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viernes, 13 de noviembre de 2020

SON OF MONARCHS

Tenoch Huerta

En su secuencia de créditos inicial, Son of Monarchs abre con imágenes impactantes de las alas de una mariposa monarca, vistas con un microscopio, mostrándolas en todo su colorido esplendor y detalle. Algo que nos anticipa que la trama del filme girará en torno a dichas mariposas, que serán un elemento  importante de la historia. Dirigida por Alexis Gambis, y estrenada durante el 18 Festival Internacional de Cine de Morelia, la película cuenta la historia de Mendel (Tenoch Huerta, aguado en su papel), un biólogo  que se encuentra trabajando en una investigación sobre la genética de las mariposas monarca (sus padres, aficionados a la ciencia, lo nombraron Mendel en honor al científico descubridor del ADN), y que dejó años atrás su natal Michoacán para irse a trabajar a Nueva York. Mendel se encuentra de visita en su pueblo natal debido al fallecimiento de su abuela (Angelina Peláez), aunque se encontrará con que su hermano, Simón (Noé Hernández) no le dará una muy cálida bienvenida, debido a resentimientos que le guarda por haberse ido, dejándolo todo atrás (un paralelo que la historia intenta establecer con la emigración que llevan a cabo las mariposas a Norteamérica)

Lo mejor del filme de Gambis, terminan siendo las escenas de las mariposas monarcas en su santuario, que vemos durante varios flashbacks de la infancia de Mendel, el cual iba a dicho lugar acompañado de su abuela. Desafortunadamente, la historia no está a la misma altura. Durante buena parte de la primera mitad, a la trama le toma mucho tiempo engancharte y despegar. Aunque los fragmentos del pasado de Mendel y su niñez nos ayudan a entender su pasión por las mariposas, la parte de la investigación nunca termina siendo muy interesante, ni con el suficiente peso en la película. William Mapother (Another Earth) tiene un pequeño papel como el jefe del área de investigación en donde trabaja Mendel, pero sin mucha relevancia en la historia. En lo que se centra más la segunda mitad del filme, es en la relación de Mendel con una chica norteamericana (Alexia Rasmussen), en unos extraños rituales en Michoacán durante el funeral de la abuela, así como en el ajuste de cuentas emocional que tendrá lugar en el pueblo. En resumen, la trama avanza a paso lento, y le toma tiempo ir a algún lado, en tanto que Tenoch Huerta no convence mucho en su papel de científico. ⭐⭐1/2

jueves, 29 de octubre de 2020

MONOS

EL SEÑOR DE LAS MOSCAS...EN COLOMBIA
Quizás no sea una adaptación al 100 por ciento fiel de El Señor de las Moscas (novela de William Golding), pero Monos (nominada al Ariel a Mejor Película Iberoamericana) guarda mucho del espíritu de la misma. En esta actualizada versión colombiana, un grupo paramilitar formado por 8 chicos, cuyas edades están entre los 12 y 25 años, viven ocultos en las montañas. La mayor diferencia entre la novela y este filme, dirigido por Alejandro Landes, es que mientras en el libro (adaptado antes al cine en 1963 y 1990) sabemos el origen del grupo de niños, quienes llegan a una isla desierta y forman una micro sociedad con sus líderes y organización propia, el filme se salta este paso.

