viernes, 4 de febrero de 2022

NO TIME TO DIE

Daniel Craig en su última encarnación del 007.
 

Parecía que no vería la luz, que caería víctima de la pandemia, que Sin Tiempo para Morir, el más reciente filme del 007, no tendría estreno en cines. Sumamente esperada para el 2020, la película finalmente terminó siendo estrenada en noviembre del 2021, de hecho, la última protagonizada por Daniel Craig como el agente secreto. Como si la expectativa no fuera de por si ya mucha, todavía estaba por verse si este sería el mejor filme de Craig como Bond. Aunque para mi gusto es Casino Royale, Sin Tiempo Para Morir está dentro de los mejores dentro de la sub-saga con Craig. 
 
Dirigida por Cary Joji Fukunaga (Beasts of No Nation), con todo y tener todo lo que uno espera en un filme de James Bond, es decir, interesantes locaciones, persecuciones, balaceras, suspenso, explosiones, etc., si algo tiene también Sin Tiempo Para Morir es una carga dramática considerable. Además, creo que Bond jamás había mostrado su lado más humano como en esta ocasión, es decir, con más vulnerabilidad. La balanza se inclina aquí más a lo emocional. Pero también, si algo sigue manteniendo a Craig como Bond en el gusto de muchos, es esa rudeza que sabe transmitir, de héroe de acción cara-dura del nuevo siglo. 
 
Estando en Italia junto a Madeleine (Léa Seydoux), su novia psiquiatra, Bond nuevamente se verá sorprendido por Spectre, la organización criminal terrorista, que no se rinde tratando de sembrar caos y muerte en el mundo. El problema, es que nuestro agente sigue suspendido por el servicio secreto británico, y con su licencia para matar revocada. Como si estos tiempos de pandemia no fueran suficiente, tenemos aquí un villano nuevo y de nombre estrafalario, Lyutsifer Safin, interpretado por un cacarizo Rami Malek, con los planes de intoxicar a toda la población del mundo usando armas biológicas. El rostro de Safin, además marcado por cicatrices, causó no poca controversia entre personas que vieron ofensivo (con todo y campañas en redes sociales, así como una carta dirigida a la MGM y los productores del filme) el hecho de que un rostro con marcas y cicatrices pudiera ser símbolo de maldad y estereotipo de villanía. 
 
 Safin planea lograr su objetivo con la asistencia de un científico ruso, Valdo Obruchev (David Dencik), cuyo acento raya casi en lo rídículo y caricaturezco, quien se encuentra desarrollando una toxina extraída de una planta. Aunque la premisa no tiene mucho de nuevo, es decir, el villano megalomaniaco buscando eliminar a la raza humana debido a traumas de su niñez, lo mejor de Sin Tiempo Para Morir es que estamos ante el capitulo final de una saga, y el comienzo de una nueva. Sin revelar mucho de la historia, tendremos una que otra muerte trágica, alguna revelación inesperada, así como la presentación de quien posiblemente (y remarco el "posiblemente") tome el lugar de Craig en las siguientes películas. 
 
No diré mucho, pero podría ser una mujer, aunque dudo sea Ana De Armas, la cual, desafortunadamente, sale poco en la película, interpretando a una agente cubana. Podría ser otro personaje femenino en el filme, el interpretado por Lasana Lynch (quien comparte con Ana de Armas el papel de "chica Bond"), pero decir más sería revelar demasiado. 
 
Sin Tiempo para Morir es un filme largo (poco más de dos horas y media de duración), con una que otra secuencia que pudo haber sido reducida (¿era muy necesaria la escena con Christoph Waltz?), pero al final cumple con creces. La cinta cuenta con buenas dosis de acción, aunque no tanta tensión o suspenso como en anteriores filmes. Hay caras conocidas de regreso, como Ralph Fiennes como M, Naomi Harris como MoneyPenny, y Ben Wishaw como Q, siendo este último el afortunado con más tiempo en pantalla. Wishaw repite magníficamente su papel, estando incluso con Bond en los instantes más tensos de la película. 
 
