miércoles, 2 de julio de 2014

ANGÈLE ET TONY * 1/2



LADRONA DE BICICLETAS.  Clotilde Hesme. 
Melodrama francés lleno de buenas intenciones y una idea argumental medianamente interesante, pero que resulta completamente plana y débil en toda su concepción. Ha sido comparada con el estilo de los hermanos Dardenne, pero para ser honestos, este primer largometraje de Alix Delaporte está años luz de siquiera emular la cinematografía de aquellos hermanos belgas. Instalada en las costas de Normandia, el filme cuenta una historia que quizás en papel lucía atractiva. Sin embargo, en pantalla, los personajes se sienten vacíos, y lo peor, es que apenas y se nos da algo de información de fondo sobre Angèle (Clotilde Hesme), una atractiva chica de Paris, que    estuvo en la cárcel debido a un crimen que jamás sabemos de qué trata, y se encuentra en libertad provisional. A escena entra Tony (Grégory Gadebois), pescador y habitante de un pueblito en la costa,  quien dará hospedaje a Angèle y le conseguirá un trabajo vendiendo y empacando pescado. Mientras, Angèle trata de recuperar la custodia de su pequeño hijo, quien vive con sus abuelos. Tenemos la clásica premisa romántica de la pareja-dispareja, descubriendo que tienen más en común de lo que imaginan y conjurando una química extraña. Desafortunadamente, la película se siente escrita y dirigida con mucha flojera. 

lunes, 30 de junio de 2014

BURIED * * * *



ENTERRADO VIVO. Ryan Reynolds atrapado en un ataúd
y bajo tierra.
Buried me reveló una cosa: Ryan Reynolds sabe actuar. Te hace olvidar películas en donde interpreta al simple tipo cari-lindo, con actitud de caigo bien a todos, sin mucho que hacer histriónicamente hablando. Aquí el tipo está simplemente genial, fabuloso, en una actuación que debió haber sido demandante, tanto mental como físicamente. Esto último tal vez no lo parezca en primera instancia, ya que toda la película Reynolds permanece encerrado dentro de un ataúd. Con todo y tener una premisa en extremo sencilla, la sensación de ansiedad y claustrofobia que te produce este estupendo filme, dirigido por el realizador gallego Rodrigo Cortés, es totalmente palpable. Durante todo el filme (de apenas hora y media de duración) Cortés te tiene dentro de ese ataúd junto a Reynolds, con tan sólo una pregunta en la cabeza: ¿El personaje podrá salir de este aprieto? ¿Cómo lo hará? ¿Sobrevivirá? ¿Qué hubiera hecho Houdini?

Todo lo que sabemos es que Paul Conroy (Reynolds), un conductor que trabaja para el ejército de marines en Irak, ha sido secuestrado por unos terroristas. En el ataúd los terroristas le han dejado únicamente un teléfono celular y un encendedor. Lo ingenioso de la historia, es ver cómo Paul, pasando por toda una gama diversa de emociones (de un estado de furia a uno de calma, luego a uno de frustración y ansiedad, de ira), tendrá que idear la manera de resolver la situación con los escasos recursos a su alcance. En todo ese recorrido, conocemos mucho del personaje sin necesidad de que se mueva de donde está. Hay momentos desesperantes -especialmente aquellos de total obscuridad- terroríficos, e inquietantes. No por situar al filme dentro de un ataúd, Cortés se ve limitado en movimientos de cámara y emplazamientos. El director, con un limitado número de tomas, nos da una idea de las dimensiones y espacios en los que el personaje se encuentra atrapado. Buried es un filme que demuestra cómo es posible hacer una película de puro suspenso, con un mínimo presupuesto, sin explosiones, persecuciones y balazos. 

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