viernes, 14 de diciembre de 2007

EN CARTELERA: 1408 * * * *

Una considerable cantidad de relatos de Stephen King está protagonizada por un escritor, en búsqueda de su pasado, de sus inquietudes, de nuevas emociones, vamos, de sí mismo en resumen. 1408 (E.U., 2007) no es la excepción y desde el principio queda claro que tenemos a otro de sus alteregos, en el personaje encarnado por un eficaz John Cusack, dentro de un sencillo relato en su forma, pero intrigante en el fondo, cuando el arrogante autor de novelas paranormales, Mike Enslin (Cusack), que gusta de romper con mitos y creencias en este campo, se ubique cuando vea sus traumas materializados dentro de un cuarto de hotel.

El trauma de Mike es la muerte de su hija, con la imagen de sus últimos minutos clavados en la mente. Mike se encuentra escribiendo su nueva novela, y para inspirarse decide hospedarse en un hotel, donde se cree que la habitación 1408 está maldita y ocurren fenómenos paranormales, por lo que ningún huésped desea ocuparla. Tal información le es proporcionada por el mefistofélico recepcionista en turno (Samuel L. Jackson), y a pesar de la advertencia, el escritor decide tomar la llave de la habitación para probar que no son más que habladurías.

El realizador sueco Mikael Hafström, en su segundo largometraje en Hollywood, demuestra una gran habilidad para mantener el filme intacto en el suspenso que va creando, en una trama que transcurre la mayor parte del tiempo dentro de la mentada habitación, que pronto se convertirá en una trampa en la que Mike se quedará encerrado. El tiempo para el escéptico Mike parecerá ser eterno dentro de la habitación, de horas y horas, en las que intentará salir por dónde pueda. Incluso tratará de pedir ayuda a su esposa, de quien se encuentra separado desde la muerte de su hija, a través de su laptop y una cámara web.

El asunto parecerá como un relato alargado de la teleserie The Twilight Zone, pero si algo demuestra Hafström es cómo se puede crear un ambiente escalofriante con pocos recursos, un mínimo de personajes y la construcción de un buen suspenso psicológico, en el que no sabemos si todo es obra de la delirante mente de Mike, o si en verdad es atacado por espíritus chocarreros dentro de la habitación embrujada.

Es evidente que por encima de los sustos que se llevará Mike, nos encontramos frente a un personaje en camino a reconciliarse consigo mismo y con su pasado, luego de pasar por duras pruebasm en las que o casi se ahoga, o casi acaba congelado. En ese sentido, el desempeño de John Cusack, un actor casi siempre desperdiciado, es notable en la desesperación que sabe transmitir, como el conejillo de indias de una fuerza obscura que busca darle una lección.

EN CARTELERA: ALL THE INVISIBLE CHILDREN * * * 1/2

Los resultados casi siempre son los mismos en los filmes experimentales conformados por varios cortometrajes, dirigidos por importantes realizadores y unidos por un tema y/o causa en común: cintas disparejas con trabajos muy interesantes y logrados, junto a otros decepcionantes, no muy conseguidos y, en el peor de los casos, que salen sobrando.
En All the Invisible Children (Francia-Italia, 2005), un pequeño grupo de famosos directores ofrecen en un cortometraje su visión sobre los problemas de la niñez y la juventud en el mundo actual, acorde a su país de origen. En la mayoría de los cortos, como el del realizador de Argelia, Mehdi Charef, y el del británico Ridley Scott (que dirigió junto a su hija Jordan), ninguno de los dos muy convincentes, es la guerra la que golpea de forma violenta y salvaje (en el primer caso), y dramática (en el segundo), a los niños. La película, hay que decirlo, es dispareja, y muchos cortos tienen resoluciones poco satisfactorias.

