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sábado, 20 de mayo de 2023

CON LOS AÑOS QUE ME QUEDAN

¿NOS DAS UN AVENTÓN?   Regina Blandón y Manuel Vega.
 

Lo sé, el título de este filme suena a título de canción. La verdad, no podría ser más desacertada la elección del título para la historia floja contada aquí, y no se confundan, no es la biopic de Chavela Vargas o algo por el estilo. Coproducción entre México y España, en el elenco tenemos una combinación de actores de ambas naciones. Y hablando de desaciertos, otro es la elección de Regina Blandón como la protagonista. Blandón nunca resulta convincente como inmigrante española, de nombre Macarena, viviendo en los E.U. Macarena llegó de niña a Los Ángeles en donde, según ella, perdió su acento viendo televisión mexicana. Ajá, claro. Es cierto que un acento puede perderse, pero ¿en su totalidad? Blandón no hace el mínimo intento por hacer un poco de acento español en el filme, sonando tan chilanga como en sus películas mexicanas.

El enfoque del guión es interesante, si bien a ratos extraño, teniendo la vida de inmigrantes españoles en Los Ángeles como punto de partida. Tan extraño como el ver a una chica española vendiendo en la calle comida mexicana. Como sea, la oportunidad del director y guionista Frank Ariza de explorar y profundizar más en el tema se pierde por completo, justo cuando la historia toma un giro de 180º y se transforma en una aburrida road movie por el desierto de California y Arizona.

Macarena lleva a cuestas un frustrado intento de convertirse en niña actriz, con su mamá (Estefania de los Santos) fungiendo como representante (de hecho, esa fue una de las principales razones de la familia para mudarse de España a California), y asesorarla en las audiciones. Sin embargo, la familia termina poniendo un negocio de churros (al que llaman "Churriwood"), y Macarena termina estudiando derecho, involucrándose en una relación romántica con una mujer policia (Aislinn Derbez), que la marcó para siempre.

La causa de su viaje en carretera será su papá (Paco Tous), quien debido a una relación extramarital con una prostituta de color más joven, se meterá en problemas con una especie de jefe mafioso (Enrique Villen, el inconfundible actor español de mirada, literalmente, camaleónica). Para ayudar al papá, Macarena deberá llevar una bolsa (podemos adivinar que lleva un contenido sospechoso) de Los Angeles a Sonora, alquilando un auto propiedad de un tipo español, Lu (Manuel Vega), quien fungirá de chofer.

Poco de interesante pasa durante este viaje. La trama es tan plana como la carretera recorrida por Macarena y Lu, quienes no tienen pizca de química. Durante el viaje, los recuerdos de Macarena intervendrán y cruzarán su memoria, mediante infinidad de flashbacks (la decepción que le provocó su papá, de su relación romántica malograda, etc.). Aunque la película está bien filmada, el guión termina siendo un desbarajuste total y sin una historia que tampoco me enganchó como melodrama familiar.
En #PrimeVideo










jueves, 11 de mayo de 2023

FUGA DE REINAS

KENTUCKY RUN. Martha Higareda, sus "reinas", y... les faltó el pollo. 


Si al ver esta película (es más, incluso antes de verla), sintieron como un deja vú de "creo que ya he visto esto antes", no se equivocan. La total falta de originalidad en la premisa de este filme es tan evidente, que repele desde el primer minuto. Tenemos el viaje por carretera para esparcir las cenizas de algún fallecido y cumplirle su último deseo; el viaje planeado desde la escuela de unas amigas y que ahora se concreta; o la idea feminista de unas mujeres no muy felices con sus vidas actuales, que deciden huir y dejarlo todo atrás. Entre ellas se incluye una mamá que deja esposo e hijos atrás para, probablemente, encontrarse a sí misma.

