sábado, 4 de agosto de 2007

EN CARTELERA: L'EQUIPIER * * *

En medio del océano se erige orgulloso un simple faro, lugar en el que los protagonistas de El Extraño (L’Equipier, Francia, 2004) se aislan del mundo por muchos días, para mantenerlo funcionando lo mejor posible. El faro de este filme, está sostenido por un islote minúsculo, al que sólo puede accederse haciendo, literalmente, acrobacias por una cuerda, sostenida de un barco.

El Extraño (qué título tan malo en castellano, la verdad sea dicha), cuyo título original en francés se podría traducir como “el miembro del equipo”, está dirigida por el realizador Phillipe Loiret (Mademoiselle/2001), y es un filme tan sencillo como el mentado faro, con buenos efectos especiales, cuya historia arranca con la llegada de un modesto hombre a la isla bretona de Ouessant, para desencadenar así un relato sensible y costumbrista, no exento de cierta carga crítica, sobre los tradicionalismos de aquella región, en la que no se dejará ocultar la xenofobia de muchos de sus habitantes.

Serán los recuerdos de una madura mujer los detonantes de un largo flash-back, que retrocede treinta años atrás para hacer memoria de la vida familiar en su querida casa de la isla, antes de que su sobrina se decida a venderla. En la casa habita el matrimonio Le Guen, formado por el estricto y disciplinado Yvon (Phillipe Torreton, eficiente como siempre), el guardafaro oficial, y Mabe (la guapa y gran actriz Sandrine Bonnaire). Un buen día llega Antoine (Gregory Derangère), un joven e impasible relojero con una perpetua sonrisa en el rostro, para trabajar como asistente de Yvon en el faro.

Sin embargo, no será fácil que el seco y malhumorado Yvon acepte la compañía de Antoine, ya que no considera que el fuereño sea apto para las arduas labores en el faro y, por si fuera poco, piensa que la compañía de un gato es más que suficiente, animal que servirá a veces para unirlos y sembrar un ambiente de amistad entre ellos.

En efecto, la trama se desarrollará la mayoría del tiempo dentro del faro, lugar en el que habrá momentos tan cómicos como dramáticos, en especial, por las duras tormentas que deberán afrontar. Serán dos tipos de tormentas, las del mar y las del carácter de Yvon, magníficamente interpretado por Phillipe Torreton. En tanto, Antoine debe soportar el rechazo de los habitantes del pueblo, quienes creen que debería regresar de donde vino, en lugar, según ellos, de tratar de ocupar el lugar de Yvon en el faro, al tiempo que irá interesándose demasiado en la atractiva Mabe.

L’Equipier acaba siendo un melodrama romántico entretenido, con escenas impresionantes como la de la tormenta. Al final, es la parte que se desarrolla en el faro la más interesante de todo el filme, en la compleja y simpática amistad que va surgiendo entre Yvon y Antoine, y no tanto la previsible y blanda historia romántica alterna que irá apareciendo, la cual nunca toma forma del todo.

++ El director Phillipe Loiret confesó a un servidor durante una entrevista, que nunca echó mano de efectos especiales para recrear la impresionante tormenta, siendo todo producto de la naturaleza. En lo personal, no le creí mucho.

LIBROS: FLAGS OF OUR FATHERS

El libro “Flags of Our Fathers” (Banderas de Nuestros Padres), escrito por James Bradley y Ron Powers, es un homenaje del primero a su padre, John Bradley, un soldado paramédico que en febrero de 1945, luchó en la Isla japonesa de Iwo Jima, y que por azares del destino fue fotografiado izando la bandera estadounidense, junto a otros 5 compañeros, en el monte Suribachi. Dicho momento fue inmortalizado por el fotógrafo Joe Rosenthal en la célebre fotografía “Iwo Jima”, imagen que luego de circular en los principales diarios, fue adoptada por la gente como un símbolo del triunfo, la fortaleza y, lo más importante, el esfuerzo de los soldados en la Guerra del Pacífico.

Clint Eastwood adaptó el libro en el filme homónimo (titulado en México “La Conquista del Honor”), y lo que básicamente hizo fue una dramatización de lo que en realidad es un muy completo libro documental, que rescata episodios de suma crudeza y valiosos testimonios de jóvenes soldados que pelearon en la isla. Toda es información de primera mano, recopilada por James Bradley de parte de su padre, el cual en su vejez se mostró siempre renuente a contarle sus días de lucha en Iwo Jima, a lo que se sumaron noches de insomnio, depresión y estrés, cada vez que pasaban por su cabeza los recuerdos de la batalla que sostuvieron contra el ejército japonés.

