jueves, 24 de diciembre de 2015

STAR WARS: THE FORCE AWAKENS * * * *

Daisy Ridley, John Boyega, y BB-8.
Treinta años de espera para la llegada del episodio VII valieron la pena. The Force Awakens es la primer película de Star Wars -y esto quizás tenga algo de histórico- en la que el mismo George Lucas, creador del universo StarWars, no ha estado involucrado de alguna manera en la realización y/o producción del filme. Esto puede causar sentimientos encontrados entre los fans. Algunos sentirán una especie de alivio, ya que este nuevo capítulo de la saga más famosa de la Historia del Cine, resulta ser infinitamente superior a las tres últimas precuelas (léase los Episodios I, II, y III), dirigidas precisamente por Lucas, y que en general fueron un fracaso con la crítica. Aunque, por otro lado, también pudiera haber consternación al no tener al verdadero artífice, al responsable de que todo esto  esté ocurriendo, al mando de la nave, o de alguna manera involucrado. Hay que reconocerlo: Lucas nos llevó hace 38 años a "una galaxia, muy, muy lejana", con "La Fuerza" acompañándonos. 

Pero podemos respirar tranquilos. J.J. Abrams, ahora al mando de los controles, y con la Disney como dueña de los derechos de la franquicia, se ha encargado de rearmar y reconstruir la franquicia  (como lo hizo con la franquicia de Star Trek recientemente), y regresarle su gloria perdida a Star Wars, llevándonos de vuelta a lo que las películas fueron hace más de 30 años. Como verdadero fanboy, Abrams ha hecho una película para sí mismo, aquella con la que siempre soñó, pero también una para los seguidores más fervientes de Star Wars. Una película que, cómo el mismo lo ha dicho,  pudiera trasmitir lo que sintió de niño al ver por primera vez, en 1977, A New Hope. Lo ha conseguido, o tal vez, consiguió algo muy cercano a ello.

Abrams hace un inteligente balance entre una más tradicional manera de filmar, a la antigua, con efectos especiales más prácticos (es más, decidió incluso no usar cámaras digitales, sino película), que con efectos digitales. Es cierto, hay CGI, pero al mínimo, y la sensación es de tener nuevamente en pantalla la visión que originalmente tuvo George Lucas: de las locaciones reales, de los paisajes desérticos y arenosos, de los modelos a escala, las maquetas, del maquillaje y los animatrónics. La historia, en esencia, es lo mismo que hemos visto en las primeras películas, pero irónicamente, hay mucho nuevo qué contar. 

Si hay un logro de Abrams, más que el técnico, es haber podido reunir a todo el reparto original de las primera trilogía, Mark Hamill, Harrison Ford, y Carrie Fisher, quienes interpretaron a los irónicos  y heroicos Luke Skywalker, Han Solo, y la princesa Leia, respectivamente. Al verlos se siente el peso del tiempo (30 años no han pasado en vano), pero lo cierto, es que los personajes se encuentran perfectamente ubicados en el nuevo episodio, cada uno con una historia de fondo que nos dice que no han estado sentados viendo pasar el tiempo. Leia, por ejemplo, es ahora general de la resistencia en contra de la nueva amenaza, la Primera Orden, el resurgimiento del lado obscuro, comandado por el nuevo villano, Kylo Ren (Adam Driver), quien ha regresado para resucitar la antigua misión imperialista de Darth Vader (a cuya achicharrada máscara rinde un culto casi religioso en una escena). 

Junto a los viejos héroes se encuentran nuevas adiciones. Rey (Daisy Ridley, quien parece la hermana menor de Keira Knightley), una versión femenina de Luke, vive en un planeta arenoso y desértico, ha escuchado historias y leyendas de los Jedi, y sobrevive recolectando chatarra para poder comer. Cuando un simpático robotín con forma de pelota de fútbol, BB8 (no creado digitalmente, sino un  robot real), el cual contiene información crucial sobre la ubicación de Luke, se tope en el camino de Rey, una aventura (¡oh, sorpresa!) empezará para ella. Mientras, tenemos las historias de un piloto de la resistencia, Poe (Oscar Isaac), verdadero dueño de BB8, y un stormtrooper desertor, Finn (John Boyega), quienes deciden hacer equipo con Han Solo, y su inseparable y peludo amigo, Chewbacca (Peter Mayhew). 

La mente maestra detrás de la nueva fuerza imperial es Snoke (el experto en motion capture Andy Serkis), quien al estilo del Emperador Palpatine de la trilogía original, se encuentra siempre en la forma de holograma, escuchando las cuentas que Ren tiene que rendirle. Las huestes imperiales tienen una apariencia más "nazi" que nunca, en especial, en esa escena en la que Domhnall Gleeson, como el general Hux, lanza un discurso a todo pulmón hitleriano a miles de enfilados stormtroopers.

The Force Awakens no tiene mucho de la "magia" Jedi de los primeros filmes. Le falta un Obi Wan  Kenobi, o un Yoda, filosofando sobre la "Fuerza". Es lo que hace de una película de Star Wars ser lo que es. Awakens, sin embargo, sí tiene mucha acción, sables láser luminosos, así como al   majestuoso Halcón Milenario -una de las "estrellas" en la historia-, haciendo piruetas y volando a velocidad luz. No faltan las peleas entre los X Wings y las murcielaguescas naves imperiales (rediseñadas),  ni Harrison Ford con toda su "hansoloesca" actitud, diciendo clásicos "soloísmos", como "Tengo un mal presentimiento de esto". Hay un inesperado peso dramático, con impacto emocional al estilo de The Empire Strikes Back, así como una misión especial que recuerda la batalla final de The Return of the Jedi. El fervor que tuvo la trilogía original es irrepetible. Fue algo que ni el propio George Lucas pudo traer de vuelta con su fallida trilogía de precuelas. Está por verse si esta nueva trilogía lo puede repetir. Es  tentador siquiera el pensarlo, ya que The Force Awakens dibuja un panorama prometedor.

viernes, 4 de diciembre de 2015

SPECTRE * * *

Daniel Craig en su, posiblemente, última
encarnación del 007.
El agente 007 regresa con todo y licencia para matar en Spectre. Skyfall, la anterior película, dejó la barra muy alta para superarse, y esta última entrega se ha quedado a dos o tres pasos de igualarla. La sensación, en general, es de que no hay mucho nuevo qué ofrecer, del "pan con lo mismo"; de tener una película de James Bond común y corriente. Daniel Craig, en su cuarta encarnación del espía más icónico del cine, todavía con mirada azul celeste asesina y certera, se puede decir que sigue bien, aunque quizás visiblemente cansado. Sam Mendes vuelve a tomar las riendas en la dirección, demostrando que si de acción se trata, sigue siendo el indicado para ello, ahora con una historia que tiene una interesante idea detrás: en el mundo del siglo XXI estamos bajo constante vigilancia, no hay ser humano que se salve de ser monitoreado. Ni el mismo James se salva de ello. Vivimos en un Big Brother descomunal, dirigido, creado y producido por el villano en turno, el jefe de la organización Spectre, para cometer crímenes y actos terroristas. Por otro lado, el programa Bond está bajo la amenaza de desaparecer y ser desmantelado, debido a las constantes faltas a la autoridad, desobediencias, y arbitrariedades del 007. 

La primera secuencia abre en la Ciudad de México, durante la celebración del "Día de Muertos," en medio de un pandemonium carnavalesco. Bond tiene que abrirse camino entre un desfile de carros alegóricos y gente maquillada. Desde un plano secuencia en el interior de un hotel, hasta una vertiginosa y adrenalínica persecución, que empieza en una azotea y acaba dentro de un helicóptero sobrevolando la plaza central, Spectre abre prometedoramente, con emoción, acción y buen ritmo.  James tiene que detener los planes de un ataque terrorista en un estadio de fútbol, y lo hace poniendo fuera de juego a un malhechor italiano, no sin provocar una hecatombe de alcances políticos y diplomáticos a nivel internacional.

M (Ralph Fiennes) no está muy contento, por lo que le da un ultimátum a Bond sobre su futuro profesional. Ahora, Q (Ben Whishaw) tiene que monitorear y rastrear cada movimiento de James, usando nanotecnología inyectada en su torrente sanguíneo. Como en cada película de la franquicia, el tour turístico nos lleva de la Ceca a la Meca. Seguimos al espía de México hasta Roma, y de ahí a Austria y Tanger. En Roma, James se podrá presentar como "mi nombre es Bond, James Bond" con una viuda (Monica Belluci) que acaba de perder a su marido, y además conocerá al líder de la organización Spectre (Christoph Waltz, muy bien, luciendo toda su carismática malignidad).

Spectre es una película de James Bond de fórmula. Contrario a Skyfall -e incluso Casino Royale-, no traspasa los límites de la verdadera emoción que se espera en un filme de Bond. Sí tiene buenas escenas de acción, a las que no les falta humor (la persecución en Roma), o una pelea en el tren entre Bond y el maloso en turno (Dave Bautista), con unos repentinos cambios de vestuario que no tienen mucha explicación, considerando que James no lleva equipaje, pero no alcanzan lo extraordinario, el mismo nivel de impacto de películas previas. Lea Seydoux es la nueva chica Bond, interpretando a la hija de un exmiembro de Spectre, vulnerable y de un inegable atractivo, pero que no está a la altura de otras actrices de películas previas. Andrew Scott (Sherlock), como C, entra a escena con su característica vibra villanezca, como un alto mando que promueva la desaparición del programa 007.

