viernes, 28 de diciembre de 2007

CINE ANIMADO: ARTHUR ET LES MINIMOYS * *

En Arthur y los Minimoys (Francia, 2006), dirigida por Luc Besson, es la adaptación de su libro infantil homónimo con el que debutó como escritor. No he leído el libro, por lo que no sabría decir que tan apegado ha sido el mismo Besson a su propia obra impresa, aunque no dudo que haya dejado de lado muchos episodios y que haya hecho cambios pequeños en la trama. Conociendo bien su propia obra, es seguro que Besson haya capturado bien la esencia de su historia. El relato no tiene mucha originalidad que digamos. Las estrellas de la cinta son unos duendes que ya hemos visto infinidad de veces, sólo que Besson decidió rebautizarlos como minimoys.

Ambientada en los años 1950, los minimoys habitan en el inmenso jardín de la casa de Arthur (Freddie Highmore, de “Finding Neverland” y “Charlie and the Chocolate Factory”), niño de 10 años que vive con su abuela (una eficaz Mia Farrow) en el campo, cuyos padres apenas y se acuerdan de él. Arthur admira las aventuras de su desaparecido abuelo, un explorador que trajo del África, registrado en su diario, la leyenda de los minimoys, a quienes, según cuenta la abuela, el anciano explorador fue a visitar sin que jamás se le volviera a ver, dejando además en ese mundo un tesoro de rubíes.

Un despiadado agente de bienes raíces quiere apoderarse de la casa para demolerla, a menos que el abuelo aparezca, acredite la propiedad y pague la hipoteca. Ni tardo ni perezoso, Arthur se decidirá ir en búsqueda del abuelo y del tesoro para salvar la casa, teniendo que esperar una noche de luna llena para poder abrir el portal que lo llevará al (ni tan) maravilloso y (ni tan) fantástico mundo de los minimoys.

Hay referencias por doquier: a Jumanji, a la premisa de Alicia en el País de las Maravillas (el aventurero que tiene que reducir su tamaño para acceder a una dimensión alterna) y en especial (quizás la más desilusionante) la enésima reelaboración de la premisa de Honey, I Shrunk the Kids (Joe Johnston, 1989), sobre el encuentro de humanos miniaturizado con el microscópico universo de los insectos. Transformado en un minimoy, Arthur iniciará su aventura junto al pelirrojo Betameche (voz de Jimmy Fallon) y la Princesa Selenia (voz de Madonna), enamorándose el precoz Arthur de esta última. En buena parte del filme, veremos sus fallidos intentos por conquistarla y llamar su atención, teniendo que llegar los tres hasta la guarida del maligno Maltazard (voz de David Bowie), lugar en donde se encuentra el tesoro del abuelo.

La notable manufactura visual y calidad de la animación, acaba desperdiciada por una historia que jamás se encuentra a la misma altura, aunque tenga uno que otro momento emocionante y personajes simpaticones, como Betameche. En lo personal, no creo que la cinta vaya a ser muy del agrado del público infantil, debido a sus referencias paródicas a cintas como Pulp Fiction (la simplona secuencia de la discoteca), o por ver al pequeño Arthur con las hormonas funcionando al máximo, en su permanente ligue con la atractiva Selenia. A ver qué tal vienen las próximas dos películas: La Venganza de Maltazard y La Guerra de los Dos Mundos, a estrenarse el 2009 y 2010, respectivamente.

DVD: LAST ORDERS * * * *

En Last Orders (Reino Unido-Alemania, 2001) un "pub" londinense servirá como centro de reunión para un grupo de entrañables amigos sesentones. La trama gira alrededor de Jack Dodds (Michael Caine, espléndido como siempre), carnicero de un barrio de Londres, cuya muerte reciente ha dejado un vacío en su círculo de amigos, formado por Ray (Bob Hoskins), ex gerente de una tienda de electrodomésticos y aficionado a las carreras de caballos; Lenny (el fallecido David Hemmings) boxeador aficionado y Vic (Tom Courtenay), dueño de una agencia funeraria. Los tres amigos deberán cumplir la última petición de Jack: Que sus cenizas sean arrojadas al mar, en el astillero de la ciudad de Margate, ya que en dicha localidad pasó su luna de miel con Amy (Helen Mirren), su esposa, sola y con la responsabilidad de cuidar a June, su hija, que padece retraso mental y vive internada en un hospital desde su niñez.

