sábado, 23 de agosto de 2008

LA BUENA VIDA * * * *

En el ya lejano debut del realizador David Trueba con La Buena Vida (1996), el también guionista relataba con gran sensibilidad la peor pesadilla que un chico preadolescente (de hecho, a cualquier edad) pueda vivir: la muerte repentina de sus padres y verse prácticamente sólo en el mundo. Tal es la situación que vive Tristán (Fernando Ramallo), chico que se encuentra en el crítico paso de la infancia a la adolescencia, y que deberá madurar mucho más rápido de lo previsto, al tener que encargarse también de su pueblerino abuelo (Luis Cuenca).

Lo admirable en el trabajo del también responsable de Soldados de Salamina (2003), es la manera de reflejar el desencantado mundo de este joven desde sus propios ojos, del cual trata de escapar a través de fantasías escapistas. Entendemos a Tristán, estamos con él en cada decisión que toma. Tristán es un aspirante a escritor, y en ese mismo tono va contándonos y haciéndonos partícipes de sus memorias, así como de ese gran sueño que tiene de conocer París y vivir como los poetas románticos. Tratándose de Trueba no podía ser de otra forma que en un sueño musical, que dura lo que un respiro.

Por supuesto, quienes más quedaremos compenetrados con la vivencias de Tristán será el público masculino. Habrá vueltas en la trama que no nada más sorprenderán a Tristán sino a nosotros, como con el personaje de la prostituta cubana, o en esa atracción que siente hacia su prima (Lucía Jiménez). Tristán tiene prisa por convertirse en hombre, y lo necesita porque siente que el mundo se le viene encima.

De lo más notable en esta conmovedora película de Trueba, además de las relaciones que va construyendo dentro de ese microcosmos multigeneracional (entrañable la relación abuelo-nieto) que se va formando dentro del apartamento de Tristán, acaba siendo la sorprendente actuación de Fernando Ramallo. Cuando un trabajador social le pregunta a Tristán si prefiere el internado o estar solo, Ramallo responde con gran naturalidad y contundencia: “¿Acaso no lo estamos todos?”, con filosófica seguridad, como conclusión a lo que ha sido su vida hasta ese momento.

viernes, 22 de agosto de 2008

COLD MOUNTAIN * * * *


Una espectacular batalla en la época de mayor efervescencia de la Guerra de Secesión de los E.U., abre Cold Mountain (2003). El joven soldado Inman (Jude Law) se encuentra atrincherado junto a sus compañeros, esperando a que el ejército yanqui de el primer ataque. Mientras, Inman observa un ferrotipo de su novia, Ada (Nicole Kidman), retrato que le hace añorar su corta relación, que nos será narrada en un largo flashback.

Dirigida por el británico Anthony Minguella (The English Patient), y adaptación de la novela de Charles Frazier, Cold Mountain es un relato épico en tono epistolar, con una gran ambientación. La película, por igual, es un retrato de la violencia absurda que rodeaba este conflicto bélico en el siglo XIX, de la violenta persecución que se hacía a los desertores del ejército sureño.

La historia narra las aventuras de un desertor, en una odisea “homérica” en la que se topará con una variopinta galería de personajes y peligros, para intentar reencontrarse con su amada en Cold Mountain, Carolina del Norte. Pero el verdadero villano del que deberá cuidarse, es del despiadado oficial confederado encarnado por Ray Winstone, que emprende una dura cacería contra los desertores. De alguna manera engloba y marca la sangrienta política militar que se vivía, reflejado en el frío y casi muerto pueblo de Cold Mountain.

Teniendo de fondo bellas locaciones y paisajes montañosos excelentemente fotografiados, el guión de Cold Mountain parece caer, debido a la arriesgada decisión de mantener separada a la pareja durante casi toda la película. El desarrollo se mantiene gracias a una excelente dirección de Minguella, que alterna episodios de la travesía de Inman con la difícil vida de Ada en el campo, junto una “ruda“ chica texana (notable Renne Zellwegger).