Tenemos aquí Thelma & Louise (1991) multiplicada por dos, sólo que sin la inteligencia, sensibilidad, y estupendo guión del filme de Ridley Scott. Entiendo que Reinas... es una comedia,... o al menos eso intenta fallidamente, pero no por eso sus personajes tienen que ser irritantes, como el de Martha Higareda, quien en el camino adopta como mascota a un pollo al que bautiza como Kentucky, y sueña con ponerse unos implantes de silicón. Luego, una esposa (Paola Nuñez), quien tiene la sala de su casa convertida en un ridículo y desproporcionado altar dedicado a su mamá fallecida (hurna de cenizas incluída), infeliz porque su esposo no la toma en cuenta. Además de la madre de familia (Alejandra Ambrosi) que ya he mencionado arriba, tenemos a la infaltable chica regordeta y poco agraciada (Valeria Vela), quien pone el medio de transporte (un coche convertible rojo clásico al que apoda "corcholata"), de cabello rosado, y que presume ser el alma rebelde, libre, y me-importa-un-bledo-todo del grupo.

Sobra decir que el filme, escrito por la misma Higareda y dirigido por un tal Jorge Macaya, termina siendo un desmadre total, sin estar a la altura de esa bandera feminista simbólica que nuestras protagonistas parecen llevar orgullosas en el coche, hondeando invisible. La película empieza como Thelma & Louise, y termina como Charlie's Angels: Full Throttle, que además del mentado pollo incluye un villano gangsteril interpretado por Enrique Arreola (ya lo vemos hasta en la sopa ¿no?). A evitarse en Netflix.

jueves, 29 de octubre de 2020

SONORA


Si en mí hubiera estado decidirlo, le hubiera dado a Sonora el lugar de Cómprame un Revólver, entre las nominadas a Mejor Película en la pasada entrega de los Arieles. Dirigida por Alejandro Springall, Sonora tiene todo lo que Cómprame un Revólver no tiene, empezando por un buen guión, adaptación de la novela de Guillermo Munro (adaptada por el realizador John Sayles y el mismo Springall); además de personajes mucho más interesantes y una mejor producción de época. Lo mejor, es que termina siendo entretenida. No se hubiera llevado el premio, pero Sonora se merecía más la nominación.

Sonora está ambientada en la época de la Gran Depresión, a principios de los 1930, justo cuando la frontera en dicho estado fue cerrada, y el presidente Hoover ordenó la deportación de muchos mexicanos. Las cosas no iban mejor aquí, cuando una ola de racismo apareció en contra de inmigrantes chinos (o la "amenaza amarilla", como la llamaron), apareciendo manifestaciones xenófobas para que salieran de México. Un matrimonio (Giovanna Zacarias y Flavio Medina) ven la oportunidad de hacer negocio con su coche, para transportar a un grupo disparejo y variopinto de personas a Mexicali, en donde la frontera seguía abierta y pudieran pasar a los E.U.
Sin embargo, luego de un pequeño contratiempo, se verán en la necesidad de conseguir la ayuda de un guía que los pueda llevar por el desierto, o por el también conocido como "El Camino del Diablo". Emeterio (Joaquín Cosio, muy bien), un indio yaqui y tío de uno de los pasajeros (Harold Torres), este último un inmigrante recientemente deportado, será el no muy confiable guía. Aunque conoce el desierto como la palma de su mano, Emeterio tiene un problema con la botella. Una de las dificultades durante la travesía, será que Marcos, el sobrino, mantenga a su tío lejos de cualquier tentación por beber.
A medio camino entre un western y una road movie, Sonora tiene algo de sabor a novela de John Steinbeck, o de William Faulkner. ¿Cuánto tiempo podrán estar juntos en un espacio cerrado un inmigrante chino y un racista filo nazi, antes de que los problemas surgan? ¿O cuánto pasará antes de que un viejo ex general villista y machista, no tenga problemas con las dos o tres mujeres viajando en el auto? No mucho, se lo aseguro. Nunca resulta muy creíble que tal cantidad de personas quepan en ese coche. Pero se las arreglarán, de una forma u otra.
Por fortuna, ningún personaje cae en clichés o estereotipos. El resto de los pasajeros será, junto al matrimonio interracial formado por un chino (Jason Tobin) y una mexicana (Patricia Ortiz), viajando con su pequeña hija (Abbie del Villar), una mujer y una chica (Dolores Heredia y Carolina Molva), tratando de llegar a la frontera para probar suerte del otro lado. Ah, sí, y el general villista (Erando González), quien no está ahí precisamente para hacer amigos.
El viaje les depara una serie de imprevistos y contratiempos, empezando por lo que se puede esperar de viajar en un coche Ford de los 1930s, a través del desierto, y sin carretera. Con todo y tener relaciones interesantes entre los personajes, la que verdaderamente es el centro de la historia es aquella entre Lee, el inmigrante chino, y Sánchez, el racista (buena actuación de Juan Manuel Bernal), con el comentario racista y provocador siempre en la boca. La tensión latente entre el matrimonio y Sánchez se siente durante todo el filme. Mientras, Emeterio se encuentra igualmente en el centro de la trama, un personaje interesante también, el cual, durante sus delirios por no poder probar gota de alcohol, recuerda episodios de su juventud, y ritos iniciáticos con un chamán.
A pesar de ser demasiados personajes, el tema del racismo no queda nublado por las demás subtramas, a las que se agregan las de un par de traficantes de alcohol venidos de E.U., uno de ellos un norteamericano (Ben Miliken), y un mexicano inmigrante, de nombre Yuma Joe (Rafael Cebrián).
Para mí, era una ganadora del Ariel a Mejor Vestuario, pero ganó el de mejor banda Sonora, la cual resulta estupenda, así como su dirección de fotografía.
Disponible en Netflix.
⭐⭐⭐1/2