El inicio nos muestra a los chicos ya instalados en algún lugar recóndito y montañoso, siguiendo cierta disciplina militar, y bajo el mando de un comandante de baja estatura. Aunque durante toda la película nos carcome el preguntarnos: ¿Cómo llegaron allí todos ellos? ¿Cuál es su origen?, Monos acaba siendo una experiencia intensa de ver. Landes supo seleccionar a sus jóvenes actores excelentemente bien, varios de ellos, seguramente, no son actores profesionales. La película describe a todos sus personajes bien desde los primeros 30 minutos, y el realizador sabe cómo transmitir en ellos una personalidad propia, así como el lado salvaje requerido para contar esta historia. A los chicos los conoceremos, más bien, por sus sobrenombres. Por ejemplo, uno es Patagrande (Moises Arias, de Nacho Libre), sin duda el más imponente y con una de esas caras difíciles de olvidar; otro es el Pitufo (Deiby Rueda), a una chica le llaman Rambo (Sofia Buenaventura), a otro el Perro (Paul Cubides), otro es el Bum Bum (Sneider Castro), entre otros más. Todos ellos no están muy lejos de parecer seres primitivos, ocultos en pequeñas cuevas, y en un paisaje siempre cubierto de neblina.
Y si el guión (escrito por el mismo Landes y Alexis Dos Santos) no ofrece mucha información respecto al origen de los miembros de este escuadrón, tampoco ofrecerá información sobre una mujer norteamericana (Julianne Nicholson), a la que tienen como rehén, y únicamente llaman "doctora". El trabajo de los jóvenes será mantenerla vigilada, y seguir las órdenes que reciban por radio. El no saber mucho de lo que nos cuenta el filme, es algo que funciona a su favor, pero también un poco en su contra. A favor, por que sirve para construir un buen suspenso, y además, hacer todo este asunto del secuestro algo más intrigante; en su contra por que, simplemente, nos deja con más preguntas que respuestas.
De no ser por que la película está dirigida con intensidad y fuerza asombrosa por su realizador, sería sencillo el resaltar más los puntos débiles que los puntos fuertes de todo el trabajo, y estos últimos son los que terminan sobresaliendo. No solamente son las actuaciones naturales, auténticas, explosivas, adrenalínicas, y muy físicas de los chicos lo que Landes consigue, sino también una película sobre niños y jóvenes en donde el trazo de cualquier inocencia se ha borrado, y ha sido sustituida por sus instintos más salvajes.
En su segunda mitad, Monos se aproxima a The Revenant, de Alejandro González Iñárritu, en cuanto a las difíciles condiciones en las que, seguramente, la cinta fue filmada, justo cuando la trama se mueve de las montañas a una jungla. Aquí tienen lugar las mejores escenas, como una en un puente, que parece referenciar aquella en Indiana Jones y el Templo de la Perdición (¿la doctora, acorralada, terminará cortando las cuerdas como "Indi"?), u otra con uno de los niños siendo llevado violentamente por unos rápidos, a una velocidad que te pone a pensar sobre su seguridad (o la del doble que usaron para filmarla), mientras otra, que tiene lugar en una laguna, casi al final, es algo difícil de ver. Monos es de los mejores filmes latinoamericanos de este año.
Disponible en Netflix.
⭐️⭐️⭐️⭐️

lunes, 26 de octubre de 2020

PACTO DE FUGA

UN VERDADERO GRAN ESCAPE. 
 Chile, 1989. En la Prisión Nacional de Santiago, los presos políticos encarcelados durante el régimen dictatorial de Augusto Pinochet, han pedido vivir separados de los criminales comunes y corrientes. En este espacio, es donde tiene lugar la historia contada en Pacto de Fuga, primer largometraje del periodista convertido en realizador de cine, David Albala. Podemos adelantar un poco de su conclusión sin temor a estropear la película: la fuga de un grupo de estos presos políticos de la prisión, dos años más tarde, en 1990. No hay problema en contarlo, ya que dicha historia acaparó los diarios chilenos aquel año, poniendo en ridículo a las autoridades y al régimen.

