jueves, 26 de enero de 2012

J. EDGAR * * * *


Leonardo DiCaprio como J. Edgar Hoover,
el "inmortal" fundador del FBI. 


Leonardo DiCaprio no ha sido nominado al Oscar como Mejor Actor. Luego de ver su, más que actuación, impresionante transformación como J. Edgar Hoover, el legendario fundador y director del FBI, en J. Edgar (2011), DiCaprio fue pasado por alto por los miembros de la Academia de Hollywood. Injusticias ha habido muchas en la historia de los Oscares, y esta es una de las primeras del año a un mes de la próxima ceremonia. Como sea, la actuación de DiCaprio está ahí, en la más reciente película de Clint Eastwood, una biopic sobre quien fue considerado  por muchos políticos norteamericanos en su momento, como el “americano más importante en la presente historia del país”. Hoover presidió el Buró Federal de Investigaciones por un cuarto de la historia de los E.U. Puso todo en sus manos, no nada más su probada eficiencia laboral, sino muchas maniobras políticas y un dudoso uso de la información que recopiló por medio del espionaje, para permanecer en la dirección del puesto. La más “paternalista” en el gobierno de los E.U.

Sin duda, es una película más para informados y/o especializados en el tema. Hay muchos eventos en la película que se dejan sin mucha explicación, como por ejemplo, el por qué era difícil la relación político-laboral entre Hoover y Robert Kennedy (Jeffrey Donovan), su jefe inmediato como Procurador de Justicia durante el mandato de JFK; el por qué de la rabia de Hoover al ver el ascenso y  prestigio de Martin Luther King Jr.; o por qué el entusiasmo al ver, desde el balcón de su oficina, desfilar a Richard Nixon al ser electo presidente. Hoover ayudó a Nixon a llegar al poder, con quien siempre estuvo en buenos términos, gracias a  su mutua colaboración cazando comunistas en décadas previas. Es una película más para interesados en el tema “Hoover”, “FBI” o, por lo menos, en el trabajo de DiCaprio.

La transformación del actor es completa, una actuación que recuerda su magistral trabajo interpretando al obsesivo-compulsivo Howard Hughes en “The Aviator”. Entre otras cosas, Hoover también era un obsesivo-compulsivo, hipocondríaco y, según se cree, homosexual. DiCaprio se pone debajo de un increíble trabajo de maquillaje, que lo envejece gradualmente conforme la historia avanza. He aquí otra injusticia: el maquillaje tampoco ha obtenido una nominación al Oscar.

Lo que parece haber interesado más a Clint Eastwood, no es tanto una historia cargada de política, sino hacer un minucioso estudio de personaje y desmitificar  a Hoover. Un hombre de suma inteligencia, tartamudo que luchó por superar esa condición, nunca se casó y, además, usó su obsesión por el orden a su favor, reorganización y limpiando completamente el viejo Buró de Investigaciones. La película tiene una atractiva envoltura de film noir. Cuando no se encuentra haciendo un análisis del personaje, es un entretenido filme de policías y gángsters; un buen thriller policíaco y político de época, el cual brilla por su excelente ambientación y sus actuaciones.

Junto a DiCaprio, cabe destacar la también magnífica actuación de Naomi Watts como Helen Gandy, la fiel secretaria de Hoover, con quien trabajó hasta la muerte de este en 1972. Watts sabe transmitir la eficiencia e imperturbabilidad emocional que seguramente la caracterizó en vida. Compartía cosas en común con Hoover. La más importante para él, fue que Helen no tenía interés en casarse. Leal a Hoover incluso después de su muerte, Helen llevó a cabo la mayor y más importante tarea que le encargó: destruir sus “archivos más secretos”, en caso de que “algo le pasara”.   

Con una fotografía densamente obscura en sus escenas nocturnas, de clásico film-noir, la película hace una crónica de los eventos más importantes en la carrera de Hoover en su propia voz, mientras le dicta sus memorias a varios  “escritores fantasma” (quienes se dice escribieron todos sus libros). Se narra desde la fundación del FBI en 1924, empezando con su feroz persecución de comunistas, pasando por el famoso secuestro de la hija de Charles Lindbergh (Josh Lucas), en el que J. Edgar invirtió todos los recursos posibles para resolverlo, con tal de ganar popularidad y credibilidad en la institución; así como la captura que hizo del “enemigo público número uno” de los 1930, John Dillinger. J. Edgar (siempre usó la inicial de su primer nombre, John, para evitar la asociación con un homónimo de dudosa reputación), buscó construir una imagen muy alejada de la realidad ante los medios y el congreso, una de héroe cinematográfico. Buscó borrar, sin mucho éxito, esa imagen de burócrata de escritorio, incluyendo las afirmaciones de que nunca realizó los arrestos que presumía haber hecho.