¿La regla será una película muy buena de James Bond, seguida de otra no tanto? Spectre se queda en una zona de comfort algo decepcionante, de ser un común y corriente entretenimiento palomero de fin de semana. Lo malo es que prefiere quedarse ahí, sin tratar de alcanzar el status de memorable, o de ofrecer momentos de antología. Se siente algo cercano a un epílogo de Skyfall, de esa clase de secuelas hechas por Daniel Craig (también funge como productor ejecutivo) por puro compromiso contractual. Que mal sería si, como dicen, esta es su última película interpretando al 007, sin cerrar este ciclo con broche de oro.

martes, 24 de noviembre de 2015

SICARIO * * * * 1/2

Emily Blunt como la agente del FBI Kate Macer.
Sicario es una película fuera de lo convencional sobre la guerra contra el tráfico de drogas en la frontera de los Estados Unidos.  Se ven las dos caras de la moneda, el del traficante y el de la policía. Hay instantes llenos de tensión palpitante, de suspenso al estilo Michael Mann (vienen a la mente sus clásicos melodramas policiacos Heat y Thief). Es cierto, está la clásica tendencia de Hollywood de restregarle a la audiencia en la cara el enorme poderío tecnológico de E.U., como rastreo y vigilancia satelital a la que nada se le escapa en su lucha contra el narcotráfico.  En Sicario (palabra que al inicio del filme se específica quiere decir, en slang mexicano, "asesino a sueldo") del realizador canadiense Denis Villeneuve (Incendies), el panorama es muy cercano al de un escenario de guerra en el medio oriente. A pesar de todo, Sicario es un excelente thriller policiaco, en donde el FBI y la DEA unen fuerzas para combatir el narcotráfico en la frontera con México, con  una ambigüedad ética que se encuentra en el centro de la historia.

La primera secuencia quita el aliento, pone el termómetro en alto. En Arizona, casi 40 cadáveres son encontrados en una casa perteneciente a un capo mexicano de la droga. Emily Blunt interpreta a una agente del FBI, Kate, eficiente, fuerte y siempre alerta, la cual pertenece al escuadrón que es enviado a investigar.  La redada tiene un giro trágico, muriendo varios agentes. Kate se ofrece -casi voluntariamente a fuerza- en una misión especial comandada por la DEA, para dar con los narcos responsables. Un extravagante agente (Josh Brolin), que asiste domingueramente vestido y en sandalias a una reunión, está a cargo de la operación para perseguir y capturar al capo (el jefe del cártel de Sonora), y sus secuaces. 

Una sensación de incertidumbre persiste a lo largo del filme. En una línea alterna de la historia, un humilde oficial de policía mexicano (Maximiliano Hernández), aparentemente, lleva una vida familiar normal, en donde la relación cercana que tiene con su hijo tiene un papel crucial. La historia recurre a la estrategia de los thrillers clásicos: la sospecha de todo y de todos; el no poder confiar en nadie, el estar en medio de algo que no se sabe quién comanda, o de no saber para quién se está trabajando exactamente. Los métodos que se siguen son poco ortodoxos, cosa que sacude la ética de Kate, la cual se ve a sí misma pronto en situaciones que no esperaba, de constante peligro; de verse en algo cercano a una "zona de guerra" ("No soy un soldado", dice, quizás arrepentida de haberse metido en este lío de  operación). 

Pero es la enigmática presencia de Benicio del Toro la que representa el mayor misterio, en su personaje de "asesor" colombiano. Su personaje, Alejandro, es como una frase que termina en puntos suspensivos. Existen a su alrededor más interrogantes que respuestas. La  escena del mayor embotellamiento vial que puede verse en el mundo: el del tráfico para cruzar la frontera de Ciudad Juarez a El Paso, Texas, es una lección de cómo se construye tensión gradualmente. El comando lleva de regreso a un narco extraditado de una prisión mexicana, y para ellos es como llevar una bomba atómica extremadamente sensible. Son minutos de sudor goteando en la frente, de ansiedad para comerte-las-uñas, de sentir que en alguno de esos cientos de autos puede haber unos criminales queriendo arrebatarles su preciado pasajero.

Sicario no está muy lejos de ser una película bélica. Hay tomas aéreas satelitales de paisajes desérticos, para rastrear narcos, que recuerdan de inmediato Irak o Afganistán. La dirección fotográfica de Roger Deakins, aunque no es su mejor trabajo, es magnífica. De hecho, aquella secuencia en el narco-túnel, en total y completa obscuridad, es como la redada para encontrar y matar a Osama Bin Laden en Zero Dark Thirty. Es otra de las grandes secuencias de la película, claustrofóbica, laberínticamente asfixiante; en donde tiene lugar una batalla en la que sólo escuchamos tiroteos, imágenes de lentes de visión nocturna, y ojos brillantes. Es una batalla contra un "enemigo" que toma una forma fantasmal, casi invisible. 






sábado, 14 de noviembre de 2015

CRIMSON PEAK * * * 1/2


Jessica Chastain y Tom Hiddleston.
Crimson Peak es un inconfundible y típico filme de Guillermo del Toro. Desde los primeros minutos, sabes que estás a punto de enfrentarte a otra fantasia gótica, otro circo del horror, maquinado por la mente incansable del realizador mexicano. Su cerebro es una fuente inagotable de monstruos y  pesadillas, en espera de ser plasmadas en el celuloide. Crimson es el homenaje de del Toro a la literatura gótica del siglo XIX, a Edgar Allan Poe y su "Caída de la Casa Usher", incluida una serie de autoreferencias a su propio cine ("El Espinazo del Diablo", su relato paranormal de fantasmas protagonizado por niños, e instalado durante La Guerra Civil Española), sin dejar de lado películas en las que ha fungido como productor (Mama, por ejemplo). 

Guillermo del Toro se mueve en terreno seguro, sabe qué botones oprimir, y qué controles manejar  con los ojos vendados. La historia es tétrica y obscura, con buenas dosis de horror, en la que ha sabido embonar una bien contada historia de misterio. La ambientación de época es brillante, llevándonos al Búfalo de principios de siglo XX con sorprendente facilidad. El toque feminista le da todavía más sabor. Mia Wasikowska (excelente) interpreta a Edith, una chica que ha conocido lo paranormal de primera mano. Aspirante a convertirse en una escritora de historias de fantasmas, Edith se encuentra buscando una oportunidad de ser tomada en serio, ver su novela publicada, y quizás convertirse en la nueva Mary Shelley (a la que hace referencia en una línea de diálogo punzante y ácida). 

Edith es visitada y atormentada en las noches por el espíritu de su madre ("Los fantasmas son reales", dice al abrir la película). Inspiración para sus novelas no le hace falta. A escena entra un joven empresario británico, Thomas (Tom Hiddleston, muy bien), buscando financiamiento para echar a andar su proyecto de una máquina para minería. Lucille (Jessica Chastain, tétrica), es su obscura y fría hermana, la cual todo el tiempo juega con nuestras percepciones y expectativas, comportándose como una serpiente buscando devorar a la frágil Edith. Allan (Charlie Hunnam, de Pacific Rim), sin mucho espacio para moverse en el filme, es el noble amigo de Edith con sentimientos hacia ella, pero sin mucha oportunidad para expresarlos.

La tenebrosa mansión en Crimson Peak es el nuevo hogar de los recién casados Edith y Thomas. La casa está habitada por horrendos fantasmas, que nada más ella puede ver. Extrañamente no hay  mayordomo u otro tipo de servidumbre en la casa, la cual es como un personaje más en la historia. La residencia es un lugar que vibra, se siente viva, respira; con ventanas que parecen ojos observando todo lo que sucede. Aunque hay escenas de verdadero terror, magistralmente dirigidas, como ese  trágico asesinato en donde la cabeza de un personaje es destrozada, después la historia pierde algo de fuerza e ímpetu en su parte intermedia. Si bien no es la mejor película de del Toro, es una pieza curiosa e interesante en su filmografía, que vale la pena revisarse. Nos volvemos a mover entre insectos y polillas, con una generosa cantidad de sustos, y fantasmas que parecen momias vivientes.  Atraviesan paredes dejando enormes manchas negras, se deslizan por el suelo, y tienen una cualidad orgánica característicamente casi palpable. Con Guillermo del Toro, las historias son genuina y atípicamente, para no dormir

miércoles, 4 de noviembre de 2015

BRIDGE OF SPIES * * * *

PROFESIONALISMO IRREPROCHABLE.
Tom Hanks como James Donovan. 
Bridge of Spies rompe el molde en cuanto a historias de espionaje se refiere. En su más reciente filme, Steven Spielberg sabe cómo introducir hábilmente su acostumbrado humanismo, en una historia atrayente y emocionante al mismo tiempo, que no trata tanto sobre espionaje, sino en las consecuencias políticas del mismo. Tom Hanks colabora por enésima vez con Spielberg, en la que puede considerarse como una sólida, eficiente, inquebrantable, y siempre fructífera relación profesional. Hanks es un actor destinado a convertirse en un clásico, al estilo James Stewart, a quien en algunas escenas de la película trata de emular y canalizar. 

En su encarnación de un abogado, con porte y profesionalismo hasta la exageración, tiene la oportunidad de lucir no nada más sus irreprochables cualidades histriónicas, sino también encanto y carisma. Bridge es una gran película, que a diferencia de otros filmes sobre espionaje, no depende en lo absoluto de acción imparable, efectos especiales, o pirotécnica hollywoodense. La película tiene  una clase de emoción más centrada en el suspenso de un thriller político, con una trama más enfocada en la negociación y diplomacia, instalada en los momentos más turbulentos y políticamente inestables en la historia: la Guerra Fría.

