jueves, 23 de julio de 2015

THE BABADOOK * * * *

Noah Wiseman y Essie Davis. 
The Babadook es la respuesta australiana a filmes de terror paranormal, protagonizados por niños aterrorizados de irse a dormir con la luz apagada, la puerta cerrada, y sin revisar dos veces que todo esté en orden debajo de su cama. No vaya a ser que haya un monstruo oculto en el clóset, o una presencia fantasmagórica oculta debajo del colchón. No suena como algo de lo más original, pero qué importa.   La película dirigida y escrita por Jennifer Kent hace que nuestra sangre se congele y se nos erice el cabello la mayor parte del tiempo. ¿Qué puede ser más aterrador para un niño que ver a su mamá poseída por una fuerza demoniaca e intentar matarlo? Babadook es una reinvención del relato contado por Stephen King en "The Shining". 

No suena como tu primera elección para ver una película un domingo en la tarde, acompañado de tu familia. Pero dale una oportunidad. No es para los débiles de corazón, ni para los que hayan disfrutado de niños escuchar una melodiosa voz materna contarnos cuentos de hadas antes de dormir. Noah Wiseman es una revelación, quien interpreta al pequeño protagonista, Samuel.  El niño sabe cómo expresar verdadero y auténtico terror en su inocente rostro, al grado de resultar perturbador. Samuel es un niño tímido, que prefiere retraerse y perderse en su propio mundo, el de la magia. Su pasatiempo es practicar trucos y construir armas con todo lo que tenga a su alcance. Su mamá (Essie Davis, magnífica) sigue sobrellevando la muerte de su marido en un accidente automovilístico, justo cuando la llevaba al hospital para tener a Samuel. Tiene una difícil relación con su hermana, y no tiene idea de cómo lidiar con el comportamiento excéntrico del niño. 

Cuando pida a su mamá que le lea un macabro y extraño libro infantil sobre el Babadook del título,  Samuel dirá a adiós a sus noches tranquilas. Será el detonante para que un espíritu maligno sea invocado, y venga a atormentarlo día y noche. La película es de una simpleza sorprendente. Noah  Wiseman y Essie Davis acaban siendo las únicas dos fuerzas imparables en la historia, que aunque puede sonar como el clásico relato de el-coco-te-viene-a-comer, los niveles de tenebrosidad van creciendo, usando simples y efectivos sustos, entrelazando suspenso paranormal con horror, canalizando además una que otra historia sobre posesiones demoniacas. Samuel es el pequeño gran héroe en toda la película. La secuencia climática acaba siendo tan conmovedora, que no es de sorprender se te haga un nudo en la garganta. 

lunes, 20 de julio de 2015

BOYHOOD * * * * *


COMO AMIGOS ENTRAÑABLES
Ellar Coltrane y Ethan Hawke.
¡Ay, cómo duele crecer! Boyhood cuenta una historia que todos y cada uno de nosotros conocemos. ¿Por qué? Porque es una que trata sobre el difícil, arduo, y doloroso camino de madurar, por el que todos pasamos queramos o no. Pasamos de la niñez a la adolescencia de manera complicada, y una vez que sobrevivimos eso, nos convertimos en adultos, y tenemos que escoger un camino. Richard Linklater ha hecho la que es quizás su mejor película hasta el momento, precisamente, la más "madura" y más inteligente. Es un experimento fílmico que parece casi contado en tiempo real, una cruza entre un registro documental y una dramatización, filmada ambiciosamente durante 12 años. Boyhood es una disección de lo que es la infancia, sin las estupideces o medias tintas que puede haber en una típica película de Hollywood. El trabajo de edición no debió de ser cualquier cosa de hacer, el condensar 12 años de filmación en casi 3 horas de metraje. En dicho tiempo, atestiguamos de primera mano el crecimiento, la evolución y cambios físicos -kilos de más unos, kilos de menos otros- de todo su reparto principal. 

De principio a fin vemos a los mismos actores, nadie sustituye a alguno entre una etapa y otra. Ellar Coltrane interpreta a Mason, el protagonista principal. Por cierto, el chico será una cara no muy conocida -mucho mejor para los propósitos del filme- pero es toda una revelación. Mason es un  niño tranquilo, sensible, y con alma de artista. Vive con su inestable mamá (Patricia Arquette, resurgiendo con todo el potencial de una actriz que nos ha sorprendido en el pasado con excelentes actuaciones), y su hermana mayor (Lorelei Linklater, hija del mismo Richard Linklater, y de hecho, nacida en México). Por más que lo intenta, el pobre Mason no puede llevar una infancia normal, luchando contra la corriente mientras se muda de un lugar a otro, mirando cómo su mamá va de un matrimonio fracasado a otro. 

A pesar de vivir separado de la familia, el papá (Ethan Hawke, colaborador más que habitual de Linklater) tiene una relación estrecha con los chicos, casi de amigos, en donde ambas partes parecen hablar el mismo idioma. ¿Será porque el padre es como un alma errante adolescente, sin poder sentar cabeza? Como sea, padre y chicos tienen una sólida comunicación, la cual surge entre ellos de manera natural. La platica que el papá tiene con la hija sobre protegerse y prevenir un embarazo es única, graciosa, y de una espontaneidad impresionante. 

Luego, Mason se transforma en un adolescente, y en un rato en un joven a punto de irse a la universidad y perseguir su sueño de ser un artista. En  tanto, sufre y padece los errores de su madre. Pero también somos testigos de la evolución y maduración del papá, de la mamá y de la hermana. La maduración nunca termina para ninguno, es cíclica. En el filme de Linklater, a todos les toca su parte. Por eso, Boyhood es una de las películas más inteligentes del año pasado, sabe tratar los temas de la  niñez, la maternidad, y la paternidad, con sensibilidad, humor, sin velos y con una intención realista. La manera en que los personajes dialogan, es casi como un largo ejercicio de improvisación. Creemos en ellos, en la autenticidad que transmiten; nos interesan, nos importan, empatizamos con ellos. Nos  vemos reflejados de una u otra manera en sus rostros. El trabajo de Linklater es magnífico, no nada más por las increíbles actuaciones de su reparto, sino por la genialidad de su guión, el cual casi alcanza la perfección. 

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