Charef toca en “Tanza” la grave problemática de los niños convertidos en guerrilleros en el continente africano, cuando el joven Tanza del título, junto a otros compañeros, se vean a sí mismos como unos asesinos, a una edad en la que no entienden del todo porqué matan a sangre fría. Un tema fuerte e interesante, que desafortunadamente tiene poco qué ofrecer en cuanto a realización y argumento. Ridley Scott y su hija Jordan, ofrecen en “Jonathan” una historia infantil de tintes escapistas, donde un traumatizado fotoperiodista de guerra (David Thewlis) reimagina su niñez visitando un escenario recién bombardeado, con niños sobrevivientes y felices de ver cómo son ayudados por el fotógrafo y sus amigos. Un corto optimista, es cierto, pero ingenuo, y el verdadero propósito y mensaje no quedan muy claros.

Entre los cortos que me gustaron, está el graciosísimo corto del bosnio Emir Kusturica, “Blue Gipsy”. Puede ser que insista en lo visto una y otra vez en su filmografía (la música gitana de su banda, gitanos fiesteros, mañosos y despreocupados de la vida), pero su comicidad, sus buenas actuaciones y su gran capacidad para la desfachatez, es lo más destacable, en un corto que habla sobre las segundas oportunidades para los niños de las correccionales. El protagonista, un niño pelirrojo a punto de salir de la correccional, siente que tal vez sea mejor seguir dentro que afuera, viviendo con su numerosa familia de músicos y ladrones gitanos. Por su parte, Spike Lee, regresando a sus temas sobre la problemática social afroamericana en los E.U. y su integración en la sociedad, tiene en “Jesus Children of America” uno de los cortos más logrados y directos en lo que trata de exponer: la drogadicción golpeando el núcleo familiar y el SIDA en los niños, así como la discriminación social hacia los enfermos del virus. El tratamiento del tema es realista, con unas grandes actuaciones de Rosie Pérez y la niña Hanna Hodson, esta última como una estudiante que contrajo el SIDA directamente de sus padres.

El resto de los cortos, en lo personal, me parecieron apenas rescatables y no muy logrados, a pesar de los interesantes temas que plantean. Por ejemplo, del corto “Bilu e Joao”, de la brasileña Kátia Lund, me gustó mucho la fresca, simpática y natural presencia de su par de protagonistas, un niño y una niña, que tienen que ganarse la vida recogiendo basura para luego venderla por unas cuantas monedas en los barrios pobres de Sao Paulo, aunque no me pareció muy bien resuelto. Con el corto “Ciro”, del italiano Stefano Veneruso, me sucedió lo contrario: me pareció mejor narrado y con una buena historia, en torno al tema de la delincuencia infantil en un barrio de Nápoles, aunque ninguno de sus actores me pareció bien aprovechado, ni sus actuaciones me lograron enganchar. El corto “Song, Song and Little Cat”, del realizador chino John Woo, me pareció algo saturado, artificioso e inverosímil, pero con temas muy válidos como el de la niñez afectada por los problemas matrimoniales y la educación infantil, dos temas expuestos a través de dos tramas distintas, que siento se estorban demasiado entre sí, protagonizadas la primera por una niña de familia rica, y la segunda por una niña pobre, mientras la relación de ambas historias acaba siendo muy forzada.

++ La película pudo verse en el pasado Festival de Cine de Sevilla 2006.

BARTON FINK * * * * *

John Turturro y John Goodman. 
El próximo 2008, será el año de mis admirados hermanos Coen, Ethan y Joel, con No Country for Old Men (2007), su nuevo filme que representa el regreso a su mejor cine, ese que marcó su prestigiosa carrera iniciada hace poco más de 20 años, y que estuvo tambaleándose un poco debido al no muy logrado remake del clásico The Ladykillers (2004). Uno de los filmes que dieron gran prestigio a los Coen fue Barton Fink (E.U.-Reino Unido, 1991), un trabajo obscuro y lleno de simbolismos que tenían que ver con el judaísmo (religión de los Coen), en la forma de una extravagante mezcla de géneros, donde cabían desde la comedia hasta el film noir, géneros a los que han sido siempre afectos los Coen, demostrando su gran capacidad para reelaborar fórmulas, géneros y así entregarnos originales comedias intelectuales, como en este caso Barton Fink.