Aunque la parte romántica del filme quede en segundo plano, Cold Mountain no deja de pertenecer a la más clásica escuela del western. No será “Gone with The Wind”, pero tiene los ingredientes justos para no pasar desapercibida, incluyendo una gran producción de época y una banda sonora magnífica de “bluegrass” (producida nada menos que por T-Bone Burnett). Basta ver el inevitable enfrentamiento final, una de las mejores secuencias, digna de cualquier buen western, que refleja el soberbio estilo visual que poseía el fallecido Minguella.

++ Desafortunadamente, la única edición en DVD no está a la altura de la película, tan sólo con 11 Escenas eliminadas como extas.

jueves, 21 de agosto de 2008

BEING THERE * * * *

Lo más notable de la actuación de Peter Sellers en Being There (1979), es lo simpático que resulta sin tener mucha intención de serlo. Su personaje es un tipo alrededor del cual girará el mundo, causará intriga en los medios de comunicación y la política de los E.U., a partir de simples reflexiones entorno a su principal pasión: la jardinería.

La realización de Hal Ashby (Shampoo) es de una fina sencillez. Chance (Sellers) es un dedicado jardinero en una residencia, que luego de quedarse sin trabajo al morir su anciano patrón, inicia la aventura de su vida al ser visto como un hombre fascinante por todas las personas que se cruzan en su camino, a pesar de ser, según las palabras de la sirvienta de la casa: “un tonto con aserrín en la cabeza, que nunca aprendió a leer ni a escribir”.

Chance sólo tiene dos cosas en la cabeza: la jardinería y la televisión. Pero eso no evitará que el destino lo lleve a vivir en la palaciega residencia de un multimillonario, Benjamin (espléndido Melvin Douglas) y su esposa, Eve (Shirley MacLaine), al ser tomado como un experto y visionario economista.

Basada en la novela de Jerzi Kosinski (quien también escribió el guión), Being There es un inclasificable filme, que de comenzar con un inquietante tono de comedia, irá adquiriendo matices de sátira social-política. La constante presencia de la televisión, además de servirle a Ashby como elemento estético para ir intercalando curiosas imágenes, instala una sutil crítica hacía la tan conocida “caja idiota”, en esa obsesión que Chance tiene hacia ella y que, según iremos enterándonos, será el único medio de educación que ha tenido en toda su vida desde niño.

El filme se revela como una simpática alegoría, algo ambigua, acerca del pensamiento político, el papel de los medios y su ingenuidad en la construcción de mitos, al ser capaz un hombre analfabeta de tomarle el pelo a medio mundo involuntariamente, incluido el presidente de los E.U. (Jack Warden). Chauncy Gardiner (como es rebautizado Chance) se convierte en un filósofo gracias a unas frases insignificantes sobre plantas, árboles, flores, las estaciones del año, etc., que serán interpretadas como sabias metáforas acerca del futuro económico de la nación.

El libro de Kosinski invita a elaborar varias reflexiones que tienen que ver con los procesos de comunicación verbales, sobre cómo se pueden malinterpretar las palabras al sacarlas de su contexto (esa hilarante escena con el impresionado embajador de Rusia). Being There mantiene su tono de fábula intacto, en contraste con la tranquila presencia de Peter Sellers, sin duda en una de sus mejores actuaciones.

miércoles, 20 de agosto de 2008

BANDITS * *

Algo que queda claro al ver Bandits (1997), largometraje de la joven realizadora alemana Katja von Garnier, es la habilidad que demuestra para el manejo del artificio y el haber sabido imprimir a su película un toque visual videoclipero. Uno juraría que el grupo musical Bandits realmente existe. La trama gira en torno al deseo de cuatro chicas encarceladas por triunfar con su grupo musical llamado, precisamente, las Bandits.