martes, 25 de junio de 2019

THE HIGHWAYMEN


Kevin Costner y Woody Harrelson.
The Highwaymen cuenta la historia de Bonnie y Clyde desde el punto de vista opuesto, aquel de los dos rangers retirados que colaboraron con el FBI para rastrearlos, perseguirlos, localizarlos, y finalmente, abatirlos, en la famosa (y quizás, excesiva) emboscada del año 1934. Kevin Costner y Woody Harrelson, interpretan a los rangers Frank "Pancho" Hamer y Maney Gault, respectivamente, estupendos como la pareja dispareja que, a pesar de su diferencia de edad, y de pertenecer a distintas épocas, funcionan muy bien. Su química es extraña, hirviendo a fuego lento conforme avanza la película. Frank acepta el trabajo de atrapar a los jóvenes bandidos sin realmente quererlo, más por salir del tedio y la rutina de un retiro forzado, que por el dinero. Desea probar que, a su edad, todavía tiene lo que se necesita, a pesar de que se siente algo oxidado al tomar una pistola y disparar. Las cosas no son muy distintas para Maney. Desempleado, viviendo en la pobreza junto a su hija y nieto, ve en la misión de perseguir a Bonnie y Clyde la oportunidad de, simplemente, escapar de su cruda realidad, pero también de vivir una aventura junto a su viejo colega, y de recordar glorias pasadas.
Dirigida por John Lee Hancock, más que ser un filme de gángsters a lo The Untouchables (será imposible no recordar a Kevin Costner como Eliot Ness en el filme de Brian de Palma), Highwaymen es una suerte de western instalado en la era de la Depresión. Durante más del 90 por ciento del filme, nunca vemos los rostros de Bonnie y Clyde, pero sí tenemos una pequeña muestra del nivel que alcanzó su celebridad, de "Robin Hoods" que robaban bancos para darle a los desposeídos. También, más que ser un filme sobre dos policías en persecución de dos criminales, Highwaymen es el relato de dos personajes a quienes la experiencia hace que les caiga el veinte de que están envejeciendo, de que su juventud quedó atrás, y de que ya no se cuecen al primer hervor. "¿No te has puesto a pensar que quizás ya no lo tenemos?", le pregunta Gault a Frank, justo a mitad de la historia. Pero un momento. Esto no quiere decir que el filme sea un aburrido relato sobre dos viejos ex policías, sin ritmo, ni emoción. Hancock sabe ir construyendo tensión, poco a poco, durante la investigación. Frank demuestra que, más que tecnología avanzada, se necesita experiencia y pericia de viejo sabueso para encontrar a los criminales. La silenciosa personalidad de Frank, con la más bromista y relajada personalidad de Gaunt (la actuación de Harrelson es magnífica, casi robándose la película), se combinan a la perfección. Con una gran banda sonora T-Bone-Burnettiana (si es posible calificarla así), a cargo de Thomas Newman, y una buena dirección de fotografía, al final se antoja volver a revisar "Bonnie and Clyde" (1967), de Arthur Penn.
⭐️⭐️⭐️1/2

