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jueves, 21 de abril de 2022

SEXO, PUDOR Y LÁGRIMAS 2

 

¿Era necesario?

En esta fallida secuela, encontré sólo un momento interesante, al menos, dramáticamente hablando. Sin revelar mucho (esto especialmente para quienes no han visto Sexo, Pudor y Lágrimas 1, de 1999), la escena involucra a cierto personaje, de los jóvenes y nuevos, dispuesto a cuestionar a Ana (Susana Zabaleta) sobre la muerte de otro cierto personaje en el primer filme. Tanto Ana, como otros que estuvieron presentes durante dicho acontecimiento, pudieron haberlo evitado. La escena de dicha muerte es ridículamente absurda e involuntariamente cómica, por la forma en que ocurre, ya que, todos simplemente contemplan a quien morirá, sin mover un dedo para prevenir que ocurra. Siento haberme excedido en esta explicación, pero no encontré otro momento verdaderamente rescatable de Sexo, Pudor y Lágrimas 2 (¿o es Sexo, Pudor, o Lágrimas, según la nueva versión de la famosa canción cantada en los créditos finales?). Otros dirán "bueno, ¿qué hay de ese otro momento en el tercer acto, cuándo, durante un retiro espiritual, se descubre la identidad de un personaje del filme original, justo cuando creíamos que no aparecería, y es confrontado por otro de los nuevos personajes? Mmmm, no sé. Además de tener de regreso a Zabaleta, no podían faltar Cecilia Suárez y Mónica Dionné, repitiendo sus personajes de la película original, considerada como un clásico del cine mexicano de los 1990, dirigida por Antonio Serrano (quien aquí funge de productor asociado únicamente). El caso es que, después de haber visto el filme original por segunda vez con el pretexto de este estreno (exclusivo de HBO Max), la seguí encontrando sobrevalorada, tendiente a lo teatral, y sobreactuada, con una premisa sobre la batalla de los sexos sin muy buenos resultados en su desarrollo. Es decir, cuando quiere ser graciosa es insoportable, y no sabe bien cómo lidiar con uno que otro tema, como el de una violación, con una testigo que pudo haber hecho algo, pero simplemente decide escuchar de lejos, sin hacer nada. Dirigida ahora por Alonso Iñiguez, en esta segunda parte también están de regreso Victor Hugo Martín, Jorge Salinas, y en el lugar de Demián Bichir, está nada menos que su hijo en la vida real, José Ángel Bichir. Este interpreta en el filme al hijo de Tomás (Bichir papá), un artista visual, quien ha llegado de Londres para un ajuste de cuentas emocional. Carlos (Martín) y Ana todavía viven en ese amplio departamento en Polanco (aunque luce muy diferente), en donde tuvo lugar casi toda la historia de la primera parte, ahora con una hija, Matilde (Naian González Norvind), aspirante a actriz, y con una complicada relación con sus padres. Mientras, Andrea (Suárez), quien de ser modelo se convirtió, al parecer, en chef, (aparece en muchas escenas en la cocina de un restaurante), también tiene una hija (Ximena Romo), la cual es, en pocas palabras, complicada, adicta a la drogas, y enganchada con un novio regordete igualmente drogadicto. El intento de suicidio de María (Dionné), durante una visita a la Ciudad de México, será el pretexto para que las viejas amigas se junten y, además de recordar viejos tiempos, ayudarla a superar la depresión que tiene aquella. Si algo tiene de bueno este filme es que, en comparación con su antecesora, no es tan sobreactuada, ni tan teatral. Pero su más grave problema, es lo fallido del guión (escrito por el mismo Iñiguez y Julián Silvestre) el cual, si bien intenta modernizar todo el discurso y la premisa del primer filme, tratando de ser más inclusivo, por ejemplo, con la diversidad sexual, el caso es que no sabe qué hacer bien a bien con todos los personajes. Hay incluso un momento "Trainspotting" en la película que te pone a pensar "¡ya quisieran estar al mismo nivel de ese filme clásico!". Sin tener tramas ni subtramas interesantes en ambos lados generacionales, la película termina siendo tan insípida y aburrida como su mismo póster. Al final, más que el intento de suicidio de María, creo que no hubo otro pretexto mejor para revivir a los personajes en esta secuela que poner en escena al hijo de Tomás, cuya aparición no da para una historia realmente buena. En resumen, una secuela igual o peor que su antecesora. ⭐️1/2 Disponible en #HBOMax

jueves, 29 de octubre de 2020

THE TRIAL OF THE CHICAGO 7


¿Podrán manejar la verdad?

