sábado, 5 de julio de 2008

9 SONGS * * 1/2

Con trabajos dignos como Wonderland (1999), 24 Hour Party People (2002) y el relato de ciencia ficción Code 46 (2003), un director de prestigio como Michael Winterbottom puede tener, de vez en cuando, sus fallas, como sucedió en 9 Songs (2004). En este filme, no falta el rock punk en las 9 canciones del título, que se van intercalando monótonamente entre los 9 encuentros eróticos de sus dos protagonistas. Una escalada sexual explícita, que roza lo pornográfico y que va incrementando su tono conforme avanza la historia, apenas existente.

La cinta está filmada en formato de vídeo, cosa que le da un toque realista a la hora de filmar a Matt (Kieran O’Brien) y Lisa (Margo Stilley) haciendo el amor, inhalando cocaína y bailando salsa. Cuando no están teniendo sexo, acuden por las noches a conciertos de rock, empezando en la Brixton Academy, donde se conocen mientras escuchan a Black Rebel Motorcycle. Matt recuerda en flash back su relación erótica con Lisa mientras explora la Antártida.

El relato registra la cotidianidad íntima de Matt y Lisa, iniciando con una sutileza elogiable visualmente hablando, gracias al estupendo trabajo fotográfico de Marcel Zyskind (colaborador en 24 Hour Party People), en una bella combinación de luz natural y sombras que cubren los cuerpos de los actores, aspecto que se va diluyendo por una total exposición física y sexual.

9 Songs parece dos cosas: un vídeo musical erótico muy largo y un relato erótico-musical, que intenta, en su hora y media de metraje, entender la manera en que los jóvenes del nuevo milenio viven la sexualidad. El problema es su falta de ingenio para llevarlo a cabo, mientras vemos a los dos personajes internarse por diversos terrenos sexuales, en el que cabrá de todo: sexo oral, sadomasoquismo, “artilugios”, etc, todo en un orden predecible.

Obviando el trabajo “físico” que realizan, desafortunadamente los actores no tienen la oportunidad de desarrollar otra faceta, debido a la falta de una trama, de una historia interesante que ayude a entender más la fugaz relación amorosa que llevan.

La parte sexual acaba siendo tediosa hasta el final. Será la música el alma del filme y, de hecho, suplanta aquello que echamos de menos: una historia. Las canciones van describiendo acciones, emociones, sentimientos y los pensamientos de los personajes, en un riesgoso proyecto de Winterbottom por incursionar en el género erótico, que requiere incluso un poco de humor para llevarlo a buen puerto.

++El DVD incluye como extras el Cortometraje "Profilaxis", ficha artística, ficha técnica, filmografías y galería de fotos.

viernes, 4 de julio de 2008

THE CHRONICLES OF NARNIA: THE LION, THE WITCH AND THE WARDROBE * * * 1/2


Concluida la trilogía de “Lord of the Rings” de Tolkien (que se convertirá en tetralogía con la adaptación de The Hobbit dentro de unos años), el turno llegó para la serie de libros escritos por su amigo, C.S. Lewis, The Chronicles of Narnia, formada por siete libros.

La Disney ha hecho una de las apuestas más fuertes fuera del género animado, empezando por adaptar el que, en teoría, debería ser el primer libro: The Lion, the Witch and the Wardrobe, que terminó siendo el segundo luego de que el autor decidió escribir una especie de precuela, con “The Magician’s Nephew”.

Esta semana se estrena la segunda entrega, The Prince Caspian (2008), y por ello vale la pena recordar la anterior película del 2005. Comparada con los libros de J.K. Rowling, la obra de Lewis permanecía en el olvido total, y al igual que a Tolkien le tocó revivir gracias a las adaptaciones al cine y reediciones masivas de los libros.

Un eficaz y carismático grupo de actores juveniles inauguró la película, y ayudó mucho el hecho de no ser muy conocidos. Para algunos fue su primer película. Destaca en ellos su frescura, simpatía y buena química, sobresaliendo la encantadora Georgie Henley en el papel de la pequeña Lucy, quien mientras jugaba al escondite con sus hermanos mayores, encuentra en un viejo ropero un portal hacia un mundo fantástico, poblado por animales parlantes, seres mitológicos, una bruja maligna, enanos y hasta el mismo Santa Claus.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en una Londres asediada por los bombardeos alemanes, los hermanos Pevensie: Edmund (Skandar Keynes), Peter (William Moseley), Susan (Anna Popplewell) y Lucy, son enviados por su madre a vivir en la campiña, con un amable profesor (Jim Broadbent, suerte de alter ego del mismo C.S. Lewis). A falta de una figura paterna, Edmund, el mayor, intenta con vanos esfuerzos cuidar a todos sus hermanos.