Lo mejor y más interesante -y que sí dejamos al espectador descubrirlo-, es cómo se llevó a cabo dicha fuga, concebida dentro de la que terminaron llamando "Operación Éxito", planeada con sumo cuidado y en perfecta coordinación con el exterior. Pacto de Fuga es una gran película de "grandes escapes de prisión", pudiéndola colocar entre las mejores de ese subgénero cinematográfico, haciéndola más emocionante el hecho de estar basada en hechos reales.
Dos son las mentes maestras detrás de la operación, Rafael Jímenez (Roberto Farías, de "El Club"), regordete y con gran bigote, que se caracteriza por meterse siempre en problemas con el jefe de la prisión, debido a su "gran boca", y León Vargas (Benjamín Vicuña, quien luce como una suerte de versión chilena de un joven Mickey Rourke), tranquilo, de facha intelectual, y quien estará al mando de la "ingeniería" de toda la operación.
Se nota que David Albala es admirador de The Shawshank Redemption (esa gran película del escape de una prisión, con Tim Robbins y Morgan Freeman), debido a que se siente y se respira la inspiración que tiene en Pacto. En efecto, el filme termina siendo un poco Shawshank, pero también un poco The Great Escape, y otro tanto más de Papillon. Y no quiero decir que la película es todo menos original. Albala sabe imprimir a la película su propio sello y personalidad, construyendo un universo único dentro de la prisión, y que llega a recordar también a Midnight Express.
Si bien todo lo que tiene que ver con la construcción de un kilométrico túnel es muy interesante, entretenido, y no deja de tenernos boquiabiertos toda la película, así como el ver también a los prisioneros arreglárselas para deshacerse de escombros y cascajo (muy diferente en este sentido a Shawshank), Albala consigue hacer de sus personajes algo interesante, y que además nos importen. Aunque todos tienen en común sus ideologías y su rechazo a la dictadura, cada personaje tiene su propia historia y sus razones para estar encarcelados. León, por ejemplo, cuya familia fue asesinada, tiene planes de venganza de conseguir escapar.
Sin embargo, siento que el guión pudo haber quedado mejor, y que Albala hubiera podido conseguir entre sus personajes una mayor conexión, y hacer más memorables sus interacciones. Eso, y haber reducido el metraje un poco (con dos horas hubiera quedado excelente), con menos escenas de los personajes escondiendo escombros, cavando el túnel, o haciendo, deshaciendo, y rehaciendo huecos en los muros. No hubiera afectado el efecto final en nosotros: la admirable y, a la vez, tensa paciencia de meses y meses de ver la operación concluida.
Disponible en Amazon Prime Video
⭐️⭐️⭐️⭐️

jueves, 27 de agosto de 2020

SANCTORUM


Preparándose para el fin del mundo.
Sanctorum sabe encontrar ese equilibrio, tan difícil de alcanzar, entre realidad y realismo mágico; sabe manejar esa fina línea en donde ambas se funden a la perfección, sutilmente, y sin mucho esfuerzo. Tal es el logro principal de Joshua Gil, su realizador, el cual consigue un filme con gran poder visual y que logra atraparte desde el inicio. Imágenes de un cielo estrellado y de la Vía Láctea abren Sanctorum, teniendo de fondo una pequeña narración, en dialecto mixteco, sobre el final del mundo. Mientras, la cámara nos introduce a un túnel obscuro, una especie de cenote, como si estuviéramos a punto de iniciar una travesía hacia el inframundo perteneciente a alguna mitología indígena. Luego, entre escenas de indígenas trabajando en plantaciones de mariguana, vigilados por sicarios armados, así como la escena de un anciano diciéndole a su esposa, mientras desayunan, que ha escuchado un "ruido extraño en el cielo", afirmando, supersticiosamente, que se trata del anuncio de un hecho trágico; de que algo malo pasará, la película ya te ha envuelto en un velo de misterio del cual será difícil librarte.
Entre diálogos en español y en mixteco, la historia narrada en el filme (de apenas 1 hora y 23 minutos de duración) es de una sencillez impresionante. Los hechos se desarrollan en una pequeña comunidad indígena, que vive en medio de un bosque. Sus habitantes, mayormente campesinos, deben trabajar en plantaciones de mariguana bajo el mando de los cárteles, para así poder sobrevivir. Sin embargo, llega la noticia de que pronto el ejército desalojará esas tierras por orden del gobierno. Encabezados, entre otros, por un maestro de primaria, toda la comunidad decidirá levantarse en armas y pelear por su tierra. Hay una imagen de un soldado, de origen indígena, que mientras escucha ese "ruido en el cielo sobre el mal presagio que se avecina", toma en sus manos agua ensangrentada de un río, una imagen simbólica, y que, como una especie de ritual, marca el inicio de lo que seguramente será el final; o aquellas también de un ser con capa blanca y cuernos, apareciendo en el pueblo.
La influencia del cine de Carlos Reygadas, y a la vez de Tarkovsky, se siente, pero Gil sabe darle su propio toque de originalidad a toda la película, gracias, no únicamente a una magnífica dirección de fotografía, sino a un muy buen diseño de sonido. Si bien no son actores profesionales, los protagonistas hacen un estupendo y muy natural trabajo. El único pero que le daría al filme, es que su historia no se siente tan concluyente, dejándolo todo en puntos suspensivos. Pero con imágenes de hombres de fuego corriendo por el bosque, flanqueando a los indígenas armados; de un niño rodeado por luciérnagas y siendo escoltado por un grupo de perros xoloescuincles, mientras llora para que así "los dioses puedan escucharlo, y su madre fallecida venga a ayudarlo", y de otras imágenes de lo que parece el mundo llegando a su fin, tal detalle lo pasas por alto. Si tan sólo más cine mexicano fuera así. 