En la tal vez no muy entrañable, pero sí memorable y sensible, relación abogado-cliente entre James B. Donovan (Hanks), nuestro abogado, y Rudolf Abel (Mark Rylance, maravilloso), un espía ruso con alma de artista, está el centro emocional de la historia. Rudolf, de facha inofensiva e intelectual,  es arrestado por el FBI y encontrado culpable, sin una evidencia palpable. Sin embargo, James, a quien se le asigna su defensa en la corte, descubre que puede tener un caso de violación a sus derechos. A continuación, vienen los juicios, en donde, por su puesto, entra la estrategia de sostenerse de la "quinta enmienda" y la constitución. Pronto, las cosas se complican para James, con agentes de la CIA acosándolo, y su  seguridad y la de su familia amenazados, cuando a su alrededor empiece a generarse un ambiente hostil, con la gente tachándolo de algo poco menos que un traidor a la patria.

La relación entre James y Rudolf empieza a tener destellos de empatía y humanidad.  El espía recurre a una frase, "¿Eso ayudaría?", con la que cierra humorísticamente varios diálogos con James, y le llega a advertir algo: "Debe tener cuidado". Es justo cuando su relación empieza a cuajar, cuando James empieza a sentir simpatía, y quizás algo de admiración, por este pequeño hombre con cara de mustio. Rudolf es considerado como una amenaza para la seguridad nacional, y cuando éste le cuente a James una anécdota sobre un hombre que, a pesar de haber sido brutalmente golpeado, jamás cayó  y se mantuvo en pie, el abogado verá como su misión el salvarlo de la silla eléctrica. 

Del otro lado del charco hay cosas sucediendo, y harán que el caso tome giros inesperados. Un piloto es capturado en territorio Ruso, mientras volaba un sofisticado avión espía, a nada menos que 70 mil pies de altura (la escena del vuelo es emocionante y te deja sin aliento). En tanto, en Alemania del Este, un estudiante norteamericano de Economía es encarcelado, al ser encontrado sospechoso de ser un espía.  

Una escena de antología muestra el Muro de Berlín en plena construcción. A través de la mirada de James, somos testigos de la brutalidad, los abusos, y la violencia cometidos sobre aquellos que se atrevían a cruzarla clandestinamente. Igualmente, en otra escena, vemos una kilométrica fila de aquellos que querían hacerlo legalmente. Los hermanos Coen colaboraron en la escritura del guión. Es de esperarse ligeras pinceladas de humor a lo largo de la película, lo cual para nada aminora la tensión, siempre presente y constante. En ese sentido, el guión, basado en hechos reales (al final, antes de los créditos, aprendemos un poco más sobre cómo trascendió la carrera de James Donovan en el futuro), está brillantemente tramado y  construido. ¿Podemos ya empezar a escuchar el nombre de "Oscar"?

domingo, 25 de octubre de 2015

THE MARTIAN * * * *

NÁUFRAGO EN MARTE.
Matt Damon necesita ser rescatado -- otra vez.
Matt Damon está en problemas nuevamente, y hay que ir a rescatarlo. En The Martian, Damon tiene que ser rescatado por tercera vez (recordemos, primero fue en Saving Private Ryan, la segunda vez en Interstellar, olvidado en un planeta desconocido). El hecho no tardó en convertirse en la broma del día en Facebook ("Estados Unidos debería dejar de invertir en rescatar a Matt Damon, déjenlo donde está", decía algún meme). En esta ocasión, el actor se ha convertido en un náufrago del espacio, un "Robinson Crusoe" marciano. 

Mark Watney (Damon), un botánico, es dejado a su suerte en el planeta rojo, luego de que la misión para investigar el suelo marciano con la que viajaba, fuera arrasada por una tormenta de arena. La comandante de la misión (Jessica Chastain), de decisiones algo precipitadas, lo ha dejado atrás creyéndolo muerto. Los verdaderos problemas de Mark apenas comienzan. Es ciencia ficción instalada en un futuro tal vez no muy lejano, con sentido del humor en muchos momentos. 

Una vez que le caiga el veinte que se encuentra en completa soledad, en medio del desierto anaranjado de Marte, y de que las posibilidades de ser rescatado son mínimas (una nueva misión de rescate no será posible hasta dentro de 4 años), Mark decidirá grabar en un videodiario el día a día de su estadía en el planeta. Poniendo en práctica sus conocimientos de botánica, Mark se deberá volver un granjero marciano, si no quiere morir de hambre con las raciones de comida disponibles para nada más un año. Creando un ambiente terrícola artificial con oxígeno, el astronauta consigue cultivar papas. Si tiene suficiente agua o no para beber, y cómo piensa conseguir más cuando se acabe su ración del líquido, se deja muy aparte en la trama. Como sea, nuestro amigo deberá acostumbrarse, le guste o no, a una dieta de papas con catsup.

En su siguiente filme ambientado en el espacio después de Prometheus, Ridley Scott se encuentra en terrenos que conoce bien. No es precisamente que Mark vaya a encontrarse con aliens dispuestos a matarlo. En lo que da en el clavo Scott, es en hacernos sentir una verdadera y continua tensión. Nos involucra de lleno en la angustiante situación de Mark (a quien sólo le falta tener una pelota de nombre Wilson para hacerle compañía). La tensión es constante, en una historia que avanza a contra reloj. Estamos pegados en la butaca esperando el que tal vez podría ser un destino fatal para el personaje. 

Mientras, en la Tierra, en contacto con Mark a través de un complejo sistema de códigos que, al final, acaba convertido en un común y corriente chat, el director de la NASA (Jeff Daniels) está en un estado de relajada angustia. Su equipo de genios, encabezados por Vincent (Chiwetel Ejiofor), se  encuentra trabajando en una manera de enviarle más comida a Mark y rescatarlo. Al mismo tiempo, la jefa de relaciones públicas (Kristen Wiig, en plan ejecutivo y serio), trata de mantener una imagen ante la prensa de que todo está bajo control y sin peligro.

Adaptación de la novela homónima de Andy Weir, la historia tiene todo el sabor científico de una novela de Julio Verne (lo primero que viene a la mente es "Misterious Island"). Scott ha hecho una película de aventuras espaciales, que revisa filmes de ciencia ficción recientes (Moon, Gravity, etc.).   A cada segundo estamos recordando este u otro filme de ciencia ficción, pero The Martian es pura diversión palomera, sin ambiciones metafísicas en su historia, o de sumergirse en complejidades  psicológicas y emocionales. Matt Damon está bien en su personaje, y hay que reconocerle ambición en la evidente pérdida de peso que tuvo para su papel. Está a unos pocos kilos de parecerse a Christian Bale en The Machinist. No es como para que lo nominen al Oscar, pero tiene su mérito. 


viernes, 16 de octubre de 2015

SELMA * * * 1/2

LECCIÓN HISTÓRICA IMBORRABLE.
David Oyelowo como Martin Luther King. 
La experiencia de ver Selma, es muy cercana a leer "My Life With Martin Luther King", las memorias escritas por Coretta King, la viuda del Dr. Martin Luther King. Selma no es precisamente una biopic de fórmula, que repase con precisión enciclopédica los sucesos importantes en la vida del reverendo King. En muchos momentos cae en la tentación de irse  por el camino fácil, y ser la típica  biopic televisiva, especialmente en su estructura narrativa. Pero lo atractivo del filme. es que representa un primer intento por llevar al cine la figura de Martin Luther King, en un melodrama fílmico de corte histórico. 

King es interpretado excelentemente por un David Oyelowo metido hasta el cuello en el personaje, tratando de reflejar al máximo personalidad, manierismos, e incluso, casi consigue reflejar su poderosa voz y capacidad oratoria. La película es la crónica de cómo Martin Luther King, con su ideología de la lucha "pacífica y sin violencia" (al estilo de Gandhi) por los derechos civiles de los afroamericanos, empezó la intensa labor de convencer al presidente Johnson (magnífico Tom Wilkinson) para conseguir el derecho a votar de los ciudadanos negros. Renuente a agitar las aguas políticas en el senado, Johnson acabó ordenando a J. Edgar Hoover espiar a King. De hecho, la narración del filme muestra, en forma de títulos, eventos clave de dicha labor de espionaje, mostrando el escudo del FBI y la fecha en que fueron registrados.

El título hace referencia a la histórica marcha que encabezó Martin Luther King desde Selma hasta Montgomery, Alabama, en 1965. La realizadora Ava DuVernay ofrece un filme en donde la balanza se inclina más por el melodrama fílmico, que por la crónica documental, con una narración que tiene momentos estrujantes y poderosos, como los abusos y violencia usada por parte de la policía durante las protestas. No nada más Oyelowo está fenomenal, sino que también su compatriota, Carmen Ejogo, está muy bien como Coretta King. Igualmente, Oprah Winfrey (tan espléndida e irreconocible como en The Color Purple), y Tim Roth, como George Wallace, el gobernador de Alabama de tendencias racistas y conservadoras, están maravillosos. Aunque no alcanza a ser un filme  extraordinario, no deja de sentirse al final de Selma el peso de la lección histórica que ofrece. Se queda impresa en nuestra memoria, valiosa e inolvidable, sin caer en ningún momento en lo reverencial hacia la figura de King, o en lo simplemente anecdótico y didáctico.

miércoles, 7 de octubre de 2015

THE TALE OF THE PRINCESS KAGUYA * * * * *

Relato universal contado en hermosa animación tradicional.
La fe y amor por la animación tradicional, cuadro por cuadro y dibujada a mano, no se ha perdido. Esperemos que así sea por mucho tiempo más. Tómese como ejemplo The Tale of the Princess Kaguya, la más reciente obra maestra de los estudios Ghibli, fundados por el viejo maestro de la animación japonesa, Hayao Miyazaki (quien nos rompiera el corazón anunciando su retiro). Los estudios se han mantenido firmes en su cánon, usando al mínimo computadoras y cualquier tecnología digital, en pos de una animación clásica más pura. Isao Takahata (amigo y socio cofundador de los estudios junto a Miyazaki), quien nos diera anteriormente prodigios de la animación como Grave of the Fireflies, consigue una película cuyo principal atractivo es su propuesta visual de parecer apenas terminada. Un minimalismo esbozado con unos cuantos trazos y pincelas. Como si lo que vieramos fueran bocetos unidos en el cuarto de edición. 

