viernes, 21 de diciembre de 2007

EL HOLLYWOOD DE AYER: ALL THROUGH THE NIGHT * * * *

Fueron pocas las veces que el actor de origen húngaro y de ojos saltones Peter Lorre, coincidió en pantalla con Humphrey Bogart. La más memorable fue The Maltese Falcon (John Huston, 1941), y con ello Peter Lorre se fue consagrando como uno de los actores más versátiles, que ofrecía villanos completos cuando le tocaba hacer esta clase de papeles. All Through the Night (E.U., 1941) tuvo su estreno en una época delicada, en plena Segunda Guerra Mundial, debido a su tema: el espionaje de nazis infiltrados en las principales ciudades estadounidenses, situación que llegó a causar la misma paranoia en los E.U. que el terrorismo en la actualidad.

Lorre interpretaba a un espía nazi, Pepi, escondido tras la facha de un pianista en un club nocturno, acompañando a una guapa cantante, Leda Hamilton (Kaaren Verne), también involucrada en las actividades de los nazis en Nueva York. Humphrey Bogart encarnaba a un apostador aficionado a las carreras de caballos, Gloves Donahue, fanático –como quien esto escribe-, del buen pastel de queso, por cierto, muy exigente en su preparación.

Estamos ante uno de los mejores films noir de principios de los 1940. El argumento de Leo Rosten y la dirección de Vincent Sherman, entremezclaba genialmente tonos y géneros, para conseguir un filme tan entretenido como intrigante, en la frenética búsqueda que emprende Donahue para averiguar quién es el asesino de su repostero favorito, es decir, el que mejor preparaba su pastel de queso, investigando de paso a la enigmática y atractiva Leda, de quien, claro, quedaba prendado.

La cinta de Sherman, con un guión escrito por Edwin Gilbert y Leonard Spigelgass, era también una historia detectivesca, que audazmente introducía elementos cómicos, sin que en ningún momento se sintieran fuera de lugar, por ejemplo, en ese entrañable personaje de la madre de Donahue (interpretado magníficamente por Jane Darwell), cuya especialidad era aparecerse en los momentos cruciales de la investigación, permitiéndose incluso lanzar hipótesis nada descabelladas. De hecho, Ma Donahue, la mamá en cuestión, era quien en buena medida ayudaba a resolver el misterio.

Hablando de buenas actuaciones, también destacaba la presencia del reparto secundario, en los compañeros que siguen fielmente a Donahue como su mente maestra, resultando graciosos y no torpes ni insoportables: Jackie Gleason en el papel de Starchie, Frank McHugh como Barney, así como la temible presencia histriónica de Conrad Veidt, interpretando al jefe del grupo nazi Hall Ebbing, haciéndose pasar como el director de una casa de subastas.

Como su título indica, toda la acción se desarrolla en una sola noche. Si hay algo también destacable en la realización de Sherman, es su capacidad para mantener un ritmo ágil en todas las acciones que tenían lugar esa noche. Lo importante en su momento de All Through the Night, es que era un filme que nos transporta desde sus primeras escenas a la situación crítica y el clima de inseguridad que se vivía en los Estados Unidos con el espionaje alemán, sin dejar de lado por ello un tono relajado y entretenido.

DVD: LANTANA * * * *

Lantana (Australia-Alemania, 2001), dirigida por Ray Lawrence, con una adaptación del guionista Andrew Bowell de su propia obra teatral, es un complejo pero bien estructurado melodrama de suspenso, que desde sus primeros minutos nos invita a desentrañar el misterio que presenta. En la primera escena, la cámara se abre camino entre árboles y maleza, hasta que el ambiente se torna más asfixiante, obscuro, hasta mostrarnos, parte por parte, el cadáver de una mujer, empezando con los pies y terminando con una de las manos, con una argolla matrimonial en el dedo y heridas por todos lados. ¿Ha sufrido un accidente o ha sido asesinada?

