jueves, 24 de enero de 2019

IO

Anthony Mackie y Margaret Qualley.
IO pudo haber funcionado mejor como un cortometraje (entre 20 y 30 minutos de duración hubieran sido suficientes), ya que, en la hora y media de duración de su historia post-apocaliptica, no hay mucho que contar. No estamos frente a un escenario realmente nuevo. En el futuro, la raza humana ha quedado diezmada, con una colonia de sobrevivientes viviendo ahora en una luna de Júpiter. En la Tierra, tan sólo un pequeño número de personas han quedado atrás. Una de ellas, es una joven científica, Sam (Margaret Qualley, hija de la actriz Andie MacDowell), la cual vive en un paraje desolado realizando experimentos científicos, continuando las investigaciones de su padre (Danny Huston), y en sus ratos libres mantiene una relación a distancia con un hombre de "IO", la colonia en cuestión.
Su rutina cambia cuando un misterioso hombre, Micah (Anthony Mackie), uno de los pocos habitantes que quedan en la Tierra, llega en globo, en camino a tomar el último viaje a la colonia. La cuestión para Sam será si lo mejor es partir con Micah, dejarlo todo atrás; su trabajo de años, el legado de su padre, o quedarse y mantener la esperanza de salvar a la Tierra. Desafortunadamente, el flime (dirigido por Jonathan Helpert) carece de fuerza, y de una historia más interesante, sintiéndose más como un capítulo extendido de TheTwilight Zone que otra cosa. 
⭐️⭐️

CREED II



Sylvester Stallone y Michael B. Jordan
Con Creed II hay algo de admirarse, y es la manera en que se las han arreglado muy bien para contarnos la misma historia, pero de manera diferente, moviendo un poco las cosas aquí, ajustándolas otro poco por allá. Pero también hay otra cosa admirable. Sly Stallone ha sabido hacerse a un lado (todavía más en esta ocasión que en Creed 1), para seguir contando la historia de Rocky Balboa, el campeón de glorias pasadas, quien ha pasado la estafeta al hijo de su más grande rival, y luego amigo, Apollo Creed.
En realidad, no hay gran cosa nueva en Creed II. Sin embargo, es irremediable sentirse atraído, una y otra vez, a la misma historia de triunfo en contra de toda adversidad, del "querer es poder", del campeón, humilde y modesto capaz de vencer a un "Goliat" del calibre de Dolph Lundgren, en Rocky IV (1985). Esta secuela de la recién inaugurada saga de Creed (2015), puede calificarse en dos frases "Mitad secuela de Creed 1-mitad secuela de Rocky IV (o lo que es lo mismo, "Rocky IV: 33 Años Después").
Hay algo que falta en Creed II, ese subtexto político de la "Guerra Fría" visto en Rocky IV. La historia de Rocky vengando en el ring a su amigo Apollo, encontraba una muy buena metáfora en el campeón italo-americano de Estados Unidos venciendo al gigante soviético, en una pelea de box (y frente al incrédulo Gorbachev). Y aunque todo eso está ausente en Creed II, sí hay una lectura racial en el filme que no escapará al espectador más avezado: la del campeón negro, Adonis Creed (Michael B. Jordan, todavía transmitiendo esa explosiva fisicalidad que lo caracteriza), enfrentando a un nuevo rival, nada menos que al hijo de Ivan Drago, Viktor (Florian Munteanu). El fantasma de su papá sigue persiguiendo a Adonis, presionando y empujándolo a ser el campeón que él fue en vida -y quizás ir más lejos.
Para seguir defendiendo su título, Adonis deberá enfrentar a Viktor, el cual, como su padre 30 años atrás, es un gigante hecho de puro músculo, el doble de su peso y tamaño. Es imposible decir más sin arruinarle la película a quienes no la han visto. Aunque, si se han visto todas las películas anteriores, no es nada difícil adivinar lo que irá sucediendo hasta el desenlace. Basta decir que habrá un momento de suma tensión en la relación entre Adonis y Rocky, quien, como el viejo y experimentado campeón que es, aconsejará a su discípulo que recapacite de enfrentar a Viktor, considerándolo casi un suicidio, y que no vale la pena el riesgo. "Todavía tengo costillas que me rompieron, y nunca aliviaron bien", le dice Rocky en una discusión.
Hay una interesante cuestión que la historia pone sobre la mesa: ¿Debe Adonis retirarse, a tan joven edad y a mitad de su carrera, por el bien de su salud? ¿O, por el contrario, debe seguir con rivales de su mismo calado, o inferiores, con tal de seguir boxeando? Ah, y claro, en su relación con Bianca (Tessa Thompson), tendrá lugar un importante evento, que hará al campeón recapacitar todavía más si debe seguir peleando, o retirarse joven, pero físicamente íntegro. Como es costumbre, la pelea flnal es emocionante, bien filmada, y te mantiene pegado a tu asiento. La película tiene un poco para los que crecimos viendo estas películas, y un poco también para las nuevas generaciones. Lo cierto, es que, al final, uno no puede evitar seguir emocionándose al verlas. 
⭐️⭐️⭐️ 1/2

