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miércoles, 31 de julio de 2024

OPPENHEIMER

Cillian Murphy como Oppenheimer.
 

Antes de ver Oppenheimer, el más reciente filme de Christopher Nolan, si es posible debe verse también Big Fat and Little Joe, de 1989 (titulada en México El Proyecto Manhattan, en donde la Ciudad de México fue usada como locación para varias escenas), dirigida por Roland Joffé, con Dwight Schultz y Paul Newman, quienes interpretan a J. Robert Oppenheimer y al general Leslie Groves, respectivamente. La película de Joffé es una versión mucho más corta de la misma historia contada en la película de Nolan (una hora más corta, aproximadamente), esta última basada a su vez en el libro "American Prometheus", escrito por Kai Bird y Martin Sherwin, publicado en 2005. Ambos escritores trabajaron incluso en la escritura del guión junto a Nolan, hasta que la muerte de Sherwin por cáncer interrumpió un poco el proceso.

Si había un personaje que jamás hubiera imaginado pudiera interpretar Cillian Murphy, es precisamente Oppenheimer, y el filme de Nolan es la prueba de lo contrario. La verdad, es que Murphy está fantástico (no por nada ganó el Oscar a Mejor Actor) como el genio artífice detrás del diseño, desarrollo, y contrucción de las bombas atómicas de hidrógeno, arrojadas sobre Hiroshima y Nagazaki, finalizando así la Segunda Guerra Mundial.

Ambas películas cuentan esencialmente lo mismo, pero Nolan tiene una aproximación distinta, usando una narración del tema en tres tiempos, teniendo como eje la figura del genio atormentado, perseguido por la "cacería de brujas" contra comunistas, y dividido entre su aversión hacia Hitler y los nazis, y la responsabilidad moral de crear una bomba que podría destruir al mundo. Oppenheimer, conocido como el "Padre de la Bomba Atómica", toma como punto de partida los trabajos de Einstein (Tom Conti), quien aquí es visto más cómo un ancianito que gusta de pasar su tiempo libre, ya no tanto garabateando ecuaciones jeroglíficas en un pizarron, sino paseando en el bosque y dando de comer a los patos en un lago. Quién se rompe la cabeza y el alma frente al pizarrón, así como debatiendo y conferenciando con otros científicos, es Oppenheimer. Einstein prefiere pasarle la estafeta para crear algo que, él mismo confiesa, le pone la piel de gallina y prefiere no involucrarse en ello: La creación de un arma "destructora de mundos". Esto último termina siendo, en un sentido, el gérmen de la premisa del filme: La inmensa responsabilidad de un científico al usar el conocimiento para crear o destruir. "Oppi" (como le decían sus amigos) tiene esa responsabilidad que nadie quisiera, ya que, como dice: "Me he convertido en la Muerte, en un destructor de mundos".

En cines el filme será todo un reto verlo sentado por 3 horas. Estuvo disponible en IMAX también, aunque fuera de la secuencia de la prueba Trinity en Los Alamos, en donde se arrojó un prototipo de la bomba, no encuentro otra secuencia por la que valga la pena verla en este formato. Lo mejor y más interesante de la película, es la disección que hace de la personalidad de Oppenheimer, que nos ayuda a entender lo que lo llevó a trabajar en el proyecto de la bomba atómca. De origen alemán, Oppenheimer es retratado como un hombre complejo, dividido entre su genialidad y sus simpatías políticas. Estas últimas, en una de las líneas narrativas de la película (tal vez la más pesada de sobrellevar, cargada de muchos diálogos e interrogatorios), lo llevaron a enfrentar, en un pequeño cuarto, un juicio para investigar si era o no comunista. Sus simpatias con el lado republicano de la guerra civil española, así como su lucha para crear un sindicato de maestros en la universidad donde comenzó sus investigaciones, le causaron muchas dificultades con el FBI.