Takahata logra transmitir la sensación, casi táctil, del grafito y el pigmento frescos en el papel, incluyendo unos escenarios hermosos realizados en acuarela. En una era en que los distribuidores creen que para disfrutar un filme animado es completamente imprescindible el 3D, llega una pequeña película animada japonesa -al menos, en cuanto a su presupuesto se refiere- para darnos una lección en cuanto a impacto y contundencia visual se refiere. Princess Kaguya es para verdaderos amantes de la animación, y en general, para amantes del arte. 

Es una adaptación de un antiguo cuento japonés tradicional, una fábula con moraleja incluida, que no se siente pesadamente aleccionadora en su mensaje moral sobre la ambición, la autenticidad, y la paternidad. La vida de un humilde cortador de bambú y su esposa cambian completamente, cuando el primero encuentra durante su jornada un bebé del tamaño de un insecto. Los padres adoptivos de esta "pulgarcita" quedan sorprendidos, no nada más cuando se den cuenta de la gran velocidad a la que crece, hasta convertirse en una bella niña, sino al descubrir que es una princesa enviada por los dioses, con un botín de oro y sedas para vestirla apropiadamente, a la que bautizan como Kaguya (voz de Aki Asakura). Sin embargo, no pasará mucho para que la ambición del antes humilde cortador de bambú salga a relucir, y no sea la felicidad de Kaguya la que busque, sino la de él mismo, justo en el momento en que decida llevarse a su familia a vivir a la ciudad. 

Además de ser un deleite visual, con hermosas secuencias que en sí mismas funcionarían como excelentes cortos animados (el relato que Kaguya cuenta sobre una antigua reina), la película es  sumamente encantadora y conmovedora en su primera mitad, dramática en la segunda. Es una obra de arte. Su gran sencillez, tanto en su narración como en toda su concepción, la hace emocionalmente poderosa. En la segunda mitad, el viejo cortador de bambú se transforma en una especie de monarca enfermo de poder, hasta un final casi surrealista. El mensaje: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.


martes, 29 de septiembre de 2015

MISSION: IMPOSSIBLE - ROGUE NATION * * * *

NO HAY IMPOSIBLES. Tom Cruise y Rebeca Ferguson.
La franquicia de Misión Imposible sigue en pie, se niega al paso del tiempo, de la misma forma que su protagonista estrella, Tom Cruise. En Rogue Nation, la última entrega de la saga, se mantiene intacta la tradición de verlo arriesgando su vida e integridad física realizando él mismo sus escenas de acción. "No dobles, nada de ayuda, yo puedo sólo", parece ser la regla a seguir. Dicho espectáculo,  lleno de atrevimiento y tenacidad, es el plato fuerte de las películas, la "cereza en el pastel". No importa si antes de entrar al cine, uno se pregunta: ¿Qué tiene de nuevo qué ofrecer una nueva película de Misión Imposible? ¿Y ahora qué se les ocurrió?. Siempre habrá acción sin parar garantizada, adrenalina fluyendo, pirotécnia visual, y explosiones al por mayor. 

En esta ocasión, el número -casi circense- que abre la película, es ver a Cruise agarrado de la puerta de un avión, ... en pleno vuelo. Sin efectos especiales de por medio, pantallas verdes, fotomontajes,...  ¡Nada! Es el mismo actor (seguramente agarrado de un arnés) volando encima del avión, con el aire cortándole la cara. Mientras, da órdenes al distraído pero siempre eficiente Benji (Simon Pegg, robándose cada escena en dónde sale, gracias a su calculada comicidad) en tierra, de abrir la puerta, en medio de una confusión comunicativa que no hace más que aumentar la dosis de emoción. Es la razón por la que las películas siguen atrayendo audiencias masivamente los fines de semana. La cosa es, simplemente, hacerlo todo en grande. 

Rogue Nation (la quinta película de la saga, basada en la famosa serie homónima de los 1960s), tiene momentos así de sobra. Tom Cruise demuestra que sigue en excelente forma y condición física para aceptar una nueva misión. El IMF (Impossible Mission Force) está al borde de ser desmantelada, debido a sus cada vez menos ortodoxos métodos. Recordando, por ejemplo, ciertos hechos que pusieron en riesgo las relaciones entre E.U. y Rusia, cuando una explosión voló en mil pedazos   medio Kremlin en la anterior película. William Brandt (Jeremy Renner) se encuentra dando la cara por todos ante un comité senatorial en Washington, en donde el jefe de la CIA (Alec Baldwin) propone la desaparición del IMF. En Londres, Ethan descubre la existencia de una organización terrorista, simplemente conocida como The Syndicate, formada por terroristas chechenos, cuyo objetivo es acabar con el IMF. 

El pretexto para juntar otra vez al equipo, que incluye, además de Benji, a  Luther, (Ving Rhames), es ir detrás  de la organización terrorista y acabarla, antes de que ésta acabe con ellos. Rebeca Ferguson, la nueva "chica imposible", es una agente especial británica del MI5; ambigua, impredecible, y que   decide echarle una mano a Ethan. Al menos cuando no parezca estar también del lado de los malos,   es decir, con el jefe de los terroristas (un Sean Harris de rostro frío e imperturbable). 

De los mejores momentos, es el homenaje a Hitchcock, en específico, a The Man Who Knew Too Much (1956), durante la escena de la ópera, con la nota musical crucial que específica cuándo se jalará el gatillo. Ethan se encuentra tras bambalinas, peleando con un tipo el doble de su tamaño, y al mismo tiempo en la mira de un tirador. Más adelante, hay secuencias de comerte-las-uñas, en donde Ethan tiene que lanzarse a una especie de remolino artificial de agua, antes de que el aire se le acabe, o una persecución en motocicletas, que valen el precio de la entrada. Es de reconocer que el realizador, Christopher McQuarrie (quien ya había dirigido a Cruise en Jack Reacher) ha conseguido  un emocionante y entretenido filme de acción y espionaje. Misión cumplida. 




jueves, 27 de agosto de 2015

ANTMAN * * * 1/2

HORMIGUEOS ESPECTACULARES.
Paul Rudd es Ant-Man.
No importa si su nivel de popularidad no es tan alto como el de otros superhéroes de mayor calibre, como Batman, Spiderman o Superman. Ant-Man tiene suficiente carisma y peso dramático para quedarse en la memoria de aquellos que no han escuchado nunca antes de este personaje. No estoy seguro si se le puede llamar superhéroe, pero sin duda es un personaje interesante. Su único "superpoder" o habilidad, es el reducirse al tamaño de una hormiga, y eso nada más gracias a un traje sofisticado inventado por un connotado científico. El personaje pertenece a la casa Marvel, creado por Stan Lee (y sí, aparece en uno de sus clásicos cameos), y es Paul Rudd quien viste el traje. Hay  escenas con dosis de espectacularidad, que llegan a recordar pelis como Honey I Shrunk the Kids, o también The Antbully.

Ant-Man comanda ejércitos de hormigas, por tierra y aire. No suena mal. Ant-Man tiene su debut en una película que no tiene las dimensiones de un enorme blockbuster veraniego, pero afortunadamente es entretenida y con cierto humor. Es difícil etiquetarla. Una mezcla de heist-movie, filme de ciencia ficción y súperheróes, cruzando caminos con otra saga de la Marvel, Avengers. Scott Lang (Rudd), es un tipo que se encuentra tratando de enderezar su vida y dejar atrás sus años como ladrón. Luego de salir de prisión, y andar de trabajo fallido en trabajo fallido (incluso es despedido como vendedor de helados en Baskin-Robbins por sus dudosos antecedentes, en un comercial de cerca de 5 minutos al inicio de la historia), Lang parece querer volver a las andadas criminales, impulsado por sus amigos (Michael Peña, David Dastmalchian y el rapero T.I.). El nuevo golpe criminal será introducirse en el hogar de un científico, el Dr. Hank Pym (Michael Douglas,  magnífico), el desarrollador del traje miniaturizador, y robar lo que sea que se encuentre en la caja fuerte.

Lo que Scott no sospecha, es que será elegido por el doctor para que sea su conejillo de indias en una misión peligrosa. Divorciado de su esposa (Judy Greer), y tan solo con una pequeña hija por la cual vivir, Scott no tiene mucho que perder, excepto tal vez su vida. Con todo, acepta la propuesta de Pym, quien a su vez, no desea acceder a la iniciativa de su propia hija (Evangeline Lilly) de llevar a cabo ella misma la encomienda, la cual consiste en detener los planes del antiguo protegido del doctor (Corey Stoll, con un look calvo muy a la Lex Luthor que no le va nada mal), resentido por haber sido puesto a un lado en las pruebas del traje. Sin embargo, este ya ha fabricado su propio traje, convirtiéndose en la némesis de nuestro héroe, Yellow Jacket.