El relato, escrito por ambos hermanos, es una mirada crítica a Hollywood y los grandes estudios en su Época Dorada, con su capacidad para destruir talentos recurriendo a fórmulas desgastadas, con tal de mantener el negocio a flote. Barton Fink (John Turturro en una de sus mejores actuaciones), es un exitoso dramaturgo especialista en la comedia social, cuya última obra ha cosechado buenas críticas y elogios. El años es 1941 y gracias a su fama a Barton le ha caído un encargo peculiar, la escritura de un guión para un filme serie B sobre lucha libre, próximo a rodarse, para lo cual deberá mudarse de Nueva York a Hollywood.

Su encierro en el cuarto de un hotel de segunda, será el inicio de su descenso al infierno, cuando luego de entrevistarse con el gordazo ejecutivo de la productora, quien lo tomará por un gran genio, se quede en blanco frente a su maquina de escribir, sin saber cómo empezar. Sin embargo, cosas extrañas empezarán a suceder dentro de la habitación, por ejemplo, el papel tapiz empezará a desprenderse, con todo y su viscoso pegamento. El tímido y temeroso escritor entablará amistad con su vecino, Charlie Meadows (estupendo John Goodman, actor fetiche de los Coen), accesible, platicador y simpático, pero que padece una extraña enfermedad que le provoca expulsar líquido por uno de sus oídos.

Dirigida por Joel Coen (colaborando Ethan), Barton Fink es el relato de autodescubrimiento y madurez de un hombre que chocará con el feroz sistema de las majors hollywoodenses. La especialidad de Barton en sus obras, según él, es plasmar “al hombre común y sus problemas”, pero deberá pasar antes por una serie de pruebas para superar sus miedos, sus prejuicios, sus temores infantiles e inmaduros, como los sexuales, por ejemplo, cuando en cierta escena deje ver su temor a la intimidad sexual.

El cuadro de una mujer sentada en una playa y viendo hacia el horizonte, que Barton tiene enfrente de su mesa, es una de tantas claves misteriosas que esconde el filme, y no será sino hasta el liberador final escapista cuando se nos revele algo de su misterio. Mientras, somos testigos de la amistad que se va construyendo entre Barton y Charlie, en quién se inspirará para acabar su guión, un encargo que al final estará por debajo de su nivel. Barton se verá en el dilema de venderse al sistema de las comerciales películas serie B, o defender sus inquietudes artísticas e intelectuales. Tal vez el sistema sea demasiado para Barton, o él sea demasiado para el sistema.

“¡La vida de la mente!”, gritará eufórico el gigantesco Charlie (en realidad, un asesino serial buscado por la policia), corriendo por el pasillo del hotel incendiándose, frase que revela ciertas referencias a sectas judaicas (esa biblia guardada en el cajón) en una de las escenas de antología del filme, o ese genial plano secuencia de las tuberías del baño, segundos antes de que Barton se despierte con una sorpresa desagradable en la cama, entre otros detalles magistrales, construyen una película fascinante e intrigante sobre el arte y el poder, la obra maestra de los Coen. ¿Qué esconde Barton en esa caja que lleva al final de la cinta? Es uno de los misterios que los Coen nos dejan a la imaginación.

CINE ANIMADO: SHARK TALE * * 1/2

El sexto largometraje animado de la casa Dreamworks, Shark Tale (E.U., 2004) fue otro ejemplo más de cómo con todo y su sofisticada técnica de animación, la productora de Jeffrey Katzenberg y Steven Spielberg todavía no da con esa obra maestra animada que la consagre, como con la Pixar, que cada nueva entrega (con un pequeño tropezón en Cars) es una verdadera sorpresa, no nada más en técnica, sino en originalidad por sus buenas historias y entretenimiento.