⭐️⭐️⭐️⭐️

viernes, 10 de julio de 2020

EDDIE REYNOLDS Y LOS ÁNGELES DE ACERO


Unos ángeles de acero algo oxidados
Unos ángeles de acero algo oxidados.

Una idea que no te crees ni a golpes. Bono, de U2, quiere comprar los derechos de una canción compuesta por una vieja banda de rock mexicana, ahora disuelta (¡ajá, sí!). Con un contrato en millones de dólares de por medio (de nuevo, perdón ¡ajá, sí!), la ilusión del viejo vocalista de la banda (Damián Alcazar), según el guión, en sus "cincuenta y tantos" (de nuevo ¡ajá, sí!), y sus no menos viejos colegas, se ve evaporada cuando descubren, de pronto (otra cosa difícil de creer ¡Ajá, sí!) que la canción tiene un segundo autor, el guitarrista de la banda, desaparecido y sin rastro de él. El problema, claro, será que el contrato no podrá concretarse si Santos (Arturo Ríos), el guitarrista en cuestión, no está presente para firmar.

Nunca está claro cómo se llevará a cabo esta negociación, es decir, si Bono y su manager vendrán a México, o si la banda tenga que ir a Europa. El caso es que (y para no arruinar la historia para quienes no hayan visto el filme), algo ocurre que provocará que el asunto se posponga por largos... ¡dos años! (otra cosa que no me creí para nada, este lapso de tiempo). 

Me hubiera gustado ver que se explotara más esta idea del contrato entre U2 y la banda mexicana (por más inverosímil que pueda ser), y que la historia no se fuera por el camino fácil y ya muy visto antes: viejos músicos de rock teniendo una excusa para reunirse y tocar de nuevo, con los clichés de siempre, es decir, el músico alcohólico, luchando con sus adicciones y tratando de reconectar con su familia, o el vocalista con un secreto del pasado, el cual provocó que la banda se separara (secreto que podemos más o menos adivinar a mitad del filme). Algo gracioso, pero ¿no habíamos visto a Arturo Ríos interpretar un personaje similar en "Entre Pancho Villa y una Mujer Desnuda"? Creo que sí, sólo que aquí es versión guitarrista borracho, y no alucina viendo a Villa, sino a Carlos Santana. Al final, buenas actuaciones, pero nada nuevo bajo el Sol.
⭐️⭐️

sábado, 6 de junio de 2020

EMA


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"Ema" es un filme que se siente completamente fuera de lugar en la filmografía del realizador chileno Pablo Larrain. En comparación con "No" y "Una Mujer Fantástica", también de Larrain (filmes que me gustaron mucho más), "Ema" es una película dispareja, a pesar de ser más agresiva e intensa. No termina por definir lo que quiere ser, o el rumbo que el realizador quiso tomar.
La película empieza con una secuencia que, sin duda, tiene poder visualmente hablando, con una troupé de coreógrafos llevando a cabo un número en escena, teniendo como fondo una espectacular imagen del Sol. Una secuencia que hace pensar que el principal tema de "Ema" tendrá que ver con el baile. No será así exactamente. Ema (Mariana Di Girolamo), una bailarina que es una fuerza de la naturaleza, forma parte de dicha compañía de baile, dirigida por su marido, Gastón (Gael García Bernal, con acento chileno-mexicano, o queriendo hacer un acento chileno no muy logrado). El matrimonio está pasando por una crisis, luego de que ambos renuncien a un niño que adoptaron (de origen colombiano), ya que este ha mostrado un comportamiento, digamos, "conflictivo".
La trama se desvía por otros caminos, sin centrarse bien en el conflicto del niño y el matrimonio. Es más, la película, aunque bien actuada y fotografíada, tampoco será interesante desde el punto de vista del baile. Es claro que Ema y Gastón no fueron los mejores y más responsables padres adoptivos; que tal vez tiraron la toalla muy rápido. También será claro que Ema (con tendencias pirómanas), no encaja bien en la compañía de baile, la cual es demasiado tradicional para ella, demasiado artística, ya que lo suyo es el reggaeton. De hecho, hay una larga secuencia musical que luce más bien como un video musical, metida con calzador a mitad de la historia, con Ema dando rienda suelta a su pasión por el reggaeton.
Al final, "Ema" no termina siendo del todo un melodrama romántico (no se enfoca bien en la destructiva relación entre Ema y Gastón), ni tampoco bien a bien la historia sobre una bailarina, tratando de levantar su carrera y encontrar su camino. Es un poco de todo eso, y no muy bien balanceado. Lo que el filme acaba siendo más, es una muy superficial historia romántica-erótica, que se inclina hacia lo telenovelero en su conclusión.
⭐️⭐️ 1/2

