sábado, 27 de febrero de 2010

QUOTES

"¡¡¡Rick te voy a matar!!! ¡¡¡Dicen que me parezco a Chewbacca!!!





"Yo no sabía que mi trabajo periodístico pudiera ser llevado al cine. En especial, por que esta historia parece no tener un final. Es una historia sobre el poder sanador a través del arte. Este hombre (Nathaniel Ayers) es una inspiración." Steve Lopez, sobre The Soloist.


"Con todo ese maquillaje encima, me parecía a mi perro." Benicio del Toro, durante su promoción en España de The Wolfman.

"Más bien, se ve como un osito de peluche." el crítico de cine Mark Kermode (BBC Radio) sobre el muy criticado diseño del hombre lobo en la nueva versión de The Wolfman.

"Parecen chewbacas", Claudio, buen amigo, con otro comentario sobre el diseño del nuevo licántropo (el comentario fue hecho durante la escena del enfrentamiento entre los hombres lobo).

"I love this movie. Well, I am a Dylan fan so... I agree. But Gere was too much, also the little Baudelaire kid, but, yeah, it's some kind of a collage that helps you make yourself an idea of who Bob Dylan is." Pandy (blogger) sobre I'm not There.

"Es una muy buena película palomera. Me hubiera encantado verla de niño, con todo el destripadero y descabezamientos. Esas eran mis matinés favoritas." Joel Meza, sobre The Wolfman.

jueves, 25 de febrero de 2010

THE SOLOIST * * 1/2

"The Soloist" no es más que otra película sobre el genio que sufre por culpa de la esquizofrenia.


La historia de The Soloist (2009), es una basada en hechos reales. Al principio, yo la había asociado con la historia real de un pianista misterioso, que en algún lugar de Inglaterra se había aparecido sin que nadie supiera de dónde había venido. Lo importante, es que era un tipo genial, talentoso, pero, según parece, amnésico. El hecho es que la historia de aquel pianista y la de The Soloist no tienen nada que ver. La última está basada en un libro del periodista Steve Lopez, que escribió retomando su columna para Los Angeles Times, en donde plasmó su singular experiencia de conocer a un cellista esquizofrénico en pleno centro de Los Ángeles. El sujeto, de nombre Nathaniel Ayers, no nada más sufría de esquizofrenia, sino que era un indigente en una situación precaria, con nada en el mundo más que un violín con 2 cuerdas y un coche lleno de basura. Todo esto fue lo que acabó enganchando a Lopez y lo que lo empujó a escribir sobre este personaje. Es decir, tenemos los ingredientes perfectos para una película.

Los esquizofrénicos siguen causando fascinación en cine. El problema es que The Soloist se siente como “una película más” sobre un personaje esquizofrénico, al que dicha enfermedad mental le impide desarrollar su talento a un grado máximo. Es la combinación perfecta para una película sobre la redención y superación personal. Una feel good movie para matar la tarde. Por difícil que parezca, The Soloist no es tanto una película sobre la música. El personaje de Nathaniel, un fanático exacerbado de Beethoven, es un pretexto para desarrollar todo un tema social sobre los indigentes de Los Angeles y su complicada situación, en una parte casi marginal de esta gran metrópoli.

En ocasiones, The Soloist parece una especie de versión de The Fisher King (1991), de Terry Gilliam, en donde el encuentro de un indigente que sufre delirios y un insufrible locutor cambia la vida de ambos. El trabajo del realizador británico Joe Wright no acabó por atraparme como lo hizo aquel gran filme de Terry Gilliam. The Fisher King supo cómo involucrarme de lleno en los delirios del indigente interpretado por Robin Williams. Wright, por el contrario, no lo ha conseguido con su esquizofrénico, quien por cierto es interpretado por un Jaime Foxx que tampoco acabó por convencerme. Aunque hay momentos de soberbia visual, como esa escena en que Nathaniel y Lopez asisten a un ensayo de la Filarmónica de Los Angeles en el Disney Concert Hall, en que Wright, con un juego de luces y figuras, nos hace sentir la manera en que Nathaniel siente y percibe la música, en general, el personaje parece la caricatura de un esquizofrénico. El verdadero Nathaniel (quien fungió como asesor en la película), parece más bien un tranquilo cellista vestido como rapero. Dudo mucho que en sus tiempos difíciles se haya visto como el Jaime Foxx de la película, quien todo el tiempo está sobreactuado, sin control, y con una apariencia ridícula. Supongo que la culpa será de la dirección de Wright.

