sábado, 23 de febrero de 2008

THERE WILL BE BLOOD * * * *

ORO NEGRO. Daniel Day Lewis en otra impresionante actuación.

¿Hay alguna película protagonizada por Daniel Day Lewis, en la que su enorme talento y gran presencia histriónica no acabe opacando a todo el reparto, o incluso, la historia misma? No me viene a la mente ninguna, de hecho, creo que no la hay. En There Will be Blood (E.U.,2008), Daniel Day Lewis acaba siendo su más grande virtud, lo mejor del último trabajo del realizador Paul Thomas Anderson.

Con la afirmación anterior, debo admitir que la, más bien, convencional historia de tintes épicos-familiares, no me entusiasmó lo que yo quisiera, una suerte de reelaboración de Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941), en la historia de un humilde y perseverante minero quien, de la noche a la mañana, buscando plata se convierte en un millonario gracias al petróleo que termina encontrando en Texas. Daniel Plainview (Day Lewis) se trasladará luego a California, convencido por un extraño chico, Paul, quien le informa de la existencia de petróleo cerca de su pobre casa, que comparte con su tío y otros familiares, interpretado por el joven actor Paul Dano, especialista en dar vida a chicos marginales, inadaptados y raros.

“Es una historia de horror sobre el estado de California”, así es como ha gustado de calificar Thomas Anderson su película, adaptación de la novela “Oil”, escrita por Upton Sinclair, narrada con grandes saltos en el tiempo, desde que arranca a finales del siglo XIX, hasta terminar en 1927. La historia se desarrolla casi en su totalidad en los áridos escenarios del sur de E.U., y cuenta el ascenso al éxito y fortuna del ateo Daniel, no un camino que no estará libre de sufrimiento, pérdidas, llevándose en el camino vidas, el amor y la integridad de su único hijo, H.W. (Dillon Freasier), a quien ha criado solo luego de perder a su esposa en el parto.

Nominada a 8 premios Oscar, entre los que destaca Mejor Director, Mejor Actor y Mejor Película, There Will be Blood es, en esencia, un tour-de-force actoral entre Day Lewis y Paul Dano, este último en un doble papel, el de Paul y más tarde Eli, su hermano gemelo y predicador religioso (fundador de la iglesia de la Tercera Revelación). Ambos representan una lucha de egos e ideales, de la religión contra un férreo capitalista. Se humillarán uno al otro (¡la escena del bautizo!), y en ese sentido, el personaje de Dano es una gran creación: Eli se revelará como un tipo patético, frágil, endeble y manipulable.

Con todo, siento que a Thomas Anderson se le fueron muchas cosas de la mano, y no es para menos. Estamos ante su filme más ambicioso: superproducción de época bien ambientada, un gran diseño de producción a cargo de Jack Fisk, que incluye la construcción de una gran torre petrolera, y con un guión que no ha sido del todo de su propia inspiración.

Al relato le faltó exprimirle un poco más de fuerza, hay uno que otro personaje desperdiciado, como el interpretado por Ciarán Hinds, brazo derecho de Daniel, un gran actor secundario que se pierde por completo a pesar del gran diálogo que sostiene con este en una escena clave del filme (“Detesto todo de los hombres, he visto lo peor y creo que no hay nada que valga la pena en ellos”, le dirá Daniel). Esto tal vez se deba a que estamos ante una muy “libre” -según se dice- adaptación del libro, el cual no puedo juzgar porque no lo he leído, pero que nos deja en cine un convencional relato del ascenso y descenso de un hombre cegado por el éxito y víctima de su propia ambición.

viernes, 22 de febrero de 2008

DVD: BORAT, CULTURAL LEARNINGS OF AMERICA FOR MAKE BENEFIT OF THE GLORIOUS NATION OF KAZAKHSTAN * * * *

Si alguna película hizo temblar a los medios de comunicación y causó polémica el 2006, esa fue sin duda Borat, uno de los proyectos fílmicos más inteligentes que se produjeron aquel año. La película incluso hizo sudar a la Casa Blanca, en una situación de carácter diplomático, cuando el gobierno de Kazakhstán levantó la voz quejándose de lo mal parado que salía su país en la película, retratada como una nación antisemita y atrasada.