jueves, 7 de mayo de 2020

CHICUAROTES


Benny Emmanuel y Gabriel Carbajal
Prefiero mil veces al Gael García Bernal director, que al Gael García Bernal actor. Su primer largometraje, Déficit (2007), me pareció un filme, si no logrado, sí interesante, a pesar de que su historia se sentía plana y con poca fuerza. Chicuarotes, su segundo y más reciente largo, es, en comparación, mejor. Lo cierto, es que el "charolastra" tiene algo qué decir en sus filmes, y una visión particular para hacerlo. Aunque Chicuarotes no nos presenta temas verdaderamente nuevos y que no hayamos visto antes en el cine mexicano, como el secuestro, los linchamientos, y la delincuencia juvenil, la forma en que García Bernal y su guionista, Augusto Mendoza, intentan contarnos la historia es atractiva y con humor. Lo malo, es que dichos temas terminan algo desplazados, con uno que otro momento en la historia como sacados de algún melodrama de la "Época de Oro" del cine mexicano, y a personajes cliché, como el padre borracho y golpeador, la mamá que sufre de los abusos y violencia física de aquel.
Nuestros protagonistas son dos chicos, el Cagalera (Benny Emmanuel, con carisma de sobra, pero sobreactuado la mayoría del tiempo), y su inseparable colega, el Moloteco (Gabriel Carbajal), que cuando no están trabajando de payasos contando chistes terribles en el transporte público, se dedican a asaltar a los pasajeros ("De vez en cuando, no es que lo vayamos a hacer de diario", dice Cagalera a su amigo. "Bueno, así empezó Cantinflas", le contesta el otro). Sin embargo, cuando Cagalera se entera por un amigo que con 20,000 pesos puede conseguir un trabajo estable en la Comisión de Electricidad, aquel tendrá la ocurrencia de improvisar un plan que no puede fallar: secuestrar al hijo de un carnicero, pedir una cuantiosa suma por el rescate, y huir del pueblo en donde vive (tal vez, hacía Las Vegas) con su novia, Sugheili (Leidi Gutiérrez).
La película tiene buena dirección de fotografía, un atractivo diseño de producción, y momentos de humor, provenientes de ver una trama sobre dos idiotas sin la más remota idea de lo que están haciendo, descuidados, y sin saber cómo llevarlo a cabo exitosamente. El final no es del todo satisfactorio, pero la película acaba siendo visible, pasable, y lo más importante, una película que se siente fresca y auténtica, con rostros nuevos; la clase de cine mexicano que se necesita ver más en cartelera.
⭐️⭐️⭐️1/2

