miércoles, 4 de junio de 2014

X-MEN: DAYS OF THE FUTURE PAST * * * *

ROMPIENDO LAS LEYES DEL TIEMPO.
Nicholas Hault, James McAvoy y Hugh Jackman

No es que la saga original de los X-Men corra el peligro de quedar desbancada del gusto de los fans, pero la nueva serie de precuelas del grupo de mutantes, comandados por el profesor Charles Xavier, son algo mejores. Y cada vez se ponen mejor. El hecho de estar instaladas en décadas pasadas, de saber adaptar a viejos escenarios las historias de mutantes, les da un  cierto valor agregado. Con todo y ser películas palomeras, plenas de efectos especiales, están pobladas por personajes que nos importan.

Me gustó más X-Men: Days of Future Past, que su antecesora, X-Men: First Class (2011). Aunque su planteamiento de un viaje en el tiempo al pasado (sin maquina del tiempo de por medio, sino energía) es de lo más serie B, como robada de Back to the Future, el resto de la película alcanza un nivel dramático inesperado. Es justo cuando los tres personajes que han sido eje central desde la película pasada: el Dr. Charles Xavier (James McAvoy, simplemente excelente), Erik/Magneto (Michael Fassbender) y Raven/Mystique (Jennifer Lawrence, más atlética que nunca), crucen sus caminos nuevamente, cada uno con llevando sus propias cargas emocionales, que la película empieza a tomar caminos interesantes, lejos de cualquier película convencional e infantil de superhéroes.

La película se desarrolla en dos épocas. Abre en un futuro -quizás no muy lejano-, con un escenario apocalíptico como sacado de alguna película de Terminator. Naves llegan justo cerca de la muralla China, descargando robots capaces de cambiar de forma, restaurarse y metamorfosearse sin problemas, arrasando todo a su paso. Mientras, el viejo profesor Xavier (Patrick Stewart), regresado de ultratumba por alguna razón inexplicable, y el viejo Magneto (Ian McKellen), han juntado fuerzas para combatir esta amenaza tecnológica. Wolverine (Hugh Jackman) Storm (Halle Berry), Kitty Pride (Ellen Page) y Ice Man (Bobby Pride), están ahí para echarles una mano.

Mientas nos preguntamos cómo es que, no nada más el profesor Xavier está vivo luego de haber sido prácticamente desintegrado en The Last Stand (2006), sino en buenos términos con su viejo amigo y rival, presenciamos una secuencia cargada de acción, emocionante, que no te deja parpadear un momento, ya que perderías detalle de lo que pasa. Los X Men se teletransportan por túneles de energía, de un lado a otro, mientras pelean con los enormes robots.

Wolverine será enviado en misión especial al año 1973, para que evite que Raven/Mystique cometa el asesinato de un científico (Peter Dinklage), que con todo y su diminuto tamaño odia con pasión a los mutantes. El científico se encuentra desarrollando una tecnología para exterminar a todos los mutantes de la faz de la Tierra. Con todo y ser una trama puramente de ciencia ficción serie B, Bryan Singer, quien retoma la dirección de las películas luego de que Matthew Vaughn dirigiera First Class, carga la historia de una increíble y solemne carga dramática. 

Uno acaba por tomarse el asunto en serio. Además, el resultado final acaba siendo plenamente entretenido, no exento de un tono paródico que no desentona. En esa reunión en la oficina oval,   vemos a un Richard Nixon (Mark Camacho) no muy convincente, al menos, en su apariencia física.  Su maquillaje es algo risible, lo hace ver caricaturizado. O cuando se nos revela cómo es que en el asesinato de Kennedy hubo un mutante involucrado.

Así como sucedía en First Class, ambientada durante la Guerra Fría y la amenaza de los misiles en Cuba en los 1960, Days of Future Past es un pastiche de ciencia ficción, filme de superhéroes y película de espías de los 1970. James McAvoy está mucho mejor que en First Class, ahora con Xavier pasando por una crisis emocional, enfundado totalmente en un look hippie, recobrando la movilidad de sus piernas, pero sacrificando sus poderes telequinéticos. Cuando Michael Fassbender  como Magneto entra a escena desatando caos en París, durante la firma de paz entre E.U. y Vietnam, con pedazos filmados en formato de 8 mm, te hace pensar que de haber filmado Costa Gavras un filme de mutantes, quizás se hubiera visto así. 




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