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WALL-E y Eva, los dos robots protagonistas. |
Wall-E (2008), reciente producción animada de la Disney-Pixar, es un filme parcialmente mudo. Sus dos protagonistas, son dos robots que se enamoran apenas pronunciando dos palabras (de hecho, sólo sus nombres). Además, por primera vez, vemos unas contadas escenas realizadas con actores de carne y hueso (Fred Willard, nada menos, interpretando a un improbable presidente de E.U.), cosa jamás hecha en un filme de la Pixar. El realizador y autor del guión es Andrew Stanton (responsable también de Finding Nemo y A Bug’s Life, producciones igualmente de la Pixar), y la historia cuenta las aventuras de un sucio y chatarrezco robotín, el cual se dedica a comprimir basura en cubos, dentro de un escenario distópico y futurista. Las únicas señales de vida en la Tierra, son una cucaracha y una plantita, en una Nueva York árida y desértica. Hay rascacielos ruinosos, unos construidos a base de la basura que WALL-E, el robot en cuestión, se dedica a recolectar.
De lejos, se antoja descabellado que Wall-E sea el responsable de estas construcciones, no muy lejos de parecer esculturas hechas a base de basura. Wall-E (en realidad, las iniciales de su empresa fabricante), el personaje principal de este encantador romance de ciencia ficción, se presenta como un nostálgico y sentimental robot (mezcla del Number 5 de Short Circuit y una sonda espacial de la NASA), que añora los musicales realizados hace más de 700 años (aclaración, el filme se ambienta en el año 2700). Wall-E gusta de escuchar a Louis Amstrong y de ver hasta el cansancio una famosa escena del musical Hello, Dolly! (1969), en un viejo vídeo BETA. Su vida solitaria transcurre entre estas pequeñas aficiones, compactar latas y pasarla junto a su único amigo, una cucaracha. Wall-E es autosuficiente, capaz de repararse a sí mismo y se maravilla con la viejos juguetes y tecnología del siglo XX.
La manufactura visual de la película es impresionante, bellamente diseñada. Texturas e incluso los reflejos en las cubiertas de los robots, son detalles cuidados con caprichoso cuidado. El diseño del filme luce como realizado por diseñadores a cargo de Steve Jobs. Vamos, EVE (voz de Elissa Knight), el interés romántico de WALL-E (voz de Ben Burtt), parece el CPU de una IMac flotante. EVE es una letal pero sofisticada sonda, un arma de destrucción masiva del futuro susceptible de sentir cariño, quien llega a la Tierra para iluminar la rutinaria existencia de Wall-E. EVE acelera los circuitos de Wall-E desde el primer segundo, durante su importante misión de buscar una señal de vida en la Tierra. Si ella encuentra la mínima señal de vida, podrá ser posible el regreso de los humanos sobrevivientes a la Tierra, quienes viajan en un “crucero” espacial, a millones de años luz de la Tierra.
Stanton hace un enorme homenaje, no nada más a obras representativas del género de ciencia ficción (2001: A Space Odyssey, Star Wars, E.T.), sino a la comedia cinematográfica más clásica y silente (Buster Keaton, Charles Chaplin). Y por qué no, es un homenaje también a las visiones futuristas de Steve Jobs, cuyos diseños pueblan la película (desde el manual que porta el capitán del crucero espacial, hasta un IPod que Wall-E tiene en su casa como reliquia). Wall-E, el personaje, toma un poco de cada uno de los gigantes de la comedia silente. En la única palabra que dice, “EVE”, Wall-E nos recuerda a E.T. Suena como una Mac cuando se enciende, aparte de que otros de sus sonidos fueron creados por Ben Burtt, el responsable de aquellos emitidos por el R2-D2 de Star Wars.
La historia da una llamada de atención al sedentarismo, la obesidad y el consumo de la comida chatarra. Además, lleva al final un mensaje ecologista (el descomunal desperdicio de basura industrial, la contaminación, etc.). La película no nada más nos acaba impresionando por su acabado visual, sino también por su elaborado trabajo de edición de sonido, magistral en sus detalles más insignificantes (el sonido de la cucaracha al caminar, los sonidos mecánicos de Wall-E, la entonación de su voz, etc.). La mayor prueba para esta inteligente y, al mismo tiempo, muy conceptual obra de arte animada, será ver si este romántico y oxidado robot captará la atención del público más difícil y exigente: el infantil. Creo que lo conseguirá.