El retrato de Oppenheimer es el del genio con su lado humano, mostrando las relaciónes que tuvo con la no muy estable Jean Tatlock (Florence Puig), comunista confesa, para luego empezar una relación con Kitty (Emily Blunt), quien se convertiría en su esposa. Y aquí es notoria la falta de experiencia previa de Nolan dirigiendo escenas de sexo, y si su intención era dirigir una escena así y que se viera fría y, en el mejor de los casos, extraña, lo consiguió. Kittiy fue quizás su principal defensora a la hora de que Oppenheimer empezara a mostrarse muy tibio frente a los interrogatorios manipuladores sobre sus supuestos vínculos con el partido comunista.

En la película se cuenta el antes y el después de la creación de la bomba, siendo la etapa posterior, a inicios de los años 1950, la que Nolan elige para narrar en blanco y negro. Aquí vemos una audiencia en la suprema corte, con un senador envidioso y resentido, Lewis Strauss (Robert Downey Jr., excelente y ganador del Oscar a mejor actor de reparto), físico autodidacta, buscando hundir a Oppenheimer a través de intrigas.

Suena a una biopic convencial, pero con Christopher Nolan es de esperar todo menos algo convencional. Lo más importante en su guión, es mostrar el peso emocional y moral de Oppenheimer, mientras la historia es contada en una forma no precisamene cronológica. Sentí verdaderamente ese peso incluso en el rostro de Murphy, el peso también de tener en sus manos sangre al haber usado las bombas que creó; de la responsabilidad por las miles y miles de muertes que provocaría, a corto y largo plazo. Al final, fue el creador de la primer arma de destrucción masiva, y al inicio el objetivo de Oppenheimer era más que claro siendo judío: vencer a Hitler y ser el primero en crear la bomba antes que los nazis. Terminó siendo la peor pesadilla y tortura psicológica para Oppenheimer.

Matt Damon, como el general Leslie Groves, está muy bien, interpretándolo más fanfarrón y enérgico que el más avejentado, en comparación, que interpretó Paul Newman en la película de Joffé. No hay duda que sus mejores momentos son siempre aquellos junto a Oppenheimer (en realidad, no hay escena del general en donde no aparezca junto a Oppehnheimer). En tanto, con todo y aparecer unos cuantos minutos, Kenneth Branagh ofrece una actuación también buena, aunque breve, como Niels Bohr. ¿Y qué hay de la actuación de Cillian Murphy? Como decía, es con seguridad la mejor de su carrera, una actuación contenida, interpretando a un Oppenheimer siempre en control de las situaciones y que no pierde los estribos.

La escena de la prueba de la bomba en un campo abierto en El Alamo, el desierto en donde se instaló en total secreto el campo militar en donde se construyó la bomba, es llena de tensión, ya que --- nada más está en juego el mundo y que pueda ser destruído con la explosión. Nolan muestra todo como un total infierno, desatado justo cuando la bomba estalla, y que puede ser traducido en unas cuantas palabras que Oppenheimer pronuncia: "La era nuclear ha comenzado oficialmente.

En definitiva, al menos para mí, la mejor de las narraciones es la de la construcción de la bomba. Las otras dos narraciones, la del interrogatorio por la comisión y la audiencia en blanco y negro, no terminan estando a la misma altura en comparación. Rompen un poco el ritmo de aquella, especialmente la narración del juicio. Entiendo que están ahí para complementar a la narración central, pero sinceramente el juicio termina siendo algo pesado, interminable, y cargado de interrogatorios. La verdad, creo que el mejor interrogatorio es el de Kitty, justo el último, el más interesante y con más fuerza.

Siendo un filme de Nolan, lo rescatable de Oppenheimer es la manera en que todo está armado, y en cómo las narraciones están construídas. A pesar de lo excesivo de su duración, lo que se quedó conmigo, principalmente, es su mensaje antibélico, de cómo en aquellos incipientes años la humanidad todavía no era del todo consciente del poder destructivo del armamento nuclear.
En Max y a la renta.

