martes, 17 de diciembre de 2019

KLAUS

Los orígenes de Santa como nunca te los han contado antes.
Cada vez más las películas navideñas se alejan de la tradicional imagen del Santa Claus bonachón y gordinflón, de grandes mejillas rosadas y panza temblorosa, así como de las clásicas tramas en dónde el buen Santa siempre están en peligro y hay que salvarlo, incluyendo a la Navidad. Klaus rompe completamente con esas fórmulas desgastadas, primer largometraje animado producido por Netflix, junto a la casa de animación española "Sergio Pablos" (de hecho, el nombre del director del filme).
Klaus se erige como el filme navideño del año, no únicamente por la calidad de su animación (sin ser precisamente Pixar o Disney, es de primer nivel), que si bien es digital, tiene ese toque retro de la animación tradicional dibujada a mano, cuadro por cuadro, de los 1960s, 1970s y 1980s, sino ademas, porque su historia en sí es sumamente original y está bien escrita.
Jesper (voz de Jason Schwartzman), hijo del jefe de la oficina postal de algún país imaginario del norte de Europa, es enviado por éste a Smeerensburg, un lugar recóndito y lejano a trabajar como cartero, para que se le quite lo flojo y siente cabeza. Para regresar a casa, Jesper debe hacer el envío de un determinado número de cartas (alrededor de 6,000) y así cumplir con el acuerdo que tiene con su papá. Ahí, Jesper conocerá al señor Klaus (voz de J.K. Simmons), un viejo leñador y ex fabricante de juguetes, el cual aquel se dará cuenta que podría serle de utilidad para salir pronto de aquel pueblo gris y triste; con niños analfabetas, una guerra entre dos familias, una maestra que no desea seguir enseñando (voz de Rashida Jones), y en general, con una total falta de vida, y lo peor ---sin espíritu navideño.
Lo mejor de Klaus, es que en medio de este ambiente la historia poco a poco va creando una magia muy particular e irresistible, que va creciendo como bola de nieve hasta que, al final, te termina atrapando. Klaus, como personaje, es un misterio que irá revelándose a sí mismo gradualmente. Al final, una historia sobre los orígenes de Santa Claus como nunca antes te los habían contado, y lo mejor es que, gracias a que resulta graciosa y conmovedora a la vez, termina tocando tu corazón.
⭐️⭐️⭐️⭐️

THE IRISHMAN


Robert De Niro, Al Pacino y Ray Romano
Martin Scorsese ha recomendado una cosa para ver The Irishman, su más reciente película en coproducción con Netflix: "Por favor, no la vean en sus teléfonos. Al menos, véanla en una Ipad, con pantalla de buen tamaño". Y se recomienda suficiente batería, ya que el filme tiene una duración de tres horas y media. Scorsese ofrece en The Irishman su particular versión sobre la historia del líder sindical Jimmy Hoffa, y aventurar una teoría sobre lo que pudo haber sucedido con él (Hoffa desapareció del panorama, y su cuerpo nunca fue encontrado).
Basado en el libro escrito por Charles Brandt, The Irishman es una épica de dimensiones mastodónticas, narrada en tres tiempos simultáneos. La historia de Hoffa es contada a través de los ojos de Frank Sheeran (Robert De Niro, simplemente supremo), desde su incursión dentro del mundo de la mafia como matón y chofer, pasando por el nacimiento de su gran amistad con Hoffa (Al Pacino, fenomenal). Todo es narrado en un estilo a la Goodfellas (una de las mejores películas de Scorsese), y mucho también del estilo de Los Soprano. Como si de una "muñeca rusa" se tratara, la estructura de la narración es de "flashbacks dentro de flashbacks", recuerdos dentro de otros recuerdos. Un anciano Frank nos cuenta, desde su silla de ruedas en un asilo, todo lo que su memoria le permite, desde sus días como soldado durante la Segunda Guerra Mundial, hasta que, más tarde, se convirtió en conductor de camión, en donde empezó a cometer sus primeros crímenes.
En el primer flashback, Frank recuerda el viaje por carretera que hizo, a mediados de los 1970, junto a su jefe, Russell Bufalino (Joe Pesci, genial), un líder mafioso con quien también Frank desarrollará una amistad cercana. De ahí, nos iremos unos veinte años atrás, justo cuando hagan una parada en una estación de gasolina, en donde se conocieron por los años 1950. ¿El destino hacia dónde se dirigen? Decirlo sería revelar mucho en esta reseña, algo de todas formas imposible de describir, considerando que nos enfrentamos a una historia que abarca casi 3 décadas. Baste decir, que uno de los puntos en la historia que sacudirá las vidas de los 3 personajes, es el asesinato de John F. Kennedy, con la insinuación de que este llegó al poder con un empujón de la mafia.
Tal vez muchos se desanimen de sólo escuchar la duración de la cinta; tal vez suene también como un filme apto nada más para fans del cine de Scorsese. Nada más lejos de ser así. Scorsese sabe cómo engancharte en una historia fascinante, que tiene casi de todo: intriga política, melodrama de juicios en la corte, historias de la mafia (los fans de Scorsese, simplemente, se deleitarán), etc. Parece el mismo Scorsese, y no Frank, sentado en la comodidad de su casa, quien nos cuenta estas historias. The Irishman se siente parte ficción, parte un falso documental. La envoltura del filme es el de una suculenta banda sonora, llena de "oldies" y grandes éxitos.
Pero si hay algo verdaderamente interesante, es ver a Scorsese jugar con tecnologías digitales. No es que no lo haya hecho antes (The Aviator, Gangs of New York). Aquí, el director juega con el ya muy socorrido "botox digital", la tecnología para "rejuvenecer" actores. Aquí se usa para quitarle unos 20 o 25 años de encima a de De Niro. Lo mejor, es que luce aceptable y convincente, al menos la mayor parte del tiempo, cuando no le hacen close-ups. Cuando los hay, su rostro se ve extraño, algo en la mirada que se nota artificial, con los ojos de un rostro amuñecado o de cera. Pero es algo que, en lo personal, prefiero, a que hubieran escogido a otro actor para interpretarlo de joven.
Lo cierto, es que la actuación de De Niro es tan poderosa, que este aspecto visual de los efectos especiales, por fortuna, no termina siendo tan distractor. Es más lo que dice con su sola presencia y fisicalidad, que con palabras. Frank es un ser silencioso, de pocos diálogos. En ese sentido, el verdadero espectáculo de The Irishman, por encima de todo, termina siendo ver por primera vez en un filme a tres actores icónicos compartiendo pantalla. De Niro y Pesci juntos otra vez desde Goodfellas; Al Pacino en su primer filme colaborando con Scorsese. En lo personal, me gustó más el Jimmy Hoffa interpretado por Jack Nicholson en Hoffa (1992), de Danny DeVito. El parecido era impresionante. Pero Pacino también resulta espectacular, hace suyo el personaje, te atrapa en cada escena. Nada más en esa escena en donde todos están viendo por tele la noticia del asesinato de Kennedy, Pacino, con una mirada perdida, lo dice todo. Podemos sentir lo que piensa, preocupado por lo que vendrá después, por lo que dirá a la prensa. Hay culpa en su mirada, mezclada con consternación ¿Tuvo algo que ver en el asesinato?
Mención aparte merece la edición de la eterna colaboradora de Scorsese, Thelma Schoonmaker, así como la dirección de fotografía del mexicano Rodrigo Prieto. Schoonmaker hace un trabajo admirable, en su manera de armar esta inmensa historia en 3 narraciones paralelas, sin que el resultado se sienta muy saturado; considerando la complejidad de la historia, con saltos continuos de un tiempo a otro. Hay fluidez en la narración y sin que se pierda el hilo. Mientras, la dirección de fotografía de Prieto es eficiente, un notable trabajo al saber reflejar cada época sin ser llamativa en exceso, funcional sin ser demasiado atmosférica, o con demasiadas diferencias entre una década y otra.
Si tengo un pero, es que la duración del filme, al final, termina jugando en su contra. Pocos serán los que la vean toda en una sola sentada, y muchos quienes la vean en dos, o hasta tres partes (quienes la vean en Netflix cómodamente en sus casas). Mucho le hubiera convenido a Scorsese un formato de miniserie en 3 episodios. Como sea, The Irishman es uno de los mejores filmes del año (contendiente al Oscar, ya que tuvo estreno en cines en E.U. e Inglaterra), y uno de los mejores en la filmografía de Scorsese. 
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

