viernes, 15 de febrero de 2008

EN CARTELERA: SWEENEY TODD * * * * 1/2

De la historia de Sweeney Todd se han hecho numerosas versiones al cine, un personaje de orígenes inciertos, que apenas se sabe vivió en el siglo XVIII y que fue uno de los primeros asesinos seriales de que se tiene noticia. Antes de la versión sangrienta y gótica que nos ofrece Tim Burton, Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street (E.U.-Reino Unido, 2007), primera producción enteramente británica de Burton, hubo varios filmes sobre el barbero asesino en la época del cine mudo (las de George Dewhurst/1926, y Walter West/1928), una dirigida por George King en 1936, y algunas versiones televisivas, de la cual nada más conozco la producida por la BBC, Sweeney Todd (2006), protagonizada por Ray Winstone.

Me declaro un gran admirador de la filmografía de Burton, y esta vez nos ofrece una de sus más ambiciosas películas, las más gore y violentamente gráfica que haya filmado. Si bien nos introduce por terrenos ya explorados anteriormente en su filmografía, es decir, el género musical y la propuesta visual gótica y obscura a lo Sleepy Hollow (1999), aquí demuestra una gran confianza y seguridad en la manera de conseguir que Johnny Depp, Helena Bonham Carter y Alan Rickman, logren grandes actuaciones y al mismo tiempo, se noten cómodos en la tarea de cantar las canciones del músical de Stephen Sondheim.

La historia de Sondheim que Burton adapta de su obra teatral, no tiene mucho que ver con los anteriores argumentos que hemos visto en pantalla, pero conserva su premisa: Sweeney Todd (un vampirezco Johnny Depp), barbero que trabaja en la calle londinense de Fleet Street, se dedica a degollar a sus clientes luego de rasurarlos, para después dar la carne de sus víctimas a su vecina y asociada, la señora Lovett (Helena Bonham Carter), con la que esta prepara pasteles que vende en su negocio.

Los motivos de Sweeney en el relato concebido por Sondheim, son la venganza y la ira que el barbero siente hacia el juez Turpin (Alan Rickman, espléndido villano por excelencia), quien años atrás lo desterró a Australia para poder quedarse con su bella esposa, la cual, según le cuenta la señora Lovett, murió envenenándose con arsénico. Todd no tardará en enterarse que Turpin mantiene encerrada en su residencia a la hija del primero (Jayne Wisener, muy buena cantante) y planea casarse con ella.

La producción musical es intachable. Puede ser que ni Johnny Depp, ni Helena Bonham Carter o Alan Rickman sean grandes cantantes, pero sí ofrecen unas actuaciones estupendas. Sin embargo, creo que el fuerte de Burton en Sweeney Todd no es la música, sino su atractiva propuesta visual, que no tiene límite tratándose de un director especialista en historias góticas y personajes retorcidos, alienados y emocionalmente atormentados. Sweeney Todd viene a engrosar más esa galería de personajes.

No es de extrañar que el diseño de producción de Dante Ferreti y la fotografía de Darious Worsky, sean los puntos de más peso en la película (la primera secuencia, cuando Todd nos canta sus triste historia, es genial), así como un reparto secundario impecable (Timothy Spall, como el despreciable asistente de Turpin, Sacha Baron Cohen, como el fraudulento Adolfo Pirelli, vendedor de un tónico milagroso), a pesar de un final al que sentí apresurado, tal vez algo predecible, pero sin duda de los más trágicos y escalofriantes vistos hasta ahora en un filme de Burton.

EN CARTELERA: KM 31 * *

El cine mexicano contemporáneo, de vez en cuando, da destellos genéricos interesantes y curiosos, aunque no por ello logrados, en los que las buenas intenciones están por encima de guiones originales. Tal es el caso de KM 31 (México-España), coproducción de la productora mexicana Lemon Films y la especialista española en género fantástico y de terror, Filmax, que toma como pretexto argumental una suerte de leyenda urbana y terror en la carretera, en un relato de fantasmas ambientado en el km 31 de una famosa carretera, llamada “Del Desierto de los Leones”.