martes, 5 de marzo de 2019

GREEN BOOK

Viggo Mortensen y Mahershala Ali. 
Increíble, pero cierto. Peter Farrelly, quien junto a su hermano Bobby, ha dirigido comedias de humor insano y algo subido de tono (There's Something About Mary, Dumb and Dumber), es el director de Green Book. El filme está basado en la historia real de Tony Vallelonga (Viggo Mortensen, extraordinario, y con algunos kilos encima), un padre de familia italo-americano, luchando por sobrevivir. De ser "valet" en un centro nocturno, Tony terminará siendo el chofer de un virtuoso pianista negro, Don el "Doctor" Shirley (Mahershala Ali, magnífico como en Moonlight. Ya podemos verlo con el Oscar en la mano desde ahora).
Sin necesidad de ser tan literal o explícito, sabemos desde el inicio que Tony es un racista. Luego de que unos plomeros "de color" toman limonada, que su esposa (Linda Cardellini) les ofrece al terminar un trabajo, Tony tira los vasos a la basura. Es 1962, en plena segregación racial. Sin embargo, Tony tiene dos opciones: regresar a conducir camiones de basura, o tomar el trabajo de chofer para el excéntrico pianista Don. La decisión no será fácil. El trabajo no nada más implica conducir un flamante Cadillac azul, durante una gira del pianista por 2 meses, sino además ser su asistente personal. Tony siente que es un trabajo más de sirviente, que otra cosa. Pero la paga es buena, y se acerca Navidad.
El guión (escrito por el mismo Farrelly, Brian Hayes, y Nick Vallelonga, el cual actúa también en la película, y es hijo en la vida real de Tony) pone, estratégicamente, a dos seres diametralmente opuestos a prueba. Su viaje será uno de autodescubrimiento, por terrrenos complicados y hostiles, es decir, los estados racistas del "Sur Profundo". Tony tendrá a su disposición el "Libro Verde" del título, una guía para que "el viajero 'de color' viaje sin conflictos" por el sur.
Tenemos una disfrutable y entretenida road movie, con los dos protagonistas embarcados en una travesía, de la cual ambos saldrán emocional afectados, y digamos, "ilustrados". Tony, sin mucha educación (esas cartas que escribe a su esposa), malhablado, vulgar, parlanchín, pero con carisma de sobra (como breviario cultural, en vida también actuó un poco, y participó en "Los Soprano"); y Don, refinado, pero estirado, silencioso, correcto, disciplinado, y con una casi total ignorancia de sus propias raíces. Siendo músico, el "doc" desconoce la música moderna de Little Richard, Aretha Franklin, y Chuck Berry. ¡Vamos, es tu propia gente!, le dice un sorprendido Tony.
Sería injusto calificar Green Book de ser una simple "versión nueva de El Chofer y la Señora Daisy (1989), con los papeles invertidos". Tal vez haya similitudes entre ambas. Pero gracias a las grandes actuaciones de Mahershala Ali y Viggo Mortensen (su acento italiano es excelente), quien se acaba robando la película por su naturalidad, y por haber sabido imprimirle a Tony una gran dicharachería, Green Book acaba teniendo personalidad propia, y memorabilidad.
Es verdad, tal vez sea de esas historias "para sentirte bien", construidas y concebidas con instructivo en mano, de las cuales puedes predecir para dónde van, y cómo acabaran. Pero, qué importa. La película de Farrelly, no nada más es un filme gracioso, para pasártela bien; sino que es también profundo e inteligente, toca temas de mucho peso, y está extraordinariamente escrito. Esperemos que Farrelly siga por este camino.
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