Emma (la actriz y cantante Katja Riemann), es la intolerante y explosiva líder del grupo, que ofrece conciertos dentro de la prisión junto a sus tres compañeras, Angel (Nicolette Krebitz), Luna (Jasmin Tabatabai) y Marie (Jutta Hoffmann). Emma vive día a día enviando demos a las disqueras, con la esperanza de que alguna se interese en ellas. La aventura de las chicas comienza cuando se les ocurre emprender la fuga camino a dar un concierto.

La fuente de inspiración para esta comedia musical ha sido, evidentemente, Thelma y Louise (1990). Con el escape de las Bandits, el filme se transforma en una road movie persecutoria, durante la cual se van intercalando números musicales en un formato de vídeoclips, que acaban siendo demasiados para el buen desarrollo de la historia.

Los personajes tienen un mínimo de interés, cada una con su propia historia que contar. Lo malo de la película es ver cómo la fama les llega de una forma poco plausible (la transmisión por radio de uno de sus demos). De forma inexplicable surge toda una campaña publicitaria, mientras su primer cd se vende como pan caliente. ¿Y nuestras prófugas? Ofreciendo conciertos callejeros a sus fans, con la policía persiguiéndolas.

En su buena fotografía, vestuario y diseño de producción, así como un score musical atractivo para jovencitas adolescentes, Bandits tendrá sus aspectos rescatables. Donde se ha quedado a medias, es en la historia que intenta contar, y el aspecto musical juega en su contra, al principio disfrutable para luego acabar siendo molesto, ya que eclipsa a nuestras “heroínas musicales”.

++Bandits nunca tuvo estreno comercial en España (no hacía mucha falta, la verdad) y nada más se encuentra disponible en DVD región 1 y región 2, edición alemana.

martes, 19 de agosto de 2008

MAN ON THE MOON * * * *

Después de ver Man on the Moon (1999), filme de Milos Forman sobre el provocador comediante Andy Kaufman, que siempre se caracterizó por las bromas pesadas que gustaba hacer al espectador manejando hábilmente los medios y que era, por añadidura, algo obsesivo-compulsivo, uno se pregunta si tiene sentido dedicar 120 minutos de metraje a un personaje de tales características. Tratándose de Milos Forman, al menos para mí, sí lo tiene.

Forman se atrevió a ofrecer en Amadeus (1983) un Mozart borracho, con una risa escandalosa, pero ante todo un ser humano que sufría a consecuencia del genio musical con el que nació. El Andy Kaufman de Forman es algo muy similar al Mozart de la multinominada al Oscar “Amadeus”: un ser incomprendido hasta por su propio padre, desde que ensayaba sus rutinas cómicas en su habitación, debido al estilo trasgresor que quiso imponerle a su público. Kaufman buscaba reacciones bruscas y sorpresas cuando menos se lo espera el público, por ejemplo, con peleas simuladas a mitad de la grabación de un programa.

La interpretación de Jim Carrey reparte dosis de excesos, ironías y sarcasmos por igual, en uno de los mejores papeles de su carrera, con el que aguanta incluso hacia el final un poco de registro trágico, cuando la vida de Kaufman acabó repentinamente por un cáncer de pulmón. El filme abre de manera irreverente, con Kaufman, en un close-up en blanco y negro, dirigiéndose al espectador advirtiéndole que es el final de la película, mientras aparecen los créditos de abajo hacia arriba y con los que juega, como lo hizo en ese especial de televisión de la ABC, televisora para la que trabajó durante cierto tiempo, hasta que los ejecutivos se hartaron de él y lo echaron.

El público espectador, que observa siempre de lejos en un teatro o auditorio, es como siempre uno de los objetos de estudio que interesa a Forman. Como sucedía en Amadeus, es un aspecto destacable gracias al estilo tan natural con el que registra cada una de los rostros, reacciones y gestos de ese público que observa a Kaufman, para él unos conejillos de indias. Kaufman era extrañamente innovador desde sus primeras presentaciones en clubs nocturnos, hasta su salto a la televisión en la serie Taxi.