Dispuestos a cumplir su deseo, los leales amigos de Jack, junto con Vince (Ray Winstone), el hijo adoptivo de este, propietario de una agencia automotriz, subirán a un lujoso Mercedez Benz y emprenden el largo viaje hacia Margate.

Dirigida por Fred Schepisi, adaptación (hecha por el mismo realizador) de la novela homónima de Graham Swift (Book Prize 1996), Last Orders tiene una trama sencilla, reflejo de cómo la vida de los ex-combatientes de la Segunda Guerra Mundial, como lo son los miembros de este grupo de amigos, no es fácil después de haber prestado servicio al país. La historia principal está ambientada en la primera mitad de los 1980. Cada personaje, por medio de numerosos flash-backs, rememoran durante el viaje a Margate los buenos y malos recuerdos de su ya vieja amistad. Nuevas y añejas discusiones surgen; situaciones comprometedoras salen a la luz y servirán como un recurso catártico. Remembranzas desde que eran unos jóvenes soldados en la Segunda Guerra Mundial, hasta su madurez en los 1960, dan forma a este típico melodrama social británico, retrato de la vida del inglés promedio, que no será muy satisfactorio, pero no importa mientras se tenga una fuerte amistad y un cálido pub.

Con una realización sencilla, funcional y sin mayores complicaciones, una buena edición y ambientación, la película es un emotivo estudio sobre la hermandad y la amistad. Nuestros amigos no pararán (a menos que sea para tomar una cerveza), por más contratiempos que deban sortear, hasta llegar a Margate y cumplir la voluntad de Jack. Es inevitable cierto aire patriótico, como en esa visita al monumento para los soldados caídos, o la visita a la Catedral de Canterbury para conocer las tumbas de reyes medievales, sirven para hacer una revisión simbólica de la muerte, como una meta hacia la cual todo ser humano deberá llegar, metaforizado en ese largo viaje en automóvil, donde los eventos más importantes en las vidas de estos simpáticos señores desfilarán por sus memorias.

Schepisi no intenta plantear respuestas a cuestiones éticas y morales de la guerra, sino expresar una preocupación social por el futuro de sus sobrevivientes. Last Orders es una película que conmueve sin necesidad de recurrir al sentimentalismo lacrimógeno, con un excelente y maduro reparto que ofrece exquisitas actuaciones; un melodrama masculino formado por personajes resignados pero alegres, contentos y que ya aceptan la muerte como un hecho inevitable en sus vidas.

jueves, 27 de diciembre de 2007

DVD: SIGNS * * 1/2

Signs (E.U., 2002), el quinto largometraje del director de origen hindú M. Night Shyamalan, no presenta una trama del todo novedosa. En Buck County, cerca de Filadelfia, el otrora pastor religioso Graham Hess (Mel Gibson), se encuentra con una considerable área de sus sembradíos de maíz marcados por una especie de figuras geométricas gigantes, las famosas “señales” del título. Sus perros se comportan de manera violenta ante este fenómeno y la paranoia empieza cuando, por la televisión, Hess observa el mismo fenómeno en otras partes del mundo. Hess ha perdido la fe en Dios y en su vocación religiosa, debido a la violenta muerte de su esposa. Su hermano menor, Merrill (Joaquin Phoenix), ex-jugador de beisbol, ayuda a cuidarle a sus hijos, Morgan (Rory Culkin), enfermo de asma, y Bo (Abigail Breslin), encantadora y con una obsesión por el agua limpia.

The Sixth Sense (1998), me sigue pareciendo hasta ahora, el mejor filme de Shyamalan, gracias su gran manejo del suspenso y de una narrativa original. El problema es que Shyamalan, desde Signs, ya se muestra algo estancado en lo mismo: temas sobrenaturales con el giro final inesperado. Signs no ofrece nada nuevo al cine de ovnis y extraterrestres. Si acaso, lo atractivo sería en que nos presenta por primera vez estas señales en un filme de ficción, que en realidad sí han aparecido en varias partes de E.U. y se les ha atribuido un origen extraterrestre..

