jueves, 21 de septiembre de 2023

WENDELL & WILD

 

Muertos vivientes, demonios, y una niña huérfana.
 

Ya nos provocó pesadillas antes de Navidad, nos llevó de viaje en un durazno gigante, y luego nos hizo vivir en el universo paralelo de una niña llamada Coraline. ¿A dónde nos llevará ahora Henry Selick, el maestro de la animación en stop motion? Nuevamente de viaje a otra fantasia gótica-infantil, pero no por eso menos terrorífica, en Wendell & Wild. Ah, olvidé decir que, además de gótico, su nuevo filme es sumamente demoniaco, ya que tanto el Wendell y el Wild del título son, literalmente, un par de demonios hijos del mismo diablo. Pero estos últimos no son exactamente los protagonistas, sino una niña, Kat (voz de Lyric Ross), quien después de un trágico y desafortunado accidente (causado por una ligera distracción, provocada por...un gusano dentro de una manzana acaramelada) pierde a su papá y mamá.

Acto seguido, Kat es enviada a un internado, en una casa de diseño muy gótico. El internado luce tan antiguo, que antes de que Kat ponga un pie adentro ya sentimos rechinar y crujir el suelo. Ahí conocerá al clásico grupo de "chicas malas", lidereadas por la infaltable niña rubia de cabello largo pero piel bronceada, Siobhan (voz de Tamara Smart). Aunque también encontrará personajes no tan cliché, como una niña latina, Raul (voz de Sam Zelaya) de apariencia rebelde y masculina, talentosa para diseñar y dibujar. Un incidente nos revela que Kat no es una niña común y corriente, y que tiene cierto don para predecir eventos del futuro.*

Mientras, el infierno en donde habitan Wendell (voz de Keegan-Michael Key) y Wild (voz de Jordan Peel, quien coescribió el guión junto a Selick) está lejos de ser el típico infierno cavernoso en llamas. Ambos viven sobre el cuerpo de su gigantezco padre, un diablo de nombre Buffalo Belzer (voz de Ving Rhames), sobre cuyo tórax se encuentra un parque de diversiones con juegos para torturar a las almas condenadas. Mientras, nuestros dos demonios hacen labores como estar en el cuero cabelludo de su papá, aplicando pomadas para hacer crecer su cabello, tal y como si fueran agricultores trabajando sobre un tractor (en realidad, un extraño animal, mezcla de hipopótamo con cerdo), en donde las cosas más surreales, bizarras y asquerosas ocurrirán. Su trabajo los llevará a descubrir que la pomada sirve para algo más que regenerar el diabólico pelo de papá: revivir a los muertos.

Sí, sí, ya se lo que están pensando, que todo este mundo gótico-fantástico, bajo y sobre tierra, parece otro más de esos universos concebidos por la cabeza con cabellos alborotados y enmarañados de Tim Burton, pero no es así. De hecho, no sería descabellado (perdón por el chiste involuntario) imaginar que Selick tomó como inspiración a Burton (con quien colaboró antes en Pesadilla antes de Navidad y Jim y el Durazno Gigante), pero la verdad es que esta historia salió de la no menos extraña y retorcida mente de Jordan Peele (exacto, el director de Get Out y Us), así como del mismo Selick. Luego de mucho deliberar, Netflix (plataforma en donde se encuentra disponible la peli) les dió luz verde a su proyecto.

Como de costumbre en el cine de Selick, tenemos un impecable stop motion, con su distintiva huella magistral. La peli está dirigida para niños, pero no por eso su historia deja de ser compleja. Lo mismo muestra demonios como muertos vivientes, y se adentra en el tema de la muerte con seriedad, pero también con humor negro. No es revelar mucho si menciono que la ecuación formada por la pomada, mas el trauma de una niña por haber sido la única en sobrevivir el accidente automovilístico, dará como resultado la tentación para esta última de usar aquel ungüento en sus padres, y traerlos de vuelta del más allá.

Y detrás de este dilema enfrentado por Kat, en el cual hay de por medio una especie de pacto mefistofélico que traerá consecuencias difíciles para ella, hay otro pequeño problemita: salvar el internado de las garras de un matrimonio codicioso, los Klaxon (voces de Maxine Peak y David Harewood), en donde el marido, un pelmazo cuyo diseño se nota inspirado en la facha de Donald Trump pero con piel obscura, y su esposa, buscan construir una penitenciaria en ese terreno, necesitando muchos votos para el proyecto (la manera en que se las ingenian para conseguirlos es delirante). El director del internado, un cura de no muy confiable apariencia (voz de James Hong) podría estar involucrado en este negocio.

La película tal vez tenga el punto en contra de poder llegar a ser demasiado sombría para los niños, y difícil de seguir, sin que capten algunas referencias, como la mencionada sobre el parecido del villano con Trump, o el notar que hay otro personaje que luce inspirado en la imagen de un maduro Marlon Brando (el de los 1970, para ser exactos) en silla de ruedas. Este brandonezco personaje, es el encargado de mantenimiento en la escuela, pero que se dedica secretamente a cazar y coleccionar---demonios. Pero confío en que el diseño de Wendell y Wild, y el de su inframundo, algo entre cubista y dark, así como el de los zombies, que es más caricaturezco, atrape su atención.

Lo que sucederá con toda probabilidad, es que Wendell y Wild termine siendo jugosamente más atractiva para los aficionados al cine animado de Selick, quienes, como yo, lo han venido siguiendo y admirando desde Pesadilla Antes de Navidad, de 1993. No será este el mejor trabajo de su filmografía, pero como enorme curiosidad sin duda destaca.
En Netflix

Vistas de página en total