Shark Tale puede verse como una especie de respuesta obvia de la Dreamworks a Finding Nemo (Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003), magistral producción de la Pixar, pero una respuesta distorsionada y, sobre todo, mal asimilada. Eran tan parecidos los tiburones mafiosos del filme de Shark Tale a los geniales tiburones de Finding Nemo, estos últimos asistiendo a sesiones terapéuticas para quitarse las ganas de comer peces, que las comparaciones fueron inevitables. En lo personal, prefiero mil veces más el filme de la Pixar, al churro que terminó siendo Shark Tale, sobre el cual pesó más su atractivo elenco de voces, entre los que se podían contar a Robert De Niro, e incluso a Martin Scorsese.

La película de la Dreamworks, dirigida por Bibo Bergeron, Vicky Jenson y Rob Letterman, tenía también el tema paternal como punto central en sus dos tramas paralelas, que acababan cruzándose. Primero, teníamos a un colorido pez, Oscar (voz de Will Smith), empleado en un negocio de lava-ballenas, que ya está cansado de hacer nada más por seguir los pasos de su padre, quien toda su vida fue un lava-ballenas. Luego, un tiburón inocente y bienintencionado, Lenny (voz de Jack Black), hijo del capo mafioso Don Lino (De Niro), sufre porque su padre no acepta el hecho de que es vegetariano y le asquea el simple hecho de tener un pez en la boca, al grado de causarle un trauma por sentirse rechazado.

Por azares del destino, las vidas de Oscar y Lenny se cruzarán, cuando el hijo de Don Lino, Frankie (voz de Michael Imperioli), muera accidentalmente mientras persigue a Oscar, pero se formará un tremendo malentendido cuando algunos testigos crean que el pececillo mató a Frankie, por lo que empezará a ser conocido como el Mata Tiburones. Claro, Don Lino buscará venganza, mientras Oscar se aprovechará del malentendido para hacerse famoso, situación que le causará problemas con su amiga enamorada (voz de Renée Zelweger), por la admiración que despierta en una atractiva pececita (voz de Angelina Jolie).

El subtexto está más que claro: debajo de la condición vegetariana de Lenny y del rechazo de su padre, se encuentra la referencia al padre machista que no acepta a su hijo homosexual. En el trayecto, veremos los grandes esfuerzos que hará Lenny para conseguir el cariño y aceptación de Don Lino, con la ayuda de Oscar, formando así la típica pareja amistosa de una buddy-movie a la que le cuesta mucho trabajo lucir, en un filme caótico, con unos gags graciosos y otros no tanto, y saturada de personajes, algunos estereotipados, como esas medusas jamaicanas.

Shark Tale es el ejemplo de un filme animado cargado de buenas ideas, pero que sus realizadores no supieron desarrollar bien. La técnica y acabado visual es irreprochable, incluso impactante (el efecto del agua o la ciudad de los peces), pero la principal dificultad es que tenemos dos filmes en uno sólo: uno de tiburones mafiosos, que en lo personal es el menos logrado en su trama scorsesiana, y otro el de un pez pretencioso, acomplejado y falso, con sus posteriores consecuencias. Este último argumento, es el que debió de haber sido trabajado más.

DVD: HEAVEN * * * * *

En Heaven (Alemania, E.U., Inglaterra, Italia, Francia, 2002), película originalmente escrita por Krysztof Kieslowski y su guionista Krysztof Piesiewicz, para una nueva trilogía titulada "Cielo, Infierno y Purgatorio", el realizador germano Tom Tykwer ha tomado las riendas de este truncado proyecto debido a la muerte del famoso realizador polaco. Fillipo (Giovanni Ribisi) es un novel carabinieri en la policia italiana, quien aspira a convertirse en piloto de helicóptero. Su última prueba de simulador ha fallado (imagen con la que abre la película); ya que Fillipo tiene problemas con la noción de altura. Mientras tanto Phillipa (Cate Blanchett), maestra de inglés británica en una escuela primaria italiana, planea el asesinato de un alto empresario, acusado por ella de distribuir droga entre menores de edad, colocando una bomba en la oficina del supuesto narcotraficante. Sin embargo, todo sale mal y los destinatarios del explosivo resultan ser civiles inocentes.