Dirigida por Andrew Adamson (responsable de los 2 filmes de Shrek), la película tiene su encanto propio y mucho atractivo en su amplia galería de personajes, algunos simpáticos como un matrimonio de pacíficos castores, otros temibles como unos de lobos al servicio de la Bruja Blanca (Tilda Swinton), bajo cuyo gélido dominio está la tierra de Narnia. Mientras, la historia va desarrollando un trasfondo místico y religioso, con obvias referencias al cristianismo en ese fascinante y sabio león de nombre Aslan (voz de Liam Neeson), líder de una revolución para liberar a Narnia. Aslan conjunta características tanto de Jesucristo como las de algún legendario rey medieval durante las Cruzadas, y servirá como mentor de los Pevensie en su lucha contra la Bruja Blanca.

Estos maravillosos animales, generados por obra y gracia de la magia digital, están extraídos de la iconografía medieval, de la mitología griega (cíclopes, minotauros, centauros, faunos y demás), y por fortuna no nublan la historia de crecimiento de los chicos Pevensie (los “Hijos de Adán”, según los narnianos), que han llegado para cumplir una profecía, liberar a Narnia y convertirse en reyes.

Este primer largometraje basado en los libros de C.S. Lewis (ya ha habido antes adaptaciones para la televisión), puede que esté más enfocada al público infantil (a Lewis se le considera como un “Tolkien para niños”), pero es bueno que haya otras opciones para los aficionados al cine fantástico.

++ La película se puede conseguir en DVD en edición austera, una especial de dos discos y otra en Blu-ray también de dos discos que contiene extras como "La batalla de Narnia": Juego Exclusivo para la edición en Blu-Ray, tomas falsas, "Descubre las anécdotas más divertidas de Narnia", comentarios en audio, entre otros.

jueves, 3 de julio de 2008

CACHÉ * * *

Con el estreno esta semana de Funny Games U.S. (2007), remake americano que el realizador Michael Haneke, originario de Munich, Alemania, pero nacionalizado austriaco, hizo de su propio filme homónimo de 1997, vale recordar su anterior película, Caché (2005).

Su premisa argumental es intrigante, sobre los miedos que surgen en una familia acomodada, a partir de unos vídeos que les hacen ver que están siendo espiados. Daniel Auteuil, su protagonista, ganó el Premio al Mejor Actor en los European Film Awards, por su interpretación del padre de familia, obsesionado con saber el origen de estas grabaciones.

Haneke ganó el Premio al Mejor Director en Cannes 2005, el Premio FIPRESCI, así como el Premio Ecuménico del Jurado, con una nominación a la Palma de Oro, cosechando buenas críticas en el Festival de Valladolid y nominaciones en los premios César de Francia.

Profesor de cine en la Academia de Cine de Viena y con una formación televisiva, Michael Haneke ha hecho del vídeo un elemento clave en sus películas, aspecto que influye dramáticamente en la vida moderna. Para Haneke, la imagen electrónica transforma al ser humano, cambia su comportamiento, de ahí que sus personajes desarrollen todo tipo de retorcidas perversiones, como pudo verse en Funny Games, La Pianista (2001) o Los Tiempos del Lobo (2003). En Caché las consecuencias son llevadas al máximo.

Caché no es la gran obra que esperaba de Haneke. Aunque, a pesar de no resolver satisfactoriamente los dilemas que plantea durante sus exhaustivas 2 horas de duración, es capaz de introducirnos en los traumas y pesadillas del pasado de un padre de familia. Los vídeos anónimos son inofensivas tomas fijas de la fachada de la casa de Georges (Auteuil), acompañados de terroríficos dibujos, aparentemente, hechos por la mano de un niño. La alarma se desatará en este hermético conductor de televisión, en su esposa (Juliette Binoche), escritora y editora, y su hijo preadolescente.

Escrita por Haneke, Caché contará con elementos para construir un climático thriller, pero lo que más interesa no será tanto desenmascarar al culpable, sino hacer un registro cotidiano de cómo la paranoia va destruyendo el núcleo familiar de Georges. Lo inquietante en la cinta (quizás el aspecto menos creíble) será la presencia casi fantasmagórica de ese “observador oculto”, de ese autor de las cintas. ¿Todo es producto de la paranoica imaginación de Georges? Como llega a suceder en el cine de Haneke, la respuesta al misterio quedará abierta, a interpretación del propio espectador. Gracias a los notables planos fijos y abiertos durante casi todo el filme, Haneke nos convierte en este “observador” escondido.