No hay cinéfilo en este mundo que no recuerde la frase "You can't handle the truth!" dicha por Jack Nicholson en "A Few Good Men", sentado en la silla de testigos, con traje militar, y respondiendo la demanda de Tom Cruise de "¡Querer la verdad!". Tales líneas fueron escritas por Aaron Sorkin, director ahora de The Trial of the Chicago 7, la cual, por supuesto, también escribe. Aunque el filme no tiene uno de esos momentos poderosos descritos con anterioridad, sí contiene sus buenas dosis de emoción, fuerza propia, y que no tiene un sólo momento flojo durante el juicio que da título al filme.

La película cuenta el juicio al que fueron sometidas 7 personas, acusadas de varios cargos cometidos durante una protesta, llevada a cabo frente a la Convención Nacional Demócrata, en Chicago, 1968. La protesta era en contra de la Guerra de Vietnam, y los cargos más serios, irónicamente, fueron el haber incitado a la violencia durante la protesta.
Lo interesante del caso, es lo heterogéneo del grupo de acusados, quienes pertenecían a diferentes facciones. Tom Hayden (Eddie Redmayne, con un excelente acento norteamericano) y su amigo, Rennie Davis (Alex Sharp), miembros de un comité estudiantil, el primero una eminencia en materia de estudios sobre política; David Dellinger (John Carroll Lynch), un padre de familia con ideas pacifistas y de la no violencia, con un hijo peleando en Vietnam. Luego, Abbie Hofman (Sacha Baron Cohen, igualmente, con buen acento americano) y Jerry Rubin (Jeremy Strong), un par de hippies, quienes, puede decirse, empezaron todo como un concierto al aire libre, con un espacio para coches y, según ellos, "fornicar libremente". Bobby Seale (Yahya Abdul-Mateen II), un miembro de los "panteras negras", quien será por un rato el centro de atención durante el juicio, debido a no tener un abogado que lo represente. Otros dos acusados fueron Lee Weiner (Noah Robbins) y John Froines (Danny Flaherty).
Decía que Bobby Seale es el centro de atención durante la mitad del filme, ya que será en buena medida el responsable de ir desenmascarando la parcialidad del juez, Julius Hoffman (Frank Langella, genial). Ambos sostienen constantes enfrentamientos, debido a los incontables desacatos de Seale al interrumpir el juicio, demandando poder defenderse por su cuenta, derecho que nunca se le concede. Esto es lo que empieza a dar cuerpo al juicio, lo que empieza a encenderlo, y darle fuerza, el cual, veremos más adelante, está manchado de tintes políticos, además de discriminación racial.
Justo cuando las cosas se van calentando en la corte, y que nos hace ver que será todo menos un juicio silencioso, están otros dos personajes que pondrán a prueba la paciencia del juez. Abbie Hoffman, todo un personaje del cual no podremos despegar el ojo, quien amenaza con volver el juicio en algo cercano a un circo, con sus burlas y chistes; y con él, William Kunstler (Mark Rylance, otro británico luciendo acento americano), abogado de Tom Hayden. Con el paso de los días (el juicio durará más de un mes), Kunstler desarrolla una actitud desafiante hacia el juez, acumulando cargos por desacato, justo cuando se de cuenta que, además de tener a un juez tendencioso, hay irregularidades, obstáculos, y barreras que harán su defensa casi imposible.
The Trial of the Chicago 7 es un filme complejo de describir. Si bien se desarrolla mayormente en la corte, conforme el juicio avanza veremos cómo se desarrollaron los hechos aquel día, en forma de flashbacks. Joseph Gordon-Levitt interpreta al fiscal Richard Schultz, en una actuación que es toda serenidad y contención en contraste, cuyo trabajo será probar que la violencia fue provocada por los 7 acusados. No lo tendrá muy fácil. Afuera el ambiente político no ayuda mucho, con Nixon empezando a gobernar en la presidencia, la Guerra en efervescencia, el asesinato de líderes como Martin Luther King, etc.
Sorkin consigue una película de juicios y cortes tremendamente entretenida, en el sentido de que el juicio nunca deja de ser interesante. Nuevos detalles irán surgiendo, puntos de vista se confrontan, salen revelaciones, como el hecho de que no todos tenían en mente una protesta pacífica como se tenía planeado, sino una excusa para empezar un enfrentamiento con la policía; o también, que la policía terminó haciendo un uso excesivo de la fuerza y teniendo una respuesta violenta.
Ningún miembro del reparto tiene desperdicio, ofreciendo actuaciones magníficas. Cada personaje termina siendo en sí una parte simbólica de todo el caso, con algo qué decir y demostrar de todo el asunto. Es posible que Sorkin no se haya podido resistir a dramatizar un poco el juicio. Dentro del espacio en donde se lleva a cabo, termina habiendo una micro guerra de ideologías, formas de pensar, de derechos, y defensa de libertades. Recomendable. Disponible en Netflix.
⭐️⭐️⭐️⭐️