La policia captura a Phillipa, y Fillipo fungirá como su traductor durante los interrogatorios a los que será sometida, aunque acabará enamorado de ella por lo que decide arriesgarse a ayudarle a escapar, convirtiéndose en prófugos de la policia, que los buscará por media Italia.

Tykwer lleva a cabo un ejercicio de estilo admirable, en su intento por realizar un filme lo más cercano posible al que quizás Kieslowski hubiera producido, por ejemplo, en el manejo del color. Al igual que en la trilogía kieslowskiana, en Heaven será el blanco y el azul los dos colores que predominen en el vestuario y los escenarios. Además, Heaven es una interpretación particular del cine de Kieslowsky y sus temáticas: la justicia por propia mano, el desencanto por las instituciones corruptas, etc. En un principio, lo que parecía iba a ser un thriller policiaco, se convertirá en un tranquilo relato romántico en el giro crucial que toma el filme con el romance que surge entre Phillipa y Fillipo.

Con todo, Tykwer no ha renunciado a sus propios temas e inquietudes, como la típica relación romántica de una pareja que siempre vive al límite, notorio por ejemplo, en la escena donde Phillipa y Fillipo se toman de la mano y se arrojan a un peligro seguro, dos seres que, como en casi toda la filmografía de Tykwer, están predestinados a conocerse y, tal vez, a dar la vida el uno por el otro.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

DVD: THE DARK CRYSTAL * * * * *

Entre mis filmes favoritos de la infancia se encuentra The Dark Crystal (E.U.-Reino Unido,1982), una fascinante historia fantástica concebida por Jim Henson, experto en marionetas y creador de The Muppets Show (que también se pueden contar entre mis programas favoritos), además de asesorar y participar en el popular programa didáctico televisivo, Sesame Street. El legado del fallecido Jim Henson es invaluable en el mundo de las marionetas, cuya compañía, la Jim Henson’s Creature Shop, ha trabajado hasta ahora en el desarrollo de tecnología animatrónica, aplicada a la creación de magníficas criaturas o animales para varios filmes, con una distintiva apariencia que las hace inconfundibles.

The Dark Crystal fue un proyecto complejo y enorme, al estar protagonizada por marionetas, mientras otros personajes estaban hechos con sofisticadas máquinas de tecnología hidráulica, manejadas por varios “titiriteros”, cada uno ocupado en el movimiento de alguna extremidad. El relato se notaba inspirado en historias fantásticas como El Señor de los Anillos de Tolkien, ambientada en otro mundo, sobre la clásica confrontación entre el bien y el mal, la luz y la obscuridad. Su protagonista, Jen (voz de Stephen Garlic), un gelfling (especie de elfo), huérfano y según parece el último de su especie, estaba predestinado a llevar a cabo una misión peligrosa y cumplir una profecía antigua: antes de que los tres soles de este universo se agrupen en una milenaria conjunción, debe restaurar el Cristal Obscuro, buscando un fragmento perdido, guiado por las instrucciones de su moribundo maestro, líder de los “buenos” Místicos, criaturas pacíficas de seis brazos, larga cola y que parecen budistas de otro mundo.