Sin embargo, el fenómeno de las “señales” tan sólo es un pretexto para el desarrollo de la clásica historia en el cine de Shyamalan, sobre el hombre discapacitado emocional, perdido y confundido, cuya situación se obscurece más por un fenómeno paranormal. Entre otras cosas, nos presenta un grupo de referencias a otros filmes del mismo tipo, como E.T. (Steven Spielberg, 1982) o War of the Worlds, situaciones poco creíbles (el pequeño Morgan se aprende de memoria casi todo un libro relacionado con el tema extraterrestre en unos cuantos días y el sólo mata a un perro enloquecido) y el humor simplón, mostrando a los adultos como tontos, mientras los niños son los que tienen que pensar por ellos (Esto último, a veces, no llega a ser tan descabellado).
Shyamalan rescata eficazmente una de las premisas de War of the Worlds, donde los medios de comunicación pueden crear, en cuestión de segundos, tremenda conmoción y pánico en la gente. Su manejo del suspenso aquí sigue siendo excelente, en deuda con Alfred Hitchcock en su tratamiento visual, efectos de sonido y banda sonora, con sustos garantizados y la acostumbrada aparición del realizador en el filme.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

APOCALYPTO * * * *


RUN RUDY RUN.  Rudy Youngblood como "Garra de Jaguar".

En Apocalypto (2006), largometraje de Mel Gibson, se aborda una de las culturas más fascinantes, complejas y universales, la cultura maya. Forjadores de un gran imperio, que se extendía desde el actual territorio de Yucatán, Quintana Roo y parte de Chiapas, en México; hasta Guatemala, Honduras y el Salvador, en Centroamérica, los mayas son tema de una película que ha provocado opiniones divididas en México, muchas de regusto nacionalista. En estas se considera que un realizador extranjero es incapaz de hacer una película sobre los mayas, además de considerar que el filme retrata a los mayas como unos “salvajes”.

Estamos ante una historia de ficción, que no puede apegarse, como documental, a la “realidad histórica". Los mayas, a pesar de toda su grandeza, realizaban sacrificios humanos, y tenían en la violencia un medio para realizar sus rituales religiosos. “Una gran civilización no es conquistada desde afuera, hasta que se destruye a sí misma desde dentro”, con esta frase, de W. Durant, Mel Gibson inicia su visión épica y espectacular sobre los mayas. 

En poco más de 2 horas, la película narra la historia de sobrevivencia de un joven, Garra de Jaguar (Rudy Youngblood), hecho prisionero, junto a otros aldeanos, por un grupo de cazadores-comerciantes de esclavos, luego de tomar por asalto su pacífica villa en medio de la jungla. Filmada en formato digital y hablada totalmente en dialecto maya, Gibson sigue la misma inquietud por el realismo vista en The Passion of the Christ (2004), su anterior película, la cual estaba hablada en arameo y latín.

Escrita por Gibson, en colaboración con Farhad Safinia, en la película se irán encontrando similitudes de carácter religioso con The Passion. Garra de Jaguar tiene ciertos aspectos “crísticos”, como la predestinación, el ser el elegido por una fuerza divina. Es más, Garra de Jaguar pasará por la dura prueba de tener que cargar con su propia “cruz”, atravesando media jungla mientras los esclavistas (tan terribles y crueles como los romanos de The Passion) lo atormentan en el recorrido. 

Una gran e impresionante ciudad maya (nunca identificada en la película) es mostrada como un caótico   y agitado centro urbano; azotado por sequías, enfermedad y pobreza. La ciudad se ve movida por el comercio de prisioneros, explotados como albañiles para la construcción de pirámides, o sacrificados y decapitados como ofrenda al dios Ku Kul Khan. Apocalypto tiene el toque gore visto en The Passion. Los sangrientos sacrificios lucen explícitamente violentos, muy reales, que servían más como espectáculo y diversión del pueblo. 

Quizás el fanatismo religioso, incluidas las enfermedades, la hambruna y la sed de expansión, fueron las causas que llevaron a la civilización maya a su hundimiento y misteriosa desaparición. Garra de Jaguar inicia su escape y será perseguido en la jungla, en un segundo acto dirigido y montado con mucho ritmo. Nuestro héroe, a manera de prueba iniciática espiritual, debe sortear una serie de peligros para probar su valentía y fuerza. Aquí vale señalar lo impresionante que lucen las escenas con animales (un jaguar, un simio, una serpiente), en una era en donde lo más fácil hubiera sido crearlos digitalmente. Gibson apuesta por lo auténtico, mostrando animales reales.

