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lunes, 17 de abril de 2023

BLONDE

LOS CABALLEROS LAS PREFIEREN... Ana de Armas como Marilyn Monroe.
 

Fue una injusticia que Ana de Armas no haya tenido una nominación al Oscar. Una película que tal vez no sea para fans de Marilyn Monroe, ya que no ofrece el retrato más halagador de la leyenda del cine. Quizás Ana de Armas no tenga esa misma personalidad que hacia que Marilyn Monroe llenara la pantalla, pero hay escenas en donde el parecido es impresionante (como en esa escena que recrea un número musical de Some Like it Hot, de Billy Wilder).

A pesar de que se nota que Andrew Dominik no se decidió entre hacer un filme en blanco y negro o a color, Blonde es un estudio de personaje brutal y sensible, ocacionalmente difícil de ver, no muy sólido en su narración, pero notablemente actuado.
En Netflix

martes, 31 de enero de 2023

ELVIS

EL RETORNO DEL REY. Austin Butler y Tom Hanks.
 
 Algo ha llovido desde que vi la miniserie en donde Jonathan Rhys Meyers interpretó a Elvis (llamada, precisamente, Elvis). Quizás eso nuble un poco mi juicio, pero luego de ver este caleidoscópico y luminoso torbellino de biopic sumamente musical, me arriesgo a decir que la interpretación de Austin Butler del Rey es superior. Es verdad que, en comparación, pierde mucho en rostro, pero gana en varios otros aspectos.


Esta es la revisión de Baz Luhrmann del ícono musical, un recorrido exhaustivo en donde no nada más mis ojos vibraron, sino también mis oídos. Además de hacer una ultra condensada revisión de la vida de Elvis, desde sus orígenes hasta su -lo diré, no es spoiler- muerte en 1977, Luhrmann (como evidente amante de la música) nos lleva de la mano por la historia de la música pop y rock, desde el Blues y R&B, hasta el nacimiento del Rock 'n Roll.

Casi olvido mencionar que en este viaje tenemos a un narrador confiable -o tal vez no- en la figura de su representante, el coronel Tom Parker, interpretado por otro Tom de apellido Hanks, en donde este último muestra una capacidad camaleónica que pocas veces vemos. Hanks hace un acento obscuro, pero sin duda no americano, que delata de inmediato los verdaderos orígenes de Parker. Levantándose de su cama en un hospital en Las Vegas, afectado de salud y avejentado, Parker empieza a contar su historia, sobre cómo se inició en el showbusiness, explicando que todo el secreto está en saber uno o dos trucos; en saber crear ilusión y fantasía. De ahí, Parker continuará con su historia con Elvis, cómo lo conoció y lo convirtió en estrella.

En Elvis el coronel supo ver ese truco al verlo actuar por primera vez y volver locas a decenas de chicas, poniéndolas en un estado histérico. Al ver los contoneos de cadera del juvenil Elvis (desde ese momento ganándose el apodo de "Elvis la Pelvis"), no nada más las chicas se desmayaban sino que incitó al escándalo, por ser considerado demasiado inmoral y provocativo para aquellos inocentes años 1950. Durante la primera mitad del filme Luhrmann hace de esto todo un tema.

El mismo Parker se da cuenta que había creado un monstruo que se estaba empezando a salir de control. A diferencia de la miniserie, el amor de Elvis a su madre (muy bien Helen Thomson) en la película no está tan acentuado. A la muerte de aquella, Luhrmann muestra a un Elvis llorando desconsolado, como niño lastimado y vulnerable, con la oportunidad para Parker de convertirse en figura paterna. El padre de Elvis (Richard Roxburgh, viejo colaborador de Luhrmann) en el filme será más un fantasma, apenas visible, lejano y poco comunicativo.

El coronel Parker de Tom Hanks me pareció más interesante que el de Randy Quaid en la miniserie (tal vez este último no tuvo suficiente espacio para desarrollar más el personaje), y en el filme es como el titiritero bajo cuyo control se encuentran los hilos de su creación. Bajo maquillaje y prostéticos Hanks se transforma, tiene una actuación formidable (creo que merecía una nominación al Oscar), y encarna al hombre con la visión suficiente y la estrategia adecuada para crear una leyenda, que poco a poco se le iría de las manos a mediados de los 1960 (el especial de Navidad por TV es, según el filme, la pauta de una eminente separación).

Con una duración de poco más de 2 horas y media, no creo que haya sido tarea fácil el condensar la vida de Elvis. ¿Y qué hay de Austin Butler? El tipo simplemente está fantástico, y es evidente que su principal tarea fue estudiar a Elvis por completo, así como revisar horas y horas de metraje documental, sus conciertos, y películas. He leído una o dos críticas sobre lo demasiado simplificada que luce la faceta cinematográfica de Elvis en la película, la cual no será tan brillante como la musical, pero es verdad que merecía un poco más que simples guiños a filmes clave, como Viva Las Vegas o Jail House Rock (ni siquiera hay unos segundos recreando el número musical clásico). Tampoco Luhrmann profundiza mucho más en la ambición de Elvis por ser un gran actor como su ídolo, James Dean.

Es comprensible que, siendo Luhrmann el director, la brújula haya ido más en la dirección del Elvis musical, de sus abusos con las drogas, y su autodestrucción y decadencia. Algo tuvo que ver ese mefistofélico coronel Parker, quien terminó explotándolo. Más que para fans de Elvis, el filme es también para los fans del cine de Luhrmann, dispuestos a subirse a su montaña rusa y no tener un descanso en este viaje a Graceland.
En HBOmax

viernes, 22 de abril de 2022

THE ELECTRICAL LIFE OF LOUIS WAIN

Benedict Cumberbatch y Claire Foy.

 

La multinominada al Oscar El Poder del Perro me gustó, me pareció muy buena película. Pero si por alguna película Benedict "Dr. Strange" Cumberbatch debió de haber sido nominado al Oscar a Mejor Actor, es por The Electrical Life of Louis Wain. En su interpretación del Louis Wain del título, Cumberbatch está magnífico, en una actuación redonda y contenida. Wain fue un artista e ilustrador de inicios del siglo XX del cual no tenía el más mínimo conocimiento hasta que vi el filme. Su tema favorito: los gatos, a quienes dio un lugar especial en la iconografía de los 1910s y 1920s.
Gracias a una cálida narración de Olivia Colman, así como a un tono de fábula que está entre la excentricidad de Tim Burton y lo alucinante del cine de Terry Gilliam, la película no tarda en atraparte. De inmediato sientes que estás a punto de adentrarte en el universo extravagante de un personaje excéntrico. De no ser por que Wain dejó como legado sus dibujos y pinturas, jurarías que estás frente a un personaje ficticio. Wain empezó haciendo dibujos de animales (aparentemente, nunca plasmó en papel o lienzo una figura humana), y de ahí pasó a ser el favorito de familias pudientes, quienes le encargaban los retratos de sus gatos durante la época Victoriana.
De cabellos rojos y ensortijados, y un bigote que usaba para ocultar su labio leporino, la película, dirigida por Will Sharpe, empieza por contar la historia del artista como un tipo de apariencia extraña, delgado, dedicado a mantener a su madre y a sus siete hermanas, todas bajo el escandaloso control de la hermana mayor (Andrea Riseborough, magnífica). Dicha hermana decide contratar a una institutriz, Emily Richardson (Claire Foy, igualmente estupenda) para educar y dar clases privadas a la hermana menor.
Emily y Louis no tardarán en empezar una relación, la cual llevará al pobre a ganarse el rencor y encono de su controladora hermana, quien teme que la reputación de la familia esté en juego al ver que su hermano se ha comprometido con una mujer ya demasiado mayor para casarse, así como por un incidente en un teatro, el cual causará no menos escandalo en la sociedad.
El elenco también está formado por Toby Jones, interpretando a Sir. William Ingram, el editor de Wain para el diario en donde empezó a publicar sus primeras ilustraciones de gatos, personaje a quien tal vez deba buena parte de su fama. Ingram dió a Wain oportunidades que seguramente en otro diario no hubiera encontrado, colocándolo en el gusto de los amantes de los gatos, quienes empezaron a comprar postales, tarjetas, y toda clase de memorabilia en donde se publicaban las ilustraciones.
Para muchos, la película quizás sea otra historia más del artista atormentado y lleno de traumas, afectado por una enfermedad mental. Waine sufría de ataques de pánico debido a pesadillas que tuvo desde niño, así como probablemente (según psicólogos que han analizado su obra) de esquizofrenia, como la padeció una de sus hermanas. Lo cierto, es que la manera de contar la historia es muy original, como una historia romántica entre Wain y Emily con desenlace dramático. La película recuerda la reciente The Personal History of David Copperfield, de Armando Ianucci, o incluso Big Eyes del mismo Tim Burton, mientras que Wain puede verse también como la contraparte masculina de Beatrix Potter (interpretada por Renée Zellweger en Miss Potter), artista y escritora dedicada a escribir historias protagonizadas por conejos.
Al final, lo mejor de filme, además de sus actuaciones, es la excelente ambientación, fotografía, y diseño de arte. Sharpe trata de adentrarnos en la mente de Wain con una propuesta visual algo psicodélica, tal y como lo fueron los últimos trabajos del artista hacia el final de su vida. Es una lástima que la Academia de Hollywood haya pasado por alto esta gran actuación de Benedict Cumberbatch.
⭐️⭐️⭐️1/2 A la renta.