Después de Borat (Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit of the Glorious Nation of Kazakhstan, E.U., 2006) el nombre del comediante británico Sacha Baron Cohen empezó a hacer ruido, debido a la cómica, irreverente y cáustica mirada crítica que hace en este inclasificable filme hacia E.U., que aún antes de haberse estrenado en ese país ya estaba causando controversia, por una proyección especial que se haría de la cinta en presencia de George Bush y el presidente de Kasakhstán. Según Baron Cohen, el mismo presidente de la República de Kasakhstán, Nursultan Nazarbayeb, le dio el visto bueno a su película y que, incluso, le había agradado mucho, a pesar de las quejas de representantes de su gobierno. Las historias se siguieron acumulando.

En Rusia no quieren saber nada de Borat, prohibiendo su gobierno la exhibición de la cinta, alegando que no quieren jugar con fuego y arruinar las relaciones con el país vecino. La Twentieth Century Fox en Rusia, luchó por su distribución y proyección. Mientras, en los Estados Unidos, la película todavía no se estrenaba y las quejas ya se empezaban a escuchar, por parte de gente que aparece entrevistada en el filme, alegando que el director y miembros de la producción los habían engañado, sin haberles informado sobre el verdadero propósito del documental. Baron Cohen y la producción se defendieron, argumentando que solicitaron el permiso de cada una de las personas antes de la filmación. Las demandas no tardaron. Lo último que se supo, es que hasta los extras en Rumania (país donde se filmaron las escenas del pueblo) ya dieron a conocer sus propias quejas.

Nada ha frenado a Sacha Baron Cohen y su película, la cual promocionó en E.U. caracterizado como Borat. Cohen es conocido en Norteamérica por su programa Da Ali G Show, conformado por entrevistas que hace caracterizado como tres personajes distintos, con la finalidad de levantar polémica en torno a distintos temas relacionados con la sociedad americana y europea. En Borat:... Cohen lleva este programa a proporciones descomunales, en la forma del personaje que da nombre al filme, un reportero antisemita de la televisión local de Kazakhstán, con facha de ser nieto de Groucho Marx con acento ruso.

El trabajo de Cohen en pantalla grande, es como ver a Michael Moore elevado a la décima potencia. Es gracioso y atrevido a la hora de salir a la calle, romper las reglas, pasarse de los límites y afrontar a sus entrevistados. De hecho, Ali G Show podría considerarse como una chiflada respuesta de Cohen al programa televisivo de Moore, “The Awful True”. En esta película, un alocado documental que juega desde el inicio con una historia ficticia protagonizada por Borat, quien parte de su pueblito -alegre pero atrasado- dejando esposa y un montón de habitantes emocionados por su partida. La película no pierde jamás cierta cualidad seria y rigurosa en el propósito que sus guionistas (Cohen incluido) tienen de hincar el diente crítico y burlón a la conservadora sociedad de E.U., el país de Mr. Bush.

Borat partirá desde Kazakhstán hasta Nueva York, junto a un regordete ayudante (Ken Davitian), para entrevistar a decenas de personas que puedan enseñarle la esencia de la sociedad norteamericana, poder aplicarla en Kazakshstán y salir del subdesarrollo. Todo irá más o menos bien, hasta que Borat descubre a Pamela Anderson en el programa Baywatch, decidiéndose a viajar hasta California para conocerla y casarse con ella. Borat llega y las imágenes de su anhelado encuentro con la rubia son de antología, todo al mismo tiempo: inquietantes, graciosas, insanas, algunos más dirán propasadas, otros que son actuadas, como muchas otras partes del documental.

Dirigida por el realizador televisivo Larry Charles, el filme es tan experimental como hilarante. Habrá momentos de genuino humor televisivo a lo “cámara escondida”, no apto para todos los gustos, como la escena en la que Borat y su asistente luchan desnudos (te dejará por unas horas sin ganas de comer), o la graciosísima escena del exorcismo. Pero uno no se queda nada más con las risas, sino con un puñado de reflexiones que la cinta arroja sobre las contradicciones, doble moral y demás “linduras” que imperan en muchos sectores sociales de los Estados Unidos.