El libro, con todo y su rigor documental, que incluye interesantes fotografías de los verdaderos protagonistas de la fotografía, es una conmovedora visión sobre cómo las familias de los soldados vieron con resignación a sus hijos marchar a la guerra, asumiendo éstos el hecho de que quizás no iban a volver y encontrarían la muerte en la isla. Leemos testimonios de madres, quienes por mucho tiempo no tuvieron noticias de sus hijos, y que esperanzadas se sostenían ciegamente a la idea que tal vez seguían vivos.

Pero si el libro tiene un propósito primordial, es el de hacer un análisis sobre los alcances simbólicos y políticos que puede tener una fotografía como la de “Iwo Jima”, la cual se convirtió en un medio propagandístico para que el gobierno, a través de su comercialización en estampillas postales y demás medios, consiguiera bonos para seguir manteniendo la guerra en el Pacífico. Y en ese sentido, la fotografía de Rosenthal fue una imagen que se prestó para todo tipo de manipulaciones políticas por parte del gobierno, haciendo que los tres sobrevivientes, John Bradley, Ira Hayes, de origen indio Pima, y Rene Gagnon, de los seis soldados que aparecían en la foto, hicieran una gira por Estados Unidos para vender una idea de heroísmo con la que nunca se sintieron cómodos. Para ellos, fue estar en un momento en que ayudaron a los demás a izar la bandera, cosa que de todas formas sirvió también para que muchos criticaran la imagen de Rosenthal, argumentando que estaba escenificada.

Hay relatos sangrientos, de suma violencia, en la que quizás sea la descripción más inquietante sobre la tortura y muerte del soldado Ralph “Iggy” Ignatowski (interpretado en el filme por Jamie Bell), que Clint Eastwood dejó de lado en el filme, pero que para Bradley queda como la muerte más salvaje que un joven soldado puede tener en el campo de batalla, con un chico que, entre otras cosas, acabó sin una sola uña en sus manos y el cráneo destrozado.

Algo deja claro Bradley en su libro (que por fortuna Clint Eastwood también lo refleja en el filme), y es que más haya de ser o no héroes idealizados de guerra, los chicos de la fotografía de Iwo Jima acabaron emocionalmente torturados de por vida, sufriendo estrés post-traumático, víctimas del alcoholismo como Ira Hayes, muerto en circunstancias misteriosas en una granja donde trabajó; ataques de ansiedad como John Bradley, y en general, una sensación de vacío y frustración por sentir que mientras recibían trato de celebridades, sus demás compañeros seguían muriendo en una isla que servía de paso para invadir Japón.

CINE ANIMADO: HAPPILY N'EVER AFTER * 1/2

Si algo deja patente el filme animado Érase una Vez... un cuento al Revés (Happily N’Ever After, E.U.-Alemania, 2007), es que ya no es suficiente presumir una buena manufactura visual, sino que es importante un buen guión y personajes interesantes, para que al menos tengamos una película rescatable, visible y entretenida para chicos y grandes.

Dirigida por Paul J. Bolger e Yvette Kaplan, el primero debutando en la dirección y con un buen trayecto en el género, como asistente de animación y diseñador de personajes en películas como “Todos Los Perros van al Cielo”, y la segunda una experimentada directora de series animadas para televisión (Beavis y Butthead de la MTV), Érase una Vez... es una pequeña producción con un sencillo acabado visual, más cercano al de una teleserie animada, que desafortunadamente desperdicia varias buenas ideas argumentales, por insistir en crear una película paródica de los cuentos de hadas al estilo Shreck. Es decir, nada de originalidad de por medio.

Todo se queda a medias en el guión escrito por Douglas Langdale y Robert Moreland: un burdo intento de parodiar el cuento de Cenicienta, sin el ingenio cómico visto en Shreck, con personajes desperdiciados y escasos gags memorables. La historia es casi la que todos conocemos: Ella (voz de Sarah Michelle Gellar) sufre los maltratados de su madrastra, Frieda (voz de Sigourney Weaver), villana escultural y de mucha “pechonalidad”, y de sus dos hermanastras. Ella está enamorada del inútil príncipe del reino de Cuentilandia, el cual ha organizado un baile al que Ella quiere asistir. Su sueño se cumplirá, gracias a la ayuda de su Hada Madrina con Alzheimer.