jueves, 9 de abril de 2020

LOS RODRÍGUEZ Y EL MÁS ALLÁ


DESASTROSO MÁS ALLÁ.
El inicio de Los Rodríguez y el Más Allá prometía algo infinitamente mejor de lo que termina ofreciendo. Y no es un relato de fenómenos paranormales para niños, como lo puede sugerir su engañoso título. Nicolás (Rodrigo Simón), un niño muy inteligente y que vive con su familia, formada por su mamá (Mariana Treviño), su papá (Edu Soto) y dos hermanas (Sara Jiménez y María Blanco), ve su vida completamente alterada, cuando su abuela (Geraldine Chaplin) le da un video dejado para él por su fallecido esposo (Plácido Domingo). En dicho video, le serán reveladas al chico una serie de claves que lo llevan a descubrir que un refrigerador viejo es, en realidad, una puerta hacia otro mundo. Dicho mundo, es un planeta de nombre Maktub, no muy diferente al planeta Tierra, excepto que ahí se han quedado estancados en el año 1951, por culpa, precisamente, de Nicolás, al haber abierto ese portal. No nada más el mentado planeta Maktub es lo que se sale de control y descarrila aquí, sino todo este filme familiar, que hará que cualquier niño apague la tele y prefiera ponerse a jugar videojuegos.
Dirigida por el mexicano Paco Arango, Los Rodriguez es una bizarres de primer orden, que si bien presume una producción en donde se nota que hay presupuesto (efectos especiales, diseño de producción atractivo, y un reparto de actores españoles, mexicanos y argentinos), termina siendo un churro monumental, una cruza extraña de Star Gate con un filme de espías genérico y escrito sin la más mínima imaginación, incluyendo en la mezcla una comedia familiar con humor que parece escrito por un niño de 5 años.
Entre los grandes problemas de la película, está que Nicolás acaba siendo el personaje más flojamente escrito, y conforme avanza la película, irá siendo opacado por el resto de los personajes y subtramas enredosas. Después del primer acto, justo cuando la familia regresa de una visita express a Maktub, por una serie de circunstancias cada uno de ellos acaba adquiriendo superpoderes; unos no muy originales (como super fuerza e invisibilidad), y otros muy estúpidos (como el del papá, que consiste en que las orejas, la frente, y el trasero se le encienden y ponen rojos. ¡Wowww!). Luego, la caótica trama se estanca en gags sin gracia, mientras el papá trata de lidiar con la idea de que fue criado por unos padres bastante excéntricos y llenos de secretos. En resumen, un desastre de película, de dos tediosas y eternas horas de duración, que por fortuna tiene a Omar Chaparro en un papel muy secundario. De lo peorcito del 2019.

⭐️1/2

UN PAPÁ PIRATA


Natasha Dupeyrón, Luis de la Rosa, y Miguel Rodarte.
Una historia que ya nos sabemos como receta de cocina, y que cualquiera la podría contar, incluso, con lenguaje de señas. Pero lo peor de este "churrito", no es tanto eso, sino la total incompetencia de sus realizadores para contárnosla de una forma atractiva y nueva. Desde el inicio, sabes que habrá problemas con una película cuyo humor y encanto depende casi por completo de lo gracioso que se puedan ver sus personajes vestidos en botargas, y de cómo son víctimas de tacleadas en plena calle por extraños que los hacen objeto de bromas pesadas (exacto, estilo Jackass).
Ian (Luis de la Rosa, quien más gris, seco, e inexpresivo no podría estar), un adolescente, se entera por su abuela moribunda que su papá (Andrés Almeida) no es su padre biológico. Por ella también se entera quién es su verdadero papá, André (Miguel Rodarte), un actor de telenovelas venido a menos, el cual ahora tiene un negocio especializado en contratar "botargeros". Dirigida por Humberto Hinojosa, todo el filme se siente dirigido con flojera, sin muchas ganas, y con una muy blanda dirección de actores. Más de la mitad de la película no te la crees. Por ejemplo, justo cuando Ian decide ir a buscar a su verdadero papá a su negocio, sin decirle nada más decidirá empezar a trabajar para él, y aprender lo que, según una chica que trabaja también ahí (Natasha Dupeyrón), que ser "botargero" es algo cercano a un "arte" y que debe tomarse como tal (¡por favooor!).
Apenas y veremos algo del papá postizo y la mamá (Dominika Paleta) de Ian (el primero, otrora miembro de una banda llamada "Stigma", calificada como la más importante del pop en español -cosa que nunca se nota en el filme-, y que busca reunirse con sus antiguos compañeros para un concierto), personajes prácticamente ausentes durante toda la trama. Terriblemente predecible, con nula originalidad, y un guión perezoso, esta historia de figuras paternas con problemas de control de ira (hubiera sido más interesante una historia sobre este último aspecto, fuera de broma), pasa a la lista de lo peor del 2019.
⭐️⭐️