++ La edición en DVD no está nada mal, ya que entre los extras incluye "Vídeo de alerta de la policía de Kazajistán", "Reloj sexy", escenas eliminadas, noticias de rodeo, tour mundial promocional, "Borat: banda sonora infomercial".

jueves, 21 de febrero de 2008

DVD: ALI ZAOUA, PRINCE DE LA RUE * * * 1/2

Príncipe de Casablanca (Ali Zaoua, Prince de la Rue, Francia-Bélgica-Marruecos 2000) sigue la línea de filmes con niños marcados por un entorno social cruel y conflictivo, como en Los Olvidados (Luis Buñuel,1950), por mencionar un ejemplo. De hecho, Príncipe de Casablanca guarda muchas semejanzas con la película del legendario director aragonés. Es muy probable que Nabil Ayouch, el realizador de este conmovedor filme, que tiene como escenarios los barrios más pobres de la ciudad marroquí de Casablanca, haya tomado como modelo Los Olvidados, para crear una película sobre las desventuras de cuatro niños, que guardan luto por Ali, su amigo muerto. Al igual que en aquella película, el chico cae muerto por la pedrada que cobardemente le da otro, aprovechando su descuido. Los chicos intentan conseguir dinero para darle un entierro digno a su compañero, mientras su cuerpo lo mantienen celosamente oculto en un agujero profundo, en los astilleros del puerto.

Dib (Said Taghmaoui), el chico de mayor edad (cual "Jaibo" de Los Olvidados), es el líder de una gran pandilla, que a pesar de tener cierta incapacidad mental, abusa sexualmente de los más pequeños para someterlos a su volunta. Dib es el asesino de Ali. Su mejor amigo, Kwita (Mounim Kbab) fue testigo del homicidio, y (en una de las escenas más impactantes y sensibles de la película) llevará el cadáver de su amigo por las calles en una especie de cortejo fúnebre, junto a sus dos amigos, Omar (Moustaph Hansali) y Boubke (Hicham Moussoune).

Es claro que ninguno de los niños es actor profesional, pero dejan ver un natural desenvolvimiento frente a la cámara y dotan a sus personajes de matices y un lenguaje corporal propio. Más que ofrecer una actuación, los niños comparten un espacio que ya les pertenece, dentro del cual permiten que la fantasía, la magia y la aventura convivan al lado de la miseria en la que viven. Todos estos elementos tratan de equilibrarse, con secuencias animadas que dan forma a las fantasías de Kwita, combinadas con el paisaje urbano que conforma su entorno.

El filme estuvo nominado como Mejor Película Extranjera el 2001, una mezcla de ambientes funestos y alegrías amargas, de lealtad y traición. En efecto, lo que en un principio se revela como un retrato documental sobre la problemática de los niños de la calle en Marruecos, la “otra cara” de Casablanca con toda su miseria y dolor, luego irá pisando tímidamente los terrenos de la fantasía en los delirios de Kwita. Justo cuando nuestros protagonistas oculten el cadáver de su amigo, la película da un giro, integrando perfectamente un relato de amistad, heroísmo, honor y denuncia social.

Alí es (al menos para sus amigos) un héroe involuntario, y así lo sentimos mientras vemos su cuerpo navegar hacia el horizonte, dentro de una barcaza construida por Kwita, hacia la "Isla de los dos soles", que tanto anhela conocer. La crudeza del filme se percibe como un homenaje hacia todos aquellos niños que tienen a la calle como hogar.

miércoles, 20 de febrero de 2008

EN CARTELERA: NO COUNTRY FOR OLD MEN * * * * 1/2

El último filme de los inclasificables hermanos Joel e Ethan Coen, No Country for Old Men (E.U., 2007), supone el regreso de este par de grandes cineastas a sus trabajos más notables del pasado, encontrando muchos puntos en común con Blood Simple (1984) -su primer largometraje-, en especial por la historia persecutoria de muerte y venganza, así como por los áridos y pueblerinos escenarios en los que se ambienta. Luego de una floja racha, con una comedia visible y entretenida, instalada en el más clásico género de la screw ball comedy, Intolerable Cruelty (2003), más un lamentable remake del clásico británico The Ladykillers (2004), ambientado en el sur de Estados Unidos (¿en dónde más tratándose de los Coen?), sin olvidar, claro, su estupendo cortometraje “Tuileries”, realizado para el proyecto de cortos Paris Je t’aime (varios cineastas, 2006).