Los problemas comienzan cuando un par de torpes aprendices de magia, un jabalí y un gato (al menos eso parecen), al servicio de un mago tipo Merlín, pierdan el cetro mágico que controla el equilibrio entre el bien y el mal de los cuentos de hadas, cuando Frieda tome el mando al ver que Ella ha captado la atención del príncipe. Frieda, de paso, hará que el mal triunfe en todos los demás cuentos. Ella y Rick (voz de Freddie Prinze Jr.) lucharán contra los principales villanos de los cuentos (lobos, trolls, brujas, etc), antes de que sea el fin de Cuentilandia.

Suena interesante, pero el caso es que el filme acaba siendo aburrido pasada la primera media hora. El mentado gato y el jabalí jamás logran ser los graciosos personajes que tratan de ser, hay villanos atractivos (ese trío de lobos) pero inmóviles, flojos y sin mucho qué hacer en la historia, así como un montón más de personajes, que se quedan por igual en la banca. El guión es caótico, con buenas ideas pero que no se desarrollan ni explotan debidamente, como ver a los enanos de Blancanieves tener un cuartel secreto, con armas ocultas. Me agradó la idea de ver unas brujas en escobas motorizadas, pero son olvidables.

Si hay un personaje que se roba la película, es la atractiva Frieda, no tanto por sus bien delineados trazos, sino porque es el ser más convincente en la historia, y que parece saber lo que hace hasta el final.

viernes, 3 de agosto de 2007

DVD: MIRRORMASK * * * 1/2

Si nos pusiéramos a enumerar los filmes que han tomado como referencia el maravilloso y muy complejo relato infantil de Michael Ende, “La Historia Sin Fin”, no nos alcanzaría este espacio para hacer apenas un somero listado. La Máscara de Cristal (MirrorMask, Reino Unido-E.U., 2005), es el último filme lleno de referencias al mencionado libro de Ende, pero algo que no se puede negar es que lo hace de una forma original, dentro de su propio universo (el de los sueños) y sin caer en el plagio descarado.

Dirigida y -algo muy curioso- diseñada por el ilustrador Dave McKean, MirrorMask pasó con mucho éxito en el pasado Festival de Sitges 2005, dentro de la selección Oficial de Largometrajes. Lo que también puede adivinarse al disfrutar cada uno de los escenarios digitales, personajes de carne y hueso y las criaturas animadas (creadas por el taller de Jim Henson), es que una de las referencias visuales importantes ha sido el colorido y fantástico mundo visual del Cirque Du Soleil, además de que conforme avanza la historia apostaríamos que los pintores catalanes Dalí y Remedios Varo, si vivieran, podrían haber estado detrás del diseño visual del filme.

El resultado visual es impresionante, con todos los escenarios de ese mundo onírico creado por la protagonista, Helena (Stephanie Leonidas), talentosa dibujante de 20 años, generados digitalmente y con la técnica del green-screen (los actores situados frente a pantallas verdes que luego serán sustituidas por fondos digitales). La chica no lleva una buena relación con su madre (Gina Mckee), que lleva a duras penas un circo junto a su esposo, fungiendo desde taquillera hasta acróbata, territorio en el que Helena se muestra renuente a participar, para no involucrarse en el que llama el “sueño de su padre”.

La lección vital no se dejará esperar para Helena, cuando su madre caiga enferma y tenga que ser hospitalizada, mientras el circo se encuentra a punto de quebrar. Como un reflejo freudiano de toda su vida y problemas, Helena vivirá una aventura dentro de un sueño, en un mundo regido por una reina buena y otra mala (ambas la viva imagen de la madre), cada una reinando una tierra de luz y otra de sombras, este último poder a punto de devorarlo todo. La reina blanca está enferma bajo un sueño profundo y necesita de un hechizo para salvarse, que nuestra protagonista deberá encontrar siguiendo varias pistas.

Nada nuevo bajo el sol, es verdad, pero en la película, una verdadera joya de animación digital, además de impresionarnos sin estar generada con la poderosa tecnología de Hollywood, logra además conmovernos con su buena historia de reconciliación entre una madre y su hija.

