miércoles, 15 de enero de 2020

PARASITE


Kang-ho Song en Parasite.
Si Okja (2017), anterior filme del director surcoreano Bong Joon Ho, no me convenció del todo, a pesar de su conmovedora y sensible premisa ambientalista, Parasite, su más reciente filme, funciona como una máquina de reloj suizo, a la que no se le siente un engranaje flojo. Bong Joon Ho ha conseguido un filme sorprendente, inteligente, y con un sutil humor negro.
La familia Kim vive en un barrio de extrema pobreza en Seúl, en un departamento subterráneo. Todo lo que ven desde la única ventana que tienen, a nivel de suelo, es un callejón lleno de basura, y un tipo que tiene la costumbre de orinar justo enfrente. Los Kim viven al día armando cajas de pizza, y si necesitan conexión wifi gratis, sólo tienen que colocarse en el lugar adecuado de su departamento, para captar alguna señal disponible de sus vecinos.
La precaria situación de la familia pronto verá su fin, cuando a su hijo, Ki-woo (Woo-sik Choi) se le ocurra un plan que no puede fallar: ir a pedir trabajo, por recomendación de un amigo, como maestro de inglés privado de una adolescente (Ji-so Jung), hija de un renombrado arquitecto, Park Dong-ik (Sun-kyun Lee), quien vive, con el resto de su familia, en una gran residencia diseñada por él.
¿Necesitará Ki-woo certificaciones? No hay problema, ya que su hermana, Ki-Jung (So-dam Park) se encargará de hacerle un diploma falso de la mejor universidad en la computadora. "No importa, tengo pensado ir a esta universidad en el futuro. Sólo estoy adelantando los trámites", le dice el chico cínicamente a su papá, Ki-taek (Kang-ho Song, de The Host y Snowpiercer, otros filmes muy buenos de Bong Joon), un chofer desempleado. No arruinaré la película revelando más detalles. Tan sólo diré que, una vez que Ki-woo consiga el trabajo de maestro, contratado por la mamá (Yeo-jeong Jo), aquel se encargará de ir construyendo y armando el plan hábilmente, consiguiendo luego su hermana trabajo como maestra de arte del hijo menor; el papá como chofer, y finalmente, su esposa, Chung-sook (Hye-jin Jang), se acomodará muy bien como ama de llaves en la casa. Apenas la cosa comienza. Lo extraordinario del guión, es ver cómo lo irán haciendo; descubrir cómo con simples medios, malicia, y pocos escrúpulos, todos y cada uno de los Kim terminan siendo empleados de confianza del señor Park, y casi miembros de la familia.
La manera como todo está tramado es brillante. Aunque la historia suena a una comedia de situaciones y enredos, nada está más lejos de ser así. Aunque hay algunos diálogos que dan lugar a risas y cierto humor, la película es un aterrador e inquietante retrato de las dos contrastantes caras de Corea del Sur actualmente: aquella de los que habitan en la pobreza de los barrios bajos, y la de la clase alta acomodada. El excelente guión (escrito por el mismo Bong Joon), muestra cómo esta misma clase alta se verá superada en habilidad, inteligencia, y malicia, por la más pobre familia Kim, ofreciendo con ello una dura crítica social, en donde ninguno de los dos lados (no, ni siquiera el de la familia pobre) saldrá bien librado.
Pero es en la segunda mitad, justo después de un giro crucial y sorpresivo en la trama, cuando el verdadero y autentico Bong Joon sale a relucir, dejándote boquiabierto. Es cuando Parasite se convierte en un relato de horror social escalofriante. Más adelante quizás tienda a inclinarse a lo inverosímil, pero es un pequeño desliz que se le puede perdonar al realizador, ya que al final nos entrega una de esas raras películas que son perfectas --- o que casi alcanzan la perfección, y que brillan como el oro.
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

