viernes, 2 de mayo de 2008

DVD: RIPLEY'S GAME * * *

El personaje de Tom Ripley, creado por la escritora estadounidense Patricia Highsmith, ha sido llevado al cine en varias ocasiones. En su serie de novelas, que iniciara con El Juego de Ripley (1974), narra las aventuras de Tom Ripley, un hombre de suma inteligencia, culto y refinado, talentoso para la ejecución de fraudes complicados, pero que ocultaba alteraciones en su estado mental, canalizado a través de arranques de ira y un instinto asesino.

Wim Wenders adaptó por primera vez al cine la novela de Highsmith en The American Friend (1977), con Dennis Hooper en el papel de Ripley, un negociante de arte que termina tomando ventaja de un restaurador (Bruno Ganz), para llevar a cabo trabajos sucios. Una segunda adaptación vino mucho tiempo después con un Ripley rejuvenecido y una homosexualidad latente, interpretado por Matt Dammon, obsesionado con sumergirse por completo en la vida de un joven adinerado y aficionado a la bateria y el jazz (Jude Law) en The Talented Mr. Ripley (1999), dirigida por el fallecido Anthony Minghella.

La realizadora italiana Liliana Cavani (Galileo, El Caníbal, Il Portieri di Notte) trae nuevamente a la vida el personaje de Tom Ripley en Ripley’s Game (Italia-Reino Unido-E.U., 2002), una película con manufactura de telefilme, y con el excelente actor estadounidense John Malkovich en el papel de Ripley. En general, es un buen thriller que se sumerge en la problemática de un matrimonio inglés, afincado en el norte de Italia.

Durante una comida que organiza el matrimonio Trevanny, en su hogar de la campiña, Tom Rypley alcanza a escuchar las críticas sobre su modo de vida y supuesto “buen gusto” de parte de Jonathan Trevanny (Dougray Scott). Las críticas no le caen muy bien a Ripley, por lo que urdirá un plan junto a Reeves (Ray Winstone), su mano derecha en los negocios, para vengarse de Trevanny. El plan consistirá en contratar a Jonathan, un enmarcador de cuadros, como asesino a sueldo. Jonathan padece leucemia y le queda poco tiempo de vida, por lo que verá sus problemas económicos resueltos cuando Reeves le encomiende la misión de ejecutar a varios capos de la mafia del oriente de Europa.

Las cosas se pondrán difíciles cuando su esposa, Sarah (Lena Headey) comience a dudar del dinero que recibe Jonathan, mientras los miembros de la mafia ucraniana comienzan una persecución que pondrá en peligro a su familia. Ripley terminará involucrándose en los asesinatos, cuando intente ayudar a Jonathan a quitarse de encima a los mafiosos, haciendo uso del principal recurso a su alcance: una mentalidad fría y calculadora.

Esta nueva adaptación da un singular giro al convertir a Ripley en un personaje más complejo, intrigante en cada una de sus decisiones y arranques de ira. Es refinado, aficionado a los instrumentos antiguos y la música barroca. John Malkovich se posesiona completamente de la acción y de nuestra atención como espectadores.

Cavani dirige con precisión, consigue equilibrar eficazmente las acciones de la ciudad y el campo (donde tiene lugar la mayor parte de la historia), además de combinar eficazmente el drama familiar y el thriller, y una banda sonora con pequeñas intervenciones de clavicordio por parte de la esposa de Ripley, Luisa (Chiara Caselli). El diseño de arte integra elementos neoclásicos, como en la majestuosa residencia de Ripley.

Sin embargo, el filme tiende a irse hacia caminos fuera de lugar, con personajes que aparecen en la trama de manera forzada, como la amante de Reeves, la misma Luisa, mafiosos que aluden a situaciones morales-políticas que poco o nada tienen que ver con las inquietudes de un Ripley aficionado al arte y a la música.

El trabajo de Cavani se salva gracias al magistral trabajo de John Malkovich, dejando ver una inusual energía física, como en la ejecución del guardaespaldas o el asesinato dentro del ferrocarril, robándose la película en ese enfrentamiento final contra los mafiosos ucranianos dentro de su palaciega residencia. Musicalizada por Ennio Morricone, el filme de Cavani destaca por su soberbio acercamiento a un personaje que, a pesar de todo, ha quedado enriquecido en manos de John Malkovich.