MIRREYES CONTRA GODÍNEZ


LO SIENTO, MIRREY.
No hay nada que perderse en este bodrio, que por razones difíciles de creer pasó por las salas de cine este año (esa clase de películas que en Estados Unidos, por ejemplo, son estrenos directos en DVD y Blue-Ray, sin siquiera tocar las pantallas de cine). Digo que no hay nada de qué perderse, porque luego de ver los primeros 15-20 minutos ya sabes de qué irá la historia y cómo terminará. Chava Cartas, su director (responsable de "Treintona, Soltera y Fantástica", otro bodrio), no hace mas que recurrir a la ya muy oxidada y desgastada fórmula de "los polos opuestos se atraen", forzados a juntarse y hacer equipo les guste o no, para salvar una empresa fabricante de zapatos.



El resultado, es como ver un sitcom telenovelezco sacado de la televisión abierta, con una floja dirección de actores (actuaciones grises y blandas), personajes que rozan el cliché (por ejemplo, del lado de los "niños ricos" el infaltable amigo judío, susceptible de ser ridiculizado, la recepcionista gordita simpaticona, la secretaria curvilínea y buena, etc), con una química entre sus personajes que se siente forzada. Y no por llevar a cuestas el mensaje positivo de "la unión hace la fuerza", o de "la importancia del trabajo en equipo", Mirreyes contra Godínez vale la pena. Nada más lejos de ser así. El problema, es que toda su trama es tan difícil de creer y de tragarse, que termina siendo un cuento de hadas romántico (subido de tono y no muy sutil en sus escenas del parque acuático) sobre el derrumbe de la barrera de clases; concebido sin ingenio, originalidad, creatividad, y lo peor, sin ser gracioso. Una más a mi lista de lo peor del 2019.
1/2

DOCTOR SLEEP

¿EN DÓNDE ESTÁ JOHNNY? Ewan McGregor.
¿Ha quedado lejos el impacto que causó The Shining en su momento, como para que una secuela resuene del mismo modo en el público de hoy? Un poco. Pero habrá muchos que hicieron su tarea, y antes del estreno de Doctor Sleep fueron a revisar -o tal vez ver por primera vez- The Shining, de Stanley Kubrick (por cierto, odiada por Stephen King debido a que no era nada fiel a su novela), en su muy oportuno reestreno en cines recientemente; para ver en toda su gloria y en pantalla grande a Jack Nicholson gritar "Here's Johnny!!"
Doctor Sleep, secuela de The Shining, es el regreso de Stephen King al universo de la familia Torrance, específicamente, del hijo, Danny Torrance, luego de la traumática experiencia que de niño vivió en el Hotel Overlook, 36 años atrás.

Aunque considero a The Shining un excelente filme (clave en el cine de Kubrick), nunca he sido -como el mismo Stephen King- fan del mismo. Creo que la novela es superior al filme, el cual dejó mucho del elemento sobrenatural del libro fuera. Esto último no sucede en Doctor Sleep, dirigida por Mike Flanagan (quien dirigió Gerald's Game, también basada en un libro de King) y coescrita por el mismo Stephen King. Tal vez no sea indispensable ver primero The Shining, pero sí es recomendable. Al inicio, Doctor Sleep es un gran tributo a Kubrick, recreando con una fidelidad sorprendente una escena clave: el pequeño Danny recorriendo en su triciclo los pasillos del hotel, poniéndonos a su misma altura como espectadores, viendo desfilar las grecas de la colorida alfombra de naranja brillante. No tendremos a Shelley Duval ni a Danny Loyd (quien hace un cameo), quienes interpretaron a la mamá y a Danny en el primer filme, pero con todo y tener actores distintos interpretándolos, la conexión entre el primer filme y este se hace de inmediato.
Después de haber vivido en el Overlook, el Danny adulto (Ewan McGregor) sigue teniendo el "resplandor", el don psíquico de ver fantasmas y espectros malignos, además del poder de leer mentes. El problema de Dan es su alcoholismo, el cual ha decidido afrontar, ingresando a un grupo de Alcohólicos Anónimos gracias a un amigo (Cliff Curtis). Pero también, el filme nos cuenta el poco convencional encuentro entre Dan y Abra (Kyliegh Curran, estupenda), una niña que también posee el "resplandor", pero a su corta edad aún más poderoso, y que los lleva a establecer una conexión telepática.
¿Por qué Dan es apodado Doctor Sleep en su trabajo en un asilo de ancianos? Dejo al espectador descubrirlo. La historia se estanca un poco entre este ir y venir psíquico entre ambos personajes al inicio, con Dan tratando de superar su problema con el alcohol. La historia verdaderamente arranca cuando ambos deciden tomar un caso en sus manos: un niño superdotado y también "resplandeciente", que ha sido raptado por una banda formada por una especie de "vampiros" ermitaños, dirigidos por una atractiva líder, Rose the Hat (Rebecca Ferguson). Para sobrevivir, sus miembros necesitan absorber el alma y energía de niños con dotes psíquicas.
Doctor Sleep es un filme algo largo (dos horas y media de duración), pero lo mejor y más interesante es que, con todo y sus conexiones-tributo al primer filme de 1980, Flanagan sabe cómo hacer un filme único y original, que sabe nadar por sí mismo. Se podrían prescindir de esas "ataduras", y tener un muy buen filme de suspenso psicológico-paranormal, que se sostiene por sí mismo. Es excelente su forma de contar las historias de ambos personajes y de saberlas ligar. Dan no tardará en darse cuenta que, aunque más poderosa que él, Abra es un reflejo de su propia niñez, a quien siente la necesidad de ayudar y proteger. Flanagan sabe construir de inmediato una conexión paterno-filial en la trama que nos engancha, y que termina siendo el alma del filme.
Quienes hayan visto en Netflix la excelente The Haunting of Hill House (del cual Flanagan es creador y guionista) sabrán la clase de horror de la que hablo, y sentirán similitudes entre ambos trabajos. Especialmente, por que tanto la serie como la película apuestan por un horror más psicológico, de más impacto emocional (una escena en particular a mitad del filme es difícil de ver por su crudeza). Los fans de la cinta de Kubrick y los cinéfilos vibrarán con el regreso al Hotel Overlook, con toda su fiel recreación y con lujo de detalle (incluyendo el laberinto en el jardín). Y si el único pero de Doctor Sleep es cierta falta de solidez, estamos ante uno de los filmes más terroríficos del año.
⭐️⭐️⭐️⭐️

