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jueves, 27 de febrero de 2020

JOJO RABBIT

Taika Waititi y Roman Griffin Davis.
Hasta ahora, el actor, realizador, y guionista neozelandés Taika Waititi, ha demostrado ser un hombre multitalento, capaz de moverse y desarrollarse, sin miedo y coraje, en todos los terrenos que quiera. Ha sido capaz de tomarnos desprevenidos, por ejemplo, al haber dirigido Thor: Ragnarok, tercera película del "avenger", un blockbuster multimillonario de los que arrasan en taquilla. Refrescó la saga del superhéroe con un soplo de comicidad y, al mismo tiempo, acción genérica. Nada mal, considerando sus orígenes en cine de bajo presupuesto. Con Jojo Rabbit, Waititi vuelve al género que lo vio nacer, la parodia. What We Do in the Shadows, su tercer largo, es una parodia de filmes de vampiros, que incluso ahora goza de una adaptación en la forma de una serie televisiva.
Ahora, Waititi se arriesga con un tema sensible y delicado: el Nazismo, aproximándose al mismo de una forma inteligente, tomando caminos diversos y con resultados estupendos. El Jojo del título (Roman Griffin Davis, en su debut en cine), es un niño que decide enrolarse en las "Juventudes Hitlerianas", para así honrar a su héroe, el Führer Adolf Hitler (el mismo Taika Waititi, con lentes de contacto azules). Este Hitler es uno fabricado en la mente de Jojo, algo cercano a un amigo imaginario.
El inicio del filme establece el tono que seguirá hasta el final, con una secuencia de créditos que muestra imágenes de archivo de grandes masas de seguidores adorando a Hitler, escuchando sus discursos, o recibiéndolo en el aeropuerto, teniendo de fondo la versión en alemán de I Wanna Hold Your Hand, cantada por los Beatles (algo que se puede ver también como un pequeño homenaje al inicio de A Hard Day's Night, de Richard Lester). Es por demás hilarante.
Sin embargo, la cosa de las Juventudes Hitlerianas no funcionará del todo para el sensible Jojo. Cierto acontecimiento durante su entrenamiento, bajo el mando de un capitán de las SS, Klenzendorf (Sam Rockwell, muy bien, con una actuación que, de lejos, parece una imitación cómica del nazi SS interpretado por Ralph Phiennes en Shindler's List), es lo que le dará su apodo de "Conejo", y lo marcará, en más de un sentido. Teniendo en el mundo únicamente a su mamá (Scarlett Johansson, excelente), una mujer cálida y amorosa, aunque llena de misterios, así como a un buen amigo, Yorkie (Archie Yates, magnífico), la vida de Jojo cambiará cuando llegue a su vida una niña judía, Elsa (Thomasin Mckenzie), quien desafiará todo su sistema de creencias y visión de lo que realmente representa el gobierno de Hitler.
Aunque al principio Jojo Rabbit llega a sentirse como si Wes Anderson hubiera decidido hacer un filme sobre niños en un campo de entrenamiento nazi (algo cercano a Moonrise Kingdom), lo que hace a la película memorable, es el toque paródico único de Waititi, lo delirante que termina siendo (esas constantes apariciones de Hitler en momentos difíciles), y su conmovedora historia romántica, inocente y tragicómica. Hay algo también del Diario de Ana Frank, pero con final feliz. Su comicidad es graciosa, sin llegar por completo al slapstick extremo, es decir, de situaciones graciosas sucediéndose a ritmo frenético, o de diálogos cómicos que desfilan sin parar.
Jojo Rabbit no romperá las barreras de la comedia, y se ve difícil que mañana domingo sea ganadora del Oscar (está nominada a Mejor Película del año), repitiendo lo que, por ejemplo, La Vida es Bella consiguió en 1998: ganar el premio a Mejor Película Extranjera. Ambas comparten temáticas similares, al igual que con Good Bye Lenin!, hacia el final, sólo que un poco a la inversa, justo cuando nuestro pequeño héroe trate de ocultar lo que está ocurriendo allá afuera a Elsa, en reclusión forzada.
Pero algo es cierto, la película tiene aseguradas muchas risas, cada vez que Waititi aparece en escena (como una copia cómica, más joven, del Hitler interpretado magistralmente por Bruno Ganz en Downfall), pero también una que otra lágrima hacia su segunda mitad.
Si algo tiene en su contra el filme de Taika, es que, además de que hay uno o dos personajes que se sienten algo desperdiciados (Rebel Wilson, por ejemplo, como la asistente de Klenzendorf), termina recordándote a muchas otras tantas películas similares que ya hemos visto antes. Sin embargo, es inevitable que, con toda su comicidad y anacronismos, Jojo Rabbit no acabe tocando tu corazón.
⭐️⭐️⭐️⭐️