lunes, 24 de noviembre de 2014

PHILOMENA * * * *

ESPERANZA MATERNAL. Judy Dench y Steve Coogan.
El caso de Philomena Lee no podría ser cinematográficamente más atrayente. La historia de una chica irlandesa, quien viviendo en un internado de monjas durante los 1950s, quedó embarazada, luego de tener un pequeño noviazgo con un chico al que conoció en una feria. Regañada por la madre superiora al haber cometido un acto tan "pecaminoso", Philomena pudo tener a su bebé a pesar de todo, al cual le permitían ver ocasionalmente, mientras era cuidado por las monjas. Su alegría no duraría mucho, al ver un día cómo su pequeño Anthony, de 2 o 3 años, era dado en adopción a una familia norteamericana. Junto a otra niña, el niño sería llevado a Estados Unidos para siempre, mientras Philomena veía atónita de lejos, en lágrimas y desconsolada, cómo su hijo se iba para siempre. 

El reportero y periodista Martin Sixsmith (Steve Coogan), luego de ser despedido de la BBC, decidió relegar su proyecto de escribir un libro sobre Historia de Rusia, y sin estar muy interesado en historias "humanas", se abocó a escribir un libro sobre el caso de Philomena (interpretada por Judy Dench, con la maestría que siempre la caracteriza). Dame Judy Dench le da al personaje una inocencia y vulnerabilidad impresionantes, considerando los personajes más enérgicos y de fuerte personalidad que siempre la han caracterizado. Steve Coogan no sorprende poco (productor también de la película), en plan serio y tranquilo, en el retrato que crea de un escritor de personalidad insufrible, sin mucho tacto, en camino de reencontrarse con su lado emocional, y que se considera a sí mismo agnóstico. Siendo Philomena una mujer septuagenaria muy religiosa y creyente, con mucho carisma, facilidad para conectar con la gente y buena vibra, la combinación no podría ser más irresistible.

Lejos de que los personajes hagan un explosivo cortocircuito, el resultado que consigue Stephen Frears en esta especie de road movie, es plasmar en pantalla una relación más cercana a la de una madre e hijo. Una interacción que es sensible, conmovedora, tensa a ratos y cómica en algunos otros.  Martin decide ayudar y acompañar a Philomena a E.U. para encontrar a Anthony, con la finalidad de escribir el libro sobre el drama que ha vivido desde joven. Hubo duras, y tal vez injustas y exageradas críticas de los medios en el Reino Unido, al considerar que la película -incluyendo su realizador- era parte de una campaña anticatólica, debido a la severidad con la que Martin crítica al Catolicismo en un par de  escenas, y en general por la mala imagen (que como siempre sucede en filmes británicos, como The Magdalene Sisters, en donde se juzga y crítica duramente el papel de las monjas y sus internados) con la que quedan las hermanas del Sagrado Corazón de Jesús en Irlanda. 

Frears consigue una película sencilla, algo televisiva incluso, sobre el amor maternal de una mujer, de  espíritu incansable, infatigable, esperanzada con encontrar a su hijo. Expresa preocupaciones que resultan enternecedoras, justo cuando en un diálogo gracioso con Martin, ésta le expresa su preocupación por que Anthony, entre otras cosas, tal vez haya acabado obeso. "La mayoría de los  norteamericanos son obesos. Mira el tamaño de las porciones que comen".