Leon Zat (Anthony LaPlagia), es un oficial de narcóticos desencantado con su vida de esposo y padre de familia. De carácter violento, agobiado por la crudeza de su trabajo, Leon tiene una aventura amorosa con Jane (Rachel Blake), su compañera en las clases de baile a las que asiste, a regañadientes, con su esposa Sonia (Kerry Armstrong). Por otro, tenemos a Valerie (Barbara Hershey), psicoterapeuta que sobrelleva con su marido, John Knox (Geoffrey Rush), abogado de carácter seco, la muerte de su pequeña hija. Los únicos que mantienen un matrimonio feliz y estable, a pesar de sus problemas económicos, son Nick Damato (Vince Colosimo) y su esposa; vecinos de Jane. Estos tres micro-universos quedarán enlazados por varias circunstancias, a través de encuentros agradables y otros no tanto.

La película muestra cómo estas tres parejas, diferentes entre sí por sus estratos sociales, sobrellevan y sobreviven a sus problemas. En Sonia y Leon será la infidelidad de éste y la drogadicción de uno de sus hijos; Valerie y John la muerte de su hija y la posible infidelidad de éste último, según Valerie, con uno de sus pacientes, un joven homosexual que, de hecho, lleva una relación con un hombre casado. Por último, Nick y su esposa deberán afrontar la posible responsabilidad del primero en la misteriosa muerte de la mujer que vimos al inicio.

Cabos que se atan y desatan en la vida de cada uno de los personajes, arman desde el comienzo el suspenso alrededor de sus grises existencias, para finalizar en un drama de donde nadie saldrá inmune, al menos, psicológicamente hablando. Las actuaciones de todo el reparto son magníficas, producto de la buena dirección de Lawrence, que logra involucrarnos de manera efectiva en la intimidad y problemas de cada uno de los personajes. Si bien los diálogos dejan, en ocasiones, entrever un tono aleccionador y moralizante (se puede extraer que sin confianza un matrimonio difícilmente se sostiene), funcionan bien gracias a que resultan creíbles, dentro del contexto social de cada pareja.

Lantana es un retrato bien perfilado acerca de las crisis matrimoniales, y en ese sentido, el asesinato de la mujer será una suerte de “mcguffin” muy funcional como el detonante de las tensiones y conflictos de las parejas, bien descritos en el guión de Bowell en su lograda construcción y caracterización de sus personajes.

jueves, 20 de diciembre de 2007

CINESPAÑA: SIN VERGÜENZA * * * 1/2

En Sin Vergüenza (España, 2001), el realizador catalán Joaquim Oristrell sigue demostrando que su especialidad es la comedia de enredos, como puede verse en sus guiones escritos para El amor perjudica seriamente la salud (1996), Novios (1999), Inconscientes (2004), etc. Aunque en ese sentido Oristrell es mejor guionista que realizador, Sin Vergüenza es una película que en el aspecto visual resulta lograda y muy atractiva, en tanto su dirección de actores es aceptable, logrando manejar a su amplio reparto, a pesar de ciertas dificultades.

Los filmes de Oristrell podrán dejar entrever una tendencia al caos en su narración y montaje, pero acaban funcionando como efectivas y entretenidas comedias románticas, pobladas de personajes histéricos y mujeres huyendo y enfrentándose a hombres inseguros e inestables, es decir, amores con una gran dosis de locura en camino a encontrar un orden.

Isabel (Verónica Forqué) es un directora y maestra en una escuela de teatro, que hace muchos años vio frustrados sus intentos de convertirse en actriz. Un día se topará con un guión de cine, y decidirá robarlo al ver que un importante director, Mario (el mexicano Daniel Giménez Cacho), lo filmará. Isabel está dispuesta a realizar un casting, con la ventaja de conocer con anticipación la historia completa.

Sin embargo, las cosas se irán poniendo difíciles cuando descubramos que Isabel tuvo un romance con Mario tiempo atrás, por lo que ambos no podrán verse sin empezar a discutir y a recriminarse cosas del pasado, retrasando el rodaje de la película, de hecho, basada en su antiguo romance. La actual novia de Mario (Candela Peña) se encuentra presionándolo para tener el protagónico en el filme, ante la mirada sospechosa de sus allegados, ya que el director se encuentra haciendo una cuidadosa búsqueda de la actriz ideal. El novio de Isabel (Jorge Sanz), mucho más joven que ella, no hará más sencillas las cosas, debido a que, para colmo, no tiene una buena relación con la hija de aquella, quien está deseosa de saber quién es su verdadero padre.