TOD@S CAEN


Cuando ves a Martha Higareda y a Omar Chaparro en uno de sus incontables posters juntos, ya no sabes si estás viendo el de "No Manches Frida 1", "No Manches Frida 2", o en este caso, "Tod@s Caen". Esta última, es una más que se agrega a su catálogo de colaboraciones juntos, que ya empiezan a sentirse repetitivas y desgastadas--- a más "pan con lo mismo". "Tod@s Caen" es una historia que ya hemos visto hasta el cansancio antes y nos sabemos de memoria. Lo peor, es que además resulta predecible desde el primer momento, y todavía peor aún, es que a la mitad, su premisa feminista se va por el caño, apostando por lo más cliché en esta clase de rom-coms de fórmula. Dirigida por el argentino Ariel Winograd, la película trata sobre una chica, Mia (Higareda), la cual quiere producir su programa de T.V. femenino, sobre cómo decir "hasta aquí" a los hombres que tratan a las mujeres como objetos desechables en las relaciones románticas, usando a Adán (¡la originalidad con los nombres!), interpretado por Omar Chaparro, el mejor ejemplo de aquella especie, para experimentar, y así le den luz verde a su proyecto. Personajes que apenas nos importan, actuaciones poco destacables, y no muy graciosa, otra película más para mi lista de lo peor del 2019.
⭐️
⭐️
⭐️⭐️
⭐️

THE LIGHTHOUSE

Willem Dafoe y Robert Pattinson
Muchos todavía tenemos en la memoria La Bruja (2015), anterior filme de Robert Eggers, un filme, irónicamente, sobre una bruja que nunca se ve (o apenas y vemos algo de la misma); y sobre un horror también no visible, pero sí evidente, que rodea a sus personajes. Un horror que apuesta por tomar el camino de lo poco convencional por uno más psicológico. ¿Quién hubiera imaginado que su siguiente filme, El Faro, iba a ser uno en blanco y negro, con tan sólo dos personajes, y una historia instalada en, precisamente, un faro? Es como si la predilección del director por reducirlo todo a su mínima expresión tuviera en esta película su punto culminante. ¡Y qué película!
En El Faro, Eggers trae de regreso el tema del horror palpitante e invisible, que en lugar de ser externo, vive adentro de sus personajes, creciendo y creciendo silencioso, hasta llegar a su punto de ebullición.
Es una isla de Nueva Inglaterra, en los 1890. Dos guarda faros, Thomas (Willem Dafoe, fantástico), y otro más joven, también de nombre Thomas (Robert Pattinson, no menos genial), llegan a la isla en un día lleno de neblina. Durante las siguientes cuatro semanas deberán trabajar juntos, cuidando y manteniendo el faro funcionando. Suena a un trabajo aburrido, algo que nadie quisiera hacer, pero el viejo y pedorro Thomas, cual viejo lobo de mar al mando de una embarcación, se encargará de mantener ocupado al joven con todo tipo de tareas, como pintar el faro, o dejar el suelo brillante de limpio ---no importa las veces que sea necesario limpiarlo para dejarlo como espejo.

Desde el inicio, su relación será difícil, con personalidades distintas que no tardan en colisionar. El viejo, más parlanchín, gusta de una buena plática, con todo y acento de pirata inglés, bien rebozado en ron (excelente acento de Dafoe), durante obscuras cenas, iluminadas sólo con una lámpara en la mesa; el joven, de contadas palabras, no es muy amigable, y tiene poca paciencia ante la verborrea de su jefe y su flatulenta compañía. No será por mucho tiempo así, ya que por obra y gracia de una extraña química, ambos empezarán a compartir anécdotas, y a entender que si quieren sobrevivir durante un mes y poco más juntos, lo mejor es bajar la guardia y ser amigos.
Sin embargo, el viejo Thomas pronto empezará a revelarse como un ser misterioso, que cada noche se escapa a la punta del faro para encerrarse ahí. "¡¡La luz es mía, mía!!", es todo lo que grita desde ahí. ¿Está simplemente loco? ¿Qué oculta ahí? ¿Quién, o más bien, qué es Thomas?
Lo brillante del filme de Eggers, es su manera de reflejar la locura en la que, poco a poco, van cayendo ambos personajes, debido al encierro y al tedio, así como de reflejar la obsesión del joven por saber el misterio del faro. Lo mejor, es ver cómo la historia se divide entre la realidad y la fantasía, en esos sueños y alucinaciones que van afectando al joven, al creer que una sirena (Valeriia Karaman) ha llegado a la costa por él y lo ha embrujado (resulta gracioso pensar en un giro de horror sobrenatural del relato de La Sirenita, pero la cosa no va por ahí). Mientras, el sádico viejo disfruta haciéndolo sufrir, con su abuso de autoridad y supersticiones sobre gaviotas (si en La Bruja una cabra tomaba tintes diabólicos, aquí será una gaviota la que tome un protagonismo especial), cómodamente viéndolo de lejos romperse el lomo. El viejo llega a transformarse en una especie de figura paterna, yendo su relación por toda clase de altibajos, hasta llegar a un tono homosexual que empezará a ser incómodo entre ambos.
También es a través de una narración fragmentada el cómo Eggers refleja el resquebrajamiento de sus personalidades, sin saber nunca a ciencia cierta si el joven Thomas está alucinando, o si sus pesadillas se están materializando. El sonido juega un papel crucial, con esa alarma del faro sonando constantemente, o el sonido del mar tempestuoso, que acentúan más el estado mental de los dos personajes. Mención especial merece la hermosa dirección de fotografía, a cargo de Jarin Blaschke (por favor, para "su consideración", una nominación a Mejor Fotografía en los Oscares), llena de muchos contrastes, y sin temor a hundir a los personajes en una casi total obscuridad, como cuando cenan. Se cuece a fuego lento, pero El Faro es una pequeña joya, imperdible.
⭐️⭐️⭐️⭐️

