martes, 31 de julio de 2012

THE DARK KNIGHT RISES * * * *

Bruce Wayne no decide si le sacude el polvo al batitraje
y vuelve a ponérselo.

La tercera película de Batman ha sido el estreno más esperado de este verano. Si no fuera por el próximo estreno en diciembre de The Hobbit, The Dark Knight Rises (2012) sería el estreno más esperado del año. Es lo que se conoce como el efecto "Nolan", que provoca tremenda ansiedad y expectación el ver en cine sus películas. Christopher Nolan no ha decepcionado hasta ahora, con un cine inteligente y sesudo que, últimamente, ha entregado en la forma de excitantes thrillers palomeros. La trilogía de Batman se ha cerrado, aunque tengo mis dudas. No quiero revelar mucho sobre la resolución, pero no creo que vaya a ser esta la última película del cruzado enmascarado; el "vigilante" nocturno de Ciudad Gótica. Quién sabe si la próxima película la seguirá dirigiendo Christopher Nolan. Eso ya es un misterio. Con The Dark Knight Rises, puedo hacer un balance y decir que, para mi gusto, es la película menos buena de las tres. Me sucede como en la trilogía de The Godfather: la segunda es la mejor, la primera es muy buena y la tercera es sólo buena.

Aunque hubo momentos en que me sentí algo aburrido, en general, me gustó The Dark Knight Rises. Es una buena película de acción, plena de notables secuencias que salpican adrenalina. Anne Hathaway acabó sorprendiéndome. Desde que anunciaron que interpretaría a Gatúbela, no me sentía convencido de que la guapa y siempre dulce chica, protagonista indispensable de chick-flicks, pudiera con el papel. Acabé boquiabierto. No nada más luce guapa y espectacular enfundada en su traje de piel, sino que, como la clásica femme fatale, Anne Hathaway consigue ser brutalmente perversa y sexy al mismo tiempo. Por cierto, el nombre de Gatúbela jamás se menciona en la película. Luce como tal cuando sus lentes de visión nocturna están encima de su cabeza y parecen orejas de gato. Y como dicta la tradición del cómic, el personaje sigue en su ambigüedad, el doble papel de enemiga-aliada de Batman.

Para hacer un poco de memoria, Bruce Wayne (Christian Bale) ha quedado profundamente marcado por la muerte de su adorada Rachel y de su rival Harvey Dent, culpándose a sí mismo de esta última. Por ello, ha decidido colgar el batitraje y, como Howard Hughes, recluirse en su nueva mansión, sin otra compañía que el buen Alfred (Michael Caine). El fiel mayordomo desea que su amo deje su faceta de Batman atrás y siga con una vida normal, tal vez casado y con hijos. Sin embargo, cuando el  siempre eficiente comisionado Gordon (Gary Oldman) sea secuestrado por la nueva amenaza en Ciudad Gótica, Bane (Tom Hardy, con más músculo y peso que en "Bronson"), Bruce recapacitará y decidirá que Batman tiene que regresar

Bane es un tipo gorilón, de voz cavernosa, con cuerpo de luchador y que lleva una mascara todo el tiempo para poder respirar. Además, Selina (Hathaway), una ladrona de, literalmente, doble cara, ha causado mucha fascinación en Wayne, tanta que la tentación es mucha como para seguir encerrado. Olvidándose de su cojera, colgando la bata y guardando su bastón, Wayne ya tiene suficientes excusas para ponerse el traje de nuevo.

No soy un experto en el cómic, mucho menos estoy familiarizado con la versión de Frank Miller (fuente principal de inspiración para esta trilogía), pero Bane no es el villano más popular o carismático en la galeria batmanesca. El personaje (como todos en las tres películas) tiene su historia personal, su pasado traumático. Tom Hardy hace un buen trabajo interpretándolo, pero Bane está lejos de ser la némesis más interesante del superhéroe. Su plan terrorista: apoderarse por completo de Ciudad Gótica y destruirla con una mega bomba atómica, además de dar un gran golpe en la bolsa de valores.

La inspiracion jamesbondesca persiste. Fox (Morgan Freeman) regresa a colaborar con Wayne. Tenemos un traje corregido y aumentado, lleno gadgets y otras sorpresas, además de un nuevo medio de transporte, en la forma de una batinave de apariencia alienígena. Ah, y la versátil batimoto sigue, con esas super ruedas multiposición. La segunda atractiva presencia femenina es Marion Cotillard, interpretando a una mujer de negocios, suficiente para que Rachel quede archivada en el pasado de Wayne. Casi me olvidaba de mencionar la participación de Joseph Gordon-Levitt, interpretando a un ninguneado joven oficial de policia, que acaba siendo de mucha ayuda para el hombre murciélago.

La historia, que podría considerarse como la más dramática de la trilogía, incluye un subtexto relacionado con la crisis económica en E.U. Nolan, quien de hecho, filmó escenas reales de las protestas en Wall Street, usa dicho tema para llevar a Wayne a la quiebra. Es quizás el momento más obscuro y gris en la película. Con todo, sinceramente, la historia tiene sus altas y sus bajas. Hay instantes aburridos, en donde no pude evitar el bostezo, como en esa larga secuencia de la estancia en prisión. Baja considerablemente el ritmo en la trama, y está muy lejos de tener un apropiado desarrollo de drama carcelario o algo parecido. Quizás 164 minutos de duración son excesivos para una película de Batman. 