Es toda una aventura la que viven Philomena y Martin. Lo más interesante, es ver que tal vez en manos de un director de Hollywood, lo más fácil y predecible hubiera sido ver cómo Martin desarrolla un amor filial por Philomena, y ella uno maternal por él. Nada más lejos de eso. Nunca hay un total involucramiento emocional entre ambos, sino que, a pesar de que saldrán transformados de esta aventura, siempre habrá entre ellos una distancia que raya casi en lo profesional. Para Martin, no importa cuán enojado esté con las monjas por lo que le hicieron a Philomena, siempre lo importante será sacar adelante un libro que parece imposible terminar, al menos, con un final feliz. En ese sentido, para los que no conozcan la historia ni el libro ("The Lost Child of Philomena Lee") no estropearé el desenlace, pero es uno que tiene un giro sorprendente, emotivo, e inesperado.

domingo, 17 de agosto de 2014

INSIDE LLEWYN DAVIS * * * 1/2

 MUSICAL Y GATUNA ODISEA
Oscar Isaacs como Llewyn Davis
A los Coen les da por ponerse musicales en raras ocasiones. Inside Llewyn Davis es uno de esos casos. Anteriormente lo hicieron en O Brother Where Art Thou, y aunque no con la misma calidad, en The Lady Killers. La música no era exactamente el tema principal, sino algo más incidental y accidental; algo que ocurría a los personajes de imprevisto. Los hermanos Joel y Ethan Coen no dejan de sorprender, para bien o para mal. Si bien la música no es su fuerte, en Inside Llewyn Davis consiguen un filme con la música como tema principal. No es precisamente una biopic (eso hubiera si demasiado obvio y fácil para unos realizadores de su calibre), sino la historia de un músico ficticio (o tal vez no tanto, ya que se dice que los personajes están inspirados en personalidades reales del universo musical folk), una mezcla de un poeta beat con Bob Dylan, que se siente de todas maneras real y palpable. 

Ambientada en 1961, Inside es la historia del Llewyn Davis del título, un músico folk y la odisea que emprende para tratar de alcanzar el éxito. Interpretado por Oscar Isaacs, Llewyn Davis parece llevar el mundo a cuestas. Cuando no está en el escenario cantando y tocando la guitarra, va por la vida durmiendo en la casa de cualquiera que tenga un sillón disponible y desocupado. Es posible que Llewyn haya embarazado a Jean (Carey Mulligan), también cantante folk y esposa de su amigo Jim (Justin Timberlake). Jean odia a Davis con toda sus entrañas por alguna razón difícil de adivinar, pero podemos deducir, por lo que le dice entre insulto e insulto, que el músico ha tenido aventuras románticas por otros lados. 

Hay momentos en que la película parece una parodia del folk, con sus destellos de comedia y sarcasmo, y otras, en especial cuando Llewyn canta, que parece un emotivo, sentido y poético homenaje a esta música, acústico en toda la extensión de la palabra. Cuando un gato anaranjado se cruce en el camino de Davis, las cosas cambiarán completamente para él, justo cuando el felino se le escape por accidente de la casa de un amigo.

La historia de Davis se siente como salida de la portada de un disco antiguo de esa época, gracias a la dirección fotográfica de Bruno Delbonnel. La paleta de colores algo deslavados, de fotografía vieja y desempolvada, se encarga de darle ese sentimiento antiguo al filme. Con su guitarra a cuestas y el gato como acompañante, la travesía se convierte en una road movie, donde el músico se encontrará con el viejo colaborador de los Coen, John Goodman, interpretando a un insoportable músico de jazz. Definitivamente, no es la mejor colaboración de Goodman con los realizadores, y pone a pensar si quisieron enfrentar dos visiones sobre uno y otro género musical, aunque no se escuche una sola nota de jazz en toda la película.

