viernes, 1 de febrero de 2008

CLOVERFIELD * * * *

El ataque de un monstruo es registrado en video.
Si no se te ocurre nada nuevo, toma algo ya hecho y reinvéntalo. Los realizadores de Clovefield (E.U., 2008) supieron hacerlo y bien. De manera hábil, tomaron la idea sobre el falso documental (en su momento innovadora) de The Blair Witch Project (Myrick y Sánchez, 1999) y la aplicaron al clásico filme genérico de desastres y monstruos gigantes que invaden una gran urbe (King Kong, Godzilla,...). La apuesta del realizador televisivo Matt Reeves y el productor J.J. Abrams, es por el filme de ataques de monstuos más realista visto hasta ahora, recurriendo a elementos muy simples: un reparto de actores no muy conocido, emplear la obscuridad como elemento perturbador al ocultar aquello que es peligroso, amenazador para los personajes, y la más atractiva, nunca revelarnos en su totalidad la verdadera identidad del monstruo.

Lo que tendremos siempre frente a nosotros en pantalla, serán explosiones, edificios derrumbándose, puentes cayéndose a pedazos, escombros, y lo mejor, la cabeza de la estatua de la Libertad volando por los aires, para caer en plena calle junto a nuestros asustados protagonistas, engrosando la galería de imágenes antológicas de este icónico monumento destruido por alguna catástrofe.

Para los actores el proyecto estuvo en el mayor de los secretos, al darles unas cuantas hojas de guión con simples instrucciones, que pueden resumirse en una sola: huir corriendo y gritar asustados por un monstruo que nunca ven. A lo largo de la película, no dejaremos de estar en el centro mismo de la acción, de sentir lo mismo que sienten los protagonistas, luego de que una fiesta de despedida a un chico, Rob (Michael Stahl-David), que se va a trabajar a Japón (apunte-homenaje al país que ha hecho de estos filmes parte importante de su cine), se convierte en una pesadilla que durará toda una noche. Rob junto a otros amigos, incluyendo el que grabará todo en una handy-cam, deben escapar por donde les sea posible y sortear una serie de peligros, incluyendo las pequeñas crías del anónimo monstruo, esparcidas por ahí y por allá.

Cloverfield está por encima del género B de monstruos. Su propuesto está más cercana al cine experimental y el falso documental, en esa cámara temblorosa, nerviosa y mareadora que dominará todo el tiempo. Poco importará el origen del monstruo, de dónde proviene (no hay tiempo para densas explicaciones científicas como en Godzilla). La estrategia es irnos mostrando, durante la primera mitad, tan sólo algunas partes del monstruo, o ver sólo algo en obscuras tomas aéreas, sin que jamás sepamos cómo es realmente. Tan sólo podemos adivinar que luce como una mezcla de reptil y un alienígena, con cola y varias patas.

Lo importante en Cloverfield será ofrecer acción y destrucción sin descanso, durante una justa y adecuada hora y veinte minutos de duración. Por debajo de todo, habrá una simplona historia de amor, que tan sólo sirve para darles un pretexto más a los personajes para moverse. Cloverfield es una entretenida y adrenalínica película de desastres, que consigue su propósito de hacernos partícipes de la acción (hay un par de secuencias geniales al final, una dentro de un helicóptero y otra con el rostro del monstruo mirando directamente a la cámara), ideal si se quiere ir al cine a dejar de pensar y frenar las neuronas poco más de una hora.


EN CARTELERA: BUCKET LIST * * * 1/2

A estas alturas, un par de actores consagrados como Jack Nicholson y Morgan Freeman pueden permitirse todo (o casi) en sus prestigiadas carreras, hasta un filme como Bucket List (E.U., 2008), dirigida por el también actor Rob Reiner, una buddy movie que sigue sin muchas sorpresas las convenciones del género. Gracias a la poderosa presencia en pantalla y carisma de sus dos actores, el filme sale a flote sin dificultades durante la mayor parte del tiempo.

Nicholson y Freeman interpretan a dos enfermos terminales de cáncer, el primero como Edward, director del hospital en el que está internado, mientras el segundo interpreta a Carter, un tranquilo mecánico especialista en coches de carreras. Por supuesto, ambos serán dos polos opuestos, en sus formas de vivir y ver la vida, clase social, aunque eso no evitará que formen una amistad al compartir la misma habitación en el hospital.

