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sábado, 24 de octubre de 2020

FROZEN 2

 

NUEVAS AVENTURAS BAJO CERO. Olaf está de vuelta.

Lejano ha quedado aquel 2013 cuando Frozen fue estrenada. A pesar de que ha pasado mucho tiempo, todavía resuena en nuestra memoria la canción "Let it Go", con la poderosa voz de Idina Menzel, quien da voz a Elsa, la princesa de hielo. Llega ahora la secuela, Frozen 2, que por alguna razón -o por muchas- nos ha dejado a muchos helados. No quiero decir que esta segunda parte sea mala o decepcionante, nada más lejos de la realidad. Lo que sucede, es que teniendo como precedente una primera parte que es, simplemente, espectacular en todos los aspectos, tanto en el visual como en el de su historia (tiene como fuente de inspiración el cuento de Hans Christian Andersen, la "Reina de Nieve", que ya ha sido adaptado antes al cine), es normal que uno espere una segunda parte al mismo nivel, o incluso mejor.

Dirigida por Jennifer Lee y Chris Buck, la misma dupla que dirigió la primera parte, Frozen 2 se enfoca ahora en algunos misterios, por ejemplo, la muerte de los padres de Anna (voz de Kristen Bell), y de Elsa (voz de Idina Menzel), es decir, los reyes Runeard (voz de Jeremy Sisto), e Iduna (Evan Rachel Wood). Todo es paz y felicidad en el reino de Arendelle (no falta el número musical de rigor para acentuarlo), hasta que Elsa empieza a escuchar una voz misteriosa cantar desde lo profundo del bosque, que gracias a su magia y poderes sólo ella puede escuchar. Intrigada, Elsa se aventura al bosque junto a Anna, Kristoff (Jonathan Groff) y su reno, y claro, Olaf (voz de Josh Gad), el muñeco de nieve, de vuelta con su mismo encanto y gracia, para averiguar de dónde proviene la voz, la cual, sin duda, tiene algo qué comunicarle.
Frozen 2 cae fácilmente en la tentación de muchas secuelas de hacerlo todo más en grande que antes, visualmente más impresionante y mejorado; metiendo más canciones, personajes, subtramas, más renos (con todo y número musical en donde cantan), y ahora unos gigantes de piedra. Debo admitir que, por lo menos en el aspecto visual, Frozen 2 es realmente impresionante, con efectos visuales estupendos, y secuencias realmente bellas, como aquella de un caballo de agua cabalgando en las profundidades del océano, o algunas que tienen lugar en el otoñal y grisáceo bosque al que llegan Elsa y Anna, como el incendio del bosque. Pero es en la más dramática segunda mitad donde los animadores de la Disney se superan a sí mismos, con secuencias simplemente fabulosas, como una muy dramática, en donde, sin revelar mucho al respecto, un personaje se desvanece en una nube voladora, o aquella de la revelación que tiene lugar dentro de un barco naufragado, donde dos figuras de hielo se materializan frente a las hermanas, y es que "el hielo tiene memoria", según Elsa.
Frozen 2 cumple en el aspecto visual, y nos deja con nuestros ojos extasiados. En ese sentido es irreprochable. Sin embargo, lo que ofrece generosamente en términos visuales, le falta en cuanto a historia se refiere. Lo que hizo realmente memorable a la primera película fue, no nada más la canción "Let it Go", sino una buena historia, que tenia como centro el drama de Elsa al descubrir sus poderes, el no saber cómo lidiar con ellos, junto al sacrificio que termina haciendo por lo que más quiere. Frozen 2 tiene una historia pasable, pero creo que el haber puesto a dos grupos enfrentados en el bosque, en un conflicto que de todas formas no acaban desarrollando a fondo los guionistas, termina siendo algo estorboso y distractor. Hay comicidad, como ver a Kristoff intentar durante toda la película proponer matrimonio a Anna, mientras Olaf sigue igual de gracioso, pero sin el mismo peso que tuvo antes. En resumen, una secuela que, sin estar a la misma altura de su primera parte, pasa como un efectivo entretenimiento familiar de fin de semana, y se disfruta más si no se espera mucho de la misma.
🌟🌟🌟1/2



miércoles, 30 de octubre de 2019

MALEFICENT: MISTRESS OF EVIL

Angelina Jolie regresa como Maleficent.
¿Era necesario ampliar y complicar un cuento de hadas que ya había sido contado por la Disney de una manera simple y sencilla en su versión animada de 1959? No, por supuesto que no lo era. Sin embargo, Maleficent (2014), la primera cinta de esta saga "corregida y aumentada" de la "Bella Durmiente", no dejó de despertar cierta fascinación gracias al giro y aproximación tomado, una película en "acción viva" sobre los orígenes de su villana de enormes pómulos (algo que casi no está de moda actualmente ¿cierto?), Maléfica, con el rostro de Angelina Jolie. La idea, fue contarnos que Maléfica no siempre fue la bruja diabólica y malvada que todos creíamos, sino una especie de "ángel caído"; un ser fantástico y alado con una infancia feliz, pero que durante su juventud tuvo la mala fortuna de involucrarse con el hombre equivocado.
Advertencia: es necesario haber visto la primer película para poder entender y seguir el hilo de la recientemente estrenada secuela, Maleficent: Mistress of Evil. Desafortunadamente, esta segunda parte no es tan buena como la primer película (dirigida por el especialista en efectos especiales Robert Stromberg, que de hecho, fue su película debut como director). Al menos, el primer filme acabó funcionando, gracias a que te conseguía enganchar en todo el entramado dramático conjurado por sus escritores, con todo y lo saturado que estuvo de criaturitas mágicas y escenarios fantásticos (te transporta eficientemente al universo de Maléfica, una cruza de un mundo medieval con el de Narnia, y el Señor de los Anillos). El cuento clásico en su versión con actores de carne y hueso, es más una historia sobre la verdadera maternidad-paternidad (no siempre exclusivo de los madres y padres naturales), que otra cosa.
El problema, es que casi no hay nada en esta secuela de lo que sí ofreció la anterior cinta, empezando por un buen arranque. Aurora (Elle Fanning, nuestra otrora "bella durmiente") está buscando poder casarse con su "príncipe azul" (Harris Dickinson), cosa que Maléfica no ve con buenos ojos. En resumen, cree que el matrimonio con un príncipe de otro reino distraerá a Aurora de sus deberes como reina del bosque mágico. Baste decir -sin contar mucho-, que la primer reunión entre los futuros suegros, es decir, los reyes interpretados por Michelle Pfeiffer y Robert Lindsay, no resultará como se esperaría en un cuento de hadas, yéndose más hacía un melodrama de "guerra entre consuegras", con otro personaje condenado a un profundo sueño.
Una pregunta muy existencial sí termina surgiendo con esta segunda parte: ¿Maléfica está sola en este mundo? Es decir ¿Hay otros seres de su misma especie en algún lugar? La respuesta es sí. Ella no se hará a sí misma esa pregunta, sino que el descubrimiento de sus congéneres será puramente accidental. Este nuevo filme, dirigido por Joaquim Ronning hubiera tomado caminos más interesantes si sus guionistas hubieran desarrollado más esa parte de la historia. Por otro lado, es una pena que Imelda Staunton, Lesley Manville, y Juno Temple, quienes interpretan a las hadas protectoras de Aurora, y que en el primer filme agregaron un buen toque de comicidad, ahora no aparecen en carne y hueso, sino completamente en digital y no tan graciosas como antes. Sin embargo, Sam Riley, como el cuervo convertido en humano, sigue agregando su toque de trágica inocencia como fiel servidor de Maléfica.
Lo que sí es interesante, es ver el toque de diversidad racial en el reparto, con los miembros de la especie de Maléfica siendo interpretados por actores asiáticos, afroamericanos, hindúes, etc. En ese sentido, sobresale Chiwetel Ejiofor, interpretando al líder y gurú de un clan, que encabezará una rebelión contra la reina Ingrith (Pfeiffer). Si bien la imponente y bella presencia de Angelina Jolie sigue dominando la pantalla, la película desperdicia lo que hubiera sido una excusa mejor para regresar a este universo: ahondar más en la complejidad de maléfica; en su dicotomía de bondad y maldad, teniendo, por el contrario, una especie de Game of Thrones para niños.
⭐️⭐️1/2