Entre esta serie de frentes abiertos prevalecen subtextos interesantes, como el resentimiento social de los inmigrantes hacia el indiferente ciudadano francés. Sin embargo, Caché acaba siendo una simple curiosidad en la filmografía de Haneke, a pesar de que en ese plano final fijo de los créditos –según dicen- estén las claves ocultas para resolver el misterio.

++El filme está disponible en una edición especial de 2 discos, uno de ellos con extras como el "Cómo se hizo", "La apuesta de Haneke" y entrevista a Michael Haneke.

miércoles, 2 de julio de 2008

KISS ME DEADLY * * * 1/2

Uno de los temas por excelencia del cine serie B y de muchos film-noir durante la postguerra, fue la paranoia por la energía nuclear y sus terribles consecuencias para la humanidad. En Kiss Me Deadly (1955), Robert Aldrich introdujo este tema sin que fuera del todo constante en la trama, ni lo que movía a su personaje principal, Mike Hammer (Ralph Meeker), un poco escrupuloso y mujeriego detective. Hasta su gran vuelta de tuerca final, se revelaba la existencia de una “sustancia peligrosa” guardada en una maleta.

La película se puede ver como un antecedente de teleseries posteriores como The Twilight Zone, tan sólo en el intrigante inicio, con una bella mujer (Cloris Leachman) corriendo asustada en la noche por la carretera, mientras vemos unos créditos iniciales que corren en sentido inverso y con la canción “Rather the Blues” de fondo, interpretada por Nat King Cole.

Es poco lo que sabemos de esta mujer: escapó de un manicomio donde la tenían a la fuerza, se llama Christina en honor a una poetisa decimonónica y si no llega viva a Los Ángeles, tan solo pide a Mike le haga favor de recordarla.

La trama es un puzzle narrativo que Mike debe ir armando, conforme se crucen en su camino personajes enigmáticos: un hombre de rostro cortado, unos misteriosos “hombres de negro”, la ambigua compañera de cuarto de Christina, un millonario apostador de caballos. Aldrich consigue un suspenso sumamente inquietante, en esos encuadres centrados únicamente en los pies de los hombres de negro, o sus voces escuchándose fuera de cuadro. Cada paso que dan estos “men in black”, hacen que el suspenso crezca cada vez más.

Por si fuera poco, la película cuenta con un poco de romance, juguetón y humorístico (las mujeres que caen conquistadas por Mike), o personajes cómicos que aligeran la tensión de la historia, como ese mecánico latino (Juano Hernández), o el mismo Mike, el prototípico detective del film-noir: hábil con el sexo opuesto y que sabe pelear cuando se necesita.

De los mejores film-noir de los 1950, Kiss Me Deadly está basada en una novela de Mickey Spillane, adaptada por el guionista A.I. Bezzerides y magníficamente fotografiada por Ernest Laszlo. El guión tenía uno de sus mayores atractivos en la maleta que contenía un fascinante y misterioso elemento radiactivo, y cada vez que alguien la abría despedía sus efectos mortales en la forma de una deslumbrante luz al desafortunado curioso. ¿Quentin Tarantino se habrá inspirado en esta maleta para la que aparecía en Reservoir Dogs, Pulp Fiction y Kill Bill 2? Apuesto que sí.

martes, 1 de julio de 2008

TAPAS * * 1/2

En Tapas (2005) existen casi los mismos defectos que en Piedras (2002), e incluso sigue su misma fórmula de historias paralelas que acaban entrelazadas. El problema, es que en este sobrevalorado filme de José Corbacho y Juan Cruz (también guionistas del filme), no han sabido cómo hacer que sus historias se relacionen exitosamente, ni hacer que sus protagonistas nos interesen lo suficiente.

Estos mini relatos giran en torno, como su nombre lo indica, a un bar de tapas, ese suculento aperitivo al que soy tan afecto, instalado en el barrio de Santa Eulalia en L’Hospitalet. Sin embargo, dicho manjar no es más que un pretexto para convertirnos en testigos de las vidas vacías de un grupo de personajes (e incluso de un pequeño perro) en este barrio de Barcelona, en donde, como es de esperarse, todo puede ocurrir.