Además de huir, Garra de Jaguar debe regresar a su aldea para rescatar a su esposa embarazada, atrapada en una fosa junto a su pequeño hijo. La historia no es nada del otro mundo, pero es entretenida, emocionante y con dosis de humor, a pesar de que Gibson parezca seguir exhibiendo una  obsesión por historias fatalistas. 

No hay duda de que Apocalypto es un filme lleno de valores de producción:  admirable diseño de arte, estupendo vestuario; una hipnótica banda sonora a cargo de James Horner, incluyendo las buenas actuaciones del elenco, dentro de un gran casting en el que se combinaron tanto indígenas mayas como norteamericanos. El final está abierto a toda interpretación. ¿Qué representa para Gibson la llegada de los conquistadores a Mesoamérica: El optimismo religioso de una nueva era, o una llena de más destrucción y muerte?

DVD: ONE HOUR PHOTO * * *

En One Hour Photo (E.U., 2002), del director Mark Romanek, la familia Yorkin tiene todo lo que una familia podría anhelar: felicidad, dos padres de familia responsables, un buen hijo, casa bonita, alegría, etc. Al menos así lo reflejan sus fotografías familiares. La mamá (Connie Nielsen) es quien se encarga de llevar los carretes fotográficos a revelar, siempre al mismo negocio fotográfico, atendido por el perfeccionista Sy Parrish (Robin Williams, notable), quien tiene la responsabilidad de entregarles unas copias más que perfectas a sus clientes.

Sy debe sobrellevar los gajes del oficio, y ver las obsesiones fotográficas ridículas y absurdas de algunas personas (como los gatos), o sus perversiones. Además de ser obsesivo-compulsivo, Sy lleva una vida solitaria y triste, la cual gira en torno al negocio del revelado instantáneo. Lo que más anhela es tener una familia como los Yorkin, la cual representa el prototipo de familia ideal para él. Sy pronto se dará cuenta que esa "fotogénica" felicidad es sólo aparente, cuando luego de revelar uno de sus rollos descubra que el marido le pone los cuernos a la pobre señora Yorkin.

Cámara en mano, Sy comenzará a acosar a los Yorkin para meterse hasta el rincón más íntimo de su hogar, y también para darle un escarmiento al padre infiel por ser el causante de que esa idílica felicidad quedara destruida. Como película de suspenso, One Hour Photo falla en muchos aspectos. Todo el buen suspenso armado en la primera mitad, cae fatalmente en la segunda mitad debido a un desarrollo demasiado simple y fácil. Se nota que Romanek no quiso demasiadas complicaciones, dejando que la trama avance a paso seguro.

La película, para colmo, tiene escasos momentos inquietantes, aunque se agradece que la historia no sea tan predecible como uno pudiera imaginar. Entre los puntos rescatables, vale mencionar la actuación de Robin Williams, que logra transmitir perfectamente el pathos de su personaje en todos los aspectos, un buen trabajo fotográfico de Jeff Cronenweth, de composiciones muy equilibradas, y el diseño de arte, que logra reflejar el perturbado y, al mismo tiempo, perfeccionista, ordenado y limpio universo de Sy (el supermercado y su casa).

Con todo, One Hour Photo se queda a medio camino, aunque vale la pena revisarla si uno quiere apreciar una de las mejores actuaciones de Robin Williams.

martes, 25 de diciembre de 2007

CINESPAÑA: NOVIEMBRE * * * *

“El arte es un arma cargada de futuro”, es la frase alegórica y subversiva que cierra Noviembre (España, 2003), segundo largometraje del actor y realizador madrileño Achero Mañas (el primero fue El Bola/2000, relato de un niño maltratado por su padre), un falso documental intenso, que al principio nos toma desprevenidos por el tono serio con el que un grupo de maduros actores de teatro, narran desde el año 2040 frente a la cámara sus experiencias, primero como estudiantes de teatro, desencantados del encierro académico que representaba para ellos su escuela, para luego formar un grupo de teatro experimental, dispuestos a romper con todo lo establecido.