NIÑAS BIEN


Ilse Salas


Nominada al Ariel a Mejor Película en 2019, Las Niñas Bien queda debiendo mucho. Es de esas películas multinominadas (también lo estuvo para Mejor Edición, Mejor Fotografía, y hasta Mejor Directora y Guionista para Alejandra Márquez Abella) de las cuales esperas mucho más de lo que al final terminan ofreciendo. No hay mucho que reprocharle en aspectos técnicos (diseño de vestuario, diseño de arte, dirección de fotografía, y edición, entre lo bien y lo aceptable). El filme cuenta la historia de Sofia (Ilse Salas), una mujer adinerada y de la "alta sociedad", quien vive en un mundo de fantasía (con Julio Iglesias como objeto inalcanzable) y serias dificultades para aceptar que su vida cambiará drásticamente, ante el panorama de que, muy pronto, podría dejar de pertenecer a la high class de principios de los 1980. El gran problema, es que la realizadora está lejos de contarnos una historia buena, sólida, interesante, y que nos enganche desde el principio. Puntos buenos para Marquez Abella, por su capacidad para observar acciones y cuidar detalles de época (buen diseño de producción). Pero, honestamente, Las Niñas Bien termina siendo aburrida y blanda, sin actuaciones ni diálogos memorables, quedándose muy lejos de ser siquiera aspirante a "Mejor Película" del 2019.
⭐️⭐️

miércoles, 8 de abril de 2020

NO MANCHES FRIDA 2


No he podido ver la trilogía de películas alemanas "Fuck you Göethe" (dirigida por Bora Dagtekin), en las cuales están basadas tanto No Manches Frida 1 y, ahora, como si fuera una especie de castigo para el espectador, la secuela, No Manches Frida 2. ¿Serán las originales igual de malas? Beneficio de la duda. En tanto, esta secuela es tan fallida --y quizás peor-- que su antecesora. Para empezar, la premisa es todavía más hueca, débil, y en lo absoluto creíble. Ahora, la escuela Frida Kahlo, en donde trabajan como maestros Lucy (Martha Higareda) y Zequi (Omar Chaparro), está en peligro de ser cerrada por la Secretaria de Educación, debido a su bajo y cuestionable nivel académico (no es de extrañar, considerando que en la primer película fue contratado Zequi, un ex convicto, para ser maestro de un grupo problemático, así nada más, sin referencias, diplomas, ni nada). Y hay que agarrarse de donde uno pueda, cuando nos enteremos lo que deben hacer para salvar el prestigio del instituto, y evitar que sea cerrado: participar en una competencia de baile, viajando a Puerto Vallarta. ¡Pobres alumnos!
El dilema ahora para Zequi, será enseñar a bailar a su grupo problema, lo más pronto posible --no sea que el prestigio de la escuela caiga todavía más bajo. Pero eso no es todo, ya que además tendrá que ganarse nuevamente el amor de Lucy, justo después de fallarle en el altar, cuando estaban a punto de casarse. Esta segunda película es más de lo mismo. Lo peor, es que No Manches Frida 2, dirigida nuevamente por Nacho G. Velilla, falla incluso en ser basura divertida, ya que ni a eso llega. La trama termina siendo débil, debido a que la aventura en la playa del personaje de Chaparro para ganarse el amor nuevamente de su ex prometida, se ahoga en un mar de viñetas, que no son graciosas en ningún momento. Roban protagonismo el personaje de la amiga "desesperada" por ligar (Itati Cantoral), y el de la mujer presentadora, ex docente del colegio, con el gag interminable del sabotaje que le hacen de la bocina y el micrófono cuando quiere dar anuncios o presentar algo. El gag con Chaparro en paracaídas, siendo jalado por un bote en el mar, con el frustrado intento de querer poner un anuncio en el aire, ya lo hemos visto infinidad de veces en comedias de Hollywood, más gracioso y mejor hecho.
Lo demás, es relleno de tomas de drones a lo largo de la playa, vómitos digitales, así como una conclusión que no te crees ni a la fuerza, con el milagro final que salvará el número y convertirá a nuestros chicos, en una sola noche, en bailarines profesionales. Dan escalofríos pensar que vendrá, con toda seguridad, una tercera película. De las peores películas del 2019.
⭐️

lunes, 4 de marzo de 2019

ME ESTÁS MATANDO SUSANA


Me estás matando... de tedio. 