Inside Llewyn Davis no está dentro de lo mejor de la filmografía de los Coen, pero es buena y visible. Con todo y su destacada producción musical (T Bone Burnett fenomenal), la historia te deja al final con un gran signo de interrogación en la mente. En ese sentido, tiene cierta relación con Barton Fink, en cuanto a que estamos viendo la historia de un artista luchando contra el sistema, por sobresalir teniendo todo en su contra. Davis anhela ser solista y no parte de un grupo. Es el artista que no encaja - ni desea hacerlo - con nada comercialmente establecido, como en esa escena donde graba una canción algo jocosa y divertida junto al personaje de Justin Timberlake (quien ha tenido más suerte en su carrera), Please Please Mr. Kennedy (escrita por los Coen y T Bone), haciendo burla del proyecto espacial de JFK para llegar a la Luna. F. Murray Abraham encarna dicho sistema, justo cuando en esa pequeña reunión le dice dolorosa, racista y tajantemente, luego de una pequeña audición, "No veo mucho dinero aquí, - pero déjate la barba de candado y mantente alejado del sol."

La narrativa abre y cierra de una forma circular, llevándonos en la conclusión justo al punto donde empezamos, pero con muchas situaciones ocurriendo de distinta forma. Lo que hace preguntarnos si Llewyn ha vivido un sueño, si todo es producto de un terrible estado de inconsciencia y sacudida neuronal, gracias a un escarmiento que cierto obscuro y misterioso personaje le da en un callejón. No  será su mejor película, pero si al final te hacen pensar, aunque sea un poco, es que estamos de vuelta ante unos Coen en plena forma.



domingo, 20 de julio de 2014

NEBRASKA * * * *



SACÁNDOSE LA LOTERIA. Will Forte y Bruce Dern.
Cualquier seguidor de la filmografía de Alexander Payne sabe que su sello personal son las road movies (quizás Citizen Ruth, Election y The Descendants sean las contadas excepciones). Nebraska no es nada más otra road movie en su filmografía, sino una excepcional. Es verdad, tenemos de nuevo a un grupo de personajes en un viaje por carretera, un destino definido, y en camino hacia el  descubrimiento de un Estados Unidos desconocido y el autoconocimiento.  Si hay algo diferente en la más reciente película de Payne, es que ha sido filmada en blanco y negro, lo que le da un look nostálgico y retro, como si hubiera sido filmada en los 1960s-1970s (el logo de la Paramount que abre el filme es la versión usada en esos años). 

El resultado es un filme independiente sumamente valiente y sin temor de lucir anticuado. Su dirección de fotografía está bellamente ejecutada por Phedon Papamichael. Como fondo, tenemos unos bellamente fotografiados paisajes rurales, muy a lo Gabriel Figueroa, con nubes dominando el cuadro. En general, la película es sumamente funcional gracias a su sencilla historia, bien narrada, y protagonizada por personajes notablemente construidos. Además, está magníficamente actuada, especialmente por el veterano y casi irreconocible Bruce Dern (nominado al Oscar y ganador de la Palma de Oro a Mejor Actor en Cannes), elegido por Payne -en tono de broma- por su enmarañado cabello. Lo cierto, es que Dern, ofrece algo más que una creíble apariencia desaliñada en el filme. Su interpretación de Woody Grant, un padre necio y obsesivo, es fenomenal. Woodie tiene un sólo objetivo en el filme: hacer un viaje de Billings, Montana, a Lincoln, Nebraska, para cobrar un premio de un millón de dólares, ofrecido por una revista.

Will Forte, más característico por sus trabajos en comedia (Saturday Night Live, en donde se inmortalizó con su creación de MacGruber), resulta también sorprendente. En su primer papel "serio", Forte interpreta a David, el más que complaciente y paciente hijo de Woody, quien trabaja como vendedor de “teatros en casa”, y decide llevar él mismo a su viejo hasta Lincoln. David tiene un doble objetivo con esto: es el único remedio para hacerle ver que el premio no se trata más que de un timo, y de paso, pasar un poco de tiempo juntos. 

