jueves, 30 de marzo de 2023

AVATAR: THE WAY OF WATER

 

100% NA'VI. Sully (Sam Worthington) regresa para una nueva batalla.


James Cameron nos lleva de regreso a Pandora, y aunque le tomó más de diez años, parece haber querido compensar la espera con un poco más de metraje. En Avatar: The Way of Water, volvemos a vivir algo visualmente espectacular como en Avatar (2009), la primera entrega, pero al cuadrado. Es evidente que 10 años de avances tecnológicos están plasmados aquí, en 180 minutos de pesado metraje. Sí, son demasiados, y quizás muchos saldrán del cine viendo azul por todos lados.

Lo cierto, es que es indispensable ver el filme en el cine, en la pantalla más grande posible, para darse cuenta que esta saga (calificada por muchos como "Pitufos en el Espacio" o "Pocahontas en el Espacio"), si bien tiene un estreno tardío, Cameron lo hizo sintiéndose cien por ciento seguro de que nos ofrecería el mejor show posible. La verdad sea dicha, hay momentos en el filme en los que se te cae la quijada y se te salen los ojos por el realismo impresionante alcanzado.

Pero no todo es tan perfecto en Avatar 2 como su caprichoso detalle visual, y ambiciosa capacidad para asombrarnos. Su duración desafía nuestro nivel de tolerancia física para estar sentados en nuestras butacas por 3 horas. El inicio nos pone al corriente de forma express, con lo que ha pasado en todos estos años desde el primer filme. Jack Sully (ahora sólo la voz de Sam Worthington), renunció a su vestidura humana por su avatar para convertirse en un na'vi de pies a cabeza. Sully ha llevado una vida feliz y próspera junto a Neytiri (voz de Zoe Saldaña), con quien ha procreado una familia, formada tanto por hijos naturales como por otros por adopción. Una de las hijas es Kiri, hija adolescente de la doctora Grace Augustine, interpretada por Sigourney Weaver en el primer filme, quien da ahora voz a Kiri usando unos muy juveniles tonos adolescentes.

A la familia se ha unido un chico humano, Miles "Spider" Socorro (Jack Champion), adoptado por Sully y Neytiri, quien como una especie de Mowgli blanco, va por toda la jungla pandoriana colgado de lianas, y brincando de un árbol a otro. De hecho, resulta difícil de creer que Spider sea hijo del villano de la historia, Quaritch (ahora sólo voz de Stephen Lang). Quaritch también se ha despojado de su cascarón humano, para convertirse en un na'vi. La familia se completa con Lo'ak (voz de Britain Dalton, y voz de Chloe Coleman de niño), Neteyam (voz de Jamie Flatters), y Tuktirey (voz de Trinity Bliss), esta última la más joven.

Una situación crítica ha provocado que la familia tenga que dejar la selva, y mudarse lejos, a la costa, para pedir asilo a los metkayina, tribu que vive dentro y fuera del mar, también azules pero de tonalidad más clara. Las dificultades vendrán, no sólo para que Sully y familia sean aceptados, sino para sus hijos el tener que convivir con los jóvenes metkayina, quienes les harán burla y acoso por ser diferentes.

A partir de aquí, la historia empieza a ponerse letárgica, es decir, hay lapsos en la trama sin que suceda nada realmente interesante, mientras los na'vi se adaptan a su nueva vida. Todo será problemas entre los jóvenes, dificultades con los jefes y padres metkayina (voces de Kate Winslet y Cliff Curtis), estos últimos tratando de ser los seres más pacíficos y tolerantes. Los hijos na'vi padecen y reciben injustas reprimendas, pero también descubren el mundo submarino. El toque ecologista de la historia entra aquí, en donde, junto a la destrucción de los bosques y selvas por parte del ejército de los humanos, en el océano la cosa no va mejor. Una especie de ballenas está sufriendo algo cercano a un exterminio.

Mientras esperamos a que algo pase, y sintiendo que la acción todavía está lejos de venir, el espectáculo visual submarino es de dejarte boquiabierto. Cameron nos lleva -casi- de vuelta al abismo (como en su filme de 1989), recreando un fondo oceánico extraterrestre verdaderamente fantástico.

Fuera de eso, la fórmula de la historia termina siendo algo similar a la del primer filme, sólo que más hinchada. Me quedé con curiosidad por saber más de los metkayina, por saber más quiénes son realmente, y no nada más con el hecho de que una de sus niñas es capaz de comunicarse con las ballenas. El gran enfrentamiento llega hasta el final, el cual por supuesto será naval, con dosis de tiempo extra, y no hay duda de que el tiempo deja de sentirse tan pesado como antes llegados a este punto. Entre peleas y cañonazos, hay situaciones interesantes, decisiones importantes por tomar, y las inevitables tragedias. Para mí, Avatar 2 pudo haber durado unos 30 minutos menos, y hubiera sido una película de invierno más aguantable para pasar la tarde.
Próximamente en Disney Plus.


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