La historia es por demás predecible, pero en lo que llegamos al explosivo desenlace, los enredos y conflictos entre Isabel y Mario irán dando cuerpo a una película disfrutable, gracias al trabajo de su consistente reparto. Oristrell vuelve a tener como fondo los temas del cine y el teatro, con sus actrices habituales, como Candela Peña y Verónica Forqué, estupendas, mientras que al mexicano Daniel Giménez Cacho, a pesar de su buena actuación, se le notan problemas con su acento español, ya que luego se le olvida y acaba hablando con su acento mexicano el resto de la cinta.

Por encima de estos detalles, queda una comedia que puede verse como una reflexión en torno al teatro, al cine y al verdadero y más profundo oficio del actor, aunque muy lejos de ser la mejor y más lograda película de Oristrell.

DVD: LE PACTE DES LOUPS * * * *

En El Pacto de los Lobos (Le Pacte des Loups, 2001), del realizador Christophe Gans, tenemos a un ser bestial sembrando el terror en la Francia pre-revolucionaria del siglo XVIII. La historia está basada en hechos reales y documentados, sobre una bestia que asesinó a decenas de campesinos en la provincia de Gévaudan. El año es 1764. Grégoire de Fronsac (Samuel Le Bihan), biólogo y naturista de la corte de Luis XV, y su fiel acompañante Mani (Mark Dacascos), brujo y curandero indio Mohawk, proveniente de las colonias francesas en América, son enviados por el rey para apoyar en las investigaciones y cacería de la que es conocida, simplemente, como "la bestia", e incluso el mismo ejército ha fracasado en su intento por capturarla y matarla. Es la época de la Ilustración, de la razón, representada por de Fronsac, que verá obstaculizada su cacería por el decadente burgués Jean-Francois de Morangias (Vincent Cassel).

Fascinante relato fantástico de principio a fin, El Pacto de los Lobos es un cóctel genérico bien preparado: inquietante thriller psicológico, combinado con horror gore y una clásica trama detectivesca, y por si fuera poco, artes marciales en unas peleas magníficamente coreografiadas y dirigidas, que tienen lugar cada vez que un montón de maleantes hacen enojar al indio Mani, no nada más experto en chamanismo, brebajes y demás hechicerías, sino en... ¡kung-fu! En pocas palabras, anacronismos que, sin sentirse fuera de lugar, hacen más interesante la experiencia de ver esta espectacular película, concebida como un moderno cómic gótico.

La serie de investigaciones llevadas a cabo por de Fronsac y Mani, acompañados por un joven noble, Thomas d’Archer (Jérémie Renier), evocan un suspenso del tipo de El Nombre de la Rosa (Jean-Jacques Annaud, 1984), en donde todos los personajes serán sospechosos hasta que se demuestre lo contrario. De los aspectos a elogiar es el trabajo de edición, en especial en las peleas de karate y los momentos en que la bestia está a punto de matar a una infortunada víctima (todas bellas e inocentes campesinas), en el que Gans hace un inteligente uso de ralentis y puntos de vista a ras de suelo, al igual que la fotografía de Dan Laustsen, basada en muchos primeros planos y desenfoques. La hipnotizante banda sonora, de música campirana y regional francesa, creada por Joseph Loduca, complementa una lograda ambientación de época.

En definitiva, dado su contexto histórico, el filme debe apreciarse sin tomarse muy en serio, y puede leerse como una metáfora de la decadencia social, cultural y política de Francia en plena época ilustrada. La "bestia" es creada por la burguesía para borrar del mapa a los pobres e ignorantes habitantes del campo, en una película visualmente impresionante y entretenida, con un reparto igual de espectacular que se amplia con Monica Belluci, como una sensual prostituta-espía, Jaques Perrin como el narrador-escritor de la historia y Emilie Dequenne, como la noble Marianne de Morangias.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

TRISTRAM SHANDY: A COCK AND BULL STORY * * * 1/2

Rob Brydon y Steve Coogan
Tristram Shandy: A Cock and Bull Story (Reino Unido, 2005), largometraje número 15 del realizador británico Michael Winterbottom, es una muy personal visión sobre el inclasificable, humorístico y revolucionario libro de Laurence Stern, “The Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman”, publicada en el siglo XVIII, en 9 volúmenes a lo largo de una década, que causó no poca controversia por su narrativa fragmentada y no lineal, su cáustico humor en doble sentido y su original diseño editorial: tipografías en distintas escalas y algo que en su época fue tan chocante como intrigante: una página completamente negra.