Rudd es un actor con una buena vena cómica detrás de su facha de niño bueno. Siempre se siente esa  faceta  cómica queriendo salir (cosa que ya probó en Anchorman). Ant Man no es precisamente una comedia, pero Rudd sabe transmitir una actitud de encontrarse en una situación incómoda, riesgosa, que nadie quisiera aceptar, pero que no le queda otra sino aceptarla. Con el tiempo, poco a poco, va sintiéndose en su elemento, y lucirá como superhéroe, capaz de controlar hormigas con sus ondas cerebrales y convertirlas en sus aliadas. Hay una escena en verdad impresionante, en donde Scott comprueba el peligro de miniaturizarse en exceso, llegando a ser más pequeño que un átomo. Es un momento 2001 A Space Odyssey, pero instalado en el universo de los cómics. Lo bueno, es que los guionistas no se molestan en sumergirnos en explicaciones pseudocientíficas sobre lo que vemos. Simplemente, dejan que la diversión siga, y cumplen con su objetivo.

viernes, 14 de agosto de 2015

TERMINATOR GENISYS * * 1/2

I-AM-BACK. Sí, Arnold está de vuelta. 
Arnold está de vuelta en Terminator Genisys, para beneplácito de los fans de la saga futurista. Es la última entrega de la más icónica de las franquicias del cine de ciencia ficción. ¿Quién lo hubiera podido imaginar? El "governator" regresa a interpretar al famoso T-800, menos letal que antes, aunque más amigable, con las vibras protectoras a todo lo que dan, y sin que ningún engranaje le rechine. Arnold retoma el papel de una manera digna, en un lugar poco más que secundario en la película, pero plenamente consciente de su edad, y bromeando en muchos momentos  al respecto.

Para el evidente paso de los años del personaje, los realizadores dieron con una explicación no muy creativa: el tejido orgánico que le recubre ha envejecido y se ha deteriorado, pero por dentro sigue siendo la eficiente máquina robótica venida del futuro. Desafortunadamente, Genisys no aporta nada o gran cosa a la franquicia, la cual desde la última película, Salvation (2009), empezó a dar signos de desgaste, de falta de ideas nuevas, y de originalidad. La nueva película, dirigida por Alan Taylor,  es algo cercano a un remake de las dos primeras películas. Incluso, hay momentos en que parece que Taylor tenía la intención de reiniciar una nueva franquicia. 

La trama parece incluso tomar prestada la premisa de Back to the Future, acerca del viaje en el tiempo, jugando con diversas líneas temporales, y de cómo alterar el pasado cambia drásticamente el futuro. Hasta el hecho de que en 1984 Sarah Connor (Emilia "Games of Thrones" Clarke, luciendo como una versión rejuvenecida de Linda Hamilton) se encuentra construyendo una máquina del tiempo con el Terminator, parece sacada de la premisa de aquellas películas. Kyle Reese (Jai Courtney), el nuevo héroe, es rescatado y aceptado por John Connor (Jason Clarke, con enorme cicatriz en el rostro) como nuevo miembro de la rebelión contra la amenaza de Skynet en el año 2019.   Los numerosos flashbacks, de lo que parecen sueños -o recuerdos- de la niñez de Kyle, no ayudan a que la narración fluya sin problemas y a que sea menos confusa. 

No esta muy claro si esto es un filme que forma parte de la vieja franquicia, o el inicio de una nueva, o ambos. No siempre es claro lo que Alan Taylor quiso hacer. Son demasiados flashbacks, saltos hacia atrás y adelante en el tiempo, giros y vueltas de tuerca. Si bien el filme acaba siendo veraniegamente entretenido, te deja con ganas de haber visto algo mejor. Es una lástima también lo desperdiciado que resulta el siempre impresionante J.K. Simmons, en un papel de relleno más que nada. En las pocas escenas que le toca hacer, no deja de sentirse como queriendo hacer más pero sin mucho espacio para ello. Lo mucho que acaba complicándose a sí misma la historia ocasiona que el filme acabe siendo disparejo y sin mucha coherencia. 

Junto al Arnold original, de carne y hueso, hay en una escena una versión digital, rejuvenecida y no muy convincente de él mismo, además de un nuevo T-1000 abriéndose camino como la nueva amenaza. Pero quizás el mayor problema de todos, es que no hay un héroe -o heroína- lo suficientemente fuerte, sólido e interesante que sostenga el filme y lo haga memorable. Arnold se roba cada escena en la que aparece, pero no es suficiente. Es el clásico ejemplo del Hollywood con falta de ideas, de seguir explotando y exprimiendo una saga, más por razones contractuales que por otra cosa.  

La película resulta un entretenimiento dominguero, gracias a los impresionantes efectos especiales (vamos, el T-1000 sigue siendo un espectáculo digno de verse) y a que hay impresionantes y adrenalínicas escenas de acción. Pero al final, queda la sensación de que ya no hay nada nuevo que contar. 

viernes, 31 de julio de 2015

STILL ALICE * * * *

LA MEMORIA DEL OLVIDO.
Kristen Stewart y Julianne Moore.
Still Alice consolida a Julianne Moore como una magnífica actriz, una artista de alto calibre. Su actuación le valió el Oscar a Mejor Actriz este año. Al final de la película, no me quedó otra opción que quitarme el sombrero ante una actuación que resulta dolorosa, conmovedora y, sobretodo, impresionante. Sin duda, Julianne Moore es de esas actrices que simplemente respetas y punto. Still Alice narra cómo la Alice del título, una respetable doctora y académica de lingüística en la Universidad de Columbia, va perdiendo poco a poco la capacidad de recordar. Podemos sentir su frustración al no poder recordar palabras que antes parecían sencillas de recordar. Su memoria a corto plazo va disminuyendo. El diagnóstico: Mal de Alzheimer. Algo increíble para ella y su marido (Alec Baldwin), debido a su todavía joven edad. Este aspecto hace más desgarradora la experiencia de ver el deterioro por el que tiene que pasar Alice, y Julianne Moore consigue transmitirlo con total maestría.

Alice ya tiene planes para el futuro. Graba vídeos en su laptop, sobre cosas importantes que tiene que recordar para cuando ya no estén en su mente. Vemos momentos en los que la desesperación y la tristeza estén a punto de hundirla ("desearía tener cáncer,... al menos la gente se pone listones rosas y junta dinero por eso", dirá en alguna escena), pero lo que nos entregan los directores y guionistas Richard Glatzer (fallecido el pasado marzo, precisamente, por complicaciones debido al Alzheimer) y Wash Westmoreland, es un recuento sobre la lucha que lleva a cabo el personaje para sobrellevar la enfermedad. Como dice en un discurso, que valientemente dice frente a una audiencia, en el que intenta describir el mal que padece:  "es aprender el arte de perder: perder objetos, perder el dormir, pero sobretodo, el perder recuerdos. Seguramente mañana ya habré olvidado que estuve aquí".

Kristen Stewart interpreta a la hija bohemia de Alice, cuyo único objetivo es convertirse en actriz de teatro, quien se convertirá en la confidente de su madre. La hija tiene momentos tensos pero también sensibles. Stewart es una buena actriz, y aquí está mostrando su potencial al máximo. Siendo Glatzer alguien que sufrió esta enfermedad, el filme es un compendio de primera mano sobre lo que es, no nada más el experimentar la enfermedad físicamente, sino que nos adentra en lo que ocurre en la mente del enfermo. 

jueves, 23 de julio de 2015

THE BABADOOK * * * *

Noah Wiseman y Essie Davis. 
The Babadook es la respuesta australiana a filmes de terror paranormal, protagonizados por niños aterrorizados de irse a dormir con la luz apagada, la puerta cerrada, y sin revisar dos veces que todo esté en orden debajo de su cama. No vaya a ser que haya un monstruo oculto en el clóset, o una presencia fantasmagórica oculta debajo del colchón. No suena como algo de lo más original, pero qué importa.   La película dirigida y escrita por Jennifer Kent hace que nuestra sangre se congele y se nos erice el cabello la mayor parte del tiempo. ¿Qué puede ser más aterrador para un niño que ver a su mamá poseída por una fuerza demoniaca e intentar matarlo? Babadook es una reinvención del relato contado por Stephen King en "The Shining". 

No suena como tu primera elección para ver una película un domingo en la tarde, acompañado de tu familia. Pero dale una oportunidad. No es para los débiles de corazón, ni para los que hayan disfrutado de niños escuchar una melodiosa voz materna contarnos cuentos de hadas antes de dormir. Noah Wiseman es una revelación, quien interpreta al pequeño protagonista, Samuel.  El niño sabe cómo expresar verdadero y auténtico terror en su inocente rostro, al grado de resultar perturbador. Samuel es un niño tímido, que prefiere retraerse y perderse en su propio mundo, el de la magia. Su pasatiempo es practicar trucos y construir armas con todo lo que tenga a su alcance. Su mamá (Essie Davis, magnífica) sigue sobrellevando la muerte de su marido en un accidente automovilístico, justo cuando la llevaba al hospital para tener a Samuel. Tiene una difícil relación con su hermana, y no tiene idea de cómo lidiar con el comportamiento excéntrico del niño. 