Dos relaciones son las que construyen el eje de Hoover como personaje en la película: la muy cercana que tuvo con su madre (Judi Dench, estupenda) y la en extremo cercana relación laboral que tuvo con Clyde Tolson (Armie Hammer), su amigo íntimo, protegido y, se rumora, su amante. Curiosamente, Hoover heredó todas sus posesiones a Tolson al morir. La película no se aventura mucho a explotar la teoría de que Hoover y Tolson sí tuvieron una relación homosexual, más abiertamente por parte del segundo. Hoover es retratado más como un homosexual enclosetado, reprimido, y que jamás pudo aceptar sus verdaderas preferencias sexuales (en parte debido a la presión de su madre). Hay tensión sexual entre Hoover y Tolson casi todo el tiempo, viniendo la catarsis en esa emocionalmente explosiva escena del cuarto de hotel. Eastwood dirige con mucho cuidado la escena, dejando, eso sí, todo abierto a la especulación. No por nada el guión fue escrito por Dustin Lance Black, autor del guión de “Milk”.

En resumen, una película que hace un balance equilibrado en el panorama biográfico de Hoover. La desmitificación no es muy completa, ya que se pasa por alto la  conocida corrupción, malversación de fondos y evasión de impuestos que hizo como director. La broma entre sus agentes era: “el director del FBI, dedicado a atrapar ladrones, es él mismo un ladrón”. No es un retrato documental del personaje, sino uno en parte ficticio, y en parte basado en la vida real. El primero, el de Hoover como personaje cinematográfico, es el más interesante en el filme. 

martes, 24 de enero de 2012

THE GIRL WITH THE DRAGON TATTOO * * * * *


Rooney Mara como Lisbeth, en la versión americana de
"The Girl With the Dragon Tattoo".


Todavía tengo que leer el libro de Stieg Larsson, en el que están basadas las dos versiones fílmicas de “The Girl with the Dragon Tattoo”, la sueca y la más reciente hollywoodense, dirigida por David Fincher (producida en conjunto con Yellow Bird, la misma que produjo la primer película).  ¿Cuál es más fiel al libro del escritor sueco, fallecido en 2004? Me gustaría mucho saberlo. Mientras, puedo decir que la versión de David Fincher me gustó más. La película de Niels Arden Oplev es magnífica, pero la de David Fincher me emocionó mucho más. Lo interesante es que entre una película y otra hay cambios mínimos, al menos, en cuanto a historia se refiere. El que sentí más substancial de todos, fue que Lisbeth, en la película de Oplev, tiene una historia de fondo más intrigante, un toque psicológico que ayuda a que nos involucremos más con ella, que simpaticemos con sus conflictos. Algo que el filme de Fincher no tiene, y por ello, me costó simpatizar más con ella en este caso, interpretada  estupendamente por Rooney Mara. Comparado con el de Noomi Rapace, el look dark y gótico de Lisbeth en esta versión es menos “amigable”, más freak. Es como si estuviéramos viendo a la novia hacker de Brandon Lee en “The Crow”.

Con quien empaticé más fue con Mikael, interpretado aquí por Daniel Craig, una más que acertada elección de casting. Craig es casi la versión británica del actor sueco Michael Nyqvist, quien encarnó a Mikael en la primer película. Tienen la misma mirada azul y fría, mismo tipo de facciones duras y piel rugosa. Un cambio igualmente significativo, es el acento más humano que Fincher le da a Mikael en su película. Su problema en la trama es el mismo: Mikael se encuentra sentenciado a prisión debido a un artículo difamatorio que escribió sobre un millonario hombre de negocios. La información de su artículo la obtuvo de una fuente no muy confiable, la cual lo hizo con toda intención de perjudicar a Mikael. Aquí, Mikael no está divorciado, pero sí pasando por una crisis marital con su mujer (Robin Wright Penn), con quien  trabaja en el diario “Millenium”. Aquí también nos enteramos de que Mikael tiene una hija de unos veintitantos años (Josefin Asplund), con quien lleva una buena relación.

Los que ya vieron la primer película –y leído el libro- sabrán la historia: Mientras espera su sentencia definitiva, Mikael acepta un trabajo de detective ofrecido por un millonario solitario, Henrik Vanger (Christopher Plummer, pequeña pero genial actuación). Vanger, y el resto del clan, viven en una isla, conectada con Suecia por un puente. Henrik le encarga retomar una investigación, para saber qué ocurrió, en 1966, con su sobrina, Harriet, la cual desapareció misteriosamente y creen muerta, ya que nunca se encontró su cuerpo.  El día de su desaparición, hubo un aparatoso accidente en el puente y fue cerrado, por lo que Henrik cree que el responsable de la desaparición de Harriet se encuentra en la misma familia (en efecto, muy Agatha Christie). Lisbeth, por su parte, sufre el abuso sexual de su nuevo guardián y custodio, quien la chantajea cada vez que esta necesita dinero. Nadie mejor que Fincher para  dirigir la escena de la venganza de Lisbeth, para darle la crudeza sexual, violencia y opresión que vemos en la escena, más larga y explícita que en el filme de Oplev.