Por otro lado, creo que lo peor del filme acaba siendo el villano, poco memorable, y con un extraño acento, ininteligible y casi indescifrable. Sin embargo, Primo (Dali Benssalah), el otro malo de la historia, con un ojo mecánico, es quien más o menos salva el show. En resumen, un adrenalínico filme de acción, sin suficiente complejidad en su historia de agentes secretos, pero ideal para los fans de Bond, quienes tal vez no evitarán sentir un nudo en la garganta al final. ¿Qué vendrá en el futuro para la franquicia de James Bond?
 ⭐⭐⭐1/2 
 
Disponible a la renta.

TICK...TICK BOOM!

El Asombroso...Andrew Garfield.
 

Andrew Garfield sabe hacer algo más que escalar paredes y colgar de telarañas. Tick, tick...BOOM! deja constancia que Garfield es un tipo con talento, y no es por menospreciar su trabajo interpretando a Spidey en ya 3 películas, pero se nota que quiere quitarse de encima la etiqueta del superhéroe. El actor quiere seguir involucrándose en otros personajes y proyectos, como lo hizo en Hasta el Último Hombre y Silencio. Pero tick, tick...BOOM! es otro asunto. 
 
 En tick, tick...BOOM! Garfield interpreta a Jonathan Larson, el compositor y escritor de obras de teatro musical, en donde además canta y baila. Para ser sincero, no lo hace nada mal. El filme, debut en la dirección del actor y también compositor musical Lin-Manuel Miranda, si bien cuenta con una buena producción musical, su historia, aunque buena, es algo convencional. 
 
De hecho, el filme es la adaptación del musical homónimo escrito por el mismo Larson (autor de Rent, entre otras obras), en donde cuenta la crisis emocional que pasó justo en las visperas de su cumpleaños número 30. El caso es que Larson, mientras lucha por hacerse de un nombre de prestigio como compositor, siente que no ha hecho algo verdaderamente grande y de importancia en su carrera, estando a punto de cumplir las tres décadas de vida. Su crisis se verá todavía más afectada debido a que, al momento, se encuentra tratando de conseguir financiamiento para su última obra, en pláticas con algún productor y preparando su presentación de prueba. Además, Larson busca que sus padres crean en él y en lo que hace, así como conseguir también la bendición de uno de sus ídolos, Stephen Sondheim (Bradley Whitford).
 
Al inicio (y durante prácticamente todo el filme), la narración será en algo cercano a un monólogo cantado-recitado por parte de Larson, acompañado de un piano, y un coro. En tanto, se alternan escenas en flash back, en donde también se cuenta la difícil relación del compositor con su novia, Susan (Alexandra Shipp), una artista que lleva su propia lucha para desarrollar su carrera. Hay una doble lucha, por un lado los esfuerzos de Larson por tratar de llevar su relación sentimental a la par con su carrera musical, mientras trabaja como mesero en un restaurante. En un punto, debe enfrentar el conflicto sobre qué es más importante para él. En tanto, su amigo más cercano, Michael (Robin de Jesus), es otro artista, con el dilema entre continuar con su carrera artística o dedicarse a la publicidad, en medio de la crisis en 1990 sobre el VIH. 
 
Lin-Manuel no es un gran narrador, ya que, por ejemplo, hay momentos en que se siente algo forzada la manera de integrar los números musicales con la narración de la historia. Lo mejor, al final, termina siendo el aspecto musical, con números buenos como el que tiene lugar en el restaurante donde Larson trabaja. Andrew Garfield (ganador, por cierto, hace unos días del Globo de Oro a Mejor Actor de Comedia y Musical), es quien se roba por completo la película, la cual, sin duda, está más dirigida a los fans del compositor, o aquellos que gusten de los musicales y quieran descubrir al compositor, fallecido en 1996. ⭐⭐⭐ 
En #Netflix

jueves, 3 de febrero de 2022

DUNE

 

Timothée Chalamet y Rebeca Ferguson.