TERMINATOR: DARK FATE


ESTÁ DE VUELTA, BABY
Mackenzie Davies y Linda Hamilton.
No es difícil adivinar la estrategia usada por los productores para intentar resucitar la ya desgastada saga de Terminator: "¡Rápido, llamen a Linda Hamilton!" Y he aquí a Linda Hamilton en Terminator: Dark Fate, sacada del olvido, algo apolillada tal vez, pero con todas las ganas del mundo para interpretar nuevamente a la ya muy avejentada Sara Connor. Algo podía presentirse al respecto desde el anterior filme, Terminator Genisys (2015), en donde el personaje estuvo de vuelta en versión juvenil, interpretada por Emilia Clarke (Game of Thrones).
Para quienes hayan estado siguiendo la serie de filmes, una o dos cosas no tendrán mucho sentido en Genisys luego de ver Dark Fate. Por ejemplo -y sin revelar mucho de la trama- ¿cómo es que John Connor aparece en aquel filme (intepretado por Jason Clarke), considerando lo que vemos al inicio de Dark Fate? Coherencia y lógica no tienen mucha importancia en estas grandes franquicias, siempre y cuando se vea potencial monetario y el signo de dólares en la taquilla. Aunque está por verse el éxito que pueda tener Dark Fate, ya que la película, en general, no es otra cosa que maaás de lo mismo. Podría decirse también, que la nueva película parece más un remake de Terminator 2: Judgement Day (de 1991, e infinitamente mejor para ser honestos), sólo que con sus dos estrellas, Hamilton y Arnold Schwarzenneger, ahora con muchos años encima. Ambos esta vez son más "secundarios", frente a sus más jóvenes coestrellas. La historia, en comparación, es más descafeinada, derivativa, y sin la misma emoción y adrenalina.
Toca ahora a Mackenzie Davis (The Martian, Blade Runner 2049) llevar las riendas en cuanto a acción se refiere y patear uno que otro culo robótico. Davis es la heroína, Grace, mitad humana y mitad máquina, enviada desde el apocalíptico futuro que ya nos sabemos (en donde la rebelión contra el cataclismo provocado por Skynet continua), para (sí, adivinaron) llevar a cabo una misión: proteger con su vida a una chica mexicana, Daniela (Natalia Reyes). ¿Defenderla de quién? De una nueva amenaza, el REV-9 (Gabriel Reyes), una máquina doblemente letal, ya que es capaz de autoclonarse y, como el T-1000 de Judgement Day, de copiar la forma de quien tenga enfrente. ¿Por qué es tan especial Daniela? Suficiente será decir que su vida es decisiva para la lucha que en unos 20 años se llevará a cabo contra las máquinas.
Los fans adivinarán de inmediato hacia dónde va todo, y llenarán fácilmente los espacios que faltan. Aunque Dark Fate es más pan con lo mismo, al estar dirigida por Tim Miller (director de Deadpool), y escrita por James Cameron, es de esperarse que el punto fuerte del filme (por cierto, con mucho sabor mexicano) son las escenas de acción. Un par de secuencias tienen adrenalina de sobra, aquellas en las que "Anold", de regreso como el T-800, se deberá enfrentar al REV-9, demostrando que podrá ser un viejo robot asesino, pero todavía no está obsoleto y tiene carga para rato. Linda Hamilton no se queda atrás, demostrando que sigue en plena forma, gruñendo sus líneas con mucho regusto serie B, y que su reencuentro con el viejo T-800 no será en términos muy amistosos. Si por algo vale la pena Dark Fate, no nada más es por la adrenalínica y palomera acción, sino por la emoción cinéfila de ver a Hamilton y a Arnold juntos nuevamente en pantalla, repitiendo sus papeles para un posible ajuste de cuentas, mientras que este último intenta demostrar que, debajo de sus cables, circuitos, y tornillos, puede haber un corazón. Y seguro... esta historia continuará.
⭐️⭐️1/2

miércoles, 30 de octubre de 2019

HUSTLERS


Jennifer López y Constance Wu planeando una
redituable venganza.
Por difícil que sea de creer, los eventos reflejados en Hustlers están basados en hechos de la vida real, específicamente, durante la crisis financiera de Wall Street, en 2008. Hustlers, dirigida por Lorene Scafaria (Seeking a Friend for the End of the World), usa el tema de la crisis como telón de fondo, para contar cómo un grupo de bailarinas exóticas (vamos "strippers") deciden llevar a cabo una venganza en contra de sus muy adinerados clientes, principalmente, profesionistas de las finanzas y corredores de bolsa. Dichos clientes, si bien han dejado muchos miles de dólares en el club nocturno, tal vez no han tratado con el respeto que merecen a sus empleadas.
Jennifer Lopez (J-Lo para los fans) interpreta a Ramona, la estrella del strip club, así como la mente maestra detrás de un plan-sin-fallas, que junto a Destiny (Constance Wu), una chica apenas empezando en el negocio, llevará a cabo. Destiny ha sido deslumbrada por las actuaciones de Ramona en el escenario, desde el primer momento que la vio bailar. Pero pronto descubrirá que no todo es baile, luces, y música, ya que, luego de recibir consejos y tips de Ramona sobre cómo triunfar en este trabajo, verá que muchas veces habrá que hacer "cosas extra" con los clientes en privado. Cuando surgen las noticias de la crisis, Ramona y Destiny decidirán llevar a cabo una venganza en contra de, citando a aquella, "todos aquellos hijos de p*** que trabajan en la bolsa, que provocaron esta crisis y nos robaron nuestro dinero". La mecánica es muy simple: ir a bares, cazar a sus víctimas junto a otras dos amigas, Anabelle (Lily Reinhart) y Mercedes (Keke Palmer), drogarlos, y llevarlos al club, para robarles lo que puedan y drenar sus cuentas bancarias.
Destiny le cuenta toda su historia, años después, a una periodista (Julia Stiles), mientras vemos episodios de toda la historia en flashbacks. El relato no deja de ser polémico, al igual que discutible. Con un enorme signo de interrogación en nuestros rostros, nos preguntamos ¿Al urdir su plan, no son Ramona y compañía iguales o peores que sus víctimas? Sin duda. Pero el problema principal del filme, es lo mucho que un relato precautorio como este, con todo y el clásico mensaje de "el crimen no paga", tiende a caer en lo superficial. Su guión, si bien entretenido gracias a sus momentos y diálogos graciosos, no tiene un buen balance entre este aspecto y el profundizar más sobre el tema. No es que el filme no valga la pena. Jennifer Lopez y Constance Wu ofrecen buenas actuaciones, especialmente esta última, quien es la que provee el lado vulnerable y emocional a la historia. Su abuela (Wai Ching Ho) se roba algunas escenas, pero su personaje decidió hacer oídos sordos y aparentar indiferencia, mientras su nieta le daba fajos y fajos de dólares, así como regalos caros, sin nunca preguntar de dónde provenía todo.
Hay algo de irresponsable en mostrar a Ramona y sus amigas en algo cercano a unas heroínas. No lo son, por supuesto, y tampoco son versiones femeninas de Robin Hood. Para haber sido producida por Adam Mckay, a la película le falta mucho del tratamiento irreverente y estilo rompe-esquemas de sus películas (Hustlers podría ser una buena pieza de acompañamiento para The Big Short, de Mckay, que trata mejor y más a fondo el tema de la crisis del 2008). Si por algo se salva la película, es por tener el corazón bien puesto en la fuerte amistad entre Ramona y Destiny, en tanto, la mejor línea es dejada para el final, en boca de Ramona: "esta ciudad, este país, es un enorme strip club; tienes a gente arrojando el dinero, y a gente haciendo el baile".
⭐️⭐️⭐️

