lunes, 26 de junio de 2023

EVERYTHING EVERYWHERE ALL AT ONCE

 

Stephanie Hsu, Michelle Yeoh y Ke Huy Kwan.

¿Hay algo de lo que no pueda haber multiversos? Hay Spiderversos, Dr.Strangeversos, y ahora, aunque no he visto la nueva película de Flash, creo que ya hay también flashversos y batmanversos. Como sea que uno quiera llamarles, los multiversos no dejan de poblar las recientes producciones, listos para doblar y desdoblar, duplicar y multiplicar la realidad hasta que nos hacen tomar una aspirina. Pero entre todos estos filmes de superhéroes multidimensionales, tenemos Everything Everywhere All at Once, esa peliculita que poco a poco, como bola de nieve, fue creciendo y creciendo durante la temporada de premios, ganando reconocimiento hasta llegar a la cima, ganando varios Óscares, incluyendo el de Mejor Película.

Y lo interesante, es que lo anterior lo hizo de una forma original, poniendo justo en el epicentro de su historia a una familia china viviendo en los E.U. Por si fuera poco, el filme ganó también el premio a Mejor Póster de cine en los Impawards. Nada mal para un filme que desafió la paciencia de muchos, con uno que otro que ni siquiera llegó al final del primer acto. Unos la vieron y terminaron odiándola o, por el contrario, con una extraña fascinación por la misma, como quien esto escribe.

Si bien no amé cada cosa del filme, como dos o tres chistes simplones y algo tontos, el filme, dirigido por Daniel Kwan y Daniel Scheinert (conocidos como los Daniels, responsables también de Swiss Army Man, un filme sobre un cadáver pedorro interpretado por Daniel Radcliffe), terminó quedándose conmigo debido a su irreverencia, locura, e innovadora forma de narrar y armar su historia, como en forma de muñecas rusas. Además, sólo aquí podrás ver a Jamie Lee Curtis (quien ganó el Óscar a Mejor Actriz Secundaria) en el papel de una burócrata, empleada de Hacienda, con una apariencia nada halagadora y sobrepeso. Curtis tiene un triple papel, en uno de ellos actuando como poseída por un Golem, todo con total humor involuntario.

La verdadera estrella es Michelle Yeoh, en un, literalmente, multipapel. Yeoh es Evelyn Wang, madre de familia, esposa, y dueña, junto a su inocentón-ñoño marido, Waymond (el espectacular regreso de Ke Huy Kwan, el niño que en Indiana Jones y el Templo de la Perdición me sorprendió en el cine viéndolo manejar un coche con latas amarradas en sus pies) de un negocio de lavandería. Lo sé, suena estereotípico, pero también Yeoh interpreta a una actriz de cine, una cantante, una chef (en una graciosa parodia de Ratatuille), y una peleadora de kung fu, este último en un claro homenaje a su carrera en la vida real como estrella de películas wuxia de artes marciales.

El filme, cuyo primer episodio es titulado, precisamente, "Everything", abre con Evelyn en su escritorio, sumergida en un papelerio infernal, a punto de presentar su declaración de impuestos. Para colmo, Waymond tiene planeado pedirle el divorcio, y mientras este encuentra el momento adecuado, aquella tiene problemas con su hija, con el irónico nombre de Joy (Stephanie Hsu), quien entiende chino pero apenas y lo habla, y tiene una relación con una chica mexicano-americana. Evelyn se rompe la cabeza tratando de explicar esta situación a su papá, Gong Gong (James Hong, infaltable en un reparto así).

El caos se desatará durante la reunión que Evelyn, Waymond, y Gong Gong tendrán con la trabajadora de Hacienda (de nombre Deirdre Beaubeirdre, pero esto último es poco relevante, no se molesten en tratar de pronunciarlo o recordarlo) para arreglar una que otra irregularidad en su declaración de impuestos, justo cuando la primera recibe, como por telepatía, un mensaje importante de nada menos que ¡Alpha Waymond!. Este es una versión alterna de su marido, completamente opuesta al que conoce, con aire de líder y en extremo seguro de sí mismo, proveniente del Alpha Verso. Lo que tiene que decirle es casi nada: Evelyn tiene la misión de acabar con la terrible amenaza de Jobu Tupaki, un malvado ente que amenaza con destruir el universo.

Fans de los cómics japoneses, tienen razón: todo suena muy manga. Y lo es en muchos sentidos, ya que la experiencia de ver la cinta es muy cercana a la de leer un cómic manga. Una película de este tipo es difícil, si no imposible, describirla con palabras y hacerle justicia. Es una experiencia mayormente visual, en donde su narrativa te lleva entre un universo y otro con la velocidad de un salto cuántico. Estos saltos se provocan en el filme por las cosas más ridículamente masoquistas, como cortándote la mano con el filo de un papel, golpeándote a ti mismo, haciéndote daño físico, etc.

Con cada salto entre un universo y otro, vemos diferentes versiones de Evelyn, de lo que pudo haber sido su vida de no haberse casado con Waymond. Cada universo es representado por alguna aspiración que tuvo, o sueño de ser alguien, como una actriz. Este es, sin duda, un aspecto brillante del guión (escrito también por los Daniels, ganadores del Óscar a Mejor Guión), con cada fragmento de la historia o viñeta conectados por una edición ágil, de ritmo casi imparable.

En ese sentido, la actuación de Michelle Yeoh es camaleónica, en un desfile de alter egos de los cuales destacan el de la actriz de cine. En un mini ejercicio de cine-dentro-del-cine, Waymond es un hombre de negocios, también marido de la Evelyn actriz, y la viñeta se transforma en una especie de cortometraje a lo Wong Kar-Wai (con todo y estilo ralenti). Mientras, Stephanie Hsu no se queda atrás, igualmente con un personaje que termina desdoblándose y desdoblándose hasta terminar siendo la reencarnación de algo que Evelyn tiene que enfrentar, en tanto descubre que el origen del universo es un--- bagel. En otra parte del filme, ambas terminan en un universo como---piedras con ojos saltarines, que dependiendo del humor de cada uno esto puede ser muy cómico o muy simplón.

Después de leer lo anterior, pensarán ¿Realmente quiero ver un filme así? ¿Es para mí, o no? La respuesta, como todo en este, ehem, universo (¿o multiverso?), es que Everything no será para muchos, pero fascinará a otros. El humor no hará click con otros tantos. Quién sabe. Quizás en otro universo a sus otros yo les gustará. En mi caso, hubo un par de cosas del humor del filme con las que no conecté, como el universo en donde Evelyn tiene dedos de salchicha, o la idea del dolor autoinflingido para pasarse de un universo a otro. Pero en general, Everything (por cierto, los siguientes episodios del filme se titulan, precisamente, "Everywhere" y "All at Once"), la película, en su derroche de originalidad, es un portento visual; su mezcla de géneros está bien lograda y es surreal (la experiencia de los Daniels dirigiendo videos musicales es notoria). Su mensaje sobre perder el miedo, de conexión -o re-conexión- entre madre e hija, y de que sea el bien lo que siempre predomine en nuestras vidas, se quedó conmigo las tres veces que vi el filme. Merecido su Oscar.
En PrimeVideo.

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