La épica de ciencia ficción, ha sido ahora llevada al cine por el visionario Denis Villeneuve, en una saga que parece estará al nivel de El Señor de los Anillos, ya que el realizador se ha propuesto adaptar toda la novela original, escrita por Frank Herbert, en dos filmes. Es por eso que Dune, la versión del 2021, y primera parte, no se siente tan concluyente como la versión de David Lynch, hecha en 1984 (en parte filmada en México). Luego de ver la versión de Villeneuve poco después de haber visto el filme de Lynch (no del gusto de muchos críticos), confieso que hay cosas de este último con las que me quedo, por ejemplo, su propuesta más surrealista y más orgánica, y otras que podría desechar por completo, como el gordo flotante lleno de ampollas supurantes, o la participación de Sting, que al menos histriónicamente, no aporta mucho. Mientras, hay cosas en el filme de Villeneuve con las que me quedo, y otras que dejaría un poco de lado. Lo mejor, sin duda, es su tradicional visión minimalista, rayando en la elegancia visual en su diseño de producción. En esta ópera espacial tenemos un preciado objeto llamado "especia" (algo cercano a ser comparado con el petróleo) por el cual varios planetas se encuentran en disputa, como el de Arrakis (o también llamado Dune) y Caladan, de donde nuestro héroe, Paul Atreides (Timothée Chalamet), es originario. Hay una guerra por la "especia", con intrigas y traiciones incluídas, en donde Paul se dispone a pelear para probar que puede convertirse en soldado. Entre su entrenador (Josh Brolin) y su madre, Lady Jessica (Rebeca Ferguson), la preparación de Paul incluye, no nada más el aspecto físico, sino el de desarrollar sus habilidades psíquicas. Estas últimas incluyen sueños recurrentes sobre la guerra en Arrakis, con las visiones de una misteriosa chica de brillantes ojos azules, así como una especie de voz telepática para, cual Jedi de Star Wars, poder manipular la voluntad y mente de otros. Mientras la versión de Lynch tiene un tono más de película antigua de aventuras de matineé, con humor tanto involuntario como voluntario, animatronics, y un diseño de producción, en general, más tendiente al kitsh, la versión de Villeneuve es todo lo contario. Dune del 2021 es más sobria, y sin duda, menos tendiente al caos en la narración de la historia de Paul, con un toque de tragedia, y actuaciones más dramáticas. El personaje del Baron Vladimir Arkonen (ahora encarnado por Stellan Skarsgard), sigue gordo pero flota menos, y no tiene ampollas a punto de reventar. Este termina siendo uno de los aciertos, ya que no es tan irritante como la encarnación que hizo Kenneth McMillan en 1984. Pero si algo tienen en común ambas películas, son el tener extraordinarias escenas en el desierto. Y aunque es verdad que ahora los gusanos gigantes lucen más impresionantes gracias a los efectos digitales, resentí el no verlos más tiempo como en el filme de Lynch, apenas apareciendo unos escasos minutos. Además de la gran actuación de Rebecca Ferguson, también destaca Oscar Isaacs como el Duque Leto, padre de Paul, al igual que secundarios como Jason Momoa y Zendaya, en el papel de Chani (Sean "Blade Runner" Young en la peli de Lynch). Si bien siento que el filme nuevo termina siendo algo largo (2 horas y media de duración), y que la actuación de Chalamet, aunque no está mal, no es tan memorable como la interpretación de Kyle MacLachlan en el filme de 1984, Villeneuve acaba dando algo más de fuerza y peso dramático a cada uno de sus personajes. La película goza también de una gran banda sonora compuesta por Hans Zimmer, estridente, y que le provee de toda una atmósfera nueva y única. ⭐⭐⭐⭐ En #HBOMax y a la renta.

THE LOST LEONARDO

 

¿Será un Da Vinci?