MALEFICENT: MISTRESS OF EVIL

Angelina Jolie regresa como Maleficent.
¿Era necesario ampliar y complicar un cuento de hadas que ya había sido contado por la Disney de una manera simple y sencilla en su versión animada de 1959? No, por supuesto que no lo era. Sin embargo, Maleficent (2014), la primera cinta de esta saga "corregida y aumentada" de la "Bella Durmiente", no dejó de despertar cierta fascinación gracias al giro y aproximación tomado, una película en "acción viva" sobre los orígenes de su villana de enormes pómulos (algo que casi no está de moda actualmente ¿cierto?), Maléfica, con el rostro de Angelina Jolie. La idea, fue contarnos que Maléfica no siempre fue la bruja diabólica y malvada que todos creíamos, sino una especie de "ángel caído"; un ser fantástico y alado con una infancia feliz, pero que durante su juventud tuvo la mala fortuna de involucrarse con el hombre equivocado.
Advertencia: es necesario haber visto la primer película para poder entender y seguir el hilo de la recientemente estrenada secuela, Maleficent: Mistress of Evil. Desafortunadamente, esta segunda parte no es tan buena como la primer película (dirigida por el especialista en efectos especiales Robert Stromberg, que de hecho, fue su película debut como director). Al menos, el primer filme acabó funcionando, gracias a que te conseguía enganchar en todo el entramado dramático conjurado por sus escritores, con todo y lo saturado que estuvo de criaturitas mágicas y escenarios fantásticos (te transporta eficientemente al universo de Maléfica, una cruza de un mundo medieval con el de Narnia, y el Señor de los Anillos). El cuento clásico en su versión con actores de carne y hueso, es más una historia sobre la verdadera maternidad-paternidad (no siempre exclusivo de los madres y padres naturales), que otra cosa.
El problema, es que casi no hay nada en esta secuela de lo que sí ofreció la anterior cinta, empezando por un buen arranque. Aurora (Elle Fanning, nuestra otrora "bella durmiente") está buscando poder casarse con su "príncipe azul" (Harris Dickinson), cosa que Maléfica no ve con buenos ojos. En resumen, cree que el matrimonio con un príncipe de otro reino distraerá a Aurora de sus deberes como reina del bosque mágico. Baste decir -sin contar mucho-, que la primer reunión entre los futuros suegros, es decir, los reyes interpretados por Michelle Pfeiffer y Robert Lindsay, no resultará como se esperaría en un cuento de hadas, yéndose más hacía un melodrama de "guerra entre consuegras", con otro personaje condenado a un profundo sueño.
Una pregunta muy existencial sí termina surgiendo con esta segunda parte: ¿Maléfica está sola en este mundo? Es decir ¿Hay otros seres de su misma especie en algún lugar? La respuesta es sí. Ella no se hará a sí misma esa pregunta, sino que el descubrimiento de sus congéneres será puramente accidental. Este nuevo filme, dirigido por Joaquim Ronning hubiera tomado caminos más interesantes si sus guionistas hubieran desarrollado más esa parte de la historia. Por otro lado, es una pena que Imelda Staunton, Lesley Manville, y Juno Temple, quienes interpretan a las hadas protectoras de Aurora, y que en el primer filme agregaron un buen toque de comicidad, ahora no aparecen en carne y hueso, sino completamente en digital y no tan graciosas como antes. Sin embargo, Sam Riley, como el cuervo convertido en humano, sigue agregando su toque de trágica inocencia como fiel servidor de Maléfica.
Lo que sí es interesante, es ver el toque de diversidad racial en el reparto, con los miembros de la especie de Maléfica siendo interpretados por actores asiáticos, afroamericanos, hindúes, etc. En ese sentido, sobresale Chiwetel Ejiofor, interpretando al líder y gurú de un clan, que encabezará una rebelión contra la reina Ingrith (Pfeiffer). Si bien la imponente y bella presencia de Angelina Jolie sigue dominando la pantalla, la película desperdicia lo que hubiera sido una excusa mejor para regresar a este universo: ahondar más en la complejidad de maléfica; en su dicotomía de bondad y maldad, teniendo, por el contrario, una especie de Game of Thrones para niños.
⭐️⭐️1/2

JOKER



EL QUE RÍE AL ÚLTIMO... Joaquín Phoenix en una nueva encarnación
de The Joker.
Si tuviera que contar la cantidad de Jokers que ha habido en cine y tele (desde el interpretado por César Romero en la serie de Batman de los 1960, pasando por el de la serie animada al cual Mark Hamill dio voz), estaría perdido. La verdad, ya he perdido la cuenta. De todas formas, cada uno de nosotros tenemos nuestro favorito (para mí, sería el de Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton). Tal vez ahora incluya en mi lista el de Joaquin Phoenix en Joker, filme que se centra por primera vez en los orígenes del archivillano más icónico y complejo que haya tenido Batman. Y vaya Joker (o Guasón en estas latitudes), muy parecido al interpretado por el fallecido Heath Ledger en The Dark Knight. Aún así, Phoenix ha sabido imprimirle un pathos original. Además, el actor del labio leporino no podría haber estado más que perfecto para este trabajo. La historia de este filme, dirigida por Todd Philipps, más especializado en comedias que en otra cosa (para empezar, dirigió toda la trilogía de The Hangover) tiene extrañas similitudes con la reciente historia del actor, a quien, por inicios de esta década, le dio por querer dejar la actuación para iniciar una fallida carrera como rapero-hip-hopero (todo está en el documental I'm Still Here).
Es impresionante el peso que Phoenix perdió para interpretar al Guasón, aquí alter ego de Arthur Fleck, un pobrediablezco tipo que trabaja como payaso, ya sea haciendo malabares con un letrero para publicitar un negocio en las calles de Ciudad Gótica, o para entretener a niños enfermos en el hospital. Ambientada a inicios de los 1980, el relato nos cuenta cómo Fleck luchará por alcanzar su sueño de convertirse en un exitoso comediante. Algo que resulta interesante, es el hecho de ver durante la primera mitad que la memorable carcajada del villano se debe a una enfermedad compulsiva incontrolable. Aunque resulta por momentos irritante ver y oír en muchas escenas a Phoenix carcajearse incontrolablemente hasta echar las anginas (la risa loca del Mozart de Tom Hulce en Amadeus es graciosa y dulce en comparación), al final, este aspecto pasa a segundo plano. Uno acaba sucumbiendo en total empatia hacia un tipo patético, que recibe palizas casi a diario; al que todo le pasa y nada le funciona. Lo que mejor sabe hacer Arthur no es precisamente contar buenos chistes y ser gracioso (para lo cual, por cierto, es terrible), sino cuidar a su mamá (Frances Conroy, de American Horror Story), con quien vive.
Lo admirable de la dirección de Phillips, es que no tarda en sumergirnos en un mundo sofocante, obscuro, y violento, que más que lucir como las recientes adaptaciones de cómics de la DC, está más aterrizada en las calles nocturnas de Mean Streets o Taxi Driver, de Scorsese. No es extraño que Arthur termine recordándonos a los cinéfilos al Travis Bickle de Taxi Driver, entrada la segunda mitad de la película (¡Y sorpresa, sorpresa! Robert DeNiro aparece aquí haciendo un pequeño papel, como el anfitrión de un talk show), o al aspirante a comediante de The King of Comedy (también de Scorsese).
Pero se supone que estamos en Ciudad Gótica, no en Nueva York. Y entre que si estamos ante un plagio o un "filme inspirado en...", el verdadero deleite es ver la actuación de Joaquin Phoenix y su gradual transformación en el villano. Cierto incidente en el metro, no nada más detonarán en él las psicosis que acabarán moldeándolo, sino en toda la ciudad, con una plaga de violencia que pondrán difícil a Thomas Wayne (Brett Cullen) su elección como gobernador de la ciudad; el papá de cierto niño de nombre Bruce, quien más adelante se convertirá en el vigilante nocturno que todos conocemos.
Lo scorsesiano no nada más está en lugares, atmósferas, y personajes, sino también en el uso de la música. Hay una selección de canciones estupenda, con insistencia en el tema de los payasos y lo tragicómico de su profesión (otro tema del filme), especialmente en la canción "That's Life", clásica interpretada por Frank Sinatra. Y hablando de musicalidad, quizás este sea también el primer Joker con cierto sentido del ritmo en todos sus movimientos, cosa que Phoenix sabe imprimir con algunos pequeños bailes y contorsiones, que logran también acentuar sus cualidades enfermizas, que incluyen delirios y alucinaciones, que dan a este Guasón dimensiones nunca antes exploradas. ¿La venganza de un comediante, abusado y fracasado, contra su público y la sociedad?
Este filme sobre el Guasón tal vez no vaya a ser para todos, especialmente fan boys que seguramente estarán buscando más acción y efectos especiales, o sea, el factor entretenimiento y espectáculo, que incluso los filmes de Batman de Christopher Nolan sí tienen. Lo que tenemos aquí es algo completamente alejado de todo eso, un verdadero estudio de personaje, muy psicológico, que toma su tiempo para incubarse y desarrollarse; para diseccionarlo y observarlo, pero que con seguridad los amantes de los cómics encontrarán intrigante y fascinante.
⭐️⭐️⭐️⭐️