viernes, 6 de septiembre de 2019

ONCE UPON A TIME...IN HOLLYWOOD


¿Otro Oscar para Leonardo DiCaprio ?
Quentin Tarantino siempre acaba saliéndose con la suya. Pase lo que pase, siempre consigue presentar en la pantalla, frente a nuestros ojos, la película que él quiere, sin filtros -ni demandas de productores- de por medio. Se dice, incluso, que Once Upon a Time In... Hollywood, su más reciente filme, terminó presentándose tarde en Cannes, debido a que el director todavía estaba haciendo "ajustes de último minuto", y afinando detalles. Lo que podemos atestiguar en Once Upon... es la gran libertad que el "chico malo de Hollywood" disfruta, no nada más dirigiendo y escribiendo, sino produciendo su propio cine.
A pesar de lo indisciplinada y tendiente a lo caótico que pueda ser Once Upon..., Tarantino hace de su muy particular épica sobre la transición del Hollywood de finales de los 1960s a los inicios de los 1970s, una verdaderamente única, particular, y fascinante experiencia cinéfila. Cualquier enamorado del cine no podrá dejar de sentirse atraído hacia ella, dejando pasar por alto sus huecos argumentales, o lo no muy sólida ni tan fuerte historia que nos cuenta. Su versión sobre la "familia Manson" y sus crímenes en Hollywood, es una muy personal y peculiar. Quienes busquen exactitud y precisión milimétrica de historiador, no la encontrarán aquí. Tal y como sucedió con Inglourious Basterds, nuevamente Tarantino juega con el "Y qué tal si...", dándole una vuelta de 180° a los hechos que conocemos sobre Charles Manson y el asesinato de Sharon Tate (Margot Robbie, con todo el candor que la caracteriza, y siendo lo más "Margot Robbie" que puede ser), esposa en aquel entonces de Roman Polanski. Aquí, el realizador polaco es vecino de un ficticio actor de cine y televisión, Rick Dalton (Leonardo DiCaprio, espectacular), quien luego de tener éxito en una serie de televisión a finales de los 1950s (estilo Gunsmoke), su agente (Al Pacino, en una muy breve participación) lo hace reflexionar seriamente sobre su carrera, y del peligro que corre de estancarse y no evolucionar. No es para menos. Rick últimamente se la ha pasado haciendo películas serie B sobre soldados americanos rostizando nazis con un lanza llamas (¿a alguien le suena conocida alguna película así?), comerciales, y apariciones televisivas cantando y bailando a ritmo a go-go.
El soporte moral de Rick será Cliff Booth (Brad Bitt, simplemente siendo "Brad Pitt" ), su otrora doble y buen amigo. Cliff es una mezcla de Robert Redford a la "Sundance Kid" y Peter Fonda a la "Easy Rider", y que ahora trabaja como chofer y asistente de Rick. Hay tres narrativas paralelas en el filme: la de Rick, luchando por superar su afición a la bebida y por encontrar ese giro que necesita su carrera durante la filmación de un western (formado por múltiples viñetas y escenas, que parecen ideas encajonadas de Django Unchained y The Hateful 8); la de Cliff, sin mucho que hacer más que demostrar la dura vida de los dobles de cine, viviendo solo en un remolque junto a su perro pitbull, comiendo tan sólo sopas Ramen, y recordando cómo alguna vez le pateó el culo a Bruce Lee en un set de cine frente a muchos testigos (una escena hilarante); y la de Sharon Tate, igualmente, sin gran cosa por hacer más que lucir rostro y belleza en Hollywood Boulevard, asistir a fiestas en la mansión Playboy, y entrar gratis al cine a ver sus propias películas.
Durante la primera mitad, la película parece seguir los pasos de "American Crime Story" y que nos llevará por un recuento de los hechos de uno de los crímenes más famosos cometidos en Hollywood. Pero no es así, y no hay que desilusionarse mucho al respecto. Lo que tenemos, es la muy particular épica de Tarantino sobre esos hechos, y por otro lado, su visión del Hollywood de aquella época; la otra cara del showbusiness; la menos glamorosa y más escandalosa, encarnado en la figura de Rick. La épica del personaje tiene tintes a la Forrest Gump (hay escenas con el truco usado en dicho filme, insertando a DiCaprio en filmes y programas originales, como "The Great Escape" y "FBI"), y durante el algo accidentado relato de su historia se dedicará a demostrar que detrás de su rostro de estrella hay un verdadero actor (¿de hecho, no ha sido esta la historia del mismo DiCaprio hasta este año, en el que ganó su primer Oscar?).
No se necesita tanto ser fan de Tarantino para ver y disfrutar Once Upon a Time In... Hollywood (de casi tres horas de duración), sino contar con un buen sentido del humor para tomar el tercer acto de la película con la mejor actitud, y dejarse llevar por la misma borrachera cinéfila de Tarantino. No nada más tenemos también a un puñado de los actores que regularmente aparecen en sus filmes (Kurt Russell y Michael Madsen), sino una magistral ambientación (un diseño de arte digno de ser premiado, con esos increíbles pósters falsos de películas de Rick), y homenajes a "Érase una vez en el Oeste" y "Érase una vez en América (varios movimientos de cámara emulan estos filmes de Sergio Leone). Y también tenemos al Tarantino "curador de música", que nos da esa experiencia única de sentir que estamos entrando, no al cine, sino a una rockolla llena de oldies clásicos. Ah, y claro, también de ver a un Leonardo DiCaprio en todo su elemento, versátil, en un vehículo de lucimiento único que seguramente le dará su segunda nominación al Oscar. ⭐️⭐️⭐️⭐️