viernes, 28 de junio de 2024

BARBIE

HEY BARBIE!!!       Ryan Gosling y Margot Robbie
 

Creo que la crítica más constante que escuché y leí sobre Barbie, el más reciente filme de Greta Gerwig (Lady Bird, Mujercitas), es que no sería más que un comercial de 2 horas para Mattel. Tal vez sea cierto, ya que, según tengo entendido, las ventas de la muñeca más famosa en la historia de los juguetes se dispararon, mientras el filme recaudaba dinero y más dinero en taquilla, hasta llegar a la cifra record de... ¡1,18 billones de dólares! Se llevó de corbata en taquilla a Oppenheimer, de Christopher Nolan, estrenada el mismo día, dando origen así al ya legendario "Barbenheimer". Pero así como el filme de Gerwig funcionó como un comercial para la marca de Barbie, también lo han sido todas sus películas y series animadas, que se han producido con estreno directo en DVD, tele, y plataformas. Nadie ha puesto un grito en el cielo al respecto. ¡Aaaah, claro! Es que aquí la cosa cambia, al tener el primer filme de Barbie con actores de carne y hueso, promocionado con toda la fuerza de la mercadotecnia por parte de Warner, y toda la expectativa que ésto puede conllevar, desde que se supo que sería Margot Robbie quien produciría y protagonizaría la película.

No dudo que ver a Margot Robbie conduciendo un coche color rosa en una ídilica carretera de colores profundos y brillantes, en una de las primeras imágenes usadas para promocionar la película, debió de haber atrapado fuertemente la atención de todos los fans de la muñeca. No sé si habrá tenido el mismo efecto ver a Ryan Gosling interpretando a Ken, el eterno amigo-compañero-novio de Barbie, con cabellos oxigenados. No soy un experto en Barbie, pero creo que Gosling no se parece mucho al muñeco original. Si me preguntan, creo que James Marsden hubiera quedado mucho mejor en el papel. En fin, que sean las niñas y mujeres que jugaron y crecieron con Barbie (y sus variantes) quienes juzguen ésto. En lo que a mí respecta, Gosling no se parecerá mucho, pero se desempeña magníficamente como el estúpido muñeco que vive por y para llamar la atención de Barbie.

Sería bueno preguntarse: ¿Este es el film que las fans esperaban de su muñeca favorita? La película de Gerwig, nominada al Oscar este año a Mejor Película, es para mí uno de los mejores filmes del 2023, aunque con ciertas reservas. Dirigida y escrita por Gerwig, junto a su marido, Noah Baumbach, durante su encierro por la pandemia, desde la primera secuencia el filme es por completo transgresor, una parodia sobre el feminismo, el machismo, el sexismo, y los roles del hombre y la mujer en la sociedad actual. Al inicio, vemos una escena al estilo 2001: Odisea del Espacio, aquella de los homínidos descubriendo cómo usar unos huesos como armas frente a una estela gris, pero mostrando aquí niñas jugando con unas muñecas tradicionales. Las niñas lucen aburridas al jugar a ser mamás.

Eso hasta que, según nos cuenta la narración hecha por Helen Mirren, una tal Ruth Handler, quien trabajaba en Mattel en los años 1950, tuvo la idea de darle un giro de 360 grados al concepto tradicional de muñeca, y darle al mundo la primera muñeca que no representaba a una niña, sino a una mujer,....con todo y senos. Handler pretendía algo más con su muñeca: Darle a las niñas una muñeca en la que pudieran verse a sí mismas reflejadas, no con el rol de mamá, si no el de mujeres independientes y profesionistas, gracias a las múltiples versiones que tuvo Barbie, como astronauta, presidenta, ejecutiva, cantante, doctora, etc.

Sin embargo, es la "estereotípica Barbie" (Margot Robbie) la que protagoniza el filme, la cual vive en el universo alterno de Barbieland junto a otra gran variedad de Barbies, más racialmente diversa e inclusiva. Fuentes de inspiración para Gerwig, al parecer, fueron las películas de Lego, o incluso, The Truman Show. Barbieland, por ejemplo, es como una especie de diorama gigante, con una mega ampliación de la casa de Barbie. La muñeca vive aquí una vida rutinaria y de total simulación (toma baños sin que salga agua de la regadera, su refrigerador no tiene otra cosa más que cosas de juguete). Es aquí en donde se debe hacer mención del buen trabajo de Sarah Greenwood con su diseño de producción, todo un logro al hacer réplicas exactas y de tamaño natural de la casa y otras cosas propias de los juguetes de Barbie.