lunes, 5 de agosto de 2019

THE LION KING



REY DE REYES. La melenuda épica africana de Disney, regresa en
gloriosa animación hiperrealista.
Nunca me surgió la pregunta de cómo se vería El Rey León, uno de los clásicos animados de la Disney, protagonizado por animales reales, o al menos, en la forma de animación hiperrealista. Tampoco me surgió dicha pregunta, en 2016, con otro clásico de la casa Disney, The Jungle Book. Son películas que están bien como están, con su magistral y tradicional animación dibujada a mano, cuadro por cuadro; impecablemente hechas y producidas. Pero en esta era hipertecnologizada, donde ya no nada más se pueden crear digitalmente animales a uno o dos pasos de lucir tan reales que engañarían al ojo más observador, sino actores (así como revivir a algunos que ya nos han dejado), la tentación de los ejecutivos de la Disney no podría haber sido más grande.
Además de las obvias razones monetarias para hacer negocio, y monetizar desempolvando viejas glorias del catálogo de la Disney, también están algunas creativas y experimentales; las de ver nuevamente El Rey León en la forma de un remake producido con la tecnología del nuevo milenio. El resultado no podría ser más impresionante, con todo y el hecho de regresar al cine a ver un filme que en 1994 ya nos había impresionado y conmovido, dirigido en aquel entonces por Roger Allers y Rob Minkoff (con una secuela en 1998, que pasó, por el contrario, sin pena ni gloria por el cine).
Ahora, Jon Favreau regresa en la dirección (luego de haber traído de vuelta The Jungle Book en 2016, como un remake de acción viva, con actores de carne y hueso, y animales generados digitalmente) con esta enternecedora historia de amor paterno-filial, entre el soberano de la sabana africana, el león Mufasa (James Earl Jones, imprimiendo toda la profunda gravedad de su voz al personaje) y su hijo Simba (Donald Glover), con un tratamiento digital hiperrealista, que hace lucir a la película como un documental de la naturaleza que te deja con los ojos desorbitados. Y el factor "wow" está presente todo el tiempo, con el peligro de que el impresionante acabado de texturas casi palpables termine por distraernos.
Esta nueva versión no está precisamente corregida, pero sí aumentada, con media hora de duración de más con respecto a la hora y media de la película original. Hay un par de canciones nuevas, como Spirit, interpretada por Beyoncé, quien da voz a Nala, la gran amiga de Simba desde su cachorrezca infancia. El principal pretexto para ver este nuevo Rey León se reduce al factor visual, el de verla reinterpretada como un gran espectáculo de animación digital del más alto nivel. Casi podemos sentir con nuestras pupilas el pelaje de los leones.
Algo es seguro, y es que sin importar mucho si es la versión animada tradicional o la más moderna digital, el poder de la historia sigue sitiéndose; la de un leoncito que quiere crecer muy aprisa y está marcado por un destino para el cual no se siente preparado, es decir, convertirse en el futuro rey (su historia está parcialmente inspirada en Hamlet). Dicho destino se verá truncado cuando su padre muera asesinado, y el trono sea tomado por su malévolo, usurpador, y sarnoso tío, Scar (excelente trabajo de Chiwetel Ejiofor, al mismo nivel de Jeremy Irons en el filme original), quien no tardará, junto a un grupo de hienas, en imponer sus tiránicas garras y traer decadencia al reino. Forzado a exiliarse, Simba encontrará refugio en la selva, en donde crecerá, a ritmo de la pegajosa canción Hakuna Matata, junto a Timon (Billy Eichner) y Pumbaa (Seth Rogen), en un paradisíaco paraje alejado de problemas y preocupaciones. No pasará mucho antes de que vuelva a recordar su verdadero destino.
El Rey León 2019 podrá sentirse más largo de metraje, podrá ser también que su clara y cristalina alta definición se sienta que compita con la historia, o que haya habido secuencias en que Favreau le haya dado más importancia al impresionante fotorrealismo que a la trama (hay escenas que se sienten sólo como llenadoras de espacio, para presumir el alto nivel de sofisticación alcanzado en este tipo de animación), pero lo cierto, es que acabará siendo inevitable (como hace 25 años) no caer atrapado por la fuerza de esta historia, y ser tocado por toda su felina y melenuda emotividad. 
⭐️⭐️⭐️⭐️