La historia arranca en 1998. Alfredo (el catalán Oscar Jaenada) ha llegado a Madrid desde Murcia, dejando detrás a su familia para estudiar teatro con un maestro (Héctor Alterio), que desde el principio lo pondrá a prueba con cuestiones que pueden resumirse en una sola: ¿Por qué estudias teatro? A pesar de dar una respuesta sincera, Alfredo decide, junto a su compañera, Lucía (Ingrid Rubio), y otros amigos, dejar la escuela para desarrollar y ampliar los que hasta ahora eran simples ejercicios callejeros, pequeñas rutinas cómicas teniendo como público a curiosos transeúntes.

Bautizado como “Noviembre” (“después de la revolución de Octubre, está la de Noviembre”, sentenciarán), el grupo se irá consolidando como un proyecto experimental llevando a cabo, ya sea en plazas, en las aceras, dentro del metro, en callejuelas muy transitadas, sus sofisticadas rutinas de teatro conceptual, teniendo dentro de su manifiesto como regla principal el jamás cobrar un solo centavo por su trabajo. Al principio, las rutinas del grupo se caracterizarán por lo caótico y simplón, haciendo tonterías, juegos y bromas a la gente; realizando performances disfrazados y teniendo que enfrentar a la policia. Poco a poco irán evolucionando de provocadoras actuaciones con una carga crítica política y social, a tremendos excesos aún más provocadores, como el escenificar un asesinato en la calle a plena luz del día y frente a gente desprevenida.

Los rostros de los actores narrando solemnemente la historia del ascenso y la trágica caída del grupo, no son muy conocidos (a excepción de Juan Diego), cosa que le da un toque más realista al filme. Achero Mañas demuestra una gran habilidad para equilibrar su “documental”, que para darle todavía más realismo muchas de las actuaciones callejeras se hicieron con los actores frente a un público real, para captar sus expresiones naturales, algunos molestos, otros desconcertados y la mayoría divertidos (la escena del arresto por la policia es de lo mejor).

En resumen, el filme es un intrigante, amargo y desencantado relato, no exento de momentos divertidos, sobre la búsqueda del verdadero arte teatral e histriónico, con un discurso revolucionario que, si bien su final puede sentirse chantajista, nos deja con interesantes reflexiones sobre lo endebles que pueden ser los límites entre la actuación y la realidad misma. Entre lo más destacado de la cinta, además de las actuaciones, es la eficaz realización de Mañas, así como la edición de Nacho Ruíz, que logran un filme equilibrado y tenso al mismo tiempo. Uno de las mejores películas españolas del 2003.

++ ”Noviembre”ganó en San Sebastián el premio del jurado joven y tres nominaciones al Goya: Mejor Maquillaje y Peinados, Mejor Nuevo Actor para Oscar Jaenada, y Mejor Diseño de Vestuario.

CINE ANIMADO: JIM AND THE GIANT PEACH * * * *

Basada en uno más de los exitosos libros infantiles de Roald Dahl, Jim and the Giant Peach (Reino Unido-E.U., 1996) junta de nueva cuenta a la mancuerna formada por Tim Burton, en la producción, y al animador Henry Selick, luego del éxito que tuvieron con The Nightmare before Christmas (1993), magnífico relato animado de humor negro que festejaba sin reparos al Halloween, visto aquí como un mundo poblado de monstruos y fantasmas, antagónico por completo a la -según el filme- más cursi y dulce Navidad.

Al igual que en The Nightmare before Christmas, esta adaptación del libro de Dahl fue hecha con una fina animación stop-motion (es decir, figuras animadas fotografiando sus movimientos cuadro por cuadro), con una parte del filme hecha con actores reales, al principio y al final, y una secuencia animada en dos dimensiones. Como sucedió en The Nightmare..., queda claro en Jim and the Giant Peach que la mente creativa detrás de todo el concepto, siempre ha sido Tim Burton, mientras que Selick aporta su experiencia técnica y visión para tener ese depurado e impactante acabado. En ese sentido, la película era mucho más lograda y entretenida en su parte animada, que en la protagonizada por actores, a pesar del buen reparto elegido.