Un documental que, al menos para quien esto escribe, resulta más fascinante que las tres películas del Código da Vinci juntas. Es cierto, dichas pelis son ficción, son palomeras y, si acaso, entretenidas, pero tratan de todo menos de Leonardo da Vinci, el genio renacentista. El Último Leonardo se centra por completo en una pintura titulada "Salvator Mundi" (o "El Salvador del Mundo"), que fue encontrada alrededor del 2010, en E.U., botada con otras tantas en una casa de subastas. Los "cazadores de tesoros" gustan de llamarles a estas obras "silentes", y son pinturas que nadie quiere comprar. El descubridor de "Salvator Mundi" quedó prendado de la pintura, especialmente, por una corazonada que le decía que su autor podría ser Da Vinci. Y es aquí en donde empezó la aventura de este, en apariencia, humilde cuadro. Luego de que este retrato al óleo de Jesucristo fue comprado por su descubridor por unos miles de dólares, el cuadro se embarcó en una travesía, entre E.U. y Europa, para terminar adquiriendo un valor en subasta de 2 billones de dólares. ¿Cómo es posible que una pintura que nadie quería, escondida en un lugar recóndito de Nueva Orleans, terminó adquiriendo un valor monetario exhorbitante? Es ahí donde radica lo fascinante de este documental, dirigido por Andreas Koefoed, que si bien es cierto ostenta un formato cercano al del tradicional documental televisivo de cabezas parlantes, estilo National Geographic, lo genial es la manera en que el realizador cuenta esta historia. Una historia que, por momentos, pisa los terrenos de lo increíble, con instantes en los que crees estás viendo un relato de ficción, de esos que están entre el género de investigación y misterio, con todo y su dósis de suspenso. El documental también te sumerge en las aguas del complejo mundo del mercado del arte, marcado sobretodo por la ambición. Aquí, lo que tal vez importe menos es el valor artístico, en donde los marchantes de arte, en un golpe de suerte, podrían terminar haciéndose tan ricos como los clientes para los que trabajan, es decir, coleccionistas de arte. El Último Leonardo, con entrevistas a marchantes, académicos, críticos de arte, especialistas en la obra de Da Vinci, historiadores, etc., te da una o dos lecciones sobre arte y su verdadero valor, que empieza con la intervención en el filme de Dianne Dwyer Modestini, restauradora del "Salvator Mundi", primera especialista en atribuirlo a Leonardo. Calificado por algunos críticos como "La Mona Lisa masculina", la pintura, que se cree fue realizada entre 1499 y 1510, de verla sientes de alguna forma que sí pudo ser pintada por Da Vinci. Sin embargo, la película te deja con reflexiones como: ¿Un cuadro deja de ser de su artista original al empezar a ser intervenido por su restaurador? ¿Se puede exhibir el "Salvator Mundi" en la misma sala que ocupa La Mona Lisa en el Museo del Louvre? ¿Debe ser expuesto con ficha museográfica que diga "Por Leonardo Da Vinci" o "atribuído a...."? ¿Los dos billones de dólares en los que se vendió el cuadro en la casa de subastas Christie reflejan su verdadero valor, o es producto del enigma en el que los medios lo envolvieron? Recomendable para todos los amantes del arte. De lo mejor del año. ⭐⭐⭐⭐⭐ A la renta.

miércoles, 2 de febrero de 2022

GET BACK

The Beatles reunidos nuevamente.
 

Más que una secuela, este spin off de Matando Cabos (2004) rescata a su personaje más interesante, Rubén "Mascarita", aquel exluchador "resuelve-problemas" interpretado por Joaquín Cossio. En este tardío filme, por alguna extraña razón, no están de regreso (ni para un breve cameo) los dos protagonistas del primer filme, Kristoff Raczynski y Tony Dalton, pero sí el resto del reparto sobreviviente (excepto los fallecidos Pedro Armendariz Jr. y Jacqueline Voltaire)