martes, 16 de julio de 2019

TOY STORY 4

Woody regresa con una nueva misión.
Con Toy Story 3 (2010) parecía que un ciclo se estaba cerrando, y que la saga de los juguetes más famosa de la Historia del Cine había llegado a su fin. Sin embargo, algo en el interior de nosotros los fans nos decía que, en esta historia sobre la verdadera amistad, todavía hay mucha tela de donde cortar. Woody el sheriff (Tom Hanks excelente), y su mejor amigo, Buzz Lightyear (Tim Allen, también estupendo), el guerrero intergaláctico, todavía tienen cuerda de sobra.
Ha sido muy largo el camino recorrido desde aquel lejano 1995, cuando Woody nos desmostró que es el "amigo fiel" que todos quisiéramos tener, y que Buzz intentó llevarnos "al infinito y más allá". Su debut fue espectacular, y vaya que al ver Toy Story 4, el tardío (su estreno se pospuso cerca de dos años), pero sorpresivo regreso de los adorados juguetes, el paso del tiempo es evidente. Ver todos los filmes previos de corrido, es atestiguar 25 años de evolución en la cada vez más sofisticada técnica de animación de la Disney-Pixar; lo que en el 95 fue impresionante para los que vimos el filme por primera vez aquel año, ahora se mira con retro-nostalgia, al ver como, de movimientos no muy precisos en los personajes, algo robóticos y mecanizados, ahora, la cuarta película presume un impresionante foto-realismo que te deja con la quijada caída y los ojos desorbitados. Los juguetes lucen más reales que nunca, casi tan humanos como los dueños con quienes comparten su universo, en la forma ya no de Andy, el entrañable dueño de los juguetes, sino ahora de la pequeña Bonnie (voz de Madeleine McGraw). De hecho, esta cuarta película es la que tiene más personajes humanos de la franquicia.
La estafeta de la dirección ha pasado a Josh Cooley (quien ha hecho de todo en la Pixar, desde escritor de guiones hasta voz de personajes), y si en términos de dirección este filme no es precisamente superior a las anteriores entregas, el caso es que Toy Story 4 sigue cumpliendo magistralmente como un filme de acción, rescates, aventuras, y comedia, sin decepcionar en lo absoluto. Esencialmente nos cuenta lo mismo de siempre, es decir, Woody en misión para rescatar a un compañero en apuros, incluyendo el hecho de que en este universo juguetero, es tan difícil el dejar ir y renunciar a algo, como en el mundo de los humanos. Pero hay un par de temas nuevos, complejos y más profundos, que apenas habían sido tocados antes, como preguntarse si los juguetes tienen alma, y si en ellos también puede existir esa "voz interior" que nos guía siempre (es Buzz quien tiene las mejores bromas en este aspecto).
Si Toy Story 3 ya empezaba a pisar terrenos algo obscuros en sus historias, esta cuarta entrega, así como puede ser tan divertida y dulce, también tiene momentos escabrosos. Bonnie ha agregado a su querida colección de juguetes uno nuevo, Forky (voz de Tony Hale), el cual, durante un golpe de reciclaje creativo que tuvo durante su primer día en el kinder, creó con un tenedor desechable tomado de la basura, plastilina, un palo de paleta y mucha imaginación. Al ser de su propia creación, Forky se convertirá en el juguete más querido para Bonnie, con todo y tener los ojos disparejos, así como un impulso incontrolable de querer regresar al bote de basura.
Durante un viaje familiar, a donde, además de Woody y Buzz, también irán Jessie (Joan Cusack), Bull's Eye, Ham, Rex, el Sr. Cara de Papa (trabajo póstumo de Don Rickles, quien falleció a mitad de la producción), su esposa, Slynky Dog (me pregunto como el resorte de este perro salchicha luce intacto y en perfectas condiciones, después de todo lo que ha tenido que pasar en 3 filmes), Trixie, etc., Forky acaba prisionero de Gabby Gabby (Christina Hendricks), una antigua muñeca, y de su séquito de tenebrosos muñecos de ventrílocuo, dentro de una tienda de antigüedades.
Hay un verdaderamente sorpresivo regreso, Bo Beep (nuevamente voz de Annie Potts), aquella pastora de porcelana con la que Woody tuvo buena química en la primer película, y de la cual ya no supimos nada después (al inicio del filme sabremos qué pasó en todo este tiempo). Lejos ha quedado su apariencia de fina y dulce figura de adorno. Ahora regresa más atractiva, como una imponente y fuerte presencia femenina, rediseñada completamente para ser una especie de versión Disney de Charlize Theron en Mad Max (con más cabello, eso sí), con todo y un brazo roto, y conduciendo un coche de carreras reconstruido y disfrazado de zorrillo. Con sus tres ovejas, Bo Beep ha regresado para sacudir y mover el ya de por sí complicado mundo de Woody.
Forky tiene grandes momentos en los que amenaza con robarse el filme, al ser una suerte de Frankenstein descubriendo el mundo, a sí mismo, y su verdadero destino, no como basura, sino como el más valioso juguete de Bonnie. La más dura tarea de Woody, será tratar de convencerlo de ello. Buzz también tendrá sus propios problemas, con dos nuevos personajes de peluche, Ducky y Bunny (Keegan-Michael Hall y Jordan Peele, respectivamente), mientras que Keanu "John Wick" Reeves se agrega al elenco de voces, al dar mucha vida, bravura, y dosis de inseguridad a Duke Caboom, un motociclista de juguete con temerarios momentos en el tercer acto.
Quien no sienta un nudo en la garganta al final, tal vez tuvo que ver los tres primeros filmes antes. La serie de filmes de Toy Story es de esos pocos filmes que tocan tu alma, y esa cuerda emocional que todos llevamos dentro. Si hay otro gran tema ahora, es que por primera vez se aborda lo que verdaderamente es ser un juguete. Toy Story 4 es emocionante, divertida y conmovedora hasta la lágrima. Una verdadera joya. 
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