Adaptación de la novela homónima del ganador del premio Pulitzer Cormac McCarthy, la película es el clásico estudio de la violencia y el mal de los hermanos Coen, aquí sin su acostumbrado humor negro (Miller’s Crossing/1990, O Brother, Where Art Thou/2000), ni toque sarcástico o cómico (Raising Arizona/1987), o sus reflexiones intelectuales y existenciales (Barton Fink/1991, The Man Who Wasn’t There/2001), representado en la gélida e impresionante presencia del español Javier Bardem, nominado al Oscar a Mejor Actor de Reparto (el cual, ya casi lo tiene sus manos), quien interpreta a un psicópata multiasesino de look setentero estilo Príncipe Valiente, Anton Chigurh, una de las creaciones histriónicas más notables en toda la carrera del actor.

Si bien los temas planteados aquí no son nuevos en la filmografía de los hermanos, sí lo es la aproximación estilística, teniendo uno de sus filmes más tranquilos y ruidosamente silenciosos (la edición del sonido es magistral) hasta el momento: no hay música sino hasta los créditos finales, los personajes tienden a estar estáticos la mayor parte del tiempo, hay muchos planos fijos, en especial, en la insistencia de captar la vastedad de los paisajes áridos del desierto de Texas, lugar donde se ambienta la historia. Como en Blood Simple, la película es un relato persecutorio del “gato y el ratón”, teniendo de por medio una guerra entre narcotraficantes mexicanos en la década de los 1970, cuando todavía no era el problema grave que es ahora en la frontera, y una policia fronteriza pasiva apenas y se movilizaba.

Un cazador, Lewis Moss (Josh Brolin), se involucra en esa guerra, cuando se topa con una maleta llena de dinero, cerca de donde ocurrió un enfrentamiento entre narcos. Confiado, Moss se llevará la maleta, sin siquiera sospechar que el hábil, feroz y calculador Chigurh comenzará a rastrearlo para recuperar ese dinero, dejando en su camino un reguero de sangre y muertos. En tanto, el avejentado y cansado sheriff (Tommy Lee Jones, eficaz como siempre) comenzará una tardía investigación, hasta la frontera con México.

Sería difícil (quizás inútil) aplicarle a una película de los Coen el calificativo de “arriesgado”. Su cine siempre es críptico y enigmático, lleno de claves difíciles de descifrar y que muchas veces quedan a libre interpretación, pero decía que No Country.... es un filme atípico dentro de su estilo. La fotografía de Roger Deakins (colaborador habitual de los Coen) emula los colores deslavados del cine de los 1970, y tenemos el final más anticlimático jamás visto antes en su cine, mientras la cámara explora el rugoso y reflexivo rostro de Tommy Lee Jones. Tal vez mucho de No Country... ya lo hayamos visto antes, pero sin duda es un gran regreso de los Coen al cuadro de los grandes.

martes, 19 de febrero de 2008

DVD: BASIC INSTINCT 2 * 1/2

¿Qué necesidad había de esto? ¿Cuál ha sido el motivo para producir una secuela tan fallida, derivativa e inútil como Basic Instinct 2 (Alemania-Reino Unido-E.U., 2006)? Si fue nada más con el pretexto de traer de vuelta –que es lo más seguro- a la otrora sexy, escultural y muy atractiva Sharon Stone, en el papel que le diera fama internacional un ya lejano 1992 en la primera Basic Instinct (Paul Verhoeven), en su papel de escritora y femme fatale Catherine Tramell, la verdad, ni se hubieran molestado.

En esta tardía secuela (que el mismo Paul Verhoeven declinó dirigir), la Stone regresa como Catherine Tramell, sobreactuada y rozando la autoparodia, donde el realizador escocés Michael Caton-Jones no tuvo otra preocupación más que hacer que la actriz luciera bien su digitalmente retocado rostro, ejecutando además una galería de ridículas poses, supuestamente, muy provocadoras.

Lo único que se gana al enfrentarse a Basic Instinct 2 (calificada como uno de los grandes churros del 2006), nada más será recordar lo bueno que era el filme de Verhoeven, un efectivo thriller erótico que seguía con mucha habilidad las convenciones del film-noir más clásico. Y claro, recordarnos lo bien que se veía Sharon Stone en aquel entonces, lo convincente que resultaba como la atractiva Tramell, una suerte de “viuda negra” que eliminaba a los hombres luego de haberse acostado con ellos, todo para vivir en carne propia las experiencias que luego escribía en forma de ficción en sus novelas.