miércoles, 9 de enero de 2019

SPIDER-MAN: INTO THE SPIDER-VERSE

El universo extendido de Spider-man.
Spider-Man: Into the Spider-Verse no es nada que se haya visto antes en un filme de Spiderman, y vaya que hemos tenido bastantes. Es la apuesta por una película animada sui generis del Hombre Araña, y aunque existe una serie de animación, Into the Spider-Verse la hace palidecer. Ninguna podría ser tan extraña, bizarra, visualmente delirante, y al mismo tiempo, contar una historia interesante.
Spider-Verse es fabulosa, así como la mejor película animada del año. Dirigida por Bob Persichetti, Peter Ramsey, y Rodney Rothman (producida por Sony Pictures Animation), la experiencia de ver Into the Spider-verse es muy cercana a hojear un verdadero cómic. En algunas secuencias, la pantalla está dividida en viñetas, a un ritmo frenético. Son muchas cosas las que pasan al mismo tiempo en la pantalla, pero todo acaba teniendo un sentido y coherencia impresionantes.
La historia (adaptación de un cómic del 2014) pone en el centro a Miles Morales (voz de Shameik Moore), un chico mitad afroamericano, mitad latino, que es además un talentoso artista. Miles admira al Hombre Araña, sentimiento que no es compartido por su padre (voz de Brian Tyree Henry), un oficial de policia que piensa que Spidey, más que ayudar a la sociedad, es un peligro como "vigilante". Con quien Miles tiene más afinidad, es con su tío, Aaron (voz de Mahershala Ali), también con sangre de artista y afición por el arte callejero.
Sin embargo, todo cambia para Miles cuando es picado por una araña radioactiva, adquiriendo poderes arácnidos. Luego de una serie de complejas circunstancias, que involucran la muerte de Peter Parker (que aquí es rubio), Miles termina siendo el pupilo de... el Spider-man original. No precisamente el Spider-man que pertenece al universo de Miles, sino del verdadero Peter Parker (voz de Chris Pine), algo más viejo, barrigón, y aficionado a la comida chatarra.
El cruce de este y otros universos paralelos "spidermanianos", traerán otras versiones más extrañas de Spider-man. Así, tendremos un Spider-Ham (como un Porky disfrazado de Hombre Araña), una Penny Parker (una Spider-girl estilo cómic manga, acompañada de un robot), y un Spider-noir (Nicolás Cage), o sea, un Spider-man monocromático, como sacado de un antiguo film-noir. Este caos cuántico se debe a una máquina inventada por una científica, Doc Ock (Kathryn Hahn).
Es un verdadero reto describir la trama. En pocas palabras, en la película se le da la vuelta a la clásica historia que todos conocemos, para convertirla en una trama de "maestro-aprendiz" (Miles tiene que aprender a controlar y usar sus nuevos poderes); y además, pasada por un prisma muy nerd, que acaba refractándola en cinco versiones distintas. Es ver la clásica historia a través de un caleidoscopio armado por Andy Warhol y Roy Lichtenstein (la secuencia final de créditos es como una pequeña pieza de arte pop, y recomiendo quedarse hasta que las luces se enciendan). Los fondos de ciertas escenas tienen los colores desfasados, como si se tratara de una película en 3D.
Lo más admirable, es que la película jamás se toma en serio a sí misma, siendo una muy cómica revisión paródica del universo fílmico de Spider-man. Pero dentro de toda la espectacularidad visual del filme, en su epicentro hay una gran historia, sobre relaciones paterno-filiales, y la crisis de la adolescencia. 

viernes, 14 de diciembre de 2018

FANTASTIC BEASTS: THE CRIMES OF GRINDELWALD.