No niego que hay otros momentos en que Wright me impresionó visualmente, como en esas tomas cenitales desde el aire, en la que intenta transmitirnos la sensación de un ave volando, así como una gran toma en la que la cámara sube siguiendo a unas palomas “digitales”. Tampoco niego que los únicas partes en las que Jaime Foxx luce convincente es en los flashbacks, que nos informan sobre su pasado como estudiante en la prestigiosa escuela de música Julliard, a la que ingresó en 1970, época en la que desarrolló su esquizofrenia. Robert Downey Jr., aunque no está genial, tampoco decepciona en su papel de periodista comprometido, internándose en las lúgubres calles llenas de indigentes, separado de su esposa (Catherine Keener), con algunos traumas y un problema con mapaches en su jardín. Fuera de todo lo anterior, la relación entre Nathaniel y Lopez no acabó siendo lo suficientemente entrañable para mí, ni con momentos sublimes (musicalmente o no) que justifiquen el por qué Lopez se molesta tanto, dedicando su valioso tiempo periodístico, siguiendo y persiguiendo a Nathaniel por toda la ciudad para ayudarlo. Al final, algo acabó perdido y quedándose en el tintero en esta historia.

++Lo mejor: Ciertos instantes en que el realizador demuestra un lenguaje visual propio y atractivo.
++Lo peor: Un sobreactuado Jamie Foxx (en ocasiones irritante) y su look.

lunes, 22 de febrero de 2010

EL CARTEL

A SINGLE MAN * * * 1/2
Tenía pendiente reseñar el cartel de A Single Man, cuyo actor principal, Colin Firth, acaba de ganar el premio BAFTA a "Mejor Actor". En el cartel, Colin luce con esas gafas como Michael Caine en los 1960, época en la que, de hecho, se ambienta la película. Me ha gustado su propuesta de verlo todo como a través de una ventana. Las luces reflejadas y filtradas a través de la ventana, producen una atractiva combinación de formas y figuras geométricas. Podría ser una ventana, pero también podría ser la lente de una cámara, ya que ciertas figuras parecen ser el efecto de la luz del Sol filtrándose a través de varios lentes (conocido como efecto “flou”). La atmósfera melancólica del cartel se ve acentuada, precisamente, por la luz del Sol que cae sobre los rostros de los personajes, lo cual dota de una sensación de "atardecer" en el cartel, de calidez. Hay un elemento intrigante, y es la rosa blanca que está junto al rostro de Colin Firth. Parece estar en la calle que se ve de fondo, pero también dentro del espacio interior que ocupan los dos personajes (Julianne Moore, en segundo plano). Lo cierto, es que es un elemento simbólico que habla sobre el personaje de Colin Firth al estar junto a él, a la altura de su rostro, un homosexual que se encuentra en duelo por la pérdida de su pareja. Otra cosa que hace interesante al cartel, es el encuadre de la imagen, ese marco negro que nos hace sentir como si estuvieramos viendo una especie de película de formato pequeño (8 mm tal vez). Además, el marco sirve para colocar los créditos y nombres de los actores. Un cartel sencillo, pero con mucha personalidad.

I'M NOT THERE * * * *
En cuanto a lo estrenado esta semana, uno de los mejores carteles es el de I’m not There. Si bien me ha parecido rescatable la serie de carteles de personajes, que muestran a los diferentes actores principales de cada episodio, el mejor, para mi gusto, es el que maneja una colorida propuesta retro. Este cartel coloca a los protagonistas en un solo formato y sin muchos problemas. Diseñado por el despacho Franki & Jonny, el cartel retoma la idea del mosaico, pero trabajada de una forma de lo más original. Es como estar viendo las piezas de un espejo roto, compuestas de una forma armónica. Esto lleva a un sencillo simbolismo, que es de donde se origina toda la propuesta: cada uno de los personajes forman uno solo, Bob Dylan. Por otro lado, el diseño es de un estilo como de portada de disco de los 1960, y retoma colores muy usados en aquel entonces, como el azul y el rojo, que aquí armonizan sin dificultades. El cartel tiene una composición en forma de “S”, su lectura sigue ese patrón, empezando por la imagen de Heath Ledger en la parte superior derecha, hasta llegar a los créditos en la parte inferior. Es un cartel que, de inmediato, te anuncia una película de corte independiente, y su aire cómico (Richard Gere sostiene un letrero con el título del filme, mientras arroja el resto de hojas de papel, que quedan como suspendidas en el aire dentro de un solo espacio) es simple y logrado. En España se ha optado por usar el cartel de personaje de Cate Blanchett, lo cual no tiene ningún problema, pero que bien hubiera sido que se usara el cartel del formato dividido.

domingo, 21 de febrero de 2010

VELVET GOLDMINE * * * *

¿David Bowie? No, es Jonathan Rhys-Meyers interpretando a un cantante ficticio inspirado en Bowie, en la película de culto "Velvet Goldmine".