CINE INÉDITO: CRÓNICA DE UNA FUGA * * * *

La segunda edición del Festival de Cine Argentino 2006, en la Ciudad de México, fue una enorme muestra que aglutinó lo mejor del más reciente cine proveniente del país sudamericano. Para quien esto escribe, al menos, el cine argentino es con toda seguridad el mejor de Latinoamérica, el que ha sabido tener una visión comercial, al unir estratégicamente fuerzas principalmente con España, en coproducciones que en el país ibérico encabezan las carteleras comerciales

A pesar de esfuerzos como el del Festival de Cine Argentino, aún falta para que el cine de este país sudamericano se posicione en las carteleras comerciales mexicanas. Es un buen paso el reciente estreno de Crónica de una Fuga, que además de Argentina, tan sólo se ha estrenado en unos cuantos países como Francia y Canadá, además de México. A lo largo de este año, Crónica de una Fuga (conocida también con el título de “Buenos Aires 1977”), ha ido pisando discretamente varios festivales, pero ganándose la admiración de la crítica por la denuncia que hace a la tortura practicada durante el régimen militar, en la llamada “Guerra Sucia” iniciada en 1976, con el golpe de estado a la vicepresidenta Isabel Martínez de Perón, en la que decenas de jóvenes contrarios al régimen militar fueron secuestrados y torturados, por las fuerzas policiacas de élite.

La película se exhibió durante el pasado Festival de Cine de Morelia en México, así como en la edición número 50 del reciente Festival de Cine de Londres, a finales de octubre del 2006, cosechando buenas críticas entre el público. Reciente filme del joven realizador uruguayo Israel Adrián Caetano (Un Oso Rojo, 18-j, Después del Mar), Crónica de una Fuga (Argentina, 2006) es una de sus mayores obras hasta el momento, junto a su magnífica crónica juvenil vista en su filme más famoso internacionalmente hablando, Pizza, Birra, Fasso (1998). Ahora, Caetano ha decidido dar un paso crucial al tocar en la película un tema espinoso, como el del régimen militar en Argentina durante los años 1970, que no culminaría sino hasta 1983.

Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes de este año, Crónica de una Fuga se aleja del fuerte alegato político, para ofrecer un inquietante relato de supervivencia, que hace honor a la fuerza que un joven futbolista tuvo que demostrar durante su secuestro por parte de las fuerzas policiacas del régimen, interpretado de manera portentosa por un delgado Rodrigo de la Serna (el Alberto Granados de “Diarios de Motocicleta”). Claudio Tamburrini, arquero del equipo del Magro, pasó cerca de cuatro meses secuestrado en una residencia de las afueras de Buenos Aires, acusado de conspirar en contra del gobierno y pertenecer a una guerrilla revolucionaria comunista.

Emparentada temáticamente con otro memorable filme argentino, Garage Olimpo (Bechis, 1999), la mayor parte de Crónica de una Fuga se desarrolla dentro de la residencia (hoy desaparecida), un claustrofóbico escenario en el que Caetano muestra una gran facilidad para la puesta en escena, así como de un gran dominio en la dirección de todo su reparto, en el que destaca por igual la gélida presencia del actor Pablo Echarri, como el jefe de policia encargado de dirigir las torturas a las que someterá a Claudio y a otros jóvenes secuestrados, algunos en verdad combatientes del régimen.

Basada en el libro escrito por el mismo Claudio Tamburrini, “Pase Libre”, en el que cuenta con detalle esta experiencia ocurrida en 1977, y adaptada por el mismo Caetano, Esteban Student y Julián Loyola, lo realmente importante en la cinta no es tanto el tono político o el construir un thriller político. Más bien, Caetano se ha preocupado más por los personajes y sus propias problemáticas, en exponer con detalle la metódica y torturante maquinaria de la policia; en ir construyendo con sumo cuidado y sin prisas las emociones de Claudio y sus otros compañeros secuestrados: del pánico de saberse inocente y no poder desmentir las acusaciones de las que era objeto, a la fortaleza mental y física cuando, afeitado de la cabeza y desnudo, decide finalmente huir junto a otros cinco jóvenes una noche.