martes, 19 de abril de 2022

KING RICHARD

Will Smith como Richard Williams.

Que Will Smith iba a ganar el Oscar a "Mejor Actor" estaba, por demás, cantado (no tanto la bofetada que le propinó a un desprevenido Chris Rock durante la ceremonia). Desde su interpretación de Muhammed Ali en "Ali", o la del doctor Bennet Omalu en "Concussion", no había visto otra gran actuación de parte de Smith como en esta película. Smith interpreta aquí a Richard Williams, padre de Serena y Venus Williams, campeonas de tenis a nivel internacional. Quienes no sean fans del tenis, querrán rehuirle a un filme sobre el llamado "deporte blanco", pero el caso es que King Richard, dirigida por Reinaldo Marcus Green, trata sobre un poco más que eso. Richard Williams luchó ante todo para abrirles el camino a sus dos hijas, en un deporte lidereado mayormente por jugadores blancos. De que Serena y Venus eran talentosas desde niñas lo eran, pero lo que la película enseña también, es que para triunfar las hermanas necesitaron más que tener un gran talento para el tenis. Y ahí fue donde la necedad, la personalidad obsecada, la mentalidad ganadora que derrumba barreras y obstáculos que Richard supo inculcarles desde temprana edad, entró en juego. Todo arranca a finales de los 1980, en el barrio de Compton, asolado por la violencia de las pandillas, lugar en donde Richard y su familia viven. Richard y su esposa (Aunjanue Ellis, nominada al Oscar a Mejor Actriz de Reparto) tienen que trabajar para sostener el hogar, el primero como guardia de seguridad. En sus ratos libres, Richard aprende y se documenta todo lo que puede sobre el tenis leyendo revistas y libros, para de forma autodidacta convertirse en el entrenador de Serena (Demi Singleton) y Venus (Saniyya Sidney), además de ser algo parecido a un promotor y agente. Los entrenamientos no serán cosa fácil, practicando en una cancha pública, en donde Richard es acosado y golpeado por pandilleros dia y noche. Para los que no sepan mucho de la historia de las Williams, King Richard puede servir como un pequeño curso introductorio sobre el camino que siguieron para triunfar. En ese sentido, sigue mucho la convencional estructura de filmes deportivos con historias inspiradoras, sobre atletas con escasos recursos y situaciones adversas, que empiezan desde abajo, junto a un coach experimentado siempre de su lado. Sin embargo, aquí la diferencia es que Richard no era el coach más experimentado del orbe, y por eso, la película es también la historia sobre cómo él, de ser un humilde guardia, se convirtió en un entrenador y agente deportivo feroz, severo pero disciplinado con sus hijas. De hecho, el mayor defecto de Richard fue el haber sido un agente demasiado visceral, sin una mente y visión negociadora (según el filme, perdió uno o dos contratos millonarios con marcas deportivas de prestigio para Serena). Pero si hay algo que supo hacer bien Richard, como se ve en una escena del filme, es convertir a Cenicienta (el filme de Disney) en una lección de vida para sus hijas (dejo al espectador descubrirlo). El filme no me convirtió en un fan del tenis, y en ese sentido le faltó mostrar más partidos emocionantes, pero es algo comprensible. Más que ser sobre Serena y Venus Williams, el enfoque de la película es más sobre Richard, en mostrarlo con sus virtudes y flaquezas; contradictorio, sin mucho recato en pedorrearse frente a dos cazadores de talentos a punto de ofrecerle a él y a sus hijas la oportunidad de sus vidas, así como sin mucha capacidad para escuchar el consejo de gente más experimentada en el campo, como los dos entrenadores que aparecen en el filme, Paul Cohen (Tony Goldwin), y Rick Macci (excelente Jon Bernthal, quien merecía nominación a Mejor Actor de Reparto). En pocas palabras, la actitud de Richard es la del tipo sabelotodo que no acepta consejos. Mientras, la actuación de Will Smith es magnífica en todos los sentidos, con las inflexiones y la misma forma de hablar del Richard Williams verdadero. Es cierto, a los fans del tenis los dejará con ganas de ver más tenis (al estilo de "Wimbledon", por ejemplo), pero no hay duda que para ver la mejor actuación a la fecha de Smith, la película es más que adecuada. ⭐️⭐️⭐️1/2 

En #HBOMax y a la renta. 

miércoles, 15 de enero de 2020

THE TWO POPES


DOS PAPAS MUY GALESES Anthony Hopkins y Jonathan Price
Hay una ligera línea entre la realidad y la ficción, apenas perceptible, que nunca se rompe en The Two Popes. Tal es uno de los aspectos más brillantes en el más reciente filme del director brasileño Fernando Meirelles (Ciudad de Dios), sobre cómo el ex papa Joseph Ratzinger (el segundo papa en renunciar al puesto desde Celestino V, en 1294), y tal vez de los menos carismáticos que haya habido (fue llamado "nazi" por muchos), y su sucesor, el cardenal Jorge Bergoglio, quien se convertiría en el actual papa Francisco I (primer papa proveniente de Latinoamérica), se volvieron muy buenos amigos.
Hay una extraña fascinación en ver a dos grandes actores ingleses, Anthony Hopkins y Jonathan Pryce, interpretar a dos personalidades que todavía viven, el primero a Ratzinger, y el segundo a Bergoglio. Es fascinante, no únicamente por el tremendo parecido físico (de esos que apenas requieren algo de maquillaje) que los actores tienen con los pontífices, sino por lo reciente de los hechos que presenta.
La película presenta charlas imaginadas que pudieron haber tenido Ratzinger y Bergoglio en la residencia del Vaticano, justo cuando aquel decidió renunciar al papado, mientras el último, todavía cardenal, había decidido retirarse de la vida religiosa y volver a su natal Buenos Aires. Durante los primeros minutos del encuentro, en los muy amplios jardines de la residencia, la tensión que establece Meirelles entre ambos personajes es el punto más fuerte de su futura relación. Ratzinger, un ultraconservador papa, empieza pidiendo a Bergoglio (hablándole en latín ocasionalmente) que le rinda cuentas sobre sus declaraciones "fuera de lo ordinario" sobre temas muy delicados, por ejemplo, la aceptación y visión de la homosexualidad por parte de la Iglesia Católica; mientras que el cardenal, de mente y costumbres más liberales (más revolucionarias, podría decirse), no tan versado en latín como su interlocutor germano, trata de conseguir que el papa Benedicto XVI firme su petición de renuncia, dándole éste sólo evasivas y excusas. Hasta que, en uno de los mejores momentos del filme, algo rompe completamente con esa incómoda y tensa barrera de hielo: la música. Ratzinger intenta tocar un par de canciones populares alemanas en el piano, cosa que lleva a Bergoglio a recordar su afición por el tango y sus años juveniles en Argentina (interpretado de joven por Juan Minujín).
A pesar del título, el balance de la historia se inclina más hacia el futuro papa Francisco. De hecho, la película (escrita por Anthony McCarten) termina siendo una biopic de Jorge Bergoglio, abarcando desde que "escuchó el llamado de Dios" y decidió convertirse en sacerdote, hasta los duros años durante los 1970s, con la dictadura, y la persecución religiosa. Todo es contando durante la extensa conversación que tiene lugar en la Capilla Sixtina, con los frescos de Miguel Ángel como únicos testigos de su confesión.
Para los diálogos en español que tiene que decir Jonathan Pryce, se decidió doblarlo con la voz de un actor argentino, cosa que resulta convincente hasta cierta medida, ya que su voz y la del actor no terminan siendo muy parecidas del todo. Sin embargo, dejando de lado esos detalles técnicos, "Los Dos Papas" es un extraordinario filme. Su edición es excelente (en especial, en esas escenas en la Capilla Sixtina), escapando de ser una convencional biopic televisiva. Por otro lado, está por demás decir que las actuaciones de Hopkins y Pryce son fenomenales, creando ambos una verdadera "magia papal". Así como hay tensión al principio, a la mitad del filme termina habiendo una buena química entre ambos. Las imágenes de antología en el filme se dejan para el final (la broma que muestra a Bergoglio intentando reservar un vuelo por teléfono), en donde se rompen protocolos y formalidades, dejo al espectador descubrirlas. Y es que, en resumen, lo que ofrecen Hopkins y Pryce son los retratos más humanos de dos papas, con sus flaquezas, debilidades, traumas, errores del pasado, y sus propios pecados. Nominaciones y premios les esperan.
⭐️⭐️⭐️⭐️