Producción original de Amazon, Matando Cabos 2 resulta apenas pasable, con Alejandro Lozano, director del primer filme, de regreso en la dirección, y aunque trata de emular mucho del estilo y humor negro de la película original, no tiene mucho del ingenio que presumió en el 2004 en la escritura del guión. Debo confesar que, aunque no soy fan del primer filme, ni considero tampoco su guión digno de Arieles o premios, es de reconocer que en comparación es mucho mejor. "Mascarita" ahora es el dueño de un gimnasio y academia de lucha libre, que debido al dudoso manejo de su socio, parece más un taller de yoga que otra cosa. Las cosas se ponen graves, cuando un grupo de villanos caricaturezcos irrumpen en el lugar creando caos y destrucción, robándose además un valioso recuerdo, la máscara del papá de "Mascarita", una leyenda de la lucha estilo El Santo y estrella consumada del cine. Con la ayuda de Tony (Silverio Palacios), "Mascarita" se propone recuperar la preciada máscara, pero no cuenta con el hecho de que el preciado objeto también es buscado por Nico (Gustavo Sánchez Parra) y Lula (Rocio Verdejo), su ahora colega, quien lo trata con la punta del pie. Si algo me pareció rescatable, es el riesgo por manejar un humor negro hiperviolento, el cual, desafortunadamente, va bajando de tono con el avance de la historia, así como la parodia que Lozano continua en este nuevo filme sobre la figura de los luchadores en el cine de antaño, y las pésimas películas que hacían. El grave problema, es que en contraste la historia termina siendo de lo más simple y convencional. Además de que, entre contar la historia principal de "Mascarita", junto a la de Nico y Lula, la naracción cae en lo caótico. De hecho, la subtrama de estos dos últimos me pareció sin mucho sentido, están ahí de relleno y sin mucho qué hacer. El humor de juntar a la "guapa" con "el idiota" se agota de inmediato. Luego de 17 años, creo que los seguidores del primer filme quedarán decepcionados; contentos tal vez de sumergirse en este ejercicio de nostalgia con algunos momentos graciosos, pero no del todo conseguido. Otros tal vez también quedarán decepcionados de ver a Ana Claudia Talancón únicamente unos cuántos minutos, sin nada relevante que hacer en la película. Lo cierto, es que se nota que si en algo estaban pensando Lozano y los productores de la película es en Kick-Ass, pero el intento de copiar dicha película quedó en buenas intenciones. ⭐⭐1/2 En Disney Plus.

MATANDO CABOS 2

Silverio Palacios y Joaquín Cossio
 

Más que una secuela, este spin off de Matando Cabos (2004) rescata a su personaje más interesante, Rubén "Mascarita", aquel exluchador "resuelve-problemas" interpretado por Joaquín Cossio. En este tardío filme, por alguna extraña razón, no están de regreso (ni para un breve cameo) los dos protagonistas del primer filme, Kristoff Raczynski y Tony Dalton, pero sí el resto del reparto sobreviviente (excepto los fallecidos Pedro Armendariz Jr. y Jacqueline Voltaire)

Producción original de Amazon, Matando Cabos 2 resulta apenas pasable, con Alejandro Lozano, director del primer filme, de regreso en la dirección, y aunque trata de emular mucho del estilo y humor negro de la película original, no tiene mucho del ingenio que presumió en el 2004 en la escritura del guión. Debo confesar que, aunque no soy fan del primer filme, ni considero tampoco su guión digno de Arieles o premios, es de reconocer que en comparación es mucho mejor. "Mascarita" ahora es el dueño de un gimnasio y academia de lucha libre, que debido al dudoso manejo de su socio, parece más un taller de yoga que otra cosa. Las cosas se ponen graves, cuando un grupo de villanos caricaturezcos irrumpen en el lugar creando caos y destrucción, robándose además un valioso recuerdo, la máscara del papá de "Mascarita", una leyenda de la lucha estilo El Santo y estrella consumada del cine. Con la ayuda de Tony (Silverio Palacios), "Mascarita" se propone recuperar la preciada máscara, pero no cuenta con el hecho de que el preciado objeto también es buscado por Nico (Gustavo Sánchez Parra) y Lula (Rocio Verdejo), su ahora colega, quien lo trata con la punta del pie. Si algo me pareció rescatable, es el riesgo por manejar un humor negro hiperviolento, el cual, desafortunadamente, va bajando de tono con el avance de la historia, así como la parodia que Lozano continua en este nuevo filme sobre la figura de los luchadores en el cine de antaño, y las pésimas películas que hacían. El grave problema, es que en contraste la historia termina siendo de lo más simple y convencional. Además de que, entre contar la historia principal de "Mascarita", junto a la de Nico y Lula, la naracción cae en lo caótico. De hecho, la subtrama de estos dos últimos me pareció sin mucho sentido, están ahí de relleno y sin mucho qué hacer. El humor de juntar a la "guapa" con "el idiota" se agota de inmediato. Luego de 17 años, creo que los seguidores del primer filme quedarán decepcionados; contentos tal vez de sumergirse en este ejercicio de nostalgia con algunos momentos graciosos, pero no del todo conseguido. Otros tal vez también quedarán decepcionados de ver a Ana Claudia Talancón únicamente unos cuántos minutos, sin nada relevante que hacer en la película. Lo cierto, es que se nota que si en algo estaban pensando Lozano y los productores de la película es en Kick-Ass, pero el intento de copiar dicha película quedó en buenas intenciones. ⭐⭐1/2 En #PrimeVideo