Lisbeth contacta a Mikael gracias al espionaje virtual que esta se encuentra haciendo sobre él, su trabajo, su vida personal, todo. Así se entera sobre su investigación sobre la chica desaparecida y decide ayudarlo a descifrar ciertas números anexos a una lista de nombres, que Mikael encuentra en el diario de Harriet. La mancuerna de Mikael y Lisbeth comienza. La  investigación los lleva por vericuetos relacionados con el nazismo, antisemitismo, misoginia y  abuso sexual infantil. Martin, uno de los sobrinos de Henrik y hermano de Harriet, es aquí interpretado por el sueco Stellan Skarsgard. Su presencia aquí es más ambigua,  emocionalmente hablando, más fría. De inmediato, se siente que hay algo -o mucho- que oculta, en comparación con la actuación de Peter Haber en el filme sueco. Si algo sabe transmitir un gran actor como Skarsgard, es esa sensación ambigua, de no saber si se esta frente a un personaje bueno o malo, con una sonrisa que en el fondo parece ocultar cierta maldad.

En resumen, la visión de Fincher es una más escalofriante, opresivamente atmosférica. La  dirección fotográfica es magistral. No por nada Jeff Cronenweth acaba de recibir una nominación al Oscar en ese rubro. Su paleta es fría, completamente neutra la mayor parte del tiempo, que aprovecha lo más que puede la luz fría de la isla nublada, que de las luces artificiales. Sí, muy al estilo del movimiento “Dogma”. Es un gran trabajo el de Cronenweth. Por otro lado, la casa donde Mikael se queda está lejos de ser el más acogedor lugar de la película sueca, y su única compañía será un gato. Fincher, con su antecedente como director de The Fight Club y Seven, le da a la película el tono que seguramente el libro merece más.  Uno de violencia más gráfica y que, sorprendentemente, tiene algo de humor. 

lunes, 23 de enero de 2012

MÄN SOM HATAR KVINNOR * * * *


Noomi Rapace como "The Girl With the Dragon Tattoo".


Esta es la primera adaptación cinematográfica de la exitosa trilogía de libros “Millenium”, best sellers escritos por el novelista sueco Stieg Larsson. Tan exitosa es, que ya se produjo en Suecia una teleserie basada en las novelas (2010), y Hollywood ya produjo su propia adaptación de “Män som hatar kvinnor” (“Los hombres que no amaban a las mujeres”),  conocida internacionalmente como “The Girl With the Dragon Tattoo”. El realizador danés Niels Arden Oplev dirige este sorprendente thriller, cuyo principal tema es el abuso sexual infantil, del cual fue víctima su protagonista femenina, Lisbeth (Noomi Rapace, quien interpreta al personaje en toda la trilogía),  una hacker con look dark. A pesar de su gran talento técnico, Lisbeth es de personalidad dura y sin mucha sensibilidad para las relaciones sociales. La chica trabaja haciendo “investigaciones” (léase  espionaje virtual) para una empresa, y su principal objetivo es un periodista, Mikael Blomkvist (el ahora internacional Michael Nyqvist), el cual se encuentra enfrentando cargos por difamación en contra de un poderoso hombre de negocios.

La película está ambientada tanto en Estocolmo como en las afueras de la ciudad, en específico, en una isla, en donde vive la adinerada pero obscura familia Vanger. Alguno de sus miembros, incluso, fue simpatizante de los nazis. Henrik (Sven-Bertil Taube), uno de los miembros veteranos -y el más agradable- del clan Vanger, decide contratar a Mikael para que investigue la misteriosa desaparición, en 1966, de su sobrina, Harriet, la cual la familia cree fallecida. Por una antigua conexión con la familia, Mikael acepta el trabajo, el cual consiste en, al menos, intentar saber qué pudo haber pasado con Harriet, después de 40 años de no saber nada. Así, el caso vuelve a estar abierto. En tanto, Lisbeth, quien pasó una temporada en un hospital psiquiátrico, se encuentra reviviendo el infierno del abuso sexual  en manos de su nuevo guardián (la venganza que tramará es un bien urdido, casi suicida pero liberador, chantaje), siendo atormentada por una pesadilla en la que se ve a sí misma, de niña, prendiendo fuego a un hombre.  Por el espionaje que mantiene sobre Mikael, Lisbeth se entera de su nuevo trabajo de detective, y decidirá compartir sus   respuestas a las claves secretas que el periodista va encontrando en el caso Harriet.

Es una mancuerna improbable pero atractiva la que acaban formando Mikael y Lisbeth. Al menos en el filme, es ella quien acaba robándose la historia, gracias a su explosiva combinación de rudeza, habilidades físicas, fuerza, un look que no pasa desapercibido y, lo mejor, su inteligencia. Ah, claro, y ese impresionante dragón que lleva tatuado en su espalda. En ese sentido, Lisbeth tiene un trasfondo psicológico, el cual hace todavía más interesante la trama (que si bien me gustó más el filme de Fincher, su versión adolece el no tenerlo o, al menos, el haberlo “suavizado” un poco). Además, la investigación, en la que se incluyen las últimas fotos tomadas de Harriet en un desfile y citas de la Biblia, es bastante entretenida y nada tediosa, gracias a la ágil narración. En medio de paisajes gélidos (puntos a favor para la buena dirección fotográfica), los aficionados a las  historias de crimen y misterio “whodunit”, en la mejor tradición de Agatha Christie, sentirán que la película (de 2 horas y media de duración) se va como agua.       

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