++ La edición en DVD únicamente incluye como extra el trailer del filme.

miércoles, 30 de abril de 2008

ESTRENO: IRON MAN * * * 1/2


Empieza la temporada cinematográfica veraniega por adelantado. Los primeros blockbusters empiezan a llegar con Iron Man (E.U., 2008), nueva adaptación de un cómic concebido por Stan Lee y la pluma de Jack Kirby. Iron Man resultó mejor de lo que su poco atractivo trailer anunciaba, lejos de la niñería que ha sido hasta ahora el díptico Fantastic 4, adaptación de otro cómic de la Marvel. Además, no deja de ser interesante ver a un actor como Robert Downey Jr., arrastrando pesadamente una mala fama por su pasado con las drogas y el alcohol, en un papel de superhéroe.

Dirigida por el realizador y actor Jon Favreau, afecto al género fantástico de acción (Zathura), la película es más que una simple introducción de un nuevo superhéroe a la pantalla grande. Robert Downey Jr. no podría estar mejor en su interpretación de Tony Stark, un solitario y excéntrico millonario, genio de la mecánica y dueño de una gran empresa dedicada a la fabricación de armamento. La escena inicial muestra a un Downey Jr. parlanchín y... con un vaso de whisky en la mano.

Tony es el clásico niño sin padres, encerrado en su propio mundo y una gran residencia en la costa de Malibú. Luego de ser secuestrado por unos terroristas en el Medio Oriente, y apenas sobreviviendo gracias a una suerte de marcapaso insertado en su pecho, Tony trabajará en el prototipo de una sofisticada armadura ultra-tecnológica, apoyado por su atractiva asistente Pepper (Gwyneth Paltrow, pelirroja y guapa), la “voz de su conciencia”, y por el mejor amigo de su padre, Obadiah (Jeff Bridges rapado), cada vez más interesado en tomar el poder de la empresa y vender armamento al gobierno.

Si bien se lleva mucho en la transformación de Tony en Iron Man, la película acaba siendo entretenida y palomera, sin exigirle al espectador muchos conocimientos sobre el cómic. El guión está adaptado a la política estadounidense actual, su discurso está dirigido al mensaje antibelicista y a una crítica hacia la política armamentista. Cuando Tony se da cuenta que lo que una vez cimentó su padre (involucrado en el proyecto Manhattan de la bomba atómica) está siendo usado para matar y destruir, se encargará de intentar darle un giro a esa tecnología hacia la defensa de los débiles.

Los mejores momentos de la película, están en todo el proceso de Tony para fabricar y probar su invento: sus caídas, sus tropiezos, la vulnerabilidad ante un marcapaso al que hay que cambiarle batería continuamente, más que la convencional batalla final entre él y su némesis. Es verdad, el filme tiene sus peros y le faltó concretar mucho, por ejemplo, esa atracción pasiva entre Tony y Pepper. Pero bueno, supongo que hay que dejar algo para las secuelas.

++Entrevista con Jon Favreau
++Entrevista con Robert Downey Jr.

martes, 29 de abril de 2008

CINE INÉDITO: THE MAGNIFICENT AMBERSONS * * *

“Los tiempos cambian, debemos aceptarlo”, concluye sentenciante el Mayor Amberson (James Cromwell), en medio de una cena familiar, que se frustra gracias a los humillantes comentarios del engreído hijo, George (Jonathan Rhys Davies), relacionados con ese milagroso para unos, diabólico para otros), invento llamado “automóvil”, en The Magnificent Ambersons (E.U., 2002), adaptación de la novela escrita por Booth Tarkington.

El realizador mexicano Alfonso Arau (Como Agua para Chocolate, Un Paseo Por las Nubes), dirige esta suerte de “remake televisivo” de la adaptación dirigida por Orson Welles en 1942, su siguiente largometraje después del Ciudadano Kane (1941), que desafortunadamente para el gran Welles no tuvo la aceptación que se esperaba en sus proyecciones previas al estreno. El filme fue reeditado varias veces hasta quedar en una desangelada versión, que de todas formas conservó el sello artístico de Welles.

Engalanada con una gran producción, el trabajo de Arau durante cerca de 2 horas y media de duración, hace olvidar que estamos frente a un modesto telefilme. Esta nueva adaptación de la novela de Tarkington, es una pequeña pero interesante alegoría sobre las relaciones materno-filiales, con guiños al incesto en una trama que avanza, más que nada, gracias al amor y cariño edípicos que el estirado George demuestra hacia su madre, Isabel (Madeline Stowe).

Ambientada en la Indianápolis de 1904, los celos inmaduros del mimado George arrancan con la llegada sorpresiva de Eugene Morgan (Bruce Greenwood), antiguo pretendiente de Isabel e inventor de los llamados “carruajes sin caballos”, es decir los automóviles, con su guapa hija, Lucy (Gretchen Mol), amiga de la infancia de George.