El acercamiento no se dejará esperar, al atestiguar uno los padecimientos postoperatorios del otro, o las malas noches luego de las quimioterapias. Los médicos les han dado una esperanza de vida de 6 meses a 1 año, y por eso a Carter se le ocurre hacer una lista que contiene una serie de cosas por hacer antes de morir. Cuando esta lista caiga por accidente en manos del frívolo millonario Edward, este le propondrá elevarlo al máximo, haciendo cosas extremas y que sólo el dinero puede permitir: arrojarse en paracaídas, conducir autos de carreras con una pista para ellos solos, viajar alrededor del mundo en el avión privado de Edward e irse de safari, a conocer el Taj-Majal o las pirámides de Egipto.

Bucket List tiene una historia simple y su premisa es directa, sencilla y sin complicaciones: encuentra la felicidad en la vida. La química entre Nicholson y Freeman es natural, y como siempre, el primero se roba el filme, en su amplia sonrisa y su mirada malévolamente juguetona, como el excéntrico millonario, aparentemente sin hijos, pero solitario, al que le será inevitable ser tocado por la cálida filosofía de Carter, por el contrario, un hombre de familia, padre y abuelo, quien será contagiado por la vitalidad de Edward.

Gracias a esta agradable interacción entre ambos actores, la película de Reiner acaba teniendo varios momentos divertidos (la caída en paracaídas, la carrera de autos, etc.) y, en resumen, resultará ser un entretenimiento palomero de fin de semana. La trama escapa al llano chantaje sentimental, a pesar de su filosofía sobre alcanzar la felicidad, sin importar la edad que se tenga. El mensaje es bienvenido, aunque el tratamiento me pareció superficial y sin la profundidad que merecía. Tal vez estoy siendo algo exigente con una comedia hollywoodense, que sabe explotar, de manera hábil, a sus dos grandes actores, luciendo cómodos en sus personajes.

CINESPAÑA: TODOS LOS HOMBRES SOIS IGUALES * * * 1/2

Todos los Hombres Sois Iguales (España, 1994), es una de las más famosas screw-ball comedy españolas de los últimos años, cuyo punto fuerte en el funcional guión de Joaquim Oristrell, escrito junto a Yolanda García Serrano y Juan Luis Iborra, era su ácida burla hacía al machismo, no tanto del español promedio, sino aquel de clase acomodada, despreocupado habitante de algún lujoso pent-house del centro de Madrid. Dos años después, se produjo además una teleserie basada en el filme que, hay que reconocer, se robaba descaradamente la premisa de la comedia francesa Tres Hombres y un Bebé (Coline Serrau, 1985), sobre tres hombres que comparten un pent-house y viven a plenitud su soltería, hasta que llega a sus vidas un bebé, del cual terminan haciéndose cargo y encariñándose.

Dirigida por Manuel Gómez Pereira (El amor perjudica seriamente la salud/1996, Entre las Piernas/1999), también coautor del guión, aquí los tres hombres estarán encarnados por tres grandes estrellas del cine español contemporáneo: Juanjo Puigcorbé, como Joaquín, de carácter explosivo y violento, un piloto que está pasando por un conflictivo divorcio; luego Antonio Resines encarna a Manolo, locutor deportivo que fue abandonado por su esposa al sorprenderlo en la cama con otra mujer, y por último, Imanol Arias es Juan Luis, un ingeniero separado de su mujer, con dos hijos adolescentes y ahora enfrascado en una relación con una chica mucho más joven.

A la vida de los tres, quienes se conocieron en un vuelo piloteado por Joaquín, luego de descubrir que tenían mucho en común en las fallidas relaciones con sus mujeres (con flash- backs bastante graciosos), llegará una guapa empleada doméstica, Yoli (Cristina Marcos), a la que descaradamente querrán explotar, aunque ella sabrá cobrarse robándoles una que otra cosa, además de cobrarles horas extras.