En cuanto a Ken, también tenemos una especie de "estereotípico Ken" (Gosling), quien sin mucha inteligencia y un robótico comportamiento, vive por y para captar la atención de Barbie, sin traspasar los límites de su territorio, la playa. Ken tiene "kenergia" de sobra, y también tiene sus variantes, igualmente diversas, como un Ken asiático en la forma del actor Simu Liu. Ah, y me olvidaba de un tal Allan (Michael Cera), el más fiel seguidor de Ken, de quien no tenía la más remota idea que existía.

Los problemas comienzan cuando a Barbie de pronto le viene a la cabeza el preguntarse sobre su propia mortalidad, y con ello sus pies tocan tierra, abandonando la postura de tacón alto. Por supuesto, Barbie terminará cayendo al suelo, mientras ve imágenes en su mente de una niña jugando con Barbies.

La verdad sea dicha, no estamos ante la más original de las ideas. ¿El universo de Barbie podría ser una simulación manejada por alguien en el mundo real? Tampoco es del todo nueva la idea de juguetes vivientes teniendo pensamientos sobre la vida y la muerte. Si hacemos memoria, ya en Toy Story (en especial las últimas dos películas) se planteaban ideas así. No digo con ésto que Barbie no valga la pena como filme. Gerwig produce algo nuevo retomando lo anteriormente hecho, en la forma de una película musical sobre la batalla de los sexos entre Barbies, en plena liberación femenina, y Kens, presentados como unos completos idiotas, queriendo de pronto dominar el mundo rosa de Barbie. Lo que empuja a Ken a esta guerra, más que el descubrir al visitar nuestro mundo símbolos títpicamente masculinos (sombreros de vaquero, caballos, trajes ridículos de rodeo, etc.) es el hecho de que Barbie, simplemente, no le corresponde románticamente.

Lo inteligente del filme, es cómo la directora aprovecha la oportunidad para jugar con todos estos símbolos e ideas feministas, en donde - pobres de nosotros los hombres- ningún personaje masculino sale retratado muy halagadoramente. Ni siquiera Mattel sale bien librado de la burla, a cuyas oficinas corporativas llega Barbie directa desde Barbieland, quien, como si fuera un sketch de Saturday Night Live, llega exigiendo ver al presidente de la empresa, interpretado nada menos que por... ¡Will Ferrell! (lo sé, lo sé, hablando de SNL y de las películas de Lego ¿no?). Ferrel está en plan estúpido, de presidente corporativo incompetente, y está bien en su papel, haciéndolo sin ningún esfuerzo, aunque sin un momento verdaderamente gracioso.

No puedo decir que Barbie sea una comedia para reir a carcajadas, no es tan graciosa como debería, pero sí tiene unos momentos cómicos buenos, al ver que la historia va riéndose de sí misma. También hay una "Barbie rara" (estupenda Kate McKinnon) bastante graciosa, quien vive alejada y aislada de todos. Como una figura mística, la Barbie rara será quien oriente a la Barbie estereotípica sobre qué hacer para resolver sus dilemas existenciales y cómo viajar a nuestro universo. McKinnon hace el papel suyo, presumiendo su característica vena cómica, y luciendo más como una especie de hija de Cindy Lauper, explosivamente colorida, y muy punk (debió llamarse Barbie Punk).

El filme es más que Barbie preocupándose por un poco de celulitis apareciendo en su pierna. America Ferrera (nominada al Oscar por Mejor Actriz de Reparto), interpretando a una creativa de Mattel, es quien, en el tercer acto, inyecta alma, inteligencia, y vida al filme. Su personaje es una madre con serios problemas de comunicación con su hija adolescente (Ariana Greenblatt), y es quien dará a la película una de sus mejores escenas, con ese discurso que le da a Barbie (y algunas de sus compañeras) sobre los problemas y dificultades de ser mujer en un mundo dominado por los hombres. Un discurso devastador en cada una de sus palabras.

Pero así como hay grandes momentos, también hay uno que otro algo tonto y simplón, por ejemplo, en la persecución que empieza en el edificio de Mattel, con el grupo de ejecutivos patinando en la calle para alcanzar a Barbie. Hay un momento en que esta última tiene un encuentro con Ruth Handler (Rhea Perlman) en una escena estilo Matrix, que tiene lugar en una cocina. Barbie conoce a su creadora, o digamos, a su "madre", pero ni cuenta se da de ello. Es una escena muy apurada, sin una o dos líneas memorables entre ambas. Pero la escena en sí se quedó en mi memoria.