El Cristal Obscuro se encuentra bajo el poder de los malvados y horrendos Skeksis, criaturas con cabezas de pajarracos, dentro de su castillo, cuyo emperador también está muriendo y temen que su raza sea exterminada por un gelfling, que según la profecía llegará al castillo a restaurar el cristal. Una vez elegido a su nuevo emperador, los Skeksis enviarán a unas cucarachas gigantes y metálicas a buscar a Jen para matarlo y evitar que cumpla su misión. Mientras, el Chambelán (voz de Barry Dennen), un Skeksi desterrado, iniciará su propia búsqueda para intentar redimirse ante el emperador.

Dirigida por Jim Henson junto a Frank Oz (quien manejara y diera voz a Yoda en la primera trilogía de Star Wars), The Dark Crystal es un filme que, en esta época de grandes avances técnicos y digitales en el cine, no deja de impresionar. Esa apariencia tan artesanal y sofisticada al mismo tiempo de las criaturas de Henson, no ha podido ser igualada por alguna animación digital hasta la fecha. Muchos de los monstruos y personajes creados por el taller de Jim Henson, pueden llegar a verse más convincentes que unos generados digitalmente.

The Dark Crystal es un magistral trabajo cuidado al detalle en todos sus escenarios, por ejemplo, esa jungla con sus animales e insectos a donde llega Jen, y descubre que no es el único gelfling vivo al encontrarse con Kyra (voz de Lisa Maxwell), una chica gelfling que lo acompañara en su aventura, junto a su mascota, Fizzgig, una bola peluda con cola y colmillos.

Por más que fueran marionetas, los personajes de The Dark Crystal tenían su personalidad cuidada y bien construida. Los Skeksis llegaban a ser en verdad detestables, los Místicos transmitían paz y sabiduría, Jen nos envolvía con toda su confusión y temor respecto a su importante trabajo de salvar al mundo, Kyra era una sensible y al mismo tiempo fuerte amante de los animales, etc., y contaba con escenas inquietantes y con acción, en los ataques de las cucarachas gigantes, o ese viaje de Jen y Kira sobre los “zancudos”, elevándose la cinta por encima de cualquier ñoñería infantil. Con seguridad, la obra maestra de Jim Henson.

++ Se ha anunciado para el 2009 la tardía pero muy esperada secuela, titulada The Power of the Dark Crystal, donde veremos a unos avejentados Jen y Kira reinando un mundo que volverá a caer bajo el poder del mal. Nuevamente serán usadas marionetas, creadas por el taller de Jim Henson, y participarán muchos de los miembros de la producción del primer filme, agregando un poco de moderna tecnología digital.

CINESPAÑA: TRASTORNO * * * 1/2

Destrozada por buena parte del público y la crítica en el momento de su estreno en España, Trastorno (España, 2006), del madrileño Fernando Cámara, no es un filme tan malo como parece. El filme está protagonizado por un par de eficientes actrices, Najwa Nimri e Ingrid Rubio, interpretando a unas hermanas que se reúnen después de mucho tiempo, en la enorme residencia de la primera, una ilustradora de libros infantiles, casada con un exitoso empresario y esperando un bebé.

La trama se desarrolla totalmente dentro de la residencia, a la que llegará Elena (Ingrid Rubio), acompañada de su novio, para pasar unos días. Todo irá marchando bien, la convivencia es relajada entre ambas parejas, hasta que Elena empieza a mostrar un comportamiento extraño, se pone agresiva con el novio y sarcástica con su cuñado, se desmayará sin causa aparente, dirá vulgaridades frente a su hermana, Natalia (Nimri), una chica tranquila, quien con su mirada de preocupación nos dice que hay algo mal con Elena.

Pero su mayor error será que callará, seguirá como si nada y aparentará que todo está bien. Elena no tardará en revelarle a Natalia que también está embarazada, aunque a estas alturas es claro que aquella siente envidia por la acomodada y feliz vida de su hermana, por lo que el cambio de personalidad será más drástico, acompañado de pesadillas, delirios, que amenaza con tornarse peligroso y sangriento para los habitantes de la casa. Natalia tiene respuestas sobre el origen de los trastornos de Elena, pero necesitará más que eso para sobrevivir, con todo y su embarazo, a su lunática hermana.