Katherine Waterston y Eddie Redmayne.
Newt Scamander (el oscarizado Eddie Redmayne), el estudioso especialista en "animales fantásticos", ha regresado. En esta segunda parte de la saga de "Fantastic Beasts", Newt, desafortunadamente, tiene ahora menos trucos ocultos dentro de su maleta que en la anterior película. En comparación con la primera parte, "Fantastic Beasts and Where to Find Them", la magia en esta secuela, "The Crimes of Grindelwald", ha bajado considerablemente. No es visualmente menos impresionante (los efectos especiales son excelentes), sino que el factor sorpresa ha disminuido. Además, nuestro tímido, extraño, y pelirojo personaje principal ha quedado relegado completamente a un tercer plano.
Se dice que mucha de la culpa la tiene la creadora del universo de Harry Potter, J.K. Rowling, al haber metido demasiado su cuchara en la gestación del proyecto, y en el guión de la historia. Hay muchos personajes poblando el filme, y lo malo es que ninguna de las historias tiene suficiente fuerza, sintiéndose un filme estancado en subtramas planas y sin mucho rumbo. No ha sido suficiente el tener a Johnny Depp más tiempo en la película, encarnando al Grindelwald del título, un personaje flojo, gris, y completamente olvidable; al igual que a Jude Law, interpretando a Dumbledore como un joven maestro en la escuela para niños magos de Hogwarts. Todo el tiempo me recordó a su Watson de Scherlock Holmes, que al poderoso mago que todos conocemos de los filmes originales de Harry Potter. Que J.K. Rowling no vuelva a cometer este "crimen".  1/2

martes, 21 de noviembre de 2017

MANIFESTO * * *

Este y otros 12 personajes más son interpretados por Cate Blanchett.
Manifesto es una tentación para quienes quisimos ver más de Cate Blanchett en I'm Not There, en donde hizo una magnífica interpretación-imitación de Bob Dylan. Ahora, Blanchett tiene un gran vehículo de lucimiento para ella sola, una impresionante demostración de su camaleónico talento, introduciéndose en la piel de 13 personajes distintos. Escrita y dirigida por Julian Rosefeldt, la película es más un experimental conjunto de viñetas inconexas, que otra cosa. Todos estos personajes citan, precisamente, extractos de manifiestos políticos y artísticos en diferentes situaciones. Tenemos, por ejemplo, una madre de familia citando postulados del pop art antes de cenar, una mujer declamando el manifiesto dadaísta de Tristan Tzara en medio de un funeral, una titiritera diciendo introspectivamente partes del manifiesto surrealista de André Bretón mientras construye una marioneta; una científica mencionando postulados constructivistas, una maestra enseñando a sus niños el manifiesto del cine Dogma de Lars Von Trier, y las ideas de Jean Luc Godard. 
El problema es que no todas las viñetas funcionan, o acaban realmente atrapando nuestra atención, haciendo que el filme en conjunto no se sienta del todo coherente. Algunas viñetas son graciosas dentro de lo absurdo y hasta ridículo que resulta la situación (la madre de familia que no acaba de decir la oración antes de cenar, la coreógrafa dando instrucciones a sus bailarinas, la maestra en la escuela, la reportera del noticiero). Mientras, otras viñetas se sienten inconclusas, en puntos suspensivos, o simplemente, como ideas desarrolladas a medias (el vagabundo, por ejemplo). Como sea, Manifesto es un sorprendente y sumamente interesante ejercicio histriónico a cargo de Cate Blanchett, un recordatorio más de la gran actriz que es.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

GIRL ON THE TRAIN * * * 1/2


Emily Blunt
Quienes hayan visto Gone Girl, estarán pisando terrenos muy familiares en The Girl on the Train. Dirigida por Tate Taylor (The Help), y basada en un bestseller escrito por Paula Hawkins, su título puede ser un poco engañoso. Su acción no ocurre la mayor parte del tiempo en un tren. La chica del título, Rachel (interpretada por una magnífica Emily Blunt), adopta como mayor distracción durante el viaje en tren que realiza del trabajo a su casa, el observar la vida privada de una pareja en su hogar. Muy pronto averiguamos que Rachel solía ser vecina de dicho matrimonio, cuando estuvo casada con  el hombre (Justin Theroux) que la acabó dejando. La causa del divorcio no es muy difícil de adivinar, ya que desde los primeros minutos del filme, vemos que Rachel muestra un comportamiento errático, una mirada perdida, y un rostro adormilado-anestesiado, debido a su problema con el alcohol.