La película es una comedia de humor machista y misógino, que es usado para exhibir todas las debilidades y flaquezas de sus tres patéticos personajes. El hilo conductor serán los problemas de Joaquín, quien se encuentra luchando con su ex esposa para poder ver más tiempo a su hijo. Pero no hay que crearnos una idea errónea del filme de Gómez Pereira. De hecho, el motor de la película es la lucha de sexos, en tanto en los personajes femeninos veremos a mujeres fuertes, que luchan por su independencia laboral, que no dejan que sus ex cónyuges les vean la cara, etc. Por ejemplo, Yoli nunca se dejará de los abusos de sus tres empleadores, a quienes de vez en cuando se les irá la mano (en el sentido literal del término) con ella y las dificultades vendrán, cómo podrá esperarse, cuando los tres empiecen a sentirse atraídos a la –en apariencia- indefensa chica.

En resumidas cuentas, el asunto no es tan solemne como suena. Todos los hombres........, es una comedia muy disfrutable y divertida, para reírnos sin culpa sobre la crisis de la madurez de unos cuarentones, negados a madurar, a tomar responsabilidades y dispuestos a confrontar a las mujeres que quieran hacerles ver su suerte.

jueves, 31 de enero de 2008

CINE ANIMADO: CHICKEN LITTLE * * 1/2

La Disney cumplió su palabra, y su largometraje animado Chicken Little (E.U., 2005), fue el primero que realizaron con tecnología digital. Con todo, sus personajes guardan todavía mucho del viejo estilo de la Disney. Es una experiencia extraña apreciar todo el aspecto visual del filme, dirigido por Mark Dindal, al ver a todos esos animalitos, de una clásica conceptualización disneyana, con una apariencia tridimensional.

En ese sentido, Chicken Little no propone mucho visualmente (ahora ya podemos ver dibujos animados de Mickey Mouse, Donald, etc., animados tridimensionalmente), pero su personaje principal, un pollito con gafas, acomplejado por su tamaño, tiene el suficiente atractivo y gracia para que el filme se pueda ver, con algunos gags graciosos y otros no tanto.

Zach Braff da voz a Chicken Little, un pollito nervioso, alarmista y paranoico, que tiene la costumbre de asustar a todos los habitantes de su pueblo (animales variados: osos, leones, conejos, perros, etc.). Su padre, un gallo viudo (voz de Garry Marshall), vive avergonzado por las disculpas que tiene que ofrecer por las falsas alarmas de su hijo, lo que provoca otro trauma a la ya de por sí difícil existencia de Chicken Little.

El filme de Dindal tiene un buen comienzo, en el que la Disney se atreve a ser autoparódica, en un relato con tintes de comedia costumbrista, hasta que tiene un inesperado giro que se quiere fantástico: un pedazo del cielo cae justo en la habitación de Chicken Little. De este delirio fantástico, en cierta medida atractivo por su comicidad (la forma en que los personajes lo aprovechan como espejo), la película se transforma en una aventura de ciencia ficción, tomada directamente de... ¡La Guerra de Los Mundos!

Será por la fiebre que causó en su momento la adaptación de Spielberg de esta obra literaria de H.G. Wells, o por lo que sea, pero lo que era en un principio un simpático relato, se convierte en una poco original revisión infantil de La Guerra de los Mundos. Mientras, la edición y los gags se van tornando cada vez más caóticos.

En efecto, la invasión de unos extraterrestres que manejan artefactos de grandes tentáculos, y lanzan rayos de calor para desintegrar a uno que otro animalito desprevenido, será el pretexto para que Chicken Little tenga su momento heroico edificante, y aquí vendrá el otro plagio: la historia de E.T., con el rescate que tiene que hacer el pollito de un extraterrestre bebé, peludo, naranja y con tres ojos, que supuestamente han olvidado los platillos voladores.

Habrá momentos tanto exasperantes (los amigos de Chicken Little, un voluminoso cerdito y una patita fea, son unos desafortunados personajes cliché), como graciosos (casi todos a cargo del pollito). Sin embargo, nada lo suficientemente imaginativo y original, como para ser un buen debut de la Disney en las tecnologías digitales. La película sigue el camino de la Pixar, Fox y Dreamworks: el tipo de bromas de la primera, las pretensiones paródicas de la última, los créditos finales, etc., en una elemental historia sobre las complicadas relaciones entre un padre y su hijo, al estilo del Finding Nemo de la Pixar. En fín, el esfuerzo es válido para la Disney, todavía hay mucho trecho por explorar para esta legendaria casa de animación en el rubro digital.

miércoles, 30 de enero de 2008

DVD: FA YEUNG NIN WA * * * *

El realizador chino Won Kar-Wai ha destacado por ser un profundo analista de las relaciones humanas y sus intrincados mundos, como lo demostró, por mencionar algún ejemplo, en la intrigante Happy Together (1997), retrato doloroso y sensible sobre la relación amorosa de una pareja homosexual. Won Kar-Wai, nunca complaciente, con una capacidad artesanal prodigiosa y un admirable talento para la puesta en escena, narra en Deseando Amar (Huayang Nianhua, Hong Kong-Francia, 2000) otro relato romántico, sobre el amor, el sufrimiento y la devoción en las relaciones humanas.