El título del filme (que alude a uno de los episodios finales de la obra), es una expresión que se usa para calificar una historia o anécdota inventada y graciosa. Literalmente, se traduce como “Historia sobre un Gallo (o pene, en doble sentido) y un Toro”, y como será de esperarse, los chistes en doble sentido serán el punto central alrededor de la traumática y chusca existencia de la familia Shandy.

El protagonista, Tristram Shandy (Steve Coogan), nos introduce en sus orígenes y vida familiar, recorriendo su palaciega residencia campestre. No estaremos frente a una adaptación completa del libro de Stern, tarea por demás complicada debido a que The Life and Opinions... es considerado como un libro imposible de adaptar al cine (al igual que la literatura de Joyce, por ejemplo, muy influida por Stern).

El asunto tomará un giro de 180°, para transformarse en un falso documental sobre el “detrás de cámaras” de una hipotética adaptación al cine de “Tristram Shandy”. La película es un caótico intento por hacer un somero análisis, en tono de comedia, sobre la obra de Stern, todo desde el punto de vista de Steve Coogan, mezclando entrevistas reales sobre la filmación, bromas entre él y Rob Brydon, quien interpreta al Capitán Toby Shandy, hilarantes y surrealistas escenas en las que Coogan debe entrar en una enorme matriz de utilería para representar el nacimiento de Shandy, una escena de batalla que no sale al “realizador” (Jeremy Northam) como debiera. En resumen, una parodia sobre la falta de pericia del director y demás involucrados para intentar conseguir, con un bajísimo presupuesto, la que al final resultará ser una imposible adaptación del libro.

Me pregunto cómo hubiera quedado una película como esta en manos de un director más imaginativo y audaz como, por ejemplo, Spike Jonze (se titularía tal vez “¿Being Steve Coogan?”). Algo mejor, sin duda, que este irregular experimento de Winterbottom, que después de un inicio bastante atractivo baja sus fuerzas, debido a que el libro de Stern no es más que un pretexto para presentarnos un alter ego idealizado y sentimental de Steve Coogan, amigo de Winterbottom y protagonista de una de sus mejores cintas, 24 Hour Party People (2002).














DVD: HATUNA MEUHERET * * * 1/2

La Mujer de mi Vida (Hatuna Meuheret; Israel-Francia, 2001); magnífica y brillantemente resuelta película israelí, trata temas como el amor, la dependencia emocional, los lazos afectivos, los prejuicios, etc., en una historia sencilla, directa, con personajes que destilan mucha fuerza. Su protagonista, Zaza (Lior Ashkenazi, de Caminar sobre el Agua), joven estudiante de filosofía georgiano, padece por el hecho de que sus padres están buscándole una pareja para casarlo, sin que éstos sepan que mantiene una relación en secreto con una mujer divorciada, mayor que él y con una hija.

Las dificultades para Zaza vendrán cuando entre en el debate moral de decidir si obedece a sus padres o defiende su actual relación, tal vez no la ideal o la más perfecta a los ojos de su familia, pero al final, con la que es más feliz. Sin embargo, Zaza no podrá evitar el verse manipulado por sus tradicionalistas padres, soportando los arranques histéricos y melodramáticos de su madre, el férreo apego a las tradiciones de su estricto padre.

Dirigida por el realizador georgiano Dover Koshashvili, la película tiene tintes de humor que sirve para relajar la tensa situación de Zaza. A través de una gran galería de personajes: ancianos que representan el apego a las tradiciones, en tanto los jóvenes están ahí para tratar de romperlas y evolucionar, el director transmite cómo se vive el amor en cada una de estas etapas, y no siempre será miel sobre hojuelas, ya que si algo tiene en común el amor sin importar la edad de quienes lo experimentan, es que siempre se llora, se sufre, no siempre se acepta al ser amado como tal, se le necesita a cada momento. En ese sentido, la escena que abre el filme es muy enfática al respecto, dónde una esposa baña a su anciano marido, en medio de las quejas y groserías de éste.