THE TWO POPES


DOS PAPAS MUY GALESES Anthony Hopkins y Jonathan Price
Hay una ligera línea entre la realidad y la ficción, apenas perceptible, que nunca se rompe en The Two Popes. Tal es uno de los aspectos más brillantes en el más reciente filme del director brasileño Fernando Meirelles (Ciudad de Dios), sobre cómo el ex papa Joseph Ratzinger (el segundo papa en renunciar al puesto desde Celestino V, en 1294), y tal vez de los menos carismáticos que haya habido (fue llamado "nazi" por muchos), y su sucesor, el cardenal Jorge Bergoglio, quien se convertiría en el actual papa Francisco I (primer papa proveniente de Latinoamérica), se volvieron muy buenos amigos.
Hay una extraña fascinación en ver a dos grandes actores ingleses, Anthony Hopkins y Jonathan Pryce, interpretar a dos personalidades que todavía viven, el primero a Ratzinger, y el segundo a Bergoglio. Es fascinante, no únicamente por el tremendo parecido físico (de esos que apenas requieren algo de maquillaje) que los actores tienen con los pontífices, sino por lo reciente de los hechos que presenta.
La película presenta charlas imaginadas que pudieron haber tenido Ratzinger y Bergoglio en la residencia del Vaticano, justo cuando aquel decidió renunciar al papado, mientras el último, todavía cardenal, había decidido retirarse de la vida religiosa y volver a su natal Buenos Aires. Durante los primeros minutos del encuentro, en los muy amplios jardines de la residencia, la tensión que establece Meirelles entre ambos personajes es el punto más fuerte de su futura relación. Ratzinger, un ultraconservador papa, empieza pidiendo a Bergoglio (hablándole en latín ocasionalmente) que le rinda cuentas sobre sus declaraciones "fuera de lo ordinario" sobre temas muy delicados, por ejemplo, la aceptación y visión de la homosexualidad por parte de la Iglesia Católica; mientras que el cardenal, de mente y costumbres más liberales (más revolucionarias, podría decirse), no tan versado en latín como su interlocutor germano, trata de conseguir que el papa Benedicto XVI firme su petición de renuncia, dándole éste sólo evasivas y excusas. Hasta que, en uno de los mejores momentos del filme, algo rompe completamente con esa incómoda y tensa barrera de hielo: la música. Ratzinger intenta tocar un par de canciones populares alemanas en el piano, cosa que lleva a Bergoglio a recordar su afición por el tango y sus años juveniles en Argentina (interpretado de joven por Juan Minujín).
A pesar del título, el balance de la historia se inclina más hacia el futuro papa Francisco. De hecho, la película (escrita por Anthony McCarten) termina siendo una biopic de Jorge Bergoglio, abarcando desde que "escuchó el llamado de Dios" y decidió convertirse en sacerdote, hasta los duros años durante los 1970s, con la dictadura, y la persecución religiosa. Todo es contando durante la extensa conversación que tiene lugar en la Capilla Sixtina, con los frescos de Miguel Ángel como únicos testigos de su confesión.
Para los diálogos en español que tiene que decir Jonathan Pryce, se decidió doblarlo con la voz de un actor argentino, cosa que resulta convincente hasta cierta medida, ya que su voz y la del actor no terminan siendo muy parecidas del todo. Sin embargo, dejando de lado esos detalles técnicos, "Los Dos Papas" es un extraordinario filme. Su edición es excelente (en especial, en esas escenas en la Capilla Sixtina), escapando de ser una convencional biopic televisiva. Por otro lado, está por demás decir que las actuaciones de Hopkins y Pryce son fenomenales, creando ambos una verdadera "magia papal". Así como hay tensión al principio, a la mitad del filme termina habiendo una buena química entre ambos. Las imágenes de antología en el filme se dejan para el final (la broma que muestra a Bergoglio intentando reservar un vuelo por teléfono), en donde se rompen protocolos y formalidades, dejo al espectador descubrirlas. Y es que, en resumen, lo que ofrecen Hopkins y Pryce son los retratos más humanos de dos papas, con sus flaquezas, debilidades, traumas, errores del pasado, y sus propios pecados. Nominaciones y premios les esperan.
⭐️⭐️⭐️⭐️