Rachel tiene problemas para dejar su pasado atrás, y la fascinación que despierta en ella la idílica felicidad que proyecta ese matrimonio (Luke Evans y Halley Bennet) parece llenar en ella los vacíos emocionales que la tienen deprimida. Esa felicidad representa lo que ella siempre deseó y nunca tuvo junto a su ex marido. La rutina del ir y venir en tren de los suburbios a Nueva York (la novela original está ambientada en Inglaterra) se detiene, justo cuando un día Rachel observa que la mujer se encuentra en el balcón de su casa --- con un hombre que no es su marido. El acontecimiento será el detonante de una obsesión, que acabará empeorando cuando la mujer se reporte como desaparecida, y se presuma muerta. 

Lo peor para Rachel, es que fue la última en haberla visto en un parque mientras la seguía, hasta que  por su embriaguez perdió el conocimiento. The Girl on the Train nos presenta las piezas de un rompecabezas narrativo, que nos corresponde a nosotros ensamblar en nuestras mentes. En tanto, otras dos narraciones paralelas nos muestran, precisamente, la historia de Megan (Bennet), la mujer desaparecida, y lo que pasó hasta el momento de su desaparición, incluyendo las sesiones con su psicólogo (Edgar Ramírez), así como la historia de Anna (Rebeca Ferguson), una joven madre y la nueva esposa del ex marido de Rachel, quien guarda en su memoria un mal recuerdo que involucra a esta última.

Lo más interesante de la película, acaba siendo su manera de contar y entrelazar las tres historias,  hasta que el velo del misterio queda descubierto. A pesar de que en ocasiones el ejercicio se pone algo confuso, debido a que sus saltos entre el pasado y el presente son casi imperceptibles (si uno se distrae por tres segundos corre el peligro de perderse), la historia tiene giros y vueltas de tuerca que le dan un rescatable suspenso psicológico. Es cierto, su rompecabezas narrativo no es más que un truco para hacer más intrigante un tal vez no muy imaginativo u original melodrama romántico, con tintes de historia de misterio estilo Agatha Christie, incluyendo algo de sexo explícito. 

Lástima que la detective interpretada por Allison Janney se sienta algo desaprovechada, apareciendo y desapareciendo arbitrariamente. Sin embargo, The Girl on the Train termina siendo visible, gracias a su fabuloso reparto femenino, y que, si bien su final se siente apresurado, consiguió tenerme pegado a mi asiento durante la mayor parte del tiempo.

viernes, 5 de diciembre de 2014

BIUTIFUL * * * * *

BIUTIFUL LIFE.  Javier Bardem como Uxbal.
Biutiful, del realizador mexicano Alejandro González Iñárritu, revela la otra cara de Barcelona, la menos turística y más cruda. La de los problemas de la inmigración ilegal, la corrupción policiaca, y la pobreza. Es de las mejores películas del director de "Amores Perros" y "21 Grams", si no es que la mejor. Iñárritu toca temas que no le son del todo extraños, viniendo de un país en donde decenas de personas se aventuran a cruzar, ilegalmente, la frontera norte de México a Estados Unidos.  Son temas con los cuales se siente cercano y con los que ha encontrado paralelismos en Europa. Además, es la  película más personal del director, lo que se puede deducir por la dedicatoria que hace a su padre al final.

La secuencia que abre el filme es enigmática, lírica y poética, casi surreal. El  hilo conductor de las múltiples historias (nada extraño en el director, quien gusta de narrar historias paralelas e interrelacionarlas) es Uxbal, interpretado por un Javier Bardem excelso, doloroso e intenso, de sus mejores actuaciones. Uxbal es la encarnación de un hombre lleno de contradicciones, complejo y, no podría ser de otra manera en un filme de Iñárritu, sufriendo. Se le ha diagnosticado tardíamente un cáncer y se encuentra en fase terminal, por lo que tiene asuntos pendientes que atender antes de que llegue el final de su vida. 

Uxbal tiene una cualidad intrigante, es un psíquico. Cuando no está atendiendo sus negocios ilegales y clandestinos, como darle trabajo a inmigrantes africanos vendiendo productos pirata cerca de Las Ramblas, se dedica a contactar a los espíritus de personas fallecidas. Les ayudar a irse en paz, o para decirles a sus familiares vivos alguna cosa pendiente, o secreto que no les deja irse. Tal vez sea la influencia de Guillermo del Toro como productor asociado, que la historia tenga este toque paranormal.

