jueves, 27 de octubre de 2011

THE RED SHOES * * * *




Esta película, dirigida por Michael Powell y Emeric Pressburger, está considerada como un clásico. Incluso, Martin Scorsese se dio a la tarea de restaurarla hace unos años, a través de la Film Foundation que preside, siendo reestrenada en Cannes 2009 y, posteriormente, en cines, DVD y Blu-ray. Es un clásico de la cinematografía británica y del cine sobre ballet. Su historia central es muy sencilla, un triángulo sentimental que poco a poco va tomando forma, que empieza desde el momento en que Boris Lermontov (el actor austriaco Anton Walbrook), director de una compañía de danza, conoce a la bella bailarina pelirroja Victoria Page (Moira Shearer). Impactado más por su belleza que por su talento como bailarina, Boris contrata a Victoria, al mismo tiempo que enlista en la compañía a un talentoso compositor musical, Julian Craster (Marius Goring).

Boris encargará a Julian la adaptación de “The Red Shoes”, un cuento de Hans Christian Andersen, o mejor dicho, que  reescriba la música previamente escrita por otro compositor. Aquí es donde arranca esta tragedia romántica. Victoria tendrá el gran reto de acoplarse a la complicada música de Julian. Entre tensos ensayos y discusiones, por una u otra razón, resulta que ambos Victoria y Julian acaban enamorados. El fuerte de la película no es el guión escrito por los mismos realizadores. No hay mucho en la historia que nos avise de un posible enamoramiento. Mientras, la noticia caerá como cubo de agua fría para Boris, quien tomará vengativas medidas contra los enamorados.

La historia no es al final nada extraordinario, con la premisa de la artista dividida entre el amor hacia un hombre y a su carrera artística. El verdadero alcance artístico de The Red Shoes está en los números musicales y de baile. La secuencia que incluye los números musicales del estreno de la obra, según se dice, tomó 6 semanas filmarlas. Dicha secuencia es de un lenguaje visual soberbio y extravagante, lleno de sofisticados efectos especiales fotográficos (fotomontajes, sobreimpresiones, etc.), así como una edición, maquillaje y vestuario magníficos. La película de hecho ganó un Oscar a “Mejor Dirección de Arte” y “Mejor Música”. Algo curioso es que, mientras algunos de los sets lucían baratos y nada dignos de premio alguno, es en los escenarios de la obra donde la película tiene lo mejor en su diseño de producción. Me gustaría ver la versión restaurada y constatarlo.



martes, 25 de octubre de 2011

THE CROSSING GUARD * * * 1/2


Jack Nicholson en "The Crossing Guard" (1995)

El segundo largometraje dirigido y escrito por Sean Penn  (dedicado al escritor  Henry Charles Bukowsky Jr., su gran amigo) es una película sobre el duelo que viven unos padres por la muerte de su hija. Sin embargo, cada uno lo vive por su lado al estar divorciados, y cada uno lo vive a su manera. Al estar protagonizada por Jack Nicholson y Anjelica Huston, quienes interpretan a esta expareja, la premisa tiene un realismo más directo y contundente. Sus discusiones se sienten y se respiran. Cuando ambos tienen una plática en un restaurante, sus miradas se cruzan, las lágrimas de ella son auténticas, mientras se reprochan uno a otro los errores del pasado. Mary se ha casado por segunda ocasión, mientras Freddy, dueño de una joyería, lleva una vida nocturna relajada, viendo espectáculos de strippers y, ocasionalmente, acostándose con ellas. El responsable de la muerte de su hija, John (David Morse), por atropellamiento accidental, ha cumplido su condena de 5 años en la cárcel y ha salido libre.

Freddy se ha propuesto algo: asesinar al tipo que mató a su hija. En su narración, Sean Penn desea establecer un marcado contraste entre ambos personajes. El expresidiario trata de llevar una vida normal, ganarse la vida honradamente e, incluso, encontrar el amor en una guapa rubia (Robin Wright, futura esposa de Penn en aquella época). Mientras, Freddy lleva una vida decadente y sus intentos de asesinar a John son fallidos, casi patéticos y risibles. La persecución final, es como la cacería de un viejo lobo en contra de una presa indefensa. John lleva su propia carga, un sentimiento de culpa que no lo deja vivir ni amar. El guión de Penn no es muy consistente, cae a veces en el letargo. Aunque la actuación de Nicholson es magnífica, su personaje se pierde en una historia demasiado débil, en una película tan sólo “de momentos”. Momentos, no sólo entre Nicholson y Huston, sino entre el primero y David Morse.

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