (Saskia Rosendhal), nuestra protagonista, se dirigirán a un banco, en donde experimentarán la peor de las tragedias. 

Quienes hemos visto películas de Alejandro González Inárritu (Amores Perros, 21 Gramos), sabemos que en sus historias casi siempre es una tragedia lo que antecede a una cadena de sucesos que atan cabos y unen historias. Se nota que la realizadora de este filme, la alemana Mariko Minoguchi, ha visto cine de Iñárritu y que lo tomó como punto de partida e inspiración para dirigir esta película. Lo que empieza como un típico melodrama romántico, sobre una pareja que, a pesar de sus diferencias intelectuales y sociales, se aman y lucen felices, termina por pisar terrenos más sombríos y tormentosos. Por otro lado, tendremos también la historia de un padre de familia, Natan (Edin Hasanovic), quien no tiene un matrimonio muy feliz con su esposa, y que tiene una hija por la que siente amor y cariño incondicional. Una noticia mala termina por hacer más difícil la vida de Natan, el cual trabaja en un almacén, y que lo llevará a cometer nuevamente errores del pasado. 

No estamos frente a un filme convencional, debido a que la realizadora nos interna en un laberinto narrativo del cual no podremos escapar fácilmente -y tal vez no queramos hacerlo. Conforme pasa el tiempo, las piezas que lo conforman pronto empezarán a embonar como bloques de Tetris. Entre flash backs, y regresos al tiempo presente, acabamos enganchados en este melodrama, que si por algo sorprende, es por el gran control que Minoguchi mantiene en la narración, en un experimento que fácilmente se pudo haber desmoronado al menor descuido, manipulando la manera en cómo vamos siguiendo la trama. Más adelante, en el tercer acto, empezamos a entender hacia dónde va todo -y quizás un poco, a predecirlo. Pero no hay duda que vale la pena dejarse llevar por este vaivén narrativo, de juegos con el tiempo, y destinos cruzados. 
⭐️⭐️⭐️ 1/2      #19SemanadeCineAlemán2020

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