Cuando pida a su mamá que le lea un macabro y extraño libro infantil sobre el Babadook del título,  Samuel dirá a adiós a sus noches tranquilas. Será el detonante para que un espíritu maligno sea invocado, y venga a atormentarlo día y noche. La película es de una simpleza sorprendente. Noah  Wiseman y Essie Davis acaban siendo las únicas dos fuerzas imparables en la historia, que aunque puede sonar como el clásico relato de el-coco-te-viene-a-comer, los niveles de tenebrosidad van creciendo, usando simples y efectivos sustos, entrelazando suspenso paranormal con horror, canalizando además una que otra historia sobre posesiones demoniacas. Samuel es el pequeño gran héroe en toda la película. La secuencia climática acaba siendo tan conmovedora, que no es de sorprender se te haga un nudo en la garganta. 

lunes, 20 de julio de 2015

BOYHOOD * * * * *


COMO AMIGOS ENTRAÑABLES
Ellar Coltrane y Ethan Hawke.
¡Ay, cómo duele crecer! Boyhood cuenta una historia que todos y cada uno de nosotros conocemos. ¿Por qué? Porque es una que trata sobre el difícil, arduo, y doloroso camino de madurar, por el que todos pasamos queramos o no. Pasamos de la niñez a la adolescencia de manera complicada, y una vez que sobrevivimos eso, nos convertimos en adultos, y tenemos que escoger un camino. Richard Linklater ha hecho la que es quizás su mejor película hasta el momento, precisamente, la más "madura" y más inteligente. Es un experimento fílmico que parece casi contado en tiempo real, una cruza entre un registro documental y una dramatización, filmada ambiciosamente durante 12 años. Boyhood es una disección de lo que es la infancia, sin las estupideces o medias tintas que puede haber en una típica película de Hollywood. El trabajo de edición no debió de ser cualquier cosa de hacer, el condensar 12 años de filmación en casi 3 horas de metraje. En dicho tiempo, atestiguamos de primera mano el crecimiento, la evolución y cambios físicos -kilos de más unos, kilos de menos otros- de todo su reparto principal. 

De principio a fin vemos a los mismos actores, nadie sustituye a alguno entre una etapa y otra. Ellar Coltrane interpreta a Mason, el protagonista principal. Por cierto, el chico será una cara no muy conocida -mucho mejor para los propósitos del filme- pero es toda una revelación. Mason es un  niño tranquilo, sensible, y con alma de artista. Vive con su inestable mamá (Patricia Arquette, resurgiendo con todo el potencial de una actriz que nos ha sorprendido en el pasado con excelentes actuaciones), y su hermana mayor (Lorelei Linklater, hija del mismo Richard Linklater, y de hecho, nacida en México). Por más que lo intenta, el pobre Mason no puede llevar una infancia normal, luchando contra la corriente mientras se muda de un lugar a otro, mirando cómo su mamá va de un matrimonio fracasado a otro. 

A pesar de vivir separado de la familia, el papá (Ethan Hawke, colaborador más que habitual de Linklater) tiene una relación estrecha con los chicos, casi de amigos, en donde ambas partes parecen hablar el mismo idioma. ¿Será porque el padre es como un alma errante adolescente, sin poder sentar cabeza? Como sea, padre y chicos tienen una sólida comunicación, la cual surge entre ellos de manera natural. La platica que el papá tiene con la hija sobre protegerse y prevenir un embarazo es única, graciosa, y de una espontaneidad impresionante. 

Luego, Mason se transforma en un adolescente, y en un rato en un joven a punto de irse a la universidad y perseguir su sueño de ser un artista. En  tanto, sufre y padece los errores de su madre. Pero también somos testigos de la evolución y maduración del papá, de la mamá y de la hermana. La maduración nunca termina para ninguno, es cíclica. En el filme de Linklater, a todos les toca su parte. Por eso, Boyhood es una de las películas más inteligentes del año pasado, sabe tratar los temas de la  niñez, la maternidad, y la paternidad, con sensibilidad, humor, sin velos y con una intención realista. La manera en que los personajes dialogan, es casi como un largo ejercicio de improvisación. Creemos en ellos, en la autenticidad que transmiten; nos interesan, nos importan, empatizamos con ellos. Nos  vemos reflejados de una u otra manera en sus rostros. El trabajo de Linklater es magnífico, no nada más por las increíbles actuaciones de su reparto, sino por la genialidad de su guión, el cual casi alcanza la perfección. 

sábado, 11 de julio de 2015

MR. TURNER * * * 1/2

ARTE ENSALIVADO.
Timothy Spall magistral como JMW Turner.
No es la biopic clásica sobre el artista atormentado y en crisis existencial. Mike Leigh, con una educación artística paralela a su carrera de director, se aproxima en Mr. Turner a la vida de J.M.W. Turner, uno de los pintores británicos modernos más importantes en la historia del arte. Específicamente, trata sobre los últimos 30 años de su vida. En esta   visualmente impresionante reimaginación de la vida de Turner, Timothy Spall está magistral, interpretando con gruñona y brutal convicción al pintor.  Prácticamente se enfunda en el papel, lo vive y exuda.

El Turner de Leigh y Spall, es una reinvención del pintor llena de pinceladas únicas, y guiños caricaturezcos, como esa forma que tiene de comunicarse con gruñidos y miradas enojadas, serias y entrecerradas. Se muestra al artista que sobresalió por sus magistrales escenas marinas, de atardeceres impresionantes ("El Sol es Dios", dice poco antes de morir), pero que tiene un comportamiento casi primitivo con las mujeres. La película es toda una experiencia de ver, bella en toda su concepción, con una dirección fotográfica magistral y apabullante de Dick Pope. 

Se muestra a Turner con todas sus peculiaridades y excentricidades (¿Qué genio del arte no lo es?), como el hecho de verlo (un aspecto verídico) escupir en sus pinturas mientras pintaba, algo que puede verse asqueroso, pero que seguramente dotaba de algún efecto especial al resultado final de sus cuadros. O cómo cuando un hombre adinerado se ofrece a comprar un enorme lote de cuadros, Turner simplemente declina la oferta, por considerar sus pinturas como "patrimonio nacional" de Gran Bretaña. Pero también se muestra a un artista de extremos, capaz de atarse al mástil de un barco para experimentar de primera mano una auténtica tormenta, para verla, sentirla, y saber plasmarla en el lienzo.

No nada más la película trata del Turner artista, sino de aquel que tendrá una evolución emocional, en especial en su trato con las mujeres. Merece una mención especial el formidable trabajo que hace Dorothy Atkinson, interpretando a la sirvienta de Turner (un personaje ficticio), quien juega un papel casi cómico, de testigo silencioso de lo que ocurre en el hogar del artista, y que tiene incluso sentimientos por él, pero que este ignora. Turner simplemente opta por tratarla como un objeto.  La usa en algún momento para saciar su apetito sexual, mientras la mujer sufre de una enfermedad de la piel que va avanzando en la historia, pero que Turner parece no notar, o más bien decide ignorar. 

Leigh muestra a un hombre en eterno conflicto con su parte sexual y sentimental, de una complejidad psicológica difícil de descifrar, incluso para la mismo realizador. Trata de hacerlo con escenas entre cómicas y desconcertantes, como aquella del burdel, en donde Turner le pide a una prostituta posar para él en la cama, hasta que de pronto el pintor rompe en un llanto horripilante, inexplicablemente, mientras dibuja. O cuando parece no saber cómo reaccionar ante el fallecimiento de una de sus hijas, cuando su exesposa (Ruth Sheen) le da la noticia. Es el retrato del genio artístico que es un total misterio y enigma, en camino por reencontrarse con esa parte emocional, aparentemente petrificada,  dentro de él.

Marion Bailey, como la casera de Turner durante su retiro a Margate (alejándose de la fama y celebridad, para quizás encontrar el amor)  merece otra gran mención por su notable actuación. Al final, la  película no tiene mucho éxito en ayudarnos a entender a Turner como personaje y artista. Leigh no se arriesga mucho en profundizar más en la psiqué emocional del pintor, así como tampoco en entender por qué escogía los temas que pintaba. 


domingo, 28 de junio de 2015

JURASSIC WORLD * * * 1/2


CAMBIO DE BANDO.
Chris Pratt y su equipo de velociraptores. 
Una de las imágenes más interesantes en Jurassic World (y que no precisamente involucra una estampida de velociraptors, o la corretiza de un TRex), muestra una escamosa pata con enormes garras, abarcando todo el cuadro, y con un fondo de nieve blanca. Posiblemente pertenezca a un dinosaurio, ya que pisa fuerte y sonoramente el suelo. Conforme la toma se abre, descubrimos que la pata pertenece a un ave, caminando frente a una casa. Es una imagen interesante, en la que Colin Trevorrow, el realizador, juega divertidamente con nuestra percepción y expectativas.

Trevorrow mantiene esa estrategia durante la mayor parte del filme, mostrar poco y sólo lo necesario de algunos de los dinosaurios, en esta nueva entrega de la jurásica franquicia inaugurada por Steven Spielberg en 1993. Una franquicia que ha avanzado a pasos lentos pero seguros, con la anterior película estrenada en el ya lejano 2001. Para los que creían que las películas habían quedado extintas y fosilizadas en el olvido, Jurassic World prueba que los dinosaurios todavía venden (el filme ha batido récords en taquilla desde su primer fin de semana), en una película que tiene como escenario un nuevo parque con nuevas atracciones; velociraptors amaestrados y más inteligentes, y un nuevo "villano", que ha venido a quitarle su lugar al TRex: el Indominus Rex.

Las películas cada vez más se alejan del espíritu científico que Michael Crichton, el autor de los dos novelas en las que están basadas las dos primeras películas, imprimió a la historia, acercándose más a la acción y la espectacularidad. Jurassic World es muy parecida a Jurassic Park, con temas incluso muy spielbergianos (Spielberg funge aquí como productor ejecutivo): niños en medio de un hogar fragmentado. Como siempre, algo saldrá mal en el parque.

Dos hermanos (Ty Simpkins y Nick Robinson), son enviados por sus padres (Judy Greer y Andy Buckley), quienes se encuentran pasando por una crisis matrimonial, a pasar el verano en Jurassic World, el parque de dinosaurios clonados más moderno e hipertecnologizado. El parque se encuentra  justo en Isla Nublar, a donde cualquiera en su sano juicio jamás regresaría, después de saber lo que pasó con el primer parque. Ahí son recibidos por su joven tía (Bryce Dallas Howard), la encargada de relaciones públicas, quien tendrá que echarles un ojo mientras se divierten en el parque, trabajo que no le saldrá muy bien. Cuando los chicos se pierdan por ahí, las cosas se pondrán feas y peligrosas, justo cuando el monstruoso y godzillesco Indominus Rex, un verdadero "frankensaurio", escape de su confinamiento.