A través de un guión sin muchas complicaciones, tenemos una película muy humana en toda la extensión de la palabra, sobre la complejidad de las relaciones familiares y románticas. La resolución está lejos de ser el happy-end que pudiera predecirse, dejando ver que el peso de las tradiciones fue el que pudo más en Zaza. En la penúltima escena, el padre de Zaza se lava las manos en el baño y entrega a su hijo, mientras este, confundido, se mira al espejo con la corbata desanudada, minutos antes de salir a enfrentar un destino que no era el que tenía planeado. No nos queda más que desearle lo mejor.

martes, 18 de diciembre de 2007

CLÁSICOS DE CLÁSICOS: A BUSY DAY * * *

Este corto dirigido por Chaplin para la Keystone en 1914, es muy parecido a Kid Auto Races at Venice (del mismo año), en el que Charlot irrumpía en unas carreras para coches de madera conducidos por niños. La diferencia es que en A Busy Day, el corto no gira en torno a un mismo gag, como en Kid Auto Races, es decir, lo chistoso que resulta Chaplin molestando a un director de cine (nada menos que Mack Sennet) que intenta filmar las carreritas, mientras Charlot se cruza frente a la cámara, haciendo rabiar al director hasta casi llegar a los golpes. En Kid Auto Races todo parecía ser improvisado (como si se tratara de un programa moderno de “cámara escondida”), con Chaplin impidiendo que se llevara a cabo la filmación de las carreras.

A Busy Day no trataba nada más de eso, y lo hilarante era que aquí Chaplin se disfrazaba de mujer por primera vez, para interpretar a la esposa celosa de un hombre coqueto (Mack Swain). La acción tiene lugar frente a un desfile real, llevado a cabo en California, y lo curioso es que a todo el reparto de la Keystone se le encargó ir a escenificar esta comedia en medio de este acontecimiento real. Los resultados, aunque disparejos, son sumamente chistosos.

La esposa celosa empieza a molestar a un director de cine, que se encuentra filmando el desfile (Mack Sennett de nuevo, además directivo de la Keystone), y por supuesto, empieza la pelea entre éste, la esposa y un policia que entra a escena. Mientras, el esposo se encuentra ligando a una atractiva chica.

Al final, todo este experimento fílmico se descarriaba con la caída de Chaplin al agua en la playa, pero en su cortísima duración (tan sólo 6 minutos), los que acababan divirtiéndose más era la gente común y curiosa, al igual que los miembros de una banda musical, frente a la que Chaplin se puso a pelear con el policía. Al final, quedaba una simple pieza curiosa, montada sin mucho cuidado, donde lo más rescatable era ver a Chaplin travestido, un hecho de antología en su carrera, haciendo dramas frente a la cámara, lloriqueos, berrinches y demás gestos graciosos.

DVD: BAD COMPANY * 1/2

Si algo demuestra un filme como Bad Company (E.U., 2002), es cómo se sigue explotando hasta el hartazgo la fórmula de las buddy-movies policiacas, es decir, policia- blanco y colega negro. Además, lo que es repetitivo aquí es que el compañero negro siempre asume el rol segundón y de servilismo hacia su compañero blanco, con mayor rango, autoridad y experiencia. Dirigida por el habitual churrero Joel Shummaher, Bad Company tiene al siempre excelente y hollywoodizado actor británico Anthony Hopkins, en un trabajo de encargo interpretando el papel de un agente de la CIA, Oakes, quien ese encuentra resolviendo una intrincada negociación secreta entre mafiosos checos. La misión consistirá en tratar de quitarles a los mafiosos una bomba nuclear, peligrosa para el gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, su compañero muere durante una persecución y Oakes se verá en la necesidad de encontrar al hermano gemelo de su fallecido colega, Jack Hayes (Chris Rock en un doble papel) para continuar con la misión, de lo contrario, ocurrirá un atentado terrorista contra los Estados Unidos.

El problema será que Jack, un DJ no muy exitoso, revendedor de entradas, pero un "genio" del ajedrez, es todo lo contrario a su hermano, por lo que Oakes tendrá que transformarlo para despistar a los mafiosos.