Jim (Paul Terry) es un niño condenado a vivir con sus horrendas, brujeriles y nefastas tías (Joanna Lumley y Miriam Margolyes), luego de que sus padres, según cuenta Jim, murieron atacados por una gran nube con forma de rinoceronte. El sueño del desdichado Jim, maltratado y esclavizado por sus tías, es viajar a Nueva York, como algún día en una soleada playa, le prometieron sus padres. Cierta noche, un misterioso “anciano” (Pete Postlethwaite), le regala a Jim unos gusanos mágicos, que luego de caer accidentalmente en la tierra, harán que el único durazno de un árbol crezca y crezca, hasta alcanzar proporciones gigantescas.

Por supuesto, las tías querrán hacer negocio con el durazno gigante, cobrando para que la gente lo vea. Sin embargo, Jim se convertirá en un personaje animado, al ingerir un pedazo de durazno con un gusano, introduciéndose dentro de la gigantesca fruta para encontrarse con un grupo de insectos gigantes: un refinado saltamontes (voz de Simon Callow), una catarina (Jane Leeves), una luciérnaga (Miriam Margolyes), una atractiva araña francesa (Susan Sarandon), un ciempiés de mucho mundo (Richard Dreyfuss) y una lombriz cobarde (David Thewlis), con quienes emprenderá la huída de las tías hacia Nueva York, sobrevolando el océano en el durazno, tirado por unas gaviotas.

El filme es un musical con canciones que tienen como tema principal el poder de los sueños y no rendirse para alcanzarlos, en un viaje de aventuras que enseñará a Jim el valor del trabajo en equipo (por más heterogéneo que este pueda ser) y, lo más importante, habrá de superar sus miedos, representados en la forma de esa temible nuble-rinoceronte que arroja relámpagos.

En cuanto a su parte visual, Jim and the Giant Peach llega a rozar lo surrealista. La imagen e idea de un gran durazno volador jalado por gaviotas, se antoja cercana a los sueños escapistas de un niño, que como Jim, debe luchar usando más su inteligencia que fuerza contra un enorme pez mecánico que arroja pequeños y letales peces metálicos, o los piratas fantasma (por ahí se verá un cameo del Jack Skelington de The Nightmare...) de un barco hundido en el mar, o esa nube rinoceronte (la pequeña secuencia animada en 2D hecha a base de fotomontajes, es delirante y magistral), etc. ayudado por sus amigos insectos, los verdaderos protagonistas del relato, que lleva el característico humor negro de Roald Dahl y Tim Burton.




lunes, 24 de diciembre de 2007

EL HOLLYWOOD DE AYER: IT'S A WONDERFUL LIFE * * * * *

Si hay un clásico navideño, junto a las múltiples adaptaciones de la dickensiana “A Christmas Carol”, ese es sin duda It’s A Wonderful Life! (E.U., 1946), de las obras maestras de Frank Capra. De hecho, no deja de haber mucho de la historia escrita por Dickens en la película de Capra, en su tema de ajuste de cuentas existencial que su personaje, George Bailey (estupendo James Stewart) debe hacer con su vida el día de Navidad. La película de Capra tuvo que esperar a que el tiempo le hiciera justicia. En el momento de su estreno, el público la consideró como un simple cuento de hadas. Sin embargo, con el paso de los años, el filme pasó a ser uno de los trabajos clave de Capra, y una cinta imprescindible para muchos por estas fechas (como para su servidor), cuya transmisión en la televisión de Estados Unidos en las vísperas de Navidad nunca puede fallar.

En It’s a Wonderful Life! la Navidad sirve como un invernal escenario para desarrollar la historia de George, narrada desde el inicio por Dios a un ángel, Clarence (Henry Travers, genial en su corta actuación), que luego de esperar 200 años para tener sus alas, la oportunidad de ganárselas llega con la misión de salvar el alma de Bailey.

“Mira ese rostro, apréndetelo, porque es el rostro de un ganador”, le dirá Dios a Clarence, mientras vemos la imagen del alegre gesto de George, que nació, creció y maduró en el pueblito de Bedford Falls. Alegre y optimista, George padece desde niño sordera en el oído izquierdo, por tener que salvar a su hermano de ahogarse en el agua helada de un lago. Capra deja lucir su maestría narrativa, desplegando en pantalla los aspectos más entrañables en la vida de George, un hombre que parece destinado a triunfar y hacer siempre lo correcto, como salvar de ser envenenada a una señora por el error de un farmacéutico.