martes, 25 de junio de 2019

ROCKETMAN

Taron Egerton como Elton John.
Taron Egerton nos está enviando un mensaje claro en Rocketman: "soy un actor que quiere ser tomado en serio". Va por buen camino. Desde Eddie The Eagle, el también actor de Kingsman (el cual, por alguna extraña razón, casi siempre interpreta personajes con anteojos) ha demostrado ser muy capaz y estar dispuesto a tomar riesgos; a transformarse dejando de lado vanidades frívolas, y especialmente, que tiene voz para cantar. En Rocketman, Egerton es dirigido por segunda ocasión por Dexter Fletcher (director de Eddie The Eagle), en donde interpreta a Reginald Dwight, mejor conocido por sus fans como Elton John. Tarde o temprano teníamos que ver la vida de este icono del rock y el pop contada en cine, seguido del reciente impacto que tuvo apenas el año pasado Bohemian Rhapsody, la multinominada y oscarizada biopic de Freddy Mercury y Queen.
Rocketman (título de una de sus más famosas canciones del album doble Goodbye Yellow Brickroad) toma caminos diferentes a Bohemian Rhapsody, unos menos convencionales y más audaces, visualmente hablando. La película es verdaderamente vital, ágil, y llena de energía musical (realizada con la "bendición" de Elton John, quien funge como productor ejecutivo), en la línea de "Across the Universe" (musical con canciones de The Beatles). Nos cuenta la vida del músico y compositor a través de sus canciones más representativas, como Saturday Night's Alright (esta, como podría esperarse, durante la pelea en un pub), Bennie and The Jets, Don't Go Breaking My Heart, Crocodile Rock, The Bitch is Back, Candle in the Wind, Rocket Man, I'm Still Standing, etc. Es decir, lo clásico del catálogo de Elton John.
Si desde el primer número musical uno no está en el asiento del cine moviendo el pie y las piernas, tal vez esté viendo la película equivocada. Uno de los primeros números musicales es como una calca de Vaselina, pero el de la canción Rocket Man es de un delirio cómico casi caricaturesco. En dicho número, vamos siguiendo a Egerton, brincando de escenario a escenario, mientras canta, baila, y salta, todo magistralmente sincronizado entre la letra y la historia contada.
Escrita por Lee Hall (quien escribió Billie Elliot, y no es accidental que entre este filme y Rocketman existan muchas conexiones), tenemos aquí a un padre estricto y cerrado (Steven Makintosh), un militar aficionado al jazz para el cual Elton John siempre fue como un cero a la izquierda. Nada le importó que su hijo mostrará genialidad musical desde niño (tocaba a Mozart de oido), y fuera admitido en la Royal Academy of Music. Lo interesante, es que todo nos es contado por Elton John desde el círculo de un grupo de apoyo, estrafalariamente vestido como demonio de carnaval, ante los atentos oídos y miradas de extraños. Aunque tuvo algo de apoyo por parte de su mamá (Bryce Dallas Howard, magnífica y con un convincente acento), lo cierto, es que Elton John tuvo una infancia gris e infeliz.
Sin embargo, todo cambió para Elton cuando conoció a Bernie Taupin (Jamie Bell, el mismísimo "Billy Elliot"), con quien formó una imparable e incansable dupla creativa, siendo este último el creador de las letras de todas -o casi todas- sus canciones. Aunque Rocketman no cuenta nada nuevo, es decir, el relato del genio musical hundido en su adicción a las drogas (aquí Elton John confiesa que las ha probado todas), el alcohol, y afectado por severas crisis emocionales (debido a su homosexualidad, junto a su búsqueda del amor y de ser aceptado), y que además tiene los clichés típicos del ambicioso manager musical (Richard Madden) de doble cara (aunque debo reconocer que Stephen Graham está estupendo, como el primer agente artístico de Elton), la película termina siendo un muy disfrutable tour de force musical.
Cuando verdaderamente comienza la historia de Elton (y despega el filme), es con su debut en "El Troubadour", el legendario club en Hollywood, durante su primer viaje a California para probar suerte. Es aquí en donde Elton John, como el estrafalario y extravagante cantante y pianista, de excéntricos anteojos, que todos conocemos, se inventó a sí mismo (como si el carnaval de Rio de Janeiro y el Mardi Grass juntos le hubieran llovido encima). Eché de menos ver más del proceso creativo de componer y escribir, de ver más trabajo en estudio de Elton y de los miembros de su banda. Pero la verdad, Rocketman es un explosivo, surreal, y delirante homenaje a un personaje complejo y fascinante.