lunes, 7 de octubre de 2019

AD ASTRA


ÚLTIMA PARADA: NEPTUNO. Brad Pitt cruzará el Sistema Solar para
encontrar a su padre. 
En ocasiones, nos toma por sorpresa una buena actuación de Brad Pitt. Y si su actuación en la recientemente estrenada One Upon a Time... in Hollywood no me impresionó mucho al no hacer gran cosa más que ser el viejo Brad haciendo lo suyo, danzando al ritmo de la batuta de Tarantino, Ad Astra, dirigida por James Gray (The Immigrant, Two Lovers), es arena de otro costal. Tal vez no hay mucho de qué sorprendernos, ya que el mismo Pitt es el productor ejecutivo del filme, así como el protagonista, teniendo nombres de peso a su lado, como Tommy Lee Jones y Donald Sutherland, en papeles secundarios.
El póster de la película, un enorme retrato de Brad Pitt, puede llevarnos a pensar que Ad Astra es uno de los últimos blockbusters del verano, el thriller espacial del mes. Lo cierto, es que estamos ante algo completamente diferente, una película más en la línea de First Man o Interstellar, que Armageddon o Space Cowboys. Es verdad, Ad Astra cuenta con algunos momentos emocionantes, por ejemplo, una persecución en la Luna con sabor a Mad Max (y que lucen impresionantemente realistas), o una vertiginosa caída desde lo alto de una torre --- que se alza desde la Tierra hasta el espacio exterior. Sin embargo, durante la trama no hay momento en que la película no nos traiga a la memoria "2001: A Space Odyssey", o incluso "Solaris". De hecho, me atrevo a pensar que Ad Astra (frase que en latín significa "a las estrellas"), es el particular homenaje de James Gray al clásico de Kubrick.
Pero lo genial de Ad Astra es toda su sencillez, en la historia de un astronauta, Roy McBride (Brad Pitt), quien, como si fuera una versión futurista (la historia se ambienta en un "futuro cercano") del Neil Amstrong que vimos en First Man, emprende una aventura existencial al espacio, en una misión secreta para encontrar a su padre (Tommy Lee Jones), un renombrado astronauta, quien se cree está vivo en Neptuno. El padre de Roy forma parte de un proyecto científico, del cual no se habían tenido noticias en 30 años. McBride deberá emprender una misión de carácter militar a través del sistema solar para encontrarlo, con escalas en la Luna y Marte.
Lo que llama más la atención, es que el personaje de Pitt no está dentro de la línea del clásico astronauta con mentalidad científica, ni busca sacrificarse para salvar a la humanidad y el universo entero. McBride acaba exudando una tremenda humanidad todo el tiempo, el cual tiene que someterse a pruebas psicológicas constantemente, frente a una computadora, para comprobar que sigue teniendo la sanidad mental requerida para llevar a cabo la misión. La verdad, no es mucho lo que pasa en Ad Astra, y muchos tal vez la encontrarán aburrida (quizás aquellos que estén buscando más un filme dominguero de acción para pasar la tarde). Pero tenemos una buena actuación de Brad Pitt, quien dota al personaje de una gran carga humana, a pesar de que, junto al tema de las relaciones "padre-hijo", también esté presente el típico tema de la ciencia ficción espacial, la búsqueda de vida inteligente en el espacio. La odisea espacial que emprende McBride es intrigante, y sin duda te mantiene con la pregunta ¿Estará vivo o muerto su padre?
McBride está cercano a ser la versión masculina de Sandra Bullock en Gravity (película con la que Ad Astra guarda similitudes), en especial, cuando todo se torna en una historia de sobrevivencia y la película empieza a tocar el clásico tema de la soledad en el espacio (los terrenos de Solaris), aunque también en la Tierra. Es un mínimo lo que se ambienta la historia en la Tierra, y lo poco que vemos son flashbacks de la vida de McBride junto a su esposa (Liv Tyler, en algo que es poco más que un cameo). Gray (quien coescribió la película junto a Ethan Gross, guionista de "Fringe", serie de ciencia ficción) le da a la historia un giro sensible al final, sin caer mucho en lo lacrimógeno. Ad Astra es esa clase de cine de ciencia ficción con algo que decir, uno más inclinado a lo artístico, y no dudo que su formato IMAX agrega un toque más espectacular al asunto.
⭐️⭐️⭐️⭐️