En una de sus mejores actuaciones, James Stewart (actor fetiche de Capra) es capaz de dotar de infinidad de matices al personaje de George, deseoso de salir del pueblito y comerse al mundo, cosa que nunca puede hacer por encargarse del negocio de su fallecido padre, una cadavérica agencia hipotecaria a punto de quebrar, de lo contrario, el ambicioso señor Potter (excelente Lionel Barrymore), un capitalista a más no poder y socio principal, la administrará por caminos ajenos a las intenciones de los Bailey.

Cuando las cosas estén insostenibles en el negocio para George, luego de echarse encima una deuda con el banco de 8 mil dólares, se sentirá inconforme en su matrimonio con Mary (Donna Reed, bellísima como siempre) y sus 4 hijos. Desesperado, George no verá otro camino que el suicidio, momento en el que entrará Clarence para detenerlo y cumplirle su deseo: No haber nacido jamás. George vivirá así unas horas tormentosas, al ver que en el pueblo nadie lo conoce y las vidas de sus amistades son otras, incluso la de Mary.

Capra pudo colar en esta entrañable historia sus ideas socialistas, y lanzaba también, por supuesto, su habitual crítica al capitalismo. Y lo genial del relato radicaba en su delirante giro argumental, que convertía el melodrama familiar en un relato fantástico, sin dejar de ser encantador a pesar de lo inquietante que se tornaban las cosas para George.

Basada en un pequeño relato escrito por Philip Van Doren Stern, adaptada por el mismo Capra y los guionistas Frances Goodrich, Albert Hackett y Jo Swerling, la cinta, con todo y sus momentos dulces y melodramáticos, no dejaba de ser consistente en su trama, dura en todo lo que acontecía a sus personajes, con un eficaz reparto secundario. Capra daba en el clavo en la premisa acerca de cómo una simple vida influye en otras. George no pudo realizar sus sueños de juventud, y el mensaje de la película era claro: ser feliz con lo que a uno le toca, aceptar las decisiones buenas y malas, y lo que uno cosecha en la vida. Así, sin más.

DVD: REIGN OF FIRE * * 1/2

En Reign of Fire (Reino Unido-Irlanda-E.U., 2002) veremos dragones peleando contra helicópteros y paracaidistas intrépidos, cosas que sólo se veía en las clásicas películas serie "B", como en las que Godzilla aviones, ciudades y todo lo que aparecía frente a su camino, y de ahí, la lista es interminable. Dirigida por Rob Bowman, Reign of Fire entra sin problemas en esa categoría de películas serie "B" de desastres y fantásticos, con el detalle que esta respalda por una estupenda producción.

Aquí, los dragones son un pretexto para desencadenar una trama sin muchos pies ni cabeza, ni bases dramáticas muy sólidas, pero que acaba siendo entretenida si uno va con la actitud necesaria y, en especial, si es fanático de inusuales mezclas genéricas. En la Gran Bretaña de la actualidad, un niño despierta por accidente a un dragón, que dormía bajo los terrenos de una construcción, por andar de curioso dentro de unas excavaciones. Dicho acontecimiento, será suficiente para desencadenar una era apocalíptica de proporciones dantescas.

El guión tiene el problema de ser demasiado débil. En los protagónicos tenemos a Christian Bale y a un irreconocible Matthew McConaughey, el primero interpretando a Quinn Abercombry, el mentado niño, ahora como el líder de una comuna atrapada en un escenario ruinoso, decadente y desértico estilo Mad Max, que no sabe qué demonios hacer con la plaga de dragones que se ha desatado; mientras el segundo, será el clásico militar-yanqui-desquiciado, que ha aparecido de la nada acompañado de un grupo de militares expertos cazadores de dragones, para ayudarles a eliminar a los dragones.

Entre los rescatable de la película, tenermos unos notables efectos especiales, un buen diseño de producción y dirección fotográfica a cargo de Adrian Biddle (notable en 1492, Conquest of Paradise/Ridley Scott/1992), haciendo un hábil uso de filtros azules en la primera mitad. De los 105 minutos que dura la película, los dragones aparecen escasos 20 minutos, y casi siempre lejanos. Como sea, Reign of Fire cubrirá las expectativas de los aficionados al género "B", pero desilusionará a los que prefieren aquellos filmes fantásticos más clásicos, con dragones destruyendo castillos y peleando con caballeros armados y hechiceros.

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