⭐️⭐️⭐️⭐️

THE DIRT


Sexo, drogas, y Rock and Roll. 
Hay muchos momentos en The Dirt, biopic sobre una de las bandas de "rock pesado" más célebres e influyentes de los 1980, Mötley Crüe, en que todo pudo haber caído fatalmente al precipicio, fallar, y ser un rotundo fracaso. Pero es tal el control demostrado por Jeff Tremaine (productor de los filmes de Jackass, director de Bad Grandpa), el realizador de esta producción de Netflix, que la película te acaba atrapando en sus descerebradas e intoxicadas redes heavymetaleras, seas o no fan. Su retrato de la época es logrado, y minuciosamente conseguido, ya que parece un filme rodado en la época de los inicios de la banda, es decir, fines de los 1970, e inicios de los 1980. Su ambientación es buena, combinando material audiovisual de la época con material rodado en la actualidad, incluyendo una colorización que nos hace sentir que estamos viendo polaroids animadas.
La película exhibe una misoginia sin pudor, así como un retrato no muy favorecedor de la banda, formada originalmente por Tommy Lee (uno de los productores de la película, aquí interpretado por Machine Gun Kelly), Nicky Sixx (Douglas Booth, quien nos narra la formación del grupo), Mick Mars (un gruñón Iwan Rheon, de Game of Thrones), y el vocalista, Vince Niel (un estupendo y loco Daniel Webber), mostrándolos como unos tipos desmadrosos (hotel en donde se quedaban, hotel que acababa semi destruido. Hay una escena, difícil de creer que haya realmente sucedido, que te revolverá el estómago, y que involucra a Ozzy Osbourne, interpretado por Tony Cavalero, dando un asqueroso espectáculo en una alberca), drogadictos, borrachos, y adictos al sexo.
Uno cosa es segura. Para quienes hayan visto Bohemian Rhapsody, sentirán a The Dirt como la otra cara de la moneda. No quiero decir que sea menos buena en comparación a la multinominada y oscarizada biopic de Freddy Mercury (para empezar, sus presupuestos son completamente distintos), sino al hecho de que The Dirt muestra sin tapujos ni censuras la historia de la banda. Los mismos integrantes confiesan que "así fueron las cosas realmente". Uno de ellos dijo: "Ahora estoy lejos de ser así, pero así fue todo, una vida llena de excesos". Todo el elenco está en su punto, con interpretaciones fantásticas, metidos completamente en sus papeles. Las recreaciones de sus conciertos y presentaciones son fenomenales.
Si hay algún pero, es el hecho de que el guión (escrito por Amanda Adelson y Rick Wilkes, basado a su vez en el libro homónimo escrito por todos los miembros del grupo) relega mucho el lado artístico y creativo del grupo, para ayudarnos a entender un poco más qué había detrás de su proceso musical (a pesar de que Nicky Sixx cuenta aquí que varias de sus canciones reflejan los traumas de su infancia, y los maltratos de sus padrastros). En resumen, una película perfectamente hecha para los fans de Mötley Crüe, dispuestos, tal vez, a perdonarle sus fallas.
⭐️⭐️⭐️1/2

MARY QUEEN OF SCOTS.

Saoirse Ronan es Maria de Escocia. 
No es la primera vez que pasa por la pantalla grande la historia de María de Escocia y la reina Isabel de Inglaterra, una historia que ha sido contada antes en cine, como la versión de 1971, protagonizada por Vanessa Redgrave y Glenda Jackson, por ejemplo. Si por algo causa fascinación, es por la colisión de egos entre las dos reinas en su centro dramático. En su primer largometraje, la directora y productora de teatro Josie Rourke, ha elegido contarnos nuevamente esta historia, en donde, definitivamente, el fuerte termina siendo las dos grandes actuaciones de Saoirse Ronan y Margot Robbie, interpretando a Maria de Escocia y la reina Elizabeth, respectivamente. Margot Robbie demuestra (como lo hizo en I, Tonya) lo seria que es como actriz, sacrificando su belleza y afeándose con un maquillaje que la transforma por completo.
La historia pone varias cartas sobre la mesa. El mayor conflicto para Isabel durante su reinado, fue el jamás haber contraído matrimonio, ni engendrado herederos a la corona, cosa que le trajo dificultades políticas en la corte, y que es reflejado muy bien en la película. Y no sólo esto, ya que otra cosa que Rourke sabe reflejar en la cinta (escrita por Beau Willimon y John Guy) es la abismal oposición de personalidades, mentalidades, y visiones políticas que ambas monarcas -y, de hecho, primas- tenían. No nada más era el asunto del matrimonio en el que ambas discrepaban, esto justo cuando María terminó casándose con Henry Darnley (Jack Lowden, de Fighting with My family), oponiéndose al matrimonio por conveniencia que Isabel quiso imponerle con otro miembro de la corte, sino en el religioso. María, era defensora de la fe católica que profesaba, mientras que con Isabel era el protestantismo. Pero hay otro conflicto, reflejado muy bien en la película (tal vez real, tal vez ficticio), y que fue la posible envidia que Isabel tenía por la belleza de su prima escocesa.
Es claro que Rourke, viniendo del mundo del teatro, termina dándole más importancia al aspecto histriónico en su película. Se nota su impecable dirección de actores (incluidos, entre otros, Guy Pierce, Ian Hurt, un barbudo David "Doctor Who" Tennant). Margot Robie no tiene mucho tiempo en pantalla, pero el poco tiempo que la vemos demuestra un auténtico pathos. En comparación con otros filmes sobre la reina Isabel (como Elizabeth, de 1999), no vemos el típico retrato de la famosa reina como la imponente y férrea monarca que realmente fue, sino alguien por el que al final sentimos lástima. Por su parte, Saoirse Ronan, no únicamente brilla en la película por su belleza, sino por una excelente actuación, de primer nivel, que tiene su punto culminante en la parte climática. Una parte que no destaca por tener mucha acción, sino por el gran tour de force entre ambas actrices. Mary Queen of Scots tiene poco de reprochable, sólo el hecho de que su guión no tiene la suficiente intriga política que uno esperaría en una película de estas características (considerando que Beau Willimon, guionista de House of Cards, coescribió el guión). Pero si se trata de ver a Margot Robbie y a Saoirse Ronan en uno de sus mejores trabajos, no hay que buscar más. ⭐️⭐️⭐️ 1/2

lunes, 11 de marzo de 2019

VICE

Christian Bale como Dick Cheney. 
Luego de ver Vice, no será sencillo que la actuación de Christian Bale se borre de tu mente tan fácilmente. Cada proyecto que este actor toma en su manos, es con la mentalidad de "hacerlo radicalmente, o mejor olvidarlo". Para The Machinist, Bale, por ejemplo, perdió peso a un nivel casi cadavérico, con costillas y demás huesos visibles. Bale aceptó el reto de interpretar al ex vicepresidente de los E.U. Dick Cheney, con todo y que el director, Adam McKay, estaba lleno de dudas al respecto. Sin embargo, McKay quedó completamente convencido -y boquiabierto- al ver a Bale entrar al set con maquillaje y prostéticos en el rostro, una gran calva, y... muchos kilos de peso encima. El resto es historia, como el hecho de que Bale declarara más tarde, en su discurso de agradecimiento en los Globos de Oro: "Agradezco a Satanás por la inspiración", haciendo enojar, según se dice, al verdadero Cheney.
La verdad sea dicha: Creo que de no haber sido por Rami Malek, Christian Bale hubiera ganado el Oscar a "Mejor Actor". El problema es que Vice, con todo y ser un magnífico e inclasificable melodrama político, es una de esas "películas incómodas", especialmente, para varios sectores de la política de aquel país. No es de extrañar. Incomodar ha sido, casi siempre, el propósito de McKay, más especializado en comedias (Anchorman 1 y 2, Step Brothers, The Other Guys, Talladega Nights), que en otra cosa. Pero lo genial de la película, es que, a pesar de ser la biopic de un político, y de que trata temas tan delicados y serios, como los atentados del 11 de septiembre, así como los posteriores ataques e invasiones de Afganistán e Irak, hay momentos en donde pasamos fácilmente del llanto a la risa, luego al llanto nuevamente, y así sucesivamente.
Adam McKay, irremediablemente, siempre acaba tomándonos desprevenidos, y Vice no es la excepción. A diferencia de The Big Short (sobre la crisis del 2008 en E.U.), un filme muy bueno, aunque para mí con el problema de ser una película hecha más para expertos y letrados en temas de finanzas, Vice es una película más accesible, más fácil de seguir; con menos personajes, y es menos densa en la aproximación de sus temas. Pero la película también es tan experimental y "rompe-reglas" como The Big Short, con personajes rompiendo la "cuarta pared", cambios bruscos de tono y de formato, pasando del falso documental, al drama, y luego a la comedia; con falsos finales, y muy autocrítica (aconsejo quedarse al final de los créditos).
Christian Bale, impresionante e irreconocible en su interpretación de Cheney, lo aborda desde su salvaje y alcohólica juventud en 1963, hasta su llegada al poder como vicepresidente (del 2001 al 2009), durante el mandato de George W. Bush. Un puesto para el que se hizo de todo el poder que pudo, a pesar de que muchos, incluidos su esposa, Lynne Cheney (Amy Adams, fantástica), le dijeron que lo olvidara, que sería un puesto más simbólico y de "segundón" del presidente, sin mayor relevancia. También ofrece una actuación digna de reconocimiento Steve Carrell, como el fanfarrón e insufrible Donald Rumsfeld, mientras que Sam Rockwell está magnífico como Bush Jr. (¿Habrá recibido asesoría de Will Ferrell, productor del filme, quien es recordado también por su gran imitación de Bush?). Adam McKay y Christian Bale ofrecen la biopic de un político que, al final, acaba siendo una silenciosa y contenida encarnación del mal (sin temor a exagerar, algo muy cercano a lo que pudo ser un Anticristo). Si lo tuyo es el melodrama político estilo "House of Cards", este es el filme más que adecuado. 
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

