sábado, 14 de julio de 2007

EN CARTELERA: TRAVAUX, ON SAIT QUAND CA COMMENCE * * *

En varios momentos de Peligro...hombres trabajando (Travaux, on sait quand ca commence, Francia-Reino Unido, 2005) la guapa abogada Chantal (Carole Bouquet, quien fuera modelo de Channel y exnovia del regordete Gérard Depardieu) se pone a bailar -o intenta hacerlo- sin razón aparente, ejecutando unos pasitos aquí y allá desde la primera escena, al estilo de la vieja comedia hollywoodense. El asunto querrá emular también al Woody Allen de Todos Dicen que Te Amo (1996), con los actores poniéndose a bailar sorpresivamente. Travaux,..., tercer largometraje de la realizadora y actriz Brigitte Roüan (Outremer/1990, Post coïtum animal triste/1997), se desarrolla en el gran apartamento de Chantal, donde vive con sus dos hijos, un adolescente flojo dedicado a fumar mariguana, y una preadolescente problemática, a la que le empiezan a gustar los chicos.

Chantal es una abogada comprometida en defender los derechos y causas de los inmigrantes ilegales. Participa en manifestaciones de inmigrantes inconformes con su situación, visita a sus clientes en barrios pobres de París, defenderá a un grupo de subsaharianos a punto de ser echados de su casa y, por si fuera poco, empleará a unos albañiles colombianos, inexpertos y sin papeles, para que lleven a cabo la inmensa remodelación de su “loft” y convertirlo en un duplex.

Algo que no me acabó de convencer en esta comedia, es el guión demasiado débil escrito por la misma Briggitte Roüan y Eric Besnard. Además del hecho de ver que jamás se queja un solo vecino por el ruido que hacen los albañiles, la causa por la que esta fuerte y talentosa abogada toma la decisión de remodelar su loft, es sólo para correr de ahí a un cliente, poco agraciado, calvo, pero muy chistoso, con el cual ha pasado una noche de pasión por obra y gracia del alcohol.

Sin embargo, gracias a los buenos gags y al buen trabajo de todo su reparto, Travaux se erige como una divertida película, sin otra pretensión que entretener. Lo en verdad gracioso será ese montón de albañiles improvisados, dirigidos por un arquitecto con mucha inspiración (muy gracioso Marcial Di Fonzo Bo), que no habla sino “mastica” el francés. Parte del encanto residirá en la complicada forma de comunicarse en francés entre estos “artistas” de la espátula y el concreto.

El mensaje sobre la necesidad de la fuerza de trabajo inmigrante es claro y bienvenido, pero el filme adolece de la falta de una mejor historia, para aprovechar bien a un personaje como Chantal, una abogada a la que le gusta bailar, es fuerte en la defensa de la causa inmigrante, pero débil en los asuntos del corazón.


++ La película fue estrenada en el Festival de Cannes 2005.
++ Los problemas del lenguaje reflejados graciosamente en la película, ocurrieron también durante el rodaje. La realizadora Brigitte Roüan confesó en entrevista a un servidor, que lo más difícil fue comunicarse con todos los actores latinoamericanos.++ Roüan comenta también que no le fue difícil convencer a Hugh Grant para realizar una pequeñísima participación en la película.

EN CARTELERA: NEXT DOOR * *

Llega un punto en Next Door (Naboer, Dinamarca-Suecia-Noruega, 2005), el más reciente filme del realizador noruego Pal Sletaune, en el que todo lo que se empezó a construir con cuidado, se convierte en un total desbarajuste, sin que en ningún momento el director sea capaz de regresar sobre sus propios pasos y tratar de arreglar el lío en el que ha metido a su protagonista.

Lo que prometía ser una interesante historia, termina como un aburrido relato de suspenso psicológico, que tenía como su carta más fuerte el jugar con un solo escenario: un descuidado apartamento habitado por dos chicas, de no mal ver pero de mucho cuidado, al arrastrar con sus particulares encantos a John (Kristoffer Joner), su recién llegado vecino, quien luego de ser abandonado por su novia, querrá -y no querrá- consolarse con sus nuevas vecinas.

El inquietante elemento claustrofóbico es dejado de lado, cuando el director pierda el control de su fragmentada y caótica historia, que nos lleva a quedarnos helados, no por ver las torturas psicológicas a las que es sometido John, sino por presenciar un rompecabezas narrativo que termina con muchas piezas faltantes.