Escrita por el mismo Cámara, Trastorno es un claro ejemplo de cómo un buen trabajo se puede arruinar por un final precipitado y mal planeado. Tenemos un cuidado trabajo de realización de Cámara, con una fotografía de luces suaves a cargo de Daniel Aranyó, una buena construcción del suspenso psicológico y una idea argumental en la que sabe aprovechar la vulnerabilidad de una mujer embarazada, que debe sobrevivir encerrada en su espaciosa casa a los instintos asesinos de su hermana.

Hasta ahí la película es un muy visible filme de suspenso, que a pesar de ser entretenido como para palomear un rato por la noche (apenas dura hora y 20 minutos), no escatima en hacer una interesante descripción psicológica de sus mujeres protagónicas, acorde al bien aprovechado escenario (ese cuarto del bebé en la última planta de la casa). La actuación de Ingrid Rubio es bastante lograda, en un personaje que pudo haber caído en el mayor de los ridículos de no haber sido bien dirigida por Cámara, mientras la guapa Najwa Nimri sabe reflejar desesperación y fragilidad al mismo tiempo y sin muchos problemas.

Entonces, si todas estas piezas estaban bien puestas y calculadas ¿Qué le pasó a Cámara en la resolución del filme? No es malo por ser un happy-end, este es más que predecible, sino en lo mal resuelto que está, dejándonos con muchas preguntas respecto a lo que pasó minutos antes de la escena final. Sólo Cámara y sus guionistas lo sabrán, nosotros nos quedaremos con nuestras dudas.

lunes, 10 de diciembre de 2007

CINE ANIMADO: SURF'S UP * * * 1/2

La última película animada de la casa Sony Pictures Animation, Surf’s Up (E.U., 2007) es para aquellos que todavía no han tenido suficiente de pingüinos, aunque en realidad esta es la segunda cinta animada protagonizada por estas simpáticas aves, luego de Happy Feet (Miller-Coleman, 2006), sobre un pingüinito bailarín que no podía tener quietas sus patas.

Si hay algo nuevo en Surf’s Up, dirigida por Ash Brannon (director de Toy Story 2) y Chris Buck (director de la cinta animada Tarzan/1999, de la Disney) es que la trama no está ambientada en el polo sur, hogar de los pingüinos, sino en una soleada playa de la isla Pen Gu, en donde viven relajada y despreocupadamente muchos pingüinos surfistas, preparándose para participar en una famosa competencia. Ahí llegará un joven pingüino, Cody (voz de Shia LaBeauf), para probar sus habilidades como surfista, inspirado por su gran ídolo, Big Z (voz de Jeff Bridges), de los más grandes pingüinos surfistas que hayan desafiado a las olas, y que desapareció del panorama sin que nadie sepa qué fue de él.

Olvidé decir, que el formato en el que está narrada la historia de Cody es el de un documental deportivo, todo en tono paródico con imágenes “de archivo” de Big Z en sus mejores años, entrevistas a la madre y hermano de Cody (su padre fue devorado por una orca), confesiones del mismo Cody respondiendo sobre sus miedos e ilusiones, que se pueden resumir en una sola: ser algún día como Big Z. Acompañado por un pollo, Joe (voz de Jon Heder), Cody llegará a la playa para ver que las olas del polo sur donde practicaba, no son nada comparadas con los verdaderos tsunamis a los que se enfrentará en la competencia, sin mucho éxito al principio. Auxiliado por una atractiva pingüinita salvavidas, Lany (voz de Zooey Deschanel), Cody entrará en contacto con un gordo y flojazo pingüino, Geek, quien tal vez pueda ayudarlo a entrenar para la etapa más dura de la competencia.