El Indominus, creado por el Dr. Henry Wu (BD Wong, quien apareció en la primer película), haciendo un cóctel de genes de velociraptor y TRex, anda suelto comiendo gente e inofensivos "vegesaurios". Masrani (Irrfan "Slumdog Millionaire" Khan), uno de los inversionistas del parque, decidió darle al "público lo que pida", es decir, emociones más fuertes, con dinosaurios más excitantes y aberrantes. El inmenso Mosasaurus, por ejemplo, aquí es el equivalente al Shamu de Sea World, que en lugar de comer sardinas come tiburones.

Chris Pratt se lleva la película, al menos del lado humano, como el domador de velociraptors del parque. Quizás no le paguen mucho por tan peligroso trabajo, ya que vive a las afueras del parque en una casa rodante. Tiene una escena que causó controversia -y con mucha razón- al ser considerada sexista, aquella cuando se le insinúa sin mucho pudor y muy directamente a Bryce Dallas afuera del camper. Los hombres quizás reirán; las mujeres, quién sabe. Por otro lado, los raptores jamás se habían visto tan inteligentes y sagaces. Casi les falta hablar. Lucen escalofriantemente antropomórficos, y con una cocodrilesca mirada que mata. No hay duda que siguen siendo fascinantes. Juegan el papel más crucial que se les haya asignado en la saga, poniéndose del lado de los humanos en su lucha para detener al Indominus. Todo el asunto suena de lo más inverosímil, pero seguro los raptores redondean el espectáculo. No despegué los ojos de la pantalla cada vez que aparecían, te tienen paralizado en tu asiento.

Jurassic World tiene sus buenas dosis de violencia. Hay escenas perturbadoras, por ejemplo, la de los pterodáctilos cazando montones de gente aterrorizada, o la escena nocturna con el Indominus  neutralizando, en cuestión de segundos, a un escuadrón de guardias armados. No creo que sea la mejor película de la franquicia (mis favoritas siguen siendo la primera y la segunda), pero lo cierto es que Jurassic World tiene elevados niveles de espectacularidad y de entretenimiento asegurados, de impresionantes efectos especiales. Aunque ya el factor sorpresa se haya desvanecido con el paso de los años, los dinosaurios siguen siendo impresionantes, y siguen dejando boquiabierto al espectador. El problema, es que la película no tiene personajes memorables y que nos importen mucho, como un Dr. Ian Malcolm, por ejemplo. El clímax es emocionante, fuera de toda proporción, más cercano al de una monster movie japonesa, y que tiene la sorpresiva aparición de un viejo conocido de la saga, cuya identidad no se puede revelar.


sábado, 13 de junio de 2015

WHIPLASH * * * *

LA NOTA CON SANGRE ENTRA.
Miles Teller y J.K. Simmons.
Fletcher, maestro de música y director de una jazz band en el conservatorio de música Shaffer, tiene una obsesión por la batería inexplicable para quien esto escribe, como fan del jazz y de las big bands clásicas. Damien Chazelle es el director y escritor de este poderoso y enérgico tributo al jazz, (especialmente por las percusiones), en el que deja patente su reverencia por genios de la batería, como los legendarios Gene Kupra y Buddy Rich (a quien se hace constante referencia en el filme).   Whiplash pone a la batería en el lugar que le corresponde, un instrumento tan importante como el  saxo, el piano o la trompeta. Se requiere de una maestría brutal para ejecutarla, al igual que una fuerza y condición físicas descomunales. 

La película (que tiene su origen en un cortometraje dirigido en 2013 por el mismo Chazelle) es una dura lección de música, pero también una de disciplina, concentración y verdadera apreciación musical. Un joven aspirante a baterista, Andrew (¡Por Dios, que alguien le de un maldito premio a Miles Teller, la bataca de oro, o algo, por que el chico está impresionante en su interpretación!), quien pronto se dará cuenta que pasar de una banda musical de primerizos a una de avanzados no es cualquier tontería. Será una experiencia que irá más allá de lo que esperaría, una que le costará -literalmente- sangre, sudor y lágrimas.

Ver Whiplash, es comparable a la experiencia de ver a un boxeador subirse al ring (en este caso, sentarse frente a la batería), y enfrentarse a una fuerza desconocida. Fletcher está más cercano de ser un sargento en un cuartel, con ganas de comerte, masticarte y escupir en el suelo lo que quede de ti. No es el paciente y comprensivo profesor, dispuesto a sentarse contigo y practicar los casi imposibles swing dobles que el chico intenta sacar. Andrew pasa horas y horas rompiéndose el alma frente al instrumento, sumergiéndo las manos en hielo para calmar el dolor en las manos, mientras las observa sangrar. Hace que uno se pregunte si los grandes bateristas tienen que pasar por esto, pero también puede ser que no hayan tenido un maestro como Fletcher, el cual por cierto está interpretado por un magistral, monstruoso, gritón e intenso J.K. Simmons, quien merecidamente se llevó el Oscar a Mejor Actor de Reparto este año. 

Whiplash no está lejos de parecerse a una película deportiva sobre el triunfo del espíritu y el no rendirse para llegar a una meta. Los dos protagonistas transmiten una enorme fisicalidad en pantalla. Fletcher es despreciable de una forma fascinante. Ninguno de sus alumnos se atreve siquiera mirarle a la cara cuando este habla. Tiene incluso algo de bully, en su afán de querer hacerles la vida de cuadros. Es extraño el ver cómo no se concentra en otro instrumentista más, por ejemplo, el pianista, o por qué no, el clarinetista. Aunque en una escena crucial, no parece importarle sacar su cara más sensible, al mostrarle a sus alumnos la grabación de un antiguo alumno ejecutando el sax. Con lágrimas en los ojos les cuenta su historia, de cómo llego a ser seleccionado por Winton Marsalis para incorporarse al Lincoln Center.

Milles Teller (quien en la vida real es baterista) es la representación del aprendiz incansable, apasionado de la música, con destellos de genialidad, solitario, aunque no muy sensible a la hora de tratar a su chica. No dejará que ningún obstáculo se interponga en su camino para conseguir lo que quiere: sobresalir y ser el mejor.

Whiplash es una carta de amor al jazz, un tour de force impresionante, insano y cruel entre maestro y alumno. Haciendo un balance general, el filme acaba siendo más un espectáculo percusivo ideal para amantes del género, que una trama que intente profundizar en las complejidades de la narración, o en los mismos personajes que la conforman. J.K. Simmons se roba el número con su sádico y diabólico retrato de un maestro de música de matices encontrados y que siempre viste de negro. Sus métodos son cuestionables, y quien se acuerde de Mr. Holland Opus (1995),  entenderá por qué digo que Fletcher es como la  obscura versión del maestro de música interpretado por Richard Dreyfuss en dicho filme. Hay lagunas en la trama, cosas que no son creíbles. ¿Acaso no hay otros maestros en el conservatorio que se preocupen por lo que pasa en el salón de Fletcher, en donde grita, humilla y lanza objetos a sus alumnos? ¿No hay quejas de alumnos insultados, o un director preocupado y teniendo que tomar medidas? Pero la música te acaba enganchando, atrayendo, hipnotizando, distrayendo, y golpeándote el alma con cada gota de sudor y sangre que emana de Andrew.

sábado, 6 de junio de 2015

INTERSTELLAR * * * *

A TRAVÉS DEL TIEMPO Y EL ESPACIO
Anne Hathaway y Matthew McConaughey.
En cierto modo, en Interstellar Christopher Nolan quiso hacer su propia 2001: A Space Odissey (1968). Sea a manera de homenaje o simple experimento referencial, el resultado es una impresionante película de ciencia ficción,  el cual, de una manera tanto cerebral como creativa, narra un relato inteligente y espectacular que va más allá de lo pseudocientífico. Pero además de su carga científica, en la que teorías de astrofísica, astronomía y física cuántica entran en juego, el filme de Nolan es una historia de aventuras espaciales, que tiene circulando dentro de sí la savia de filmes serie B de los 1960. Filmes que trataban sobre descubrimientos de nuevos mundos, así como de explorar el espacio desconocido.

Matthew McConaughey  sigue manteniéndose invicto dentro de su impecable aplicación del "mcconaissance", con una gran actuación encarnando la figura del héroe, que dejará detrás a sus hijos para lanzarse a vivir la más arriesgada aventura de su vida.   Hay también en la película ecos a Contact (1997), adaptación de la novela de Carl Sagan, en la figura de la niña apasionada de la astronomía, y que al crecer se convierte en una exploradora espacial. Cooper (McConaughey) es el experto piloto que ha sido elegido por un astrofísico de la NASA (Michael Caine) para volar la nave que irá en búsqueda de un planeta en el cual la raza humana pueda continuar viviendo, ante el inminente peligro de acabar extinta en el planeta Tierra. Una plaga de polvo de dimensiones colosalmente bíblicas se encuentra invadiéndolo todo, y los recursos naturales se están agotando. 