En ese sentido, la fuga no será el centro del argumento (ocurre al final y les toma unas cuantas horas planearlo y decidirse), sino la manera en que Claudio, cuya vida era el fútbol sin importarle para nada la política, decidió “hacer equipo” con sus más “políticos” compañeros, olvidarse de sus diferencias y escapar, desnudos, en medio de la noche, representando así el simbólico “renacer” hacia una nueva vida. “La política es un asco”, dirá el padre de uno de los jóvenes, hacia las últimas escenas en las que nosotros, con un respiro de alivio, vemos como cada uno terminó libre, exiliados algunos en Europa, pero eso sí, alejados de la política. Bien por ellos.
++ Sin fecha de estreno en España.

jueves, 2 de agosto de 2007

EL HOLLYWOOD DE AYER: ON THE TOWN * * * *

Existe en el gran musical de la MGM, On The Town (Estados Unidos, 1949) una curiosa correspondencia entre los claros propósitos que tuvo su realización en la época de la post-guerra, y el espíritu festivo y optimista que se vivió en Nueva York luego de los atentados terroristas del 11-S del 2001.

Dirigida por Gene Kelly y Stanley Donen (el primero un prodigio del baile, el segundo un maestro en la realización de musicales), On The Town era un divertido y encantador himno a la ciudad más grande y cosmopolita de los E.U., Nueva York, que intentaba ante todo demostrar la alegría y esperanza que vivía en el alma de los estadounidenses, cuatro años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial.

No podía haber un inicio más emblemático en la película, con sus tres personajes protagónicos, los infantes de marina Gabey (Gene Kelly), Chip (Frank Sinatra) y Ozzie (Jules Munshin), bajando de su acorazado recién llegado a puerto, felices y cantando el estupendo tema “New York, New York”, junto a un obrero del astillero haciendo segunda voz.

El objetivo de los tres marinos será conocer toda la ciudad en escasas 24 horas, y viéndolo frívolamente, el filme no era más que un tour turístico por los mayores atractivos de la Gran Manzana, desde Central Park, pasando por Broadway, Picadilly Circus, hasta el Museo Metropolitano y el mirador del Empire State, pero haciéndolo a través de las travesuras y entusiasmo de los tres amigos marinos. Juntos los tres actores irradiaban una química irresistible, era por demás atractiva.

“¡Mira, una mujer taxista, pero si ya ha terminado la guerra!” dirá sorprendido Chip al descubrir a quien será su inseparable pareja, 1a guapa taxista Hildy (Betty Harrett). De hecho, si uno lo analiza más a fondo, el encanto de los personajes de Kelly, Sinatra y Munshin radicaba en su inocencia casi infantil, ante la vista de todo lo que les rodeaba, como tres adolescentes llegando de un larguísimo viaje de casi 40 años, sorprendiéndose de la modernidad y crecimiento de la ciudad, sin conocer sus nuevos edificios y monumentos. Chip, en especial, quien en uno de los más entretenidos y originales números musicales dentro del taxi, entre enfrenada y enfrenada, será regañado por Hildy al guiarse el marino por una antigua guía turística de 1905.

Alternando locaciones reales con multiples sets que reproducen las calles de la ciudad, la trama de las aventuras y desventuras de los marinos tenía como centro el enamoramiento a primera vista de Gabey, por una aspirante a artista, Ivy (Vera-Ellen), a quien descubre en un cartel como la “Miss Metro del Mes”. Los tres chicos ligaban al instante a sus respectivas parejas, incluyendo Ozzie, que conoce a su pareja, Claire (la magnífica bailarina y cantante Ann Miller, de Desfile de Pascua/1948, y Bésame Kate/1953), una estudiante de paleontología, en el Museo Arqueológico, número musical simpático en el que un inmenso esqueleto de brontosaurio acababa deshecho.

Hacia la parte final, un entristecido Gabey, caminando por las calles, dará pie al auto homenaje que se hace a la obra de Broadway adaptada aquí, escrita originalmente por Betty Comden, Adolph Green (ambos fungen como guionistas) y Jerome Robbins. On The Town no daba pie a mostrar la cara cruda o desagradable de Nueva York, y apostaba por mostrar su lado más jovial y romántico (las escenas en el mirador del rascacielos son de antología), lugar en donde incluso los policias, a punto de arrestar a los marinos y a sus novias, podían conmoverse y llorar (¡vaya, hasta perdonar!), al escuchar las frustraciones de una pobre aspirante a bailarina que trabaja en Picadilly Circus haciendo bailes de cuarta categoría.

CINE ANIMADO: WHAT'S OPERA DOC? * * * * *

Bugs Bunny cabalgando despreocupadamente en un caballo gordo, y disfrazado de diosa en su papel de Brunilda, mientras Elmer, disfrazado como Sigfrido, lo mira como si estuviera ante su más grande sueño materializado. Esta es tan solo una pequeña descripción del momento más cómico deL corto animado “What’s Opera Doc?”, una parodia de la ópera de Wagner, “El Anillo del Nibelungo”, compuesta en 4 partes y que en este corto de la Warner se condensan en una mínima duración, para así adaptarla a las eternas persecuciones entre el cazador Elmer y el conejo Bugs.