IT CHAPTER TWO

¿Y...QUÉ ES ESO? Bill Skarsgard regresa como Pennywise.
Una de las cosas que hacen a Stephen King un gran escritor, es su enorme capacidad para narrar historias desde el punto de vista de entrañables grupos de amigos. Ahí está, por ejemplo, Stand by Me. Sin embargo, en este segundo capitulo de la saga de It, no puede dejar de sentirse que una buena historia ha sido truncada e interrumpida abruptamente. A diferencia de la novela original (cuya historia se desarrollaba entre 1958 y 1985) esta nueva adaptación está instalada nostálgicamente en 1989, año en donde nuestros niños protagonistas forman el "Loser's Club". Hay mucho que se ha perdido entre el primer filme (2017) y esta nueva entrega, la cual no es tan emocionante como aquella.
Ahora adultos, nuestros "losers" se encuentran viviendo muy lejos del pueblito de Derry, Maine, con excepción de Mike (Isaiah Mustafa), quien se encargará de reunirlos a todos (con una excepción, trágica e irreparable), debido a que Pennywise (Bill Skarsgard), el payaso diabólico de los ojos desviados y terror de las alcantarillas, ha regresado. Todos ellos llevan sus traumas a cuestas desde su niñez, y no están muy deseosos de volver en lo absoluto al pueblo que los vio nacer.
Luego de ver el filme, no evite el preguntame ¿no hubiera sido mejor que la novela fuera adaptada en forma de miniserie, en dos temporadas, tal y como se hizo por primera vez en 1990, con Tim Curry interpretando a Pennywise? Yo creo que sí. Andy Muschietti regresa en la dirección, con una segunda parte, para empezar, con media hora de duración de más en comparación al primer filme. Desafortunadamente, el resultado termina sintiéndose innecesariamente largo, y con la sensación de ya haber pasado por este camino antes. La película abre con un caso de homofobia, que lo único que tendrá que ver con la historia principal será que Pennywise se encargará de darle al brutal caso un característico toque festivo (un mar de globos rojos inunda la escena del crimen) y un final sangriento. Esto pondrá en alerta a Mike (cuya profesión no es muy clara, pero creo que es una especie de antropólogo-investigador-de-lo-paranormal y "shamán" aficionado), el cual no tardará en ponerse en contacto con todos y cada uno de sus antiguos amigos: Bill (James McAvoy), ahora un escritor, quien se encuentra trabajando en la adaptación de uno de sus libros al cine (¿alguna referencia a Stephen King y su carrera alterna en cine?), Beverly (Jessica Chastain), sobrellevando un matrimonio violento y no muy feliz; Richie (Bill "Saturday Night Live" Hader, en constante modo de comedia tendiente a lo irritante), el chico de anteojos de fondo de botella, ahora convertido en un nervioso comediante; Ben (Jay Ryan), el otrora niño regordete con alma de poeta, enamorado secretamente de Beverly, y Eddie (James Ransone), quien fuera el niño bajito, parlanchín y pesado. ¿Para qué reunirse exactamente? Por un antiguo pacto, sellado casi con sangre, 27 años atrás. Ah sí, y de paso, enfrentar -y, con suerte, vencer- al payaso tenebroso. Buena suerte con eso chicos.
El problema de esta segunda parte, no es únicamente que resulte demasiado larga, sino que, simplemente, no es tan buena como su antecesora. No hay duda que el reparto es atractivo, sobresaliendo las actuaciones de James McAvoy y Jessica Chastain, quienes formarán un complicado triángulo amoroso con Ben (el cual, por cierto, de ser gordito y cachetón, se ha convertido en algo cercano a un super modelo tipo Ricky Martin. En fin, la "magia" del cine). Lo malo, es que dicho triángulo no irá a ningún lado durante la trama.
Mientras el filme anterior se sentía con más cohesión y unidad, en especial, por que las historias de los chicos nos interesaban y mantenían atentos, la segunda película, a pesar de tener buenos momentos de horror surreal (estilo "A Nightmare on Elm Street", y otros más inclinados hacia "The Conjuring" o "Evil Dead"), todo salpicado con nostálgicas referencias cinéfilas (aunque nunca me quedó claro ese póster destruido de "You've got Mail"), se siente en todo su segundo acto desarticulada, con las subtramas de los personajes yendo cada una por su lado y sin un verdadero punto de interés que las una. Al principio, está extrañamente dirigida y sobreactuada (la secuencia en el restaurante chino está dirigida sin proporción y sin mucha credibilidad). Toda su estructura es tan derivativa, que hasta su clímax final es un dèja vu de algo que ya vimos hace 2 años, con el mismo tema de enfrentar tus miedos más profundos como símbolo de crecimiento.
En ese sentido, lo que acaba salvando este segundo capítulo de It (y no es el cameo de Stephen King como vendedor de antigüedades) son sus flashbacks a 1989; ese insistente regreso de ver a la pandilla nuevamente como niños, con toda su inocencia y vulnerabilidad, viendo algunos cabos sueltos atándose y fortaleciéndose. Con sus fallas y desaciertos, It 2 pasa nada más como un entretenimiento para una tarde de domingo ociosa. Excepto para aquellos con "payaso-fobias".
⭐️⭐️⭐️

viernes, 6 de septiembre de 2019

ONCE UPON A TIME...IN HOLLYWOOD


¿Otro Oscar para Leonardo DiCaprio ?
Quentin Tarantino siempre acaba saliéndose con la suya. Pase lo que pase, siempre consigue presentar en la pantalla, frente a nuestros ojos, la película que él quiere, sin filtros -ni demandas de productores- de por medio. Se dice, incluso, que Once Upon a Time In... Hollywood, su más reciente filme, terminó presentándose tarde en Cannes, debido a que el director todavía estaba haciendo "ajustes de último minuto", y afinando detalles. Lo que podemos atestiguar en Once Upon... es la gran libertad que el "chico malo de Hollywood" disfruta, no nada más dirigiendo y escribiendo, sino produciendo su propio cine.
A pesar de lo indisciplinada y tendiente a lo caótico que pueda ser Once Upon..., Tarantino hace de su muy particular épica sobre la transición del Hollywood de finales de los 1960s a los inicios de los 1970s, una verdaderamente única, particular, y fascinante experiencia cinéfila. Cualquier enamorado del cine no podrá dejar de sentirse atraído hacia ella, dejando pasar por alto sus huecos argumentales, o lo no muy sólida ni tan fuerte historia que nos cuenta. Su versión sobre la "familia Manson" y sus crímenes en Hollywood, es una muy personal y peculiar. Quienes busquen exactitud y precisión milimétrica de historiador, no la encontrarán aquí. Tal y como sucedió con Inglourious Basterds, nuevamente Tarantino juega con el "Y qué tal si...", dándole una vuelta de 180° a los hechos que conocemos sobre Charles Manson y el asesinato de Sharon Tate (Margot Robbie, con todo el candor que la caracteriza, y siendo lo más "Margot Robbie" que puede ser), esposa en aquel entonces de Roman Polanski. Aquí, el realizador polaco es vecino de un ficticio actor de cine y televisión, Rick Dalton (Leonardo DiCaprio, espectacular), quien luego de tener éxito en una serie de televisión a finales de los 1950s (estilo Gunsmoke), su agente (Al Pacino, en una muy breve participación) lo hace reflexionar seriamente sobre su carrera, y del peligro que corre de estancarse y no evolucionar. No es para menos. Rick últimamente se la ha pasado haciendo películas serie B sobre soldados americanos rostizando nazis con un lanza llamas (¿a alguien le suena conocida alguna película así?), comerciales, y apariciones televisivas cantando y bailando a ritmo a go-go.
El soporte moral de Rick será Cliff Booth (Brad Bitt, simplemente siendo "Brad Pitt" ), su otrora doble y buen amigo. Cliff es una mezcla de Robert Redford a la "Sundance Kid" y Peter Fonda a la "Easy Rider", y que ahora trabaja como chofer y asistente de Rick. Hay tres narrativas paralelas en el filme: la de Rick, luchando por superar su afición a la bebida y por encontrar ese giro que necesita su carrera durante la filmación de un western (formado por múltiples viñetas y escenas, que parecen ideas encajonadas de Django Unchained y The Hateful 8); la de Cliff, sin mucho que hacer más que demostrar la dura vida de los dobles de cine, viviendo solo en un remolque junto a su perro pitbull, comiendo tan sólo sopas Ramen, y recordando cómo alguna vez le pateó el culo a Bruce Lee en un set de cine frente a muchos testigos (una escena hilarante); y la de Sharon Tate, igualmente, sin gran cosa por hacer más que lucir rostro y belleza en Hollywood Boulevard, asistir a fiestas en la mansión Playboy, y entrar gratis al cine a ver sus propias películas.
Durante la primera mitad, la película parece seguir los pasos de "American Crime Story" y que nos llevará por un recuento de los hechos de uno de los crímenes más famosos cometidos en Hollywood. Pero no es así, y no hay que desilusionarse mucho al respecto. Lo que tenemos, es la muy particular épica de Tarantino sobre esos hechos, y por otro lado, su visión del Hollywood de aquella época; la otra cara del showbusiness; la menos glamorosa y más escandalosa, encarnado en la figura de Rick. La épica del personaje tiene tintes a la Forrest Gump (hay escenas con el truco usado en dicho filme, insertando a DiCaprio en filmes y programas originales, como "The Great Escape" y "FBI"), y durante el algo accidentado relato de su historia se dedicará a demostrar que detrás de su rostro de estrella hay un verdadero actor (¿de hecho, no ha sido esta la historia del mismo DiCaprio hasta este año, en el que ganó su primer Oscar?).
No se necesita tanto ser fan de Tarantino para ver y disfrutar Once Upon a Time In... Hollywood (de casi tres horas de duración), sino contar con un buen sentido del humor para tomar el tercer acto de la película con la mejor actitud, y dejarse llevar por la misma borrachera cinéfila de Tarantino. No nada más tenemos también a un puñado de los actores que regularmente aparecen en sus filmes (Kurt Russell y Michael Madsen), sino una magistral ambientación (un diseño de arte digno de ser premiado, con esos increíbles pósters falsos de películas de Rick), y homenajes a "Érase una vez en el Oeste" y "Érase una vez en América (varios movimientos de cámara emulan estos filmes de Sergio Leone). Y también tenemos al Tarantino "curador de música", que nos da esa experiencia única de sentir que estamos entrando, no al cine, sino a una rockolla llena de oldies clásicos. Ah, y claro, también de ver a un Leonardo DiCaprio en todo su elemento, versátil, en un vehículo de lucimiento único que seguramente le dará su segunda nominación al Oscar. ⭐️⭐️⭐️⭐️