lunes, 4 de marzo de 2019

AT ETERNITY'S GATE

Willem Dafoe. 
Tarde o temprano sucederían dos cosas: que el pintor y realizador Julian Schnabel (director de la fantástica The Diving Bell and the Butterfly) tomara la decisión de dirigir una película sobre el genio de la pintura post-impresionista, Vincent Van Gogh (ya había dirigido antes la biopic de otro grande de la pintura, Basquiat); y la otra, que el gran Willem Dafoe lo interpretara. Nunca había imaginado a Willem Dafoe interpretando al atormentado pintor holandés. No sólo el parecido físico es impresionante, sino que su actuación es fenomenal. Es cierto, tal vez Dafoe sea más viejo que Van Gogh en el periodo tratado en el filme, su estancia en el pueblito francés de Arles, hasta su muerte, a los 37 años de edad. Qué importa, cuando su rostro sinuoso y enigmático, lleno de recovecos, y erosionado por su interpretación de personajes excéntricos e inclasificables, mantiene tu mirada fija en la pantalla con cada close-up. Como en la escena durante su plática con un sacerdote (Mads Mikkelsen), cuando éste le dice que uno de sus cuadros es "feo, horrendo", a lo que el pintor le contesta, con una mirada azul, fija y perdida, "Pinto las cosas tal y como las veo, es el don que Dios me dio".
Si algo siempre ha fascinado en la vida de Van Gogh, al menos en cine, es su relación de amor-odio con su colega y gran amigo, Paul Gauguin (Oscar Isaacs), y aquí no podía ser la excepción. Aunque Schnabel no muestra su amistad como esa bomba de tiempo a punto de explotar que sí se muestra en Lust for Life (con Kirk Douglas como Van Gogh, Anthony Quinn como Gauguin), sí muestra otro lado, no por ello menos interesante, el de una total codependencia que Van Gogh tenía por Gauguin. Aquí vemos sus clásicas pláticas, donde Vincent trata de convencerlo de que sus ideas y teorías sobre la pintura son válidas (esto mientras orinan tranquilamente, mientras observan un bello paisaje), al igual de convencerlo de que permaneciera en Arles y no se fuera a París. Es donde se muestra la fragilidad mental de Van Gogh, siempre al borde de la locura y del quebranto emocional, inseguro al no saber si era un buen pintor, cosa que Schnabel refleja magníficamente. En lo visual, lo hace con esos desenfoques en ciertas partes de la imagen, al estilo de The Diving Bell and the Butterfly (muy buena dirección fotográfica de Benôit DelHomme).
La película también se centra en la relación de Van Gogh con su hermano Theo (Rupert Friend), la cual termina siendo conmovedora, gracias a la decisión de Schnabel de enfocarse más en la cercanía física entre los dos, que en escritos y cartas. Todo el tema del filme queda resumido en esa escena en donde Vincent le pregunta a su hermano, "Theo ¿crees que soy un buen pintor?". Dafoe (nominado al Oscar a Mejor Actor este año) se enfunda completamente en el papel, tanto, que hasta él mismo se involucró en la realización de las reproducciones de los cuadros vistos en el filme. Más que una biopic convencional, es un gran estudio de personaje el que ofrece. 
⭐️⭐️⭐️⭐️

jueves, 15 de noviembre de 2018

BOHEMIAN RHAPSODY

Rami Malek.
Me quedaré con la curiosidad de ver qué tal hubiera estado el siempre controversial Sacha Baron Cohen (Borat) interpretando a Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody. Su parecido con el líder fundador de Queen es tremendo. Se dice que no se quedó con el papel debido a que quería un filme más explícito respecto a la sexualidad de Mercury, así como más centrado en ese aspecto. Sin embargo, Rami Malek (a quien hace poco vimos en Papillon), está sencillamente fantástico como Mercury, en una interpretación que incluye dentadura postiza enorme (tal vez, demasiado grande), acento británico, gestos y movimientos estudiados, y mucho lipsync. Malek es una verdadera presencia, llena la pantalla de energía en su primer papel protagónico de peso. Con seguridad este papel lo catapultará a interpretar más personajes de este calibre en el futuro.
Dirigida por Bryan Singer (con quien, se cuenta, Rami Malek tuvo pleitos durante el rodaje), Bohemian Rhapsody es un notable intento por conseguir una biopic de Freddie Mercury. A pesar de no ser 100 por ciento apegada a la realidad, es un filme homenaje al cantante y compositor, a su genialidad y su excentricidad; una carta de amor de Singer a la banda detrás de éxitos en la historia del rock como Somebody to Love, Radio Ga Ga, I Want to Break Free, y por supuesto, la canción que da título al filme. De hecho, una de las partes centrales de la película tiene que ver con la gestación de Bohemian, en la que Mercury y sus compañeros de la banda, 
Roger Taylor (Ben Hardy), baterista, Bryan May (Gwilym Lee), guitarrista, John Deacon (Joseph Mazzello, aquel niño de la primer película de Jurassic Park), bajista, experimentaron mezclando opera y rock (con una duración de 6 minutos). El ficticio ejecutivo de EMI, interpretado por Mike Meyers, no vió potencial comercial en la canción (referencia a Wayne's World, que Mayers protagonizó en los 1990, y en la que Bohemian Rhapsody tiene un protagonismo especial en esa escena musical dentro del auto). "Nadie va a sacudir su cabeza por esa canción", les dice el ejecutivo en su oficina.

Lo mejor, es que tenemos la biopic de una estrella de rock -y no cualquier estrella de rock- en donde no hay un personaje lidiando con adicciones a las drogas o al alcohol. Singer apuesta por algo más original y psicológico, la crisis de identidad que Mercury cargó a cuestas durante su vida. No aceptaba con facilidad sus orígenes (su verdadero nombre era Farrokh Bulsara, y nació en Stone Town, Tanzania), y tuvo dificultades para aceptar su homosexualidad, cosa que no le impidió al principio tener una relación con una mujer, Mary Austin (Lucy Boynton), su musa y luego esposa.
Aunque el filme no gira en torno a las relaciones de Mercury, es evidente que Singer (el director de The Usual Suspects, y los primeros filmes de los XMen) intenta mostrar que detrás de la fuerza creadora del cantante, hubo una turbulenta y tortuosa vida emocional, que lo llevó a mediados de los 1980 a ser diagnosticado con VIH. El retrato de época está sumamente conseguido, y el aspecto musical es espectacular (definitivamene tiene que verse en cine), no únicamente por las escenas de la grabación de Bohemian en el estudio, sino también por la recreación del concierto Live Aid de 1985 (organizado por Bob Geldof, para la hambruna en Etiopía). Es donde Rami Malek demuestra por qué nació para hacer este papel; se mete en la piel de Freddie Mercury y lo interpreta con precisión quirúrgica.🌟🌟🌟🌟