martes, 25 de junio de 2019

ALADDIN

Will Smith como el nuevo genio de la lámpara. 
La expectativa es mucha cada vez que la Disney decide rehacer alguno de sus clásicos animados. Algo es seguro, y es que no se podrá tener a todos contentos (ahí está el ejemplo de Dumbo, que a muchos gustó, pero que otros aborrecieron). Toca el turno ahora a Aladdin (1992), de esos clásicos intocables del catálogo de la Disney, la cual decidió mover todas sus fichas hacía un sólo número, el de Will Smith, para interpretar al genio de la lámpara. El ex príncipe de Bel-Air, actor y rapero, no la hubiera podido tener más difícil, al tratarse de llenar los zapatos del fallecido Robin Williams, quien diera la voz, un montón de su camaleónico humor y complejo de "personalidad múltiple" al genio de la lámpara (por ello ganó un Globo de Oro "especial").
La buena noticia, es que Will Smith está a la altura de las circunstancias. En su interpretación del genio en este remake de Aladdin, lo que menos hace Smith es una imitación del trabajo de Williams. Lo que ofrece, es su propia versión del genio, en un trabajo que es parte actuación en acción viva ("de carne y hueso"), parte versión CGI (o generada digitalmente). En este último aspecto, es en donde vemos al genio de color azul que todos recordamos, y con mucho esteroide digital, para lograr el mismo físico musculoso del genio animado.
Pero otra cosa también es delicada, la música (multipremiada y multinominada en su momento a los Oscares). En esta nueva película, dirigida por Guy Ritchie (Snatch, la saga de Sherlock Holmes, King Arthur), varias de las canciones originales aparecen, incluyendo la más memorable, A Whole New World, ahora en la voz de Naomi Scott, quien interpreta a Jasmine, y que sabe imprimir una energía particular a la canción. Hay algunas adiciones inéditas al soundtrack, como una canción verdaderamente épica, Speechless (también cantada por Naomi Scott), dividida en dos partes (escrita por Alan Menkin, el mismo compositor de la banda sonora del filme animado). De ahí que, de una hora y media que duraba el filme animado, ahora estemos con 2 horas y 8 minutos de duración, las cuales se pasan como volando en la alfombra mágica (que también aparece, y con un protagonismo casi heroico y cómico).
Aladdin 2019 es sumamente espectacular, tanto por su nueva forma de abordar la historia clásica (con un enfoque algo más feminista), así como por su producción musical (hay momentos en que parece que estamos viendo un musical de Bollywood). Su diseño de producción es suntuoso (excelente diseño de vestuario y locaciones en Jordania). La historia es la que todos recordamos, con pequeños ajustes: Aladino (interpretado por Mena Massoud), es un pillo callejero con varios trucos bajo la manga, y un mono como su cómplice. Por azares del destino, Jasmine se cruza en su camino, y sin que Aladino sepa que es una princesa (con la ambición de convertirse algún día en reina y una justa gobernante de su reino), una química especial empieza a surgir entre ellos. Sin embargo, Aladino es hecho prisionero por el villano de la historia, Jafar (Marwan Kensari, maligno y obscuro), y si aquel desea ser puesto en libertad deberá realizar un pequeño trabajo para él: entrar a una antigua cueva que resguarda un tesoro (así es, "¡Ábrete Sésamo"!), y recuperar una lámpara mágica, la cual, resguarda al antiguo y mágico genio que le concederá tres deseos a quien lo haya liberado de su prisión.
Está de más decir que Will Smith se roba la película desde que aparece, no importa si es en versión real o digital. El tipo irradia energía, carisma, humor, y su acostumbrada labia en partes iguales. Es comprensible el escepticismo de los fans de Robin Williams (entre los que me incluyo). La verdad, pasados unos minutos, uno termina atrapado por la sobrada personalidad con la que Smith llena al genio (especialmente, en su primer número musical, dentro de la cueva). También es cierto que está lejos de tener el mismo ritmo frenético, espontaneidad, y versatilidad visual que el genio de la versión animada sí tenía. Sin embargo, Ritchie y Smith están muy cercanos en esta película a igualarlo.
Por su parte, Mena Massoud y Naomi Scott están muy bien en sus papeles, combinando muy bien actuación, canto y baile (por cierto, Massoud lo hace bien en este último aspecto, en cierto número musical dentro del palacio). Guy Ritchie tal vez no suene como el más indicado para dirigir un cuento de hadas, con mucha magia y romance. Lo cierto, es que ha hecho un buen trabajo. La historia romántica se queda contigo, gracias en especial al papel pivotal que tiene Jafar (verdaderamente diabólico), y al logrado contraste de tonos, entre aventura romántica, comedia (la dama de compañía de Jasmine, interpretada por Nasim Pedrad, contribuye con algo de humor), y al buen mensaje sobre la autenticidad. Es de reconocer la apertura a un reparto diverso desde el punto de vista racial, con muchos actores de origen árabe (mención especial merece Navid Negahban, libanés, quien interpreta al sultán) -o con alguna ascendencia. Al final, tal vez este nuevo Aladino sea de más larga duración, y esté más cargado de pirotecnia hollywoodense, pero entre todo eso la esencia de la historia se mantuvo intacta. 
⭐️⭐️⭐️⭐️

miércoles, 10 de abril de 2019

DUMBO

Colin Farrell como el entrenador del más famoso elefante de Disney.
Muchos clásicos de la Disney se pueden considerar intocables, a la hora de querer adaptarlos con actores de carne y hueso. Para ello, se necesita que el proyecto caiga en las manos adecuadas. Con Dumbo -precisamente, uno de esos clásicos- es la segunda vez que Tim Burton se echa encima la tarea de adaptar un clásico animado de la Disney (cosa que ya hizo con "Alice in Wonderland", mientras que en "Alice Through the Looking Glass" fungió tan sólo como productor). El resultado es satisfactorio (yo diría muy satisfactorio, para el riesgo tomado), pero también interesante, y no tan obscuro como muchos fans del cine de Burton esperarían.

Si bien no estamos ante el mejor filme de Burton, es justo decir que esta versión, no corregida, pero sí aumentada, del filme animado de 1941 (basado, a su vez, en el libro escrito por Helen Aberson y Harold Pearl, y que originalmente dura 1 hora y cinco minutos), terminará atrapándote. El realizador convierte al elefantito del título en uno de sus típicos personajes atormentados y rechazados por ser diferentes; incomprendidos y marginados. Rechazado por ser visto como un fenómeno, debido a sus enormes orejas (sello distintivo del personaje), y además capaz de volar.
Lo interesante de la versión de Burton, es su apuesta por una película plena de animales generados digitalmente, y ninguno de ellos parlante. Se extraña la presencia del ratón Timothy, protector y único amigo de Dumbo. Algo que termina jugando en contra de este remake de Dumbo, es lo mucho que acaba pareciéndose a Water for Elephants (2011). Originalmente llamado Jumbo, el elefantito llega al mundo (no traído por las cigüeñas) en el circo ambulante de los Hermanos Medici (que en realidad es uno sólo y es interpretado por Danny DeVito). A punto de caer en la ruina, Medici ve la oportunidad de explotar a Jumbo al ver que sus grandes orejas le permiten volar, siempre y cuando pueda succionar una pluma de ave.
Dos niños (Nico Parker y Finley Hobbins, quienes aquí toman el papel del ratón, y funcionan como amigos y protectores del elefante), con la ayuda de su papá (Colin Farrell, con un flojo acento sureño), un entrenador de caballos, quien acaba de llegar de la guerra y sin un brazo, intentarán que el paquidermo se adapte al mundo del espectáculo sin morir en el intento. Y vaya que habrá momentos de verdadero peligro. Las cosas se pondrán complicadas cuando a escena entre un acaudalado empresario circense (Michael Keaton, con un ridículo peluquín rubio), quien verá en el elefante una mina de oro, y con sus millones convertirá al circo en un gigantesco parque de diversiones temático (estilo Disneylandia). Si bien inyectará más presupuesto a los espectáculos, Vandevere, el empresario, seguirá lineas poco escrupulosas, donde primero estará el factor espectáculo, y luego la seguridad de sus artistas, incluyendo al ahora rebautizado "Dumbo".
Hay varios puntos a favor de la película. No le cae tan mal a la historia el ser aumentada una hora más, con una premisa sobre el dinero y el corporativismo como los verdaderos villanos. Se disfrutan de más "horas de vuelo" de Dumbo, al cual ahora se le puede montar (en referencia al juego original de Disneylandia). Eva Green interpreta a una guapa artista francesa, la cual intentará montar a Dumbo. Mientras, el conmovedor y lacrimógeno drama de haber sido separado de su mamá, es también aumentado. Dumbo en sí es una gran creación animada. Luce espectacularmente realista, incluso al volar, pero también es conmovedor, irradia ternura, y dolor, al ser objeto de burlas del público. La clásica escena del show del incendio resulta emocionante, como algunos otros instantes del filme. Sin embargo, hay algunos problemas. Las actuaciones, en general, son planas. Los niños, de los cuales esperas mucho más, son inexpresivos y algo inertes. Otra cosa, es que se extraña la genial secuencia diseñada por Dalí en la película animada. No es que se espere algo idéntico en esta versión, aunque sí algo cercano. Aquí, todo es resuelto como un simple y nada espectacular show de burbujas, que Dumbo observa (no precisamente intoxicado, como en la película original), como un espectador más, trayéndole recuerdos de su madre ausente.
Este nuevo Dumbo, con sus aciertos y desaciertos, tiene suficientes dosis de encanto y magia que desafía la gravedad, para las nuevas generaciones que no conozcan todavía la versión animada. ¿Y para los fans de Burton? Tienen la oportunidad de ver juntos nuevamente a Batman y al Pingüino (perdón a Keaton y a DeVito), 27 años después. 
⭐️⭐️⭐️1/2