¿Cómo es que esta tediosa película fue nominada en 2017 al Ariel a "Mejor Película"? ¿Cómo es que su actor, Gael García Bernal, fue nominado al Ariel a "Mejor Actor"? La respuesta: la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas gusta de nominar cualquier basura que caiga en sus manos, o más bien, lo que haya disponible. Esta película no es mas que una superficial historia de amor, con diálogos y actuaciones pobres, incluyendo un mensaje bastante distorsionado y retrógrado sobre las relaciones, es decir, el papel sumiso de la mujer frente al marido infiel y borracho (el final es terrible). Y Gael lo único que hace es encarnar su típico papel de "charolastra", que ya hasta con los ojos cerrados lo puede hacer. Repito, verdadera basura pseudo romántica, sobre "lo irracional y loco" que puede ser el amor (🤮) Te "matará", pero de tedio. 1/2

viernes, 14 de diciembre de 2018

QUÉ PENA TU VIDA

QUÉ PENA...DE PELÍCULA.


Remake de una película chilena (que no he visto, pero parece que está mejor), esta película es, sin duda, de las peores del 2016. Cine "chatarra" hecho con 3 pesos, pero que recauda 1,000 veces más en su primer fin de semana de estreno. Una rom-com sin pies ni cabeza, vacía, sin relleno, ni substancia; que no va a ningún lado más de la mitad del tiempo. De tomas aéreas, supuestamente, impresionantes de la Ciudad de México, y un discurso de su protagonista (un publicista que, la verdad, no te explicas cómo puede estar trabajando en eso) sobre lo "hermoso que es la Ciudad de México y cuánto ama a su ciudad", el realizador pasa a recursos visuales desgastados, como los globitos con mensajes de texto plagando la pantalla (los ves en casi todas las rom-coms mexicanas). Abundan los chistes de pena ajena (no me reí una sola vez), y escenas terriblemente resueltas. Por ejemplo, esa en la que Aislinn Derbez es insultada y humillada en una fiesta por un supuesto amigo, al ser llamada "narigona y Pinocho". En un filme mejor escrito, su reacción hubiera sido completamente diferente a lo que ocurre aquí. ¿El tema? No hay, o apenas hay uno. "Que Pena"...de película. A evitarla como a la plaga. 

miércoles, 2 de agosto de 2017

NIEVE NEGRA * * 1/2

Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia esconden muchos secretos.
Ricardo Darín puede sostener una película él sólo sin mayor problema, de eso no hay duda. Su actuación en Black Snow (2017) es además una prueba de su probada versatilidad. Es una lástima que ahora su buena actuación no sea suficiente, para salvar una película con una premisa interesante, cierto, pero que no logra salir a flote de un letargo narrativo durante poco más de su primera mitad. Leonardo Sbaraglia y la catalana Laia Acosta cierran el triángulo protagónico, interpretando a un matrimonio, Marcos y Laura, de visita en Argentina, debido a que el padre del primero ha fallecido. Marcos desea enterrar sus cenizas en el lugar donde ocurrió una tragedia familiar durante su adolescencia: su hermano menor fue asesinado, accidentalmente, por el hermano mayor, Salvador (Darín), mientras se encontraban de cacería en el bosque. Dirigida por Martin Hodara, la narración intenta construir un suspenso que avanza demasiado lento. Pero la presencia de Darín, barbudo, de profunda mirada azul, y un afortunado pathos -que lo convierten en algo cercano a una bomba de tiempo a punto de estallar-, le agregan al asunto un aire enigmático más o menos rescatable. Las actuaciones del resto del reparto son buenas (ahí tenemos también a un ya avejentado Federico Luppi, quien guarda muchos secretos y respuestas sobre el desafortunado suceso familiar), pero las buenas ideas y la interesante premisa agarran vuelo y fuerza demasiado tarde. 

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