George empezará a mostrar un posesivo y desmedido interés sentimental hacia Lucy, mientras verá con celosa furia el interés que Eugene comienza a tener en su madre, casada con un adinerado empresario, Wilbur Minafer (David Gilliam).

Aunque la interpretación de Johanthan Rhys Davies tiende a caer en la sobreactuación, lo meritorio será que este defecto estará a su favor. Su George Amberson nos caerá mal desde el principio, en su engreída presencia en pantalla, en sus berrinches de niño rico, en su carácter intolerante hacia los automóviles, invento que será todo lo detestable que Eugene representa para él. Sin embargo, será Lucy, junto a Isabel, la tía Fanny (Jennifer Tilly) y el buenazo tío George (William Hotkins), los únicos que soporten los desplantes de “Georgie”.

A diferencia del filme de Welles, Arau quiso hacer una adaptación todavía más completa de la novela. En un largo flash-back muestra los antecedentes de la relación entre Eugene e Isabel, un poco del nacimiento y niñez de George. El punto a favor de Arau en su realización, es haber logrado algo más que un convencional telefilme de época, jugando un poco con el artificio y el delirio (esa forma de filmar el nacimiento de George, como desde dentro del vientre de Isabel), lo mismo para esa forma gradual de ir hundiendo a George en sus obsesiones y locura, en esa sobreprotección que demuestra hacia su madre al querer alejarla de Eugene.

El problema es que ya al final Arau parece descuidar el filme, mostrándose indeciso en el final adecuado para el relato. No es que sea malo el final (ese close-up al también poeta Eugene, mientras se despide de Isabel), el problema es cómo ha dudado Arau en ese trayecto, sin darle mejor a Georgie la última y decisiva escena.

lunes, 28 de abril de 2008

CINESPAÑA: LOS PEORES AÑOS DE NUESTRA VIDA * * * 1/2

Desde que escuchamos al “carilindo” Gabino Diego decir sus primeras líneas en Los Peores Años de Nuestras Vidas (España, 1994), sabemos que estamos entrando en territorios “woodyallenescos”. Gabino Diego, especialista en comedias, tiene todo lo que esperaríamos en una buena copia-imitación de Woody: poco agraciado, mala suerte con las mujeres, sueños frustrados, algo neurótico, humor intelectual, etc.

Dirigida por Emilio Martínez Lázaro, especialista en comedias románticas (El Otro lado de la Cama y secuela, etc.) y escrita nada menos que por David Trueba, guionista también afecto a historias románticas, la comedia no podría decepcionarnos en este rubro. Si bien es un ejercicio de estilo derivativo de lo mejor de Allen: sucesión de fragmentos delirantes fuera de la trama, para dar forma a las ilusiones de Alberto, personaje interpretado por Gabino Diego, el hecho es que la película logra tener personalidad propia, con un particular estilo fotográfico de José Luis López Linares y, al final, la historia no es tan predecible como uno creería al inicio.

Alberto es un joven veinteañero, quien vive lamentándose de su mala suerte con las chicas y cambiando de vocación (un día quiere ser escritor, al otro músico callejero). En resumen, se queja de lo deprimente que es su vida. Su hermano Roberto (Jorge Sanz), es todo lo contrario: tipo agraciado físicamente, hábil y experimentado con el sexo femenino y oficinista. Su padre (Agustín Gozález muy divertido) es un aficionado a criar gallinas y no duda en aconsejarle a Alberto que, antes que nada, lo importante es trabajar y ganar dinero. Para Roberto, el problema de Alberto es que es un enamoradizo.

El problema vendrá cuando llegue a la vida de ambos María (Ariadna Gil), una estudiante de arte de la cual Alberto quedará prendado. La situación no tardará en convertirse en un conflictivo y complicado triángulo amoroso, ya que, mientras Alberto vive enamorado de María, ésta se sentirá atraída por Roberto, ...y quizás este también tenga interés en ella.

El desempeño de Gabino Diego es notable. Sus diálogos son vivaces, su manera de decirlos atractiva y todo él es el arquetipo del tipo sentimental, torpe, de buen corazón, capaz de humillarse frente a una adolescente quien le hace una propuesta “indecorosa”. Como todo buen personaje de perdedor, Alberto va en camino hacia su redención, hacia la madurez y, en el trayecto, encontrará el significado del verdadero amor.

El viaje será a ratos doloroso, a ratos delirante y surrealista (esa escena del guitarrista), pero de eso se trata la historia de Alberto, de los golpes del amor y de la búsqueda del mismo para los que no son precisamente muy atractivos.

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