miércoles, 9 de enero de 2019

MARY POPPINS RETURNS

Emily Blunt  como la nueva Mary Poppins.
Con Mary Poppins Returns surge la pregunta ¿qué caso tiene hacer una secuela de Mary Poppins, a más de 50 años de haber sido estrenada, si no es con su estrella original, Julie Andrews, interpretando al muy querido personaje? Pero cuando ves entrar en pantalla a Emily Blunt, el nuevo rostro y voz de Mary Poppins, descender del cielo, con su paraguas abierto, sobre el Londres de 1935, y cantar la primera canción de la película, poco a poco te convences y empiezas a pensar "bueno, esto puede ser interesante y prometedor". Y lo es.
Si uno es un cinéfilo lo suficientemente abierto, acaba aceptando a Emily Blunt como la nueva Mary Poppins. Llenar los zapatos de Julie Andrews no es cosa fácil, con su carisma, sonrisa radiante, y excelente voz. Pero Blunt hace un buen trabajo, en una película que, si bien es un musical estupendo, con buenas canciones, y bailes que te tienen moviendo los pies en el cine (ese número musical de los iluminadores de lámparas en la calle es magnífico), no está a la misma altura del clásico de la Disney, producido en 1964, y dirigido por Robert Stevenson.
La secuela, ambientada 25 años después de la historia original, nos cuenta la historia del ahora adulto Michael Banks (Ben Whishaw), viudo, y viviendo con su hermana, Jane (Emily Mortimer, interpretada originalmente por Karen Dotrice, quien hace un pequeño cameo en la cinta), y sus tres niños (interpretados por Pixie Davis, Nathanael Saleh, y Joel Dawson). Como vecino, siguen teniendo al anciano y loco almirante Boom (interpretado ahora por David Warner, cosa que no tiene mucho sentido, considerando el tiempo transcurrido), que gusta de lanzar cañonazos a cada hora del día.
Las cosas no van bien para Michael, quien está a punto de perder la casa que le heredó su padre, debido a deudas que supuestamente dejó (Colin Firth interpreta al banquero detrás de todo). Entra a escena Mary Poppins, y aunque ahora no cantará "Las cosas no están perdidas, sólo fuera de lugar", ayudará a que Michael no tenga las cosas tan difíciles. Además de dar sus acostumbradas lecciones, Mary Poppins ayudará a los niños a superar la ausencia de su mamá.
El problema de Mary Poppins Returns, con todo y la historia relativamente nueva, es lo mucho que se esfuerza por emular el filme original. En esta era digital y de animaciones hechas por computadora, no es ninguna novedad ver pingüinos (sí, han vuelto) y otros animales digitalmente animados, interactuar con actores de carne y hueso, como lo fue en 1964. La historia no tiene la misma magia, ni tampoco un punto relevante históricamente hablando, como el de la película original. Recordemos a la mamá de Michael en el primer filme, como el simbólico personaje feminista, que en lugar de quedarse en casa a cuidar a sus hijos, salía a protestar por el voto de las mujeres.
Lin-Manuel Miranda casi se roba la película, como el equivalente al limpiador de chimeneas y hombre orquesta interpretado por Dick Van Dyke en 1964 (quien también tiene un pequeño papel ahora, y sin hacer un mal acento cockney, como el hijo del anciano banquero del primer filme), irradiando carisma en cada escena. Lo cierto, es que este regreso de Mary Poppins funciona muy bien en casi todos los sentidos. Su historia no será lo suficientemente buena, pero la película se nota hecha por gente con un evidente amor al filme original; gente a la que le importan los personajes, y que se esforzaron por entregar un musical con canciones, no muy "supercalifragilisticoexpiralidosas", pero que se quedan contigo al salir del cine. 

jueves, 2 de agosto de 2018

INCREDIBLES 2 * * * * *


En Incredibles 2, Papá Increíble tendrá que quedarse en casa. 
Incredibles 2 es tan buena como su antecesora, The Incredibles (2004), quizás un poco mejor. Más acción,una impecable animación, y ahora un tema algo más controversial. Instalada en los 1960, Incredibles 2 tiene un giro feminista, con el tema de la mujer desarrollando un lado profesional dentro del típico núcleo familiar. La Sra. Increíble (también conocida como la "Chica Elástica", con voz de Holly Hunter) emprende una nueva faceta profesional al tener que salir a trabajar, mientras que el Sr. Increíble (voz de Craig T. Nelson) tendrá que quedarse en casa a cuidar de los niños, ayudarles en sus tareas, y de otras labores domésticas.
El gobierno está cansado de los daños colaterales que los supers (como son llamados los superhéroes en este universo) están causando, por lo que sus actividades han sido declaradas como ilegales. Están costando muy caro al gobierno y a los ciudadanos que con tanto celo y sacrificio se dedican a defender. Entra a escena Winston Deavor (Bob Odenkirk, de Breaking Bad y Better Call Saul), un rico empresario, quien de niño admiraba a los supers y está dispuesto a ayudarlos a limpiar la injusta reputación de causar más daño que bien. Ayudado por su hermana (Catherine Keener), este mogul altruista y fan de los supers (posee aviones, yates, etc.) enrolará a la super mamá en una especie de programa de alta tecnología, en donde la lucha contra el mal estará controlada por alta tecnología que mantendrá los daños urbanos al mínimo. ¿Y el Sr. Increíble? Pues descubrirá que ser mamá y ama de casa es un trabajo que requiere de algo más que fuerza sobrehumana y superpoderes, en su intento de criar y cuidar a sus retoños, la chica invisible Violet (voz de Sarah Vowell), el super veloz Dashiel (voz de Huck Milner) y Jack Jack, el bebé (Eli Fucile).
Jack Jack acabó robándome el corazón, quien ahora se ha convertido en un gran "roba-escenas". Los que vimos el primer filme sabemos que Jack Jack tiene superpoderes, pero su propia familia lo desconoce. En esta segunda película, la mayoría de las bromas y escenas graciosas giran alrededor de este hecho. Cuando Bob, su papá, descubra que Jack Jack es tan poderoso como cualquiera de ellos, será algo más problemático que escuchar la primera palabra de un bebé normal. Sin embargo, sigo creyendo que los principales superpoderes del bebé son el ser tierno, gracioso, y de lo más encantador. Jack Jack puede transformarse en monstruo, multiplicarse a sí mismo, moverse a través de varias dimensiones, convertirse en gigante y en una antorcha humana.
Nuevamente dirigida por Brad Bird, ahora tendremos más "supers" y anacronismos al estilo del primer filme. Por ejemplo, las instalaciones secretas en donde vive Edna (voz del mismo Brad Bird), diseñadora de los uniformes de los Increíbles, se ven demasiado modernas y de alta tecnología para la época. Es decir, es una mezcla de diseños retro y ultramoderno que acaban por darle al filme un sabor atemporal. En cuanto a Edna, sigue siendo de los personajes más graciosos, aunque me sigue causando algo de problemas su concepción, ya que sigue el clásico estereotipo de una mujer asiática. Con todo, es graciosa, con actitud, fuerza, seguridad, y lo mejor de todo, es memorable, aunque desafortunadamente no tiene suficiente tiempo en pantalla como en la primer película. Por el contrario, Lucius (Samuel L. Jackson), o "Frozone", amigo de la familia, tiene más participación y oportunidad de echar una mano "muy fría" a sus amigos superhéroes cuando lo necesiten.
Como nota final, Jonathan Banks (también de Breaking Bad y Better Call Saul) sustituye al fallecido Bud Luckey, quien daba voz al jefe de policia Rick Dicker, amigo de los Increíbles. En resumen, Incredibles 2 está cargada de más acción, personajes, más Jack Jack, una trama más compleja, así como un inteligente y sensible mensaje sobre lo valioso que es el trabajo en equipo; de que una familia es más poderosa si está unida.