 

lunes, 30 de julio de 2012

THE ARTIST * * * * *

Jean Dujardin y Bérénice Bejo causando furor en su primer encuentro.

En estos tiempos del 3D, resulta un respiro que experimentos retro y nostálgicos como The Artist (2011) resulten un éxito, no nada más artísticos sino de taquilla. La película ganó este año el Oscar a Mejor Película (el primero dado a una película silente desde 1929), incluyendo el de Mejor Actor para el galo Jean Dujardin, su protagonista. Expresivo y buen bailarín, Dujardin prácticamente salió de la nada para ganarse la simpatía del público americano casi de inmediato. The Artist es una película silente, al menos, en un 95 por ciento. Se le podrá reprochar a la película ser una producción calculada para conseguir éxito instantáneo en Estados Unidos. Una historia de época, ambientada justo durante el inicio de la época de Oro de Hollywood (inicios de los 1930), cuyo tema principal es la difícil transición que representó para un carismático actor el paso del silencio al sonido en las películas. Además, tiene a un encantador perro, Uggie, amenazando con robarse la película en cada momento. La verdad, es que The Artist es una gran película, tan excelentemente filmada, que es difícil saber si fue producida en el 2011 o en 1931.

George Valentin (Dujardin), es un orgulloso actor de cine silente. Famoso, popular, un gran idolo del cine que hace honor a su apellido, al recordarnos a ese otro icono del cine silente -este sí de la vida real-, Rodolfo Valentino. George parece una mezcla de Valentino y Errol Flynn, en todas sus películas hace mancuerna con su inseparable perro (Uggie), con quien va a todas partes. Parece increíble, pero siendo un Jack Russell Terrier, Uggie podría haberle hecho dura competencia a un pastor alemán como Rin Tin Tin en aquellos tiempos. Michel Hazanavicius, el realizador, da en el clavo. Logra entre Valentin y su perro una mancuerna con una peculiar química, con mucho encanto. No nada más el perro es su compañero de aventuras en las películas, sino fuera de la pantalla. El asunto, incluso, se torna irónico, casi sarcástico. La esposa de George (una sorpresiva reaparición en cine de Penelope Ann Miller), con quien tiene problemas, le reprocha su total falta de comunicación. Es obvio que la pobre mujer se siente celosa del perro, a quien George le dedica su completa atención y afecto. Cuando su productor (John Goodman, intenso) le anuncie que el cine sonoro es el futuro y que dejará de producir películas mudas,  George se niega rotundamente a hacer la transición, sea por miedo, necedad o porque cree que el sonido no tiene futuro. Un artilugio técnico que le resta méritos artísticos al cine.

El gran conflicto vendrá cuando una atractiva chica (la argentina Bérénice Bejo), de hecho una fan de George, pruebe suerte en el cine y se convierta en una exitosa actriz del nuevo cine sonoro. El trauma para George es la representación de los problemas que muchos actores realmente tuvieron durante dicha transición técnica. En muchos casos, tenía que ver con el hecho de que, pudiendo ser grandes y expresivos actores silentes, sonaban fatales al hablar en pantalla. Muchos actores extranjeros entraron en pánico, sobre todo por cuestiones del acento. Sin otra cosa en el mundo más que su perro y su fiel asistente (James Cromwell), George ve su carrera arruinada. Hay momentos sublimes, casi surrealistas, en sus pesadillas, al ver a los caníbales de su propia película de aventuras y a sí mismo miniaturizados en un bar. Hazanavicius pudo haberse inspirado en ese corto silente que Almodóvar agregó en "Hable con Ella".

Claro, The Artist no es una película silente convencional. Es un ejercicio de estilo y estético, lleno de pequeños y sutiles experimentos técnicos, como esos sonidos que George escucha, ocasionalmente, en objetos que mueve, mujeres que rien, etc., imaginándose a sí mismo en una dimensión paranormal (los sonidos se escuchan diferidos, con algo de retraso intencional). The Artist es como ver una mezcla de Sunset Blvd. con The Purple Rose of Cairo; Billy Wilder y Woody Allen puestos de acuerdo para rendir un homenaje monocromático al cine silente. Es un experimento similar al que llevó a cabo Chaplin en Modern Times, en donde el mismo actor-director parecía también batallar mucho para dar ese gran paso del cine silente al sonoro. 

Si uno se pone muy quisquilloso, por ejemplo, un experto lector de labios podría descubrir que, en muchos momentos, lo que dicen los actores -excepto los norteamericanos- no coincide mucho con los  intertítulos. Pero bueno, a quién le importa. Con su fotografía de inspiración expresionista, su genial banda sonora, mezclando comedia y arreglos dramáticos, The Artist es una joya, que se disfruta mucho más si a uno le gusta el cine silente. Es una película para críticos enamorados del cine antiguo.

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