Con el estreno (tardío pero oportuno) de I’m not there, vale la pena recordar otra de las películas de Todd Haynes que, según he leído, está considerada como un filme de culto, Velvet Goldmine (1998). La película se alimenta, como en I’m not there y Far from Heaven de la nostalgia del pasado, rememorando una época no tratada con frecuencia en cine: el Glam Rock británico de los 1970. Hay mucha relación entre el ejercicio experimental llevado a cabo tanto en Velvet Goldmine como en I’m not there, que es el de tomar como base a una figura real de la música para ofrecer su versión ficticia, imaginaria. No estoy muy versado en el tema del Glam Rock, pero he leído que Brian Slade (Jonathan Rhys Meyers), el personaje retratado en Velvet Goldmine, está basado en parte en David Bowie.

Y no es difícil darse cuenta de ello, al ver a Jonathan Rhys Meyers enfundado en kilos de vestuario, maquillaje y pelucas, dando su propia versión de David Bowie. Una de las principales virtudes de Todd Haynes como director, es saber crear unos muy convincentes falsos documentales. Al principio, crees que el tal Brian Slade realmente existió. Te crees, además, que realmente escenificó su propio asesinato en un concierto, frente a cientos de acalorados fans, y que esto causó un gran escándalo mediático a mediados de los 1970, al descubrirse que todo fue un acto publicitario. Para aderezar un poco más el asunto, la película está cargada de “falsos vídeos musicales”, en los que Jonathan Rhys Meyers lleva a cabo la camaleónica labor, no nada más de cantar, sino de maquillarse y vestirse de mil y una formas.

Christian Bale interpreta a un periodista, Arthur, que en su juventud atestiguó este supuesto asesinato de Slade, y 10 años después, en 1984, será el encargado de escribir un artículo sobre el polémico artista. Mientras, Ewan McGregor encarna a un cantante norteamericano, Curt Wild, también ficticio, y que es una versión de Iggy Pop mezclada con Lou Reed. La actuación de Ewan McGregor es igual de fenomenal. Cuando tiene que realizar escenas de conciertos, Ewan luce como poseído por el diablo, contorsionándose, gritando y retorciéndose en el suelo, tal y como lo haría Iggy Pop. Brian Slade es más que un pretexto para hacer un retrato, impecablemente ambientado y producido, de la época del Glam Rock. Tenemos una construcción de personajes magistralmente hecha, y la época del glam está retratada como una de total indefinición sexual. Los chicos de veintitantos años veían la bisexualidad como la última moda. Arthur, por ejemplo, es un torturado chico que está religiosamente enamorado de Slade. Quiere parecerse a él, se maquilla y viste como Slade; tiene todos sus discos e, incluso, se masturba escuchando su música.

Junto a un diseño de producción fenomenal (en especial en los falsos vídeos musicales), la película está llena de música de Brian Ferry y Brian Eno (curiosamente no hay nada de David Bowie) y narrativamente es un reto seguirla. Conforme avanza la película, la narración se torna más compleja. De empezar como un homenaje a Oscar Wilde (en una escena, un niño Oscar Wilde dirá a su maestro que su sueño es ser una “estrella pop”), la película acaba como un complicado entrelazado entre las vidas de varios personajes, reflexiones sobre la homosexualidad y con Arthur conociendo más a fondo a su ídolo de la juventud. El episodio más largo es el de su entrevista con la esposa de Slade, interpretada por Toni Collette.

Irónicamente, en lo personal, Velvet Goldmine me pareció más digerible que I’m not there. No tiene la saturada división episódica de esta última, con algunos episodios logrados y otros no tanto, lo que le permite a Velvet Goldmine desarrollar más a fondo a sus personajes, resolverlos mucho mejor. ¿La ventaja de I’m not there sobre Velvet Goldmine? Que para mí, Bob Dylan es un personaje mucho más interesante y complejo que el, de todas formas, gran músico y show man que siempre ha sido David Bowie.

++ El DVD contiene como extras el trailer de cine, ficha técnica, ficha artística, ficha de doblaje (también disponible en catalán), el "Cómo se hizo", filmografías y recomendaciones.

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