MORTAL ENGINES

Hera Hilmar.
¿De haber sido dirigida por Peter Jackson, Mortal Engines hubiera podido estar mejor? Tal vez. El caso es que, aún estando desde el asiento de guionista y productor junto a Philippa Boyens (ambos responsables de las, por el contrario, más exitosas franquicias de El Señor de los Anillos y El Hobbit), Mortal Engines se queda a mitad de camino. A penas y a rastras, Engines es un filme para pasar el rato y palomear.
Adaptación de una novela escrita por Philip Reeve, el gran problema de Engines es que es un amalgamiento de cosas que ya hemos visto antes, y mucho mejor; un pastiche de otros filmes futuristas y apocalípticos. El espectador más exigente, echará de menos algo más de verdadera originalidad.
Dirigido por Christian Rivers (más experimentado en el departamento de efectos especiales, que en dirigir), la película se puede calificar como "Mad-Max-versión-Ciudades- Rodantes". Si por algo vale la pena verla en pantalla grande, es nada más por el espectáculo de ver una Londres futurista (la historia se ambienta más de mil años en el futuro) moverse sobre-ruedas, a través de laderas desoladas e interminables. De hecho, la escena que abre el filme (que prometía mucho más de lo que al final ofrece la película) es con Londres persiguiendo a gran velocidad a unos rebeldes, quienes van rodando en una ciudad más pequeña y destartalada. Quien los persigue es Thadeus Valentine (Hugo Weaving), un político carismático y popular, aunque con doble cara y dudosos propósitos (al final, como todos los políticos).
Un arma atómica llamada "Medusa" ha destruido la civilización moderna durante la "Era de la Pantalla" (es decir, la que ahora vivimos, con smartphones y tabletas). Cualquier artefacto o resto de tecnología de aquella época, es conservada en el Museo de Londres, en donde trabaja un experto en la materia, Tom (Robert Sheehan). Por una u otra razón, Tom acaba desterrado de la ciudad, pero no estará sólo en su aventura. Una chica, Hester (Hera Hilmar), con el rostro marcado por una larga y fea cicatriz, busca asesinar a Thadeus para vengar a su mamá.
Engines se nota como un proyecto muy secundario de Peter Jackson, al que no puso un cuidado o interés suficiente. No nada más hay mucho de Mad-Max, sino que la película toma mucho también de Brazil (Terry Gilliam), y hay algo de Howl's Moving Castle (Hayao Miyazaki), ambos filmes superiores en todos los aspectos. Hay escenas que incluso recuerdan a Star Wars (también hay batallas en el aire), con un par de personajes como piezas de un rompecabezas que entran en la historia a fuerza de calzador, como el personaje de Anna (Jihae, de Mars), una piloto, no tan interesante como debiera. También tenemos una especie de cyborg-zombie, de nombre Shrike (Stephen Lang), que se parece a Clint Eastwood y es parte importante del pasado de Hester. La película se puede ver, aunque con muchas reservas; es de esas películas que acaban en el baúl del olvido. 

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