STAR WARS: EPISODE IX - RISE OF SKYWALKER


Daisy Ridley y Adam Driver.
¿Será este realmente el final? ¿Es posible que la saga original de Star Wars pueda llegar a su fin? Aunque todo apunta a que sí, al menos yo tengo mis dudas. Creo que soy uno de los pocos que cree que habrá más trilogías, y que la Disney (poseedora de todos los derechos de Star Wars) encontrará un pretexto para darnos, quizás en unos 10 o 20 años, otra trilogía. En tanto, con Star Wars: Episode IX - Rise of Skywalker, el último episodio, se cierra un ciclo y termina una era.
Iniciada en 2015 con el Episodio VII, The Force Awakens, esta nueva trilogía ha sido odiada por muchos debido a, según ellos, no haber aportado nada y no ser más que una serie de películas hechas para complacer a los fans; o también de ser simples remedos de la trilogía original. Quien esto escribe, cree que este episodio es el mejor de la trilogía, con todo y las reservas que esta aseveración merece. Para empezar, no se siente mucho como una clásica película de Star Wars, como un reciclaje de fórmulas trabajadas en películas pasadas. Rise of Skywalker es una de las películas más obscuras de la saga, más incluso que Revenge of the Sith (2005), y que incluye un momento muy similar al de The Empire Strikes Back (1980). Rey (Daisy Ridley) se verá esta vez tentada y confrontada (como alguna vez lo fue Luke Skywalker) por el lado obscuro.
Y no quiero decir que Rise of Skywalker sea tan buena como The Empire Strikes Back, pero se nota que J.J. Abrams (ocupando la silla de director que había cedido a Rian Johnson en The Last Jedi, la película pasada), quiso hacer algo muy cercano a aquella película ya clásica de Star Wars, con todo y una gran revelación inesperada (que tuvo a muchos fanboys especulando estos últimos años), que te deja boquiabierto a mitad del filme.
Lo que hicieron con Carrie Fisher es impresionante. Gracias a la magia de los muy avanzados efectos especiales, lograron traer de vuelta a la fallecida actriz vía escenas filmadas y desechadas de The Force Awakens, y situarla en varias escenas, ya sea dirigiendo las nuevas misiones de la rebelión o dialogando con Rey, por que hay que mencionar que Leia es ahora su maestra y mentora, en su camino para convertirse ser una jedi -- o algo cercano a ello.
El Emperador Palpatine (Ian McDiarmid, en su enésima interpretación del personaje) está de regreso, y lo mejor de ver este nuevo episodio será enterarse cómo lo ha conseguido. Otro que regresa es Lando Calrisian (Billy Dee Williams), algo desperdiciado, de cuyo regreso esperaba algo más.
La trama es muy sencilla. La rebelión sigue luchando contra la Primera Orden, la cual sigue intentando dominar el universo destruyéndolo todo a su paso, incluyendo planetas. La nueva víctima que Palpatine tiene en la mira es Rey, para tratar de hacer lo que Vader no pudo hacer con Luke: tentarla al lado obscuro. Sin un Yoda o Luke que puedan guiarla, Rey irá por el camino luchando contra el poder obscuro de Palpatine, incluyendo la persecución que Kylo Ren (Adam Driver) continua para dar con ella y capturarla.
Aunque la historia no es digna de ser premiada por su nivel de imaginación o creatividad, en especial por que sigue faltando esa carga mística y profunda que la filosofía jedi daba a los filmes de la trilogía original, Rise of Skywalker vale la pena por varias cosas. En primera, de una vez por todas sabremos quién es realmente Rey, y qué significan las pesadillas y recuerdos de su infancia que la han venido atormentando. Además, el filme está cargado de acción y espectacularidad en muchas secuencias, como esa pelea entre Rey y Kylo Ren en medio del mar, con olas gigantescas de fondo, y como escenario los restos de la última Estrella de la Muerte; vemos a Lando pilotear el Halcón Milenario junto a Chewi (Joonas Suotamo) como en los viejos tiempos, tenemos las clásicas peleas entre las naves del imperio y los rebeldes, hay reapariciones que te toman desprevenido, y la muerte de rigor de un personaje clave. Pero si hay alguien que casi se roba el filme es Palpatine, quien es todo un espectáculo de ver, más terrorífico que nunca. No exagero si digo que muchos irán a ver el filme nada más para averiguar cómo es que está de regreso. Al final, Rise of Skywalker no es perfecta, pero sí muy satisfactoria.
⭐️⭐️⭐️⭐️