martes, 7 de noviembre de 2017

COCO * * * * *


Miguel y su perro Dante.
Si hay algo verdaderamente magistral en Coco, es que, con todo y su impresionante manufactura visual, donde los artífices de la Pixar reprodujeron con fidelidad y maestría el folklor, la estética, la magia festiva, y el explosivo colorido de la famosa celebración del "Día de Muertos" en México, tenemos una historia que nos atrapa y engancha. El humor y espiritualidad de aquella fiesta están reflejados en el filme, con esa estudiada precisión que caracteriza a la Pixar. Es una de sus mejores películas, y de las mejores del año también. Tal vez su idea no es completamente original. Hemos viajado al "Mundo de los Muertos" muchas veces antes, por ejemplo, en el corto animado mexicano Calacán, así como en Corpse Bride, y más recientemente, en The Book of Life (esta última, también ambientada en México). La historia contada en Coco es fantástica, con un mensaje sensible e interesante: la importancia de mantener la memoria de los seres amados que ya no están entre nosotros. Ah, claro, hay otro, más dentro de la tradición Disney-Pixar, que tiene que ver directamente con nuestro protagonista, Miguel (Anthony González): luchar por tus sueños y alcanzarlos. 
Miguel es un niño amante de la música, y fiel admirador de Ernesto de la Cruz (Benjamin Bratt), un actor y cantante (una mezcla entre Pedro Infante y Jorge Negrete, quienes por cierto tienen un cameo, incluyendo el Santo y Frida Kahlo) que murió en trágicas circunstancias en 1942. El sueño de Miguel es convertirse en músico algún día, para seguir los pasos de su admirado Ernesto. Sin embargo, no lo tendrá tan fácil. Su familia, especialmente su abuela, odian con pasión la música, debido a que en el pasado el tatarabuelo de Miguel abandonó a su esposa e hija, esta última su ahora bisabuela, Coco, para perseguir una carrera musical. Los problemas de Miguel comienzan cuando, tratando de encontrar una guitarra para participar en un concurso de talentos, acabará (junto a su perro xoloitzcuintle, Dante) en el mundo de los muertos. Ahí, no nada más se encontrará a sus parientes fallecidos (quienes, para colmo, tampoco lo apoyarán mucho en ser un músico), sino a Héctor (Gael García Bernal), un extraño personaje que hará un trato con el chico: si este último promete regresar al mundo de los vivos y poner el retrato de Héctor en un altar de muertos (algo importante si un fallecido quiere viajar al mundo de los vivos y disfrutar de las ofrendas), Héctor le ayudará a encontrar a Ernesto de la Cruz. 
Aquí, el mundo de los muertos es un lugar en el que acabamos sumergidos. Es un universo espectacular, divertido, y surreal; una festiva explosión de color naranja (por obvias razones), y con un concepto retro. Los realizadores (el filme está dirigido por Adrian Molina y Lee Unkrich) lo mismo tomaron como referencia el México de los años 1920, como el de los 1930 y 1950. Todo este mundo está poblado de calaveras, maquilladas y grabadas en los rostros (Posadas se hubiera regocijado de verlo), así como de alebrijes, que aquí funcionan como guías espirituales de los difuntos. Lo genial del asunto, es que si bien acabamos inundados en este tsunami de pirotécnica visual, lleno de color, fluorescencia, foto realismo, y muchas flores de cempazúchitl, nunca acabamos distraídos de lo verdaderamente importante, de una historia narrada con fuerza; interesante, divertida, emotiva, y que nunca deja de sorprendernos secuencia tras secuencia.

lunes, 4 de mayo de 2015

BIG HERO 6 * * * * *

CON HERÓICO SOBREPESO. Hiro y Baymax.
Big Hero 6 se desarrolla en la ficticia ciudad de San Fransokio (una mezcla de San Francisco y Tokyo). La genialidad de la Disney, es hacer creíble -e increíble- todo este universo, claramente deudor del anime japonés. de donde se percibe su principal inspiración. En San Fransokio  tienen lugar competencias clandestinas de robots manejados a control remoto. En una de esa competencias, es en donde conocemos a Hiro Hamada (Ryan Potter), un niño prodigio e ingenioso,  con una tremenda habilidad para inventar artilugios y construir robots. Su hermano, Tadashi (Daniel Henney), es un modelo a seguir para él, ya que trabaja para una prestigiosa empresa, que desarrolla alta tecnología e ingeniería robótica.

Dirigida por Don Hall y Chris Williams, Big Hero 6 es, a pesar de su hipertecnologizada historia poblada por robots, y de tocar el tema de la inteligencia artificial, una conmovedora historia sobre el amor entre dos hermanos. Sin embargo, aunque al final se corra el riesgo de derramar una o dos lágrimas (en especial quienes tenemos hermanos), Big Hero 6 es también entretenida, divertida y con mucho humor, el cual radica en el fantástico Baymax, la última maravilla robótica que Tadashi ha inventado. 

Gracias a la inspiración que Tadashi provoca en Hiro, el chico desarrolla un impresionante proyecto: numerosos microrobots que funcionan con ondas cerebrales humanas. La tragedia sobrevendrá durante la presentación de sus maravillosos robots en una feria de tecnología, cuando Tadashi muera en un incendio. Su legado será Baymax, un robot blanco inflable, de diseño minimalista, y voluminoso; cuya función principal es la de monitorear el estado de salud de su propietario, y brindar primeros auxilios.