martes, 27 de agosto de 2019

SCARY STORIES TO TELL IN THE DARK


CON LA PIEL DE GALLINA. Michael Garza y Zoe Margaret Collettii.
Al ser totalmente desconocida para mí la novela de Scary Stories to Tell in the Dark (escrita por Alvin Schwartz), la principal razón que me empujó a verla fue el nombre de Guillermo del Toro detrás del proyecto, quien fungió como productor y coescritor del guión. Es una pena que haya sido estrenada en estos días, de finales de época veraniega, alejada todavía del Halloween, cuando tal vez hubiera funcionado mejor. Su impacto y resonancia en el espectador hubiera sido muy diferente, para una historia que, precisamente, arranca durante la "Noche de Brujas".
Scary Stories está estructurada en forma de subtramas, de relatos de miedo (de ahí su título), de esos que se cuentan alrededor de una fogata, acampando en medio de la noche, y asando bombones. Otra cosa que juega en contra de este filme, dirigido por el noruego André Ovredal (de quien únicamente he visto la muy entretenida Trollhunter), es lo mucho que tiene que esforzarse para sobresalir por sí solo como un filme de horror, en medio del furor por el reciente estreno de Stranger Things 3 en Netflix, y de los recientes estrenos de filmes que son adaptaciones de novelas de Stephen King (escritor de donde Scary Stories toma mucha inspiración), como It (y muy próximamente It 2), o la nueva versión de Pet Sematary. Scary Stories no deja de sentirse todo el tiempo como una especie de dejá vu de todas esas producciones, con todo y su buena ambientación a mediados de los 1960 (durante la campaña electoral de Nixon a la presidencia), aspecto que acentúa todavía más el "efecto Stephen King" en la historia. Incluso, hay algo de Evil Dead en medio de todo, justo cuando el detonante de la trama es el hallazgo de un libro embrujado por un grupo de chicos, justo mientras huyen de unos bullies como sacados de It. El libro es encontrado en una casa victoriana abandonada, en donde más de cien años atrás tuvieron lugar hechos ocultos e innenarrables, que tienen que ver con la autora de dicho libro. Stella (Zoe Margaret Colletti) una chica tímida aspirante a convertirse en escritora y una verdadera nerd del cine de horror (su cuarto es como un museo dedicado al tema), decide conservar el libro para saber más de la autora, sin saber los horrores que está apunto de desencadenar.
Scary Stories termina siendo visible, y vale la pena para un domingo por la tarde, pero su problema es que termina siendo una película de "momentos" (y muy contados) de horror surreal, con buenas secuencias como aquella del espantapájaros en el sembradío de maíz, la del sanatorio psiquiátrico con un personaje paranormal deambulando por los pasillos (con la forma más extraña de atrapar a uno de los personajes), o la del del sheriff (no podía faltar uno en estos filmes) en la prisión y esa sorpresa que le cae por la chimenea.
Al final, con varios clichés, lugares comunes, y con esa sensación de que ya hemos visto todo antes, sólo que aquí apropiada para preadolescentes y adolescentes. De todas formas, Scary Stories resulta muy funcional y con suficiente entretenimiento escabroso para pasar un buen rato en el cine mordiéndose las uñas. Lo mejor, es la decisión de del Toro de incluir a un personaje latino, Ramón Morales (Michael Garza), de peso e importancia, y no nada más de relleno de fondo, como siempre sucede. Una ovación de pie.
⭐️⭐️⭐️1/2

lunes, 5 de agosto de 2019

THE LION KING



REY DE REYES. La melenuda épica africana de Disney, regresa en
gloriosa animación hiperrealista.
Nunca me surgió la pregunta de cómo se vería El Rey León, uno de los clásicos animados de la Disney, protagonizado por animales reales, o al menos, en la forma de animación hiperrealista. Tampoco me surgió dicha pregunta, en 2016, con otro clásico de la casa Disney, The Jungle Book. Son películas que están bien como están, con su magistral y tradicional animación dibujada a mano, cuadro por cuadro; impecablemente hechas y producidas. Pero en esta era hipertecnologizada, donde ya no nada más se pueden crear digitalmente animales a uno o dos pasos de lucir tan reales que engañarían al ojo más observador, sino actores (así como revivir a algunos que ya nos han dejado), la tentación de los ejecutivos de la Disney no podría haber sido más grande.
Además de las obvias razones monetarias para hacer negocio, y monetizar desempolvando viejas glorias del catálogo de la Disney, también están algunas creativas y experimentales; las de ver nuevamente El Rey León en la forma de un remake producido con la tecnología del nuevo milenio. El resultado no podría ser más impresionante, con todo y el hecho de regresar al cine a ver un filme que en 1994 ya nos había impresionado y conmovido, dirigido en aquel entonces por Roger Allers y Rob Minkoff (con una secuela en 1998, que pasó, por el contrario, sin pena ni gloria por el cine).
Ahora, Jon Favreau regresa en la dirección (luego de haber traído de vuelta The Jungle Book en 2016, como un remake de acción viva, con actores de carne y hueso, y animales generados digitalmente) con esta enternecedora historia de amor paterno-filial, entre el soberano de la sabana africana, el león Mufasa (James Earl Jones, imprimiendo toda la profunda gravedad de su voz al personaje) y su hijo Simba (Donald Glover), con un tratamiento digital hiperrealista, que hace lucir a la película como un documental de la naturaleza que te deja con los ojos desorbitados. Y el factor "wow" está presente todo el tiempo, con el peligro de que el impresionante acabado de texturas casi palpables termine por distraernos.
Esta nueva versión no está precisamente corregida, pero sí aumentada, con media hora de duración de más con respecto a la hora y media de la película original. Hay un par de canciones nuevas, como Spirit, interpretada por Beyoncé, quien da voz a Nala, la gran amiga de Simba desde su cachorrezca infancia. El principal pretexto para ver este nuevo Rey León se reduce al factor visual, el de verla reinterpretada como un gran espectáculo de animación digital del más alto nivel. Casi podemos sentir con nuestras pupilas el pelaje de los leones.
Algo es seguro, y es que sin importar mucho si es la versión animada tradicional o la más moderna digital, el poder de la historia sigue sitiéndose; la de un leoncito que quiere crecer muy aprisa y está marcado por un destino para el cual no se siente preparado, es decir, convertirse en el futuro rey (su historia está parcialmente inspirada en Hamlet). Dicho destino se verá truncado cuando su padre muera asesinado, y el trono sea tomado por su malévolo, usurpador, y sarnoso tío, Scar (excelente trabajo de Chiwetel Ejiofor, al mismo nivel de Jeremy Irons en el filme original), quien no tardará, junto a un grupo de hienas, en imponer sus tiránicas garras y traer decadencia al reino. Forzado a exiliarse, Simba encontrará refugio en la selva, en donde crecerá, a ritmo de la pegajosa canción Hakuna Matata, junto a Timon (Billy Eichner) y Pumbaa (Seth Rogen), en un paradisíaco paraje alejado de problemas y preocupaciones. No pasará mucho antes de que vuelva a recordar su verdadero destino.
El Rey León 2019 podrá sentirse más largo de metraje, podrá ser también que su clara y cristalina alta definición se sienta que compita con la historia, o que haya habido secuencias en que Favreau le haya dado más importancia al impresionante fotorrealismo que a la trama (hay escenas que se sienten sólo como llenadoras de espacio, para presumir el alto nivel de sofisticación alcanzado en este tipo de animación), pero lo cierto, es que acabará siendo inevitable (como hace 25 años) no caer atrapado por la fuerza de esta historia, y ser tocado por toda su felina y melenuda emotividad. 
⭐️⭐️⭐️⭐️