KNIVES OUT


¿FUE EL MAYORDOMO? Daniel Craig en modo Sherlock Holmes.
El viejo género en el cine del crimen misterioso en mansiones lujosas sigue vigente. Aquel que pensaba que era cosa del pasado, estaba muy equivocado. No es raro que Hollywood nos tome por sorpresa resucitando géneros de antaño, como es el caso de Knives Out, una clásica whodunnit en el más amplio sentido de la palabra, que trae de vuelta exitosamente estas historias al cine.
Afortunadamente, Knives Out, dirigida por Rian Johnson (director del episodio VIII de Star Wars, The Last Jedi, del 2017) logra su cometido, una excelente película de crimen y misterio en la vieja tradición de las novelas escritas por Agatha Christie, o las novelas de Sherlock Holmes, escritas por Sir Arthur Conan Doyle (los aficionados a estos libros se deleitaran con el filme), y tal vez, una de las películas mejor tramadas, escritas, y casi perfectas de este año. Es una película redonda, con un amplio reparto (que incluye a Jamie Lee Curtis, Don Johnson, Toni Collete, Michael Shannon, y Chris Evans), en donde todos y cada uno de los actores se desempeñan de forma estupenda. Su guión es inteligente, y no pierde la oportunidad de meter, sin dificultades, un tema sensible y de actualidad: la inmigración. Y claro, es también un guión con detalles graciosos y uno que otro---asqueroso.
Knives Out traerá a la mente de los cinéfilos, además de las innumerables adaptaciones de novelas de Agatha Christie al cine, filmes como Clue (de 1985, basado en el juego de mesa del mismo nombre), y más recientemente, Gosford Park (2001) de Robert Altman, y Murder on The Orient Express (2017). Hay un pequeño homenaje al programa de los 1980s Murder She Wrote, protagonizado por Angela Lansbury.
La película arranca con varios interrogatorios, que un par de detectives de policia (Lakeith Stanfield y Noah Segan), junto a un detective privado, Benoit Blanc (de las mejores actuaciones de Daniel Craig, aunque me pregunto qué acento habrá intentado hacer ¿sureño tal vez?), debido a la misteriosa muerte de un famoso escritor de novelas de misterio, Harlan Thrombey (Christopher Plummer, como siempre excelente). Marta Cabrera (Ana de Armas), su enfermera, inmigrante latinoamericana con una extraña compulsión de vomitar cuando dice mentiras, es la principal sospechosa. ¿Asesinato o suicidio? Tal será el misterio que deberá resolver Benoit, que si bien en la primera mitad no nos sorprenderá mucho con habilidades deductivas a la Sherlock Holmes, o con la elegancia bigotuda del analítico Hercule Poirot, será en el tercer acto cuando, poco a poco, sus talentos se irán revelando. Benoit tiene un poco de aquellos personajes clásicos, además de cierta capacidad para el sarcasmo, sentido del humor, y buen observador.
Difícil resultará describir una historia tan laberíntica y compleja, que va tomando caminos inesperados; que juega con nuestras expectativas y está llena de flashbacks. Si bien nosotros tenemos la ventaja de saber, alrededor de la mitad del filme, qué fue lo que pasó con el escritor en su pequeño pero fascinante estudio (un gabinete de curiosidades, un pequeño museo, como toda la mansión en sí, en donde no hay rincón que no atrape nuestra mirada), esto no quiere decir que sea aquí cuando al filme se le acabe el combustible. Al contrario. Johnson (también escritor del guión) apenas está calentando motores, para llevarnos hacia una segunda mitad muy disfrutable y magnífica, llena de giros inesperados, y que te tendrá atrapado en la butaca.
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