Los dos hijos de Uxbal están interpretados magníficamente por dos niños (Guillermo Estrella y Hanaa Bouchaib), quienes aparentemente jamás han actuado antes. En pantalla lucen naturales y con suma confianza en lo que están haciendo, especialmente el niño, quien como Mateo derrocha encanto y carisma durante todo el filme. Mateo es el favorito de su padre, y este protege al pequeño por encima de todo. A las dificultades de Uxbal se suma su ex esposa (la argentina Maricel Alvarez), la cual tiene problemas emocionales, y que de lejos no se nota la mamá más adecuada para los niños. 

El cuadro de actores es multiracial. Hai (Taisheng Chen) es el jefe chino de la fábrica de bolsas y discos pirata de la cual es propietario Uxbal, con sus propios problemas para mantener el negocio funcionando, teniendo que sobornar a la policía para dejarlo vender en la calle. Mientras, Ekweme (Cheikh Ndiaye), un "sin papeles" senegalés, quien vive al día vendiendo la piratería con el peligro de ser arrestado, con una esposa y bebé que mantener. Todos ellos están muy bien en sus papeles, incluido Eduard Fernández como el hermano de Uxbal.

Lo impresionante es comprobar, minuto a minuto, que la película no ha sido dirigida por un europeo, sino por un realizador latinoamericano, que parece conocer esta realidad de la capital catalana a fondo. La refleja con un logrado estilo de realismo social, que es emocional y visualmente estupendo, gracias al formidable trabajo de Brigitte Broch, diseñadora de producción, quien consigue que  sintamos las atmósferas y ambientes, así como para Rodrigo Prieto, quien en la dirección de fotografía está fenomenal, uno de sus mejores trabajos. Gustavo Santaolalla, con una banda sonora con su sello acústico inconfundible, acaba por redondear este excelente melodrama. El giro paranormal, inteligentemente, no distrae ni desvía la atención del tema más importante que plantea la historia: el amor paterno.





sábado, 30 de agosto de 2014

TO ROME WITH LOVE * * *

CANTANDO BAJO LA DUCHA.
Fabio Armiliato, Woody Allen y Judy Davis.
La carta de amor europea de Woody Allen a Italia y a la Dolce Vita inmortalizada por Fellini. La película sigue mostrando a un director en forma, pero con signos de agotamiento en sus temas, y de comenzar a repetirse a sí mismo. Soy un gran fan de Woody Allen, y sinceramente, disfrute la película. Es visible, graciosa, quizás sin un balance perfecto de todos sus elementos, pero funcional. Es verdad también que nos encontramos con otra película "turística" de Allen, su clásica "postal cinematográfica", en la que inevitablemente cae cuando dirige un filme por primera vez en X ciudad europea.

La película es un entretenimiento pasajero, en donde varias historias (sin una conexión aparente) tienen lugar en Roma. Una de las historias, protagonizada por Jesse Eisenberg, Ellen Page y Alec Baldwin, es una completa canalización de la idea principal de Play It Again Sam (la adaptación al cine de su obra teatral, más original, experimental y graciosa). Está bien actuada, pero se siente predecible, y si uno tiene experiencia viendo filmes de Allen, su conclusión se telegrafía desde la aparición de Page. Su personaje es una actriz liberal y de mente abierta, que llega de visita a Roma a visitar a su amiga (Greta Gerwig), a su vez novia de un estudiante de arquitectura, Jack (Eisenberg). Rondando los laberínticos callejones de Roma, Jack se encuentra con un renombrado arquitecto (Baldwin) de visita en la ciudad, donde vivió durante su juventud de estudiante. Y el tour comienza visitando el Coliseo, ruinas y otros monumentos romanos. El personaje de Baldwin se convierte en una presencia intrigante, omnipresente, acompañando a Jack en todo momento. Hay ocasiones en que Baldwin parece ser una presencia imaginaria, creada por la mente de Jack, como si fuera su alter ego, así como el juez y crítico burlón de todos sus actos.

La historia más rescatable es, precisamente, la protagonizada por Woody, quien interpreta a un retirado productor de música clásica. Junto a su esposa (Judy Davis) viaja a Roma a conocer a la familia del prometido de su hija (Alison Pill). En plena crisis existencial por estar desocupado, Jerry (Allen), verá la oportunidad de dejar de sentirse "muerto en vida", al descubrir que su futuro consuegro (el tenor en la vida real Fabio Armiliato), dueño de una funeraria -para colmo- es un tenor nato y con una voz privilegiada. El problema, es que el hombre únicamente es capaz de cantar en la ducha, además de que su hijo de ideas comunistas se opone completamente a ello ("mi padre canta para sí mismo, no por dinero"). Jerry tendrá un plan, que nada más podría verse en uno de esos pequeños relatos cómicos producto de la mente de Allen: llevar a Giancarlo, nuestro aspirante a tenor,  al escenario --- con todo y ducha. La escena de la primera audición es graciosa, y Giancarlo podría ver su sueño realizado de cantar "Pagliacci" frente al público.