Pero también logra colarse una pequeña película de superhéroes improvisados, que en la marcha descubren talentos ocultos que pensaban no tenían. Los amigos de Tadashi (voces de Maya Rudolph, Genesis Rodriguez, Damon Wayans Jr., Jamie Chung y T.J. Miller) forman un equipo de superhéroes equipados con inventos del propio Hiro, en un ejercicio de originalidad e improvisación. El propio Baymax se convierte en una máquina voladora y el chico su piloto. 

Baymax se roba completamente el show sin mucho esfuerzo, como el robot que es ternura y fortaleza al mismo tiempo, y que se convierte en el inseparable amigo de Hiro. Baymax es toda una creación en materia de animación, gracioso en cada movimiento y ruido que emana de él. Hiro y Baymax se darán a la tarea de encontrar al responsable de la muerte de Tadashi, un misterioso y silencioso villano, quien apoderándose del proyecto de Hiro, y usando una máscara de teatro kabuki, nos revela  la existencia de un proyecto que abre un portal a otras dimensiones.  Big Hero 6 es una obra maestra de la Disney, fantástica, divertida, y visualmente inventiva, que no falla en ser conmovedora e impresionante en partes iguales. Oscar bien merecido.  






miércoles, 5 de diciembre de 2012

LADY AND THE TRAMP * * * *


BELLA NOTE. Scramp y Lassie en romántica cena.

Una de las más perrunas películas de la Disney. Puede que esto sea debatible, ya que 101 Dalmatians (1961) merece también estar en dicha posición. Digamos que tanto esta como Lady and The Tramp (1955), comparten dicho lugar en la memoria de uno; esos clásicos del cine animado que marcan y definen nuestra infancia.  

Lo que es verdad también, es que Lady and The Tramp tal vez sea la película de perros  más romántica jamás hecha, con una escena icónica en el cine de Walt Disney. Me refiero a aquella en la que Lassie (voz de Barbara Luddy), la "lady" del título, una guapa cocker spaniel, se encuentra departiendo un plato de spaguetti con albóndigas, durante su cita romántica con Scramp (voz de Larry Roberts), un perro vagabundo, en el callejón trasero de un restaurante italiano. 

A la luz de una vela y música romántica muy italiana, nuestro perro trotamundos (quien, por cierto, no cree en el viejo dicho "El perro es el mejor amigo del hombre), en un gesto de total caballerosidad de lo más canina, le cede la última albóndiga a su ahora novia. Nada más con eso la película tuvo para pasar a la historia.

Con tan sólo 2 o 3 números musicales, en donde el mejor tiene lugar en una perrera (una verdadera cárcel para perros en el filme), destaca por tener a Peggy Lee (quien cantó en casi todos los números musicales) dando voz a una perra maltés con mucho sexappeal. Ambientada alrededor de los 1910s, la historia es sencilla. Cuenta cómo Lassie, siendo cachorra, llega a vivir a su nuevo hogar, junto a una pareja de recién casados. El logro en el magistral trabajo de animación empieza desde este instante. Cada mínimo detalle en los movimientos, juegos, saltos, etc. del cachorro son reflejados prodigiosamente. En general, la película es todo un estudio sobre motricidad y comportamiento caninos digno de ser admirado.

De ser el centro de atención de la pareja, el foco de consideraciones y muestras de cariño, Lassie verá usurpado su lugar con la llegada del primer bebé en la familia. Teniendo como amigos y consejeros a un terrier escocés y a un sabueso de San Huberto, Lassie tendrá con esta experiencia una oportunidad de madurar, de presenciar y experimentar la maternidad, al convertirse en la principal protectora del bebé. 

Sin embargo, el mundo de la cocker se pondrá nuevamente de cabeza, cuando el carismático y encantador Scramp se aparezca en su vida. El perro suena como Gene Kelly, aunque en lugar de bailar, tiene otro don, el de una visión de la vida realista y terrenal. Scramp le revela a Lassie (quizás por lo que ha vivido, aunque no da muchos detalles al respecto) la cruel realidad de lo que es vivir junto a los humanos. La suya, podría decirse, es una visión totalmente "anti doméstica" para un perro.

Son dos diferentes mundos, que se encuentran para ver que entre ellos hay mucha química perruna. Es el clásico amor que parece imposible; aquel que acaba sobrepasando la barrera de la clase social. Esencialmente, tenemos el relato sobre las aventuras de una refinada perra, donde tiene que salir de la reclusión de su hogar para conocer el mundo y vivir en carne propia las sorpresas que le depara. 

lunes, 20 de abril de 2009

SLEEPING BEAUTY * * * 1/2

Hacía tanto tiempo que la había visto, que apenas y recordaba algo de Sleeping Beauty (1959). Aprovechando una de sus retransmisiones por televisión, en una aceptable versión restaurada, me reencontré con un clásico cuento de hadas que, para quien tenga mucha disposición, puede seguir siendo disfrutable en este siglo XXI. Por cierto, este año se cumplen 50 años de esta producción de la Disney, realizada por el italiano Clyde Geromini, el mismo que dirigió años antes Peter Pan (1953), Lady and the Tramp (1955), y posteriormente One Hundred and One Dalmatians (1961).

Como sucede con Cinderella (1950), también dirigida por Geromini, Sleeping Beauty es un cuento pensado y escrito específicamente para las niñas. Lo mejor de la película era la música, en especial ese número musical que la princesa Aurora (voz de Mary Acosta) cantaba en medio del bosque, en compañía de los animales de rigor (búho, ardillas, pájaros, etc), y que en realidad era una adaptación del ballet de “La Bella Durmiente” de Tchaikovsky, el leit motiv musical.

No creo que Sleeping Beauty, basada en el cuento de Charles Perrault, sea uno de los mejores largometrajes de la Disney. En la película, todos los personajes eran opacados por la villana, la bruja Maléfica (Eleanor Audley). Maléfica se roba la película cuando se transforma en dragón en el clímax final, cuando se enfrenta con el principe Phillip (voz de Bill Shirley). La bruja quiere evitar que Phillip llegue a la parte más alta del castillo donde se encuentra Aurora, en un estado inconsciente y de sueño permanente, debido a la maldición que aquella le arrojó el día de su nacimiento: cuando Aurora cumpla los 16 años, se pinchará el dedo con una aguja y morirá. Sin embargo, una de sus 3 hadas madrinas, como regalo, se encarga de contrarrestar la maldición, haciendo que Aurora no muera ese día, sino que sólo caiga en un profundo sueño, del cual despertará con el beso de un príncipe. Como decía, un cuento de hadas pensado para las pequeñas lectoras y/o espectadoras.