Interstellar empieza en la forma de un falso documental (con varias personas dando testimonio de los hechos), y termina como un filme futurista visualmente intrigante. Teniendo como copilotos a la hija del astrofísico (Anne Hathaway), a un especialista en física cuántica (David Gyasi), y un robot de diseño minimalista y que parece una escultura andante, CASE (el equivalente al Hall de 2001, con voz de Josh Stewart), Cooper emprenderá un viaje que suena imposible: atravesar un "agujero de gusano" que se encuentra cerca de Saturno. Del otro lado, se encuentran 3 planetas, explorados por otros astronautas de manera fallida, por lo que ahora toca al nuevo equipo valorar las posibilidades de que puedan ser habitables. El único problema es que, como los hipotéticos "agujeros de gusano" sostienen la teoría de que el tiempo es relativo en el espacio, el peor enemigo de Cooper será precisamente el tiempo, ya que por cada hora que transcurra en el espacio en la Tierra habrán transcurrido siete años. 

Su hija (Mackenzie Foy de niña, Jessica Chastain de mujer), interesada en astronomía y física, sabe los riesgos que su padre corre. "Cuando vuelva, tendrás quizás la misma edad que yo tengo ahora", le dice Cooper, días antes de partir. Nada raro en un filme de Nolan, considerando que el tiempo, sus complejidades, y cómo afecta a los personajes, es uno de sus temas predilectos.  Interstellar no es la excepción. 

El filme no nada más contiene interesantes teorías científicas sobre la relatividad, los  universos paralelos, la existencia de otras dimensiones, etc., sino de imágenes del espacio sublimes. Interstellar es visualmente poderosa. Las imágenes del viaje a través del espacio tienen una cualidad casi onírica. Durante el viaje, los personajes siempre hablan de "ellos". ¿Se refieren a extraterrestres, o a seres de otra dimensión? Como si "ellos" estuvieran viéndolos, observándolos desde alguna parte. En el tercer acto, los giros del filme tienen un estilo M. Night Shyamalan, además de que los escenarios rurales del inicio recuerdan de inmediato a Signs (2002). Pero eso no quiere decir que el filme de Nolan, increíblemente musicalizado por Hans Zimmer, en un estilo menos estridente y más etéreo, no sea nada original. Interstellar acaba siendo un filme emocionante, sin tener necesariamente acción todo el tiempo, y sumamente emotivo. 

viernes, 29 de mayo de 2015

MAD MAX: FURY ROAD * * * *

IMPARABLES. Nicholas Hault y Charlize Theron. 
Mad Max: Fury Road es el renacimiento de un clásico del cine de aventuras, de aquella franquicia que iniciara con Mad Max, en 1979, que catapultó a Mel Gibson al firmamento del estrellato de manera instantánea. Su encarnación de Max, una especie de guerrero del camino, es icónica y definidora de una época. El australiano George Miller, precisamente el realizador de aquella primera película, quien se aboca a desempolvar aquella vieja historia para hacer una suerte de refrito con un marcado giro feminista. El mundo postapocalíptico y desértico de la película original vuelve con el mismo furor, en donde el agua es un bien preciado, muy escaso, y grupos tribales se dedican a pelear en el camino, usando autos reconstruidos de maneras delirantemente inconcebibles. 

No hay que espantarse, no es el desastre que fue Waterworld (1995), donde se hizo una versión de la historia ambientada en el océano. Fury Road tiene un tratamiento moderno y con una visión de Miller renovada y espectacular. Visualmente es impresionante, y no es de exagerar el decir que sus escenas de acción (que las tiene a montones) son para apreciarse en pantalla de cine. Tom Hardy es quien toma la estafeta de Mel Gibson, interpretando a nuestro héroe atormentado, el cual es acechado por   visiones de su  pequeña hija. El problema del guión, es que tiene espacios de la historia en blanco, que se nos quedan a nosotros el llenar. Podemos adivinar, por ejemplo, que la niña -y quizás hasta la esposa de Max- han tenido un destino trágico. Como sea, Max ha sido hecho prisionero por unas legiones de blancuzcos y pelones guerreros, seguidores de un lord del desierto, Immortan Joe (interpretado por Hugh Keays-Byrne, quien también interpretó al villano de la película original), el cual tiene esclavizados a hordas de personas como si fuera un faraón, y que les provee de agua casi a cuenta gotas. 

Lo curioso de esta nueva Mad Max, es el peso femenino que tiene. Esto debido a la fuerte presencia de Charlize Theron, encarnando a Imperator Furiosa, una especie de versión femenina de Max y con  toda la actitud necesaria para demostrar que es una amazona del volante. Furiosa es de armas tomar, y  manejando un trailer cargado de gasolina de contrabando, ha escapado de la fortaleza de Joe y liberado a sus cinco esposas (una de ellas interpretada por la hija de Lenny Kravitz, Zoë Kravitz). Una de las mujeres está embarazada del primogénito de Joe, y podría ser la excusa perfecta para una segunda película. Furiosa se dirige al lugar que la vio nacer, una especie de paraíso terrenal, en donde todo es verde y abunda el agua, uniéndosele en la aventura el prófugo Max, en tanto son perseguidos  por los War Boys de Joe (sí, suena como nombre de grupo de rock-pop).  Nux (Nicholas Hault irreconocible y con una actuación frenética, hilarante, y eufórica), es un War Boy que se comporta como si se hubiera tomado 50 latas de Red Bull y 30 tazas de café.

Las escenas de las persecuciones son la parte sustancial de la película. Aunque al final no hay suficientes diálogos entre los personajes, ni gran oportunidad de involucrarnos con ellos, todo queda compensado con acción sobre ruedas rápida y furiosa, genérica, emocionante e incansable. Hay impresionantes secuencias acrobáticas, ejecutadas por extras que parecen cirqueros del Cirque du Soleil, todo a más de 100 km por ahora. Advertencia: Fury Road no es de esas películas  en donde esperas encontrar un guión de profundidad intelectual, o dramáticamente interesante. Es para que te sientes cómodamente con palomas y nachos bañados en queso a disfrutar un show que  Miller ha orquestado con maestría. Es puro espectáculo con una heroína luchando por llevar la delantera en el camino  En efecto, si alguien se roba el número es Furiosa, con la cual no tardamos mucho en simpatizar, ya que es de quien sabemos más como personaje, y la falta de un brazo la resuelve con una prótesis mecánica. La acción  está  enmarcada con bellos paisajes desérticos, con una fotografía que contrapone tonos naranjas y azules. Y espera, porque la escena de la tormenta de arena, literalmente, hace sacudir la sala de cine. 


sábado, 23 de mayo de 2015

AVENGERS: AGE OF ULTRON * * * *

Chris Hemsworth, Robert Downer Jr. y Chris Evans.
Avengers: Age of Ultron, secuela de The Avengers (2012) es una fantástica y entretenida película de superhéroes. Ofrece el doble de acción, el doble de humor autoparódico, y el doble de efectos especiales, y espectacularidad con respecto a su antecesora. Al inicio del filme, vemos a nuestro grupo de héroes en plena forma, luchando contra una nueva amenaza, en algún lugar remoto de Europa oriental. Josh Whedon repite como realizador, yendo al grano y sin rodeos con pura acción adrenalínica, así como peleas cinemáticamente emocionantes. Robert Downey Jr. casi se lleva la película como Tony "Iron Man" Stark,  echando aquí y allá one-liners graciosas y luciéndose en cada escena. Tony se encuentra desarrollando una sofísticada arma para combatir el mal, usando nada menos que el cetro de Lucky.

La trama, tal vez demasiado intrincada, muy compleja y algo enredosa, pone a Tony y a Bruce "Hulk" Banner (Mark Ruffalo), desarrollando una especie de programa en estado "latente", para preservar la paz en el mundo. Sin embargo, el resultado es Ultron (voz de James Spader), una especie de entidad robótica, capaz de multiplicarse y regenerarse a sí mismo, que parece sacado de una película de los  Transformers. Ultron tiene otros planes: dominar la Tierra.

El problema con esta nueva entrega de Avengers, es que su trama acaba siendo demasiado densa para su propio beneficio. Es de esas tramas rompe-cocos, que obliga a ver una segunda o tercera vez la película para entenderla mejor. Escrita por el mismo Whedon, la historia llega a involucrarnos con los personajes en un plano más subconsciente, cuando vemos que el plan de Ultron tiene como punto de partida el tratar de infiltrarse (como si de un virus se tratara) en la mente de Tony, para tenerlo bajo su poder.

Lo que trata de hacer Whedon tiene su mérito: una película de superhéroes fuera de lo convencional, sesuda y con cierto aire de extravagancia. Hace que los personajes tengan un desarrollo emocional más profundo. En ese sentido, con todo y las grandes dosis de acción, no se descuida en ningún momento el desarrollo de los personajes, y que las interacciones entre los mismos avancen con respecto a la primer película. Por ejemplo, el amor platónico entre Black Widow (Scarlett Johansson) y Bruce Banner empieza a tomar profundidad, y llega a recordar algo cercano a la Bella y la Bestia o King Kong. 

Unos hermanos mutantes le agregan el toque "X-Men" al asunto, Quick Silver (Aaron Taylor Johnson), y Scarlett Witch (Elizabeth Olsen), quienes estarán del lado de Ultron. El primero, con la capacidad de moverse a supervelocidad, y la segunda, con una especie de superpoderes nucleares.  Thor (Chris Hemsworth) y Hawkeye (Jeremy Renner) siguen buscando su lugar en el grupo, pero el último tiene una oportunidad de mostrar un lado más humano. Paul Bettany encarna a Vision, superhéroe que, con un aire de deidad, hace su aparición para enfrentar a Ultron.  

Al final, la película se siente sobrecargada de acción y de efectos especiales, pero es lo de menos.  Como blockbuster preveraniego, Age of Ultron es una película totalmente cumplidora, aunque haya momentos en que, a diferencia de la primer película, se tome muy en serio a sí misma.  

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