En contraparte, las dos historias restantes se quedan más bien a un nivel promedio. En una de ellas, la premisa es original, e interesante; juega con el extremo y la espontaneidad. En ella, Allen quiso tal vez hacer un pequeño homenaje cómico a La Dolce Vita y burlarse de los paparazzi, el sensacionalismo y la banalidad del chisme televisivo. Roberto Benigni interpreta a un hombre de familia promedio, al que una mañana los reporteros empiezan a asediar, queriendo saber todos los detalles de su vida privada. Benigni está bien (digamos, tolerable) durante toda la historia, en donde Allen explora un lado inesperado del actor, de manera inteligente e inimaginable: haciéndolo ver como un ser vulnerable, tremendamente afectado por verse convertido en una celebridad instantánea e inexplicablemente. 

La otra historia, la menos lograda en comparación, es aquella sobre una pareja provinciana de recién casados (Alessandro Tiberi y Alessandra Mastronardi), que llegan a Roma a pasar su luna de miel. Las cosas se complican cuando ella se pierde en la ciudad, y acaba involucrada en un romance con un célebre actor de cine (Antonio Albanese). Mientras, el marido se ve sumergido en una farsa al tener que inventar a sus tíos que una atractiva prostituta (Penélope Cruz) es su esposa. Un buen comienzo para una historia que, si bien tiene enredos graciosos a la mitad, acaba siendo algo inverosímil.

En general, una película dispareja, pero es indudable que Allen supo darle cierto encanto. Gracias a ello, To Rome With Love es pasable, entretenida, aunque no la gran película romana que se esperaría de Woody.







viernes, 9 de mayo de 2014

YOU WILL MEET A TALL DARK STRANGER * * * 1/2



FUTURO INCIERTO Y OBSCURO. Anthony Hopkins y Naomi Watts.

Es de reconocer que Woody Allen ha tenido una buena racha con su serie de películas inglesas. Sin ser las obras maestras del pasado ambientadas en Nueva York, han probado ser comedias y melodramas románticos aceptables, bien llevados, con humor y, por supuesto, con la sensibilidad alleniana bien puesta. You Will Meet a Tall Dark Stranger no es la excepción, otro  melodrama romántico instalado en Londres, muy visible, entretenido, y con las mismas preocupaciones temáticas de Allen: la insoportable levedad del ser artístico, el oficio del escritor lleno de dificultades, matrimonios emocionalmente disparejos, infidelidades, etc. No falta tampoco el inevitable personaje en donde Allen se ve reflejado a sí mismo, con el dilema del amor entre un hombre mucho mayor y una mujer considerablemente más joven.

El reparto se desempeña impecablemente. Naomi Watts y Josh Brolin interpretan un desdichado matrimonio, ella una graduada en arte, casada con un hombre que es doctor de carrera, pero que está en búsqueda de convertirse en un escritor profesional, aunque sin mucho éxito. La madre de ella (Gemma Jones, magnífica), abandonada por su septuagenario marido (Anthony Hopkins), con alma y energía de veinteañero, acaba obsesionada con las predicciones de una lectora de tarot (Pauline Collins). En tanto, su marido (con ayuda del viagra) ha reconstruido su vida junto a una considerablemente más joven call girl (Lucy Punch), a la cual dará una vida llena de lujos, con el peligro de acabar en la bancarrota.

Dark Stranger no es precisamente el tipo de comedia hilarante o sarcástica, típica de Woody Allen. Como en sus anteriores películas londinenses, es un melodrama agridulce, que si bien tiene ciertos momentos propensos a ser cómicos (incluso, el tono con el que está narrada en voz en off le da un sentimiento de comedia romántica), en general, el filme tiene un aura de amargura muy marcada. Al final, todos los personajes vislumbran un futuro tan obscuro como el sugerido en el título, sin muchas esperanzas. 

El camino de los artistas es amargo y desilusionante en esta película. En el caso de nuestro doctor, luego de haber publicado una sola novela, no ha tenido otro golpe de suerte. El personaje de Naomi Watts, sueña con abrir su propia galería de arte, y dejar de trabajar para su actual jefe (Antonio Banderas). Para fans de Woody Allen, esta película quizás se quede a medio camino de las ambiciones artísticas de un director de su calibre, haciéndolos sentir que pudo haber estado mucho mejor. Pequeña y todo, el filme es pasable y muy disfrutable. 



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