Deseando Amar es austera en sus detalles argumentales, contrastando con el entorno colorido y ágil de sus personajes. A pesar de ser una película romántica, no existirán escenas eróticas de ningún tipo, tan sólo ligeros flirteos entre el Sr. Chow (Tony Leung) y la señora Li-Zhen (Maggie Cheung), pequeños acercamientos que experimentan en una relación platónica, dentro de la que logran establecer una profunda complicidad, donde los gestos, las actitudes y las miradas sustituyen palabras y frases.

Chow y Li-Zhen se conocen en una casa de huéspedes, a la cual llegan con sus respectivas parejas. Los rumores sobre una posible relación entre ellos, no se dejarán esperar en el concurrido lugar, cuando en realidad el único contacto entre ambos son pequeños saludos y pláticas en los pasillos de la casa, y en las calles cercanas. Sin embargo, sus vidas, temores, frustraciones y desencantos, son revelados a través de su miedo a estar siendo engañados por sus respectivas parejas, lo que originará una amistad íntima, que no provocará otra cosa que hacerlos sentir más solos.

El manejo de la cámara y la fotografía acentuará el ambiente íntimo y de complicidad entre los dos personajes, recurriendo a encuadres extremos, forzados, en ocasiones muy cerrados. Li-Zhen encuentra en su afición al cine su refugio y escape a la triste realidad que la envuelve, y Chow en su trabajo para un periódico como jefe redactor, en sus cenas callejeras con tallarines, luz y humo. El diseño de arte, muy realista y cuidado en sus detalles, subraya la sensualidad latente entre los personajes, atormentados por la rutina.

Los rostros de sus parejas, curiosamente, nunca son revelados, como si la fuente de las frustraciones de Chow y Li-Zhen fueran sus cónyuges. El Leit motiv musical, una bella pieza en cello a cargo de Shigeru Umebayashi, es magnífico y sirve para complementar y dar más forma a la personalidad de Li-Zhen, al escucharlo cada vez que la vemos caminar y congelarse a lo lejos.

En la tranquila conclusión de la película no habrá los mares de lágrimas, o consecuencias trágicas como podría esperarse, ya que Won Kar-Wai escapa a las complacencias típicamente occidentales del cine hollywoodense. Las virtudes de este sensible trabajo están en su delicada narración, en su excelente ejercicio fotográfico de color, luces y sombras (las escenas nocturnas filmadas en la calle son notables), además de estar libre de discursos moralizantes, que terminarían echando por la borda la inocencia y fragilidad de sus personajes.

lunes, 28 de enero de 2008

DVD: BRAM STOKER'S DRACULA * * * * *

La adaptación al cine más cercana al seminal libro sobre el Conde Drácula, escrito por el irlandés Bram Stoker en 1897, es el proyecto de Francis Ford Coppola, Bram Stoker’s Drácula (E.U., 1992), su ultraestilizado acercamiento a uno de los monstruos más clásicos del cine, gracias a las películas de la Universal en los 1930. Las películas de la Universal contribuyeron a forjar la obscura e icónica imagen del conde Drácula: cabello relamido, orejas puntiagudas y su infaltable capa y traje negros. El intento del germano F.W. Murnau, en Nosferatu (1922), clásico filme mudo de horror, si bien conservó muchas partes del argumento original de la novela, la viuda de Stoker no quiso vender a Murnau los derechos del Drácula de su difunto esposo, por lo que el realizador tuvo que cambiar muchos elementos de la trama, en la película, como los nombres de los personajes.