El corto fue dirigido en 1957 por Chuck Jones, y la animación estuvo a cargo de Ken Harris, Abe Levitow y Richard Thompson. “What’s Opera Doc?” abre con Elmer gritando “¡Kill the Wabbit!, ¡Kill the Wabbit!”, mientras amenaza con su lanza la madriguera de Bugs Bunny, al compás de la famosa apertura en tono heroico.

La intención estética de Chuck Jones fue hacer también una ambientación inspirada en el expresionismo alemán. Continuamente, Jones y su equipo de animadores insistirán en resaltar la geométrica sombra de Elmer, como el semidios Sigfrido, un engañoso efecto que lo hará ver más grande de lo que es.

En la propuesta estética está uno de los más grandes alcances artísticos de “What’s Opera Doc?”, y en su excelente musicalización, dirigida y supervisada por Milt Franklin, músico habitual de los cortos animados de la Warner. Por otro lado, las caracterizaciones de los personajes son otro de los puntos a favor de “What’s Opera Doc?”. Elmer vestido con su casco y armadura mágicos, que apenas le quedan, y en el acostumbrado travestismo de Bugs Bunny, aquí en una indumentaria rosa, trenzas rubias y un casco plateado.

Vemos también, como siempre, la comiquísima interacción entre estos personajes. El corto cierra con la escena de la trágica muerte que finge Bugs, mientras Sigfrido-Elmer lo mira entristecido, teniendo de fondo grandes y “expresionistas” formaciones rocosas, para después subirlo por una larga escalera a que los dioses le concedan el favor de resucitarlo, mientras de fondo suena el aria final de la ópera.

“What’s Opera Doc?” es uno de los cortos más memorables y logrados de la casa Warner y sus Looney Tunes, en el que la comicidad paródica se mezclaba con una propuesta artística y sonora muy afortunada, con Bugs Bunny y Elmer, como siempre, adaptándose a todo lo que sus creadores quisieran.

miércoles, 1 de agosto de 2007

DVD: BLOOD DIAMOND * * * 1/2

De las dos actuaciones por las que Leonardo Di Caprio estuvo compitiendo para obtener la nominación al Oscar, su trabajo en Los Infiltrados y la que nos toca ver ahora en Diamante de Sangre (Blood Diamond, E.U., 2006), debo decir que la que menos me agradó fue esta última, sin que necesariamente por eso sea mala. Aun así, resultó ser la elegida para competir en la categoría de Mejor Actor.

Diamante de Sangre es una denuncia hacia la violenta explotación de la vulnerable población de Sierra Leona, en África, por el lucrativo negocio de los diamantes, dirigida por Edward Zwick (Gloria, El Último Samurai) y apoyada por la UNICEF. La historia cuenta cómo Solomon Vandy (Djimon Hounsou, genial), un humilde pescador, es separado de su familia y hecho prisionero por unos guerrilleros, para trabajar en la recolección de diamantes. Sus problemas comienzan cuando se le ocurre robar y ocultar un diamante rosado, su única salvación si quiere volver a ver a su familia, teniendo que hacer trato con Danny Archer (Di Caprio), un frío y calculador traficante de diamantes: Solomon deberá indicarle dónde está el diamante, a cambio de que Archer le ayude a encontrar a su familia desaparecida.

Solomon y Archer emprenderán la aventura junto a una reportera norteamericana (preciosa Jennifer Connelly), está última buscando escribir una historia sobre el tráfico de diamantes.

El propósito del filme, escrito por Charles Leavitt, está claro: mostrar las sangrientas consecuencias del tráfico de diamantes en el tercer mundo, en la que la última cadena beneficiada será un puñado de banqueros del primer mundo (un banco en Londres), así como criticar el absurdo derramamiento de sangre para que una piedrita -que vale millones de dólares- acabe encerrada en una bóveda bancaria, desatándose además una guerra civil, en la que los niños, con el cerebro lavado, participan como jóvenes guerrilleros y máquinas de matar.