viernes, 6 de septiembre de 2019

ONCE UPON A TIME...IN HOLLYWOOD


¿Otro Oscar para Leonardo DiCaprio ?
Quentin Tarantino siempre acaba saliéndose con la suya. Pase lo que pase, siempre consigue presentar en la pantalla, frente a nuestros ojos, la película que él quiere, sin filtros -ni demandas de productores- de por medio. Se dice, incluso, que Once Upon a Time In... Hollywood, su más reciente filme, terminó presentándose tarde en Cannes, debido a que el director todavía estaba haciendo "ajustes de último minuto", y afinando detalles. Lo que podemos atestiguar en Once Upon... es la gran libertad que el "chico malo de Hollywood" disfruta, no nada más dirigiendo y escribiendo, sino produciendo su propio cine.
A pesar de lo indisciplinada y tendiente a lo caótico que pueda ser Once Upon..., Tarantino hace de su muy particular épica sobre la transición del Hollywood de finales de los 1960s a los inicios de los 1970s, una verdaderamente única, particular, y fascinante experiencia cinéfila. Cualquier enamorado del cine no podrá dejar de sentirse atraído hacia ella, dejando pasar por alto sus huecos argumentales, o lo no muy sólida ni tan fuerte historia que nos cuenta. Su versión sobre la "familia Manson" y sus crímenes en Hollywood, es una muy personal y peculiar. Quienes busquen exactitud y precisión milimétrica de historiador, no la encontrarán aquí. Tal y como sucedió con Inglourious Basterds, nuevamente Tarantino juega con el "Y qué tal si...", dándole una vuelta de 180° a los hechos que conocemos sobre Charles Manson y el asesinato de Sharon Tate (Margot Robbie, con todo el candor que la caracteriza, y siendo lo más "Margot Robbie" que puede ser), esposa en aquel entonces de Roman Polanski. Aquí, el realizador polaco es vecino de un ficticio actor de cine y televisión, Rick Dalton (Leonardo DiCaprio, espectacular), quien luego de tener éxito en una serie de televisión a finales de los 1950s (estilo Gunsmoke), su agente (Al Pacino, en una muy breve participación) lo hace reflexionar seriamente sobre su carrera, y del peligro que corre de estancarse y no evolucionar. No es para menos. Rick últimamente se la ha pasado haciendo películas serie B sobre soldados americanos rostizando nazis con un lanza llamas (¿a alguien le suena conocida alguna película así?), comerciales, y apariciones televisivas cantando y bailando a ritmo a go-go.
El soporte moral de Rick será Cliff Booth (Brad Bitt, simplemente siendo "Brad Pitt" ), su otrora doble y buen amigo. Cliff es una mezcla de Robert Redford a la "Sundance Kid" y Peter Fonda a la "Easy Rider", y que ahora trabaja como chofer y asistente de Rick. Hay tres narrativas paralelas en el filme: la de Rick, luchando por superar su afición a la bebida y por encontrar ese giro que necesita su carrera durante la filmación de un western (formado por múltiples viñetas y escenas, que parecen ideas encajonadas de Django Unchained y The Hateful 8); la de Cliff, sin mucho que hacer más que demostrar la dura vida de los dobles de cine, viviendo solo en un remolque junto a su perro pitbull, comiendo tan sólo sopas Ramen, y recordando cómo alguna vez le pateó el culo a Bruce Lee en un set de cine frente a muchos testigos (una escena hilarante); y la de Sharon Tate, igualmente, sin gran cosa por hacer más que lucir rostro y belleza en Hollywood Boulevard, asistir a fiestas en la mansión Playboy, y entrar gratis al cine a ver sus propias películas.
Durante la primera mitad, la película parece seguir los pasos de "American Crime Story" y que nos llevará por un recuento de los hechos de uno de los crímenes más famosos cometidos en Hollywood. Pero no es así, y no hay que desilusionarse mucho al respecto. Lo que tenemos, es la muy particular épica de Tarantino sobre esos hechos, y por otro lado, su visión del Hollywood de aquella época; la otra cara del showbusiness; la menos glamorosa y más escandalosa, encarnado en la figura de Rick. La épica del personaje tiene tintes a la Forrest Gump (hay escenas con el truco usado en dicho filme, insertando a DiCaprio en filmes y programas originales, como "The Great Escape" y "FBI"), y durante el algo accidentado relato de su historia se dedicará a demostrar que detrás de su rostro de estrella hay un verdadero actor (¿de hecho, no ha sido esta la historia del mismo DiCaprio hasta este año, en el que ganó su primer Oscar?).
No se necesita tanto ser fan de Tarantino para ver y disfrutar Once Upon a Time In... Hollywood (de casi tres horas de duración), sino contar con un buen sentido del humor para tomar el tercer acto de la película con la mejor actitud, y dejarse llevar por la misma borrachera cinéfila de Tarantino. No nada más tenemos también a un puñado de los actores que regularmente aparecen en sus filmes (Kurt Russell y Michael Madsen), sino una magistral ambientación (un diseño de arte digno de ser premiado, con esos increíbles pósters falsos de películas de Rick), y homenajes a "Érase una vez en el Oeste" y "Érase una vez en América (varios movimientos de cámara emulan estos filmes de Sergio Leone). Y también tenemos al Tarantino "curador de música", que nos da esa experiencia única de sentir que estamos entrando, no al cine, sino a una rockolla llena de oldies clásicos. Ah, y claro, también de ver a un Leonardo DiCaprio en todo su elemento, versátil, en un vehículo de lucimiento único que seguramente le dará su segunda nominación al Oscar. ⭐️⭐️⭐️⭐️

jueves, 7 de septiembre de 2017

LITTLE EVIL * * 1/2

El Anticristo ha vuelto otra vez, y podría ser este niño. ¿Será?
Little Evil evidencia lo inútil que resulta hacer una parodia de The Omen a estas alturas. Más cuando el resultado es una comedia de humor negro que no acaba por convencer mucho. Un vendedor de bienes raíces (Adam Scott, con perpetua ceja levantada y gesto de incertidumbre), hace todo lo posible para ganarse el cariño de su pequeño hijastro (Owen Atlas). Sólo que hay un problema: el niño tiene toda la escabrosa pinta de un Damien dulce y tímido. Ah, y es posible también que sea el Anticristo. Esto complicará la relación con su esposa (Evangeline Lilly), quien tiene muchos secretos guardados respecto a su diabólico retoño. Little Evil (dirigida por Eli Craig) tiene uno que otro momento gracioso (el video de la boda, el payaso en llamas), pero la verdad está producción de Netflix está llena de clichés y no se siente lo suficientemente redonda, ni con un humor desbordante o llevado al límite.

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