No le fue muy bien al filme en los Óscares, ganando sólo el de Mejor Canción Original, "What Was I Made For?", interpretada por Billie Eilish. Y al respecto, no puedo acabar sin mencionar el número musical fantástico con Ryan Gosling cantando I'm Just Ken (escrita por Mark Ronson, también nominado al Óscar), entre lo mejor de la película. Con sus arreglos de sintetizador dominando, y una paródica sensibilidad, te hace simpatizar, al menos por unos minutos, con el idiota de Ken y su oxigenada cabellera. Con toda su rosa y diamantina envoltura, el filme te hace pensar que verás una historia hueca, estúpida, y superficial, o una excusa para vender muñecas y juguetes. No es del todo así. Barbie me tomó desprevenido y me sorprendió, y estoy seguro que así sucederá con muchos hombres que no la han visto, temerosos de salir con el orgullo herido.

lunes, 26 de junio de 2023

EVERYTHING EVERYWHERE ALL AT ONCE

 

Stephanie Hsu, Michelle Yeoh y Ke Huy Kwan.

¿Hay algo de lo que no pueda haber multiversos? Hay Spiderversos, Dr.Strangeversos, y ahora, aunque no he visto la nueva película de Flash, creo que ya hay también flashversos y batmanversos. Como sea que uno quiera llamarles, los multiversos no dejan de poblar las recientes producciones, listos para doblar y desdoblar, duplicar y multiplicar la realidad hasta que nos hacen tomar una aspirina. Pero entre todos estos filmes de superhéroes multidimensionales, tenemos Everything Everywhere All at Once, esa peliculita que poco a poco, como bola de nieve, fue creciendo y creciendo durante la temporada de premios, ganando reconocimiento hasta llegar a la cima, ganando varios Óscares, incluyendo el de Mejor Película.

Y lo interesante, es que lo anterior lo hizo de una forma original, poniendo justo en el epicentro de su historia a una familia china viviendo en los E.U. Por si fuera poco, el filme ganó también el premio a Mejor Póster de cine en los Impawards. Nada mal para un filme que desafió la paciencia de muchos, con uno que otro que ni siquiera llegó al final del primer acto. Unos la vieron y terminaron odiándola o, por el contrario, con una extraña fascinación por la misma, como quien esto escribe.

Si bien no amé cada cosa del filme, como dos o tres chistes simplones y algo tontos, el filme, dirigido por Daniel Kwan y Daniel Scheinert (conocidos como los Daniels, responsables también de Swiss Army Man, un filme sobre un cadáver pedorro interpretado por Daniel Radcliffe), terminó quedándose conmigo debido a su irreverencia, locura, e innovadora forma de narrar y armar su historia, como en forma de muñecas rusas. Además, sólo aquí podrás ver a Jamie Lee Curtis (quien ganó el Óscar a Mejor Actriz Secundaria) en el papel de una burócrata, empleada de Hacienda, con una apariencia nada halagadora y sobrepeso. Curtis tiene un triple papel, en uno de ellos actuando como poseída por un Golem, todo con total humor involuntario.

La verdadera estrella es Michelle Yeoh, en un, literalmente, multipapel. Yeoh es Evelyn Wang, madre de familia, esposa, y dueña, junto a su inocentón-ñoño marido, Waymond (el espectacular regreso de Ke Huy Kwan, el niño que en Indiana Jones y el Templo de la Perdición me sorprendió en el cine viéndolo manejar un coche con latas amarradas en sus pies) de un negocio de lavandería. Lo sé, suena estereotípico, pero también Yeoh interpreta a una actriz de cine, una cantante, una chef (en una graciosa parodia de Ratatuille), y una peleadora de kung fu, este último en un claro homenaje a su carrera en la vida real como estrella de películas wuxia de artes marciales.