lunes, 11 de junio de 2018

THE DISASTER ARTIST * * * *

James Franco interpreta a Tommy Wiseau, director de "The Room". 
The Disaster Artist es de esas historias "basadas en hechos reales" que son difíciles de creer. Es difícil creer cómo Tommy Wiseau (James Franco, genial e irreconocible, luciendo como una colisión entre un joven Dennis Hopper, Steven Tyler, de Aerosmith, y Jim Morrison), su enigmático protagonista, logró que su película "The Room", considerada una de las peores películas jamas realizadas, fuera estrenada en tan sólo un cine. También es difícil de creer cómo Wiseau consiguió convencer a todo un equipo de profesionales del cine para que lo siguieran en esta aventura fílmica, que se anunciaba como desastroza y tortuosa a kilómetros de distancia. The Disaster Artist, otro de esos curiosos esfuerzos directoriales llevados a cabo ocasionalmente por James Franco, irremediablemente nos trae a la memoria Ed Wood, de Tim Burton (biopic en blanco y negro sobre Ed Wood, considerado el peor director de cine en la historia), la cual se nota que Franco tomó como principal fuente de inspiración.
James Franco consigue el retrato de un ser perturbador, loco, narcisista, posesivo, dominante, y desubicado. Aunque admitía provenir de Nueva Orleans, a la fecha siguen siendo un misterio los orígenes de Wiseau (invirtió 6 millones de dólares para "The Room", y nadie sabe de dónde provino tal financiamiento ni de dónde Wiseau, con su extraño acento, es originario). "Disaster" también es una celebración al pésimo cine, a las malas actuaciones, a los malos escritores, a los pésimos guiones e historias. En resumen, una oda al pseudoarte. Y claro, es una película sobre las amistades improbables, representada aquí en la amistad que Wiseau forma con Greg (Dave Franco, hermano de James), un chico de tan sólo 19 años, aspirante a actor, y que Tommy "adopta" como su acompañante en la aventura que deciden emprender en Los Ángeles.
Ver The Disaster Artist como una simple y típica historia sobre el "perseguir los sueños sin rendirse hasta cumplirlos", sería reducirla demasiado. Termina siendo más que eso. Seth Rogen (que siempre anda rondando en los filmes dirigidos y/o actuados por James Franco), interpretando al consultor en guión, está bien en plan serio. The Disaster Artist es divertida y extraña, de ese "cine dentro del cine" (con una de las escenas de sexo más incómodas y bizarras jamás vistas, que incluye el "derrière" de Franco en total close-up), que fascinará y atraerá a cinéfilos.

martes, 5 de diciembre de 2017

LOVING VINCENT * * * * 1/2

Loving Vincent, la primera película en la historia totalmente pintada a mano.
¿Vincent Van Gogh, el genio holandés de la pintura impresionista, realmente se suicidó, o fue asesinado? Tal es la muy original premisa de la cual parte Loving Vincent, esas hipótesis que los amantes del arte encontramos irresistibles. Especialmente, si todo está narrado en la forma de pinturas animadas. La principal inspiración, son las obras más famosas de Van Gogh, consiguiendo los realizadores, Dorota Kobiela y Hugh Welchman, un alucinante e impresionante banquete visual, en el que participaron cerca de 100 pintores en su producción. Para dar vida al filme, se utilizó la técnica rotoscópica de animación, pintando al óleo escena por escena, y dotando a los cuadros de uno de los pintores más fascinantes y complejos de la historia del arte una tridimensionalidad fascinante, nunca antes vista.

Kobiela y Welchman (con experiencia previa trabajando en efectos visuales y animación) consiguen un vibrante homenaje a Vincent Van Gogh (interpretado por Robert Gulaczyk) el cual, irónicamente, no trata mucho de su pintura. Su principal objetivo, es tratar de hacer una aproximación más psicológica al artista, hacer una disección del pintor como personaje. El asunto acaba tomando destellos de una especie de historia policiaca, reconstruyendo los hechos del día en que Van Gogh se suicidó, en el pueblo de Auvers-su-Oirse, Francia, en 1890. Armand Roulan (Douglas Booth), hijo del cartero Joseph Roulin (Chris O'Dowd), ambos retratados por Van Gogh, es enviado por su padre a entregar la última carta escrita por el artista a su gran amigo, el Dr. Gachet (Jerome Flynn). Sin tener una opinión muy positiva sobre Van Gogh, Armand se embarca a entregar la carta póstuma partiendo de París, iniciando al mismo tiempo su propia investigación sobre qué hay realmente detrás de la muerte de Van Gogh.

La cinta toma forma con las entrevistas de Rouland a personajes que tuvieron oportunidad de conocer al pintor, como Pere Tanguy (John Sessions), Adeline Ravoux (Eleanor Tomlinson), un barquero (Aidan Turner), Louise Chevalier (Helen McCrory), quien no tiene muy buenos recuerdos del pintor ("Tenía una mirada maligna"); Margaret Gachet (Saoirse Ronan), la hija del doctor Gachet, precisamente, entre otros. Todos ellos fueron retratados por Van Gogh, y en el filme se toma como referencia esos cuadros para filmar las escenas de las indagaciones. En todo momento, el estilo visual que se usa es el del autor de "Los Girasoles", pinceladas gruesas, flameantes, y fuertes, excepto durante los flashbacks (con escenas de la vida de Van Gogh, y de los hechos ocurridos días antes de su muerte), en blanco y negro, y concebidos como si fueran pinturas acrílicas monocromas.

Pinturas como "Noche Estrellada", "Campo de Trigo con Cuervos", o el famoso "Dormitorio de Van Gogh", son usadas como fondos y escenarios de una película hipnotizante, muy al estilo de Waking Life (el filosófico filme, parte documental, parte ficción, de Richard Linklater, hecho en la forma de ilustraciones animadas). El único "pero", es que Armand Roulin acaba robando casi todo el protagonismo a la verdadera estrella, Van Gogh (relegado al blanco y negro de los flashbacks). Pero no hay duda de que los amantes del arte y de la obra de Van Gogh, encontrarán intrigante e interesante el filme, y quizás terminen viviendo en sus pinturas, como sus mismos personajes.

viernes, 10 de marzo de 2017

FLORENCE FOSTER JENKINS * * * *


Meryl Streep y Hugh Grant.
Es irónico decirlo, pero la actuación de Meryl Streep en "Florence Foster Jenkins" no tiene una sola "nota falsa". Irónico, si consideramos que en este filme encarna a la que fue, con seguridad, la peor cantante en la historia de la música. Stephen Frears consigue un filme que funciona muy bien no nada más como una comedia, sino como una conmovedora y tragicómica historia de amor. Mientras, nosotros como espectadores no sabemos si reír o llorar. Florence, una millonaria aficionada a la música, pone a prueba a su audiencia, al someterlos a escuchar sus "melodiosos falsettos" en la forma de berridos y chillidos (es un reto escuchar su interpretación del aria de La Reina de la Noche de "La "Flauta Mágica", de Mozart). El público podía ser sumamente cruel, y no dudaba en reír a carcajadas desde sus asientos. Pero es Hugh Grant, interpretando a su marido sin mucho oficio ni beneficio, quien muestra el lado dramático del relato. No nada más era el verdadero orquestador de estos circos (acarreaba audiencias con pagos de por medio), sino que hacia hasta lo imposible por deshacerse de los periódicos que publicaban malas críticas de los recitales. Pero tiene una razón muy especial, y cuando nos enteramos de la misma no tenemos más remedio que simpatizar con él y tocarnos el corazón. Ah, y también con su pianista de cabecera (Simon "The Big Bang Theory" Helberg), quien, poco a poco, acaba construyendo un peculiar lazo de amistad con Jenkins. Parece increíble, pero el único disco que Jenkins grabó vendió miles de copias, e incluso llegó a cantar en el Carneguie Hall. Frears entrega un buen filme de época, con diseños de producción y vestuario maravillosos, así como una gran actuación de Streep (le arrebataron el Oscar, lástima). A cubrirse los oídos.