A primera vista, todo el asunto se nota claramente inspirado en el cine de terror oriental, en una trama con incoherencias y lagunas argumentales, que arranca con el accidente de una chica en la mencionada carretera. Agata (Ileana Fox) es atropellada por un camión a alta velocidad, al bajarse para revisar a un niño que había atropellado minutos antes. Sorprendentemente, Agata nada más quedará en coma y el niño, como si nada, se levantará y huirá al bosque, pero este último porque resulta ser un ente de ultratumba, que se dedica a estar asustando a todos los automovilistas que pasan por ahí.

Agata tiene una hermana gemela, Catalina (Ileana Fox también), quien por un poder telepático que comparten irá corriendo (¡desde su casa en la zona de Mixcoac, en D.F. hasta el Desierto de los Leones! ¡sí, claro!) hasta llegar al lugar de los hechos. Las hermanas tienen un pasado tormentoso, con una madre que las maltrataba, y por ello Catalina tiene pesadillas siempre, escucha voces extrañas, no vive en paz y Nuño, su novio español, (el catalán Adriá Collado, sin mucho que hacer) hace lo posible por lidiar con la situación.

Catalina y Nuño, junto con su amigo, Omar (Raúl Mendez), investigarán qué fue lo que realmente sucedió en el km 31, y se toparán con la maldición de una madre y su hijo que murieron en el lugar, con brujas, leyendas e historias de la época colonial, una trama policiaca que intenta encajar bien con estos elementos paranormales, pistas con las que contará Catalina para intentar ayudar a su hermana a escapar de esta maldición y despertar del coma.

La película cuenta con una producción más o menos aceptable, una buena fotografía nocturna, banda sonora y maquillaje, aceptables efectos especiales, pero la verdad su director y guionista, el mexicano Rigoberto Castañeda, no aprovecha estos elementos técnicos en una historia más entretenida o interesante, ya que el filme termina siendo aburrido, sin una escena inquietante o en verdad aterradora, derivativo y lleno de clichés, debido a un guión desastroso y lleno de detalles inverosímiles y que jamás toman forma (la escena de la bruja, además, es risible).

En cierta escena, un coche (por increíble que parezca) pasa a alta velocidad en la carretera, mientras en ella ha ocurrido un accidente y en el lugar se encuentran paradas ambulancias y patrullas. Nuestra pareja protagónica sólo tiene que hacerse un lado, para acabar abrazados y muy románticos.

jueves, 14 de febrero de 2008

DVD: KEDMA * * 1/2

La historia de la fundación del estado de Israel (con sus bases ideológicas y normas sociales), han sido una de las obsesiones del director israelí Amos Gitai. En Kedma (Francia-Italia-Israel, 2002), se ilustra como, después de la caída de los nazis bajo la fuerza aliada, los sobrevivientes del Holocausto se vieron abandonados y sin rumbo, en medio de una Europa marcada por un conflicto bélico, que dejó tras de sí los crímenes más atroces que se hayan cometido en contra de la humanidad.

Un barco que parece extraviado -cual arca de Noé después del diluvio- lleva dentro una comuna de judíos, quienes a pesar de las circunstancias, tratan de mantener vivas sus costumbres y tradiciones, relatando mitos religiosos o entonando canciones judías típicas, que suenan como añoranza por un pasado mejor y ya perdido. Al llegar a la costa, se verán en la penosa necesidad de esquivar distintos obstáculos (guerrillas palestinas o de una amenaza colonialista por parte de los ingleses), en su deseo por llegar a salvo hasta la ciudad de Jerusalén.

Las inquietudes de Gitai, se trastocan en filmes discursivos, que intentan urgar entre los viejos dogmas y prejuicios sociales, fuertemente arraigados en familias judías tradicionalistas, como pudo verse en Sagrado Kadosh, donde una mujer sufre por los estigmas que le imprime una sociedad conservadora y apegada a las costumbres antiguas.