La trama de la secuela avanza con mucha dificultad, sin llevarnos a ningún lado. Un psicólogo (David Morrissey) tiene el trabajo de psicoanalizar a la Tramell, luego de un accidente automovilístico en el que ella está directamente involucrada, para ver si sufre de alguna alteración mental. Por supuesto, no faltará el eficiente policia (la digna presencia del actor David Thewlis), que trate de probar lo contrario: que Catherine es una asesina que necesita ir a prisión.

Entre las escenas de sexo, Jones no presume alguna que destaque o sobresalga por su creación de alguna atmósfera candente, una buena dirección o montaje o, por lo menos, que aproveche el físico de la Stone. Será que 14 años no pasan en vano, será que la Stone (tal vez por no tener otra mejor oferta) nada más se animó a revivir sus glorías pasadas en una película que, para colmo, tiene un final torpe y sin sentido.

DVD: LA HIJA DEL CANIBAL * * 1/2

El best-seller La Hija del Caníbal (1997), escrito por la también periodista española Rosa Montero, es una compleja narración sobre las reflexiones existencialistas de Lucía, una escritora de libros infantiles. Ramón, su marido, desapareció sin dejar rastro en los sanitarios del aeropuerto de Barajas, Madrid, antes de abordar el avión que los llevaría a Viena, para pasar el fin de año. Sin embargo, Lucía descubre que Ramón ha sido secuestrado por un grupo izquierdista llamado "Orgullo Obrero", y para su rescate deberá pagar una cuantiosa suma de dinero.

La adaptación al cine de este relato femenino (narrado en primera persona) sobre la vida de una mujer desencantada de su matrimonio, aparentemente no ha sido una tarea fácil. De hecho, la historia original de La Hija del Caníbal va más allá de las simples confesiones de diván del personaje de Lucía en el filme. Con los apuntes y memorias de un veterano de la Guerra Civil Española, Félix "Fortuna" (el español Carlos Álvarez Novoa, casi repitiendo su personaje de Solas/Benito Zambrano/1999), vecino de Lucia, la novela se adentra en temas sobre la moral, la corrupción política y heroísmo, desde el patriotismo hasta la fraternidad fiel e indisoluble.

El realizador mexicano Antonio Serrano (responsable del éxito taquillero en México Sexo, Pudor y Lágrimas/1999) decidió trasladar la historia de Lucía a la Ciudad de México, centrándose más en el romance que Lucía entabla con Adrián (Kuno Becker), un joven que habita en el techo del edificio de aquella, quien le dobla la edad. Lucía (la argentina Cecilia Roth, luciendo un convincente acento mexicano), Adrián y Félix, conformarán un inusual equipo e intentarán rescatar a Ramón.

El filme está estructurado en una serie de viñetas armadas trabajosamente, en un montaje sin mucha coherencia la mayor parte del tiempo. A cuadro, los personajes tratan de abrirse camino dentro de diálogos atropellados (sobre todo los de la Roth), que poco o nada ayudan a que la trama avance y tenga un desarrollo más equilibrado.

En la primera mitad, La Hija del Caníbal se va desarrollando dignamente. Sin embargo, todo lo conseguido en esta parte se viene abajo a partir de la relación entre Adrián y Lucía. El personaje de Adrián no pasa de ser un simple tipo simpático, con pretensiones de conquistador extraído de cualquier telenovela juvenil. Luego, la cinta despega un poco al transformarse en una road movie (con todo y música de rodeo de fondo), para que al final, de manera inútil e incomprensible, el relato se transforme en un thriller telenovelero.

Con un buen diseño de arte, a cargo de la oscareada alemana afincada en México Brigitte Broch, (Moulin Rouge, Amores Perros,...) y una destacada fotografía de Xavier Pérez Grobet, el trabajo de Serrano por momentos recuerda a Ciudad de Ciegos (Alberto Cortés, 1991), rareza fílmica del moderno cine mexicano, donde toda la acción se desarrollaba en un apartamento de Ciudad de México, con el transcurrir de las décadas señalado a través de disolvencias y cambios en los decorados, logrando captar la estrategia narrativa original del libro de Montero.

La Hija del Caníbal, es un amasijo de géneros y tratamientos cinematográficos dispares, con problemas en su adaptación. Aunque, por otro lado, es un experimento narrativo que no deja de tener interés, gracias a un montaje que intenta traducir el pensamiento de Lucía y su desorientada vida en imágenes. Eso ya tiene mucho mérito.



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