No hay duda que Zwick es un gran creador de espectáculos. Diamante de Sangre será, más que nada, una cinta de acción y aventuras palomera, que nunca aburre, con un final en el que Di Caprio muestra el porqué se echó al bolsillo a los miembros de la Academia. Sin embargo, parece que el tema sobre la violencia y muerte en torno a un diamante, no fue más que un pretexto para que Zwick se luciera con las estridentes escenas de acción, llenas de explosiones, balazos y demás efectos especiales.

++ La cinta ha dado a Leonardo Di Caprio su tercera nominación al Oscar en su carrera (las anteriores fueron ¿Quién Ama a Gilbert Grape?/1993, y El Aviador/2004)

++ Russell Crowe fue considerado para el papel de Danny Archer.

++ Di Caprio se asesoró con un ex mercenario de Sudáfrica para conocer tácticas de rastreo militar.

DVD: FLAGS OF OUR FATHERS * * * *

“Es gracioso lo que puede hacer una fotografía”, sentencia con una distintiva sabiduría el marine Ira Hayes, en algún momento del libro Banderas de Nuestros Padres (1998), uno de los más gráficos, violentos y conmovedores libros escritos en torno a esa “otra guerra”, la del Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial. Banderas de Nuestros Padres es un documento con información de primera mano, escrito por James Bradley y Ron Powers, el primero hijo de uno de los seis soldados que, en febrero de 1945, izaron la bandera estadounidense en el Monte Suribachi, en la isla de Iwo Jima, momento inmortalizado por el fotógrafo Joe Rosenthal.

Banderas de Nuestros Padres (Flags of Our Fathers, E.U., 2006), es la adaptación dramatizada del libro de Bradley y el primer filme bélico de Clint Eastwood, quien animado por Steven Spielberg (quien funge como productor) se apuntó a dirigir esta superproducción, con una gran cantidad de efectos digitales. Algo fuera de lo común para un realizador con el perfil de Eastwood, en clara deuda con el estilo de Spielberg en Salvando al Soldado Ryan (1998), pero que sabe aprovechar y nivelar muy bien todas estas herramientas a su alcance.

La película tiene, nada más en su primera mitad, instantes estremecedores, en ese desembarco que hacen las tropas americanas en las playas de la isla, buscando enfrentarse con el ejército japonés, un enemigo oculto dentro de un sofisticado sistema de túneles subterráneos. Una secuencia espectacular, que supera en dosis de violencia lo que ofrecía Spielberg en su película sobre el “Día D”, para después hacer una perfecta recreación de la imagen de Rosenthal, cuando John Bradley (Ryan Phillippe), paramédico en el campo de batalla, Rene Gagnon (Jesse Bradford) y Ira Hayes (Adam Beache), junto a otros tres compañeros que murieron peleando días después, usando un simple tubo de metal levantaron la bandera en el Suribachi.

Sin embargo, existirá la “otra historia” detrás de la fotografía. En realidad, los soldados estaban izando la bandera por segunda vez, luego de que la primera fuera muy chica. Los tres marines sobrevivientes confesaron que nada más quisieron ayudar a sus compañeros a levantar la bandera, sin que eso los hiciera héroes. El libro es toda una desmitificación de “Iwo Jima”, la fotografía más famosa de la Segunda Guerra Mundial, que a partir de su publicación en un diario se convirtió en un verdadero símbolo sobre la victoria, el esfuerzo y el trabajo en equipo en tiempos de guerra.

La película es un estudio emocional y político sobre los alcances simbólicos que alcanzó la fotografía de Rosenthal (fallecido en agosto del 2006), y el punto fuerte estará en esa gira que Bradley, Gagnon y Hayes llevaron a cabo por todo E.U. para recaudar fondos y seguir manteniendo la guerra en el Pacífico. Todo un juego propagandístico, con el cual los tres soldados jamás se sintieron cómodos, por el mote de héroes de guerra que tuvieron que llevar a cuestas hasta la muerte de cada uno.

“No somos héroes. Lo único que hicimos fue ayudar a nuestros amigos a izar la bandera”, será la constante respuesta que den los tres soldados a los reporteros, línea que Eastwood deja en exclusiva a Ira Hayes en la película, el personaje más complejo y fascinante de la obra de Bradley, un joven indio Pima que mostraba rebeldía e inconformidad en todos los eventos, víctima de un alcoholismo por el estrés postraumático que padeció y lo llevó a morir en los 1950, luego de una vida de ermitaño y de haber caído en la cárcel, el único de los tres que decidió regresar a pelear en el Pacífico.