Dentro de lo plana, algo tediosa y sobreactuada que es la película, resulta un trabajo desconcertante dentro de la corta filmografía de Gitai. Largas secuencias que incluyen discursos extensos, diálogos teatralizados en un tono triunfalista y tragicómico. A lo largo del filme, Gitai mantiene un ritmo lento, ubicando a sus personajes en amplios paisajes áridos, un terreno hostil dentro del cual estos seres, extraviados y sin hogar, parecen no tener rumbo. Buscan una redención, que los conduce hacía un destino incierto.

CINE ANIMADO: DRAWN FROM MEMORY * * * *

El famoso animador Paul Fierlinger, hace un original resumen de su vida en Drawn From Memory (Estados Unidos, 1995), mediometraje animado realizado con una depurada técnica. Fierlinger, hijo de unos diplomáticos, nació en Japón debido a que el trabajo de su padre llevó a la familia a vivir ahí.

En el mediometraje, el mismo Fierlinger narra en off (en la narración incluso colaboró el realizador Milos Forman) los hechos más significativos de su vida, en un estilo de animación hecho a base de dibujos que lucen como esbozos, de trazo muy suelto y libre, sin color, donde se nota incluso la textura del papel, partiendo hacia su infancia en Japón, de donde luego emigraría hacia Checoslovaquia, país en el que se vivía un régimen comunista, situación que marcó mucho su niñez.

El ritmo narrativo es dinámico, y los flash-backs van siendo más coloridos, contrario al tiempo presente, en blanco y negro. El estilo para dibujar de Fierlinger es audaz, con una apariencia de boceto. Los fondos son muy sintetizados, pintados a la acuarela, y guardan un estilo cercano a la ilustración común. Además, Fierlinger llega a recurrir en ciertos momentos a un estilo de cámara subjetiva, que aumenta más el ritmo vertiginoso de la narración. Drawn from Memory es una obra animada bastante rescatable, que sirve para conocer más al notable animador que es Paul Fierlinger, cuyos trabajados han sido vistos más por televisión.

miércoles, 13 de febrero de 2008

DVD: THE PIANIST * * * * 1/2

Roman Polanski tiene en The Pianist (Alemania-Francia-Reino Unido-Polonia, 2002), uno de sus filmes más personales, en el que narra la historia de supervivencia del pianista polaco-judío Wladyslaw Szpilman (notable Adrien Brody, ganador del Oscar a Mejor Actor por este papel), durante la invasión nazi a Polonia en 1941.

Polanski, a pesar de comenzar con un tono documental, pronto transforma su película en un efectista y espectacular relato bélico, admirablemente ambientado, para conseguir la narración en tono épico de un joven músico judío, que lucha por sobrevivir a la matanza masiva que los nazis llevaron a cabo en los guettos de Polonia.

Szpilman trabaja como pianista para la radio polaca, en medio de los bombardeos alemanes sobre Varsovia. Junto a su padre, madre (Frank Finlay y Maureen Lipman) y hermanos, Szpilman deberá afrontar la consecuencias de la repentina invasión de las tropas de Hitler en Varsovia: Desde la estigmatizadora política de llevar encima la estrella de David, hasta vivir confinados en un guetto, donde los Szpylman serán testigos de las atrocidades perpetradas por los soldados alemanes.

Mientras Szpilman trata de ganarse la vida como pianista en un restaurante dentro del guetto, pronto el destino lo obligará a separarse de su familia, teniendo estos últimos un destino incierto, aunque podemos imaginar cuál habrá sido. Conforme el conflicto y la destrucción crecen en Varsovia, el pianista huirá del guetto, para comenzar su torturante, exhaustiva y asfixiante aventura, con algunas dosis de horror, de intentar sobrevivir, teniendo como escenario la ciudad bombardeada.

Basada en el libro homónimo escrito por el mismo Wladyslaw Szpilman (fallecido en el año 2000), la película es para Polanski una perfecta válvula de escape para infinidad de traumas y fantasmas de su pasado como sobreviviente del Holocausto, consiguiendo así uno de sus mejores y más ambiciosos filmes, así como un instrumento testimonial, de denuncia, sobre el sufrimiento y el dolor. Polanski vivió parte de su niñez en el guetto de Varsovia, cosa que le permite reflejar de una manera realista y con detalle, los abusos nazis, la en extremo complicada vida en sus calles, el cómo unos ayudaban a otros para conseguir una identificación o papel falso que, en muchos casos, les ayudaba a escapar de una muerte segura.