lunes, 31 de enero de 2022

A QUIET PLACE PART II

 
Emily Blunt, Millicent Simons, y Noah Jupe.
 
 
La expectativa por la llegada de A Quiet Part II pudo haber sido mitigada por la pandemia, atrasando su estreno por más de un año, pero eso no redujo el impacto al verla. Teniamos que saber el destino de la familia Abbott, luego del trágico y emotivo final de la primer película. Aunque el factor sorpresa desapareció un poco, esta secuela abre con una pequeña pero emocionante introducción, que nos cuenta el cómo inició todo, es decir, cómo llegaron los alienígenas de oídos hipersensibles a causar terror a la Tierra, y hacer que sus habitantes vivan en silencio. 

 Ahora todo -o casi todo- el peso del filme cae sobre los personajes femeninos, Evelyn (Emily Blunt), la mamá, y Regan (Millicent Simmons), su hija, la cual, irónicamente, sufre de sordera (tanto en el filme como en la vida real). Definitivamente, es Millicent Simmonds quien se lleva la película, y en parte también Noah Jupe, quien interpreta a Marcus, el hermano de Regan. Además, al reparto se une Cillian Murphy, quien de alguna forma es la nueva figura paterna en la trama. La manera de presentarlo en la historia es simple y casual, durante un partido de baseball, en el que Lee (John Krasinski), el papá, y Emmet (Murphy) observan a sus respectivos hijos jugar. De inmediato adivinamos que son viejos conocidos, cuando de pronto, en el cielo, seguido de una nube de humo, vemos caer un meteoro. En cuestión de minutos, el caos empieza a invadir el pueblo. 
 
Dirigida nuevamente por John Krasinski, esta secuela narra la aventura que emprende Regan, para tratar de rastrear una señal de radio, que transmite constantemente Beyond the Sea en la voz de Bobby Darin. Regan tiene la esperanza de encontrar más personas, u otra comunidad quizás. Sin embargo, no mide mucho las consecuencias ni el peligro de ir sola, armada tan solo con un rifle, y usando el pequeño dispositivo que su papá le diseño para ayudarle a oir mejor. Mientras, Evelyn se ha quedado oculta en un refugio junto a Marcus, y su bebé. 
 
Sin duda, una secuela algo más optimista que su antecesora, por el hecho de ver que, a pesar del caos y muerte que imperan en este universo, podría haber más seres humanos en el camino de los Abbott, aunque no todos ellos serán precisamente buenos. Y si bien es cierto que la primer película es mucho mejor, esta segunda parte no escacea de momentos emocionantes, así como el hecho de que ya no es tan silente, es decir, hay más diálogos, muchos en voz baja por supuesto. Djimon Hounsou, como siempre en un papel secundario, está aquí para ayudar a levantar la segunda mitad del filme. 
 
Si por algo vale la pena ver A Quiet Place 2, es más por la secuencia inicial sobre los origenes de la invasión, y por su tercer acto. Son una muestra más de la particular maestría de Krasinski para construir pequeñas secuencias de acción e inyectarles una buena dósis de suspenso y adrenalina, todo armado de una forma intensa. ¿Habrá una tercera película? Sí, en un par de años... si no hay pandemias de por medio. ⭐⭐⭐1/2 A la renta.

 

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