Todo empieza cuando John, sin novia ni perro que le ladre, empieza a sentir curiosidad por su par de vecinas del apartamento de al lado, las cuales no dejan de hacerle ruido en la pared. Poniendo mucha resistencia al inicio, y tras aceptarles dos o tres tragos, John se convertirá en prisionero de las chicas, hasta ser víctima de una suerte de juego del “gato y el ratón”, en el que el sexo, la tortura física y la manipulación psicológica serán los ingredientes principales, en un laberíntico escenario que poco a poco sumergirá a John en una pesadilla, sin que pueda saber si es real o el producto de su mente atormentada.

Si algo ayuda a que el trabajo de Sletaune nos mantenga más o menos atentos a lo que está sucediendo en pantalla, es el buen diseño de arte de Jack Van Domburg, que a través de un simple entramado de muros consigue un ambiente opresivo y asfixiante, creciendo al máximo hacia la parte final de la cinta. Pero poco ayuda al realizador centrarse con sumo cuidado y detalle en estos aspectos, en el que también pueden incluirse una buena banda sonora y fotografía, cuando el plano y divagante guión escrito por el mismo Sletaune, que parece no llevarnos a ningún lado, se lleve todo el asunto al traste.

martes, 10 de julio de 2007

DVD: ED WOOD * * * *

En Ed Wood (E.U., 1994), sexto largometraje de Tim Burton (con seguridad, una de sus obras maestras junto al Joven Manos de Tijera/1990), el inclasificable director rescata la figura de Edward D. Wood Jr., considerado el peor director de la historia del cine, responsable de películas en las que se agrupaban pésimas historias, producidas con presupuestos irrisorios y protagonizadas por actores improvisados. En general, proyectos caracterizados por estar realizados con poca o nula inteligencia .

Como realizador, el mismo Ed Wood era un improvisado, protagonista ocasional de sus propias películas, metiendo incluso en ellas a su novia, Dolores Fuller (Sara Jessica Parker). Interpretado por un muy inspirado Johnny Depp, Ed Wood es uno más de los personajes freaks e inadaptados que tanto han abundado en la filmografía de Burton, logrando -como casi siempre- que uno acabe en parte conmovido, en parte fascinado y -muy a pesar nuestro- admirando a este extraño sujeto, que no podía ocultar su inclinación por el travestismo ni en sus propios trabajos (en “Glen o Glenda”/1953, interpretaba a un hombre anhelando cambiar de sexo), así como declararse ferviente admirador de Orson Welles.

Ed Wood tratará de sacar provecho de su encuentro inesperado con un avejentado Bela Lugosi (magistralmente interpretado por Martin Landau, trabajo por el que ganó un Oscar a Mejor Actor de Reparto), a quien dará un papel en una de sus películas, para intentar sacarlo del olvido y devolverle su calidad de estrella, y de paso convencer a los productores para que le dieran financiamiento.

Ed Wood, gran admirador de Lugosi desde que lo vio en Drácula (Browning, 1931), logrará de nuevo poner al actor húngaro en la mira de la prensa, en el papel de un científico en Glen o Glenda (1953). Sin embargo, Wood pronto se dará cuenta que el poderoso conde Drácula de antaño, el gran “monstruo” cinematográfico por excelencia, es ahora un solitario anciano, que vive rodeado de unos perros falderos y con una terrible adicción a la heroína.

La película, filmada en blanco y negro, tiene todo su conmovedor y torturante encanto en la dependiente relación que se va forjando entre Ed Wood y Bela Lugosi (el mismo Burton ha confesado que se inspiró en su amistad con Vincent Price). Wood y Lugosi son una especie de príncipe y rey, entre una galería de personajes igual de raros y marginales, miembros de una parte de Hollywood obscura y relegada de todo el glamour y los grandes presupuestos. Wood y Lugosi tendrán también la relación de un dedicado nieto con su abuelo enfermo.

Wood intentará, ante todo, llegar a ser un cineasta tan independiente y bueno como Orson Welles (Vincent D’Onofrio), con quien tendrá un fantasioso encuentro, confesándole el mítico director que pasó los mismos problemas que él en la producción del Ciudadano Kane, obra maestra de la cual Burton tomó algunas referencias visuales en su diseño del filme.

Burton dota a su Ed Wood de cierta calidad de héroe incomprendido. A pesar de haber sido un guionista sin pizca de talento y un realizador para el cual la palabra perfección no existía (nunca hacía más de una toma en el rodaje de las escenas), Edward D. Wood Jr. -según nos enseña la película- simplemente quiso hacer algo diferente dentro de la industria en los 1950, luchar ciegamente contra fórmulas establecidas y el star system de Hollywood, encontrando en el reciclaje de pseudo celebridades, la materia perfecta –y más barata- para sus películas.

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