Desde ediciones en estampillas postales, hasta una monumental escultura en Washington, fue el legado que dejó la famosa fotografía “Iwo Jima”, fenómeno que Eastwood logra plasmar de una forma efectiva en una narración en tres partes, que arranca con un evento en un estadio de baseball, donde se montó toda una escenografía del Suribachi, para que los soldados recrearan aquel momento cumbre. La edición brinca en los tres tiempos, con no pocas dificultades: la época presente, con un John Bradley enfermo y envejecido, dueño de una funeraria, la batalla en la isla de Iwo Jima (filmada en Islandia, ya que Iwo Jima es hoy en día un lugar histórico, casi sagrado), fotografiada con una paleta verdosa y deslavada para imitar un efecto Technicolor, y la gira de los tres chicos. Una edición que transmite muy bien la crisis existencial vivida por estos “soldados desconocidos”.

“Los verdaderos héroes fueron los que murieron allá en batalla”, insistirán de forma concluyente Bradley, Gagnon y Hayes, ante el trato de celebridades que siempre recibieron. Algo en lo que en verdad insiste Eastwood en su filme, es en marcar esa frágil e inocente condición de chicos que fueron a sufrir y morir a Iwo Jima, conscientes de que probablemente no regresarían a su hogar, cosa que para James Bradley (interpretado por Thomas McCarthy) es básico en su libro. “Héroes que no eran más que chicos”, así empieza su libro Bradley, y así concluye Clint su película.


++ La edición especial incluye dos discos, uno con la película y otro con numerosos extras, como una introducción de Clint Eastwood, el guionista Paul Haggis, el autor del libro James Bradley; un documental sobre la creación de los efectos especiales, otro en el que Eastwood y los actores hablan sobre los verdaderos soldados y la reconstrucción del izamiento de la bandera; el trailer cinematográfico, un documental histórico sobre la guerra de Iwo Jima, etc.

domingo, 29 de julio de 2007

LIBROS: THE GOOD GERMAN, DE JOSEPH KANON

Exhibida durante el pasado festival de Berlín, y estrenada en España hace algunos meses, "The Good German", es la adaptación de la novela homónima de Joseph Kanon. Autor de "Los Alamos" y "The Prodigal Spy", Kanon ha conseguido en "The Good German" un entretenido relato ambientado en la bombardeada Berlín de la posguerra, dividida en sectores rusos, norteamericanos y británicos, en la que con frecuencia se dan confrontaciones por estos territorios.

No he podido ver el filme, dirigido por Steven Soderbergh, pero por lo que he podido apreciar, tanto en el trailer como en varias sinopsis, es que hay sustanciales cambios en la historia original, pero aparentemente se ha conservado la esencia original del libro de Kanon: el hambre por el poder corrompe a rusos y norteamericanos por igual, ambos peleando por tener en su poder a ex nazis y utilizarlos para el bien de sus gobiernos, a cambio del perdón por los crímenes de guerra durante el Holocausto.

En su prólogo, Kanon confiesa que se ha tomado licencias históricas y geográficas, pero eso no le ha evitado crear una atmosférica trama, describiendo magníficamente ambientes y escenarios.

La historia contada en el libro, es un melodrama romántico y de suspenso, en deuda con relatos narrados en filmes como “Casablanca” o “El Tercer Hombre”. Jake (encarnado en la película por George Clooney) es un exmilitar que ahora se desempeña como corresponsal de guerra para varias revistas de E.U. Ha vivido en Berlín por varios años, habla perfectamente el alemán, y en el libro se debate entre sus dos orígenes, el norteamericano y el alemán. Durante el evento Potsdam en la zona rusa, encuentran el cadáver de Tully (Tobey McGuire), un soldado norteamericano que llevaba consigo grandes cantidades de dinero.

Intrigado por el crimen, Jake se decidirá a investigar qué hay detrás de este asesinato, junto a su colega Liz (personaje que no aparece en el filme, por lo que he podido ver), simpática y atractiva fotoperiodista. Sin embargo, Jake se reencontrará con Lena (Cate Blanchett en la película), un antiguo amor, alemana casada ahora con Emil, científico acusado de ser simpatizante de los nazis, y de haber contribuido en la matanza de judíos en un campo de concentración. Un entretenido libro que contrario al filme, narrado según deduzco a manera de flash-back para contar los antecedentes de Tully y su muerte, es más lineal y sencillo en su lectura, que disfrutarán los aficionados al género negro-detectivesco.


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