Sin embargo, a Polanski no le preocupa mucho el reflejo gráfico de la violencia, como a Steven Spielberg, por ejemplo, en Schindler’s List (1993). Polanski toma el lugar de un espectador lejano, cuando en una escena, observamos a unas personas desvanecerse con el estallido de una bala, o con un sentimiento de impotencia, vemos de lejos cómo unos oficiales de la SS arrojan a un anciano por la ventana en su silla de ruedas.

En su interpretación de Szpilman, Adrien Brody se convirtió en la revelación del año, encarnando un músico que ve truncados sus sueños de convertirse en concertista, y toda su energía creativa debe enfocarla en la necesidad de salir vivo de esta situación. La otra revelación, fue el oficial nazi interpretado por el germano Thomas Kretschmann, quien en una de las mejores escenas de la película, le pide a un Szpilman decrépito, hambriento y sin energías, que toque una pieza en el piano. Una escena que nos dice cómo, en medio del caos y la destrucción, puede existir un poco de belleza.

++ El filme está disponible en edición sencilla y edición especial. Esta última contiene extras como documentales: "Historia de una supervivencia, 1940-1943: Historia del gueto", (Footgridge), Leszno 6, la voz de la clandestinidad (Leszno, 6), Héroes (Milla-11), Próxima parada: el infierno, (Estación), El Judenrat (Gesia-2), Los siniestros arquitectos. (Siliska-9 SS Werterfassung), La vida en el gueto(nowolipie), Wladyslaw Szpilman, El capitán Wilm Hosenfeld, (Bruehi Palace), Galería del horror (Gesia-, Gesioka prisson -3), ficha técnica, ficha artística, tráiler, spot de la película (español y catalán).

lunes, 11 de febrero de 2008

DVD: ADAPTATION * * * * *

Una broma sobre el Hollywood moderno, es uno de los calificativos que se le pueden aplicar al segundo largometraje del videoclipero Spike Jonze, Adaptation, E.U., 2002), en el que refleja a su más cercano colaborador, el guionista Charlie Kauffman (Nicolas Cage, magnífico y regordete), como un patético sujeto aspirante a guionista, que debe sobrevivir a la feroz maquinaria hollywoodense,

Charlie se encuentra en serias dificultades, sumergido en un bloqueo mental desesperante, al tener que adaptar el libro El Ladrón de Orquídeas, de la escritora Susan Orlean (Meryl Streep, en una actuación inquietante), pero tratando de mantenerse a raya completamente de todo convencionalismo barato y regla preestablecida.

Spike Jonze, que nos impresionó con su primer largometraje, la freudiana Being John Malkovich (1999), donde también hacía mofa sobre el peligroso oficio de la poderosa industria hollywoodense, hace mancuerna nuevamente con Kauffman (guionista de Being John Malkovich) en Adaptation, que surge con una premisa loca, descabellada y originalísima: Kauffman se pinta a sí mismo en una especie de pesadilla personal, como un inadaptado social, tímido, con la autoestima por los suelos y una incapacidad total para establecer relaciones afectivas. En varios puntos del filme, termina concluyendo que no podrá lograr su objetivo de adaptar el libro, al que no le ve ni pies ni cabeza, pero le parece fascinante de principio a fin.

A manera de auto análisis, Kauffman comparte el mismo techo y la misma profesión -aunque no los mismos principios vocacionales-, con un hermano gemelo "imaginario", su alter-ego Donald Kauffman (también Nicolas Cage). Mientras Charlie es idealista y cree en la plena libertad creativa, en contra de cualquier convención técnica y fórmula preestablecida, su hermano es lo opuesto. Donald también se encuentra escribiendo un guión (inspirado en alguna pésima película de Schwarzanegger), políticamente correcto, convencional y que sigue al pie de la letra los consejos de una especie de “gurú” de los guionistas (Brian Cox, magnífico en su pequeño papel). Charlie se verá así en la disyuntiva de venderse al sistema o seguir sus ideales.