miércoles, 2 de marzo de 2016

STEVE JOBS * * * *

RETRATO DE UN GENIO.
Michael Fassbender como Steve Jobs.
El mundo como lo conocemos actualmente sería inimaginable de no ser por el genio de Steve Jobs. Inventor y creador de la primera PC, al igual que de la portabilidad electrónica. Jobs era un genio en toda la extensión de la palabra, pero con sus flaquezas y un lado obscuro, retorcido, y hasta podría decirse, detestable. Una combinación que, a primera vista, no parece muy congruente. Danny Boyle consigue una biopic del genio-creador de Apple fuera de lo convencional, y que se inclina más por un estudio de personaje. El punto de partida es el lanzamiento de la primer Mac, en 1984, en Cupertino, California. Un problema técnico amenaza con arruinar todo el espectáculo: la computadora falla en dar  el saludo al usuario. Esto basta para desatar un pandemónium en el auditorio. Michael Fassbender interpreta a Steve Jobs y lo hace magníficamente, con la intención de ir por algo más allá de la pura imitación del Jobs real. Fassbender ofrece su propia versión del genio tiránico e insoportable, dispuesto a pisar a todos con tal de conseguir lo que quiere y a la hora que quiere. Justo ese día, su ex pareja, Chrissan Brennan (Katherine Waterston) llega para presentarle a su pequeña hija de 5 años, Lisa (interpretada en diferentes edades por Makenzie Moss, Ripley Sobo, y Perla Haney Jardine). Jobs tendrá una tarea más difícil que programar un sistema operativo y construir la mejor computadora del mundo: ser por primera vez el padre que jamás ha sido para ella. Mientras, en flashbacks vemos escenas clave en la carrera de Jobs: la concepción en su garage del prototipo de la primer computadora personal, la fundación de Apple y su despido de la misma, decisión tomada por su amigo y colega, John Sculley (Jeff Daniels). Con Steve Wozniak (Seth Rogen excelente en plan serio), Jobs tiene el momento más tenso del filme, en esa discusión en donde el primero le dice sus verdades, cara a cara, y con muchos cojones le da una sacudida emocional. Kate Winslet está simplemente fabulosa, casi irreconocible, como Joanna Hoffmann, la estoica asistente de Jobs, encarnación de eficiencia profesional y de verdadero aguante. Como filme, Steve Jobs (escrita por Aaron Sorkin, de ahí la densidad en los diálogos) se inclina más por el lado emocional, que por el de hacer un despliegue de sus logros técnicos y profesionales. Es el retrato del genio encontrando su lado humano, con cada personaje dándole bofetadas emocionales, inusual en su narración, con un guión excelentemente escrito, y las extravagancias estilísticas de rigor.  

viernes, 16 de octubre de 2015

SELMA * * * 1/2

LECCIÓN HISTÓRICA IMBORRABLE.
David Oyelowo como Martin Luther King. 
La experiencia de ver Selma, es muy cercana a leer "My Life With Martin Luther King", las memorias escritas por Coretta King, la viuda del Dr. Martin Luther King. Selma no es precisamente una biopic de fórmula, que repase con precisión enciclopédica los sucesos importantes en la vida del reverendo King. En muchos momentos cae en la tentación de irse  por el camino fácil, y ser la típica  biopic televisiva, especialmente en su estructura narrativa. Pero lo atractivo del filme. es que representa un primer intento por llevar al cine la figura de Martin Luther King, en un melodrama fílmico de corte histórico. 

King es interpretado excelentemente por un David Oyelowo metido hasta el cuello en el personaje, tratando de reflejar al máximo personalidad, manierismos, e incluso, casi consigue reflejar su poderosa voz y capacidad oratoria. La película es la crónica de cómo Martin Luther King, con su ideología de la lucha "pacífica y sin violencia" (al estilo de Gandhi) por los derechos civiles de los afroamericanos, empezó la intensa labor de convencer al presidente Johnson (magnífico Tom Wilkinson) para conseguir el derecho a votar de los ciudadanos negros. Renuente a agitar las aguas políticas en el senado, Johnson acabó ordenando a J. Edgar Hoover espiar a King. De hecho, la narración del filme muestra, en forma de títulos, eventos clave de dicha labor de espionaje, mostrando el escudo del FBI y la fecha en que fueron registrados.

El título hace referencia a la histórica marcha que encabezó Martin Luther King desde Selma hasta Montgomery, Alabama, en 1965. La realizadora Ava DuVernay ofrece un filme en donde la balanza se inclina más por el melodrama fílmico, que por la crónica documental, con una narración que tiene momentos estrujantes y poderosos, como los abusos y violencia usada por parte de la policía durante las protestas. No nada más Oyelowo está fenomenal, sino que también su compatriota, Carmen Ejogo, está muy bien como Coretta King. Igualmente, Oprah Winfrey (tan espléndida e irreconocible como en The Color Purple), y Tim Roth, como George Wallace, el gobernador de Alabama de tendencias racistas y conservadoras, están maravillosos. Aunque no alcanza a ser un filme  extraordinario, no deja de sentirse al final de Selma el peso de la lección histórica que ofrece. Se queda impresa en nuestra memoria, valiosa e inolvidable, sin caer en ningún momento en lo reverencial hacia la figura de King, o en lo simplemente anecdótico y didáctico.

sábado, 11 de julio de 2015

MR. TURNER * * * 1/2

ARTE ENSALIVADO.
Timothy Spall magistral como JMW Turner.
No es la biopic clásica sobre el artista atormentado y en crisis existencial. Mike Leigh, con una educación artística paralela a su carrera de director, se aproxima en Mr. Turner a la vida de J.M.W. Turner, uno de los pintores británicos modernos más importantes en la historia del arte. Específicamente, trata sobre los últimos 30 años de su vida. En esta   visualmente impresionante reimaginación de la vida de Turner, Timothy Spall está magistral, interpretando con gruñona y brutal convicción al pintor.  Prácticamente se enfunda en el papel, lo vive y exuda.

El Turner de Leigh y Spall, es una reinvención del pintor llena de pinceladas únicas, y guiños caricaturezcos, como esa forma que tiene de comunicarse con gruñidos y miradas enojadas, serias y entrecerradas. Se muestra al artista que sobresalió por sus magistrales escenas marinas, de atardeceres impresionantes ("El Sol es Dios", dice poco antes de morir), pero que tiene un comportamiento casi primitivo con las mujeres. La película es toda una experiencia de ver, bella en toda su concepción, con una dirección fotográfica magistral y apabullante de Dick Pope. 

Se muestra a Turner con todas sus peculiaridades y excentricidades (¿Qué genio del arte no lo es?), como el hecho de verlo (un aspecto verídico) escupir en sus pinturas mientras pintaba, algo que puede verse asqueroso, pero que seguramente dotaba de algún efecto especial al resultado final de sus cuadros. O cómo cuando un hombre adinerado se ofrece a comprar un enorme lote de cuadros, Turner simplemente declina la oferta, por considerar sus pinturas como "patrimonio nacional" de Gran Bretaña. Pero también se muestra a un artista de extremos, capaz de atarse al mástil de un barco para experimentar de primera mano una auténtica tormenta, para verla, sentirla, y saber plasmarla en el lienzo.

No nada más la película trata del Turner artista, sino de aquel que tendrá una evolución emocional, en especial en su trato con las mujeres. Merece una mención especial el formidable trabajo que hace Dorothy Atkinson, interpretando a la sirvienta de Turner (un personaje ficticio), quien juega un papel casi cómico, de testigo silencioso de lo que ocurre en el hogar del artista, y que tiene incluso sentimientos por él, pero que este ignora. Turner simplemente opta por tratarla como un objeto.  La usa en algún momento para saciar su apetito sexual, mientras la mujer sufre de una enfermedad de la piel que va avanzando en la historia, pero que Turner parece no notar, o más bien decide ignorar. 

Leigh muestra a un hombre en eterno conflicto con su parte sexual y sentimental, de una complejidad psicológica difícil de descifrar, incluso para la mismo realizador. Trata de hacerlo con escenas entre cómicas y desconcertantes, como aquella del burdel, en donde Turner le pide a una prostituta posar para él en la cama, hasta que de pronto el pintor rompe en un llanto horripilante, inexplicablemente, mientras dibuja. O cuando parece no saber cómo reaccionar ante el fallecimiento de una de sus hijas, cuando su exesposa (Ruth Sheen) le da la noticia. Es el retrato del genio artístico que es un total misterio y enigma, en camino por reencontrarse con esa parte emocional, aparentemente petrificada,  dentro de él.