En el momento de su estreno, el tema del terrorismo manejado en Bad Company era delicado para el público estadounidense, aunque nada que no se pueda resolver con un guión tendencioso y manipulador, en un amasijo de géneros (acción, thriller, comedia) embonados de una manera tan mala, que este churro en ningún momento atrapa nuestra atención ni interés.

Una muestra clara de cómo un elenco puede estar tan mal dirigido, que ni el mismo Hopkins sale bien librado. Nunca hay química entre Anthony Hopkins y Chris Rock, este último haciendo lo que puede con unos gags mediocres (las novias de los gemelos, por ejemplo), con una trama inestable y aburrida.

Sir Anthony Hopkins jamás me convenció en su papel de agente de la CIA, y es que creo que, con todo y su prestigio, es todo menos un actor de filmes de acción. Se le agradece el haber querido experimentar y aventurarse con un papel de estas características, pero un admirador de su trabajo -como yo- le recomendaría no volverlo hacer.

Balazos, choques, explosiones y golpes, harán que uno resista el bostezo. De hecho, ahora recuerdo que hay una escena que se salva, la que tiene lugar en la bodega de equipaje de la estación del tren, casi al final, escena con la cual el filme debería de haber cerrado, y no el final que Shummaher nos dio, más de lo mismo que vimos antes.

lunes, 17 de diciembre de 2007

CINE ANIMADO: FRITZ THE CAT * * 1/2

El prolífico realizador de filmes y teleseries animadas Ralph Bakshi, fue el responsable de la primera adaptación al cine del cómic de Robert Crumb, Fritz the Cat (E.U., 1972), aquel dibujante de voz aguardientosa, amante irremediable del jazz y que tuvo una imaginativa adaptación de su vida y trabajo al cine, en tono documental, en el filme American Splendor (Berman y Pulcini, 2003), con Paul Giamatti en el papel de Crumb. La obra animada de Bakshi se ha caracterizado por estar al margen del enorme marketing hollywoodense, alejada de fórmulas comerciales y de carácter independiente, siendo más conocido entre aficionados al género animado de autor, en sus vertientes más artísticas y propositivas. De hecho, luego de la Disney (en su primera etapa), podría decirse que Bakshi es uno de los animadores más cercanos al realismo en la apariencia y movimientos de los personajes en sus filmes, muchos años antes de que la tecnología digital en 3D irrumpiera en el mundo de la animación.

Ahí tenemos, por ejemplo, la primera adaptación animada de The Lord of the Rings (1978), en la que Bakshi combinaba dentro de la animación imágenes de actores reales, manipuladas con impresionantes efectos fotográficos, para que se acoplaran con los escenarios y personajes dibujados. Fire and Ice (1983), era un impresionante relato fantástico (en la línea de Conan el Bárbaro y similares), con impresionantes efectos especiales, movimientos muy realistas de sus personajes, cuyo diseño se apegaba mucho al de un cómic, aspecto que dejaba evidente el gran apego de Bakshi al llamado “noveno arte”, en especial, por su trabajo dirigiendo las teleseries animadas de los 1960 de Spiderman, Iron Man, Hulk, El Capitán América y otros héroes de la Marvel.

Fritz The Cat, adaptada por el mismo Bakshi, no es la excepción, ya que el diseño del filme es fiel al del cómic de Crumb, así como a su espíritu desparpajado y rebelde. La película es en extremo dispareja, con una narración inconsistente de las aventuras del gato Fritz (voz de Skip Hinnant), un felino sexoso y libidinoso, que acaba de graduarse de la universidad y se encuentra sin rumbo buscando sentido a su vida. Estamos ante un filme animado para adultos, a pesar de lo infantil que pueda parecer la concepción de sus personajes, todos ellos animales antropomórficos.

Sin embargo, dentro del extremadamente rústico diseño de la película, con una técnica animada muy básica y simple, la historia, formada por un conjunto de viñetas enlazadas forzadamente, era una especie de viaje existencial de Fritz por los ideales contestarios y hechos políticos de la recién acabada década de los 1960, que seguían presentes en los incipientes 1970. Ahí tenemos a un Fritz que no tenía reparo en participar en un orgía caótica dentro de una tina con otros animales, o en tener relaciones con una gordaza mujer- cuervo dentro de un autobús, como si se tratara de un filme blaxploitation que jugaba con elementos de zoofilia, erotismo y humor.