La serie de imágenes que abren el filme, editadas en alta velocidad, que ilustran la transformación y evolución de la naturaleza, simbolizan el proceso creativo, la concepción de las ideas. De hecho, el título original de la película, carga un doble sentido. Por un lado, la "adaptación" de una obra literaria al cine, pero también es la adaptación del ser humano a su medio natural, esto en las aventuras de Susan Orlean con una suerte de pseudocientífico, sarcásticamente heterodoxo, (Chris Cooper, extraordinario), amante de las orquídeas y dedicado a buscar especies raras en peligro de extinción (incluyendo cierta droga que se extrae de cierto tipo de orquídea).

Por medio de un guión experimental (alternancia de tiempos, paralelismos, edición y ritmo frenéticos) tanto Jonze como Kauffman, crean un magistral y complejo relato sobre la creación literaria y el arte del escritor.

Sin embargo, el asunto no es tan solemne como suena. La película arranca risas, gracias a los enfrentamientos entre los dos Kauffmans, y hay escenas técnicamente impresionantes (¡ese choque que se mira y se siente desde el interior del auto!).

Spike Jonze y Charlie Kauffman son transgresores hasta la médula, de las formas estilísticas, de las normas, en un trabajo inclasificable, autocrítico y lleno de ironía, un gran relato experimental que habla sobre esa grandiosa idea que está en la cabeza de los escritores siempre, pero que no toma forma.

++Los extras que incluye el DVD son pocos, pero interesantes: ficha técnica, ficha artística, ficha de doblaje, biofilmografía del director y de los principales intérpretes, tráiler, entrevistas y featurette.

domingo, 10 de febrero de 2008

EL HOLLYWOOD DE AYER: THE BAND WAGON * * * *

Los últimos 20 minutos de The Band Wagon (E.U., 1953), son magistrales. Una película que, luego de flojear un poco en su primera hora, sorpresivamente se eleva al final por encima de lo que ofreció al principio. En aquellos últimos minutos que refiero, Fred Astaire ejecuta un maravilloso número musical, un pequeño relato gangsteril en el que la narración verbal de Astaire, sus estupendas coreografías y la musicalización, se conjuntaban para ofrecer un espectáculo, sencillamente, artístico.

Me atrevo a decir que este número musical, sirvió de inspiración al ahora decadente Michael Jackson en Moonwalker (Chilvers-Kramer-Vinton, 1988), donde el blanqueado y cirujeado bailarín, llevaba a cabo un número musical, vestido exactamente igual a Fred Astaire (traje y sombrero blanco), con su pandilla de gangsters desafiando la gravedad en un bar y hacer lo que mejor sabe: bailar, y dar giros sobre su propio eje.

Dirigida por Vincente Minnelli, The Band Wagon narraba el renacimiento de Tony Hunter (Astaire), otrora actor de cine, cantante y bailarín, convertido ahora en un simple y -algunas veces- chocante recuerdo. La prensa y Ava Gardner (que hacía una fugaz aparición en la película interpretándose a sí misma), son los únicos que recuerdan a Tony, hasta que a su retorno a Nueva York (en concreto a la calle 42, irreconocible para él), sus amigos Lester y Lily Marton (Oscar Levant y Nanette Fabray, respectivamente), matrimonio inmerso en la vida musical de Broadway, le proponen participar en un nuevo proyecto: una moderna reelaboración del Fausto, bajo la dirección de un emocional y excéntrico actor, Jeffrey Cordova (el británico y también actor de musicales Jack Buchanan).