martes, 16 de julio de 2019

TOY STORY 4

Woody regresa con una nueva misión.
Con Toy Story 3 (2010) parecía que un ciclo se estaba cerrando, y que la saga de los juguetes más famosa de la Historia del Cine había llegado a su fin. Sin embargo, algo en el interior de nosotros los fans nos decía que, en esta historia sobre la verdadera amistad, todavía hay mucha tela de donde cortar. Woody el sheriff (Tom Hanks excelente), y su mejor amigo, Buzz Lightyear (Tim Allen, también estupendo), el guerrero intergaláctico, todavía tienen cuerda de sobra.
Ha sido muy largo el camino recorrido desde aquel lejano 1995, cuando Woody nos desmostró que es el "amigo fiel" que todos quisiéramos tener, y que Buzz intentó llevarnos "al infinito y más allá". Su debut fue espectacular, y vaya que al ver Toy Story 4, el tardío (su estreno se pospuso cerca de dos años), pero sorpresivo regreso de los adorados juguetes, el paso del tiempo es evidente. Ver todos los filmes previos de corrido, es atestiguar 25 años de evolución en la cada vez más sofisticada técnica de animación de la Disney-Pixar; lo que en el 95 fue impresionante para los que vimos el filme por primera vez aquel año, ahora se mira con retro-nostalgia, al ver como, de movimientos no muy precisos en los personajes, algo robóticos y mecanizados, ahora, la cuarta película presume un impresionante foto-realismo que te deja con la quijada caída y los ojos desorbitados. Los juguetes lucen más reales que nunca, casi tan humanos como los dueños con quienes comparten su universo, en la forma ya no de Andy, el entrañable dueño de los juguetes, sino ahora de la pequeña Bonnie (voz de Madeleine McGraw). De hecho, esta cuarta película es la que tiene más personajes humanos de la franquicia.
La estafeta de la dirección ha pasado a Josh Cooley (quien ha hecho de todo en la Pixar, desde escritor de guiones hasta voz de personajes), y si en términos de dirección este filme no es precisamente superior a las anteriores entregas, el caso es que Toy Story 4 sigue cumpliendo magistralmente como un filme de acción, rescates, aventuras, y comedia, sin decepcionar en lo absoluto. Esencialmente nos cuenta lo mismo de siempre, es decir, Woody en misión para rescatar a un compañero en apuros, incluyendo el hecho de que en este universo juguetero, es tan difícil el dejar ir y renunciar a algo, como en el mundo de los humanos. Pero hay un par de temas nuevos, complejos y más profundos, que apenas habían sido tocados antes, como preguntarse si los juguetes tienen alma, y si en ellos también puede existir esa "voz interior" que nos guía siempre (es Buzz quien tiene las mejores bromas en este aspecto).
Si Toy Story 3 ya empezaba a pisar terrenos algo obscuros en sus historias, esta cuarta entrega, así como puede ser tan divertida y dulce, también tiene momentos escabrosos. Bonnie ha agregado a su querida colección de juguetes uno nuevo, Forky (voz de Tony Hale), el cual, durante un golpe de reciclaje creativo que tuvo durante su primer día en el kinder, creó con un tenedor desechable tomado de la basura, plastilina, un palo de paleta y mucha imaginación. Al ser de su propia creación, Forky se convertirá en el juguete más querido para Bonnie, con todo y tener los ojos disparejos, así como un impulso incontrolable de querer regresar al bote de basura.
Durante un viaje familiar, a donde, además de Woody y Buzz, también irán Jessie (Joan Cusack), Bull's Eye, Ham, Rex, el Sr. Cara de Papa (trabajo póstumo de Don Rickles, quien falleció a mitad de la producción), su esposa, Slynky Dog (me pregunto como el resorte de este perro salchicha luce intacto y en perfectas condiciones, después de todo lo que ha tenido que pasar en 3 filmes), Trixie, etc., Forky acaba prisionero de Gabby Gabby (Christina Hendricks), una antigua muñeca, y de su séquito de tenebrosos muñecos de ventrílocuo, dentro de una tienda de antigüedades.
Hay un verdaderamente sorpresivo regreso, Bo Beep (nuevamente voz de Annie Potts), aquella pastora de porcelana con la que Woody tuvo buena química en la primer película, y de la cual ya no supimos nada después (al inicio del filme sabremos qué pasó en todo este tiempo). Lejos ha quedado su apariencia de fina y dulce figura de adorno. Ahora regresa más atractiva, como una imponente y fuerte presencia femenina, rediseñada completamente para ser una especie de versión Disney de Charlize Theron en Mad Max (con más cabello, eso sí), con todo y un brazo roto, y conduciendo un coche de carreras reconstruido y disfrazado de zorrillo. Con sus tres ovejas, Bo Beep ha regresado para sacudir y mover el ya de por sí complicado mundo de Woody.
Forky tiene grandes momentos en los que amenaza con robarse el filme, al ser una suerte de Frankenstein descubriendo el mundo, a sí mismo, y su verdadero destino, no como basura, sino como el más valioso juguete de Bonnie. La más dura tarea de Woody, será tratar de convencerlo de ello. Buzz también tendrá sus propios problemas, con dos nuevos personajes de peluche, Ducky y Bunny (Keegan-Michael Hall y Jordan Peele, respectivamente), mientras que Keanu "John Wick" Reeves se agrega al elenco de voces, al dar mucha vida, bravura, y dosis de inseguridad a Duke Caboom, un motociclista de juguete con temerarios momentos en el tercer acto.
Quien no sienta un nudo en la garganta al final, tal vez tuvo que ver los tres primeros filmes antes. La serie de filmes de Toy Story es de esos pocos filmes que tocan tu alma, y esa cuerda emocional que todos llevamos dentro. Si hay otro gran tema ahora, es que por primera vez se aborda lo que verdaderamente es ser un juguete. Toy Story 4 es emocionante, divertida y conmovedora hasta la lágrima. Una verdadera joya. 
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

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