lunes, 12 de noviembre de 2012

SKYFALL * * * * 1/2

BOND NO ESTÁ COMPLETO SIN SU ASTON MARTIN DB5.
Daniel Craig, nuevamente, como al agente 007.

Luego de mucha expectación y dudas respecto a su producción, Skyfall (2012), la más reciente película de James Bond (tercera protagonizada por Daniel Craig), ha sido estrenada. Hace unos años se dudaba de que esto pudiera ocurrir, debido a la crisis por la que se encontraba pasando la MGM, lo que hacia prácticamente inviable que una película más sobre James Bond pudiera tener luz verde. El caso es que la película aquí está; la MGM lo consiguió (tal vez endeudándose hasta los dientes), y el éxito o fracaso de su apuesta por esta franquicia está por verse. Dentro de su lista de posibles directores, escogieron al que más causaría titubeos, Sam Mendes, realizador británico especializado más en melodramas de gran densidad que en blockbusters de acción y alto presupuesto.

El resultado ha sido positivo. Skyfall es la mejor película en este relanzamiento de las aventuras del agente secreto con "licencia para matar", en donde Daniel Craig sigue cumpliendo con creces en su encarnación de James Bond. Sam Mendes consigue, inteligentemente, balancear acción de gran nivel con buen melodrama. Es decir, logra un adrenalínico filme, lleno de espectaculares escenas de acción, y con una gran carga dramática. El buen desarrollo emocional de los personajes sigue estando presente. 

Al final, se siente como el cierre de una trilogía en puntos suspensivos; un "¿continuará?" justo en la última escena. La película depara sorpresas y revelaciones. James Bond sigue siendo el tipo duro, mono-tonal; de pocas palabras y numeradas expresiones. Se siguen sintiendo las herencias de la franquicia "Bourne", de las películas "Mission Impossible", e incluso, del Batman de Christopher Nolan. Bond es autosuficiente, solitario; que enfrenta las adversidades sin mucha ayuda y se mueve como un "vigilante" obscuro. 

Sam Mendes, como el verdadero director de actores que es, saca partido de todas aquellas cualidades del personaje, que se han venido cultivando desde Casino Royale. Ofrece el retrato de un ser atormentado, casi rozando las características de un antihéroe; en conflicto perpetuo tanto con la autoridad como consigo mismo. Aquí se dibuja un pasado nebuloso para Bond, tan nebuloso como el escenario escocés hacia donde nos lleva la historia en el tercer acto; la historia de fondo de un niño huérfano que elige la casa de campo de su niñez como último refugio. En este lugar Bond enfrenta al villano en turno, Silva (Javier Bardem, fenomenal aunque algo desperdiciado para una película de más de dos horas de duración), un exagente del MI6, con cabello oxigenado y look de diseñador de modas. 

Silva está resentido con sus antiguos empleadores, buscando venganza, especialmente contra M (Dame Judy Dench). La historia, a grandes rasgos, pone en gran conflicto a Bond y a M, luego de que el primero es accidentalmente herido por Eve (Naomi Harris), su compañera, durante una misión en Turquía. La escena es tensa. Bond se encuentra peleando con un sospechoso de haber asesinado a unos agentes. La chica no tiene un disparo limpio desde la distancia donde se encuentra. M, con la sangre fría que la caracteriza, ordena a la chica que dispare, sin importar quien sea herido. Sucede lo peor.

Nuestro agente, a quien todos creen muerto, decide regresar de su retiro voluntario, luego de un ataque terrorista en el edificio del MI6.  El director de la corporación (Ralph Fiennes) le ha pedido a M su renuncia. Desde las nuevas oficinas (instaladas en el búnker de Churchill), Bond iniciará la persecución de Silva y sus secuaces, viajando hasta Shangai y Macau, en donde tendrá su encuentro con Sévérine (la francesa Bérénice Marlohe), la nueva "chica Bond". 

Es una película con algunos contrastes. Si bien la secuencia de créditos inicial es maravillosa, de un magistral diseño (con Adele cantando el tema principal), hay una que otra escena "baratona", como cuando Bond se encuentra en peligro de ser atacado por unos dragones de comodoro (se ven muy falsos), mientras las escenas románticas son muy clasificación AA. Pero todo está compensado con una acción constante y trepidante. La persecución en el metro (con una escena espectacular de un tren descarrilado) está construida con mucho pulso, y Bardem, como siempre, sabe cómo retratar sociópatas con la electrizante frialdad que lo caracteriza. 

Skyfall es una película-homenaje a uno de los mayores iconos del cine (cuyo estreno coincide, de hecho, con el 50 aniversario de la saga cinematográfica, que empezó con Dr. No, en 1962). No revelaré mucho, sólo diré que, entre las sorpresas, por fín hace su aparición un considerablemente más joven Q (Ben Whishaw), y  el famoso Aston Martin DB5 gris hace acto de presencia de una forma excitante. 

Ver también la reseña de Quantum of Solace.

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