Decía que el filme flojeaba durante la primera parte. En ella, Fred Astaire cantaba (y muy bien) más que bailar, cosa que se compensaba gracias a las excelentes y vivaces canciones que interpretaba junto al resto del reparto (escritas por Howard Dietz y Arthur Shwartz). El guión no era extraordinario, pero si tenía una particularidad destacable era el saber reflejar un interesante choque emocional-cultural, representado en el ya maduro Tony Hunter y la guapa bailarina de ballet clásico, Gaby Gerard (Cyd Charisse), la cual también participaría en la obra. Hunter era un bailarín y cantante popular, mientras Gaby pertenecía al universo del ballet, por lo que él está temeroso de no adaptarse al estilo de bailar de su compañera. Incluso Hunter se preocupará de no ser lo suficientemente alto para Gaby.

Algo que también perjudicaba al filme, es que se llevaba mucho tiempo en los ensayos, fallidos por las inseguridades de Hunter, la falta de acoplamiento entre todos los actores, los efectos especiales peligrosos y la total falta de entendimiento con la dirección de Cordova. Sin embargo, el aspecto interesante de este musical (considerado como uno de los mejores de la MGM), es que conforme avanzaba la trama, el relato se transformaba en una especie de reflexión paródica de un Fred Astaire ya entrado en años (evidentes en los primeros planos que Minelli le hacía a su rostro), así como una revisión tragicómica de su notable carrera artística.

EL HOLLYWOOD DE AYER: IN THE GOOD OLD SUMMERTIME * * * *

Una de las comedias más entretenidas de Judy Garland es In The Good Old Summertime (E.U., 1949), reelaboración de la comedia The Shop Around The Corner, dirigida por Ernst Lubitsch (1940). La historia era prácticamente la misma, sólo que la acción se trasladaba de Hungría a Chicago, a principios de siglo XX. Dirigida por Robert Z. Leonard, entre el reparto de la película se encontraba el actor húngaro S.Z. Sakall, interpretando al Sr. Otto Oberkugen, dueño de una bonita y bien surtida tienda de música, en la que trabajan un estirado y vanidoso empleado, Andrew (Van Johnson), Hyckey (actuación especial de Buster Keaton), el sobrino pasmado y torpe de Oberkugen, la amable señora Nelly (Spring Byington) y el eficiente empleado Rudy Hansen (Clinton Sundberg).

El centro argumental del filme, es el romance por correspondencia que mantienen Andrew y una atractiva chica, Veronica Fisher (Judy Garland), que un día llega a pedir trabajo a la tienda, consiguiendo un puesto de vendedora gracias a que usa su gran voz y talento musical para captar clientes. Los constantes enfrentamientos entre Andrew y Verónica, por celos profesionales entre ellos, es lo que atrapa de la película, además del hecho de que ninguno de los dos sospecha que el uno es el amor por correspondencia del otro.

La pareja romántica formada por Van Johnson y Judy Garland funcionaba de maravilla, y la película era un medio perfecto para que la Garland se luciera como la buena cantante que era. El eficiente Van Johnson tenía por igual una buena actuación, en una película que era una screwball comedy, con un elemento de suspenso bien llevado en el asunto de la relación por correspondencia entre los protagonistas.

Leonard supo encontrarle el humor a toda esta situación, a pesar de que la trama se desarrollaba la mayor parte del tiempo dentro de la tienda, donde tenían lugar dos gags pequeños pero funcionales: las torturas auditivas que causaba el Sr. Oberkugen a sus empleados cuando tocaba su violín Stradivarius, y la venta que tenían que hacer de casi 100 arpas.

Canciones memorables como “I Don’t Care”, “Wait Till the Sun Shines, Nellie”, o la canción del título, “In the Good Old Summertime”, y todas eran interpretadas magníficamente por Judy Garland. Los números musicales encajaban perfectamente bien con el argumento, y convertían al filme en un musical muy entretenido. Vaya, que incluso Buster Keaton tenía cinco minutos de comedia física.

Aunque el final se cuelga mucho en ese suspenso en el que Andrew mantiene a Verónica, antes de confesarle a la temperamental chica la verdad sobre las cartas de amor, este remake de la película de Lubitsh era, claro, sumamente comercial, que tenía de por medio una costosa producción. Por si no lo había notado, una Liza Minelli bebé, hija de Judy Garland, hacía una aparición especial en la escena final de la película.

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