Lo fundamental del filme de Coppola, es que rompió con la clásica y desgastada imagen del Drácula de la Universal, inmortalizada por Bela Lugosi en la película de 1931 (dirigida por Todd Browning), para apostar por la de un conde más apegado a la figura histórica en la que Stoker se inspiró, es decir, el príncipe Vlad de Rumania, quien vivió a mediados del siglo XV y que defendió su país de la invasión musulmana, con la fama de empalar a sus prisioneros de guerra. El Drácula de Coppola (interpretado magistralmente por Gary Oldman), se encuentra entre la imagen histórica de Vlad y una más andrógina, excéntrica y kitsh, esto en su faceta de anciano y solitario conde, en 1895, triste por la pérdida de su amada Elisabeta (Winona Ryder), quien se suicidó al creerlo muerto en su guerra contra los turcos.

Coppola y su guionista James V. Hart, agregaron al filme una historia de amor que no existía en la novela de Stoker, una verdadera audacia en la película: tenemos a un Drácula ambiguo y torturado, condenado al romper su fidelidad a Dios y vender su alma al diablo, al culparlo por la muerte de Elizabeth, convirtiéndose en el vampiro demoniaco que ha sido durante 400 años, que debe alimentarse de sangre para vivir. Además, Drácula sufre también por amor. Cuando el abogado Jonathan Harker (Keanu Reeves), hospedado en el castillo de Drácula para cerrar un contrato de bienes raíces, le muestre una fotografía de su prometida, Mina (Winona Ryder también), este verá que es la viva imagen de Elisabeta y creerá que ha reencarnado. Luego de secuestrar a Harker en su castillo, custodiado por sus tres bellas mujeres vampiro (Monica Bellucci hacía una de ellas), Drácula viajará hasta Londres para buscar a Mina, tratar de refrescarle la memoria de su otra vida y conquistarla de nuevo.

En la novela, Mina y Drácula jamás tienen el pasional romance que sostienen en el filme, pero el guión sigue la misma estructura narrativa del libro, que cuenta la historia en la forma de un diario, con escritos de Johnathan y de Mina, notas periodísticas, etc., y aquí domina el punto de vista del Dr. Van Helsing (Anthony Hopkins, espléndido), médico ocultista y experto en asuntos esotéricos, el narrador principal, que ha estado buscando a Drácula por años.

La película, es un ejercicio estético impresionante. Resulta más que notable el diseño de producción de Thomas E. Sanders (nominado al Oscar), que ambienta, con cuidado en los mínimos detalles, la Inglaterra victoriana, con referencias incluso a la invención del cine (la llegada de Drácula a Londres, está filmada en cámara rápida, emulando al cine silente). De hecho, la edición es una inagotable sucesión de imágenes delirantes, unidas por sutilezas, como aquella secuencia del viaje en tren de Jonathan a Transilvania, mientras escribe su diario, o aquella en la que la mirada lejana de Drácula se transforma en la pluma de un pavo real, que nos lleva a una fiesta en casa de Mina.

Vale decir que el trabajo de maquillaje (ganador de un Oscar) nos permitió conocer las facetas de Drácula explicadas en la novela, tanto en su forma de vampiro, pero no el clásico murciélago negro que colgaba de un hilo, sino un temible vampiro con forma humana (maquillaje de pies a cabeza), como en su forma de hombre-lobo.

Si por algo destaca, a mi juicio, esta particular adaptación de Coppola de la novela de Stoker, es que la historia romántica de Elisabeta/Mina y Drácula, no era la cursilería melosa que podría uno pensar. El romance entre Mina y Drácula era convincente, y lograba encajar a la perfección (hasta el personaje clásico del loco Renfield, a cargo de Tom Waits, siervo de Drácula y encerrado en el manicomio, embonaba bien en la premisa) dentro de la trágica condena del conde a vivir como vampiro a causa del amor por una mujer. Al final, era el amor de esa mujer el que podía salvarlo y, de paso, reconciliarlo con Dios.

++Se acaba de lanzar una edición especial para coleccionistas, con dos discos, uno con la película, y otro con con extras interesantes, como:
La sangre es la vida – El rodaje de Drácula
El vestuario es el decorado – El diseño de Eiko Ishioka
En la cámara – Los sencillos efectos visuales de Drácula de Bram Stoker
Método y locura – Visualizando Drácula de Bram Stoker
13 Escenas eliminadas inéditas , Introducción a la película: Drácula de Bram Stoker comentada por Francis Ford Coppola, Comentario de audio del director.
++También disponible en DVD Blu-Ray.

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