El gato siempre acababa golpeado (en más de un sentido) por no poder encajar en todo este entorno, como en un enfrentamiento a golpes entre los policias con apariencia de cerdos y un grupo de “Panteras Negras”, aunque sin duda influido y transformado por la filosofía liberal. La última parte se convertía en una road-movie con elementos de suspenso y fantasía, en un trabajo no del todo logrado, pero atractivo en su parte visual y cómica, por su acabado imperfecto y descuidado, por su interesante trasfondo político y social, con todas sus complicaciones para contar una historia y hacer del famoso Fritz un personaje más interesante.

CINESPAÑA: PELÍCULAS PARA NO DORMIR: CUENTO DE NAVIDAD * * * *

Se acaba de estrenar el más reciente filme de terror de Paco Plaza y Jaume Balagueró, [REC] (España, 2007), que hasta ahora ha tenido éxito en taquilla (en tercer lugar del Top Ten) y ha cosechado buenos comentarios entre la crítica y los espectadores. Ambos realizadores participaron, aunque de forma separada, dentro de la serie de telefilmes Películas para No Dormir, Jaume con Para entrar a Vivir, y Paco Plaza con Cuento de Navidad (España, 2005), este último, en lo personal, mucho mejor que la trillada historia de Balagueró. Ambientada a mediados de los 1980, Cuento de Navidad es una historia de terror que entremezcla de manera brillante varios géneros y referencias al cine serie B, esto último, en lo que podría considerarse como un cortometraje independiente de la historia principal, que se va contando por fragmentos a lo largo de la película, y que trata sobre un cazador de zombies, acompañado de una bella chica (Elsa Pataky).

Aquel será un filme antiguo que guardan como sacrosanta referencia un par de chicos psicopáticos, Koldo (Christian Casas) y Peti (Roger Babia), quienes junto a Tito (Pau Poch), admirador de Karate Kid, Eugenio(Daniel Casadellà), el más tranquilo de todos, y la única chica del grupo, Mónica (Ivana Baquero), en plena víspera de Navidad se toparán con un hallazgo espeluznante, una mujer asaltabancos, Rebeca Expósito (Maru Valdivieso), disfrazada de Santa Claus, atrapada en un agujero, lastimada y apenas conciente de lo que ha sucedido. Al principio, los chicos querrán ayudarla, pero cuando uno de ellos les avise que en realidad tienen en sus manos a una criminal, no tardarán en aprovecharse de la situación para burlarse de ella, torturarla un poco y pensar en cobrar la jugosa recompensa que se ofrece por ella.

La única en tenerle lástima a la prófuga, tratada por los chicos como un animal, será Mónica, quien tratará incluso de llevarle un poco de comida, pero Koldo y Peti interferirán, revelándose como los más crueles del grupo. A pesar de su bondad y esfuerzos, Mónica nunca puede hacer nada por la ladrona, hasta que ésta muere y su cuerpo sea abandonado por los demás, pero Koldo y Peti hicieron un ritual para traer a la vida a los muertos en forma de zombies, que escucharon en el mentado filme de horror, y deberán afrontar las consecuencias de sus actos.

Paco Plaza dirige con suma eficacia y habilidad un, aparentemente, inocente relato infantil, donde nos revela que la maldad puede estar escondida hasta en los niños más “traviesos”. La primera mitad es lo mejor, en la interesante interacción que va surgiendo entre Rebeca (atrapada en el agujero), y la tímida Mónica, interpretada magníficamente por la joven promesa Ivana Baquero, quien detesta todo lo que está ocurriendo. Luego, tal vez el relato recurra a la clásica fórmula del “gato y el ratón”, cuando los chicos tengan que sobrevivir a la persecución de una Rebeca llena de furia, pero toda esta parte dentro de la feria está tan bien dirigida y montada, que difícilmente podemos despegar el ojo y decaer en nuestro interés por saber qué será de nuestros ahora aterrorizados chicos. ¿Perdonará Rebeca a Mónica, la única que fue buena con ella?

