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jueves, 29 de octubre de 2020

THE TRIAL OF THE CHICAGO 7


¿Podrán manejar la verdad?

No hay cinéfilo en este mundo que no recuerde la frase "You can't handle the truth!" dicha por Jack Nicholson en "A Few Good Men", sentado en la silla de testigos, con traje militar, y respondiendo la demanda de Tom Cruise de "¡Querer la verdad!". Tales líneas fueron escritas por Aaron Sorkin, director ahora de The Trial of the Chicago 7, la cual, por supuesto, también escribe. Aunque el filme no tiene uno de esos momentos poderosos descritos con anterioridad, sí contiene sus buenas dosis de emoción, fuerza propia, y que no tiene un sólo momento flojo durante el juicio que da título al filme.

La película cuenta el juicio al que fueron sometidas 7 personas, acusadas de varios cargos cometidos durante una protesta, llevada a cabo frente a la Convención Nacional Demócrata, en Chicago, 1968. La protesta era en contra de la Guerra de Vietnam, y los cargos más serios, irónicamente, fueron el haber incitado a la violencia durante la protesta.
Lo interesante del caso, es lo heterogéneo del grupo de acusados, quienes pertenecían a diferentes facciones. Tom Hayden (Eddie Redmayne, con un excelente acento norteamericano) y su amigo, Rennie Davis (Alex Sharp), miembros de un comité estudiantil, el primero una eminencia en materia de estudios sobre política; David Dellinger (John Carroll Lynch), un padre de familia con ideas pacifistas y de la no violencia, con un hijo peleando en Vietnam. Luego, Abbie Hofman (Sacha Baron Cohen, igualmente, con buen acento americano) y Jerry Rubin (Jeremy Strong), un par de hippies, quienes, puede decirse, empezaron todo como un concierto al aire libre, con un espacio para coches y, según ellos, "fornicar libremente". Bobby Seale (Yahya Abdul-Mateen II), un miembro de los "panteras negras", quien será por un rato el centro de atención durante el juicio, debido a no tener un abogado que lo represente. Otros dos acusados fueron Lee Weiner (Noah Robbins) y John Froines (Danny Flaherty).
Decía que Bobby Seale es el centro de atención durante la mitad del filme, ya que será en buena medida el responsable de ir desenmascarando la parcialidad del juez, Julius Hoffman (Frank Langella, genial). Ambos sostienen constantes enfrentamientos, debido a los incontables desacatos de Seale al interrumpir el juicio, demandando poder defenderse por su cuenta, derecho que nunca se le concede. Esto es lo que empieza a dar cuerpo al juicio, lo que empieza a encenderlo, y darle fuerza, el cual, veremos más adelante, está manchado de tintes políticos, además de discriminación racial.
Justo cuando las cosas se van calentando en la corte, y que nos hace ver que será todo menos un juicio silencioso, están otros dos personajes que pondrán a prueba la paciencia del juez. Abbie Hoffman, todo un personaje del cual no podremos despegar el ojo, quien amenaza con volver el juicio en algo cercano a un circo, con sus burlas y chistes; y con él, William Kunstler (Mark Rylance, otro británico luciendo acento americano), abogado de Tom Hayden. Con el paso de los días (el juicio durará más de un mes), Kunstler desarrolla una actitud desafiante hacia el juez, acumulando cargos por desacato, justo cuando se de cuenta que, además de tener a un juez tendencioso, hay irregularidades, obstáculos, y barreras que harán su defensa casi imposible.
The Trial of the Chicago 7 es un filme complejo de describir. Si bien se desarrolla mayormente en la corte, conforme el juicio avanza veremos cómo se desarrollaron los hechos aquel día, en forma de flashbacks. Joseph Gordon-Levitt interpreta al fiscal Richard Schultz, en una actuación que es toda serenidad y contención en contraste, cuyo trabajo será probar que la violencia fue provocada por los 7 acusados. No lo tendrá muy fácil. Afuera el ambiente político no ayuda mucho, con Nixon empezando a gobernar en la presidencia, la Guerra en efervescencia, el asesinato de líderes como Martin Luther King, etc.
Sorkin consigue una película de juicios y cortes tremendamente entretenida, en el sentido de que el juicio nunca deja de ser interesante. Nuevos detalles irán surgiendo, puntos de vista se confrontan, salen revelaciones, como el hecho de que no todos tenían en mente una protesta pacífica como se tenía planeado, sino una excusa para empezar un enfrentamiento con la policía; o también, que la policía terminó haciendo un uso excesivo de la fuerza y teniendo una respuesta violenta.
Ningún miembro del reparto tiene desperdicio, ofreciendo actuaciones magníficas. Cada personaje termina siendo en sí una parte simbólica de todo el caso, con algo qué decir y demostrar de todo el asunto. Es posible que Sorkin no se haya podido resistir a dramatizar un poco el juicio. Dentro del espacio en donde se lleva a cabo, termina habiendo una micro guerra de ideologías, formas de pensar, de derechos, y defensa de libertades. Recomendable. Disponible en Netflix.
⭐️⭐️⭐️⭐️

QUIZ


Matthew Macfadyen y Michael Sheen.
Una miniserie que retoma un caso por demás intrigante y curioso: Charles Ingram (Matthew Macfadyen), un militar y concursante del famoso programa de preguntas-y-respuestas "¿Quién quiere ser un Millonario?", en el Reino Unido, el cual fue acusado en 2001 de haber hecho trampa. Ingram nada más ganó, en una sola noche, la nada despreciable cantidad de un millón de libras, contestando todas y cada una de las preguntas correctamente.

Stephen Frears (Relaciones Peligrosas, La Reina, Filomena) es quien dirige, y su gran mérito es, además de conseguir estupendas actuaciones de todo su reparto, la magnífica recreación de todos los hechos. De los 3 episodios, el segundo es el mejor, el cual recrea el programa en donde Ingram participó. Michael Sheen está completamente irreconocible como Chris Tarrante, el conductor del programa en aquel año, interpretándolo de manera fenomenal. Mientras, Matthew Macfadyen (quien luce aquí como una especie de joven Tom Hanks) también resulta estupendo, logrando reflejar, durante dicho episodio, una ambigüedad de emociones extraordinaria, mezcla de ansiedad y una seguridad sospechosa.
Lo que realmente pone en la mesa la serie, es el dilema de preguntarse ¿Realmente hizo trampa Ingram? ¿Tuvo algo que ver su esposa (Sian Clifford)? ¿Acaso es imposible que un hombre sea lo suficientemente inteligente para responder todas las preguntas y ganar honestamente? No revelaré detalles sobre el caso, ya que lo emocionante es ver cómo se dio todo durante el concurso, así como qué les hizo pensar a los productores que este hombre "no estaba jugando de forma normal", y cómo tuvieron que manejar todo el caso posteriormente, es decir, ¿cuál es realmente el crimen a perseguir? Vale mucho la pena.
⭐️⭐️⭐️⭐️

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