jueves, 30 de junio de 2011

SYNECDOCHE, NEW YORK * * * 1/2

Philip Seymour Hoffman y Samantha Morton en "Synechdoque, New York".

Este es el gran salto a la dirección del consumado guionista Charlie Kaufman. Y como es costumbre, Synechdoque, New York (2008), su debut como realizador, es una historia que trata sobre la creatividad y el trabajo artístico. En esta ocasión, el protagonista es un director de teatro, interpretado brillantemente por Philip Seymour Hoffman, el cual ve su vida derrumbarse poco a poco, en parte debido a una extraña enfermedad. Su encarnación de Caden Cotard es magnífica, tanto, que incluso duele verlo. Caden está atrapado en una vida que siente no avanza creativamente, hasta que toma un giro cuando recibe la beca MacArthur.

En su primer filme, Kaufman es ambicioso, temáticamente hablando. Tratar de descifrar el obscuro título, tampoco es tarea fácil. Una sinecdoque es una forma figurativa de hablar, en donde un término, simbólicamente, se usa para referir un todo ¿Qué tiene que ver con la historia de un director teatral, enfrascado en un proyecto megalomaniaco y egocentrista de representar la ciudad de Nueva York en una bodega gigantezca? La película da para un ensayo al respecto, pero basta decir en este espacio que, narrativamente, Kaufman usa multiples sinecdoques para avanzar rápidamente en la vida de Caden, hasta llegar a su vejez.

En general, la película es una reflexión surrealista y existencial sobre el arte y la vida. En la segunda parte, vemos la caprichosa representación teatral de la vida de Cotard -que vimos previamente-, y el casting que lleva a cabo para elegir los actores no será tarea fácil. Ni para él, ni para nosotros. En este momento, es cuando sentí que Kaufman empezó a caer en lo pretencioso. La película pierde su genialidad, su brillo inicial, se estanca, cuando acabamos enfrascados en interminables castings, y en un ejercicio freudiano que no lleva a nada. Quiere ser cómico, pero acaba siendo tedioso.

Además de Phillip Seymour Hoffman, las actuaciones de Catherine Keener y Samantha Morton redondean el reparto. La primera como esposa de Cotard, y la segunda como su mejor amiga y potencial amante. Por cierto, el personaje de Morton vive en una casa en llamas, incendiándose. Sus habitantes parecen no reparar en ello. Es una imagen surrealista, simbólica y algo cómica a la vez. Al final, siento que Synechdoque no es la historia ingeniosa y tragicómica como las que el Kaufman guionista suele ofrecer, en colaboración con otros directores (Spike Jonze o Michel Gondry). Tal vez Kaufman deba seguir exclusivamente como escritor.

martes, 28 de junio de 2011

YES MAN * * 1/2

Zooey Deschanel y Jim Carrey en "Yes Man" (2008).

Jim Carrey interpreta el que es quizás su personaje menos creativo y demandante. Es decir, poca comedia física, poca improvisación, pocos gestos y rutinas locas. Es de nuevo Jim Carrey en su etapa medio seria-medio cómica. Sinceramente, no lo hace tan mal, y sigue sabiendo cómo sacar risas. Su solitario personaje, Carl, empleado en una empresa de préstamos, abandonado por su esposa y aficionado a quedarse en casa a ver películas, decide dar el paso a una nueva forma de vida: decir que sí a todo, según la filosofía de un gurú (Terence Stamp). Al hacerlo se abre una cadena de nuevas oportunidades. Por su puesto, suena absurdo, pero a Carl le funciona cuando una serie de circunstancias lo llevan a conocer a una vital y creativa chica (Zooey Deschanel, especialista en estos papeles). A pesar de la evidente diferencia de edad, Deschanel y Carrey tienen buena química. Hay uno que otro gag gracioso, y en general es una comedia romántica entretenida sin muchas pretensiones. ¿El mensaje? Simplemente saber decir que no de vez en cuando.

++ El DVD y Blu-ray incluyen "Momentos de descanso en el plató de Dí que Sí con Jim Carrey", "Las increíbles muecas de Jim Carrey", Sonidos del futuro: Munchausen by Proxy, 5 videos exclusivos de Munchausen by Proxy: - Uh-Huh. - Yes Man. - Star-Spangled Banner. - Sweet Ballad. - Keystar, tomas falsas, etc.

domingo, 26 de junio de 2011

ICHI THE KILLER * * * 1/2


Nao Ohmori como el antihéroe asesino "Ichi the Killer".

Es evidente la influencia de Quentin Tarantino en esta película sobre guerras y matanzas entre mafias japonesas. Por supuesto, los yakuza están en dicha guerra. Es más, uno podría apostar que Takashi Miike hizo esta película con la intención de llamar la intención de Tarantino. El mismo Miike cuenta que Tarantino lo llamó para felicitarlo, y que hasta le dio trabajo a uno de los actores secundarios del filme (seguro para “Kill Bill). Ichi the Killer (2001), basada en un comic manga de Hideo Yamamoto, es una colosal y, a ratos, irrespirable carnicería entre mafias, que no tiene problemas en exhibir su misoginia. Esa escena de la tortura de un tipo colgando de la piel, con ganchos por todo el cuerpo, se te impregna en la memoria, quieras o no.

Para los amantes de los filmes de gángsters (y claro, los comics manga), esta es una oportunidad de sumergirse en un mundo que parece una cruza de Martin Scorsese, Takeshi Kitano y el mismo Tarantino. Su historia tiene como centro a un antihéroe, Ichi (Nao Ohmori, con uniforme que esconde cuchillas), que lleva a cabo matanzas masivas como si se tratara de un asesino serial. Su objetivo: los criminales y villanos. Ichi se convierte en una máquina asesina cada vez que recuerda su traumática infancia escolar.

Ichi no está con los buenos, ni con los malos. El personaje es ambiguo, solitario, lleno de detalles contradictorios y con un aura espectral. Un mafioso sadomasoquista, con la cara perforada y el pelo teñido, Kakihara (Tadanobu Asano), se encuentra rastreando a Ichi, y busca ser el próximo líder de los yakuza. En su “director’s cut” el filme tiende al caos. Tiene demasiados personajes y subtramas, pero es entretenido (si soportas ver amputaciones, sangre, torturas y humor negro al por mayor), con ritmo frenético y un explosivo clímax final.


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