En este tipo de filmes, no todas las historias funcionan como debieran y una siempre acaba opacando a las otras, en este caso, es la historia de doña Conchi (Maria Galiana), una anciana que se dedica a vender drogas en el bar, contando entre sus clientes al estúpido empleado de un supermercado (Darío Paso), un tipo de mente perversa que no sabe hablar de otra cosa que de sexo y de lejanas ilusiones de acostarse con italianas. La historia de doña Conchi, al menos para mí, es la mejor, la más conmovedora y menos convencional de todas, en su sentimental retrato de la vida que lleva junto a su esposo, enfermo de enfisema, buscando encender nuevamente la llama del amor.

De no ser por su misoginia, el filme se hubiera salvado aunque sea un poco. Las únicas mujeres del filme (dejemos fuera a Doña Conchi por un momento) son unas desesperadas mujeres dispuestas a encamarse –según dicen- con quien se les ponga enfrente; una madura prostituta que hace llevaderos los días del dueño del bar, Lolo (Ángel de Andrés López), y otra mujer desesperada (Elvira Mínguez), con una vida personal donde ni el amor ni una vídeo funcionan bien, hasta que decide “experimentar” con un chico mucho más joven (Rubén Ochandiano), mientras mantiene una relación por chat con un hombre en Buenos Aires.

¿Y cómo se salva Tapas de caer en el más profundo abismo? Por esa simpática relación profesional que surge entre Lolo y su nuevo cocinero chino, dispuesto este último a aprender más de cocina española viendo lecciones de Ferrán Adrià por tele, o como decía –e insisto-, por la historia de Doña Conchi y su marido, así como por algunos aspectos más formales en la realización, como la estupenda fotografía de Guillermo Granillo o el buen diseño de arte de Mireia Carles, olvidándonos así de lo medianamente resueltas que están las tres historias. Lo demás.... no es más que puro material desechable, destinado a quedar en el olvido.

lunes, 30 de junio de 2008

THE ADDICTION * * 1/2

Como inspirado por las novelas de vampiros de Anne Rice, el realizador Abel Ferrara se aboca en The Addiction (1995) a plasmar su personalísima visión sobre el mito del vampiro, en una original y cuidada puesta en imágenes, aunque fallida en cuanto a su dirección de actores y la inseguridad que demuestra en el desarrollo de varias escenas. Dentro de una trama protagonizada casi en su totalidad por vampiros, el resultado incluso llega a mover al humor involuntario.

Además, la película goza de una buena fotografía, que roza un estilo expresionista y del film-noir, para desarrollar un análisis sobre las adicciones tomando como base un escueto argumento de vampiros, que arranca de manera atractiva con el sádico ataque que sufre una estudiante de filosofía (Lili Taylor), en alguna calle solitaria de Nueva York, por parte de una atractiva mujer vampiro (Anabella Sciorra), quedando convertida en una más de su especie.

El guión de Ken Kelsch (también responsable de la fotografía) y Nicholas St. John (guionista de otros filmes de Ferrara, como The Funeral), propone hacer un reflejo del desgaste físico y mental que Lili va experimentando. La chica empieza a sentirse enferma, a vomitar sangre, a sentir fiebres y dolores terribles, como si fuera víctima de una sobredosis de drogas o estuviera intoxicada, para luego empezar a comportarse como un vampiro en toda la extensión de la palabra.

El resultado es una dispareja película, que pretende internarse en paralelo por el estudio de la drogadicción y la maldad humana (intercala imágenes crudas sobre los campos de concentración nazi), sin que la película profundice en alguno. El centro de la película terminará siendo esa “adicción” incontrolable de Lili por la sangre, lo que llevará a uno de los momentos interesantes del filme: una pequeña y extraña escena, con mucha vitalidad, en la que Christopher Walken (actor fetiche de Ferrara), interpretando a una especie de vampiro místico, enseñara a la chica cómo controlar sus impulsos por beber sangre.

Lejos de ser un buen filme de vampiros, lo rescatable del trabajo de Ferrara es su intención de darle un giro a este subgénero de películas, tanto estética como temáticamente, en especial en esa escena de antología del festín que se dan los vampiros con maestros, padres de familia y algunos compañeros de la universidad. Su tratamiento, visual y argumental, del tema de la maldad, va teniendo una comparación con la decadencia que va experimentando Lili. Ferrara y sus guionistas, incluso, intentan comparar estos elementos sanguinolentos y vampíricos con enfermedades mortales de la sangre, como el SIDA.

++ Disponible en DVD, sin algún extra.

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