Marion Bailey, como la casera de Turner durante su retiro a Margate (alejándose de la fama y celebridad, para quizás encontrar el amor)  merece otra gran mención por su notable actuación. Al final, la  película no tiene mucho éxito en ayudarnos a entender a Turner como personaje y artista. Leigh no se arriesga mucho en profundizar más en la psiqué emocional del pintor, así como tampoco en entender por qué escogía los temas que pintaba. 


sábado, 22 de noviembre de 2014

MESRINE: PART 2 PUBLIC ENEMY * * * * 1/2

JUNTOS HASTA EL FINAL.
Ludivine Sagnier y Vincent Cassel.
La secuela de L'Instinct de Mort, primera parte de la biopic sobre el gangster más buscado y "enemigo público" número uno en la historia de Francia, Jacques Mesrine. Public Enemy #1 es mejor que su predecesora, algo diferente en estructura (no es tan episódica) y algo más disciplinada en su dirección. Seguimos viendo a Mesrine escalar en su poder mediático, aunque perdiendo la cabeza en muchos momentos. Esta segunda parte tiene un equilibrio narrativo más evidente, ya que lo que ahora desea Jean-Francois Richet en esta película es mostrar el descenso de Mesrine, no centrándose tanto en la acción, sino también en un plano más psicológico y emocional. Muestra a su personaje como el clásico ejemplo del criminal que acaba saliéndose de control, presa de su propia ambición, que no se conformó con ser un simple roba bancos y secuestrador. Quiso ir más allá y transformarse en un ícono y símbolo político, que luchará en contra del sistema. 

Cuando un anciano millonario, secuestrado por Mesrine, quien para él representa el símbolo de la burguesía y la explotación contra el débil, le dice: "Señor Mesrine, no creo que usted y yo seamos muy diferentes. Nos gusta lo mismo: dinero y poder". Con el cinismo y despiadado sentido del humor que lo caracteriza, Mesrine (ahora con un gusto por la cocina intrigante) se sale por la tangente bromeando. Sin embargo, a partir de ahí se marca el descenso de Mesrine, perdiendo perspectiva de todo. 

El filme abre con su regreso a Francia, deportado por las autoridades de Canadá, con un recibimiento en el aeropuerto como si de una celebridad se tratara, y un cinismo a todo lo que da frente a las cámaras. Sigue siendo un maestro del escape, y no pasará mucho antes de que lo volvamos a ver libre en las calles (toda la secuencia está extraordinaria), reiniciando su carrera delictiva. Además, se reencontrará con su hija, ahora una adolescente.  En ese sentido, lo mejor de la película siguen siendo las escenas de los escapes, el diseño de producción (la ambientación sigue genial) y, claro, un Vincent Cassel supremo, sintiéndose ahora mucho más enfundado que antes en su personaje. 

En su segundo escape de prisión, Jacques no estará solo. En otro escape espectacular, se fugará con un compañero, François Besse (Mathieu Amalric, estupendo), convirtiéndose en su nuevo socio. Ambos forman una mancuerna por demás singular e interesante, específicamente, por lo disimilar que acaban resultando en carácter, personalidad, puntos de vista, opiniones, y además, físicamente (la broma constante es sobre la baja estatura de François). Lo más distintivo, es que Francois es el primero que trata de abrirle los ojos: "Jacques, tu problema es que no tienes límites, siempre quieres más, no paras". 

No será su única pareja dispareja. Su nuevo interés amoroso está encarnado por Ludivine Sagnier, con poco o casi nada qué hacer, más que ser la clásica pareja del gángster, en la más pura tradición del cine de gángsters de Hollywood: la chica atractiva, sexy, pero con poco o nada de seso. La chica  tiene la experiencia de su vida, viviendo con lujos y riqueza, pero tendrá momentos tensos y de desesperación, ya que será quien esté con Jacques justo cuando la policía lo encuentre y acribille, a plena luz del día, frente a decenas de testigos en la calle. Es aquí en donde estará la mejor y más adrenalínica secuencia del filme, en donde el detective de policía Broussard (Olivier Gourmet), llevará a cabo el desenlace de una triunfante cacería policiaca. Es cuando vemos que Mesrine, como película, sigue dentro de la tradición del mejor cine francés policiaco, el de Jean Pierre Melville, por ejemplo, en donde Richet sabe construir un efectivo y buen suspenso, segundo a segundo, y con ello un gran cierre para esté díptico. 


lunes, 3 de noviembre de 2014

MESRINE PART 1 L'INSTINCT DE MORT * * * *

THE GODFATHER Y GOODFELLAS A LA FRANCESA
Vincent Cassel y Gérard Depardieu.
Vincent Cassel es un tipo que sabe para lo que está hecho. Sabe escoger sus proyectos y darle a todo  personaje que caiga en sus manos una cualidad enfermiza, maléfica, y psicótica. Está plenamente consciente de sus cualidades físicas y lo que puede hacer con ellas. No es de sorprender que se haya dado a la tarea de interpretar a Jacques Mesrine, quien fuera considerado "enemigo público número 1" en Francia, por aproximadamente 20 años. La épica de este criminal, dirigida por Jean-François Richet, está dividida en dos partes, la primera dedicada a ver (muy al estilo de Mean Streets y Goodfellas), de una forma adrenalínica y con mucha acción, los orígenes de Mesrine y cómo fue construyendo su carrera criminal. Luego de haber regresado, a finales de los 1950s, de la guerra en Argelia (en la escena que abre el film, que muestra la tortura a unos prisioneros, se puede empezar a ver la sangre fría e ímpetu asesino del personaje) Mesrine fue aceptado en la banda de un capo estilo-el-padrino, Guido (Gérard Depardieu).

Richet construye así una épica del crimen en la Francia de Charles de Gaulle, así como de la postguerra en Argelia, sumamente irresistible, con varios apuntes históricos. Esto, más la notable ambientación, nos ubican en una Francia casi irreconocible, con situaciones que parecerían ocurridas en la Nueva York del cine de Scorsese, o incluso Chicago. Estamos en el Paris de los 1960s, Mesrine poco a poco se va estableciendo como un criminal mediático, con un carisma sin igual frente a cámaras y reporteros. Así, la película es un vehículo de lucimiento para Cassel y su endemoniado talento para encarnar al mal mismo y con todo el cinismo posible. Su actuación es la mejor de su carrera, y aquí lo vemos deambular en una aventura delictiva, que es la historia clásica de todo gángster, no importa su ubicación geográfica, con la bandera en alto de "el crimen paga", y la manera en que adquiere poder y fortuna en poco tiempo.

Pero lo que distingue a Mesrine de cualquier otro criminal común y corriente, no era nada más su impulsividad para planear y llevar a cabo asaltos bancarios, sino cierto histrionismo que tenía para cambiar de personalidad, disfrazarse, y engañar. Era el maestro del despiste, como en esa escena del robo a la residencia, en donde engaña a los dueños haciéndose pasar, instantáneamente, en un detective de policía, "investigando" la escena del crimen. Se nota que Richet estudió el género hollywoodense de gángsters, y crimen; de policías y ladrones, con detenimiento. En esta biopic criminal comete el único error de intentar amalgamar todos -o casi todos- esos estilos, en un pequeño espacio. De ser The Godfather y Goodfellas en la primera hora, que incluye una parte ambientada en España (no entendí por qué el realizador escogió ciertas canciones mexicanas de fondo), con Elena Anaya interpretando a la esposa de Mesrine, que de vivir una romántica historia de amor, ésta se transforma en una pesadilla infernal (la escena en donde la encañona en la boca es perturbadora),  más tarde la película se vuelve "Bonnie and Clyde". Mesrine empieza una relación con una guapa mujer (Cecile de France, con peluca obscura) y se dedica no nada más a asaltar bancos, sino a secuestrar millonarios, no en Francia, sino en Canadá. Y esta es tan sólo la primera parte.

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