El filme no dejó de recordarme un relato de terror al estilo de Stephen King, con su habitual argumento sobre niños enfrentándose a lo paranormal, o que recibían una lección por su morbo hacia la muerte, como en Stand By Me (Rob Reiner, 1986), adaptación de la novela de King, pero con tintes chuscos y cercanos a lo paródico. Además, en Cuento de Navidad vemos la posibilidad de redención de una ladrona. Y qué forma tendrá de hacerlo.

"Películas para no dormir" son seis películas, de más o menos una hora de duración, que Chicho Ibáñez Serrador coordinó y supervisó, emitidas por televisión y ahora comercializadas en formato DVD.

CINESPAÑA: PELICULAS PARA NO DORMIR: LA HABITACIÓN DEL NIÑO * * * 1/2

Dentro de la serie de telefilmes “Películas para no Dormir”, se encuentra uno más que, no será muy logrado, pero su propuesta es sin duda interesante, La Habitación del Niño (España, 2006), dirigido por el mala leche y siempre políticamente incorrecto Alex de la Iglesia. Protagonizado por un eficiente cuadro de actores, como la guapa Leonor Watling, Javier Gutiérrez y Sancho Gracia, el problema sigue siendo el mismo en esta irregular serie de telefilmes: una buena producción, actuaciones y realización, que chocan con argumentos desgastados y poco originales. A pesar de esto, Alex de la Iglesia demuestra ser lo suficientemente capaz como para darle la vuelta a su trillada historia, para ofrecer un intrigante filme, aunque por momentos confuso.

De nuevo tenemos un joven matrimonio que se acaba de instalar en su nuevo hogar, en este caso, una enorme y antigua residencia con su infaltable pasado obscuro, de lo cual se nos avisa desde el principio en un fragmento introductorio, bien realizado por de la Iglesia, que lo malo es que no tiene mucho que ver con lo que veremos el resto de la película. Sonia (Leonor Watling) y Juan (Javier Gutiérrez), periodista deportivo de El País, están terminando de remodelar la casona, muy ilusionados con su nuevo hogar a pesar de los comentarios de los padres de él, quienes critican y buscan entrometerse en la vida de la pareja.

Todo marcha bien para Sonia y Juan, hasta que este último empieza a escuchar voces y risas extrañas por el radio transmisor que han col
ocado en la habitación de su bebé. Como Juan quiere demostrarle a Sonia que algo malo ocurre, comprará una cámara para ver en un monitor lo que pasa en el cuarto del niño. Lo que verá es la escalofriante imagen de un hombre sentado junto a la cuna, aunque al revisar la habitación no hay nadie. Poco a poco, Juan será presa de una paranoia y nervios que irán afectando su trabajo y matrimonio, cuando Sonia crea que el tipo está enloqueciendo y que el bebé está en peligro. Sin embargo, Juan no se rendirá hasta probar que en la casa suceden fenómenos paranormales, cuando se de cuenta que en el monitor se puede ver no nada más al hombre misterioso, sino otros hechos que están ocurriendo en ese momento en la casa, pero ubicados en lo que parece ser otro tiempo (¿el pasado? ¿el futuro?), con otros muebles, otra decoración, pero el mismo espacio a final de cuentas.

Suena complicado, y lo será mucho más conforme vaya avanzando la historia, y a Juan se le vayan revelando las claves del misterio. Estamos ante una de esas clásicas historias de suspenso paranormal, propias del estilo de The Twilight Zone y similares, sobre universos paralelos, en las cuales no existe una explicación lógica para los extraños sucesos que ocurren, pero, irónicamente, tienen una intrigante coherencia. Y de nuevo nos preguntaremos si todo es producto de la imaginación de Juan, o efecto de una fuerza paranormal.

La realización de de la Iglesia es impecable, en un atractivo estilo de cámara en mano nerviosa, moviéndose por toda la casa, y consigue instantes tensos en el miedo que experimenta Sonia al ver a Juan comportarse de forma violenta y extraña, sin olvidar un poco el humor acostumbrado del realizador (la compra de los monitores en la tienda), aunque creo que esta es una de las películas más serias de De la Iglesia.

Al final nos quedamos con muchas preguntas sobre lo que sucedió en la casa, pero el filme es bastante visible, y en especial, entretenido.

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