El logrado realismo, en un tono de falso documental, nos ubica bien en los 1970, principios de los 1980. Hacen cameos muchos de los actores originales de la televisión de aquellos años, como Christopher Lloyd, uno de los actores de Taxi, o David Letterman con su talk show. A Danny de Vitto, protagonista original de Taxi, se le dio otro personaje, el de George Shapiro, el muy tolerante manager de Kaufman durante toda su carrera.

Este destacable trabajo de Milos Forman se queda a un paso de ser la gran película que prometía. Fuera de su magnífica ambientación y de la magistral actuación de Jim Carrey, uno tiene la sensación de haber visto una imagen de Kaufman pasada por un bondadoso filtro. Kaufman termina cayéndonos muy bien. Se siente mucha lástima por él al tener un público tan mal agradecido ante su genio para la comedia. Eso lo reafirma Milos en ese travelling final, a manera de homenaje a la stand-up comedy, donde quiere colocar a Kaufman casi a la altura de Stanley y Oliver o Charles Chaplin. Sinceramente, no creo que sea para tanto.

++Pocos extras en el DVD de este buen filme, tan sólo filmografías, trailer de cine, escenas eliminadas, vídeos musicales y entrevistas.

lunes, 18 de agosto de 2008

LILO & STITCH * * * 1/2

¿Qué hubiera pasado si Steven Spielberg jamás hubiera creado E.T.? Lo más probable es que jamás hubieran existido historias como la de Lilo & Stitch (2002), sobre el encuentro entre una triste y solitaria niña y un feo extraterrestre, a quien bautiza con el nombre de Stitch. Es el sueño de todo niño y niña: conocer a un ser del espacio y tener la más grande experiencia de sus vidas. Sobre esta idea argumental de E.T. ha habido decenas de filmes.

Los realizadores Chris Sanders y Dean DeBlois decidieron cambiar un poco las cosas. Durante casi todo el tiempo, la pequeña Lilo (voz de Daveigh Chase), pensará que esta criatura caída del espacio (luce como una cruza entre koala y murciélago) es un perro. Ambos saldrán beneficiados de este encuentro: la solitaria y huérfana Lilo, ferviente aficionada de Elvis, encontrará un amigo en Stitch, en tanto el extraterrestre, en realidad una “letal” y “destructiva” arma creada por un científico extraterrestre con cara de Volkswagen, conocerá y se conmoverá con conceptos terrícolas como el amor familiar.

Este largometraje fue de los últimos que la casa Disney produjo con animación tradicional en 2D, un encantador relato ambientado en Hawai, donde sus escenarios en acuarela casi pueden tocarse. La mezcla que intenta hacer entre comedia, melodrama familiar y ciencia ficción tal vez luzca un poco forzada, pero el resultado es bastante disfrutable, gracias a la entrañable relación que logran formar el voraz Stitch y Lilo, una niña rechazada por los demás niños al ser diferente, de extrañas costumbres, además de darle muchos dolores de cabeza a su estresada hermana mayor (Tia Carrere), al intentar que todo en su vida sea casi perfecto para que las autoridades sociales no le quiten a Lilo.

¿Qué ve la niña en el horrendo extraterrestre al que toma cariño desde el principio? Sólo ella lo sabe, pero el caso es que nacieron para conocerse y comprenderse el uno al otro. Es un claro guiño al Frankenstein, de Mary Shelley.

El intento de los realizadores fue hacer una película animada con sabor retro. A veces parece que estamos en los 1950, en la época del rock’n roll. La banda sonora tiene muchas canciones de Elvis. Se notan homenajes a las películas serie B de extraterrestres y me parece que eso es, en esencia, Lilo & Stitch: una película animada serie B hecha para niños, donde sucede que no hay destrucción de grandes urbes por extraterrestres, sino un buen mensaje de unión familiar, y que cuando se trata de amistad... no existen fronteras.

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