Si bien no estamos ante una gran historia (la clásica trama del maestro experimentado, que adopta un alumno talentoso pero inmaduro), la película es un buen derroche de parafernalia técnica. En primer lugar, vale destacar aspectos estupendos del filme, como el mar y las olas, muy reales y cuidados hasta el mínimo detalle (la espuma y los brillos del agua), y en segundo lugar está la manera tan realista de generar movimientos de cámara al estilo de una inquieta cámara documental, logro técnico de los realizadores, quienes precisamente crearon una cámara portátil especial para conseguir esos movimientos nerviosos en pantalla.

Sin embargo, es una pena que lo que se logra en técnica en Surf’s Up, no sea igual para el guión, escrito por Don Rhymer, Ash Brannon, Chris Buck y Christopher Jenkins, ya que tenemos en sí una película no muy divertida y sin gags memorables, sin personajes que nos atrapen. Ni la subtrama de Joe el Pollo y su encuentro con unos pingüinos “caníbales” en la isla, es lo suficiente graciosa. En resumen, Surf’s Up es una cinta que luce más preocupada por su aspecto técnico que por su historia, además de ser de lo más dispareja. Creo que uno de los personajes más interesantes acaba siendo Joe, ya que si hay una lección que deberá aprender Cody es a relajarse y no tomarse muy en serio, cosa que lleva a la perfección el despreocupado pollo.

DVD: LE PLACARD * * * 1/2

En El Clóset (Le Placard, Francia, 2001), del director Francis Veber, tenemos una premisa sobre los riesgos laborales relacionado con las orientaciones sexuales. En esta ingeniosa y muy disfrutable comedia, el típico Francois Pignon (Daniel Auteil,) de todas las comedias de Veber, contador de una empresa fabricante de preservativos, de la noche a la mañana se entera que será despedido. A pesar de sus grandes esfuerzos, Pignon no logra ganarse la simpatía de sus compañeros de trabajo. Por si fuera poco, su esposa lo dejó y su único hijo no le hace el más mínimo caso.

Una noche, a Pignon le pasará por la cabeza poner fin a sus días, hasta que conozca a su vecino nuevo (Michel Aumont), psicólogo empresarial retirado y que, al enterarse de las desgracias de Pignon, le aconseja poner en práctica una estrategia fuera de lo común: fingir ser homosexual ante sus jefes, para evitar ser despedido. Félix (un gordazo Gérard Depardieu), uno de los ejecutivos, "macho” hasta la médula, tratará de ganarse la simpatía de Pignon, debido a que su machismo homofóbico ha puesto en riesgo su trabajo en la empresa. Lo que seguirá después serán una serie de enredos y situaciones cómicas, las cuales, aunque riesgosas, beneficiarán personalmente a Pignon.

El Clóset, escrita por el mismo Francis Veber, refleja en tono de comedia los problemas sobre la invasión a la privacidad, los prejuicios morales y sexuales; las injusticias laborales debido a las preferencias sexuales. En ese sentido, el diseño de arte a cargo de Hugues Tissandier, tiene aspectos interesantes: las claras referencias al color azul, dominante en las instalaciones de la empresa (una fábrica de condones), como referencia la masculinidad, tener vidrios como paredes en todas las oficinas, ilustrando así el rompimiento de la privacidad.

Gérard Depardieu, como siempre, está excelente, aunque la mancuerna actoral que forma con Auteuil no llega a soldar del todo; no brillan juntos como deberían, justo cuando el filme se quiere transformar en una buddy-movie, en el giro que tiene el personaje de Santini.

El tono de crítica de El Clóset, en resumidas cuentas, habla también de cómo se vive en un estado de hipocresía en el trabajo, queriendo perjudicar al de a lado, con chismes o lo que sea. La película irónicamente lo representa en esas clásicas fotografías de grupo, que se toman al principio y al final de la misma, con todos los empleados muy “sonrientes” y "contentos" de trabajar juntos. Será que la película enseña que las apariencias engañan.

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