sábado, 8 de mayo de 2010

(H)OJEANDO REVISTAS

En la edición del "Newsweek" de esta semana, el crítico de cine Roger Ebert colabora con un artículo sobre las desventajas del formato 3D.




Todavía queda tiempo para adquirir el reciente número de la revista "Newsweek", para leer el interesante y ameno artículo de Roger Ebert, "Why I Hate 3-D Movies (And You Should Too)", sobre el presente y futuro del cine en 3D. Debo decir que, conforme iba leyendo, sus argumentos en contra del cine en 3D me fueron convenciendo cada vez más. Sus argumentos, además, son muy parecidos a los del crítico Mark Kermode de BBC Radio.

Hasta ahora, era poco lo que tenía en contra del cine en 3D, especialmente, el alto costo que representa ver una película en este formato, comparado con el tradicional 2D. En México, donde en promedio la entrada al cine cuesta 55 pesos (alrededor de 3.5 euros) en su formato tradicional, verla en 3D digital cuesta alrededor de 80 pesos (5 euros aproximadamente). Ebert señala que en E.U., donde la entrada al cine cuesta $7.50 dlls. en 2D, ver un filme en 3D tiene un incremento de hasta 5 dólares. Según Ebert, esto no beneficia más que a los grandes estudios, productores y exhibidores. ¿Y el espectador? No obtiene más que "dolor de ojos y un molesto dolor de cabeza".

Entre los puntos que más me han llamado la atención de su artículo, es que Ebert afirma que no hay mayor diferencia entre la experiencia de ver un filme en 2D y 3D. En pocas palabras, una película en 3D no da más que una ilusión de tridimensionalidad, cuando el 2D tradicional ya es, en teoría, tridimensional. Muchas películas en 3D, como Clash of the Titans, consisten simplemente en realzar los distintos planos de la fotografía principal, para así dar la ilusión del 3D. Como muchos ya sabrán, Clash of the Titans no fue filmada pensando en el 3D, sino que esta edición fue creada, posteriormente, a partir de la edición en 2D. Y como Ebert señala, esto no obedece más que a presiones de los ejecutivos de mercadotecnia de los estudios. Incluso, Ebert afirma que los nuevos proyectores digitales también están hechos para proyectar filmes en 2D, por lo que es una mentira que el alto costo de las entradas se deba a su alta tecnología y mantenimiento.

Claro, no todo es negativo para el crítico de cine norteamericano. Para él, ver Avatar en 3D es una gran experiencia sensorial, impresionante, y todo gracias a que James Cameron es un maestro de la tecnología. Finalmente, Ebert comenta que hay algo mucho mejor que el 3D, el MaxiVision48, una nueva tecnología que no corre a la velocidad tradicional de los 24 cuadros por segundo, sino a... ¡48 cuadros por segundo! Una verdadera alta definición que dejará al 3D como algo muy inferior.

Si por alguna razón no encuentra la edición impresa de la revista, puede leer el artículo en la página web de la revista.

lunes, 3 de mayo de 2010

DE VILDE SVANER * * *

"De Vilde Svaner" (Los Cines Salvajes) es un pequeño experimento fílmico, que combina la artesanal técnica del decoupage con modernos efectos especiales.





No hace mucho comentaba sobre la exposición dedicada al diseño de arte y vestuario de De Vilde Svaner (The Wild Swans, 2009), en el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, a cargo de la reina Margarita II de Dinamarca. Viene el turno para la reseña de la película, dirigida por Peter Flinth y Ghita Norby, un pequeño trabajo experimental que pisa los terrenos del telefilme, y que destaca, precisamente, por su diseño visual. Otra cosa que me ha agradado, es que solamente dura 60 minutos, una duración justa para entretener y mantener interesados a los niños de la generación Harry Potter, que tal vez jamás hayan escuchado el nombre de Hans Christian Andersen, autor del cuento en el que se basa la película.

El experimento llevado a cabo por los realizadores, es similar al de Eric Rohmer en L’anglaise et le duc (2001), en el que los escenarios eran pinturas, digitalizadas e insertadas con la técnica del green screen. En The Wild Swans, Margarita II creó los escenarios con la técnica del decoupage, es decir, collages hechos con recortes de papel y montados en cartulinas. El resultado en pantalla es impresionante, en especial, porque los actores se notan bien acoplados con estos fondos, con cierta calidad tridimensional a través de un tratamiento digital. La experiencia es muy cercana a ver las fotografías de un libro cobrar vida.