El premio es como un "mcguffin", una excusa para que tanto padre e hijo emprendan un viaje en el que ambos desempolvarán su descuidada relación. Ambos tendrán oportunidad de acercarse, charlar, y ponerse al tanto en sus vidas. Para Woody será un viaje al pasado, cuando ambos tengan que hacer una escala en el pueblo donde creció y visitar a su familia. Suena más serio de lo que en realidad acaba siendo. La película tiene un humor agridulce, infalible, y gracioso a través del desaliñado Woody, quien se nos revela como un canijo y cínico viejo. Niega rotundamente su alcoholismo cada vez que David saca a la luz el tema, y descubre que quizás no fue un gran padre al final de todo. Woody es toda una creación, digna de verse y escucharse, de pocas pero bien elegidas palabras. 

June Squibb (quien trabajó con Payne en About Schmidt) está también excelente, como la esposa de Woody. La mujer es todo lo contrario a él, más despierta, dice todo lo que piensa sin reparo e impulsivamente, es dominante y presuntuosa. Al final, Nebraska sabe conmover sin un solo exceso sentimental. 

miércoles, 27 de febrero de 2008

ABOUT SCHMIDT * * * * *

PREPARÁNDOSE PARA EL VIAJE. Jack Nicholson en
una magnífica actuación
About Schmidt narra la especie de tour turístico-histórico-existencial, a lo largo del Medio Oeste de los Estados Unidos, que Warren Schmidt (un Jack Nicholson tranquilo), ex empleado de una compañía de seguros que, después de haber servido 40 años a la empresa, se ha jubilado. Sin embargo, la repentina muerte de su esposa lo tomará desprevenido. Su casa le parecerá demasiado grande para él solo, el espacio sobrante en su cama es difícil de llenar y, de pronto, se dará cuenta que tiene por delante demasiado tiempo libre.

Para salir de esta soledad abrumante y encontrarle sentido a esta nueva etapa de su vida, Warren decide convertirse en el padre adoptivo de un niño del "Tercer Mundo", enviándole una pensión mensual de 22 dólares, así como una constante correspondencia escrita. Con el tiempo, Warren irá descubriendo secretos de su matrimonio algo traumáticos, y ese niño que adoptó se convertirá en su confesor al relatarle por carta sus preocupaciones, anhelos, frustraciones, etc., una válvula de escape para todos sus dilemas existenciales y otras cuestiones filosóficas. Un buen día, Warren decide emprender un viaje en su gran casa rodante, para acudir a la boda de su hija Jeannie (Hope Davis) con un mediocre vendedor de camas de agua (Dermot Mulroney).

El director y coguionista de esta mezcla de melodrama y roadmovie, Alexander Payne, refleja en About Schmidt al estadounidense promedio, aquel que pasa la mitad de su vida dentro de monumentales casas rodantes, curtidos en la cultura del desperdicio y una manía por montar museos a las más encantadoras trivialidades (ese museo de las puntas de flecha indias que visita Warren en su viaje).

Warren, dentro de su soledad, se asume como un sujeto con deseos de sentirse productivo y valioso al mismo tiempo, de encontrarle sentido a su vida y escapar de la depresión. En el pequeño niño Ndugu encontrará a un lejano compañero espiritual situado al otro lado del mundo; encontrará respuesta a su obsesión por ocupar un lugar en el mundo y, de paso, en la Historia de su propio país, que descubre fascinado, por primera vez, en las escalas de su travesía.

Nicholson encarna uno más de esos padres, enternecedores y chocantes al mismo tiempo, propios de los filmes de “bodas”, siempre con algún conflicto familiar de por medio (Father of the Bride/1950, The Catered Affair/Brooks/1956 etc). En este reflexivo y cómico retrato de un hombre en la crisis de la edad madura, se combinan además diálogos vivaces, con una historia (adaptación de la novela escrita por Louis Begley) sobre la redención y reconciliación de un hombre con su pasado familiar, que reflexiona no nada más sobre la vida sino también sobre la muerte, en un filme que, inexplicablemente, no fue valorado por la Academia para los Oscares del 2002, que pinta la vida del estadounidense de principios de siglo XXI como una toma de conciencia por lo que ocurre más allá de sus límites geográficos y mentales.

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