Maléfica era el mejor personaje, no nada más porque comúnmente los villanos siempre son los mejores y más complejos personajes, sino porque en la adaptación (hecha por Erdman Pender) no había otros personajes que nos engancharan tanto. Es verdad que las 3 hadas madrinas, Flora, Merryweather y Fauna (voces de Verna Felton, Barbara Luddy y Barbara Jo Allen respectivamente) eran simpáticas y graciosas, aunque también algo despistadas y torpes, mientras que los ayudantes de Maléfica eran unos cerdos torpes, dedicados simplemente a servir lo mejor que podían a su ama y señora. El más inteligente era su fiel cuervo. Durante su retiro en el bosque para ocultarse de Maléfica, la guapa Aurora solamente se dedica a ser feliz, encantadora y a cantar, para luego caer dormida. Tampoco podía faltar el caballo gracioso. En la mayor parte de las películas animadas de la Disney, si aparece un caballo, este siempre es fiel, valiente, pero también gracioso.

No nada más la escena de la lucha entre el dragón y el príncipe era gótica y delirante, también hay toques de delirio surrealista, por ejemplo, en la escena cuando Maléfica arroja la maldición a Aurora en su cuna. Además, tiene un par de secuencias simpáticas, como aquella de la reunión entre los dos reyes con el sirviente que acaba borracho, o la escena mágica de rigor, donde el caos se vuelve orden por obra y gracia de la magia blanca, que las hadas madrinas llevan a cabo en el interior de la cabaña. Ahí hay un poco del musical Fantasía (1940), en esas escobas y cubetas que cobran vida.

Gracias a esto, la película, de apenas 1 hora y 20 minutos de duración, sigue manteniendo su encanto, principalmente por esa dulce y romántica tragedia que le ocurría a la joven princesa, y por la música de Tchaicovsky, que le agregó personalidad a una, más bien, convencional técnica de animación.

martes, 16 de septiembre de 2008

ONE HUNDRED AND ONE DALMATIANS * * * *

Después de The Lady and the Tramp (1955), una de las fábulas perrunas más famosas de la casa Disney, siempre he preferido más a One Hundred and One Dalmatians (1961), a pesar de lo encantadora que resulta la primera. No nada más su historia es más emocionante y perturbadora, sino que su concepto visual es más cercano a un relato romántico y de misterio del siglo XIX para niños.

Calles obscuras, llenas de neblina, en una Londres nocturna con un matrimonio de clase social media como protagonista, eran los elementos que poco a poco iban construyendo una historia que, de ser un encantador relato romántico, pasaba a ser una suerte de thriller siguiendo la formula de los “grandes rescates” con un equipo disparejo. El elemento más perturbador era su villana, de las más horripilantes y despiadadas en la historia de la Disney, Cruella De Vil (voz de Betty Lou Gerson), una verdadera bruja que vestía con elegancia, y que busca hacerle la vida de cuadros a Roger (voz de Ben Wright), un sencillo músico, dueño de un dálmata de nombre Pongo (voz nada menos que de Rod Taylor).

Gracias al paseo por el parque de sus respectivos dueños, Pongo y una guapa dálmata, Perdita, se conocían, enamoraban y luego, en una noche algo sórdida, daban luz a 15 cachorros. Las intenciones de Cruella De Vil son claras y desde el inicio la empezamos a odiar: apoderarse de los perritos para fabricar abrigos con su piel moteada.

La historia del gran rescate se antoja imposible, al convertirse en una aventura que adquiere enormes dimensiones, cuando a los 15 cachorros secuestrados por la De Vil se juntarán otros... ¡86 perritos!, a punto de acabar también como abrigos. Pongo y Perdita, con la ayuda de otros animales en una granja, se llenarán de valentía para salvar, no nada más a sus cachorros, sino a todos los demás 86 dálmatas.

La fórmula de esta entretenida historia es la que ahora se usa mucho en Hollywood: el padre que decide tomar justicia por su propia mano para rescatar a su hijo secuestrado, ante la ausencia o ineficacia de la policia, esta última, por cierto, completamente ausente en el relato. Pero con unos perros brillantes, que admiran a un heroico perro de un programa de televisión, quién necesita a Scotland Yard.

lunes, 8 de octubre de 2007

TARZAN * * * 1/2


YO TARZÁN, TÚ JANE. El clásico de Edgar Rice Burroughs
en su primera versión animada por la Disney. 
Disney cerró el siglo XX con una adaptación animada, bastante libre, del relato de Tarzan of the Apes, novela escrita por Edgar Rice Borroughs, que pasó sin pena ni gloria por la cartelera comercial. Tarzan (E.U.,1999), con todo y tener la impecable manufactura visual acostumbrada en la Disney, una magnífica colaboración musical de Phil Collins con varias canciones (cantada incluso en español por el británico en la versión para Latinoamérica) y un casting de voces aceptable, no causó el impacto deseado por los realizadores.

Dirigida por Chris Buck y Kevin Lima, el primero realizador de la reciente Surf’s Up (2007) y animador en producciones como The Little Mermaid (1989) y Pocahontas (1995), y el segundo con menos experiencia en el medio (nada más ha sido animador en The Little Mermaid y dirigió 102 Dalmatians/2000), este filme animado de Tarzan se toma demasiadas licencias respecto a la historia original, aunque la verdad sea dicha, no son tan graves. Por ejemplo, el Tarzán versión Disney, nunca verá la civilización como en la novela de Borroughs, y además no será criado de bebé por un grupo de chimpancés, sino de gorilas, luego de extraviarse en una expedición donde perecen sus padres. Por lo tanto, tampoco esperemos ver a Cheeta, la inseparable chimpancé de Tarzán.

Tarzán (voz de Tony Godlwyn) verá interrumpida su salvaje y gorilesca vida, en el grupo liderado por el rey gorila, Kerchak (voz de Lance Henriksen), acompañado por su madre adoptiva Kala (voz de Glenn Close), cuando conozca a Jane (voz de Minnie Driver), la guapa hija del expedicionario y profesor Arquímedes Porter (voz de Nigel Hawthorne), acompañados por el temible cazador Clayton (voz de Brian Blessed), quienes buscan gorilas, el primero para estudiarlos, el segundo para cazarlos. Por supuesto, esto representará un gran desequilibrio, tanto físico como emocional, para el simiesco Tarzán, ya que por primera vez en su vida verá a un ser humano, que camina erguido y está vestido, descubriendo que no es muy diferente a ellos. Claro, Tarzán también conocerá el sentimiento romántico al encontrarse con Jane.

Estamos ante una adaptación dirigida al público infantil, asimilada, sencilla y con mensaje ecológico incluido: el hombre es el principal depredador de la naturaleza y que los gorilas están en peligro por su caza excesiva en África (quizás de ahí el cambio de chimpancés a gorilas), mensajes bienvenidos en un filme infantil. Además, me atrevería a decir que este Tarzán animado, con sus vertiginosas rutinas voladoras colgado en lianas, fueron el principal antecedente y fuente de inspiración para el Spiderman, de Sam Reimi, estrenado el 2002.

Como sea, la película es entretenida para un público no muy exigente, su técnica de animación es buena, aunque siento que el guión pudo haber estado mejor, que incluye la infaltable pareja “cómica” disneyana: un elefante y una gorila, además de que se pudo haber sacado más partido al personaje de Tarzán. Tal vez por ello el filme acaba siendo de lo más olvidable.


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