La historia (adaptada también por Margarita II) tiene elementos constantes en la obra de Andersen. La princesa Elisa (Stine Fischer Christensen) tiene que huir del castillo cuando su madrastra (Benedikte Hansen), en realidad una bruja malvada, transforma a sus 11 hermanos en cisnes, al estorbarle en sus malvados planes de dominar al rey y su reino. Tiempo después, Elisa se reencuentra con sus hermanos, y en una de las mejores escenas los 11 cisnes llevarán volando a su hermana en una red a un país lejano, para tratar de encontrar una cura al hechizo de la madrastra.

A partir de aquí, casi todo avanza de manera predecible. En una escena se nos presentan lo que podrían ser los primeros zombies en una obra literaria infantil, los “no muertos”. Estos “muertos vivientes” rondan un cementerio, alimentándose de cadáveres, lugar al que Elisa tiene que ir para conseguir una hierba mágica, que podría ser el antídoto para el hechizo. La escena, aunque dura apenas unos segundos, resulta perturbadora. Me gustaría saber cómo está descrita por Andersen en el cuento original. Por ahora, en esta versión cinematográfica (vale decir que no es la primera, ya que existe una versión animada previa, en el cortometraje dirigido por Vladlen Barbe), la escena luce terrorífica (incluso para niños, me animaría a decir), el contrapunto perfecto para un cuento de hadas de este tipo.

The Wild Swans no es del todo perfecta, a pesar de que sus cisnes animados lucen convincentes y de que la escena del sueño de Elisa es otra de las que permanece en mi memoria. En dicho sueño, Elisa se encuentra con una “bruja buena”, de nombre Fatamorgana (Ghita Norby). Sin embargo, al final no sabemos, por ejemplo, qué fue de la madrastra diabólica. Es innegable, al menos para mí, que una de las cosas que más se disfrutan al leer un cuento de hadas, es ver cómo son aniquiladas las fuerzas del mal.

++ Sin fecha de estreno en España.

domingo, 2 de mayo de 2010

PALABRAS ENCADENADAS * * *

Dario Grandinetti y Goya Toledo jugarán "palabras encadenadas", en el filme del mismo título dirigido por Laura Mañá.







La primera vez que vi Palabras Encadenadas (2003), no acabé muy convencido por este filme de la catalana Laura Mañá. No me agradó mucho aquella vez. He tenido que ver la película una vez más, darle una segunda oportunidad, para rescatar alguna que otra virtud que habrá pasado desapercibida para mí la primera vez. Por ejemplo, su narrativa fragmentada, en donde la torturante situación de Laura (Goya Toledo), una guapa mujer secuestrada, súbitamente se transforma en el pasado. Esto sucede cuando, en forma de flash back Ramón (Dario Grandinetti), el secuestrador, un maestro de filosofía y ex marido de Laura, trata de convencer a un par de policias (Fernando Guillén y Eric Bonicatto) que él no tiene nada que ver con su desaparición.

Basada en una obra teatral escrita por Jordi Garcerán, también autor de la obra “El Método”, Palabras Encadenadas no esconde mucho su condición teatral. Eso puede apreciarse en la limpia puesta en escena de Mañá, en los mínimos emplazamientos de cámara, y además, en lo en extremo dialogada que resulta por parte de Ramón. Lo que distingue a esta, de todas formas, buena adaptación al cine de la obra de Garcerán, es además de una interesante narración, el diseño de arte, a cargo de Lú Mascaró, donde el rojo se convierte en un color protagónico e inquietante,

El título proviene de un juego, en el que un participante empieza diciendo una palabra y el siguiente debe pensar una nueva, usando la última silaba de la anterior. La regla es no repetir palabras y, claro, saber dividirlas en sílabas correctamente. Laura, atada a una silla, decidirá su suerte jugando “palabras encadenadas” con Ramón, quien se nos irá revelando como un psicópata que presume muchas víctimas en su haber.

Como sucedía en El Método (por cierto, adaptada al cine por el realizador Marcelo Piñeyro), habrá sorpresas, giros en la trama, momentos en que la situación de los personajes se invierte, y sabremos que, detrás de todo, se encuentra un deseo de venganza por parte de Ramón. Contrario a los psicópatas que estamos acostumbrados a ver en películas de Hollywood, Ramón es poco explosivo, no dado mucho a los arranques violentos a lo largo de la película, de una mentalidad fría y no muy cuidadoso, ya que tiende a grabar todo en cintas de vídeo, incluyendo las confesiones de sus crímenes.

Las actuaciones son destacables, en especial el tour de force entre Darío Grandinetti y Goya Toledo. Aunque me gustaría saber qué tan fiel es la película a su fuente original, en especial, debido a que me hubiera gustado ver más del juego de “palabras encadenadas”. ¿En la obra teatral también es una simple excusa para desencadenar la torturante situación de Laura?

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