MARRIAGE STORY



Scarlett Johansson y Adam Driver.
Marriage Story, el más reciente filme de Noah Baumbach, empieza contando los tiempos felices de un matrimonio al borde de la destrucción. Más adelante, descubrimos que las visitas de la pareja a un terapeuta matrimonial no están funcionando del todo bien. Y no pasará mucho tiempo antes de que queramos embarcarnos con ellos en este amargo viaje y hacer algo por ellos.
De lejos, parece que tenemos a la pareja perfecta, hechos el uno para el otro. Nicole (Scarlett Johansson), una actriz y mamá con todo el carisma del mundo, que irradia alegría hasta por los codos, y que es además una buena peluquera, se encuentra en un punto crucial de su carrera: la filmación de una serie de ciencia ficción; Charlie (Adam Driver), su marido, es un director de teatro con su propia compañía teatral con oficinas en Nueva York, por lo que todos sus proyectos tienen lugar en esa ciudad. El problema -al menos uno de ellos-, es que el trabajo de Nicole está en Los Angeles, por lo que las dificultades de su vida matrimonial, así como las decisiones que tengan que ver con la crianza de su único niño (Azhy Robertson), tendrán mucho que ver con el factor geográfico de "costa a costa".
Con Noah Baumbach sucede algo muy parecido como cuando uno ve una película de Woody Allen, adivinas inmediatamente que estás viendo una película de ellos. La dirección de fotografía (Robbie Ryan, director de fotografía en Marriage Story), de colores suaves y deslavados, es inconfundible en el cine de Baumbach. Su diseño de producción también es magnífico, y todo se conjunta para crear una película indie que te lleva de inmediato a recordar otra película, que toca también el tema del divorcio de forma devastadora y que destaca por su apabullante autenticidad, Kramer vs. Kramer (1979). No sería descabellado pensar que Baumbach pudo haberla tomado como principal fuente de inspiración. Adam Driver luce como un joven Dustin Hoffman, y además el peso en la trama de Marriage Story se centra principalmente en la historia de Charlie, en su lucha por llevar todo el proceso, junto a Nicole, lo más pacíficamente posible, sin afectarse mutuamente.
La película toma un sorpresivo giro cuando Nicole consiga a una excelente abogada (Laura Dern, genial) para llevar el caso, irradiando seguridad, fuerza, y total profesionalismo desde que aparece en pantalla. Mientras, para Charlie las cosas irán de un color algo más gris, debido a las dificultades económicas para poder pagar un buen abogado (Ray Liotta), teniendo que recurrir a uno más acorde a su bolsillo, interpretado por Alan Alda. El abogado encarnado por Alda, de más edad, y que en comparación parece más humano y terrenal al hablar de todo menos de números y tarifas, termina convirtiéndose más en una figura paterna para Charlie que otra cosa. Pero es una lástima que Alda desaparezca muy pronto de la historia en la segunda mitad, y no volvamos a saber de él.
El propósito de llevar todo de la manera más amistosa será algo imposible, acabando todo convertido en algo cercano a una guerra, llena de ataques mutuos, golpes bajos, lágrimas y dolor. La escena en la nueva casa de Charlie, en donde ambos tienen su mayor discusión, es excelente, tanto por su economía de medios y minimalismo (al tener lugar todo en un sólo espacio), como por las excelentes actuaciones de Driver y Johansson.
Lo curioso, es como Baumbach trata de que Marriage Story no termine siendo un drama tan amargo y doloroso al mismo nivel de Kramer vs. Kramer, a pesar de que su intención es, como en aquel filme, alcanzar un gran nivel de autenticidad y realismo. Hay tintes de comedia esparcidos aquí y allá (Julie Hagerty, como la mamá de Nicole, está fabulosa), y muy lejos, en el fondo, los abogados están llevando la verdadera guerra por Nicole y Charlie. Ellos, con todo y saber que su matrimonio es insalvable, siguen demostrándose afecto y cariño la mayor parte del tiempo. De los mejores filmes del año.
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

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