El filme, cuyo primer episodio es titulado, precisamente, "Everything", abre con Evelyn en su escritorio, sumergida en un papelerio infernal, a punto de presentar su declaración de impuestos. Para colmo, Waymond tiene planeado pedirle el divorcio, y mientras este encuentra el momento adecuado, aquella tiene problemas con su hija, con el irónico nombre de Joy (Stephanie Hsu), quien entiende chino pero apenas y lo habla, y tiene una relación con una chica mexicano-americana. Evelyn se rompe la cabeza tratando de explicar esta situación a su papá, Gong Gong (James Hong, infaltable en un reparto así).

El caos se desatará durante la reunión que Evelyn, Waymond, y Gong Gong tendrán con la trabajadora de Hacienda (de nombre Deirdre Beaubeirdre, pero esto último es poco relevante, no se molesten en tratar de pronunciarlo o recordarlo) para arreglar una que otra irregularidad en su declaración de impuestos, justo cuando la primera recibe, como por telepatía, un mensaje importante de nada menos que ¡Alpha Waymond!. Este es una versión alterna de su marido, completamente opuesta al que conoce, con aire de líder y en extremo seguro de sí mismo, proveniente del Alpha Verso. Lo que tiene que decirle es casi nada: Evelyn tiene la misión de acabar con la terrible amenaza de Jobu Tupaki, un malvado ente que amenaza con destruir el universo.

Fans de los cómics japoneses, tienen razón: todo suena muy manga. Y lo es en muchos sentidos, ya que la experiencia de ver la cinta es muy cercana a la de leer un cómic manga. Una película de este tipo es difícil, si no imposible, describirla con palabras y hacerle justicia. Es una experiencia mayormente visual, en donde su narrativa te lleva entre un universo y otro con la velocidad de un salto cuántico. Estos saltos se provocan en el filme por las cosas más ridículamente masoquistas, como cortándote la mano con el filo de un papel, golpeándote a ti mismo, haciéndote daño físico, etc.

Con cada salto entre un universo y otro, vemos diferentes versiones de Evelyn, de lo que pudo haber sido su vida de no haberse casado con Waymond. Cada universo es representado por alguna aspiración que tuvo, o sueño de ser alguien, como una actriz. Este es, sin duda, un aspecto brillante del guión (escrito también por los Daniels, ganadores del Óscar a Mejor Guión), con cada fragmento de la historia o viñeta conectados por una edición ágil, de ritmo casi imparable.

En ese sentido, la actuación de Michelle Yeoh es camaleónica, en un desfile de alter egos de los cuales destacan el de la actriz de cine. En un mini ejercicio de cine-dentro-del-cine, Waymond es un hombre de negocios, también marido de la Evelyn actriz, y la viñeta se transforma en una especie de cortometraje a lo Wong Kar-Wai (con todo y estilo ralenti). Mientras, Stephanie Hsu no se queda atrás, igualmente con un personaje que termina desdoblándose y desdoblándose hasta terminar siendo la reencarnación de algo que Evelyn tiene que enfrentar, en tanto descubre que el origen del universo es un--- bagel. En otra parte del filme, ambas terminan en un universo como---piedras con ojos saltarines, que dependiendo del humor de cada uno esto puede ser muy cómico o muy simplón.

Después de leer lo anterior, pensarán ¿Realmente quiero ver un filme así? ¿Es para mí, o no? La respuesta, como todo en este, ehem, universo (¿o multiverso?), es que Everything no será para muchos, pero fascinará a otros. El humor no hará click con otros tantos. Quién sabe. Quizás en otro universo a sus otros yo les gustará. En mi caso, hubo un par de cosas del humor del filme con las que no conecté, como el universo en donde Evelyn tiene dedos de salchicha, o la idea del dolor autoinflingido para pasarse de un universo a otro. Pero en general, Everything (por cierto, los siguientes episodios del filme se titulan, precisamente, "Everywhere" y "All at Once"), la película, en su derroche de originalidad, es un portento visual; su mezcla de géneros está bien lograda y es surreal (la experiencia de los Daniels dirigiendo videos musicales es notoria). Su mensaje sobre perder el miedo, de conexión -o re-conexión- entre madre e hija, y de que sea el bien lo que siempre predomine en nuestras vidas, se quedó conmigo las tres veces que vi el filme. Merecido su Oscar.
En PrimeVideo.

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