viernes, 28 de diciembre de 2012

TRUE GRIT * * * * *

WILD WILD DUDE. Jeff Bridges y Hailee Steinfield. 

Para unos directores tan pan-genéricos como los hermanos Ethan y Joel Coen, estaba pendiente dirigir un western en toda la extensión de la palabra. Escogieron dirigir el remake de un clásico del género, True Grit (1969), protagonizado por una de las leyendas del lejano oeste, John Wayne. Sin embargo,  los Coen van más allá en las vertientes estilísticas que buscan explorar en esta su más reciente película. Lo que consiguen es un western artístico y bello, un sensible relato sobre la pérdida de la inocencia en un territorio inóspito y violento, sin traicionar con ello las convenciones más genéricas que son marca de agua en una película de cowboys, bandidos y forasteros.

Puede argumentarse que muchos de sus filmes son westerns ambientados en otro tiempo y lugar (Blood Simple, por ejemplo) y que sólo les faltaba situarse (cronológicamente al menos) donde casi todo western debe estar, a finales del siglo 19. Hay dos sorpresas en esta nueva versión. Primero, el regreso de Jeff Bridges bajo las órdenes de los Coen, luego de su colaboración en The Big Lebowsky  (1998), que le dio a Bridges el inolvidable y legendario sobrenombre de The Dude, el borracho y decadente personaje de aquella película. Jeff Bridges interpreta el personaje de Wayne en la película original, Rooster Cogburn, el marshall con un piratesco parche en el ojo, que en corto podría simplemente calificarse como The Dude en el lejano Oeste.

Y no es crítica, sino únicamente la manera de establecer esa gran dimensión que Bridges ofrece al personaje, un borracho sheriff convertido en caza recompensas, lleno de anécdotas que cuenta con una añejada y rasposa voz. Su balbuciente estilo es apenas entendible gracias a los efectos del whisky, pero acaba siendo inevitablemente atrayente. Cogburn busca demostrar que todavía tiene gran puntería y  "verdadero temple". Aquí viene la segunda sorpresa, con la joven revelación Hailee Stanfield, interpretando con suma efectividad y profesionalismo a la impaciente pero decidida chica que busca  vengar a su padre, asesinado por uno de sus ex trabajadores (Josh Brolin), profugo en territorio apache.

La película, desafortunadamente, no está musicalizada por T-Bone Burnett (recordando el grandioso trabajo que hizo con los Coen en O Brother Where Art Thou), pero la banda sonora compuesta por Carter Burwell tiene el toque clásico de las viejas películas del oeste. Además, si hay algo en verdad magnífico, es la fina dirección fotográfica de Roger Deakins, brillante e inconfundible en cada toma. Mientras, Matt Damon cierra el grupo de aventureros como el extravagante ranger LaBoeuf, que asistirá a Coburn en la búsqueda del asesino. LaBoeuf sirve en cada momento como perfecto contrapunto entre la metódica y pulcra disciplina que representa, junto a la derruída, alcohólica y maltrecha imagen de nuestro tuerto héroe.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

2012 * *

Otra película sobre destrucciones apocalíptico-cataclísmicas (¿Necesitábamos una más?), que basa su premisa -o excusa, más bien- en la falsa predicción de los antiguos mayas sobre el fin del mundo el 21 de diciembre del año 2012. Hasta ahora, todo bien, seguimos aquí, el mundo no se ha acabado. Más que una película dominguera sobre el fin del mundo, 2012 (2009) es una película sobre paternidades frustradas. El fin del mundo como lo conocemos no es más que un pretexto para que padres e hijos, a través de historias paralelas, tengan un ajuste de cuentas emocional. En medio de terremotos, maremotos que traen consigo el segundo diluvio universal y volcanes arrojando toda su furia volcánica, padres e hijos se dirán el que tal vez sea el último adiós.

John Cusack interpreta a Jackson Curtis, uno de estos padres, un escritor frustrado con tan sólo un libro publicado, y que tiene que ganarse la vida como el chófer de un millonario ruso. Su mayor lucha no será sobrevivir el fin del mundo, sino ganarse el cariño y respeto de sus niños, y con un poco de suerte, el de su esposa (Amanda Peet), de quien se encuentra separado. A pesar de estar saturada de personajes e historias alternas, que casi se sienta como un refrito de Independence Day (sin amenazas alienígenas de por medio), cruzado con Poseidon y la historia del Arca de Noé versión siglo XXI, y de tener que ver a Woody Harrelson interpretando una parodia sobre la excentricidad que a veces gusta llevar a la pantalla en mejores películas, siendo honestos, jamás el fin del mundo se había visto tan escalofriantemente espectacular como aquí. Nada más aguanté las 2 horas y media por los impresionantes efectos especiales y por querer saber cómo nuestros héroes se salvarían de la ira de nuestra madre Tierra.   

Y EL MUNDO NO SE ACABÓ.  John Cusack intentando escapar
del posible fin del mundo


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